Tenemos 70 billones de células

EL ESPEJO

Alguna vez, al mirarnos al espejo hemos tenido la impresión de que nuestro aspecto era enfermizo, envejecido y fatigado. El cabello excesivamente fino, quebradizo y sin brillo, la mirada apagada, la piel seca. Además, hemos podido encontrarnos sin energía ni ánimo para afrontar el día que nos espera. Esta situación puede darse después de una noche de insomnio, o bien si atravesamos una temporada de complicaciones laborales o llena de preocupaciones y estrés. También puede deberse a un ritmo de vida trepidante. Pero si decidimos rehacernos dedicando un fin de semana a dormir mucho, comer sano, tomar algún revitalizante y respirar aire rico en oxígeno, nuestro rostro vuelve a recobrar su juventud y nos volvemos a encontrar llenos de energía.

ENVEJECER/REJUVENECER

¿Qué ha sucedido? ¿Cómo se ha producido este rápido envejecimiento? ¿Y la posterior recuperación de la juventud? Nuestro reloj biológico tiene poco que ver con el calendario. Los gerontólogos, es decir, los científicos que estudian los procesos de envejecimiento, han descubierto que nuestro reloj biológico o tiempo vital puede ir adelantado o retrasado en comparación con el tiempo “real”. A lo largo de los millones de años de evolución, la naturaleza ha desarrollado su propia medida del tiempo, que se sirve siempre de elementos sencillos como el sol y sus agentes, los radicales libres, que controlan el envejecimiento, la vida y la muerte de los vegetales, animales y seres humanos. También el oxígeno del aire, los alimentos y el agua determinarán esta medida del tiempo.

No envejecemos, ni enfermamos, ni nos agotamos nosotros como individuos, sino que envejece, enferma y se agota cada una de nuestras células (y tenemos en total unos… ¡70 billones!).

Si dejamos de protegerlas frente a la acción de los radicales libres y otros elementos nocivos, y no las alimentamos con las sustancias vitales que necesitan y que la naturaleza nos brinda (oxígeno, vitaminas, minerales, oligoelementos, ácidos grasos, enzimas, agua, aminoácidos, hidratos de carbono) se quedan sin energía, se debilitan y mueren.

UNA VIDA FASCINANTE

Una simple célula, sólo visible en el microscopio, encierra un complejo entramado de vida, con todos sus elementos en perfecta armonía. Los millones de células que forman nuestro organismo cumplen su cometido: nacen, se alimentan, viven, generan otras células, mueren y desaparecen. Como se sabe, todas estas células se diferencian entre sí según la función que desarrollan y se agrupan formando tejidos, que configuran formas muy definidas, dando lugar a un ser vivo.

Las células flotan en un líquido, el líquido extracelular, una especie de “mar interior” con dos componentes: el plasma sanguíneo, que circula por un sistema de vasos, y el líquido intersticial, que baña las células y se sitúa en el exterior de los vasos.

Cada célula tiene una envoltura de consistencia oleaginosa en la que se desarrolla una intensa actividad. En la existen una especie de minúsculas “pistas de aterrizaje” que se encargan de recibir los nutrientes y las hormonas. También existen las proteínas portadoras, encargadas de introducir continuamente millones de moléculas en el interior de la célula. Aquí es donde se sitúan las sustancias inmunes que se encargan de defender a la célula contra organismos invasores como los radicales libres, los virus, las bacterias, los mohos, las toxinas