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PSICOTERAPIA ERICKSONIANA

El legado de Milton H. Erickson a la Psicoterapia Actual

Ps. Mario Pacheco León


Instituto Milton H. Erickson de Santiago

© Reg. Propiedad Intelectual N° 126.435

2002

1
A Francisca…
gracias por la vida
que construimos día a día…

2
Agradecimientos

Este volumen es la concreción de una idea que surgió en una conversación con el colega Dr. Omar
Chogriz, Co-Director del Instituto Milton H. Erickson de San Luis, Argentina, durante el 2° Encuentro de
Psicoterapeutas Ericksonianos del Cono Sur, realizado en Santiago, en Mayo de 2001. Juntos pensamos los
objetivos de algunos de los capítulos de este libro y acordamos escribirlo en coautoría. Sin embargo, otras labores
ocuparon el tiempo de Omar, de modo que asumí yo solo la tarea de redactarlo.

Muchas de las ideas tratadas en los diversos capítulos pueden rastrearse hasta las reuniones del “Grupo
del Sábado”, un grupo de estudios que sesionó en los años 1998 y 1999 en mi anterior casa en Santiago.
Agradezco a los psicólogos Patricio Elgueta, Italo García, José Miguel Cortés, Mauricio Cuevas, Marcos Fuentes y
Juan Pablo Díaz, las fructíferas discusiones, el intercambio de ideas y la búsqueda de una integración en los
enfoques de terapia breve, que ocuparon nuestro tiempo en ese memorable Grupo. Agradezco también el
constante apoyo, estímulo y amistad desinteresada de esos amigos.

También han contribuido a este volumen, las conversaciones y el intercambio intelectual con mis colegas
del Instituto Milton H. Erickson de Santiago, psicólogo Sebastián Castro y María Elena Viveros.

Agradezco a mi amiga, la Licenciada Sandra Ostropolsky, de Mendoza, su constante apoyo, acicate


intelectual y su amistad incondicional que me ha acompañado por más de una década, y que nos ha unido en la
búsqueda de conocimiento operativo para fortalecer a quienes solicitan nuestra ayuda terapéutica.

Agradezco al Doctores Ernest L. Rossi, Michael D. Yapko, Jeffrey K. Zeig y Scott D. Miller, sus semillas en
los distintos Seminarios que han dictado en Santiago, y que me han motivado a profundizar en sus ideas y
trabajar en la sistematización del “enfoque ericksoniano” y en su integración con los distintos enfoques de terapia
breve.

Agradezco a todos los alumnos con los que he trabajado en Santiago, Concepción, Talca, San Luis y
Mendoza, sus interesantes interrogantes que han mantenido vivo en mí el interés por desentrañar y hacer
accesibles a los psicólogos latinoamericanos las ideas de Erickson y sus seguidores.

Y especialmente agradezco a los pacientes que han acudido a mi consulta, y que sin saberlo me han
permitido entregarles distintas estrategias y crear junto a ellos terapias que les han posibilitado un mejor pasar
por esta vida. Sin la práctica de la psicoterapia con esas innumerables personas jamás hubiese podido descubrir
mi capacidad para empatizar con ellos y la gracia de mi creatividad…

3
Introducción

Como muchos de mis colegas, supe de Milton H. Erickson a través de la lectura de


Terapia No Convencional de Haley. Realmente quedé impactado con ese volumen, pero
¿dónde o con quién podía aprender esa terapia tan inusual y la “hipnosis” a la cual hacía
referencia el autor? Además, mi dominio del inglés era más que pésimo y veía como algo
imposible conseguir traer a Chile el texto anterior de Haley, Advanced Techniques of
Hypnosis and Therapy: Selected Papers of Milton H. Erickson, publicado en 1967.
Mientras escribo esta Introducción en un Notebook en el año 2002 –muy distante del
año 1984 en que Erickson vía Haley cayó a mis manos– escuchando el CD Dreams de Kitaro
a través de la misma computadora portátil a la cual está conectado a un ya no tan actual,
pero muy usado, Subwoofer, vine a mi mente la verdadera odisea y acecimiento de hechos
fortuitos (“¡sincrónicos, Mario, sincrónicos!”, me diría Carl Jung), que me llevaron a escribir
este volumen.
Al igual que el aprendiz de “brujo”, entendiendo poco o casi nada del “arte” del
“maestro”, intenté osadamente emular a Erickson en un caso clínico, y ¡suerte de
principiante! las cosas funcionaron. Y digo “suerte de principiante”, porque nada menos que
usé un acercamiento de “shock psicológico” con esa cliente, y la terapia fue
maravillosamente breve y exitosa. Sin embargo, ya que en mi trabajo profesional he
intentado ser “serio” y actuar informadamente, y no “consumo” modas, decidí abstenerme
de imitar a Erickson de ahí en adelante.
Cuando poco meses después tuve la fortuna de leer y estudiar la fotocopia del libro
Cambio de Watzlawick y sus colaboradores, aunque Erickson “prefaceaba” ese libro, no logré
encontrar ninguna similitud entre lo que allí estaba escrito y el fabuloso texto de Haley.
En el año 1988 tuve la oportunidad de integrarme a un Grupo de Estudios de “Hipnosis
Ericksoniana” dirigido por Dorothy Bowie, norteamericana avecindada en Chile desde hacía
casi 40 años. A través de la delicadeza y ternura de Dorothy, pude comenzar poco a poco a
adentrame en la vasta obra de Erickson.
No cabe duda que comenzamos a estudiar a Erickson como comenzaron todos sus
discípulos… atraídos por la palabra mágica “hipnosis”. Claro que en lugar de tener que
peregrinar a Phoenix, bastaba con fotocopiar y comenzar a estudiar los innumerables
volúmenes que Dorothy traía de Estados Unidos… ¡los Collected Papers!... ¡Hypnotherapy!, y
muchos más. Ahí comencé a percatarme que hacer hipnoterapia no era nada de fácil, a la
vez que toda la literatura estaba en inglés… Así fue como comencé a enseñarme a traducir

4
para poder leer esos textos y compartir mis descubrimientos con mis colegas en el grupo de
estudios.
La lectura de los artículos en el idioma original de Erickson, además de mostrarme que
había sido pésimamente traducido al castellano, me permitió percatarme de la extraordinaria
agudeza y sensibilidad de ese terapeuta. Incluso recuerdo una noche en que soñé que iba a
atenderme con Erickson en su casa… yo estaba en la sala de espera, muy ansioso por esa
visita… creyendo que Erickson con sólo mirarme sabría todo lo importante de mi caso…
desperté antes que me atendiera… sin embargo, me pregunto, ¿qué procesos curativos
habré colocado en marcha yo mismo sin percatarme en esa espera interminable…?
Podría afirmarse que el camino que recorrimos los miembros del Instituto Milton H.
Erickson de Santiago ha sido una verdadera senda histórica: aprendimos los primeros
“pases” lingüísticos hipnóticos de la mano de Grinder y Bandler (Trance-Formation); luego
nos apoyamos en Ernest Rossi (Hypnotic Realities e Hypnotherapy), para continuar el estudio
de los fenómenos hipnóticos con Michael Yapko en su, ya clásico, Trancework. Y de ahí
saltamos a The Answer Within de los Lankton y sus Tales of Enchanment. También me
“devoré” Mi voz irá contigo de Rosen y Un seminario didáctico con Erickson de Zeig.
Sin embargo, ¿qué relación tenia todo eso con los artículos en los cuales Watzlawick
hablaba de la “hipnoterapia sin trance”? Ni Rossi, ni Zeig, Yapko o los Lankton –para que
mencionar a Grinder y Bandler, y a Rosen–, ¡ni el mismo Watzlawick! lograban mostrarme de
modo didáctico la relación entre la terapia de Erickson y el modelo desarrollado en el MRI.
Cuando logramos formar nuestro Instituto en 1991, comenzamos, como era obvio, a
enseñar la “hipnosis ericksoniana”, y muy lentamente comenzamos a vislumbrar que
Erickson era un estratégico del MRI en lugar de un hipnotista inusual.
Tuve la comprensión que andábamos por el camino errado cuando trajimos a Yapko a
Chile en 1996 a dictar un curso que titulamos “Hipnosis y depresión” (¡que nombre más
absurdo!)… Cuando peregrinamos a Phoenix al 5° Congreso Ericksoniano en 1992, en ese
viaje, además de ser una experiencia inolvidable para mi, el contacto con todos los grandes
de la “hipnoterapia ericksoniana” y de la terapia estratégica no me permitió hacer el “click”
que necesitaba para comenzar a colocar en orden las piezas que no me encajaban.
Cuando en 1996 ví trabajar a Yapko algo ocurrió en mi, aunque no fui consciente de
ello. La forma que venía enseñando a Erickson en el Instituto, seminarios y en la universidad,
comenzó a cambiar paulatinamente, y un colega me hizo notar que mi discurso en las clases
en Mendoza y en San Luis estaba cambiando desde que había estado en lo de Yapko.
Y como ocurre con esos procesos internos que se incuban lentamente, mi nueva
mirada del enfoque Ericksoniano hizo su irrupción y me fue posible comenzar a integrar su
hipnoterapia con los enfoques de terapia breve.
Este volumen ha sido para mi la oportunidad de colocar por escrito en una forma
“académica” las distintas ideas que he venido desarrollando desde 1997, y que escribí junto
a mis “alter ego” en Hipnópolis (el Organo No Oficial de la Asociación de Institutos Milton H.

5
Erickson del Cono Sur), una Revista que envié por e-mail durante más de un año a mis
amigos, en donde muchos de los tópicos que analizo en este libro ya fueron esbozados en
esa publicación.
Espero que este volumen permita una nueva lectura de Erickson y su legado a la
Psicoterapia, lectura que me ha permitido revitalizarme en el estudio y práctica de este
“enfoque”… Actualmente no tiene sentido denominarme “ericksoniano”… me basta con
hacer una terapia que logre resultados, entregar luces y abrir puertas a los distintos alumnos
que estudian conmigo…

Requegua, San Vicente de Tagua Tagua


Mayo de 2002

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Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual

La vida de Milton Hyland Erickson puede fascinar al lector que conoce sus
antecedentes biográficos1; especialmente en cómo fue capaz de transformar sus déficit en
fortalezas, recuperarse de la invalidez producto de la poliomielitis y sobrellevar los dolores
crónicos como secuela de la misma.
Esos hechos nos hablan de Erickson como una persona especial, con un empuje a toda
prueba; cuyo singular estilo personal le permitió desarrollar una visión de la psicoterapia
cuya novedad y frescura continúa cautivando al mundo profesional hasta la actualidad.
Así como Erickson se ayudó en la recuperación de su poliomielitis bogando solitario en
canoa por un río, primero a favor de la corriente y después regresando a su punto de origen
en contra de la corriente (Rossi, Ryan y Sharp, 1983), pareciera que en el desarrollo de su
enfoque de la psicoterapia hubiera estado bogando en contra de la corriente principal del
pensamiento psicológico de su época.
Algunos lectores pudieran pensar que ese ir contra la corriente de Erickson tiene
relación, principalmente, con su uso de la hipnosis en el tratamiento psicoterapéutico.
Quienes pensaran así tendrían razón en parte; pero eso, a mi juicio, no es lo más importante.
Cuando Erickson entró a la Escuela de Medicina en 1921 (Erickson, 2001) y obtuvo su
título de médico y su maestría en psicología en 1928 (Erickson, 2001), la psicología de esa
época se debatía entre la lucha de la psicología experimental representada por el
conductismo de Watson (Rosch, 1997; Wolman, 1965) y desde la clínica con los postulados
del psicoanálisis freudiano.
Aunque Erickson comenzó sus estudios de hipnosis con Clark Hull (1923-1924)
(Erickson, 2001) –quien desarrolló posteriormente una escuela dentro del conductismo
(“conductismo deductivo”; Wolman, 1965)– no se convirtió en un conductista 2. El énfasis de
Erickson en la observación y descripción de los comportamientos de sus sujetos de
investigación no se relaciona con los postulados del conductismo, puesto que Erickson no fue
un reduccionista.
Aunque Erickson comenzó sus primeros aprendizajes en torno a la “mente” desde la
hipnosis, “la madre de la psicoterapia” (Rossi, 1986/1993), Erickson no compartía los puntos
de vista del psicoanálisis, tanto en lo que respecta a la naturaleza de la mente inconsciente y
al valor del insight en el cambio psicológico.
El conductismo y el psicoanálisis, posturas irreconciliables en su concepción del
comportamiento humano, no son tan disímiles cuando las observamos desde el punto de
vista de la epistemología a la base de sus teorías. Ambas corrientes son reduccionistas: el
conductismo reduce el comportamiento humano a la fórmula E R, y el psicoanálisis reduce
todo el comportamiento a variables intrapsíquicas; a la vez que comparten dos postulados
centrales de la ciencia moderna: la existencia de una realidad (“verdad”) independiente de
los observadores y la causalidad lineal (Ceberio y Watzlawick, 1998; Hayward, 1997).
Erickson se apartó tempranamente de la psicología imperante en su época, causalista
y reduccionista, y podríamos afirmar que más bien razonaba como un fenomenólogo
(Wolman, 1965), puesto que prestó atención a la experiencia subjetiva de sus sujetos
experimentales y sus pacientes. Más que buscar las causas de los comportamientos
sintomáticos o disfuncionales en todos sus pacientes, centró su interés en cómo esos
comportamientos se manifiestan o se mantienen a lo largo del tiempo.
Asimismo, se apartó de los métodos usuales de la investigación experimental en
psicología; porque en lugar de diseñar experimentos “duros”3, inspirados en la física
(Hayward, 1997), más bien operaba como un antropólogo que usaba métodos cualitativos en
sus investigaciones. En este aspecto, Erickson fue un adelantado a su época.
El pragmatismo de Erickson –que a mi juicio se relaciona con su crianza en el campo,
en una familia no religiosa, en Estados Unidos– se manifiesta en su distancia con el mundo
de los teóricos (académicos) de la psicoterapia, para interesarse en el hacer4; lo cual lo llevó
a desarrollar sus innovadoras estrategias terapéuticas que hoy denominamos “terapia
estratégica.” Sin embargo, aunque Erickson no aportó explícitamente a la teoría de la
psicoterapia, sus investigaciones y sus tratamientos reportados en la literatura permiten
establecer que bajo su actuar subyacen principios básicos que lo guían.
7
En ciencia, los nuevos puntos de vista de los pensadores o de los investigadores son
comprendidos primero según el espíritu de su época. Como era de suponer, Erickson fue
famoso primero por sus estudios del hipnotismo; metodología de trabajo –aunque mal
comprendida– que se avenía muy bien con el conductismo y la psiquiatría de esa época. Es
decir, el terapeuta actúa sobre el paciente para la reducción de los síntomas o para
reeducarlo. La lectura de los artículos de Erickson nos permite observar a un psiquiatra
genial que asume el control de la terapia y sabe perfectamente qué decirles a los pacientes
para ayudarlos; al tiempo que sus métodos inusuales para el uso del trance hipnótico lo
retratan como un bondadoso experto en “manipulación”, en una relación muy asimétrica con
sus pacientes.
No fue hasta fines de la década de los años ’50 y gracias al proyecto pionero de
Gregory Bateson acerca de la comunicación humana el cual estaba sentando las bases para
un nuevo paradigma en psicología, que Erickson puede salir del encuadre antes mencionado
y ser reconocido como el psicoterapeuta genial que conocemos hoy, que más que aportar
“técnicas” a la psicoterapia, aportó una mirada revolucionaria para el desarrollo de una
terapia eficaz, y la comprensión y resolución de los problemas humanos.
Este volumen explorará en sus diversos capítulos esa mirada de Erickson, colocándose
el énfasis en los principios unificadores en su obra más que en sus aportes desde el punto de
vista técnico.

8
1
Notas:
1
Jay Haley (1985) Conversations with Milton H. Erickson, M.D., Vol. 3: Changing Children and Families, (Apendix, A
Biographical Conversation), p: 141-168.
Rossi, E.; Ryan, M. and Sharp, F. (Eds.) (1983) (Introduction, Milton H. Erickson: A Biographical Sketch), p.: 1-60
Zeig, J. (1985b)
Zeig, J. and Munion, W. (1999) (Chapter 1, The Life of Milton H. Erickson), p.: 1-23

2
Recuérdese que el conductismo representado por Watson es un modelo experimental “sin consciencia” (Wolman, 1965),
un modelo de “caja negra”, en donde sólo interesan para el estudio “científico” las relaciones entre los estímulos y las
respuestas (observables)
3
Cuantitativos.

4
Podría confundirse este “hacer” de Erickson con el actuar de alguien iletrado que básicamente actúa en base a su
experiencia y “sentido común.” «Aunque Erickson no era un intelectual en la forma en que usted pensaría de un
académico, era ampliamente instruido. En particular, tenía una memoria excepcional, era especialmente versado en
literatura, agricultura y antropología. Al tratar a sus pacientes, a menudo usaba su conocimiento en esos campos.» (Zeig,
1985b, p. 17-18)

Capítulo 2. Erickson y su estudio de la hipnosis


Erickson se encontró por primera vez con la hipnosis a la edad de 12 años cuando
un amigo quiso hipnotizarlo. Durante su segundo año en la universidad vio a Clark Hull
hacer una demostración de hipnosis. Convenció a uno de sus compañeros para que lo
dejara “inducirle” hipnosis. Luego siguió experimentando y desarrollando diversas
técnicas para conseguir la cooperación de sus sujetos. Dio cuenta de esas
investigaciones en un seminario que siguió con Hull posteriormente (1923-1924).
(Erickson, 1964/1980a; Zeig y Munion, 1999)
Erickson (1964/1980a) relata que en esos tempranos estudios con Hull, los temas
de discusión se referían a la naturaleza de la hipnosis como estado psicológico, el rol del
“operador” y el sujeto, los significados de los procesos empleados en la inducción de
trance, las respuestas de los sujetos al experimentar trance, la naturaleza de la regresión
de edad, la evocación de pautas de aprendizajes previos, los procesos implicados en la
mantención del estado de trance, etc. Afirma que en esas discusiones no se llegó a
ningún consenso, razón por la cual Erickson decidió llevar a cabo sus propias
investigaciones.
Erickson no publicó hasta muchos años después sus hallazgos, porque entraban en
conflicto con las ideas de Hull respecto al hipnotista: para Hull era mucho más importante
lo que hacía o decía el hipnotista que los procesos internos de los sujetos (Erickson,
1964/1980a; Erickson, 1983). «Esta fue la visión que Hull colocó en práctica en su trabajo
en Yale, y un ejemplo de ella fue su esfuerzo por establecer una “técnica estandarizada”
para la inducción [de trance]. Por este término quiero significar el uso de las mismas
palabras, la misma duración, el mismo tono de voz, etc., lo cual finalizó en un intento de
provocar estados de trance comparables al hacer escuchar “inducciones en grabaciones
fonográficas”, sin considerar las diferencias individuales entre los sujetos y sus grados de
interés variables, motivaciones diferentes y variaciones en la capacidad de aprendizaje.
Hull parecía desconocer que los sujetos eran personas, colocándolas a la par con los
aparatos inanimados del laboratorio, a pesar que se percataba de las diferencias entre
los sujetos que podían ser demostradas en los experimentos con el taquitoscopio. Pero,
aun así, Hull demostró que los rígidos procedimientos de laboratorio podían ser aplicados
en el estudio de algunos fenómenos hipnóticos.» (Erickson, 1964/1980a, p. 3-4)
Rossi (Erickson, 1983) afirma que «Una de las características más originales y
distintivas de esas tempranas investigaciones fue la observación cuidadosa del sutil
interjuego entre los mecanismos mentales del estado de vigilia y los del estado de
trance. Erickson demostró cómo los estados alterados de trance y los fenómenos del
trance también eran una parte normal de la vida cotidiana. Esta comprensión subyace en
sus estudios posteriores de la psicopatología, así como también en su desarrollo de los
acercamientos naturalista y de utilización en la hipnoterapia. Erickson transformó, de
este modo, la concepción autoritaria de la hipnosis en un enfoque permisivo y facilitador.
Ya no eran más sugestiones que se imprimían en forma automática en la mente “en
blanco” de una persona en trance; por el contrario, Erickson reconoció al estado de
trance hipnótico como un estado de complejidad dinámica donde las propias capacidades
de la persona podían ser utilizadas para facilitar el proceso curativo.» (p. 21-22) (Enfasis
añadido)
Una vez recibido de médico y trabajando ya como psiquiatra, las primeras
publicaciones de Erickson estuvieron dedicadas al estudio de la inteligencia, matrimonio,
abandono y conducta criminal (1929-1931) (Erickson, 1983).
Desde el año 1930 comenzó a publicar artículos relativos a sus investigaciones en
hipnosis. A diferencia de Hull y su método de investigación “duro”, Erickson realizó más
bien estudios de campo, colocando énfasis en la descripción de los métodos utilizados
para trabajar con sus sujetos. Su secretaría tomaba notas taquigráficas de esas sesiones
experimentales, las cuales eran luego transcritas y analizadas (Rossi, 1990). Ese modo de
proceder, más antropológico que psicológico “científico”, es una indicación del
entendimiento de Erickson que cada sujeto experimental es una persona única, idea que
trasladó posteriormente al tratamiento de los problemas psicológicos.
Las investigaciones de Erickson pueden clasificarse en las siguientes áreas: (1)
Acercamientos a la inducción de trance y naturaleza de la sugestión hipnótica (Erickson,
1980a); (2) Alteración de las experiencias sensoriales, perceptuales y procesos
psicofisiológicos (Erickson, 1980b); y (3) Investigación de procesos psicodinámicos
(Erickson, 1980c).
Trataremos cada área por separado, resaltando los aportes y características
distintivas del trabajo de Erickson en cada una de ellas.

Acercamientos a la inducción de trance y la naturaleza de la sugestión


hipnótica

Desde los inicios de sus estudios de la inducción de trance hipnótico, Erickson


comenzó a aplicar su idea que cada persona era única, por lo cual el hipnotista debía
individualizar sus acercamientos, colocando énfasis en la incorporación del estilo
particular de respuesta del sujeto en el procedimiento usado/co-construido: utilización.
A diferencia de las primeras teorías acerca de la hipnosis en el siglo XX, donde se
la consideraba una forma de sueño (“inhibición cortical”, desde el punto de vista
pavloviano), Erickson consideraba al estado hipnótico como un estado alterado de
consciencia, experimentado como una intensa estrechez del foco de atención del sujeto.
(Erickson, 1983)
En el contexto de la inducción de trance, la utilización se refiere a los distintos
métodos individualizados para fijar la atención de los sujetos. Erickson y Rossi
(1976/1980) teorizan que una vez que la atención está focalizada, el proceso es
continuado por una debilitación espontánea de los esquemas mentales que permiten la
orientación de realidad y que el hipnotista debilita aun más.
Los aportes más originales de Erickson a la inducción de trance son la descripción
de diversos métodos individualizados para la inducción de trance que utilizan el estilo
peculiar de respuesta, entendimientos y motivaciones de los sujetos (Erickson,
1958/1980a, 1959/1980); y que Erickson define del siguiente modo: «Acercamiento
naturalista significa la aceptación y utilización de la situación de encuentro, sin esforzarse
en reestructurarlo» (1958/1980, p. 168) (Énfasis añadido)
En 1959, Erickson escribió:

«En las técnicas más comunes de inducción de trance, el procedimiento está basado primariamente en
alterar la actividad del sujeto en ese momento y darle instrucciones para diferentes formas de
comportamiento. Así, puede decírseles a los sujetos que se sienten en una silla, en forma quieta y cómoda,
que fijen su mirada, relajen progresivamente sus cuerpos y desarrollen un estado de trance. O puede
pedírseles que cierren sus ojos y desarrollen una imaginería hasta que se desarrolle el estado de trance. En
forma similar, en la técnica de levitación de la mano, como una forma de inducir un trance se sugiere un
interés en los aspectos experienciales de la situación y el desarrollo de actividad ideomotora.
Dichas técnicas requieren de la aceptación y cooperación con las formas de comportamiento sugeridas
o impuestas externamente, las cuales pueden ser activas o pasivas. La resistencia o el rechazo de este
comportamiento impuesto pueden requerir que el operador disponga de otra técnica que sea más fácilmente
aceptable o placentera para los sujetos.
[…] Sin embargo, hay otro tipo de paciente que realmente necesita hipnosis, pero no responde y es
resistente a las técnicas de inducción usuales. Aunque esto se encuentra con mayor frecuencia en la práctica
de la psicoterapia, no es infrecuente en la práctica médica general y la odontología, y se juzga que [esos
sujetos] no son adecuados para el uso de hipnosis. Esos pacientes no desean aceptar ningún comportamiento
sugerido, hasta que su propia resistencia o comportamiento contradictorio u oposicionista haya sido tomado
en cuenta por el hipnotista. Debido a su condición física, estados de tensión o ansiedad, interés intenso,
preocupación o absorción en sus propios comportamientos, ellos son incapaces de cooperar en forma activa o
pasiva para permitir una alteración en su comportamiento. Para esos pacientes las Técnicas de Utilización
sirven para tomar en cuenta en forma adecuada sus necesidades especiales. Pero esas mismas técnicas son
fácilmente aplicables a los pacientes comunes y con frecuencia sirven para facilitar el proceso de inducción
de trance en el paciente promedio.
Esas técnicas son en esencia no más que una simple inversión de los procedimientos usuales para
inducir hipnosis.» (Erickson, 1959/1980, p. 177-178)

