EL PELIGRO DE LOS ADITIVOS
Los aditivos son considerados compuestos y sustancias con el fin de potenciar algún aspecto, o eliminar una parte negativa del mismo y que podría convertirse en un perjuicio por el peor sabor, peor aspecto y peor olor frente a otros productos similares de la competencia. Hacen, por tanto, que el alimento elaborado no solo entre por los ojos, sino que tenga unas características culinarias atractivas para el consumidor.
En ocasiones, estos aditivos pueden convertir un producto en “superalimento”, aumentando el tiempo de frescura o añadiendo nutrientes esenciales para nuestro organismo que, o bien no tie nen el producto en sí, o que pueden ayudar a potenciar su venta por el atractivo que produce en el cliente al “mejorar” su salud.
No todos los aditivos son compuestos químicos. En ocasiones, estos pueden ser especias o hierbas en su justa proporción que antes no se sabían de su potencialidad: vinagres para mejorar el tiempo de conservación o las características del alimento si este se presentara sin su presencia, o las sales como potenciadores del sabor en carnes y otros alimentos. De hecho, este último, además, de ser uno de los más usados, también puede convertirse en un arma muy perjudicial para la salud en un consumo desmedido.
Estos aditivos cumplen varias funciones principales como son mejorar la textura mediante estabilizadores o espesantes, o emulsionantes que evitan la separación de ingredientes. El añadido de vitaminas, minerales y otros nutrientes mejoran el aspecto saludable del producto, y los conservantes ayudan a que se preserve el alimento durante más tiempo
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