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Acerca de la postergacin. El Gran Ausente.

Cuento de Leonel Sicardi


de Mariano Pupkin, el Domingo, 25 de septiembre de 2011, 2:34 El Gran Ausente En el Ministerio de las Decisiones existe un gran silln, tapizado de cuero, con un alto respaldo y con un asiento mullido, en el cual me siento se supone que me siento- cuando voy a tomar una decisin importante. Ahora es de noche y siento que tengo que acercarme al silln de las decisiones. Estoy a punto de entrar al gran saln, con cuadros en las paredes y piso alfombradoMe acerco porque me acuciaron unas ganas, acariciadas desde hace mucho tiempo, perosiempre hay peros. Cuando estoy por entrar, casi a punto de hacer girar el picaporte, aparecen un tropel de peros, una banda, que empujan, aplastan las ganas hasta dejarme ah tirado, con la ropa deshilachada y medio rota. Los que se sientan en el silln de las decisiones son los peros y no las ganas. Luego aparecen semillas de ganas. Van creciendo, van tomando cuerpo lentamente, pero No es tiempo an, ms adelante, no estn dadas las condiciones Y as, al aparecer las dudas, las ganas siguen esperando que algn da les llegue su turno. Ahorapara qu est este silln si no llegu a sentarme nunca? Quin se sienta en l? Se sientan otros, los peros, las dudas, los que deciden por m. Hermosas seoras o decididos caballeros, en diferentes momentos de mi vida, se instalan y deciden desde el gran silln mientras yo voy quedndome enredado entre peros, tal vez, ms adelante. De repente, un da, hoy, me doy cuenta de que soy yo quien les cede el lugar, quien esquiva el dolor de elegir, de perder, de resignar seguridades y privilegios para ganar otra cosa: a m mismo. Soy el gran ausente en mi propio silln. Lo reconozco y me duele. Entonces voy corriendo, atravieso el hall de entrada, pongo mi mano sobre el picaporte, lo hago girar, abro la puerta, cruzo a grandes pasos el piso alfombrado, llego al gran silln, me detengo, lo miro, subo dos escalones, me siento en l y digo: Ya est, sin peros ni tal vez. Me decido, esta vez no lo hace nadie por m: ni cumplo ni postergo. Lo elijo y lo hago ahora. Y as, sentado en este gran silln, mullido y de cuero, me pongo por fin a escribir este cuento. Por m, para m, para empezar a estar presente. Leonel Sicardi

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