Erickson desarrolló, además de esas estrategias “invertidas”, numerosos


acercamientos que tomaban en consideración las creencias y expectativas de los sujetos
hacia la hipnosis.
El análisis de los “métodos” de inducción naturalista de Erickson, muestra que
consisten básicamente en el desarrollo de una tendencia a aceptar lo que el hipnotista
dice; y esto se consigue con la descripción del comportamiento del momento del sujeto,
el cual es innegable; una vez que el hipnotista se percata a través del comportamiento
observable del sujeto (señales mínimas) que éste está siguiéndolo, comienza entonces a
estructurar frases que tienden a confundirlo y a evocar una mayor disposición a
responder a esas sugerencias. Por lo tanto, estos métodos naturalistas requieren de una
aguda capacidad de observación del hipnotista y su adaptación a los cambios que
puedan ocurrir en el ambiente del momento o en el comportamiento visible del sujeto.
Las técnicas de utilización de Erickson, también requieren de una aguda capacidad
de observación y comprensión del estilo peculiar de respuesta del sujeto, para
estructurar sugerencias que acojan ese modo de interactuar de la persona.
Esta metodología desarrollada por Erickson se aparta dramáticamente de los
enfoques tradicional y estandarizado de la hipnosis (Gilligan, 1987; Yapko, 1990), en
donde el sujeto participa cooperando pasivamente con el hipnotista haciendo realidad los
comportamientos sugeridos. En el enfoque de Erickson, el proceso de inducción de trance
es un proceso interaccional (Haley, 1966) en donde el hipnotista y su sujeto son activos
en el procedimiento. El hipnotista adapta su comportamiento al del sujeto, el cual
responde modificándolo e influenciando al hipnotista, el cual responde modificando su
comportamiento… Es decir, un circuito de interacciones, en donde un observador neutral
no podría afirmar con seguridad quién está induciéndole trance a quien.
Este es un aporte distintivo de los hallazgos de Erickson, puesto que saca a la
inducción de trance de los métodos rituales que solamente sirven para un porcentaje de
sujetos/pacientes: aquellos complacientes ante la autoridad, y/o realmente dispuestos a
cooperar con el hipnotista.
Otro aporte es su concepción de la resistencia al trance hipnótico (y posteriormente
como veremos, por extensión a la resistencia a la terapia); ésta ya no es vista como un
impedimento del sujeto para experimentar hipnosis, sino que como un estilo peculiar de
respuesta, que debe ser acogido por el hipnotista y puede ser utilizado en forma efectiva
para el logro de la experiencia hipnótica. (Erickson, 1964/1980b)
Para Erickson, el trance hipnótico es un estado especial de consciencia que
intensifica la relación entre el hipnotista y el sujeto, y focaliza la atención del sujeto en
unas pocas realidades internas (Erickson y Rossi, 1976/1980), y cuyo objetivo es la
extracción de comportamientos que el sujeto pueda definir como involuntarios.
Esas respuestas involuntarias son según Erickson y Rossi (1976/1980) el resultado
del proceso de: (1) fijación de la atención, (2) debilitación de los esquemas conscientes,
(3) búsqueda inconsciente y (4) procesos inconscientes. Sin embargo, no es necesario
seguir ese orden para obtenerlas, puesto que el hipnotista hábil puede desarrollar
métodos para debilitar los esquemas conscientes o promover una búsqueda inconsciente
de significados.
Erickson desarrolló recursos para ambos propósitos: inventó los métodos de
confusión para la inducción de trance y el lenguaje hipnótico indirecto.
Erickson era psiquiatra y psicólogo, de modo que en sus estudios acerca de la
inducción de trance se comportaba como un psicólogo inquisitivo de los diversos
procesos a la base de los comportamientos naturales. Los métodos de inducción de
trance por confusión responden a su observación y utilización de situaciones de la vida
cotidiana. Observó que cuando a las personas se les entregaba un mensaje que no era
congruente con la situación, éstas respondían interrumpiendo su comportamiento,
quedando paralizadas, con su mirada dirigida al vacío; podríamos decir que
reacomodando sus esquemas mentales para acoger y responder a ese mensaje
incongruente. Erickson se percató que en esos momentos las personas estaban prontas a
cooperar con cualquier cosa que se les dijera. (Erickson, 1964/1980c) Esta estrategia se
denomina “técnica de interrupción.”
El otro método que desarrolló se conoce como “sobrecarga cognitiva” (Yapko, 1990),
y consiste en comunicarse con el sujeto en una forma adecuada a la situación, usando
irrelevancias y non sequiturs; es decir, frases que tomadas fuera de contexto tienen un
significado, pero que en contexto de esa conversación confunden, distraen e inhiben el
comportamiento del sujeto, llevándolo al deseo de recibir alguna comunicación que tenga
sentido, que pueda ser comprendida y a la cual responder (Erickson, 1964/1980c).
Ambos métodos requieren de la capacidad de observación y la pronta disposición del
hipnotista para usar la situación presente; y como afirma Erickson, son una forma de
humor.
Erickson desarrolló, además, dos métodos de confusión no verbal (técnicas de
pantomima) (Erickson, 1964/1980d; Erickson y Rossi, 1981): “tomando la muñeca” y la
técnica del “apretón de manos”. Ambas estrategias son un acercamiento por confusión,
debido a que el hipnotista confunde al sujeto al darle suaves toquecitos en la muñeca o
en los dedos de la mano que atraen la atención de éste hacia esas sensaciones, mientras
Erickson suavemente llevaba la mano a estar suspendida en el aire, cataléptica. La
persona no se ha percatado de ese movimiento y se encuentra con su mano y su brazo
en el aire, siendo incapaz de bajarla por si misma; fenómeno que no es usual, lo cual lo
predispone a seguir cualquier indicación que le permita retomar el control de la mano.
Hull y otros investigadores entregaban indicaciones directas a sus sujetos para la
experiencia de trance u otros fenómenos de la hipnosis. Sin embargo, existe una
tendencia en los sujetos a mediar sus propias respuestas hipnóticas (Erickson y Rossi,
1980). Erickson se percató de ese fenómeno y desarrolló “ambientes semánticos que
facilitan la experiencia de nuevas posibilidades de respuesta.” (Erickson y Rossi, 1979, p.
19): las sugestiones indirectas.
Las sugestiones indirectas poseen las siguientes características: (a) Posibilitan que la
individualidad, experiencias vitales previas y potenciales singulares de respuesta del
sujeto se manifiesten; (b) Los dinamismos del aprendizaje están implicados en un nivel
más inconsciente, y (3) Tienden a burlar la crítica consciente. (Erickson y Rossi, 1980).
«Las formas indirectas de sugestión son más útiles para la exploración de las
potencialidades y facilitan las tendencias de respuesta naturales del paciente en lugar de
imponer el control sobre su comportamiento.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 19)
Algunos tipos de sugestiones indirectas utilizadas en la inducción de trance en el
enfoque de utilización son las siguientes: verdades obvias (perogrulladas) que utilizan
procesos ideodinámicos y temporales; preguntas; implicación; coacción y doble coacción
terapéutica; sugerencias compuestas;; sugerencias de final abierto; directiva implicada;
shock psicológico disociación; sobrecarga cognitiva; historias y metáforas; chistes y
juegos de palabras.
Otro aporte de Erickson al estudio de la inducción de trance y su mantención, es su
concepto de “profundidad del trance” (Erickson, 1952/1980). En el enfoque clásico de la
hipnosis se supone que el estado hipnótico es más “profundo” según el tipo de
fenómenos que el sujeto sea capaz producir. Erickson afirma que las dificultades
metodológicas para determinar si el sujeto ha obtenido un estado de trance satisfactorio
se deriva del hecho que la experiencia de la hipnosis depende de relaciones inter e
intrapersonales; las cuales muestran variaciones de acuerdo a la situación y reacciones
de la personalidad, incluso en el mismo sujeto a través del tiempo. Por esta razón, en
lugar de asociar la “profundidad” del trance con determinados fenómenos hipnóticos,
propone que se considere como “hipnosis profunda” «al nivel de hipnosis que permite a
los sujetos funcionar adecuada y directamente en un nivel inconsciente de percatarse sin
interferencia de la mente consciente» (Erickson, 1952/1980, p. 146). Este concepto tiene
profundas implicaciones en su modo de hacer psicoterapia, como veremos más adelante.

Investigación de la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales,


perceptuales y procesos psicofisiológicos

Rossi ha reunido en el Volumen 2 de los Collected Papers de Erickson los artículos


respecto a sus investigaciones en la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales,
perceptuales y procesos psicofisiológicos. Dichas investigaciones las ha ordenado Rossi
en las siguientes categorías: Procesos visuales, Procesos auditivos, Procesos
psicofisiológicos y Distorsión de tiempo.
Muchas de esas investigaciones no son de utilidad al clínico en la actualidad, sin
embargo asombra el detallismo con la cual están descritos sus experimentos de campo.
En la época que estaban siendo realizadas, y que corresponde al estudio científico de la
hipnosis durante la primera mitad del siglo XX, esos estudios eran pertinentes para la
determinación de los alcances de la sugestión hipnótica.
En esas investigaciones Erickson estaba intentando alterar las funciones normales
de sus sujetos experimentales (esto se observa particularmente en sus estudios de los
procesos visuales y auditivos); suponemos que su intención era fabricar a través de
sugerencias hipnóticas estados inusuales en los sujetos, similares a los que suelen verse
en los trastornos histéricos de la personalidad. De modo que si se aprende a construirlos,
entonces podrá averiguarse acerca de los métodos para tratarlos.
Sin embargo, aunque Erickson estaba estudiando temas de investigación básica,
no podía desprenderse de su interés por el uso clínico de su objeto de estudio. En 1952
(Erickson 1977/1980) escribió que en el uso de la hipnosis para la modificación de la
fisiología de los sujetos, no puede separarse la clínica psicológica de la fisiología.
Apuntaba en ese artículo que aunque las técnicas eran importantes, también lo era la
situación donde estaban empleándose éstas, la condición psicológica del sujeto y del
hipnotista (es decir, las condiciones del laboratorio y de la clínica son distintas y deben
ser tomadas en consideración al efectuar la investigación o el trabajo con el paciente).
Entre esos artículos atraen la atención un estudio experimental para el tratamiento
de la infertilidad psicógena (Erickson, 1958/1980b); el desarrollo de las mamas
posiblemente influenciado por la hipnosis en dos mujeres (Erickson, 1960/1980a), y tres
ejemplos de alteración psicogénica de la menstruación (Erickson, 1960/1980b). En esos
tres artículos, especialmente en el relativo al crecimiento de las mamas, Erickson hace
uso de un sofisticado tratamiento que implica el uso de sugestiones hipnóticas indirectas
e individualizadas a cada paciente.
Ese volumen de los Collected Papers también incluye artículos de Erickson, y de
Erickson y Cooper acerca de la investigación del fenómeno hipnótico de la distorsión de
tiempo, y describe una sofisticada metodología para el entrenamiento en expansión y
contracción del tiempo. Erickson usó este fenómeno en hipnoterapia, de modo que
algunos de sus pacientes pudieran vivenciar un largo período de tiempo de sus vidas en
pocos minutos de sesión.

Investigación de procesos psicodinámicos

Estas investigaciones han sido reunidas por Rossi en el Volumen 3 de los Collected
Papers. Estos artículos están clasificados en las siguientes temáticas: Amnesia,
Literalidad del sujeto hipnótico, Regresión de Edad, Escritura y dibujo automático,
Mecanismos mentales, Personalidad doble y Neurosis experimental.
Para el estudio de la amnesia hipnótica, Erickson aplica nuevamente su
observación como psicólogo y desarrolla métodos para la construcción de amnesia
basados en los mecanismos usuales del olvido en la vida cotidiana. Nuevamente se
aparta aquí de los métodos tradicionales y directos que le sugieren/imponen al sujeto el
olvido de lo vivenciado en la experiencia hipnótica.
Sus estudios acerca de la literalidad del sujeto hipnótico reportan sus
investigaciones (no controladas) con más de 1800 sujetos hipnotizados y 3000 no
hipnotizados. Según Erickson los sujetos en trance hipnótico tienden a ser más literales
que los sujetos en estado de vigilia. Esta afirmación de Erickson, sin embargo, no ha sido
comprobada en estudios controlados (Matthews, Conti y Starr, 1998).
En sus artículos sobre regresión de edad, Erickson describe su peculiar modo de
obtener un fenómeno hipnótico (regresión de edad, en este caso) a través de la
evocación cuidadosa de procesos psicológicos de asociaciones relevantes en el sujeto
(Rossi, “Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 102). En publicaciones posteriores
(Gilligan, 1987) se describe un método para la regresión de edad, el cual es un método
de confusión, donde se confunden los “marcadores temporales” (día, mes, año) y los
tiempos verbales.
Un método muy distinto de aquellos directos para la regresión de edad que hacen
uso de órdenes directas para regresar al pasado o métodos de imaginería (“la máquina
del tiempo”, por ejemplo [Yapko, 1990]). ¿Cómo puede saber el hipnotista que el material
obtenido en esa inducción hipnótica directa corresponde a vivencias de experiencias
vividas por el sujeto o son una fabricación para responder a las expectativas del
investigador/terapeuta? (Orne, 1986; Relinger, 1986; Yapko, 1994).
En la sección “Mecanismos Mentales” se describen las investigaciones de Erickson
para la producción experimental de los mecanismos de defensa descritos por el
psicoanálisis. Aunque Erickson nunca compartió el punto de vista psicoanalítico, en esas
investigaciones demostró que podían implantarse “complejos” en los sujetos (Rossi,
“Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 188); y por extensión, entonces, ¿estaba
buscando los modos de modificarlos?
En el artículo “Unconscious mental activity in hypnosis” [“Actividad mental
inconsciente en hipnosis”] (1944), Erickson demuestra cómo el hipnoteraputa puede
facilitar que el propio inconsciente del paciente resuelva por si mismo el problema
presentado. Según Rossi, ésta es una de las innovaciones terapéuticas más importantes
de Erickson.
En la sección “Neurosis experimental” se destaca por su acercamiento terapéutico
innovador el artículo “A study of an experimental neurosis hypnotically induced in a case
of ejaculatio praecox” [“Un estudio de una neurosis inducida a través de hipnosis en un
caso de eyaculación precoz”] (1935). En dicho artículo Erickson describe un método de
tratamiento que utiliza los propios impulsos neuróticos del sujeto para construir
comportamientos compulsivos que lo llevan a la resolución del problema.

Capítulo 3. De la hipnosis a la hipnoterapia: El salto


epistémico
En la época en que Erickson comenzó a trabajar como psiquiatra residente en 1930
(Erickson, 1983), el único método psicoterapéutico aceptado era el psicoanálisis.
En ese tiempo el uso clínico de la hipnosis estaba asociado con los mandatos
directos del hipnotista para el abandono de los síntomas de los pacientes. Ese fue el tipo
de tratamiento con hipnosis que estudió Freud en Nancy con Liebault y Bernheim.
Bernheim había demostrado que el sujeto al salir del trance hipnótico podía recordar
muchos eventos que aseguraba ignorar (Miotto, 1962) y Breuer había observado que la
catarsis obtenida a través de hipnosis con una paciente histérica la había aliviado de sus
síntomas. Sin embargo, dichos tratamientos con hipnosis no daban los resultados
esperados, y Freud abandonó el uso y estudio de la hipnosis para desarrollar su propio
método psicoterapéutico.
Simultáneamente con sus estudios experimentales en hipnosis, Erickson comenzó
a explorar la psicoterapia en un contexto hipnótico; trabajos que realizaba en una forma
casi clandestina, debido a que el establishment desaprobaba ese tipo de prácticas.

La naturaleza del cambio psicológico en la terapia hipnótica según Erickson

Erickson no estaba de acuerdo en que una psicoterapia efectiva es aquella que


sólo busca la remisión de los síntomas y en donde la curación provenga desde afuera.
Según Erickson,

«La inducción y mantención de un trance sirve para proveer un estado psicológico especial en el cual
los pacientes pueden reasociar y reorganizar sus complejidades psicológicas internas y utilizar sus propias
capacidades en una forma acorde con su propia vida experiencial. La hipnosis no cambia a las personas ni
altera su vida experiencial pasada. Sirve para permitir que aprendan más de si mismos y expresarse más
adecuadamente.
Las sugestiones directas están basadas primariamente, quizá en forma involuntaria, en el supuesto
que cualquier cosa que se desarrolle en hipnosis deriva de la sugestión entregada. Esto implica que el
terapeuta tiene el poder milagroso de efectuar cambios terapéuticos en el paciente, y pasa por alto el hecho
que esa terapia es el resultado de la resíntesis del comportamiento del paciente, logrado por el mismo
paciente. Es cierto que las sugestiones directas pueden efectuar una alteración del comportamiento del
paciente y dar como resultado una cura sintomática, al menos en forma temporal. Sin embargo, dicha “cura”
es simplemente una respuesta a la sugestión y no trae consigo esa reasociación y reorganización de ideas,
comprensiones y recuerdos que son tan esenciales para una curación real. Es esta experiencia de
reasociación y reorganización de su propia vida experiencial la que eventualmente termina en una curación,
no la manifestación de comportamiento dispuesto a responder que puede, en el mejor de los casos,
satisfacer solamente al observador.» (Erickson, 1948/1980, p. 38) (Énfasis añadido)

A diferencia de los hipnólogos tradicionales que a través de su fraseo ritual buscan


implantar ciertas ideas en el sujeto hipnotizado, Erickson buscaba la evocación de lo que
denominó aprendizajes experienciales. Con este concepto se refería a la «riqueza de
conocimiento que existe en su cuerpo, del cual usted está totalmente inconsciente, y que
se manifiesta por si mismo cuando se da la estimulación psicológica o fisiológica
adecuada.» (Erickson, en Rossi y Ryan, 1985, p. 121) (Énfasis en el original) «En hipnosis
uno hace uso de todos los aprendizajes experienciales para dirigir y organizar el
comportamiento del paciente.» (Erickson, en Rossi, Ryan y Sharp, 1983, p. 162)
Erickson ejemplifica este concepto a través de la siguiente disertación de la
naturaleza de la inducción de trance hipnótico:

«¿Qué hace uno en hipnosis para producir un trance? Por cierto que no es tener un ojo de águila o
tener una altura de seis pies, o algo por el estilo. La hipnosis que se desarrolla en cualquier situación es la
hipnosis que se desarrolla dentro del paciente. El paciente realiza su propio desarrollo del trance hipnótico. Lo
realiza al escucharlo a usted, y si usted es lo suficientemente interesante, si usted puede asegurar la
atención de él y asegurar sus cooperación, el paciente limitará y restringirá su comportamiento a usted y lo
que usted le está diciendo; el paciente comprenderá lo que usted le está diciendo; el paciente estará deseoso
de recibir en forma no crítica lo que usted está diciendo –y cuando digo no críticamente estoy hablando en el
sentido científico de la palabra. La mayoría de nosotros no acepta las cosas en forma no crítica. Si yo le
pidiera a uno de ustedes que se sacara su chaqueta, ustedes inmediatamente replicarían “¿Por qué?” Esa
sería una respuesta crítica. Pero si le pidiera a usted como sujeto hipnótica que se sacara su chaqueta, su
pensamiento podría ser: “Ahora hay algo que puedo hacer. Es perfectamente posible. Es adecuado en esta
situación. Pero, ¿es necesario?” Por cierto que el doctor no le pediría al paciente que hiciera algo si eso no
fuera necesario, y por consiguiente el paciente tomaría la decisión después de haber examinado la idea y
haberla examinado en base a sus valores intrínsecos. Entonces decidiría si ejecuta o no lo solicitado.
Al inducir un trance usted le pide al paciente que le dé toda su atención. Usted no quiere que él
cuente los objetos que cuelgan de la pared; usted no quiere que juegue con su mirada y la mueva de un lado
a otro para ver si aun es cambiante. Usted quiere que él le dé toda su atención y que no está advirtiendo
ninguna otra cosa. Y a medida que él le presta atención, está disminuyendo el campo de la consciencia
visual; está disminuyendo el campo de su consciencia auditiva; y está dirigiendo sus pensamientos y sus
sensaciones hacia dentro de él. En este punto usted puede sugerirle al paciente que a medida que mira hacia
el lugar que desee, o mire hacia la distancia, puede relajarse. Usted no está relajando realmente al paciente.
Usted le está solicitando que reviva sus memorias y su comprensión de lo que es la relajación física. Y a
medida que comienza a revivir esas memorias y comprensiones, su cuerpo comienza a relajarse y a
experimentar la relajación, y encuentra los mismos aprendizajes experienciales de cuando se ha relajado en
el pasado. A medida que se relaja más y más, usted puede sugerir sus piernas y sus brazos pueden sentirse
más pesados, cansados y cómodos. ¿Qué está haciendo usted? Simplemente pidiéndole al paciente que
revise sus memorias y sus comprensiones de pesadez, de cansancio, de comodidad; y a medida que él dirige
su atención más y más hacia su interior, usted está disponiendo la base para que él extraiga cualquier
aprendizaje experiencial que ha tenido en su vida.» (Erickson, en Rossi, Ryan y Sharp, 1983, p.163-164)

Con este modo de trabajo Erickson está consiguiendo a lo menos tres objetivos: (1)
promover la cooperación del sujeto, al pedirle algo que éste sabe hacer; (2) facilitar la
evocación de comportamientos involuntarios, puesto que el individuo estará produciendo
respuestas que están más allá de su control volitivo; (3) dependiendo del objetivo
terapéutico del uso de la experiencia de trance, puede preparar (sembrar) (Zeig, 1992b)
el terreno para el trabajo terapéutico.
En los últimos años de trabajo de Erickson, acostumbraba a “inducir” el trance
hipnótico a través de “aprendizajes tempranos” (Erickson, Rossi y Rossi, 1976) y luego
relatar metáforas terapéuticas (Zeig, 1985).
Típicamente ese método de inducción de trance era el siguiente:
Mira hacia la esquina superior de ese cuadro.
La esquina superior de ese cuadro.
Ahora te hablaré.
(Pausa)
Cuando fuiste por primera vez al kindergarten, a la
escuela primaria,
ese asunto de aprender letras y números parecía
ser una tarea insuperable.
Reconocer la letra A
distinguir una Q de una O era muy difícil.
Y también después la manuscrita de la imprenta
eran muy distintas.
Pero aprendiste a formar una imagen mental de algún tipo.
No lo sabías en esa época, pero fue una imagen mental permanente.
Y después en la gramática escolar formaste otras
imágenes mentales
de palabras o dibujos de frases.
Desarrollaste más y más imágenes mentales, sin saber
que estabas desarrollando imágenes mentales.
Y puedes recordar todas aquellas imágenes.
(Pausa)
Ahora puedes ir donde desees, y transportarte a
Cualquier situación.
Puedes sentir el agua,
puedes querer nadar en ella.
(Pausa)
Puedes hacer lo que quieras.
Incluso no tienes que escuchar mi voz
Porque tu inconsciente la escuchará.
Tu inconsciente puede intentar todo lo que desee.
Pues tu mente consciente no estará haciendo nada de importancia.
Advertirás que tu mente consciente está interesada
en algo, ya que mantiene agitándose tus párpados.
Pues alteraste tu frecuencia respiratoria.
Has alterado el pulso.
Has alterado tu presión sanguínea.
Y sin saberlo, estás demostrando la inmovilidad
que puede demostrar un sujeto hipnótico.
No hay nada realmente importante,
excepto la actividad de tu mente inconsciente.
Y eso puede ser todo lo que tu mente inconsciente
desea.
Ahora existe la comodidad física,
pues incluso no necesitas prestar atención
a tu relajación y comodidad.
Y puedes decirle a tu mente inconsciente
que eres una sujeto hipnótica excelente,
y cualquier cosa que necesites o desee
tu mente inconsciente te permitirá usarla.
Y puedes tomar tiempo tu propio tiempo
dejándote entrar en trance
ayudándote a comprender algo razonable.
[...]
(Erickson, Rossi y Rossi, 1976, p. 5-14)

Analicemos la racionalidad es este método (Pacheco, 1998a):


1) Induce un trance en una forma muy casual, inocua.
2) Evoca indirectamente la regresión de edad al hacer mención de aprendizajes
tempranos –innegables– en la vida de las personas.
3) Crea una disposición a responder en el oyente hacia el aprendizaje; es en la
época escolar temprana donde las personas estamos más dispuestas a
escuchar y aprender de un maestro (el terapeuta en este caso; aprender a
resolver o enfrentar los problemas).

Las metáforas terapéuticas son un recurso terapéutico en el cual se entrega un


mensaje en forma indirecta, que se supone puede activar la búsqueda interna de
significado en el oyente.
Ya sea que las metáforas se relaten o no en un estado de trance terapéutico, «[...]
la propia actividad mental del cliente crea una comprensión singular del material
entregado, y al hacerlo inicia un proceso de cambio al alterar las percepciones. Ninguno
de los pensamientos y comprensiones originales es abatido. Por el contrario, se obtienen
nuevas asociaciones, nuevos significados y comprensiones, enriqueciendo al cliente en
lugar de empobrecerlo.» (Lankton y Lankton, 1983, p. 80) Es decir, puede facilitarse ese
proceso de reorganización interna que está a la base del cambio terapéutico.

¿Para qué usar hipnosis en psicoterapia?

Erickson era reconocido a fines de la década de los años 1940 como el “maestro”
de la hipnosis. Sin embargo, si la hipnosis no es terapéutica en si misma, ¿para que
gastar tiempo valioso de la entrevista con el paciente para enseñarle a entrar en trance
hipnótico? Erickson entendía que «el trance terapéutico es un período durante el cual las
limitaciones del marco de referencia habitual y las creencias de uno están temporalmente
alteradas, de modo que se puede ser receptivo a otras pautas de asociación y modos de
funcionamiento mental que conduzcan a la resolución de problemas.» (Erickson y Rossi,
1979, p. 3)
Según Erickson (Erickson y Rossi, 1979), las personas presentan problemas
psicológicos debido a que están rígidamente pautados en una visión de mundo y de
soluciones limitante, de modo que no pueden hacer uso de sus recursos para resolver
esos problemas. «Si el ego de un paciente fuera capaz de resolver el problema, el
paciente no requeriría un terapeuta.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97) «Los problemas
psicológicos se desarrollan cuando las personas no permiten que las circunstancias
naturalmente cambiantes de la vida interrumpan sus antiguas pautas de asociación y
experiencia, de modo que puedan surgir nuevas actitudes.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 7)
Por lo tanto, el uso de la hipnosis en terapia tendría como objetivo la debilitación
de esos esquemas mentales rígidos. «[En la resolución de síntomas, Erickson] rara vez
daba sugestiones directas, porque muy a menudo ellas tientan al ego del paciente (el
consciente del paciente, las habilidades voluntarias) a hacer algo: el ego usualmente
hace un esfuerzo consciente para llevar a cabo las sugestiones. En hipnosis, sin embargo,
Erickson prefiere los sistemas de respuesta autónoma para llevar a cabo las sugestiones,
los cuales burlan al consciente del paciente, a la intencionalidad voluntaria. […] El
terapeuta es necesario para facilitar la emergencia de los potenciales y sistemas de
respuestas sin explotar que el propio ego del paciente no ha sido capaz de utilizar en una
forma voluntaria e intencional.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97)
Otro objetivo del uso de la experiencia hipnótica en terapia, es que una persona
que está en trance hipnótico, con sus esquemas mentales habituales momentáneamente
suspendidos, está más dispuesta a colaborar con las ideas o sugerencias que el terapeuta
le provea. Esto, debido a una tendencia natural a recuperar el equilibrio perdido (Yapko,
1990).

