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Steven Levitt

(☼ EE.UU., 29 de mayo 1967 - )

“Si Indiana Jones fuese un economista, sería Steven Levitt", señaló el Wall Street
Journal.
Levitt se ha posicionado como un verdadero especialista en divulgación económica. Su
popularidad se debe a su agudísima mirada de la realidad, que combinada con su
enorme curiosidad, hace que encuentre una historia donde nadie antes la ha encontrado,
y que descubra mecanismos y dispositivos para medir los efectos de éstos fenómenos
que los economistas veteranos consideraban no-mensurables.

Su itinerario profesional marca que estudió en la St. Paul Academy and Summit School, luego
en 1989 se graduó por la Universidad de Harvard, y en 1996 recibió el PhD del Instituto
Tecnológico de Massachussets. En 2003 fue premiado con la Medalla John Bates Clark, que
otorga cada dos años la American Economic Association al economista estadounidense más
prometedor de menos de 40 años de edad. Este premio es considerado “el Nobel de Economía
Sub-40” y la lista de ex ganadores incluye a Paul Samuelson, Milton Friedman y Paul Krugman,
entre otros. Actualmente es profesor de Economía en la Universidad de Chicago y co-editor de
la revista Journal of Political Economy.

A pesar de que pasó por las tres universidades más prestigiosas en Economía conoce poco de
las grandes teorías económicas. Confiesa haber leído sólo algunos resúmenes de los
economistas más famosos, mientras que parece encontrarse del todo cómodo entre
estadísticas, cifras y datos, de los que extrae conclusiones que el resto de los economistas no
acierta a intuir. Quizá por eso piensa que “la sabiduría convencional se equivoca a menudo”.

Steven Levitt es famoso no por los típicos tecnicismos desabridos que caracterizan a sus
colegas, sino por ser un "ingenioso buscador de tesoros". Es considerado uno de los
economistas más fascinantes de su generación. Sus investigaciones poco ortodoxas, que
abarcan temas como las bandas de narcotraficantes, los nombres de las personas o la mala fe
de las inmobiliarias fueron ganando popularidad. En realidad, su trabajo es inclasificable y
escapa a todos los parámetros convencionales de la investigación científica y de la economía
clásica.

¿Por qué algunas prostitutas ganan más que los arquitectos? ¿Qué tiene en común un agente
inmobiliario con un miembro del Ku Klux Klan? ¿Y una maestra de escuela con un luchador de
Sumo? ¿Qué es más peligroso, un arma o una pileta? Estas son tan sólo algunas de las
cuestiones (junto con otras más serias y polémicas como la incidencia de la legalización del
aborto en la criminalidad, o más cercanas, como la incidencia de las multas sobre los padres
que van a buscar a sus hijos tarde a la guardería) que Levitt plantea en su ya célebre libro,
Freakonomics.

Originalmente publicado en los EE.UU. en 2005 y con su curioso título, que podría traducirse
como "economía de bichos raros", Freakonomics instantáneamente se convirtió en un
fenómeno cultural. Aclamada por los críticos y lectores por igual, llegó a estar más de dos años
en los primeros puestos de la lista de best-sellers, vendió más de 3 millones de copias en todo
el mundo, y fue traducida a 30 idiomas. Toda una rareza para un texto de economía, número y
tendencias. Freakonomics ha presentado al mundo una nueva manera de pensar y su propio
título se ha convertido en un lema del que se habla en todas las universidades y juntas
directivas del mundo. El libro ha ganado numerosos premios y está siendo realizado en un
programa de televisión y en una película documental. Además el blog Freakonomics, que se
puede encontrar en el sitio web del New York Times, es considerado como el “blog de
economía más leído del mundo”.

El secreto, en gran parte, está en Stephen Dubner, su coautor (o "el mejor tesoro que Levitt
encontró", como dice la crítica del Wall Street Journal). Así como Levitt es el símbolo último del
economista de renombre, profesor de la Universidad de Chicago y editor del reputadísimo
Journal of Political Economy, Dubner es el emblema del periodista americano prestigioso.
Escribe, regularmente para el New Yorker y The New York Times, y es el autor de varios libros
que ya estuvieron en las listas de los más vendidos. Juntos son dinamita.

"La economía no tiene por qué ser sobre inflación o tasas de interés. Brinda una serie de
herramientas explicativas, no es un objeto de estudio en sí. Por eso, lo que quisimos hacer es
aplicar las mejores herramientas que las ciencias económicas proveen pero para analizar
cualquier tema que se nos pudiese ocurrir, por más disparatado que pareciese. Además,
¡Steven Levitt ni siquiera sabe mucho de inflación o tasas de interés!", dijo Dubner. Según el
propio Dubner, Levitt tiene todo el look de un típico "high nerd" (o “traga-libro”).

Ambos se conocieron cuando Dubner le realizó una nota cuando Levitt saltó a la fama por su
"Nobel Junior" y por un trabajo académico muy discutido, en el cual daba una explicación
radicalmente nueva a la baja en la criminalidad en Estados Unidos de los últimos años, y que
en Freakonomics vuelve a abordar, convirtiéndose en el tema más delicado y controversial del
libro. Para Levitt la razón de la baja en el crimen es... la legalización del aborto.

Hasta la irrupción de Levitt, las causas que se barajaban para explicar la disminución en los
asesinatos violentos eran, según la izquierda, la proliferación de leyes para el control de las
armas, y, según la derecha, el boom económico de la década del 90 y la ley de "tolerancia
cero" de Giuliani en Nueva York. Estas teorías se volvieron parte del saber común. Sólo había
un problema: "No estaban basadas en determinantes importantes", dice Dubner. Había otro
factor, mientras tanto, que sí había contribuido a la brusca caída en el crimen en la década del
90 y que nadie mencionaba: Roe vs. Wade, el fallo que autorizó el aborto en Estados Unidos.

