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Tejidos parte 1
Texto de: Enrique Pulecio.
S on varios los indicios que permiten suponer que el oficio de los tejidos
Entre los Chibchas fue, la del tejido, una de las industrias más populares. Era
a tal punto apreciado el arte que, como obsequio, constituía un valioso
homenaje a quien estuviese destinado. Telas finamente pintadas y mantas, en
su uso sostenidas con alfileres de oro, conformaban este comercio lujoso y
honorífico, presente en varias circunstancias de la vida, especialmente en
aquellas que tenían por objeto la celebración de un acontecimiento social.
El uso de la mochila en toda la Costa Caribe está tan extendido que, para el
campesino costeño, es parte de su diario vivir. Su utilización está generalizada
también, bajo muy diferentes formas y versiones, a lo largo y ancho del país.
Las mochilas de Atanquez se tejen con fique, materia prima abundante en la
región próxima a la Sierra Nevada de Santa Marta.
Con una marcada influencia de los grupos étnicos del Caribe, los indios Cuna
han desarrollado una cultura material, vivamente identificada con el entorno
natural en el que habitan. Las llamadas "molas" hacen parte de su arte y en
ellas van dejando las representaciones de un mundo, más que simbólico, real,
el que tienen a su alcance. Allí, la naturaleza es el primer gran motivo de
inspiración. Así como reproducen figuras zoomorfas, en su inmensa gama de
especies, también pueden representar formas puramente geométricas, ricas
en or-na-men-taciones cromáticas y tonalidades. La característica de estos
tejidos está determinada por la superposición de telas, de tres o más piezas,
que permiten, mediante el re--cor-te de las figuras, la aparición de las formas
de colores, recortadas en los tres o más planos que la estructuran.
En Nariño se destacan los tapetes anudados a mano por los artesanos del
municipio de Contadero y las mantas que rememoran los diseños indígenas de
Guachucal, en el Valle de Sibundoy, las ruanas y los chumbes de alegre
colorido. Entre los Páez y Guambiano, están los tejidos de lana con que
confeccionan sus vestidos, ruanas y chales y en los que predominan el color
azul y el gris, con adornos magenta y negro. Estas comunidades heredaron de
sus antepasados tanto las técnicas del telar como su sentido del uso de los
colores, que hoy rigurosamente conservan.
La caña de castilla y el esparto son las más difundidas materias primas para el
trabajo de la cestería, en las inmediaciones de las poblaciones de Belén,
Cerinza, Duitama y Ráquira, en Boyacá. El esparto se encuentra en estado
silvestre en los climas fríos. Tras los procesos de recolección y preparación, y
con las variadísimas técnicas desarrolladas, que dan bellos resultados, los
artículos tienen que ver necesariamente con su utilidad, canastos de asas,
algunos salpicados con un detalle de color, canastillas, bandejas y roperos. Sin
mayores pretensiones en la creación de dibujos o motivos ornamentales, estos
artículos, en su modesta presencia, se hacen más sugestivos y hermosos en
su sencillez y naturalidad. Tan sólo algunas sobrias bandas longitudinales nos
recuerdan la existencia del color en su cestería.
Elaboración
tradicional
de cubierta para Paneros de
vivienda trama oblicua
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Catarijanos.
Empaques Cubierta de Conjunto de
indígenas bohío esteras
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Artesanas
tejiendo
sombreros en Sombrero Sombrero
palma ceremonial en palma de
de iraca Guambiano iraca
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Sombreros
sinuanos