Individualización de la psicoterapia

La experiencia obtenida por Erickson en sus numerosos experimentos acerca de la


inducción de trance hipnótico y la aplicación del principio de utilización en esos
acercamientos, lo llevó a concebir la psicoterapia como un proceso individualizado (ya
sea que haga uso o no de hipnosis). La individualización de la terapia permite alcanzar
dos objetivos:
(1) Permite el desarrollo de una alianza terapéutica que promueve la cooperación
del cliente. Erickson y Carl Rogers, han sido reconocidos como los maestros de la empatía
terapéutica en la historia de la psicoterapia moderna (Gunnison, 1987). Erickson disponía
de muchos medios para favorecer la alianza terapéutica (algunos de ellos aprendidos en
sus experimentos de inducción de trance): se interesaba por los problemas actuales que
llevaban al paciente a consultar; validaba el motivo de consulta de los clientes; usaba el
lenguaje de ellos; intentaba mirar la realidad desde la propia visión de mundo de los
pacientes. Además, desde la primera sesión creía realmente en que podría ayudar al
paciente y creaba expectativas para el cambio terapéutico.
(2) Una terapia individualizada, en la cual los procedimientos terapéuticos se
construyan de acuerdo a las necesidades del cliente y el terapeuta use un lenguaje que
tenga sentido para aquel, necesariamente conseguirá involucrar experiencialmente al
cliente en el proceso terapéutico. Es decir, la terapia estará construida desde y para ese
cliente y no en base a las ideas del terapeuta acerca de cómo deben ser y comportarse
las personas.
Sin embargo, para realizar ese tipo de terapia se necesita de un terapeuta flexible,
que adapte su propio comportamiento al del cliente, y no a la inversa como ocurre en
muchas corrientes psicoterapéuticas.
A diferencia de Freud y muchos otros destacados terapeutas que crearon
“escuelas” de psicoterapia, Erickson se negó hasta el final de sus días a considerar a sus
métodos inusuales de psicoterapia como una corriente terapéutica. Escribió respecto a
“Las preconcepciones limitantes de la mayoría de las ‘escuelas’ de psicoterapia” en los
siguientes términos:

«En el desarrollo de la psicoterapia como un campo de los esfuerzos médicos ha habido una extensa
elaboración de la teoría y una asombrosa rigidez de procedimientos. Esto es particularmente el caso de
muchas escuelas divergentes de orientación psicoanalítica. Este indebido énfasis en una extensa
superestructura teórica como requisito para toda psicoterapia, junto a una rigidez del acercamiento
terapéutico hacia todos los pacientes, surge de tres supuestos generales. El primero es que la psicoterapia
basada en el comportamiento observable y relacionada primariamente con las exigencias de las situaciones
vitales inmediatas y futuras del paciente debe ser necesariamente inadecuada, superficial y sin validez –al
ser comparada con una terapia que reestructura las comprensiones del paciente hacia su pasado remoto.
El segundo supuesto es que el mismo acercamiento rígido y estereotipado a la terapia (las rutinas del
“análisis clásico”, la terapia “no directiva”, etc.) es aplicable a todos los pacientes, todas las veces y en todas
las situaciones. Este supuesto descuida la significación inmediata de (a) la individualidad de las experiencias
vitales, reacciones y aprendizajes; (b) el contexto del problema en relación con la situación vital real; y (c) el
carácter de la sintomatología manifiesta, ya sea básicamente psicológica, fisiológica, somática, o una variada
combinación de ellas tres.
El tercer supuesto es que la psicoterapia efectiva ocurre a través de la interpretación y la explicación
al paciente, ya sea en forma directa o indirecta, respecto al significado interno de su vida experiencial
formulada en términos de especulaciones postuladas por una escuela particular de psicoterapia. Para ilustrar
este supuesto, considérese lo siguiente: Un infante hambriento que succiona ávidamente el pecho de su
madre, no es considerado simplemente como un infante que satisface un hambre fisiológica. Por el contrario,
la succión es interpretada como una reacción agresiva en un estado de resentimiento a la experiencia de
hambre fisiológica y en un esfuerzo por incorporar a su madre como una defensa contra un mundo
amenazante. De este modo, a un proceso de la vida física, universal en todos los mamíferos, se le da una
interpretación muy específica, que implica un complicado proceso mental en un infante recién nacido.
Que muchas escuelas de psicoterapia estén basadas en formulaciones del comportamiento humano
divergentes, a menudo opuestas y contradictorias –y, sin embargo, alcancen esencialmente los mismos
resultados terapéuticos– no disminuye la dependencia de esos supuestos generales. Ni ha llevado a los
proponentes de esas diversas escuelas a re-examinar los principios de sus enseñanzas. La excesiva
elaboración de esas interpretaciones teóricas del comportamiento humano, junto al carácter rutinario de los
procedimientos terapéuticos, ha hecho a la terapia una empresa prolongada y cara que no está al alcance de
una vasta mayoría de pacientes. Así, el ideal de una psicoterapia alcanzable y fácilmente aplicable ha sido
derrotada. En su lugar, las diversas escuelas de psicoterapia, particularmente aquellas de orientación
analítica, han elaborado sus propias filosofías separadas y diferentes a las cuales los clientes deben
adaptarse incluso cuando no estén interesados en ellas.» (Erickson, 1980d, p. xv-xvi)

Este énfasis en el diseño de tratamientos individualizados y la posición ateórica de


Erickson ha dificultado el estudio de su enfoque. Fue un investigador clínico que
publicaba los resultados de sus investigaciones, pero que no se interesó en sistematizar
sus hallazgos y sus ideas. Dejó a otros esa tarea. Por lo tanto, cuando se habla de un
“enfoque ericksoniano”, en realidad habría que decir más correctamente, “la visión de
Haley de la terapia de Erickson”, “la visión de Rossi de la hipnoterapia de Erickson”, “la
visión de Bandler y Grinder de la hipnosis de Erickson”, “la visión de Zeig de la
hipnoterapia de Erickson”, “la visión de Watzlawick de la terapia de Erickson”, “la visión
de los esposos Lankton de la hipnoterapia de Erickson”, “la visión de O’Hanlon de la
terapia de Erickson”, etc. Cada uno de esos autores (en su mayoría discípulos de
Erickson) ha colocado el énfasis en aquellos aspectos del legado de Erickson que más se
aviene con su entendimiento de la psicoterapia.

La resistencia al trance y a la psicoterapia

Los experimentos de Erickson acerca de la inducción del trance hipnótico lo


convencieron que la denominada “resistencia a la hipnosis” descrita en la literatura
clásica del hipnotismo, era una respuesta lógica de los sujetos a la concepción de
dominancia-sumisión en esa tradición. «Podemos ver que la resistencia no es realmente
una resistencia, sino que es una reacción perfectamente razonable contra [esa
concepción]. Creemos que la resistencia tiene algunas bases razonables dentro del propio
marco de referencia del cliente. ¡La resistencia es usualmente una expresión de la
individualidad del paciente!» (Erickson y Rossi, 1979, p. 67-68) (Énfasis en el original)
Erickson afirmaba que «la tarea del terapeuta es comprender, aceptar y utilizar esa
individualidad para ayudar a los pacientes a burlar sus limitaciones aprendidas para
alcanzar sus propias metas […] Cualquiera sea el comportamiento ofrecido por el sujeto,
debiera ser aceptado y utilizado para desarrollar más comportamiento dispuesto a
responder. Cualquier intento por “corregir” o alterar el comportamiento del sujeto, o
forzarlo a hacer cosas en las cuales no está interesado, milita contra la inducción de
trance y ciertamente contra la experiencia de trance profundo […] El reconocimiento y
concesión a las necesidades del sujeto y la utilización de su comportamiento no
constituye, como lo han declarado algunos autores, una “técnica no ortodoxa” basada en
la “intuición clínica”; por el contrario, un acercamiento de ese tipo constituye un simple
reconocimiento de las condiciones existentes, basado en el total respeto por el sujeto
como una personalidad única» (Erickson y Rossi, 1979, p. 68-69).
Cuando se utiliza la “resistencia” del paciente, aceptándola e incluso alentándola,
ésta deja de ser “resistencia” y se convierte en cooperación; y se puede construir sobre
ella (Yapko, 1990).
En el volumen de Haley (1980a), Terapia no convencional, se describen numerosos
casos clínicos en los cuales se muestra la utilización que hacía Erickson de la
“resistencia.”

Hipnoterapia breve

En el año 1954, Erickson publicó un artículo, “Técnicas especiales de hipnoterapia


breve”, que marca un hito y una nueva dirección en el entendimiento del uso clínico de la
hipnosis.
Erickson introduce el artículo del siguiente modo:

«El desarrollo de los síntomas neuróticos constituye un comportamiento de carácter defensivo,


protector. Debido a que es un proceso inconsciente, y excluido de este modo de los entendimientos
conscientes, es ciego en su naturaleza y no sirve a los propósitos útiles de la personalidad. Tiende a ser un
impedimento e incapacitar en sus efectos. La terapia de ese comportamiento retorcido presupone
ordinariamente que debe haber una corrección de las causas subyacentes. Si embargo, esa corrección, a su
vez, presupone no solamente una voluntad fundamental de parte del paciente para adecuar la terapia, sino
que también una oportunidad real y una situación que conduzca al tratamiento. En ausencia de uno o ambos
requisitos, las metas terapéuticas y los métodos deben ser re-ordenados para acoger tan adecuadamente
como sea posible la realidad de la situación total.
En el intento de esa terapia modificada, el problema surge de lo que realmente puede hacerse con la
sintomatología neurótica donde la realidad del paciente y su situación vital constituyen una barrera para un
tratamiento global. Los esfuerzos para la remoción de los síntomas a través de hipnosis, persuasión, re-
condicionamiento, etc., usualmente son inútiles. Casi invariablemente hay un retorno a la sintomatología, ya
sea la misma u otra, con una resistencia aumentada a la terapia.
Igualmente inútil, bajo esas circunstancias limitantes, es cualquier esfuerzo por centrar el tratamiento
alrededor de conceptos idealistas de la comprensión, o, como ocurre infortunadamente muy a menudo en
estos casos, alrededor de la concepción de lo que es necesario, apropiado y deseable. En lugar de esto, es
imperativo que se dé reconocimiento al hecho que la terapia global es inaceptable para algunos pacientes.
Su pauta total de ajuste está basada en la continuación de ciertas inadaptaciones, las cuales derivan de
debilidades reales. Por lo tanto, cualquier corrección de esas inadaptaciones sería no deseable si es que no
imposible. En forma similar, la realidad del tiempo y la restricciones de la situación pueden hacer imposible
una terapia global y, por lo tanto, frustrante, inaceptable y realmente intolerable para el paciente.
Por consiguiente, una meta terapéutica apropiada es aquella de ayudar a los pacientes a funcionar
tan adecuada y constructivamente como sea posible bajo esos impedimentos, internos y externos, que
constituyen parte de su situación vital y necesidades.
Consecuentemente, la tarea terapéutica se convierte en el problema de utilizar la sintomatología
neurótica para acoger las necesidades singulares de cada paciente. Dicha utilización debe satisfacer el deseo
compulsivo para los impedimentos neuróticos, las limitaciones impuestas a la terapia por las fuerzas
externas, y, por sobre todo, suministrar adecuadamente ajustes constructivos, ayudados, más que
incapacitados, por la continuación del neuroticismo.» (Erickson, 1954a/1980d, p. 149-150) (Énfasis añadido)

En ese artículo describe cuatro innovadores acercamientos terapéuticos para tratar


síntomas neuróticos, todos bajo el sello de la utilización terapéutica: sustitución de
síntomas, transformación de síntomas, disminución de síntomas, y respuesta emocional
correctiva.
Uno de esos casos está descrito en Haley (1980a, p. 78-81), el cual analizaremos
brevemente, y el lector podrá percatarse de la agudeza de la intervención de Erickson
(las intervenciones terapéuticas se destacan con itálicas y negritas):

«Descripción: Un joven seleccionado para ingresar al Ejército presentaba enuresis desde la


pubertad. Nunca había pasado la noche fuera de casa, ni siquiera en casa de parientes. Todos los
tratamientos intentados habían fracasado
Intervención: Inducción de trance profundo, sugestión respecto a que los orígenes de su
enuresis eran psicológicos, y que podría superarla si seguía las instrucciones al pie de la letra. Sugerencias
posthipnóticas: Instrucción de alojarse en un hotel, encerrándose en la habitación durante tres noches y
sus días. Al entrar a la habitación le asaltaría el temor que la mucama viera la cama mojada. Pero le asaltaría
una idea, sorprendente y amarga, que después de toda esa meditación angustiosa, la mucama encontraría la
cama seca y no mojada como él lo planeara. Que su vergüenza por la mañana sería enorme; que trataría de
huir de la habitación pero no podría; que en la tarde lo asaltarían las mismas preocupaciones, para encontrar
el mismo resultado en la mañana; y lo mismo sucedería la tercera noche. Al abandonar al hotel le dominaría
un pensamiento obsesivo respecto a qué parientes visitar primero, que se quedaría varios días en la casa de
esos parientes, para preocuparse a cuáles visitar después. (Creación de un pseudo problema neurótico
[las preocupaciones le impedirían pensara en sus angustias respecto a la enuresis]; inversión de la pauta).
Luego le dio una sugestión posthipnótica de una amnesia total del contenido de la sesión.» (Pacheco,
2000a, p. 4)

Otro de los casos descritos en ese artículo está resumido en O’Hanlon (1989, p.
48):

«En uno de los casos de Erickson, un muchacho retardado de 17 años, poco tiempo antes internado
en un escuela, desarrollo un síntoma que consistía en agitar rápidamente el brazo derecho delante de si, a
una velocidad de 135 veces por minuto. (Erickson había tomado el tiempo.) Erickson consiguió que el
muchacho aumentara esa velocidad a 145 veces por minuto. Durante cierto lapso, y bajo la supervisión de
Erickson, de nuevo se redujo la velocidad a 135; después se aumentó a 145, y a continuación fue reducida e
incrementada, alternando un aumento de 5 veces por minuto y una reducción de 10 veces por minuto, hasta
que el movimiento quedó eliminado.»

Hipnosis naturalista: Trance “común de cada día” o hipnosis no formal

Cuando Ernest Rossi (editor de la obra de Erickson y coautor de libros y artículos)


estudió con Erickson, encontró una marcada diferencia entre la duración de la sesión
terapéutica de Erickson y la que él y, en general, realizaban todos los psicoterapeutas. Las
sesiones de Erickson duraban 90 o más minutos, en lugar de la típica sesión de 50 minutos.
Rossi observó, además, que Erickson facilitaba el trance en sus pacientes a través del relato
de anécdotas e historias que parecían ociosas, irrelevantes o aburridas. Aunque Rossi
conocía los artículos en donde aparecía un Erickson ingenioso en la manipulación de las
personas, casi nunca lo vio inducir trance formalmente. (Rossi, 1990)
Además, Rossi no sabía cómo era que los pacientes entraban en trance, pues
Erickson no usaba rituales para obtener el trance; a veces los pacientes entraban en trance
al principio de la sesión, otras veces en la mitad o antes que finalizara ésta. Con Erickson,
«decidir el momento exacto para la inducción hipnótica era siempre un asunto de
“observación” y “juicio clínico”» (Rossi, 1990, p.11).
Rossi comenzó a percatarse que Erickson esperaba que los pacientes presentaran
ciertas características conductuales (las "señales mínimas") que indicaban que estaban
experimentando un «período natural de quietud y expectación en donde la receptividad de
los pacientes era óptima para experimentar trance» (Rossi, 1990, p.11).
A esos períodos de quietud comenzaron a denominarlos el "trance común de cada
día", ya que parecían ser una característica de la vida diaria (Erickson, Rossi y Rossi, 1976),
y esas señales mínimas eran muy similares a las que mostraban los sujetos en trance.
Algunos de esos patrones conductuales o señales mínimas de trance común de cada
día incluyen (Rossi y Nimmons, 1991, p. 5):
 Rasgos faciales relajados, calma.
 Mirada hacia el vacío, no focalizada.
 Bostezo o inspiración profunda.
 Reflejos disminuidos.
 Necesidad de estirarse.
 Necesidad de usar el baño, etc.

En la sesión terapéutica, Erickson estaba observando al paciente con una atención


cuidadosa y muy enfocada: controlaba la frecuencia cardiaca del paciente (a través de la
observación de las pulsaciones en el rostro, cuello, piernas o manos). La velocidad de los
reflejos (pestañeo, deglución, respiración) y el grado de movimientos de todo el cuerpo
(Rossi, 1982). Erickson esperaba que el paciente presentara señales de trance común de
cada día y lo profundizaba en un trance hipnoterapéutico a través de sugestiones
indirectas.
Rossi (1982) manifiesta que Erickson daba las sugestiones importantes cuando intuía
que el paciente había alcanzado un estado de respuesta de disposición a atender, un
estado de extrema atención en respuesta a los matices de la comunicación presentada por
el terapeuta.
Esta respuesta de disposición a atender es una forma de comportamiento social, en
el cual el oyente manifiesta una atención muy estrecha hacia su interlocutor, y que se
caracteriza por (Rossi, 1982):
 Contacto visual focalizado.
 Lenguaje corporal abierto y receptivo.
 Actitud de interés y expectación.
 Quietud del cuerpo, excepto para las respuestas de aprobación estereotipadas ocasionales (por
ejemplo, asentimiento con la cabeza), y
 Un consentimiento en la aceptación de sugestiones.

Rossi (1990a) relata que comenzó a formarse una impresión muy diferente de
Erickson a medida que trabajaban juntos. Mientras que la mayoría de los psiquiatras lo
consideraban como un "genio de la manipulación y la sugestión", Rossi comenzó a
considerarlo como un "genio de la observación".
Se percató que la efectividad de los acercamientos innovadores de Erickson no
dependía del "poder de sugestión", sino que de su habilidad para reconocer y utilizar las
experiencias vitales de sus pacientes con esos momentos cuando estaban más dispuestos a
responder, en el trance común de cada día.
Sin embargo, Erickson no siempre esperaba que los pacientes mostraran el “trance
común de cada día” para sus intervenciones; sino que lo facilitaba usando los mismos
métodos que había experimentado en la inducción de trance formal; ¡sólo que ahora no
buscaba que sus pacientes cerraran los ojos y parecieran dormir como cuando están en
trance hipnótico!
Este es aun aspecto mal entendido de los procedimientos terapéuticos de Erickson
que trataremos de explicar en detalle.
Como dijimos más arriba, la inducción de trance busca fijar la atención del cliente,
para conseguir una debilitación de los esquemas conscientes y mayor disposición a
responder. Cualquier método que logre fijar la atención del sujeto, ya sea en una realidad
externa (un objeto, una conversación interesante) o en una realidad interna (relajación a
través de imaginería, enfocarse en sensaciones corporales), lo predispone a mostrar esa
respuesta de atención (y tendencia a la cooperación). Erickson conseguía el mismo
efecto atrayendo la atención de sus clientes hacia una conversación interesante; pero
esa no era cualquier conversación, sino una que tuviera sentido para ellos y que generara
una tendencia a aceptar lo que él relataba (yes set). Esos relatos de Erickson podían
deslizar ideas interesantes a un nivel consciente, o bien iniciar búsquedas inconscientes,
o consistir en una “inducción de trance” en la cual entremedio del relato se van urdiendo
las sugerencias terapéuticas (técnica de entremezclado).
También se auxiliaba de lo que se ha denominado biorraport (O’Hanlon, 1989), es
decir, el terapeuta va “espejando” (imitando sutilmente) comportamientos no verbales
del cliente (pestañeo, ritmo respiratorio). «La sincronización de los ritmos biológicos
parece indicar y realzar el rapport entre personas. Erickson utilizaba deliberadamente
esta asimilación rítmica para facilitar el desarrollo de rapport y para influir en los
pacientes.» (O’Hanlon, 1989, p. 43) (Énfasis añadido)
Sin embargo, Erickson buscaba influenciar la experiencia de sus clientes no sólo
para realizar intervenciones en el consultorio, sino que buscaba que ellos llevaran a cabo
actividades (tareas) entre sesiones. Para ese fin buscaba(/construía) conseguir una
respuesta de atención y de cooperación del cliente, para asegurarse que llevarían (o no
llevarían) a cabo esa tarea.
Esta noción de “hipnosis naturalista” coloca al hipnotismo dentro del marco de la
comunicación interpersonal, y libera al terapeuta de los comportamientos estereotipados
que acompañan al hipnotismo tradicional. Ya no son necesarios sillones especiales donde
“inducir” el trance terapéutico; y cualquier terapeuta que conciba a la terapia como un
proceso de influencia interpersonal para ayudar a sus clientes para romper las pautas
limitantes que los mantienen atrapados en sus problemas, tiene a su alcance diversas
estrategias de comunicación que facilitarán su labor.

Notas:
1
William Kroger, M.D., destacado hipnoterapeuta que tenía una concepción distinta a la que sostenía Erickson en cuanto a
la naturaleza de la hipnosis y los métodos para usarla en forma clínica, le cuenta a Yapko en 1988 (Yapko, 1990) acerca de
sus vicisitudes debido a los prejuicios hacia la hipnosis: «Yo era el único doctor que estaba usando hipnosis en el área de
Chicago. Se reían de mi, fui ridiculizado, vilipendiado y abusado, y hecho caminar siete pasos detrás de todos, como si yo
fuera un leproso. Fui perseguido por la Sociedad Médica del Estado de Illinois debido a una exhibición. Ellos estaban
solamente en contra de la hipnosis, [incluso] en contra de la palabra hipnosis…»

2
Erickson ejemplifica sus afirmaciones a través de la obtención de anestesia hipnótica. «Por ejemplo, la anestesia de la
mano puede ser sugerida directamente, y puede obtenerse una respuesta aparentemente adecuada. Sin embargo, si el
paciente no ha interpretado espontáneamente la orden para incluir un darse cuenta de la necesidad de la reorganización
interna, esa anestesia fallará en los tests clínicos y será una pseudo anestesia.»

3
Aquí Erickson está ejemplificando sus ideas a través de la descripción del método de inducción de trance por fijación de
ojos.

4
Qué diferente es ese acercamiento de Erickson para trabajar con la regresión de edad, al compararlo con este
acercamiento directo ejemplificado por Yapko:
«... y ahora que puede sentirse tan cómodamente relajado... puede permitirse tener la experiencia en su mente...
de llegar a una estación de trenes especial... una estación de trenes distinta a cualquier otra que jamás usted ha
conocido... donde el tren que corre es muy inusual en su habilidad para hacer que usted retroceda en el tiempo... y
usted puede retroceder en el tiempo... para experimentar aquello que no ha pensado en mucho, mucho tiempo... y
puede verse subiendo al tren más interesante... y puede encontrar un asiento que sea cómodo para sentarse... tan
suave, que usted descansa allí... profundamente descansado... y después puede sentir que el tren comienza a
moverse en forma delicada y placentera... puede experimentar el movimiento de retroceder en el tiempo...
lentamente al principio... después rápido... un momento poderoso... y mientras mira a través de la ventanilla... y ve
los sucesos de su vida moviéndose hacia el pasado, ve pasar como postes de teléfono en la vía, los recuerdos de
ayer... después los del día anterior... y del día antes... y del día antes... y todos los días antes... puede ir sin rumbo a
través de su mente mientras viaja más y más en el pasado... cuando después se convierte en ahora... y después el
tren comienza a disminuir la velocidad... y después llega a una parada... y ahora usted puede salir del tren para
encontrarse en aquella situación ahora, puede ver las escenas, escuchar los sonidos, y sentir los sentimientos de
aquel tiempo y lugar... este tiempo y lugar...» (Yapko, 1990, p. 258-259)

5
Los estudios realizados en la década de los años 1990 indican que la alianza terapéutica es un factor esencial en los
resultados de la psicoterapia (Duncan, Miller y Hubble, 1998).
Esos autores indican que las siguientes características del proceso terapéutico favorecen la alianza terapéutica:
intervenciones terapéuticas que respondan a las metas de los clientes, y un tratamiento que se adecúe a la forma en que
el cliente ve la relación terapéutica.
Las características de los terapeutas que son reportadas por los clientes como factores que promueven una adecuada
alianza terapéutica son aquellas antiguas pautas descritas por Rogers como factores esenciales de una terapia: Empatía,
Respeto, Autenticidad del terapeuta y Validación del cliente.

6
Sin embargo, los objetivos de la construcción de un clima empático en el trabajo de Erickson y Rogers cumplen fines
distintos. Erickson era un terapeuta directivo, que buscaba todos los medios posibles para conseguir que el cliente llevara a
cabo sus directivas; mientras que Rogers buscaba un clima de aceptación y comprensión en el cual el cliente pudiera
revisar su vida experiencial en un ambiente exento de juicios y críticas de terceros.

7
Scott D. Miller (2001) refiriéndose al concepto de la “resistencia” afirmaba que la psicoterapia ha tomado prestado a la
Física ese concepto, y lo ha usado en forma errónea. Tradicionalmente se ha visto a la resistencia como un impedimento
intrapsíquico (individual) para cooperar en la terapia; sin embargo la “resistencia” en Física hace alusión a la relación entre
dos fuerzas, o algo que se opone a la acción de una fuerza. Al aplicar correctamente ese concepto en psicoterapia, la
resistencia ya no tendría que estar dentro del cliente, sino que en la interacción de éste con el terapeuta.