"En lo se refiere al crimen -dice Dubner-, todos los niños no nacen iguales. Décadas de
estudios han demostrado que un niño que nace en un entorno familiar adverso tiene muchas
más posibilidades que otros de convertirse eventualmente en un criminal. Y los millones de
mujeres que tenían mayores posibilidades de ser quienes solicitaran un aborto post Roe vs.
Wade eran, en general, modelos de la adversidad: adolescentes pobres y solteras para
quienes los abortos ilegales habían sido demasiado caros, o bien que habían tenido
complicaciones para acceder a ellos. Eran las mismísimas mujeres cuyos chicos, de haber
nacido, hubiesen tenido más posibilidades que el chico promedio de convertirse en criminal.
Pero debido a Roe vs. Wade, esos niños no llegaron a nacer. Esto tendría un efecto drástico
años después, ya que nunca llegaron a la edad en la que podrían haber entrado en actividades
criminales."

El estudio de Levitt (realizado junto con John Donohue, actualmente profesor de la Universidad
de Yale) muestra, por ejemplo, cómo la caída en el crimen fue exactamente proporcional al
número de abortos legales realizados en cada estado. Y en los pocos estados en los que se
legalizó el aborto tres años antes, el crimen también cayó con tres años de anterioridad. Esto,
sin embargo, no hizo que Levitt se convirtiese en un fanático abortista. Por el contrario, asegura
que ideológicamente está más bien en contra, y que de ninguna manera cree que el aborto
deba ser utilizado deliberadamente como manera de luchar contra el crimen futuro. Pero insiste
en que la economía debe reflejar lo que pasa, y no lo que debería pasar.
Obviamente estas tesis encontraron una creciente oposición entre las capas más
conservadoras de la sociedad estadounidense. Lo que resulta hasta cierto punto paradójico
porque Steven Levitt proviene de la Universidad de Chicago, una de las económicamente más
influyentes en los programas de la derecha estadounidense y el espejo en el que se miró es el
Premio Nobel Gary Becker, uno de los más respetados en ese ámbito. En esa tradición se
inscribe Levitt, hijo de una familia de clase media alta (su padre era un médico experto en
gases intestinales, conocido como el “Rey de los... “) y que debe su ascenso a su capacidad
para analizar los datos económicos y, al mismo tiempo, para extraer de las cifras conclusiones
inesperadas. Algo que trata de inculcar en sus alumnos. Según Levitt, quienes enseñan
economía tienen tendencia a enseñar una disciplina muy matemática, desconectada de las
intuiciones y de las ideas. Así, cuando los alumnos deben aplicar lo aprendido a la vida
cotidiana, terminan por extraviarse. La razón es que ven ecuaciones y problemas teóricos en
lugar de un medio de acción sobre el mundo, cuando “la economía es un medio de navegar a
través de un mundo complicado tomando las decisiones correctas”.

“¿Por qué continúan viviendo los traficantes de drogas con sus madres?”: Levitt explica esto
en el capítulo 3 de Freakonomics, donde trata un caso especial de organización, el caso de los
comerciantes de crack norteamericanos que asolaron a ese país durante los ochenta. Hasta
que asomó Levitt los economistas no se metían con delincuentes ni estos sabían de economía.
La respuesta a la curiosa pregunta la encontró junto a un sociólogo inmigrante de la India,
Sudhir Venkatesh. Ambos analizaron un cuaderno de cuentas de un narco que por casualidad
llego a las manos del hindú mientras investigaba in situ el tema. Lo extraño es que sus
investigaciones dieron como resultado que este tipo de organización es lo más parecido en
estructura a un McDonald’s, es decir, una “empresa” con una estricta división del trabajo: jefes,
vendedores que reciben una franquicia por las comercializaciones, soldados encargados de la
seguridad, tesoreros y encargados del transporte de la droga. “Había que estar cerca de la
cima de la pirámide organizacional para ganar un buen salario.” Es decir que los salarios en el
crimen estaban tan sesgados como en las empresas legales. “Y un soldado a pie de una banda
tenía mucho en común con quien prepara hamburguesas en McDonald’s o quien repone las
estanterías en Wal-Mart.” Los salarios bajos, en términos absolutos y relativos, y las malas
condiciones de trabajo, por ejemplo. De allí que a la pregunta extraña de porqué los traficantes
viven con sus madres, la respuesta es: porque no tienen dinero para vivir solos. El sueño del
microtraficante no se diferenciaba de la campesina de los años cincuenta que quería triunfar en
Hollywood, un enorme riesgo a cambio de poca ganancia, esto concluía que las relaciones de
producción de estas organizaciones están eminentemente inmersas en la lógica capitalista y
que su empresa no les genera las ganancias en relación al riesgo asumido, esto trae como
consecuencias una economía poco sólida y flotante que no permite la reinversión y que no les
da espacio más que el que les brinda sus padres para vivir. Sólo la perspectiva de ingresos
futuros en “la cima de la pirámide” es la principal motivación económica para estar en una
pandilla.

Levitt y Dubner están trabajando actualmente en otro libro, titulado tentativamente


“Superfreakonomics”. Se descuenta que este nuevo libro será otro éxito de ventas, y se sabe
que tratará temas tan divergentes como el terrorismo, el calentamiento global y la prostitución.

Fuentes: La Nación, El Confidencial (España), Wikipedia

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