8
de Shazer ha escrito lo siguiente respecto a la “resistencia” a la terapia:
«Por cierto, algunos clientes consideran que las ideas sobre cómo cambiar no son adecuadas, pero me resulta difícil rotular
ese modo de pensar como "resistencia"; me parece antes bien un mensaje que el cliente está enviando, en un esfuerzo por
ayudar al terapeuta a que lo ayude. Reiteradamente he hallado gente con deseos desesperados de cambiar y sumamente
cooperativa, que me había sido derivada por otros terapeutas con el rótulo de "cliente resistente". En realidad, la clave que
mis colegas y yo creamos para promover la cooperación es absolutamente simple.
En primer término vinculamos el presente con el futuro (ignorando el pasado), luego felicitamos al cliente por lo que ya ha
hecho de útil o bueno (o ambas cosas) para él, y a continuación (una vez que él sabe que estamos de su parte), podemos
sugerir algo nuevo que él podría hacer y que es, o por lo menos podría ser, bueno para él.
[...] Es claro que la gente que visita a un terapeuta desea cambiar su situación. Pero sea lo que fuere que hayan hecho
para lograr el cambio, no obtuvieron resultados. Han ido encerrándose en su propio camino, tal vez accidentalmente
empeoraron, y han desarrollado pautas de conducta habitual poco afortunadas. En vista de esto, la idea que van a
resistirse al cambio está por lo menos desorientada. De hecho, con este tipo de idea en su mente, el terapeuta puede
realmente generar "resistencia" o no cooperación, cuando no directamente un conflicto. Es decir que las concepciones del
terapeuta son capaces de producir profecías de autocumplimiento, con un desenlace infortunado.» (de Shazer, 1991, p. 32-
34)

9
Y que luego trasladaría al tratamiento sin el uso de hipnosis formal.

10
Otra de las formas de sugestión indirecta de Erickson.

11
Véase Haley (1980a), p. 272-277

Capítulo 4. Rasgos distintivos de la psicoterapia de Erickson

En el capítulo anterior hemos revisado brevemente cómo Erickson se apartó de los


conceptos del hipnotismo clásico y de su aplicación en clínica, para crear un nuevo modo
de entender a la hipnoterapia, y crear una nueva psicoterapia. En este capítulo
analizaremos algunas de las características relevantes de su concepción de la
psicoterapia que se reflejan ampliamente en su trabajo.
A diferencia de otros textos que han colocado el énfasis en la descripción de
técnicas, trataremos de entregar una visión amplia e integradora de las pautas
terapéuticas principales de Erickson. El énfasis en las técnicas por sobre los principios
unificadores en el trabajo de un terapeuta tan versátil, sólo puede llevar a lo que
escribieron Wittezaele y García (1994): «Los métodos de Erickson dejan perplejo. A
menudo uno se pregunta adónde quiere llegar; la intervención parece pertinente, pero
podemos preguntarnos cómo se las ha arreglado para que los pacientes acepten seguir al
pie de la letra unas instrucciones tan raras. Tendemos a ver en ello una cierta magia,
mezcla de genio loco y de los poderes embrujadores de la hipnosis.» (p. 215)
Los trabajos acerca de Erickson llevados a cabo entre los años 1970 y 1980
colocaron el énfasis en la “hipnosis ericksoniana”, y pasaron por alto al hecho que
Erickson fue abandonando progresivamente el uso de la hipnosis formal para realizar una
terapia “conversacional” a la base de la cual estaban las mismas pautas que había
utilizado para sus inducciones de trance y trabajo clínico en hipnoterapia. Además, no
analizaron dichas pautas “hipnóticas” desde una perspectiva estratégica, marco que
permite una mayor comprensión e integración del trabajo de Erickson.
Al respecto, de Shazer (1991) escribió:

«[...] La terapia breve puede verse como un refinamiento y desarrollo de los principios de Erickson
para la resolución de problemas clínicos. Estos métodos naturalistas, indirectos, son útiles con o sin la
mediación de trances formales. Pues con frecuencia el observador ingenuo no tiene modo alguno de precisar
sus observaciones al punto de poder decir "aquí se inicia la inducción de trance" o "ahora empieza el trance".
Muchísimas veces las ideas sobre el "trance" y la "hipnosis" fascinan al observador y lo llevan a equivocarse.
Gran parte de las descripciones del trabajo de Erickson examina con excesivo detallismo estas herramientas,
de modo que la consideración atenta de la corteza del árbol le hace perder de vista los principios implícitos
en la totalidad del bosque. El interés por las técnicas hipnóticas de Erickson oscurece su empleo de la
hipnosis. La hipnosis se parece más a la novocaína que a la extracción de una muela. La novocaína sola no
desprende la muela, y por otra parte la muela podría extraerse sin utilizar novocaína.» (p. 31)

El pragmatismo de Erickson

En su estilo siempre humorístico, Epston (1994) distingue dos tipos de terapia:

«(1) las terapias de degradación, o terapias “misioneras” y (2) las terapias de revalorización o
terapias “antropológicas”. Las terapias de degradación se centran en la llamada patología. Practicarlas exige
tener alguna idea sobre la perfección humana o familiar o poseer alguna “verdad” filosófica o racionalmente
derivada que indicará cuál es la conducta correcta. […] El paciente debe rendir su identidad ante su mentor
terapéutico de antemano, al aceptar la reputación y el prestigio de éste, y admitir la derrota. […] Las terapias
de revalorización o terapias antropológicas se basan en la tolerancia y el respeto por la diversidad humana. Y
se centran el cambio y en los recursos con los que se cuenta. Estas terapias no parten de la base de que
existe una verdad (en la que el terapeuta es un experto), antes bien tienden sencillamente a llamar la
atención del paciente sobre cómo son las cosas y alentarlo a mejorar su vida utilizando el sentido común
basado en la experiencia. Resulta curioso que Haley [1980a] haya descrito primero el “buen sentido perfecto”
de Erickson como una “terapia poco común”. ¿Cómo es posible? Las terapias de revalorización son populistas
y suponen la responsabilidad y elecciones personales. Quienes la practican están dispuestos a sufrir la
indignidad de la propia imperfección […] Desde el punto de vista de la teoría y de la doctrina resultante,
quienes practican tales terapias parecen preferir una falta de exclusivismo y sólo aceptan la teoría si
consideran que ésta es algo en constante evolución. Las terapias de revalorización se basan en la
cooperación antes que en la entrega. La relación hipnótica puede considerarse como el prototipo de esta
clase de terapia.» (p. 198-199)

Erickson era un hombre pragmático, más que buscar el conocimiento profundo de


sus pacientes, estaba orientado hacia el cambio. Poseía una visión pragmática de la vida
y de la personalidad de las personas. Para él, las personas podían cambiar mucho a lo
largo de la vida, y por lo tanto la personalidad no es algo inmutable. Independientemente
de cómo sea la personalidad del cliente, siempre hay aspectos alternativos de la
personalidad susceptibles de sacarse a la luz y usarse en beneficio del cliente. (O'Hanlon,
1989)

«Su paciente es una persona hoy, totalmente otra persona mañana, y será otra la próxima semana,
el próximo mes, el próximo año. Dentro de cinco, diez y veinte años será otras personas. Es verdad que
todos tenemos un cierto fondo general, pero somos personas distintas en cada día de nuestras vidas.»
(Erickson, citado por O'Hanlon, 1989, p. 29)

Esta visión de mundo de Erickson queda reflejada en la siguiente viñeta, cuando


Erickson relató la siguiente historia a sus alumnos para responder a uno que manifestó
preocupación por la posibilidad de la muerte de Erickson:
«Creo que es totalmente prematuro. No tengo ninguna intención de morirme. ¡En realidad, sería la
última cosa que haría!
Mi madre llegó a vivir 94 años; mi abuela y mi bisabuela tenía 93 o más años. Mi padre murió a los
97 y medio. Estaba plantando árboles frutales y se preguntaba si viviría lo suficiente para comer algunos de
esos frutos. Y tenía 96 o 97 años cuando estaba plantando árboles frutales.
Los psicoterapeutas tienen una idea errónea acerca de las enfermedades, los impedimentos y la
muerte. Suelen hacer excesivo hincapié en eso de que hay que adaptarse a las enfermedades, los
impedimentos y la muerte. Hay un montón de monsergas rodando por ahí acerca de la ayuda que debe
prestarse a las familias que están de duelo. Yo pienso que ustedes deberían tener presente que desde el día
en que nacen, empiezan a morir. Algunos son más eficientes y no pierden tanto tiempo muriéndose,
mientras que otros esperan mucho tiempo.
Mi padre sufrió un ataque cardíaco a los ochenta. Estaba inconsciente cuando lo llevaron al hospital;
mi hermana estaba con él. El médico le dijo a mi hermana: “No se haga demasiadas ilusiones. Su padre es
un hombre anciano. Trabajó duro toda la vida y tenía una grave, muy grave afección coronaria.”
MI hermana me contó después: ″Solté la carcajada delante del médico y le dije: ‘¡Usted no conoce a
mi padre!’″
El médico estaba presente cuando papá recobró el conocimiento. “¿Qué pasó?”, le preguntó papá.
“No se preocupe señor Erickson”, contestó el médico, “ha tenido un gravísimo ataque a la coronaria, pero en
dos o tres meses estará en casa como nuevo.”
Mi padre se puso furioso: “¡Dos o tres meses! ¡Qué disparate! Usted querrá decir que tendré que
perderme una semana.” A la semana siguiente estaba de vuelta en casa.
Tenía 85 años cuando le dio un ataque cardíaco parecido al anterior. Estaba allí el mismo médico.
Cuando recobró el conocimiento, papá le preguntó: “¿Qué paso?” “Lo mismo de antes”, contestó el médico.
Mi padre lanzó un gruñido y refunfuñó, “¡Otra semana perdida!”
Tuvieron que hacerle una operación urgente de abdomen y le sacaron tres metros de intestino.
Cuando se le fueron los efectos de la anestesia y ya se estaba recuperando, preguntó a la enfermera: “¿Qué
pasó ahora?” Ella le contó. Gruñó y dijo: “Esta vez serán diez días en lugar de una semana.”
El tercer ataque cardíaco lo tuvo a los 89. Recobró el conocimiento y le preguntó al médico: “¿Lo
mismo de antes, doctor?” “Sí”, le contestó el médico. “Bueno”, comentó mi padre, “esto de perder una
semana cada vez se está convirtiendo en una mala costumbre.”
Tuvo el cuarto ataque a los 93. Cuando recobró el conocimiento, dijo: “Honestamente, doctor, pensé
que el cuarto me llevaría al otro mundo. Ya estoy empezando a perderle la fe al quinto.”
A los 97 y medio, él y dos de mis hermanas planearon ir a pasar un fin de semana a la antigua
comunidad de granjeros en que se habían criado. Todos los contemporáneos de mi padre estaban muertos y
algunos de sus hijos también. Planearon a quiénes iban a visitar, en qué motel se iban a hospedar y en qué
restaurante iban a comer. Cuando llegó el momento se dirigieron al automóvil. Al llegar a él, mi padre dijo:
“Oh, olvidé mi sombrero.” Corrió a buscarlo. Mis hermanas aguardaron un tiempo razonable, luego se
miraron fríamente una a la otra y dijeron: “Sucedió.”
Entraron a la casa. Papá estaba tirado en el piso, había muerto de una hemorragia cerebral masiva.
En cierta oportunidad, mi madre, cuando tenía 93 años, se cayó y se quebró la cadera. “Es ridículo
que le suceda esto a una mujer de mi edad”, dijo. “Tengo que recuperarme.” Lo hizo.
Cuando al año siguiente se cayó y se quebró la otra cadera, dijo: “Me costó mucho curarme la
primera vez que se me rompió la cadera. No creo que lo consiga esta vez, pero nadie podrá decir que no lo
he intentado.”
Yo sabía –y todos los demás miembros de la familia también, por la palidez de mi rostro– que esa
segunda fractura de cadera la llevaría a la muerte. Mi madre murió de congestión pulmonar, esa “amiga de
las viejas.” Su frase favorita era: “En toda vida debe llover de vez en cuando, y alguno días ser tristes y
oscuros.” Pertenecía a “El día lluvioso”, el poema de Longfellow.
Papá y mamá gozaron plenamente de la vida, siempre. Yo trato de inculcarles a los pacientes:
“Gocen de la vida, gócenla plenamente.” Y cuanto más humor ponga uno en la vida, mejor se sentirá.
No sé de dónde sacó ese alumno las ideas que estoy por morirme. Voy a postergarlo.» (Rosen, 1986,
p. 149-151) (Énfasis añadido)

Foco en los problemas: Un enfoque no patologizante

Erickson colocaba su atención en los problemas presentes y en los síntomas


obvios, a la vez que evitaba etiquetar a los pacientes como “enfermos”, de acuerdo a las
nociones tradicionales de la psicopatología.
Su trabajo ofrece una nueva forma de mirar a los pacientes y a sus problemas,
muy apartada de la noción tradicional de la patología. No consideraba a los pacientes
como frágiles o vulnerables ante fuerzas misteriosas dentro o alrededor de ellos, sino que
los clientes poseen la capacidad para modificar sus problemas en forma activa, aunque
puedan no estar conscientes de ello. (Fisch, 1982)
Para Erickson, la mayoría de los pacientes poseen los recursos adecuados, las
fortalezas y experiencias para la resolución de sus problemas (Zeig y Munion, 1999); y es
una tarea del terapeuta la identificación de esos recursos y colocarlos a disposición del
cambio. Y el principio básico que posibilita la incorporación de esos recursos a la
psicoterapia es la utilización terapéutica.
El siguiente diálogo entre Erickson (E), Haley (H) y Weakland (W), citado por Zeig y
Munion (1999) ilustra la consideración de Erickson hacia los pacientes como personas
totales, y no como “portadoras” de enfermedades (“etiquetas diagnósticas”):

«H: Bien, obviamente usted no clasifica a los pacientes en la forma que lo hacen otros. Un paciente
toca la puerta, usted lo observa y lo escucha, y no lo clasifica como histérico o compulsivo.
W: Bien, usted podría hacerlo, pero en su sistema operativo de clasificación, ese no es el punto
importante, eso nos parece a nosotros.
H: Usted tiene una forma de clasificar a las personas en términos de lo que ellas necesitan o lo que
ya están haciendo, según puedo percatarme.
E: Es decir, usted reconoce que el paciente que viene [a terapia] puede ser un histérico, o un
compulsivo, o un esquizoide, o un maníaco, o algo así. Es problema no es intentar adaptar la
terapia a esa clasificación particular, pero: ¿qué potencialidades le muestra el paciente o qué
capacidades para hacer esto o aquello? » (Haley, 1985; citado en Zeig y Munion, 1999, p. 32

Esta visión tiene implícito que sólo necesitan ser resueltos los síntomas, sin que
sea necesaria un reconstrucción de la personalidad del cliente; y se promueve la
utilización de todos los aspectos del paciente que están funcionando bien. (Zeig y
Munion, 1999)
O'Hanlon (1989) indica que para muchos enfoques psicoterapéuticos se supone
que los síntomas surgen porque cumplen una función (para el individuo, su sistema
familiar), y que cuando persisten significa que continúan teniéndola, porque de lo
contrario desaparecerían.
Erickson. sostenía un punto de vista diferente respecto a los síntomas. Para él era
posible que los síntomas surgieran porque cumplen funciones, pero después de cierto
tiempo dejan de cumplir esa función y persisten solamente porque las personas quedan
pautadas de esa manera. Cuando Haley le preguntó a Erickson si se "limitaría" a resolver
el síntoma, Erickson le respondió del siguiente modo: «Usted supone que sirve a otros
fines. ¿Nunca ha pensado que la sintomatología puede desgastarse como servidora de
propósitos, y convertirse en una pauta habitual? » (Haley, citado en O'Hanlon, 1989, p.
30)

Orientación temporal en el presente y hacia el futuro

La terapia de Erickson estaba enfocada sobre los problemas actuales del cliente, y
apuntaba al futuro cuando éste estuviera libre de su problema. Este es un giro
revolucionario en la concepción de la terapia, al contrastarla con los enfoques dinámicos
predominantes en la psicoterapia en esa época, cuya orientación estaba hacia el pasado
de los pacientes, donde se suponía que se encontraban las causas del problema actual.
Erickson escribió:

«Una terapia es buscada en primer término, no para esclarecer un pasado inmodificable, sino a
causa de una insatisfacción con el presente y un deseo de mejorar en el futuro. Ni el paciente, ni el terapeuta
pueden saber en qué dirección se ha de verificar un cambio y en qué grado ha de tener lugar este último.
Pero se precisa cambiar la situación actual y una vez establecido el cambio, por pequeño que sea, se precisa
de otros cambios menores y un efecto de bola de nieve de estos cambios menores conduce a otros más
importantes, de acuerdo con las posibilidades del paciente.» ("Prefacio", Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976,
p. 9)
Y en otro lugar afirmó,

«El pasado no puede cambiarse; sólo se cambia la interpretación y el modo que tenemos de verlo, e
incluso esto se modifica con el paso del tiempo. En consecuencia, en el mejor de los casos, los modos de ver
y las interpretaciones del pasado tienen importancia sólo cuando embrutecen a una persona en una rigidez.
La vida se vive en el presente, para el mañana. Por lo tanto, la psicoterapia se orienta de modo apropiado
con respecto a la vida de hoy al preparar el mañana, el mes próximo, el año próximo, el futuro, que en si
mismo impondrá muchos cambios en el funcionamiento de la persona en todos los niveles de su conducta.»
(Citado por O'Hanlon, 1989, p. 24)

Ya que Erickson no estaba interesado en una “arqueología psicológica” en la cual


se buscan en el pasado las causas de los problemas actuales, su interés en los problemas
presentes obliga, entonces, a diseñar una terapia orientada a metas: cuando el problema
esté resuelto. Y la labor del terapeuta tiene relación con el diseño de intervenciones que
movilicen al cliente hacia ese futuro deseado.
Sin embargo, la orientación de Erickson no sólo se centraba en el problema actual,
sino que tomaba en consideración los desafíos futuros que enfrentaría el paciente en su
ciclo de desarrollo vital. Haley (1980a) indica que aunque Erickson no se refirió
directamente a este aspecto, su trabajo tenía implícita la consideración que los síntomas
aparecen cuando el ciclo vital de una familia o de su grupo natural se altera o
interrumpe. «Si bien la estrategia terapéutica de Erickson se centra precisamente en los
síntomas, su objetivo más amplio es la resolución de los problemas de la familia, para
que el ciclo vital de la familia se ponga nuevamente en movimiento.» (Haley, 1980a, p.
34)
Zeig (1985) reporta la siguiente anécdota que refleja este aspecto teleológico
(Zeig, 1987) en el pensamiento de Erickson:

«[Durante una discusión de una de sus inducciones, Erickson me dijo]: Tome esa foto en la que está
mi hija Roxie y yo con Laurel en brazos y la lechuza chillona. (Laurel es la hijita de Roxie, una beba a la que
llaman “Chillido” por su fuerte llanto. La lechuza a la que se refiere es una pequeña talla de madera dura que
él le había regalado a Laurel.) ¿Qué grado de realidad tendrá esto para Laurel cuando yo hace mucho que
haya muerto y ella mire esta foto? La lechuza chillona le agrega a la fotografía un enorme significado; le
confiere un enorme sentido de humanidad, de bondad y de solicitud, por más que es un objeto muy simple.
Es una pequeña lechuza chillona, y ella, comparativamente hablando, era una chica grande. La lechuza
chillona estaba aquí abajo, y ella, allá arriba. (Indica que tenía alzada a la niña en su brazo izquierdo y
sostenía la lechucita de madera en la mano izquierda, debajo de Laurel.) Ahora bien, cuando ella tenga 16
años y mire esta foto, apreciará lo chiquita que era la lechuza y lo grande que era ella en comparación. Esto
confluirá con todos sus sentimientos de agrandamiento, propios de la escuela secundaria, y con los cálidos
recuerdos de cuando era una beba y tenía esa lechucita chillona. Ve usted como, sin advertirlo, se juntan
todos esos recuerdos.» (Zeig, 1985, p. 262)

Zeig reflexiona posteriormente:

«Ahí estaba Erickson planeando una intervención que no haría efecto hasta 16 años después. Eso es,
por cierto, orientación a futuro.
Las semillas sembradas no fructifican de inmediato, sino que ellas necesitan madurar con el tiempo.
Siendo un “niño campesino”, Erickson comprendía la maduración del proceso de la siembra.» (Zeig, 1987, p.
405)

Carol Lankton (1985b) ha denominado “cambio generativo” a las intervenciones


terapéuticas que van más allá del alivio sintomático en el presente, y

«[…] que generan y preparan al cliente para crear y advertir en los sistemas futuros los cambios que
comenzaron antes.
[…] Erickson con frecuencia indicaba a sus clientes que plantaran un árbol, y al hacer esto los
estimulaba simbólicamente para comenzar un proceso de cambio generativo. Plantar un árbol puede parecer
un acto simple, pero de hecho presupone tener un lugar para plantarlo y cuidar de él. La persona que cuida el
árbol en algún grado “hecha raíces” para facilitar y apreciar el árbol que está creciendo. Y además, a medida
que el árbol crece y cambia, lo mismo ocurre con la persona. Es un proceso similar a embarazarse. Ese
“simple” acto coloca en marcha un asombroso orden de cambios que configurarán e influenciarán al menos
tres vidas, cambiando el sistema familiar actual y el sistema futuro. Y ese cambio es tan gradual, lógico y
sutil a través del tiempo, que puede ser cómodamente absorbido por el sistema cambiante (o la mayoría de
los sistemas [familiares]).» (Lankton, 1985b, p. 140)

En el siguiente caso dramático, Erickson recurre a la prescripción de plantar un


árbol para posibilitar la continuación del sentido de la vida en una paciente:

«Un estanciero vino a verme con su mujer y me dijo: “Hace nueve meses que está deprimida y
amenaza con suicidarse. Tiene artritis. No hace mucho que nos casamos. Le atacó fuertemente la artritis y
fue a ver a un cirujano traumatólogo para que la tratase. Yo la he llevado a psiquiatras para que le hicieran
psicoterapia. Todos recomendaron que cuando pasase de la cincuentena se la sometiera a un choque
eléctrico o insulínico.
Quiere dar a luz un bebé, pero el traumatólogo le dijo: “Si usted queda embarazada su artritis
empeorará; yo no se lo aconsejaría, ya que situación es de por si desfavorable.” Fue a un obstetra que le dijo:
“No le recomiendo que quede embaraza. Su situación ya es muy desfavorable y su artritis podría agravarse.
Tal vez sea incapaz de tener la criatura.”
Su esposo vino a verme con ella; yo le pedí a ella que me diese su versión. Me dijo que para ella
quedar embarazada era más importante que seguir viviendo. El marido acotó; “Tengo que cuidar que no
tenga a mano ningún cuchillo filoso.” Porque un suicida se matará por más cuidado que uno ponga… pueden
sobrevenir muchas postergaciones antes de que se produzca el suicidio.
Le dije a la mujer: “Señora, usted dice que estar embarazada es para usted más importante que su
vida. El obstetra no se lo aconseja, el traumatólogo no se lo aconseja. Tampoco sus psiquiatras. Mi consejo es
que se quede embarazada lo antes posible. Si su artritis empeora, puede guardar cama y disfrutar de su
embarazo. Y cuando llegue el momento del parto puede hacerse una cesárea. No hay ninguna ley que se lo
impida, es lo más sensato.”
De modo que la mujer quedó pronto embarazada, y su artritis mejoró, se le pasó la depresión y tuvo
nueve meses de embarazo muy felices. Dio a luz sin inconvenientes y realmente disfrutó con Cynthia, como
había llamado a la beba. Su marido estaba contentísimo.
Desgraciadamente, cuando Cynthia tenía seis meses tuvo el síndrome de la muerte súbita. Unos
meses más tarde, el hombre vino con su esposa y dijo: “Está peor que nunca.” Le pedí a la mujer que me
contara: “Simplemente quiero morir”, dijo ella. “No tengo razón alguna para vivir.” Muy áspera y
meticulosamente le dije: ¿Cómo puede ser tan necia? Durante nueve largos mees tuvo usted la mejor época
de su vida, ¿y ahora quiere matarse y destruir esos recuerdos? Eso no está bien. Disfrutó de Cynthia durante
seis meses encantadores. ¿Va a destruir esos recuerdos? Pienso que eso es criminal. Así que su marido la
llevará a casa y le conseguirá un brote de eucalipto. Usted le indicará dónde tiene que plantarlo. Los
eucaliptos crecen muy rápidamente en Arizona. Quiero le ponga como nombre ‘Cynthia’ y lo observe crecer,
aguardado el día en que pueda sentarse a su sombra.”
Un año más tarde fui a verla; el brote había crecido con suma rapidez. (Yo tenía en mi terreno uno
que sólo tenía seis años y ya había alcanzado los veinte metros de altura.) Ella me dio la bienvenida; ya no
estaba forzada a guardar cama o permanecer sentada en una silla: había tenido una notable mejoría de su
artritis y caminaba por todos lados. Tenía unos canteros que ocupaban más espacio que todo su edificio. Me
llevó a mirarlos y me mostró todos sus diferentes tipos de flores. Me regaló un ramo de guisantes de olor
para que llevara a casa.
A veces los pacientes no pueden pensar por si mismos. Uno puede hacer que empiecen a pensar en
forma realista y buena. Cada flor que ella cultivaba le hacía recordar a Cynthia, igual que el eucalipto que
bauticé con su nombre.» (Zeig, 1985, p. 243-244)

En el año 1954, Erickson publica otro artículo que se transformaría en un hito para
la terapia breve actual: “Pseudo-Orientation in Time as a Hypnotherapeutic Procedure”
(1954b/1980d). En ese artículo Erickson reporta una serie de casos en los cuales usó
hipnosis profunda, regresión de edad, desorientación en el tiempo hacia el futuro,
amnesia y sugestiones posthipnóticas, para que los pacientes se vieran entre tres a cinco
meses después, libres de la queja que los llevó a consultar, y revisaran aquellos
comportamientos que los habían llevado a la “curación.”
Erickson reflexiona respecto a la racionalidad de la estrategia del siguiente modo:

«Quizá la primera discusión de estos procedimientos experimentales debiera referirse a cómo las
fantasías de los éxitos pudieron probarse como una medida terapéutica efectiva. Como todos sabemos, sobre
la base de la experiencia cotidiana, lo fácil que es fantasear y lo lejos que están esos esfuerzos de
convertirse en una realidad. La historia fantaseada es como una obra maestra, hasta que es puesta en un
papel, y la bella pintura, tan fácilmente visualizada en el ojo de la mente, se convierte en una mancha
cuando el pincel es aplicado a la tela. Sin embargo, debe tenerse en mente que esas fantasías son fantasías
conscientes. Ellas representan los logros separados de la realidad, completas en si mismas, expresivas, y
reconocidas por la persona como no más que los deseos ilusorios conscientes.
Las fantasías inconscientes, sin embargo, pertenecen a otra categoría de funcionamiento psicológico.
No son logros completos en si mismos, no están separados de la realidad. Por el contrario, son constructos
psicológicos con diversos grados de formulación, para los cuales el inconsciente está preparado, o está
esperando una oportunidad para hacerlos parte de la realidad. No son simplemente un deseo ilusorio, sino
que una intención real para el momento oportuno. Así, uno puede esforzarse por registrar una historia
fantaseada en un papel, sino que sus méritos pueden derivarse de “los súbitos destellos de inspiración que
vienen a la mente”. O un autor puede esforzarse conscientemente por escribir una novela y encontrar que
sus personajes “no se comportan como él quiere, sino que lo hacen por cuenta propia.”
En estas historias de caso, el énfasis se colocó en las fantasías respecto al futuro, y se hicieron todos
los esfuerzos para mantenerlas inconscientes, a través de sugestiones que prohiben e inhiben. Al hacer esto,
el inconsciente de cada paciente proveyó un rico conjunto de ideas desconocidas para la mente consciente.
Después, en respuesta a las necesidades innatas y deseos de la personalidad total, el consciente pudo
utilizar esas ideas al traducirlas en realidades de la vida cotidiana, como respuestas espontáneas en las
situaciones oportunas.
Puede citarse una ilustración experimental de esto. A un sujeto hipnótico normal a quien le
disgustaba mostrar ostentación de lo que sabía, y que solamente hablaba inglés, se le enseñó en un trance
profundo a recitar “Die Lorelei.” Esto fue hecho en un aparente experimento sobre la memoria, sin informarle
que estaba aprendiendo un poema o que estaba en alemán. Se le sugirió una amnesia posthipnótica para
esta tarea.
Alrededor de dos semanas después, en una reunión social, en la cual se habían hecho algunos
arreglos de antemano, un colega mío se ofreció para entretener al grupo con canciones y poemas en diversos
idiomas, polaco, austriaco, italiano, francés y español. Después de escucharlo con un disgusto creciente, el
sujeto afirmó “Yo puedo hablar en sílabas sin sentido, también”, y precedió a recitar “Die Lorelei.” Para su
comprensión consciente, sus palabras no eran más que sílabas sin sentido, ofrecidas espontáneamente en la
situación inmediata. Fue necesario volver a hipnotizarlo para convencerlo de lo contrario.
Este experimento difiere de las historias de caso en que las posibilidades futuras en una situación de
la vida cotidiana no eran parte de una situación experimental. Por el contrario, se suministró al inconsciente
del sujeto un aprendizaje especial, y después, posteriormente, se creó una oportunidad en la cual ese
aprendizaje especial pudo hacerse manifiesto en respuesta a sus necesidades personales internas.
En el caso de los pacientes, se desarrollaron en sus mentes inconscientes comprensiones especiales
para el futuro, y sus situaciones de la vida real presentaron las oportunidades reales para utilizar esas ideas
en comportamientos de acuerdo a sus necesidades y deseos internos.
La forma en la cual los pacientes hicieron de sus fantasías una parte de su vida real fue de acuerdo a
la evolución natural de las respuestas conductuales espontáneas a la realidad. Esto no fue una complacencia
a las sugestiones, ni parecían derivar de alguna otra respuesta de los pacientes a sus realidades. Su
comportamiento fue experimentado por ellos como surgiendo desde dentro de ellos mismos y relacionado
con sus necesidades en su situación vital inmediata.
De este modo, el Paciente A se preguntaba vagamente respecto a su próxima cita conmigo y actuó
bajo un impulso súbito para pedir un aumento de salario, lo cual llevó, a su vez, a una serie de eventos. La
Paciente D no abandonaba la casa paterna debido a las razones lógicas que había discutido conmigo, puesto
que ella quería fabricarse un vestido que quería lucir. [...]
La clase de fantasías a través de las cuales los pacientes alcanzaron sus metas posee un marcado
interés y significado. No fueron del tipo grandioso de fantasías elaboradas que uno tiene cuando fantasea
conscientemente respecto a los deseos de uno. Fueron fantasías acordes con sus comprensiones de metas
realmente alcanzables. Por ejemplo, el Paciente A era lastimosamente modesto al desear una salud “lo justo
necesaria.” Ni pensaba convertirse en un ganador de una pelea, sino que esperaba ser capaz de ser “tomado
como un hombre.” [...] Y la paciente D se veía a si misma en su fantasía no como una estrella en el mundo
del espectáculo, sino como una protagonista feliz en la boda de su amiga.
Esas fueron todas las fantasías respecto al futuro experimentadas por esos pacientes. No iban más
allá de la imaginación, sino que eran fantasías adecuadas a las posibilidades reales, acordes con su
comprensión de si mismos.
Es difícil especular sobre la pregunta de por qué y cómo la “proyección del tiempo” probó ser una
medida terapéutica efectiva para esos pacientes. Uno podría trazar con dificultad paralelos con las
experiencias comunes en la vida cotidiana. Por ejemplo, la publicidad utiliza recursos que estimulan las
fantasías del futuro. Un ejemplo más cercanamente comparable a los reportes de caso descritos es el de
escribir, que después de mucha indecisión, una carta aceptando un nuevo puesto. Una vez que ha sido
escrita, incluso aunque no haya sido enviada aun por el correo, se desarrolla inmediatamente un sentimiento
profundo que la suerte está echada en forma irrevocable. Esto resulta en una nueva orientación psicológica
de una fuerza obligatoria que efectúa una nueva organización del pensamiento y el planeamiento. El acto de
escribir la carta constituye la iniciación de la acción, y, como fue mencionado antes, una acción una vez
iniciada tiende a continuar.
Aparentemente para esos pacientes, el establecimiento de un estado disociado, en el cual ellos
pudieron sentir y creer que habían logrado ciertas cosas beneficiosas para ellos, les dio un sentimiento
profundo de haber logrado realidades, lo cual, a su vez, resultó en la reorientación terapéutica
deseada.»(Erickson, 1954b/1980d, p. 420-423)

Actualmente se ha colocado de moda el “uso de hipnosis” para realizar “terapias


regresivas”, basadas en el supuesto que la mayoría de los problemas humanos actuales
obedecen a experiencias traumáticas amnésicas de la infancia. Para realizar tales
terapias, esos hipnólogos hacen uso del fenómeno hipnótico de la regresión de edad.
Surge, entonces, una interrogante: ¿cuál era el uso que daba Erickson a la
regresión de edad, si estaba tan orientado al futuro? Es interesante que un volumen de
análisis de la casuística registrada de Erickson (O’Hanlon y Hexum, 1990) muestra en el
índice de las técnicas usadas en esos casos (336 casos), que a la regresión de edad le
corresponden solamente 5 entradas en un total de 329 páginas (los autores enumeran un
total de 66 técnicas terapéuticas). (Pacheco, 1997)
En general, Erickson usaba la regresión de edad con los siguientes objetivos
(Pacheco, 1997):
(1) Extraer recursos que el paciente ha adquirido en su vida y de los cuales no está
consciente, y
(2) La creación de pseudo-recuerdos terapéuticos que modificaran la experiencia
actual del paciente (Yapko, 1990).
La extracción de recursos se refiere a que las personas han desarrollado
habilidades y aprendizajes que les fueron útiles para enfrentar problemas, pero que ahora
no están siendo utilizados para enfrentar las dificultades o problemas actuales. Una
forma de extraer esos recursos es a través del empleo de metáforas terapéuticas
(Lankton y Lankton, 1983) y fenómenos hipnóticos; que se incorporan a los contextos
actuales y futuros. De este modo, el paciente tiene la oportunidad en el trance hipnótico
para ensayar el uso de sus propias capacidades en las situaciones donde son necesarias.
(Yapko, 1988, 1990)
La racionalidad de la creación de pseudo-recuerdos consiste, por ejemplo, en que
el paciente puede tener carencias importantes en su vida pasada que están influyendo
en su identidad actual, y que sea muy difícil que pueda desarrollarlos a través de los
métodos terapéuticos usuales. A través del uso de la vivification puede regresarse al
paciente a esas épocas importantes de su vida, y proporcionarle experiencias vitales que
no tuvo, como si estuvieran ocurriendo realmente en su aquí y su ahora (el pasado para
el observador externo, el presente para el paciente regresado en edad), y crear amnesia
para esas experiencias. (Erickson y Rossi, 1979)
Otra variedad de creación de pseudo-recuerdos es lo que Grinder y Bandler (1994)
denominan “cambio de la historia personal”, en donde el paciente experimenta regresión
de edad en hipermnesia y disociación para una situación específica (traumática o no), y
le agrega a esa situación comprensiones del presente que no estuvieron presentes en la
situación original, con lo cual se cambian las connotaciones afectivas de la misma, y
luego se generaliza hacia el presente y el futuro (Yapko, 1988).

Rol activo del terapeuta: Erickson, un terapeuta estratégico

Haley (1980a) introdujo en la literatura el concepto de “terapia estratégica” del


siguiente modo:

«Una terapia puede considerarse estratégica si el clínico inicia lo que ocurre durante ella y diseña un
enfoque particular para cada problema. Cuando se encuentran un terapeuta y una persona con un problema,
la acción que tiene lugar está determinada por ambos, pero en la terapia estratégica la iniciativa corresponde
en gran medida al terapeuta. Este debe identificar problemas solubles, fijar metas, diseñar intervenciones
para alcanzarlas, examinar las respuestas que recibe para corregir su enfoque y, por último, evaluar el
resultado de la terapia para ver si ha sido eficaz. El terapeuta ha de ser sensible hacia el paciente y su medio
social, pero la forma en que proceda debe ser determinada por él mismo.
[…] La terapia estratégica no es un enfoque o teoría particular, sino varios tipos de terapia cuyo
común denominador que el terapeuta asume la responsabilidad de influir directamente en la gente.
[…] Puede considerarse a Erickson como el maestro del enfoque estratégico en terapia. Durante
mucho tiempo se lo ha conocido como el más importante especialista mundial en hipnosis médica, y dedicó
su vida al estudio experimental y la utilización terapéutica de la hipnosis, desarrollando infinitas variantes.
Menos conocido es su enfoque estratégico para la atención de individuos, parejas y familias, sin el empleo
formal de la hipnosis. […] Aun en los casos en los que no emplea formalmente la hipnosis, su estilo
terapéutico se basa hasta tal punto en la orientación hipnológica, que cuanto hace parece originarse en ese
arte.» (Haley, 1980a, p. 7-9)

Nardone y Watzlawick (1992) se refieren del siguiente modo a la filosofía que


sustentan los enfoques estratégicos, la cual está implícita en el trabajo de Erickson:

(1) «El pensamiento estratégico no se funda en una teoría que, describiendo la "naturaleza humana",
precriba en consecuencia conceptos de "sanidad" o "normalidad" comportamental y psíquica en
oposición a los de la patología. [...] El pensamiento estratégico más bien se interesa por la
funcionalidad del comportamiento humano frente a los problemas de la existencia y de la
convivencia entre individuos [...] El objetivo es el buen funcionamiento de estas relaciones, no en
términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de realidad totalmente personal,
diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 36)
(2) «El terapeuta no se centra en el análisis "profundo", ni en la búsqueda de las causas del
problema hasta la extrapolación de las verdades escondidas, sino cómo funciona y cómo puede
cambiar la situación de malestar de un sujeto, de una pareja o de una familia. El paso es de los
contenidos a los procesos, y se trata de un saber cómo más que un saber por qué.» (Nardone y
Watzlawick, 1994, p. 37)
(3) «[...] los problemas humanos pueden resolverse mediante estrategias focales que rompen el
sistema circular de retroacciones que mantienen operante el problema. De esta ruptura de un
equilibrio disfuncional habrá de derivar el cambio en el comportamiento y en las concepciones
del sujeto, enjaulado en una situación problemática. [...] Hay que "obligar" al paciente a salir de
la rigidez de su perspectiva, conduciéndolo a otras posibles perspectivas que determinarán
nuevas realidades y soluciones...» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 44) (Enfasis añadido)
(4) «La mayor parte de las psicoterapias...impregnadas de la idea del "cogitocentrismo" (centralidad
del pensamiento por sobre las acciones), se basa en el supuesto que el actuar sigue al pensar.
Por consiguiente, para cambiar una comportamiento erróneo o una situación problemática, hay
que cambiar primero la manera de pensar del paciente y sólo después es posible su manera de
obrar. [...] Desde el punto de vista estratégico, que en definitiva es el del constructivismo radical,
este proceso debe invertirse. Es decir, se parte de la convicción que, para cambiar una situación
problemática, antes hay que cambiar el obrar y, como consecuencia, el pensar del paciente, o
mejor, el punto de observación, el "marco" de la realidad.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 47)

¿Si Erickson no se guiaba por los criterios de la psicopatología tradicional, cómo


hacía entonces para diseñar sus intervenciones terapéuticas? Podríamos afirmar que sus
criterios estaban determinados por la fenomenología del problema. (Elgueta, 2000)
Con esto queremos significar que el terapeuta escucha atentamente la queja del
cliente, observando cuidadosamente los aspectos analógicos de la comunicación verbal
(silencios, cambios de la voz, etc.) y la comunicación no verbal (gestos, postura, ritmo
respiratorio, etc.). Al tiempo que presta atención a los contenidos de la comunicación,
está atento a cómo va construyendo el paciente la descripción de su problema.
«[Erickson] parecía más interesado en descubrir las pautas y estilos de responsividad de
los paciente? ¿A qué respondían éstos?» (O’Hanlon, 1989, p. 122) (Enfasis añadido)
Cade y O'Hanlon (1995, p. 76-81) sugieren las siguientes preguntas para obtener
una definición clara del problema y las secuencias del mismo:

(1) ¿Cuándo se produce el problema?


Aquí se buscan regularidades en la reiteración del problema en el tiempo:
 ¿Hay momentos en los que el problema aparece habitualmente o siempre, o en los que
no aparece nunca?
 ¿Hay algún momento específico del día, de la semana, el mes o el año en el cual el
problema surge con más o menos frecuencia?
(2) ¿Dónde aparece el problema?
 ¿Hay algún lugar donde el problema siempre se produce, o es más probable que se
produzca?
 ¿Hay algún lugar donde el problema no surge nunca?
(3) ¿Cuáles son las acciones del problema?
 Si hubiera una grabación en vídeo del problema en acción, ¿qué veríamos?
 ¿Qué posturas y gestos específicos, qué frecuencias de acciones, interacciones, diálogos,
etc., podríamos ver y oír en esa presetación activa del problema?
(4) ¿Con quién se produce?
 ¿Quién es más probable que esté rondando por ahí cuando aparece el problema?
 ¿Qué hacen y dicen esas otras personas antes, durante y después que aparece la
conducta-problema?
 ¿Qué dicen esos otros significativos sobre el individuo que tiene el problema, o sobre el
problema en si mismo?
(5) ¿Cuáles son las excepciones a la regla del problema?
Puesto que es poco probable que un problema ocurra siempre, se indaga por aquellos eventos
que interrumpen el problema.
(6) ¿Qué es lo que el cliente o los clientes hacen de modo distinto, o qué actividades quedan
excluidas a causa del problema?
 ¿De qué modo el problema obstaculiza lo que las personas harían habitualmente o les
gustaría hacer? (Suele preguntársele al cliente qué haría de una manera distinta si el
problema estuviera resuelto.)
(7) ¿Qué es lo que el cliente muestra en la sesión que está relacionado con el problema?
Este punto se refiere a que el cliente puede mostrar sólo alguna parte del problema o el
problema se despliega completo en la sesión (aunque el/los clientes no se percaten).
(8) ¿Cuáles son las explicaciones y marcos (encuadres) del cliente respecto al problema?
Las explicaciones y marcos de referencia que poseen los clientes pueden ser información útil o
forman parte del problema.
 ¿Qué es lo que el cliente cree que ocasionó o causa el problema?
 ¿Cuáles son, si existen, las dificultades más profundas a las que el cliente atribuye el
problema?
 ¿Qué indica el problema sobre su identidad o sus previsiones del futuro?
 ¿Qué metáforas, analogías o imágenes emplea el cliente cuando habla del problema.
 ¿Cuáles son o han sido las explicaciones de los otros significativos (familiares u otros
profesionales involucrados) que pueden haber orientado sus actitudes respecto del
cliente y el modo de tratarlo, afectando también al modo en que el cliente pensaba el
problema?
(9) ¿Cuáles son las soluciones intentadas por el cliente o los otros significativos, acerca del
problema?
 ¿Qué han estado haciendo el cliente y los otros significativos (incluso los terapeutas) para
tratar de resolver el problema?
(10)¿Cómo podremos saber que hemos tenido éxito?
Es necesario conocer las imágenes e ideas que el cliente tiene acerca de cómo sabrá que el
problema está resuelto.
Algunos ejemplos de estas preguntas pueden ser los siguientes:
 ¿Qué sucederá en los otros ámbitos de su vida cuando el problema ya no esté presente?
 "Este parecería un buen lugar para empezar, pero me gustaria saber adónde voy, de
modo que puedo escuchar más para encontar lo que será útil. Si es posible, dígame qué
es lo que espera que suceda en su vida cuando hayamos tenido éxito. ¿Qué hará después
de la terapia? ¿Cómo se darán cuenta los otros que ha cambiado? ¿Cómo lo sabrá usted?"

Aquellos que tienen experiencia en la inducción de trance y con los fenómenos


hipnóticos, también pueden mirar la sintomatología del paciente desde otra perspectiva:
la del trance sintomático. (Gilligan, 1988; Yapko, 1992)
El concepto del trance sintomático implica los siguientes supuestos: (Pacheco,
1998b)
(1) Puede ser considerado como un principio en hipnoterapia el hecho que el mecanismo por medio
del cual se mantiene un síntoma, puede ser un mecanismo de solución que puede ser usado en
la inducción hipnótica. (Zeig, 1987, 1988)
(2) Los síntomas son versiones naturalistas de los fenómenos hipnóticos clásicos. La experiencia
fenomenológica de los síntomas es similar a la experiencia de los fenómenos del trance
hipnótico. La forma de la experiencia es la misma, pero el contexto difiere radicalmente.
(Gilligan, 1987)
(3) Esta perspectiva «permite al terapeuta aceptar los síntomas como expresiones hipnóticas
legítimas que ya están siendo practicadas por el cliente, y trabajar para transformarlos en las
soluciones del problema.» (Gilligan, 1988, p. 327)
(4) El terapeuta puede generar contextos de relación interpersonal e intrapersonal, donde los
mismos procesos sintomáticos sean validados, definidos, como expresiones autónomas legítimas
del inconsciente, y ser utilizados como la base para la solución de problemas y la integración del
si mismo. (Gilligan, 1987)
(5) Cuando durante la terapia se identifican los fenómenos de trance que son subyacentes a la
sintomatología, la terapia toma la forma de una experiencia complementaria. Por ejemplo, si la
disociación está presente formando parte del problema, la asociación será una parte principal de
la solución. (Yapko, 1990)

Esta mirada fenomenológica permite que en el mismo proceso de psicoterapia,


parte de las quejas del cliente podrían ser abordadas a través de hipnoterapia (con
inducción de trance formal o no) y otras por medio de intervenciones estratégicas en la
pauta (generalmente con la prescripción de tareas para realizar entre sesiones).
Como puede observarse, el terapeuta está siendo siempre estratégico,
independientemente de las técnicas usadas. Su objetivo es diseñar un entorno (contexto)
experiencial (dentro o fuera de la sesión) que favorezca la interrupción de las pautas
experienciales (y disfuncionales) del cliente, de modo que otras pautas no utilizadas en
ese contexto sean facilitadas.
Sin embargo, para Erickson era crucial determinar la disposición a cooperar del
paciente en la construcción de la terapia:

«Hacer un diagnóstico correcto de la enfermedad y conocer el método de tratamiento correcto no es


suficiente. Es igualmente importante que el paciente sea receptivo respecto de la terapia y coopere con ella.
Sin la plena colaboración del paciente, los resultados terapéuticos se retrasan, distorsionan o limitan, o hasta
llegan a no producirse. » (Erickson, 1965, citado en Berg y Miller, 1996, p. 50)

El diseño de la terapia para el paciente involucra, al menos, tres aspectos


importantes: (a) co-construcción de las metas del tratamiento; (b) determinación de la
pauta; (c) estrategias posibles para alterarla y modo en que se entregarán esas
estrategias (aspecto que está directamente relacionado con el modo de cooperar [de
Shazer, 1991] del paciente). Zeig ha denominado “envoltura para regalo” (Zeig,
1992/1999) a este tercer aspecto.
Zeig (1992/1999) indica:

«Los componentes de la solución [al problema] pueden envolverse con el papel de la hipnosis, los
símbolos, las metáforas, las prescripciones de síntomas, las anécdotas, el reencuadre, etc. El terapeuta se
pregunta: “¿De qué manera puedo presentar los objetivos?, y luego decide la técnica a seguir. […] las
técnicas se seleccionan usando métodos con los que el paciente normalmente u ocasionalmente estará de
acuerdo. […] Envolver para regalo consiste en seleccionar técnicas que nos permitan ofrecer ideas. No basta
con envolver como regalos los componentes de la solución. El proceso o actividad de tener en cuenta el estilo
singular del paciente recibe el nombre de “sastrería” [tailoring] […] De cara a la “sastrería” el terapeuta
piensa: “¿A qué da valor el paciente?, ¿Qué postura toma? ¿De qué está satisfecho? A partir de ahí, el
terapeuta individualiza el enfoque.» (p. 170-171)

Aunque Erickson resaltó el aspecto del estilo de disposición a responder


(responsiveness) del cliente y “cortaba a la medida” (tailoring) sus intervenciones, en
mucha literatura “ericksoniana” este aspecto ha sido pasado por alto; como si todos los
pacientes estuvieran dispuestos a cooperar con el proceso terapéutico, en el sentido que
pueden dárseles prescripciones que llevarán a cabo al pie de la letra.
El Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee ha distinguido tres tipos de
relación cliente-terapeuta en lo que respecta a su estilo de cooperación: “compradora”,
“demandante” y “visitante”. (Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998)
Definen cada tipo de relación en la siguiente forma (Miller, 2001):

Estilo comprador:
 El cliente es capaz de identificar un problema o meta para el tratamiento.
 El cliente está deseoso y dispuesto a emprender acciones.
 El cliente cree que su comportamiento hará una diferencia.

Estilo demandante:
 El cliente es capaz de identificar un problema o una meta para el tratamiento.
 El cliente considera que las soluciones son externas a él. Estos clientes tienden a creer:
 "Cuando se tienen dudas, no cambies."
 "Mi comportamiento no interesa."
 "Alguien o algo tiene que cambiar primero."

Estilo visitante:
 El cliente no identifica un problema o meta para el tratamiento.
 El cliente no ve ninguna necesidad de participar en la terapia.
(Este estilo es muy común en el contexto de terapia obligada)

Desde ese punto de vista, con los únicos clientes que se puede trabajar desde el
inicio de la terapia es con aquellos que han definido una relación de tipo “comprador.” En
los otros dos estilos de relación, el terapeuta tendrá que realizar maniobras para
transformar la relación en una de “compra.” (Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998;
Miller et al., 1997). Miller (2001) afirma que el porcentaje de los pacientes que acuden a
terapia y que establecen ese estilo de relación es la minoría.
Analicemos a la luz de esta información dos aspectos del trabajo de Erickson que
requieren una nueva mirada: ¿Por qué usar “hipnosis formal” en terapia? y ¿cuál es el
objetivo de la indirección terapéutica?

Hipnosis formal: Su uso estratégico:


En el Capítulo 3 dijimos que uno de los objetivos del uso de la hipnosis formal en
terapia era debilitar los esquemas conscientes del cliente, con lo cual éste puede estar
más receptivo a las ideas del terapeuta y a la exploración de sus propios potenciales de
respuesta. En el Capítulo actual, en la nota número 1, afirmamos que toda inducción de
trance formal incluye la ratificación del trance. La ratificación del trance tiene como
consecuencia una mayor debilitación de los esquemas conscientes y por lo tanto, puede
crearse una mayor disposición a responder (cooperar) en el paciente.
Erickson desarrolló una serie de métodos para “inducir” y ratificar el trance
hipnótico (Erickson y Rossi, 1979; Erickson, Rossi y Rossi, 1976), y según Zeig (1992)
Erickson no aceptaba un “no” de parte del cliente, sino que trabajaba arduamente hasta
conseguir una respuesta afirmativa. Es decir, ¡trabajaba para transformar un estilo de
relación cliente-terapeuta demandante, en una relación de tipo comprador!
Con esta idea en la mente podemos comprender, entonces, por qué Erickson podía
realizar sofisticadas intervenciones cuyo objetivo era alterar la pauta de la
sintomatología, y prescribir complejas sugestiones posthipnóticas (Erickson, 1980d).
Según Haley (1980a), Erickson era reconocido en la década de los años 1940-1950
como el “Maestro de la hipnosis”. El hipnotismo era usado en esa época como último
recurso para el tratamiento de los pacientes cuando los métodos usuales fallaban; y el
mismo Erickson lo reporta en su casuística, muchos de sus pacientes habían sido
derivados por médicos o psiquiatras por ser pacientes intratables. Por lo tanto, podemos
suponer que si hubiera aplicado los criterios del Grupo de Milwaukee para determinar el
tipo de relación cliente-terapeuta, habría encontrado un alto porcentaje de relación de
tipo “demandante.”
De aquí surge otro aspecto que llama a la reflexión. Haley (1980a) y el mismo
Erickson (1980d) reportan una serie de casos clínicos que fueron tratados exitosamente
en una sola sesión. ¿Se trataba de clientes que establecieron una relación cliente-
terapeuta de tipo “comprador” en esa primera y única sesión? Desafortunadamente,
nunca lo sabremos.

Directividad e indirección terapéutica:


Carol Lankton (1985a) ha indicado que aunque Erickson se mostraba muy directivo
en su aproximación a la terapia, al mismo tiempo desarrollaba indirección terapéutica.
Creía que las personas tenían la capacidad para desarrollar sus propios pensamientos y
resolver sus propios problemas, a pesar de las creencias conscientes limitantes.
Según ella, Erickson dio énfasis a la comunicación indirecta que facilita una
búsqueda inconsciente y la recuperación de aprendizajes y habilidades personales,
debido a que las limitaciones conscientes de los pacientes les han impedido resolver sus
problemas y dificultades –razón por la cual las sugestiones directas suelen fracasar (ya
que apelan a la capacidad de dirigir en forma consciente el cambio). A su vez, el lenguaje
indirecto de Erickson estimulaba a los clientes para resolver sus problemas en formas
efectivas singulares.
Aunque compartimos las afirmaciones de Lankton, es necesaria, sin embargo, otra
mirada a esa característica del trabajo de Erickson: una mirada estratégica.
El lenguaje indirecto más conocido y difundido de Erickson son sus historias y
metáforas terapéuticas (Rosen, 1986; Zeig, 1985), que relataba en un trance formal o no
formal. Cabe preguntarse: ¿qué llevó a Erickson a desarrollar su hipnosis “no formal”? Es
decir, una conversación que busca fijar la atención del paciente, debilitar sus esquemas
conscientes y obtener disposición a responder.
En los artículos de Erickson acerca de las técnicas naturalistas para la inducción de
trance (1958/1980; 1959/1980), reporta 22 casos en los cuales todos los sujetos y/o
pacientes se mostraban “resistentes” a la inducción de trance hipnótico. Si se mostraban
“resistentes” a la inducción de trance, y se usaba un método indirecto (naturalista) para
llevarlos a la experiencia de trance, ¿podrían usarse sugerencias directas en el trabajo de
trance posterior? Nuestra respuesta es ¡No!
Zeig (1991) afirmó que la cantidad de indirección utilizada en la terapia debe
estar en proporción directa a la resistencia percibida. Hay que comenzar en forma
directa, y cuando esto no funciona hay que comenzar a ser más y más indirectos. Es
decir, el uso de lenguaje directo o indirecto dependerá en primer lugar del estilo de
respuesta o cooperación del cliente.
El atento estudio de dos demostraciones de terapia efectuadas por Zeig en
Santiago en 1998 y 1999 (Zeig, 1998, 1999) muestra cómo el terapeuta realiza una
entrevista para determinar la pauta de los problemas presentados. Ambas sujetos de
demostración buscan terapia para resolver una dificultad que se arrastra por años; una
de las sujeto había estado en terapia antes, la otra no. En ambos casos fue fácilmente
determinada la pauta de la queja, sin embargo la respuesta de ambas sujetos motivadas
para recibir terapia fue paradojal: con una de ellas, Zeig propone tres tareas, una
después de la otra (todas las cuales apuntaban a romper la pauta sintomática, y todas
muy bien estructuradas), sin embargo cada vez obtiene una respuesta no verbal de “no”.
Con la otra sujeto, los intentos de Zeig por involucrarla en un tema que obviamente
llevaría a una tarea terapéutica, también obtiene por respuesta no verbal, “no”.
Con la primera sujeto, Zeig recurre, por último, al uso de una técnica experiencial
(gestalt) que une a una inducción de “trance conversacional” (Erickson, Rossi y Rossi,
1976), para deslizar ideas terapéuticas. La sesión finaliza allí y al día siguiente, para
sorpresa de los asistentes, ¡la sujeto reporta que ha llevado a cabo la primera tarea
propuesta por Zeig el día anterior!
Con la segunda sujeto, cuya entrevista inicial duró 16 minutos, Zeig tomó
alrededor de 5 minutos para reflexionar antes de intervenir. Luego de ese intervalo, Zeig
nuevamente volvió a proponer una idea que llevaría a una tarea, y volvió a recibir un
“no” no verbal por respuesta. A continuación le preguntó a la paciente si había
experimentado hipnosis antes. Afortunadamente la sujeto era inexperta, de modo que
Zeig pudo realizar una bella inducción de trance formal no ritual, permisivo, haciendo uso
de información obtenida de la misma sujeto. Esta cerró fácilmente los ojos y su cuerpo se
mostraba quieto y relajado. Sin embargo, cuando Zeig le pidió abrir los ojos y darse
cuenta que no podía mover el cuerpo ni las manos para ratificarle el trance, tuvo que
trabajar bastante para que la sujeto siguiera sus instrucciones y “profundizara” dicho
estado. Zeig tuvo que recurrir a formas de lenguaje indirecto descrito por Erickson y Rossi
(1979) como las más adecuadas para manejar la “resistencia” en la profundización el
estado hipnótico. Todo el proceso de inducción y ratificación de trance duró ¡20 minutos!;
mucho más tiempo que el ocupado en la entrevista inicial y que en la utilización
terapéutica del trance hipnótico que se llevó a cabo (obviamente) mediante metáforas
entrelazadas (Lankton y Lankton, 1983) y que duró 16 minutos. No hubo seguimiento de
esta sesión de demostración.
Al mirar las cintas de video de ambas demostraciones uno se pregunta ¿qué
sucedió en ambos casos, sujetos que solicitan ser voluntarias para recibir terapia y se
comportan de ese modo? La respuesta llega desde el lejano Milwaukee a nuestros oídos:
¡las sujetos no establecieron una relación cliente-terapeuta de tipo “compradora”, sino
que de un estilo “demandante”! Y las primeras intervenciones de Zeig en ambos casos
eran adecuadas, pero para sujetos que hubieran establecido una relación de “compra.”

Uso del humor en la terapia

Los lectores, guiados por el estereotipo cultural del “hipnotista” podrían imaginarse
a Erickson como un señor adusto, frío e impersonal, que a través de su famosa “mirada
ericksoniana” penetraba en las mentes de sus clientes para luego darles “órdenes” o
“programarles” la mente.
El comportamiento de Erickson en sus sesiones de terapia y seminarios (incluso en
sus últimos días) estaba lejos de ser el de una persona fría y rígida. Como buen terapeuta
estratégico que era, no solamente usaba sus experiencias personales (anécdotas e
historias) para influenciar a sus clientes, sino que se usaba a si mismo para adecuarse al
tipo de interacción que suponía era el que más encajaba con el cliente en cuestión.
Además, si Erickson no hubiera tenido un agudo sentido del humor y una postura un
tanto juguetona ante la vida, ¿cómo hubiera hecho para sobrellevar los dolores crónicos
que lo atormentaron desde los años 1950, después de su segunda crisis de polio?
Erickson afirmó:

«Usted necesita enseñar a los pacientes a REIRSE de sus penas ya disfrutar de sus placeres. Tuve a
una mujer alcohólica que vino por terapia… y ella me habló de los problemas que estaba teniendo con su hija
en edad universitaria. Dijo, “He tenido problemas con ella desde que sale en nuestro…” ¿cómo llama usted a
ese auto que no tiene techo?... un convertible. Ella estaba conduciendo sola… “teníamos una lindo día y un
pájaro estaba volando por sobre nuestras cabezas e hizo sus deposiciones justo cuando ella estaba
bostezando. Y ella está TAN avergonzada consigo misma desde entonces. Parece que ni puede enfrentar la
vida. Y mi alcoholismo no la ayuda.” Le dije, “Bien, cuénteme un poco MAS acerca de su hija.” “Ella es
realmente una muy buena chica, pero está terriblemente neurótica desde esa vez.” “¿Tiene sentido del
humor?” La madre dijo, “Sí, pero no desde entonces.” Ella había desarrollado aversión hacia los alimentos y
había hecho su vida miserable. Le pregunté a la madre. “Usted dice que ella tiene un buen sentido del humor
pero no lo ha USADO durante años. Bien, usted debe tener mucho humor contenido detrás de esa persona
capaz. De modo que usted piensa si yo haría un poco de terapia a larga distancia.” La madre dijo, “No, no
pienso eso.” Le envié a la chica una postal desde Filadelfia, advirtiéndole de los riesgos de bostezar mientras
se conduce un convertible. La chica recibió la carta y dijo, “¿Quién es este hombre y cómo lo supo? Yo nunca
se lo he contado. ¡Tú se lo dijiste!?” Ella dijo, “¿Cuál es el nombre?” La chica dijo, “Está firmado M. H.
Erickson.” Y la madre dijo, “Yo nunca he ESTADO en Filadelfia. No conozco a nadie con ESE nombre que viva
en Filadelfia. ¿No es divertido?” La chica rompió a reír y dijo, “Por cierto que sí.” Y continuó riéndose con
todas sus ganas durante un rato. Y reasumió su vida normal Sólo era una advertencia amistosa.» (Gordon y
Meyers-Anderson, 1981, p. 29-30)

El humor bien usado posee la capacidad de sacarnos del dolor, hacer más
aceptables aquellas cosas nuevas o amenazantes, o alivianar una situación (Gordon y
Meyers-Anderson, 1981); un chiste oportuno permite afirmar en forma indirecta ciertos
puntos, sin suscitar resistencia (O’Hanlon, 1989); asimismo, puede usarse para sacar de
una postura rígida al oyente (“descarrilar” el pensamiento, O’Hanlon, 1989).
En el siguiente caso clínico, puede observarse este agudo sentido del humor de
Erickson, esta vez al servicio de un reencuadre:

«Erickson atendió en terapia a una enfermera soltera; observó que la mujer tenía un trasero grande y
también amor a los niños. Le dijo, “YO SE que tiene el trasero más grande de toda la creación. SE que no le
gusta, pero es el suyo. Y le gustan los niños, de modo que querría casarse, tener hijos propios. Y tiene miedo
que ese gran trasero constituya un obstáculo… Este es su error. Usted no ha leído el Cantar de los Cantares,
de Salomón. TIENE que leer su Biblia. Se habla de la pelvis como de la cuna de los niños. El hombre que
quiera casarse con usted no verá un gran trasero gordo… verá una cuna maravillosa para los niños.” Los
hombres que quieren ser padres QUIEREN también una linda cuna para el hijo.» (Citado en O’Hanlon, 1989, p.
109)

Erickson también utilizaba acertijos para cuestionar la rigidez de sus pacientes.


Todos ellos implicaban romper las pautas habituales de pensamiento para poder
encontrar la solución. (Erickson y Rossi, 1979; O’Hanlon, 1989)

Orientación intrapersonal e interpersonal de la terapia

Esta es otra característica del trabajo de Erickson que está oscurecida por las
distintas lecturas que han hecho los difusores de su trabajo.
Haley (1980a, 1985) ha colocado el énfasis en la descripción del aspecto
interaccional de la terapia de Erickson, lo cual es obvio al considerar los intereses de ese
autor: formó parte del Grupo de Bateson para el estudio de la comunicación, luego
colaboró con Minuchin en el desarrollo de la terapia familiar estructural, y finalmente
desarrolló su propio enfoque de terapia estratégica en su Instituto en Washington (Haley,
1980b).
Rossi, por su parte, es un terapeuta con formación jungiana, que al momento de
conocer a Erickson ya tenía publicado un libro sobre sueños (Rossi, 1998/2000); por lo
tanto se interesó en el estudio y publicación de los métodos hipnoterapéuticos de
Erickson y sus acercamientos intrapersonales.
Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para explicar las
intervenciones hipnóticas o no hipnóticas formales de Erickson, le bastaba con la mirada
interaccional (comunicacional). Rossi, sin embargo, necesitaba de un inconsciente, el cual
en la visión de Erickson poseía las mismas connotaciones positivas que el inconsciente
para Jung.
¿Bajo qué criterios operaba Erickson en sus terapias? ¿Bajo un marco interaccional
cuando discutía con Haley, y un marco intrapersonal cuando trabajaba con Rossi?
La observación cuidadosa de los reportes clínicos de Erickson (Erickson, 1980d;
Erickson y Rossi, 1979) da cuenta de un terapeuta que tenía una confianza básica en el
inconsciente del paciente, e incluso desarrolló formas lingüísticas indirectas para
posibilitar su trabajo autónomo. Sin embargo, en Erickson, “hipnoterapia” no significa
solamente un trabajo interno autónomo, como podría desprenderse inicialmente de la
lectura del trabajo de Rossi acerca de Erickson. En la mayor parte de los reportes de
casos con tratamientos hipnoterapéuticos de Erickson, se buscaba alterar las pautas que
mantenían la sintomatología.
Según Haley (1980a), Erickson fue uno de los primeros terapeutas que atendió
parejas y familias en su consultorio, a las cuales podía ver en forma conjunta o separada,
y a las que trataba con hipnosis formal, no formal, o a través de prescripciones de tareas.
Al igual como enunciamos más arriba, pareciera que Erickson decidía sus
acercamientos terapéuticos y su orientación según la fenomenología del problema
presentado y la disposición a responder del cliente.
El exceso de confianza en los recursos inconscientes del paciente para el cambio
terapéutico, puede llevar al terapeuta a perder de vista las variables del contexto
interpersonal significativo para el paciente, para centrarse en acercamientos
intrapersonales que no ayudarán a la resolución del problema.
Erickson (1980d) escribió lo siguiente respecto a “La importancia de las realidades
actuales en psicoterapia”:

«Las situaciones vitales actuales y anticipadas tienen una gran importancia para el paciente que está
en psicoterapia, ya que la tarea de enfrentarse con ellas es primariamente un ajuste efectivo a las exigencias
y fuerzas del presente y del futuro, sin importar lo que pueda haber en su pasado histórico. La preocupación
en el pasado solamente y el desconocimiento de las necesidades, oportunidades y capacidades de la
situación actual puede con facilidad, y a menudo lo hace, prolongar indebidamente la terapia.
Junto a la importancia de las experiencias de la vida cotidiana, debiera reconocerse a las relaciones
interpersonales como una influencia especial y muy potente en la psicopatología y la psicoterapia. La eficacia
de la relación, ya sea destructiva o constructiva, puede ser más una función de su intensidad, duración y
características, más que las “interpretaciones psicodinámicas” proferidas por muchas escuelas de
pensamiento. La experiencia humana está lejos repleta con ejemplos de relaciones interpersonales
psicoterapéuticamente efectivas que han corregido desajustes conductuales, que todos los esfuerzos
combinados de la psicoterapia organizada. No existen métodos de medición científica para la palabra
bondadosa, el desafío, la duda expresada en voz baja, el grito de angustia sofocado, el tono amenazante, el
sonido burlón, el murmullo, el sonido estimulante, el silencio expectante. El éxito o el fracaso de la
psicoterapia puede descansar sobre fuerzas como esas.» (Erickson, 1980d, p. xvii)

Terapia breve

Erickson, como el hombre pragmático que era, abogó por una psicoterapia breve:

«El supuesto que la psicoterapia necesariamente debe ser compleja y muy prolongada, contradice la
experiencia de la vida cotidiana. Los sucesos diarios simples de un carácter breve y transitorio, pueden, y con
frecuencia lo hacen, ejercer influencias profundas y perdurables sobre la personalidad humana. Estos sucesos
pueden derivar totalmente del presente inmediato y pueden evocar respuestas importantes que dirigen el
presente y el futuro de los individuos. Esas respuestas significativas a los eventos cotidianos, a pesar de la
sincera creencia sostenida por muchos adherentes a las escuelas interpretativas de la psicoterapia, no son
necesariamente un reflejo y nuevas ediciones de experiencias traumáticas infantiles. Esto no desacredita en
forma alguna la importancia del trauma físico en la infancia y la niñez. Por el contrario, enfatiza el hecho que
las experiencias traumáticas pueden ocurrir en cualquier edad y pueden reflejar solamente la situación de
vida actual implicada.» (Erickson, 1980d, p. xvi-xvii)

Su foco en los problemas presentes, el trabajo orientado a metas, y el aspecto


estratégico de sus intervenciones (interrupción de pautas), necesariamente tienden a
abreviar la terapia; mientras que cuando el tratamiento se enfoca hacia el pasado y en la
psicopatología, el tratamiento tiende a ser prolongado.
Fisch (1982) se refiere del siguiente modo al impacto de Erickson en la psicoterapia
breve:

«En su trabajo, Erickson abrió la puerta para el cambio y en una forma que tuvo un gran impacto en
la terapia breve, así como también en la terapia en si misma. Hay diversos rasgos en su trabajo que lograron
este cambio. En primer lugar, creo, está lo que persistentemente no hizo. Una de sus premisas, ya sea en
forma implícita o explícita, dicta lo que uno hace y también lo que uno no hace. Es en este último caso donde
surge una de las principales asunciones. Erickson no buscaba largas historias [clínicas] antes de intervenir en
el problema. Concomitantemente, no intentaba extraer información “interpretable” o intentar que sus
pacientes lograran insight en forma gradual. Los “insights” o las comprensiones fueron activamente dirigidos
por él con el propósito de estimular el deseo del paciente por llevar a cabo las tareas necesarias
subsecuentes. Erickson no enfatizaba tanto “la sesión” como los eventos fuera de su oficina. Era raro que
presionara por más y más mejoría. Por el contrario, avanzaba rápidamente para intervenir y se retiraba muy
rápidamente una vez que había ocurrido una pequeña mejoría. Podía detener el tratamiento o imponer un
hiato antes de regresar por más trabajo. No medía la sesión por el reloj, sino de acuerdo a la tarea que se
llevaría a cabo en ese contacto. No se “apoyaba” en el sentido común; no apuraba; no “confrontaba con la
realidad.” Los medicamentos y las hospitalizaciones jugaron un rol pequeño, si es que lo tuvieron, en su
trabajo, aunque sabía como usarlos. No le dio importancia al hecho que las personas “expresaran sus
sentimientos.
[…] Sin embargo, en adición a las cosas que no hizo, Erickson hizo algunas cosas intrigantes. Aunque
no gastaba el tiempo obteniendo la historia psicológica, colocaba considerables esfuerzos en la obtención de
un detallado panorama del síntoma, problema o queja, y cómo era llevado a cabo, así como también era
llevado a cabo junto a los otros implicados en el problema. No intentaba obtener retroalimentación de parte
del paciente a sus propias ideas acerca del problema […], por el contrario, “hablaba con facilidad el lenguaje
del paciente”. No interpretaba la resistencia del paciente, sino que la usaba para facilitar que el paciente
llevara a cabo tareas terapéuticas. Simplemente no malgastaba el tiempo discutiendo con los pacientes, sino
que se concentraba en la tarea que el paciente estaba llevando a cabo para resolver su problema.» (Fisch,
1982, p. 157-158)

Zeig y Munion (1999) han indicado que un tratamiento orientado hacia el presente
y el futuro es más relevante para la vida actual del cliente, y por lo tanto es más
estimulante.
El Grupo de Milwaukee (de Shazer, 1999) afirma que una orientación hacia el
futuro, en la cual se resalte lo que el paciente ha venido haciendo bien, lleva implícita la
idea que el cambio es inevitable, lo cual abreviará la terapia.

Pacientes activos: Énfasis en las tareas entre sesiones

Erickson concebía a la terapia con uso de hipnosis formal o no formal, como un


proceso que involucraba activamente al cliente en el trabajo:

«La psicoterapia hipnótica es un proceso de aprendizaje para el paciente, un proceso de reeducación.


Los resultados positivos en la psicoterapia hipnótica se derivan solamente de las actividades del paciente. El
terapeuta sólo estimula al paciente a ser activo, con frecuencia sin saber cuál será esa actividad, y luego
guía al paciente, ejerciendo su juicio clínico para determinar cuánto trabajo hay que hacer para lograr los
resultados deseados. El cómo guiar y juzgar es problema del terapeuta, mientras que la tarea del paciente es
aprender por su propio esfuerzo cómo entender su vida experiencial en una nueva forma. Tal reeducación,
desde luego, se realiza necesariamente en conexión con las experiencias vivenciales del paciente, sus
comprensiones, memorias, actitudes e ideas, y no sobre la base de las ideas y opiniones del terapeuta.»
(Erickson y Rossi, 1979, p. 8-10) (Enfasis añadido)

A diferencia de otros enfoques emocional-vivenciales –en donde también el cliente


y el terapeuta juegan un rol activo en el proceso terapéutico, el cual se lleva a cabo
fundamentalmente en la sesión terapéutica–, la mayor parte de las intervenciones
terapéuticas ericksonianas son diseñadas para que se realicen entre sesiones, como
tareas para la casa.
Zeig y Munion (1999) reflexionan respecto a la utilidad de este tipo de enfoque: (a)
Involucra al paciente en el trabajo terapéutico por mucho más tiempo (una o dos
semanas) que el permitido en una sesión típica de 50 minutos a una hora; (b) Facilita que
el problema sea confrontado en el contexto donde se origina; (c) Lleva el trabajo
terapéutico desde lo abstracto a lo concreto; y (d) La experiencia facilita insight o
liberación emocional, lo cual permite el desarrollo del cliente; situación que puede no ser
replicable en el consultorio.
Además, esas tareas pueden tener como objetivo la interrupción de pautas
individuales o interpersonales en el contexto en el cual se manifiestan en forma
repetitiva.
Sin embargo, aunque esas tareas pueden ser clasificadas en diversas categorías
(prescripciones paradójicas, tareas de función ambigua, tareas para construir habilidades
[Lankton, 1988], terapia de ordalía [Haley, 1987], y prescripciones para el manejo del
cambio [Fisch et al., 1984]), todas ellas necesitan ser individualizadas y ser prescritas de
acuerdo al estilo de cooperación del cliente.
Zeig y Munion (1999) describen otro tipo de tarea que no promueve el cambio
terapéutico, y que confronta al cliente con el hecho que él elige continuar teniendo el
problema. Si el paciente se percata que es él quien elige mantener el problema en el
presente, entonces podrá elegir cambiarlo en el futuro.
Fisch (1982) indica que en la prescripción de tareas, Erickson extendía su
influencia, a la vez que disminuía la dependencia del paciente hacia él, al usar a las
personas y las facilidades dentro de la comunidad. «En todas las tácticas, se transmitían
mensajes importantes: que él y el paciente estaban juntos en el asunto, que el cambio es
esperable, que hay algunas cosas simples que considerar y comprender y las tareas para
ser comprendidas, las cuales, aunque son arduas, pueden ser alcanzadas. Finalmente,
cuando la tarea es finalizada y el cambio es advertido, formamos parte de una compañía,
o al menos por un período significativo. Por consiguiente, los pacientes no pueden ser
vistos como frágiles o vulnerables a fuerzas misteriosas alrededor de ellos» (Fisch, 1982,
p. 159)

Utilización terapéutica

Zeig y Munion (1999) afirman que éste es el principio central que caracteriza y
distingue al enfoque de Erickson. Zeig (1992/1999) lo ha definido como «la disponibilidad
del terapeuta a responder estratégicamente a todos y cada uno de los aspectos del
paciente o el entorno» (p. 155-156).
Esos aspectos incluyen: lo que el paciente ofrece en forma consciente e
inconsciente, los recursos, las fortalezas, experiencias, habilidades (o falta de
habilidades), las relaciones, las actitudes, los problemas, los síntomas, los déficit, el
ambiente, la vocación, los pasatiempos, las aversiones, las emociones, etc. (Zeig y
Munion, 1999)
Este principio lo desarrolló Erickson en sus investigaciones acerca de la naturaleza
de la inducción de trance y la sugestión terapéutica, con el fin de asegurarse que sus
sujetos cooperaran con él; posteriormente lo extrapoló a toda su psicoterapia (la cual
como ya hemos dicho más arriba es una extensión de sus procedimientos para obtener
disposición a cooperar en la inducción del trance hipnótico). Zeig cita lo que Erickson
escribió en el año 1954 para la Enciclopedia Británica:

«Otra consideración esencial en las técnicas del trabajo de investigación o en el de la terapia es la


utilización de la manera de responder del sujeto y sus capacidades, que poco tiene que ver con el intento de
imponerle, mediante sugestión, la idea limitada del hipnotizador acerca de lo que el sujeto debe hacer y de
qué manera debe hacerlo. Los fracasos en la terapia hipnótica y en el trabajo experimental derivan a menudo
del hecho que tratamos al sujeto como un autómata, esperando que ejecute las órdenes de acuerdo con las
ideas del hipnotizador, excluyendo reconocer al sujeto con su propia personalidad, con sus pautas
individuales en sus respuestas y su conducta.» (Erickson, 1954/1980c; citado en Zeig, 1992/1999, p. 158)

Zeig (1992/1999) ha descrito los siguientes principios de la utilización:

«Principio 1. Primero es la inducción del terapeuta.


[…] El terapeuta inicia la terapia adoptando una mentalidad de utilización, consiguiendo dentro de si
la disponibilidad a responder de manera constructiva a las respuestas del paciente. Este estado orientado a lo
exterior constituía una faceta central de la actuación de Erickson. Se mostraba muy atento a las
complejidades del momento y muy interesado en aprovecharlas.
Principio 2. Todo lo que el paciente trae consigo a la consulta puede ser utilizado. Todo lo que existe
en la situación de terapia puede ser utilizado.
De todo cuanto trae el paciente en la consulta puede sacarse provecho. Es combustible para avanzar
hacia un terreno nuevo. Los valores del paciente pueden utilizarse; la situación del paciente puede utilizarse;
las resistencias del paciente pueden utilizarse; los síntomas del paciente pueden utilizarse.
[…] Es también verdad que puede utilizarse el mismo mecanismo que mantiene el síntoma. Es
axiomático que, aunque los síntomas parecen ocurrir de manera automática, en realidad el paciente hace
algo para mantener el síntoma. […] Una vez descubierto el mecanismo que utiliza el paciente para constituir
su problema, puede ser también utilizado.

Principio 3. El terapeuta puede aprovechar cualquier técnica que el paciente usa para ser paciente.
Las técnicas no proceden simplemente de un libro; pueden deducirse también del estudio de [los]
pacientes. Por ejemplo, si un paciente cuenta historias para ser pacientes, el terapeuta puede contar historias
para ser terapeuta. Si un paciente es confuso como paciente, el terapeuta puede ser constructivamente
confuso.

Principio 4. Hay que desarrollar cualquier respuesta que se reciba.


[…] Luego que el paciente responde, incumbe al terapeuta desarrollar constructivamente la respuesta
y sacar provecho de ella.» (Zeig, 1992/1999, p. 165-167) (Énfasis en el original)

Los volúmenes de Haley (1980a y 1985), de O’Hanlon (1989) y O’Hanlon y Hexum


(1990) transcriben un buen número de casos clínicos en los cuales puede apreciarse este
principio en acción.

Utilización de los contextos sociales de los clientes

Erickson incluía las circunstancias vitales del cliente en el proceso de evaluación


terapéutica y en la terapia misma. «Al formular sus intervenciones, consideraba el
ambiente físico y social que mantenía el problema y/o que podía utilizar para resolver el
problema. Incluso suministraba tratamiento a los pacientes en la casa de ellos.» (Zeig y
Munion, 1999, p. 115)
La casuística de Erickson muestra que éste no solamente realizaba la psicoterapia
en su consultorio, sino que hacía arreglos para que sus pacientes tuvieran experiencias
terapéuticas en sus contextos naturales, incluyéndose a veces él mismo en esas
situaciones “fortuitas” para promover nuevos comportamientos en los clientes (véanse
ejemplos en Haley, 1980a; y en O’Hanlon y Hexum, 1990).

Capítulo 5: Erickson y el Proyecto Bateson para el estudio de


la comunicación humana: Desde el análisis de los trances
religiosos en Bali hasta la teoría de
la doble coacción de Bateson
La historia de la ciencia en general –y nuestro tema en particular– se compone de
diversos hechos fortuitos que se van concatenando unos con otros para entregar
finalmente una nueva visión de las cosas. Cuando Margaret Mead y Gregory Bateson
viajaron a Bali en los años 1930 para estudiar esa cultura, nunca imaginaron que sus
nombres estarían indisolublemente asociados con el desarrollo de la psicoterapia breve,
ni menos con el nombre de quien sería un famoso “hipnotista” y un destacado terapeuta
décadas después.
En el año 1939, Margaret Mead, por sugerencia de Abraham Maslow, escribe a
Erickson solicitándole su ayuda para analizar unas películas filmadas en Bali, en las
cuales los participantes, a través de danzas rituales, entraban en un trance religioso.
Específicamente, necesitaban ayuda para establecer criterios para distinguir el “trance
profundo” de los estados “sonambúlicos”, y a aquellos bailarines que simulaban estar en
trance. (Zeig y Geary, 2000)
Erickson respondió a Mead una extensa carta, en la cual describe los criterios
desarrollados por él para determinar si sus sujetos experimentales estaban
experimentando trance, así como también sus criterios para determinar la “salida” del
trance. (Zeig y Geary, 2000) Esa correspondencia continuó a lo largo del año 1939, hasta
que Mead y Bateson se reunieron con Erickson en Michigan.
Desde esos años y durante el resto de su vida, Erickson y Mead mantuvieron una
cordial amistad. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Erickson, Mead y
Bateson trabajaron para el gobierno norteamericano, en proyectos secretos que
investigaban la estructura del carácter japonés y los efectos de la propaganda nazi
(Rossi, 1983).
Cuando Bateson y Mead regresaron de Bali, son invitados a participar en un
encuentro interdisciplinario organizado por la Fundación Macy; cuyo tema era la
“Inhibición cerebral”. El ambiente científico en torno al cual se organizó esa Conferencia,
tenía relación con los mecanismos de la retroalimentación que estaban investigando
Norberto Wiener y Julian Bigelow para el diseño de cohetes autodirigidos; fenómeno que
es luego comparado con los movimientos voluntarios del hombre (Wittezaele y
García,1994).
En esa Conferencia (cuyos temas darían origen posteriormente al desarrollo de la
Cibernética), además de Wiener, Bigelow, Bateson y Mead, participaron Arturo
Rosenblueth (neurólogo), John von Neumann (inventor de la teoría de los juegos), Walter
Pits, Warren McCulloch (neurofisiólogo y matemático), Lawrence Franck (psicólogo),
Lawrence Kubie (psicoanalista), el cual invitó a Erickson. (Wittezaele y García, 1994)
Como resultado de esa Conferencia, Wiener, Rosenbluth y Bigelow publican en
1943 el artículo denominado “Behavior, purpose and teleology” (Comportamiento,
objetivo y teleología). Los autores proponen un enfoque comportamental para el estudio
de esos fenómenos; y ,que en lugar de estudiar la estructura o propiedades de aquellos,
sugieren examinar el comportamiento observable (salida, output) en relación con las
entradas (input), sin examinar las características internas de la entidad estudiada. Esos
autores afirman que «el concepto de “feed-back” es la clave de la explicación de todo
comportamiento intencional» (Wittezaele y García, 1994, p. 59)
Entre 1942 y 1948 se realizan otras cuatro Conferencias Macy; y en 1948 Wiener
publica su obra Cybernetics. En ese volumen, Wiener expone los resultados de las
discusiones de las primeras Conferencias Macy (Wittezaele y García, 1994), y la
cibernética indica que «la interacción del hombre con su entorno en el sentido amplio se
efectúa a través de la comunicación, del intercambio de informaciones a múltiples
niveles» (Wittezaele y García, 1994, p. 74).

«Uno de los principios de la ciencia “clásica” formalizada principalmente por el famoso Discurso del
método de Descartes, consistía en considerar que, si queremos llegar a comprender la complejidad de
nuestro universo, debemos antes comprender sus elementos constitutivos. Es necesario pues dividir:
disciplinas de estudio bien separadas, campos de investigación precisos, variables bien definidas y
controladas por el experimentador, que debe determinar la importancia relativa de cada una de las variables
sometiéndolas a un test sucesivamente mientras mantiene las otras constantes. El investigador debe
permanecer “objetivo” y llegar a una cuantificación de las variables.
La cibernética y la teoría general de los sistemas defenderán una visión muy diferente del enfoque de
los fenómenos complejos, sosteniendo que un análisis de cada elemento de un sistema no permite captar las
características del conjunto. […] El conjunto posee unas propiedades que no son reductibles a las de los
elementos tomados separadamente.» (Wittezaele y García, 1994, p. 76)

En 1948, Bateson acepta la invitación del psiquiatra Jurgen Ruesch para estudiar la
comunicación en psicoterapia. En 1951 publican La comunicación: matriz social de la
psiquiatría (1965) Ese volumen es el primer intento de Bateson para llevar a las ciencias
humanas las ideas desarrolladas en las Conferencias Macy. En la investigación de Bateson
se distinguen tres dimensiones principales: (1) Fundamentos epistemológicos de los
psiquiatras y sus consecuencias sobre el tratamiento; (2) Preparar el terreno para un
enfoque interaccional del comportamiento; y (3) Colocar a prueba la teoría de los tipos
lógicos para el estudio de las relaciones interpersonales. (Wittezaele y García, 1994)
La relación de Ruesch y Bateson es lo suficientemente desafortunada como para
que ambos no intenten continuar trabajando juntos, y Bateson consigue financiamiento
de la Fundación Rockefeller para su proyecto acerca “Del estudio del papel de las
paradojas de la abstracción en la comunicación” (Wittezaele y García, 1994). Ese es el
nacimiento del famoso Proyecto de Bateson en Palo Alto.
El equipo de Bateson para el desarrollo de este Proyecto estuvo conformado por
John Weakland (inicialmente un ingeniero), Jay Haley (quien estaba trabajando en su tesis
de maestría acerca de la comunicación), William Fry (psiquiatra) y Don Jackson (reputado
psicoanalista que había comenzado a realizar terapia con familias).
Fry (Wittezaele y García, 1994) relata que Bateson tenía un listado con diez a
veinte temas que consideraba como campos pertinentes para el estudio de las paradojas
en la comunicación. Entre estos se encontraban: el teatro, el zen, el humor, la
psicoterapia, la comunicación esquizofrénica, el entrenamiento de perros para ciegos, el
juego, y la hipnosis, entre otros.
En esa época, Erickson viajó a la región de Palo Alto a dictar un seminario sobre
hipnosis, y Weakland y Haley querían asistir como parte de los estudios del Proyecto. «Así
pues [que] hablamos con Gregory y nos preguntábamos si estábamos calificados para
asistir a este seminario. El entonces descuelga el teléfono, marca un número y dice a su
interlocutor: “¿Es Milton? Aquí Bateson. Hay dos de mis colaboradores que desearían
asistir a tu seminario, ¿podrías verlos?”. ¡Puede imaginarse nuestro estupor…! Pero éste
era Bateson, conocía a todo el mundo.» (Wittezaele y García, 1994, p. 159)
En Noviembre de 1954, Bateson escribe a Erickson recordándole de Weakland y
Haley, quienes habían asistido a un seminario con él; le cuenta que están investigando
respecto a los fenómenos hipnóticos y la esquizofrenia. Le solicita le envíe reimpresiones
de dos artículos de Erickson y lo invita a reunirse con ellos en Palo Alto, o que parte de su
equipo podría viajar a Phoenix. (Zeig y Geary, 2000)
En Mayo de 1955, Bateson escribe una extensa carta a Erickson solicitándole que
si era posible que hicieran los arreglos para que Haley y Weakland viajaran a Phoenix
para conversar con él en torno a la comunicación y la hipnosis. En esa carta le expone,
además, que en las investigaciones de su equipo acerca de la comunicación, se han
interesado en la hipnosis porque les parece que tiene relación con la comunicación
interpersonal. Asimismo, creen que muchas manifestaciones de la esquizofrenia pueden
ser producidas en el trance hipnótico. Bateson describe también la teoría de la doble
coacción en la génesis de la esquizofrenia que han estado estudiando, para que la futura
entrevista con Haley y Weakland sea más fructífera. Finaliza esa misiva enumerando los
temas de interés para esa reunión: (1) La relación entre el hipnotista y el sujeto, (2) la
inducción de trance, y (3) la reorientación del trance. (Zeig y Geary, 2000)
En otra carta posterior, y antes que viajen Weakland y Haley, Bateson le expone a
Erickson algunas interrogantes que ha estado reflexionando, y que tienen relación con el
lenguaje analógico y digital. (Zeig y Geary, 2000)
La reunión de Erickson con Haley y Weakland se realizó en el año 1956, y
publicaron posteriormente en 1959 una transcripción de una inducción de trance y sus
comentarios (Erickson, Haley y Weakland, 1959/1980a). En el contexto de un seminario
que Erickson llevaba a cabo en Phoenix, hipnotizó a una sujeto y la sesión fue grabada
para ser escuchada con posterioridad para comentarla; los comentarios también fueron
grabados.
Weakland (1982) afirma que indirectamente Erickson hizo contribuciones
significativas a la teoría de la doble coacción del Grupo de Bateson. Indica que él y Haley
fueron muy influenciados (y también confundidos) por las ideas no ortodoxas de Erickson
respecto a cómo concebir los tratamientos y los problemas. Ellos durante los dos años
que visitaron a Erickson, llevaban a la discusión en el Grupo de Bateson las ideas
desarrolladas con él; las cuales eran examinadas en forma crítica y a veces resistidas.
En los próximos capítulos analizaremos cómo se expresó la influencia de Erickson
en el trabajo de Haley y en el Mental Research Institute (MRI), formado paralelamente al
Grupo de Bateson.
Pero esta historia no finaliza aquí; el joven discípulo de Erickson, Jeffrey Zeig, había
organizado para ser realizado en Diciembre de 1980 el “Congreso Internacional de
Enfoques Ericksonianos en Hipnosis y Psicoterapia”, el cual coincidiría con el aniversario
número 79 del nacimiento de Erickson (Peters, 1982). Sin embargo las dos figuras
principales de ese Congreso fallecieron antes de su apertura: Milton H. Erickson pasó a
mejor vida en Marzo de ese año, y Gregory Bateson, quien actuaría como Presidente,
falleció en Diciembre.
¿Ironía del destino?, ¿o simplemente un fenómeno de sincronicidad en dos
personalidades que influyeron en forma indirecta en la terapia breve que conocemos en
la actualidad
Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley

Desde que Haley se reunió con Erickson en Phoenix en 1956, mantuvieron una
relación que duró más de una década. La relación fue fructífera para ambos: Haley
aprendió del modo de hacer psicoterapia de Erickson y éste tuvo en Haley al primer
difusor de su labor como psicoterapeuta.
Haley se mantuvo en el Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación
hasta el término de éste, y se integró tardíamente al Instituto de Investigaciones
Mentales (MRI) que creó Jackson en el año 1959 y que estaba formado por parte del
equipo de Bateson.
En 1967, Haley se trasladó a Filadelfia para trabajar en el desarrollo de la
psicoterapia familiar sistémica con Salvador Minuchin, director de la Philadelphia Child
Guidance Clinic; y luego se mudó a Washington, en cuyo instituto (Family Therapy
Institute) dio forma a su propio enfoque de terapia familiar estratégica.
Haley dedicó un capítulo a la hipnosis en Estrategias de Psicoterapia (1966), en
donde la aborda desde un punto de vista interaccional. En ese volumen expuso su
versión de los conceptos acerca de la comunicación sostenidos en el Proyecto de Bateson
(Haley, 1980b).
Según Haley (1966), el trance hipnótico «resulta sumamente idóneo como modelo
para describir las maniobras de una persona que intenta provocar cambios en otra. Si se
acepta que en la relación hipnótica el individuo puede modificar su percepción, sus
emociones y sus sensaciones somáticas, no hay argumento mayor en pro de la influencia
que una persona puede tener en relación a otra. Las semejanzas entre el proceso de
inducción hipnótica y el de la psicoterapia se hacen aparentes cuando se atiende a la
relación. Una y otra situación se dan habitualmente con pacientes o personas que
solicitaron esta experiencia y ambas consisten esencialmente en una conversación entre
dos individuos, uno de los cuales intenta provocar cambios en el otro.» (p. 25)
Haley (1966) propone el siguiente análisis de la situación hipnótica: El hipnotizador
sugiere ideas a las que responde el sujeto y le persuade para que siga voluntariamente
sus sugestiones y se concentre en ellas. Una vez que se ha conseguido esto le ordena
respuestas involuntarias. «El progreso de la interacción hipnótica define progresivamente
la relación como una en la que el hipnotizador controla o inicia lo que sucede, en tanto
que el sujeto cada vez va respondiendo más y teniendo menos iniciativa.» (p 32)
Desde el punto de vista interaccional, la relación entre el hipnotista y su sujeto es
de tipo complementario (Haley, 1966). Es decir, «el hipnotizador sugiere y el sujeto
obedece las sugestiones de aquél, de modo que la conducta comunicativa es una
maniobra para definir la relación como complementaria, en tanto la obediencia del sujeto
supone la aceptación de tal definición.» (Haley, 1966, p. 33)
Haley distingue las siguientes características en la relación hipnótica:
a) Dos personas intercambian mensajes, y el hipnotizador le indica al sujeto cómo
tiene que actuar.
b) Cuando el hipnotizador sugiere comportamientos al sujeto, está definiendo la
relación como complementaria. El sujeto puede aceptar la definición de la
relación, comportándose del modo indicado. Sin embargo, el sujeto puede
responder no haciendo lo indicado, lo cual es una contramaniobra para definir la
relación como simétrica. El hipnotizador responde a su vez con maniobras para
estimular o forzar la relación complementaria, o acepta la relación simétrica
controlándola desde una posición metacomplementaria.
c) Cuando el sujeto acepta de buen grado o no la relación complementaria, tiende
a aceptar las definiciones de realidad del hipnotizador por sobre cualquier otro
estímulo del entorno.
Una característica que define a una relación como hipnótica es que la experiencia
sea definida como involuntaria por el sujeto. Desde el punto de vista pragmático, para
Haley (1966), «la finalidad de la inducción hipnótica es, desde el punto de vista de la
conducta, persuadir al sujeto para que niegue de lleno y completamente que es él quien
está realizando la actividad sugerida. Esto es, el hipnotizador impulsa al sujeto a que
califique su conducta con mensajes congruentes entre si y que, en su totalidad, nieguen
que está haciendo lo que hace. Cuando el sujeto se comporta de esta forma, el
observador dice que aquél está experimentando un fenómeno involuntario.» (p. 36)
Asimismo, en toda inducción de trance está implícita la paradoja, aunque en
algunas circunstancias es más notoria. La paradoja se advierte en aquellos mensajes de
Erickson, por ejemplo, en que se comunicaba a dos niveles con su sujeto, en donde se
entregaban instrucciones incongruentes que correspondían a dos niveles de mensaje.
Según Haley, cuando se presentan mensajes incongruentes al sujeto, «éste sólo puede
responder satisfactoriamente con mensajes incongruentes. La peculiar conducta del
sujeto hipnotizado muestra una reciprocidad hacia las peticiones del hipnotizador.»
(1966, p. 43)
En ese volumen Haley afirma que en el estudio de la hipnosis se ha colocado
erróneamente el foco sobre el individuo, con el objetivo de clasificarlos como “buenos” o
“malos” sujetos “hipnóticos”. «Los intentos de hallar una correlación entre tipos de
personalidad y susceptibilidad a la hipnosis han fracasado repetidamente, a pesar del uso
de gran número de pruebas proyectivas y de actitud. Este fracaso es comprensible si se
tiene en cuenta que la conducta hipnótica es un conjunto de respuestas en el marco de
una relación y no un aspecto del carácter de la persona. La única prueba para diferenciar
los buenos sujetos de hipnosis de los malos sería la que midiera la conducta en una
respuesta de relación. Las pruebas de sugestión despierta, o de sugestibilidad, se
aproximan a este tipo de medida. Sin embargo, estas pruebas se aplican a menudo sin la
menor conciencia que son en todo iguales a una inducción hipnótica.» (Haley, 1966, p.
47)
La utilidad clínica de la hipnosis, según Haley (1966, p. 48-49), es la siguiente:
«(a) Describir a la hipnosis en términos de táctica para definir la relación y manejar la resistencia de
los sujetos que replican con definiciones propias; y (b) Describir a los pacientes como personas que usan la
conducta sintomática para obtener ventajas en una relación interpersonal y resistirse a la definición de los
demás. De ambos puntos se desprende que el uso efectivo de la hipnosis se centra principalmente en tratar
la conducta sintomática del mismo modo que se trata la conducta resistente.»

Haley publica en 1967 una compilación de artículos de Erickson en los cuales se


aprecia el modo peculiar de éste en el entendimiento y práctica de la psicoterapia
(Advanced Techniques of Hypnosis and Therapy: Selected Papers of Milton H. Erickson).
En 1973 publica su muy conocida Terapia no convencional: Las técnicas psiquiátricas de
Milton H. Erickson (Haley, 1980a), volumen que populariza a Erickson como un terapeuta
que desarrollaba tratamientos que se apartaban de la terapia usual de esa época. En
1985, Haley publica en tres volúmenes sus Conversations with Milton H. Erickson, en los
cuales transcribe sus conversaciones y supervisión de casos con Erickson.
Aunque Haley aprendió hipnotismo con Erickson y recibió supervisión por parte de
éste para llevar a cabo tratamientos hipnoterapeúticos (Haley, 1985; Haley, 1997),
resaltó en su difusión del trabajo de Erickson aquellos aspectos no “hipnóticos” de su
terapia, mientras que otros los asimiló a su propia concepción de la terapia.
Ya dijimos antes que Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para
explicar el cambio terapéutico, puesto que su interés –compartido por los miembros del
Proyecto de Bateson– estaba colocado en la interacción; por lo tanto, extrajo de la terapia
de Erickson las directivas que se entregan sin el uso de “hipnosis formal” para alterar
pautas que mantienen problemas interaccionales o personales (Haley, 1980b).
A la vez aportó la mirada sistémica familiar para entender a la
sintomatología/problemas como el producto de impedimentos en el desarrollo del ciclo
vital de la familia (Haley, 1989) (y por lo tanto de sus miembros), presentando dentro de
ese marco las diversas intervenciones de Erickson en Terapia no convencional (Haley,
1980a).
Sin embargo, Haley desarrolla su propia visión de la psicoterapia familiar,
comprendiendo y organizando su terapia sistémica en función de relaciones sociales
triádicas (Keeney y Ross, 1987). «Por entonces [cuando publiqué Estrategias de
psicoterapia] yo intentaba pasar del enfoque individual a otro más social, proponiendo
que la unidad mínima de investigación y terapia fuera la díada, y en ese libro examiné los
diferentes enfoques terapéuticos desde el punto de vista de la díada. La presente obra
difiere de él en que ofrece un enfoque cuya unidad mínima es la tríada.» (Haley, 1980b,
p. 1)
Según Keeney y Ross (1987), aunque Haley denominó “estratégico” a su enfoque,
y Minuchin “estructural” al suyo, ambos son muy similares desde el punto de vista
práctico. Las diferencias tienen relación con el hecho que las descripciones de Haley
están relacionadas con la teoría de la comunicación y la cibernética; mientras que las
descripciones de Minuchin son sociológicas.
Keeney y Ross (1987) resumen el enfoque de Haley del siguiente modo: La terapia
se inicia cuando se fija un foco sobre el problema a tratar; el cual es concebido como una
secuencia de acciones que implican la interacción de tres personas como mínimo. «Así,
para Haley, los problemas se utilizarán como “palancas” para modificar relaciones
familiares.» (Kenney y Ross, 1987, p, 134) La reorganización del sistema social en una
forma específica permitirá construir una situación más adaptativa.
A través de la entrevista con toda la familia en el consultorio el terapeuta podrá
distinguir la organización en secuencias de conducta social de sus miembros. Le
interesan aquellas interacciones que presentan organización recursiva. La tarea del
terapeuta consistiría en identificar esos ciclos recursivos problema y diseñar
intervenciones para abordarlos. En su enfoque, una noción fundamental es el de
“jerarquía”, es decir cómo se diferencian los integrantes del sistema. Según Haley, un
sistema está perturbado cuando se establecen “coaliciones” a distintos niveles
jerárquicos, especialmente si éstas son secretas. Estas coaliciones se formarían en las
etapas de transición en el ciclo evolutivo familiar.
La influencia de Erickson en la visión de Haley se advierte en la construcción y
entrega de directivas. Haley (1980b) define a las directivas a «todo cuanto se haga en
terapia […] Toda acción del terapeuta constituye un mensaje para que la otra persona
haga algo; en ese sentido está impartiendo una directiva» (p. 49-50)
Haley (1980b, p. 49) describe las variadas finalidades de las directivas del
siguiente modo:

«1. El objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se comporte de manera diferente, para
que tenga así experiencias subjetivas diferentes. Las directivas son un medio de provocar esos cambios.
2. Se las emplea para intensificar la relación entre los clientes y terapeuta: al decirles a aquellos qué
deben hacer, el terapeuta entra a participar en la acción y adquiere importancia, porque el individuo debe
hacer o no hacer lo que él le dice. Si deben hacer algo durante la semana, el terapeuta permanece ligado a
sus vidas durante todo es lapso, pues piensan qué pasará si no cumplen la tarea, si la cumplen a medias, si la
alteran para ejecutarla a su modo, etc.; en la próxima entrevista el terapeuta habrá adquirido más
importancia para ellos de la que habría tenido si no les hubiese dado una directiva.
3. Se usan para obtener información. La manera en que reacciona la gente al recibir una directiva es
esclarecedora respecto a ellos mismo y a cómo responderán a los cambios deseados. Ya cumplan con la tarea
impuesta, no la cumplan, olviden cumplirla o lo intenten infructuosamente, el terapeuta tendrá información
que de otro modo no poseería.»

Haley (1980b) distingue dos tipos de directivas: (1) «decirle a la gente qué debe
hacer con el propósito que lo cumplan» [ya sea «(a) ordenarle a alguien que deje de
hacer algo, (b) pedirle que haga algo diferente], y (2) decírselo con el propósito que no lo
cumplan, o sea, que cambien por la vía de la rebelión [tarea paradójica] » (p. 51, énfasis
en el original).

«[…] Es esencial saber impartir directivas de manera tal que sean ejecutadas; es una desgracia que
la mayoría de los cursos no incluyan la enseñanza de esta técnica. En buena medida debemos aprenderlas
por nuestra cuenta, a menos que encontremos un eximio terapeuta como Milton H. Erickson y podamos
recibir de él alguna enseñanza.» (Haley, 1980, p. 48) (Énfasis añadido)

El terapeuta necesitará motivar a la familia para que lleve a cabo las directivas.
«Las recomendaciones de Haley para el diseño de directivas siguen los consejos de
Milton H. Erickson. En resumen, ya que diseñar directivas para emplear las modalidades
en que la familia se refiere a su propia situación, lo mismo que cualquier otro recurso que
sus miembros puedan ofrecer […] el envoltorio de las directivas [puede] consistir en
metáforas, frases, ideas o tareas que brotan del paradigma de comunicación de la misma
familia [utilización terapéutica]» (Keeney y Ross, 1987, p. 142-143).
Haley se refiere a esta cuestión crucial del siguiente modo:

«[…] Cuando un terapeuta desea motivar a los miembros de una familia a que realicen una tarea,
tiene que convencerlos de que por su intermedio alcanzarán los objetivos individuales, recíprocos y familiares
que ellos desean. El modo en que lo haga dependerá de la naturaleza de la tarea, de la naturaleza de la
familia y del tipo de relación establecida con ésta; no obstante, podemos referirnos a los métodos generales
de motivación que se aplican a las personas.
En el enfoque directo, lo común es que el terapeuta les diga a los integrantes de la familia que
conoce y comparte su deseo de resolver el problema que los aqueja. Una vez convenido el objetivo, se ofrece
la tarea como un medio de alcanzar el fin deseado a través de la terapia.
Cuando hay discrepancias entre los miembros de una familia sobre los propósitos que se persiguen,
se hace a veces necesario hallar el modo de que la tarea le reporte alguna ganancia a cada uno de ellos.
[…] En el enfoque directo el terapeuta se funda en lo que ha aprendido sobre sus clientes en el
transcurso de la sesión, utilizando lo que parezca más obvio y evidente como base de su labor persuasiva.
Veamos ahora el enfoque indirecto, que puede emplearse cuando se prevé que la familia no
cooperará fácilmente en la tarea [énfasis añadido]. A menudo puede utilizárselo como primer paso,
adoptando luego una forma más directa. Consiste en hacer que los miembros de la familia hablen de sus
dificultades de manera tal que estén prontos a escuchar a quien puede sugerir qué deben hacer. Por ejemplo,
se les pide que hablen de todos sus intentos fallidos de resolver el problema, con lo cual se obtiene
información sobre los métodos probados y se evita pedirles que hagan algo que ya han intentado
infructuosamente. Otra ventaja importante es que en esta clase de conversación el terapeuta tiene
oportunidad de subrayar los fracasos anteriores; a medida que van enumerándolos, puede hacer hincapié en
su ineficiencia acotando: “Y eso también falló”, con lo cual advertirán finalmente que todo cuanto ellos
intentaron fracasó y habrá más probabilidades de que escuchen el ofrecimiento del terapeuta.
Otra manera similar de encarar la motivación consiste en alentar a los miembros de la familia a que
expliquen cuán desesperada es su situación, pudiendo convenir con ellos en que en verdad es bastante mala,
en vez de tranquilizarlos diciéndoles que no es para tanto; si se la pinta con tintes lo suficientemente negros,
escucharán al terapeuta y harán la tarea que se les ofrece. De este modo, el acentuar la angustia que ellos
sienten, el terapeuta la usa como una motivación, y hasta puede proyectar su situación hacia el futuro
haciéndoles conversar sobre los desastres que les aguardan si no toman alguna medida.
Pero también puede encararse la cuestión de una manera opuesta, si los integrantes de la familia
están comentando cómo mejoraron las cosas: se les da la razón, conviniendo en sus apreciaciones, y luego
se les pide que realicen la tarea pues ella les ayudará a progresar aun más; así, lo que ofrece el terapeuta
aparece como una pequeña adición para ayudarlos a continuar con su proceso de mejoría.
Puede motivárseles a hacer una tarea en el hogar iniciándolos en la ejecución de pequeños trabajos
en la entrevista.
[…] El terapeuta debe adecuar la tarea a las personas [énfasis añadido]. Mientras entrevista a una
familia reparará en qué clase de gente la integra, y así podrá amoldar la tarea a su manera de ser. Si hacen
hincapié en que las cosas deben hacerse en forma lógica y ordenada, se les ofrecerá una tarea lógica y
ordenada, porque será más probable que la cumplan. Si constituyen un hogar descuidado y desorganizado, la
tarea deberá ajustarse a ese marco. Si les preocupa el dinero, se recalcará la gratuidad de la tarea.
Otro punto importante es el modo en que se describe la magnitud de la tarea. Ante ciertas familias y
tareas podemos optar por empequeñecer a éstas; cuando la familia se muestra renuente a realizar la tarea, a
veces lo mejor es definir a ésta como un pequeño favor que se les pide. Si disfrutan de la crisis o tienen
propensión a dramatizar las cosas, puede decírseles que se les está solicitando algo importantísimo. En
suma, a algunas familias les parecerá que una tarea grande es demasiado para ellas, en tanto que otras
despreciarán una tarea pequeña; deben satisfacerse los requerimientos en ambos tipos de gente [énfasis
añadido].» (Haley, 1980b. p. 53-55)

Haley (1980b) también describe las intervenciones metafóricas y el uso de


analogías, como un método adecuado en aquellos casos en los cuales las directivas
directas no son las más adecuadas.
Respecto a las directivas paradójicas, Haley (1980b) realiza el siguiente análisis
teórico:

«[Las] tareas pueden parecerles paradójicas a los clientes, porque habiéndoles dicho que desea
ayudárselos a cambiar, al mismo tiempo se les está pidiendo que no cambien.
Hasta cierto punto, todas las familias que se hallan en una situación estable son reacias al cambio,
pero si se encuentran en un estado crítico e inestable que tiene a todos trastornados suelen seguir
dócilmente las directivas, porque están tratando de estabilizarse. Lo que ocurre en el primer caso es que al
pedirles que cambien, el terapeuta los está invitando a la inestabilidad y la novedad, situaciones contra las
que pueden reaccionar. Sin embargo, todos los que vienen en busca de ayuda lo hacen impulsados por su
inestabilidad…
[…] Por lo común, una familia que se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus miembros
constituye el problema. Al tener a modificar la situación de la persona problema el terapeuta también tiende
a desestabilizar a la familia, por lo que encontrará resistencia de variable intensidad. Las tareas paradójicas
tienen por fin abordar esta dificultad.
[…] El enfoque paradójico presenta siempre dos mensajes, transmitidos a niveles diferentes,
“Cambien”, y dentro del marco del mensaje, “No cambien”.» (Haley, 1980b, p. 64-65)

Haley (1980b) describe ocho etapas del enfoque paradójico:

«Primera: Como en toda terapia directiva, antes que nada hay que establecer una relación que se
define como tendiente a provocar el cambio. Esta definición suele estar implícita en el encuadre de la
situación cuando alguien solicita una terapia, pero puede hacerse hincapié en ella.
Segunda: Definir claramente el problema. […]
Tercera: Fijar los objetivos con claridad. […]
Cuarta: Ofrecer un plan. Conviene dar una explicación lógica que haga razonable una directiva
paradójica, aunque también podemos limitarnos a impartir la directiva dejando que el plan permanezca
implícito. […]
Quinta: Descalificar diplomáticamente a quien es tenido por “autoridad en la materia”. […]
Sexta: Impartir la directiva paradójica. […]
Séptima: Observar la reacción y seguir alentando el comportamiento usual. […]
Octava: A medida que continúa el cambio, el terapeuta deberá evitar que se le acredite cómo un
logro de él, dado que ello significaría aceptar que las recaídas están en relación con el terapeuta. Si bien este
puede desear “compartir” su obra con el cliente y explicarle qué está haciendo en realidad, corre el riesgo de
que su necesidad de aliento provoque un retroceso. Una forma de evitar todo mérito propio es mostrarse
perplejo ante una mejoría.» (Haley, 1980b, p. 69-71)

Con posterioridad, Haley (1987) analiza en forma extensa otra directiva


(estrategia) de Erickson, y que Haley denomina terapia de ordalía (denominada “coacción
de evitación–evitación” por Erickson y Rossi [1979]).
La técnica de la ordalía consiste en dar como consecuencia a un síntoma/problema,
otro comportamiento, generalmente de tipo penoso. Y por lo tanto, para no realizar el
comportamiento penoso, necesariamente el síntoma/problema tiene que remitir.
Haley (1987) también describe las etapas de esta intervención:

(1) Definición clara del problema: Es necesario una definición precisa del problema, puesto que la terapia
seguirá siempre a la presentación del síntoma. Haley ejemplifica esto cuando se tratan trastornos de
angustia, en donde es imprescindible que el consultante diferencie la angustia normal de aquella de la cual
quiere liberarse.

(2) La persona debe comprometerse a superar el problema: Puesto que esta es una terapia drástica que
el consultante realiza fuera de la consulta, es necesario contar con su compromiso de llevarla a cabo.
Una forma de lograr este compromiso es imitar a Erickson cuando entregaba este tipo de intervenciones:
Indicar al paciente que hay una cura de eficacia garantizada, pero no se le explica en qué consiste, hasta que
no haya accedido por anticipado someterse a ella. Puede decírsele al cliente que lo piense durante la semana
y que regresen a terapia si está dispuesto a hacer lo que se le pida, sea lo que fuere. Esto intriga al paciente,
y deberá aceptar llevar a cabo la terapia si quiere averiguar qué es.
En un ejemplo clínico de Erickson (Erickson y Rossi, 1979), Erickson le dice al paciente que tiene una cura
garantizada que lo podrá ayudar, pero que es difícil y no sabe si él es el paciente adecuado para asignarle la
terapia. Repite esto varias veces, mientras le habla de otras cosas, de modo que el paciente casi lo obliga a
administrarle el tratamiento (puesto que él es adecuado para esa terapia).

(3) Selección de la ordalía: El terapeuta es quien selecciona la tarea, con colaboración del paciente. Debe
poseer las siguientes características:
(a) debe ser lo bastante severa como para superar el síntoma;
(b) su cumplimiento beneficiará al paciente (puesto que no es un castigo);
(c) será algo que pueda hacer y que le parezca aceptable;
(d) deberá ser una acción clara, sin ambigüedades; y
(e) tendrá un principio y un fin claramente establecidos.

(4) La directiva deberá impartirse acompañada de una explicación lógica: Hay que dejar en claro que la
tarea debe llevarse a cabo cuando se presente la conducta sintomática y dentro de un horario fijo. Es
conveniente dar una explicación lógica que la haga parecer razonable; Haley sugiere que, por lo general,
debe ser una variación sobre el tema que si el cliente hace algo que le resulte más difícil de soportar que el
síntoma, éste desaparecerá.
Haley recomienda que con aquellos pacientes muy intelectuales es mejor entregarla sin ninguna
explicación, para evitar que el paciente pueda encontrar argumentos para afirmar o negar cualquier
explicación lógica, y por lo tanto poner en duda la eficacia de la tarea.
Si la ordalía es algo complicada, o el paciente tiene dudas de cómo llevarla a cabo, se entregará por
escrito.

(5) La ordalía continúa hasta que se resuelve el problema: El paciente tiene que cumplir la tarea con
exactitud, cada vez que deba hacerlo, y hasta que el problema desaparezca.

En síntesis, y aunque podamos estar de acuerdo o no con la visión de la terapia


familiar de Haley, le corresponde un papel muy importante en la difusión del aspecto
estratégico de la terapia inusual de Erickson. En el capítulo siguiente analizaremos cómo
los miembros del Centro de Terapia Breve del MRI fueron influenciados por la terapia de
Erickson para la formulación del enfoque de terapia estratégica interaccional.
Notas:
1
En el sentido de la “inducción” y “profundización” del trance hipnótico.

2
Es decir, la terapia es efectuada mientras el paciente se encuentra experimentando trance hipnótico.

3
Un proceso de acción conjunta contra un tercero (Keeney y Ross, 1987, p. 138)

4
Inusual para los años 1960-1980 y para aquellos terapeutas actuales adscritos a los enfoques de terapia
“tradicionales.” Haley, con sus publicaciones, ha posibilitado que esos métodos para abordar la terapia sean
usuales en el consultorio del terapeuta estratégico.

Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el


Centro de de Terapia Breve del MRI: “Hipnoterapia sin trance”

El Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación existió formalmente


hasta el año 1962, pero antes que finalizara esa iniciativa, en el año 1959, parte de los
miembros de ese Proyecto fundan el Mental Research Institute (MRI).
Wittezaele y García (1994) afirman que es difícil trazar una historia lineal de este
Instituto, porque en sus inicios aun estaba enlazado con el Proyecto de Bateson. Según
ellos, a contar del año 1962, cuando Bateson se marcha de Palo Alto, el MRI comenzó a
desarrollar «un enfoque más exclusivamente terapéutico e [impuso] su originalidad en el
medio de la terapia familiar» (p. 229)
El MRI fundado en 1959 al interior del Proyecto de Bateson, estando formado por
Don Jackson (su director), Jules Riskin y Virginia Satir. En 1960 se incorpora el psicólogo
austriaco Paul Watzlawick, luego en 1961 se agrega Hay Haley, y en 1962 se une Richard
Fisch al equipo.
A fines de 1962 Bateson abandona Palo Alto para trasladarse a realizar
investigaciones en las Islas Vírgenes, y en 1963 el MRI se convierte en una institución
independiente.
En el año 1967, se crea al interior del MRI el Centro de Terapia Breve del MRI, cuyo
director es Richard Fisch, el director asistente es John Weakland, y participan también
Paul Watzlawick y Arthur Bodin. En ese año Haley abandona el MRI para viajar a Filadelfia
a trabajar con Minuchin. En 1968 fallece Don Jackson y Virginia Satir abandona el MRI,
para trasladarse a Esalen.
Como puede percatarse el lector esta es una historia un tanto intrincada. Cuando
se crea el MRI en 1959, el interés de sus integrantes estaba dedicado a encontrar
«conceptos intermedios entre las grandes teorías de Bateson y la práctica de la terapia
familiar» (Wittezaele y García, 1994, p. 241) y Bateson sólo participa como consultor en
este Instituto.
Según Wittezaele y García (1994), el acontecimiento más importante durante el
período de transición del MRI es la llegada del joven Paul Watzlawick. Cuando llega a Palo
Alto recibe las orientaciones teóricas de Bateson, las técnicas terapéuticas de Jackson e
indirectamente las de Erickson (a través de Haley y Weakland). Watzlawick afirma,
«Debéis saber que el MRI y el grupo de Bateson formaban dos grupos distintos, no existía
el grupo de Palo Alto como tal, sino dos grupos en relación estrecha. ¡Era un lugar tan
vivo, con unas ideas tan interesantes! Venía gente de los lugares más lejanos, gente que
había oído hablar de nosotros» (Wittezaele y García, 1994, p. 244)
Sin embargo no todo es tranquilidad en Palo Alto, entre los años 1965 y 1967,
mientras bullía la actividad intelectual entre los miembros del MRI, aumentaban sus
conflictos interpersonales y teóricos. Mientras Virginia Satir estaba interesada en algunos
aspectos de la terapia familiar, Haley estaba desarrollando sus conceptos relativos a la
jerarquía y el poder en la familia, y los restantes miembros estaban interesados en
«comprender y formalizar las intervenciones “mágicas” de Jackson y Erickson para
convertirlas en instrumentos de trabajo transmisibles.» (Wittezaele y García, 1994, p.
255) (Énfasis añadido)

«Queríamos entrar en la cabeza de ese hombre [Jackson] y saber qué pensaba, de dónde sacaba sus
indicaciones. Pero él respondía cosas como: “Es evidente, basta con escuchar la risa de la madre.” Lo que
parecía ser también el caso de Erickson, quien explicaba sus intervenciones con unas formulaciones
analíticas muy complicadas que no querían decir nada. Así pues comenzamos un proyecto en el que
imitábamos a Jackson y a Erickson para ver cómo funcionaba el tratamiento…» (Wittezaele y García, 1994, p.
255)

La pragmática de la comunicación

Una de las publicaciones más conocidas del Instituto de Investigaciones Mentales


(MRI) es Pragmatics of Human Communication (Pragmática de la Comunicación Humana),
que vio la luz en 1967 (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1981).
Wittezaele y García (1994) indican que los autores consiguieron llevar a cabo una
tarea ardua: presentar bajo una forma accesible las ideas principales de la cibernética, la
teoría de los sistemas aplicada a la terapia familiar, y las ideas esbozadas por Ruesch y
Bateson (1965) sobre la comunicación interpersonal.
Si embargo Bateson no estuvo de acuerdo con esa obra. Watzlawick relata,

«[…] yo diría que él tenía una actitud muy ambivalente en lo que concierne al reconocimiento social.
Todavía lo escucho diciéndome en 1960 que lamentaba no ser más conocido, pero, al mismo tiempo, se las
ingeniaba para publicar siempre en revistas casi confidenciales, ignoradas por el gran público. Por un lado se
quejaba de no ser suficientemente conocido y por otro hacía todo para esconderse y hacerse invisible. Su
extrema discreción nos ha planteado más de un pequeño problema: cuando mis coautores y yo publicamos
Pragmatics of Human Communication, un libro donde intentábamos sintetizar y sistematizar un poco las
ideas de los dos grupos, Bateson estaba al principio muy feliz porque nosotros le dedicábamos esa obra, y lo
presentábamos como amigo y mentor; sin embargo, luego de publicado el libro, nos reprochó el haber
entregado al público una vulgarización prematura de sus ideas. Estos reproches me resultaron muy penosos,
porque yo le había hecho llegar a Hawai el manuscrito y me lo había devuelto con comentarios muy
elogiosos: me había escrito que nuestro texto reflejaba muy fielmente su pensamiento, especialmente el
capítulo sobre la paradoja, que según él era la mejor exposición sobre el tema que había leído hasta el
momento. Esto no le impidió un año más tarde cuando le mandé un ejemplar del libro publicado,
reprocharme muy enfáticamente que era una vulgaridad prematura de sus ideas. Cuando se lo hice notar:
“Pero Gregory, acuérdate de que en tu carta decías que nuestro libro…” él me respondió simplemente: “¡Esa
era mi manera de pensar el año pasado!”» (Watzlawick, 1991, p. 42-43
Wittezaele y García (1994) hubieran discrepado con Bateson si hubiesen podido
entrevistarlo,

«La obra no es una simple vulgarización de los trabajos de Bateson. Los autores van más lejos y,
partiendo de la teoría de la doble coacción, describen la utilización terapéutica de las paradojas pragmáticas
de la comunicación. Aunque estas técnicas terapéuticas ya han sido utilizadas por otros (Erickson, Sullivan,
Frankl…) ellos consiguen dar una explicación interaccional de las mismas en concordancia completa con sus
premisas teóricas. Consiguen pues relacionar la teoría con la práctica y, en esto, puede considerarse que la
obra es realmente un jalón capital para la revolución posterior de la terapia sistémica.» (Wittezaele y García,
1994, p. 253)

Terapia breve centrada en la resolución de problemas

Los resultados preliminares de las investigaciones clínicas y teóricas del Centro de


Terapia Breve del MRI fueron presentados en 1974 en Change, Principles of Problem
Formation and Problem Resolution (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976).
En el prólogo de ese famoso volumen, los autores escribieron,

«[…] En 1966, uno de nosotros, Richard Fisch, propuso crear lo que, a falta de un nombre más
adecuado designamos como centro de psicoterapia breve del Instituto de Investigaciones Mentales de Palo
Alto. Bajo su dirección comenzamos a investigar los fenómenos correspondientes al cambio humano y, al
hacerlo así, descubrimos muy pronto que ello exigía de nosotros la adopción de nuevos puntos de vista
acerca de cuanto hasta entonces habíamos creído, aprendido y practicado.
Otro elemento unificador estuvo representado por el hecho de que, desde un principio, hablamos un
mismo “lenguaje”. Como investigadores asociados al Instituto de Investigaciones Mentales, todos nosotros
contábamos con varios años de experiencia en la investigación de la intercomunicación humana y en
psicoterapia interaccional (es decir: referida a la pareja y a la familia), tal como ha sido desarrollada por el
Grupo de Palo Alto, bajo la dirección teórica de Gregory Bateson y la dirección clínica de Don D. Jackson. Nos
hallamos así acostumbrados a considerar el proceso más bien que el contenido, y el “ahora y aquí” más bien
que el pasado. No fue quizá menos importante el hecho de que todos nosotros teníamos una preparación y
una experiencia en hipnosis, lo cual no sólo nos hacía sentirnos a gusto en las intervenciones directas, sino
que nos puso también en contacto con las innovadoras técnicas de Milton H. Erickson, a quien todos nosotros
estamos profundamente agradecidos.
Desde el comienzo tuvimos la creencia que aunando nuestros conocimientos seríamos capaces de
operacionalizar los intrigantes fenómenos de cambio mencionados anteriormente y de encontrar así nuevas
vías para intervenir de un modo eficaz en las situaciones humanas problemáticas.» (Watzlawick, Weakland y
Fisch, 1976, p. 14-15).

Erickson escribió en el prefacio de Cambio,

«Habría preferido decir mucho más acerca de este libro de lo que aquí puedo decir. Por desgracia, mi
mala salud me lo impide, pero no será obstáculo para decir lo esencial.
Multitud de libros y de teorías se han ocupado del modo de cambiar a las gentes, pero, en último
término, son los autores de la presente obra los que han considerado seriamente el tema representado por el
cambio en si mismo, en el sentido de cómo ello tiene lugar espontáneamente y cómo puede ser
promocionado. Yo he intentado comprender esto mismo en mi propia obra y describirlos en mis escritos. […]
He considerado mucho de lo que he realizado como una forma de acelerar las corrientes que impulsan al
cambio y que maduran ya en la intimidad de la persona y de la familia, pero se trata de corrientes que
precisan de lo “inesperado”, lo “ilógico” y lo “súbito” para desembocar en un resultado tangible.
De este fenómeno representado por el cambio se ocupa el presente libro, de la naturaleza auténtica y
de las modalidades de cambio —aspectos que durante tanto tiempo no han sido tenidos en cuenta en la
formulación de teorías acerca de cómo cambiar a las personas.
[…] Me complace que mi propia obra haya contribuido a las ideas representadas en este libro y me
alegro haber tenido la oportunidad de hacer este pequeño comentario acerca del mismo.» (Watzlawick,
Weakland y Fisch, 1976, p, 9-10)

En 1974, Weakland, Fisch, Watzlawick y Bodin, describen 11 principios de su


enfoque de terapia breve centrado en la resolución de problemas:
1. Es un enfoque orientado al síntoma.
2. Los problemas son vistos como dificultades de la situación entre las personas –problemas de
interacción. Es decir, un modelo que no está basado en la patología.
3. Consideran a los problemas como un resultado primario de las dificultades de la vida cotidiana que
han sido mal manejados por los participantes comprometidos.
4. Los cambios de transición en la vida de la familia son considerados como las "dificultades de la vida
cotidiana” más comunes e importantes que pueden llevar a problemas.
5. Las dos formas principales en las cuales es probable que se desarrollen "problemas" son: si las
personas tratan una dificultad ordinaria como un "problema" o si tratan un dificultad ordinaria (o
peor) como no siendo un problema –es decir, ya sea sobre-enfatizando o quitando el énfasis a las
dificultades en el vivir.
6. Una vez que la dificultad comienza a ser vista como un "problema", la continuación y, a menudo la
exacerbación, de este problema resulta en la creación de un circuito de retroalimentación positiva,
centrado muy a menudo alrededor de esos comportamientos de los individuos en el sistema que
están intentando resolver la dificultad. La dificultad original se encuentra con una "solución"
intentada que intensifica la dificultad original, y así sucesivamente.
7. Ven a los problemas o síntomas de larga duración no como una "cronicidad" de algún defecto básico
en el individuo o la familia, ni incluso como un problema que se ha "montado" a través de tiempo,
sino como la persistencia de una dificultad manejada en forma deficiente en forma repetitiva.
8. Conciben a la resolución de problemas como una situación que requiere primariamente de la
sustitución de pautas de comportamiento para interrumpir los círculos de retroalimentación positiva
viciosos.
9. Buscan medios para promover un cambio benéfico que sí funcione, aunque esos remedios parezcan
ilógicos.
10. El cambio puede ser efectuado más fácilmente si la meta del cambio es razonablemente pequeña y
está claramente establecida.
11. Es un enfoque fundamentalmente pragmático. Las concepciones y las intervenciones están basadas
en la observación directa en la situación de tratamiento respecto a qué está ocurriendo en el sistema
de interacción humano, cómo continúa funcionando en esas formas, y cómo puede ser alterado más
efectivamente.

Según Keeney y Ross (1987), el enfoque del Centro de Terapia Breve del MRI es
uno de los abordajes más eficaces de solución de problemas que se hayan conocido
hasta esa época. «[…] la meta de la terapia no consiste en modificar la conducta
problema ni la conducta solución; la meta es alterar la pauta de interacción […] lo que se
tiene que abordar es la relación recursiva entre problemas y soluciones intentadas. Esta
relación recursiva es una pauta de interacción.» (Keeney y Ross, 1987, p. 98-99)
El tratamiento del Centro de Terapia Breve del MRI (Weakland, Fisch, Watzlawick y
Bodin, 1974) se compone de seis fases, a saber: (1) Introducción al encuadre del
tratamiento; (2) Interrogatorio y definición del problema; (3) Estimación del
comportamiento que mantiene el problema, (4) Diseño de metas de tratamiento; (5)
Selección y ejecución de intervenciones conductuales; y (6) Finalización.
La intervenciones del MRI que son un refinamiento de las estrategias terapéuticas
de Erickson (Haley, 1980a, 1980b) pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellas
destinadas a modificar el “encuadre” del problema (reestructuración o reencuadre
[Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976]) y las estrategias dirigidas a cambios en el
comportamiento (alteración de las pautas rígidas de las soluciones intentadas que
mantienen el problema), las cuales toman la forma de tareas para realizar entre sesiones
y que caen en la categoría de las intervenciones paradojales.
También se utilizan instrucciones paradojales para manejar el cambio y evitar las
recaídas.
En la fase del diseño de las intervenciones, proponer tomar en consideración la
motivación y características idiosincrásicas de los clientes para la prescripción de tareas
(utilización ericksoniana).
En el año 1982, Fisch, Weakland y Segal publican The Tactics of Change (Las
tácticas del cambio, 1984); volumen que está dedicado a Milton H. Erickson. En el
Prefacio a esa obra indican que ella es un complemento de Cambio. Por lo tanto, es un
texto mucho más explícito en los aspectos técnicos, ejemplificados a través de análisis de
casos. Dan especial énfasis a las “maniobras del terapeuta”, puesto que su enfoque es
estratégico. Asimismo, dedican un capítulo a “la postura del paciente”, en el cual
destacan que la influencia terapéutica para el alcance de metas debe adecuarse al estilo
de respuesta del cliente; de modo que éste esté dispuesto a llevar a cabo las
prescripciones.

Erickson y el enfoque interaccional

Watzlawick (1982) afirma que Erickson, como terapeuta, fue apartándose


paulatinamente desde una epistemología intrapsíquica –la cual tiene una visión monádica
de su objeto de estudio (el individuo) y que supone que la curación psicológica proviene
del insight– para acercarse a una postura en la cual tomaba más en consideración los
contextos sociales en donde se da el comportamiento humano. Sin embargo, mucho
antes que los teóricos se interesaran en la visión sistémica, Erickson ya había descubierto
cómo la familia del cliente puede favorecer u obstaculizar el cambio.
Los aportes de Erickson al Centro de Terapia Breve del MRI son justamente aquellos
aspectos de su trabajo que resaltan su pensamiento sistémico; es decir, que toman en
consideración al individuo y su sistema de interacciones.
Watzlawick (1982) describe las siguientes características de la terapia de Erickson
que ellos usaron en su propio enfoque:
(a) Los diferentes usos del lenguaje prespriptivo o inyuctivo.
El lenguaje de la indirección de Erickson puede ser considerado como mandatos para inducir
disposición a responder a las señales mínimas del terapeuta (disposición involuntaria a cooperar)
(Zeig, 1987). «Si dentro del marco de la hipnosis se le dice al paciente que eleve su brazo
derecho y él simplemente lo levanta, es respuesta no es necesariamente hipnosis. Sin embargo,
si el terapeuta le dice, “Me gustaría que de verdad se dé cuenta en una forma que sea edificante
[uplifting] que la hipnosis es realmente una experiencia adecuada [rigth] para usted en una forma
que pueda encontrar manejable [handly]”, y después el paciente eleva su brazo derecho, eso es
considerado una respuesta hipnótica. En forma alternativa, si el terapeuta dice, “En hipnosis me
gustaría que usted realmente comprendiera que puede encontrarse yendo [head down] a un
cómodo estado”, y el paciente mueve su cabeza hacia abajo en una respuesta disociativa
(automática) al mandato implicado, eso es juzgado como hipnosis» (Zeig, 1987, p. 394)

(b) El principio de la utilización ericksoniana: «Use [todo] lo que el paciente trae»


(Watzlawick, 1992, p. 150)
«Erickson nos enseñó […] a aprender el lenguaje del paciente y a usarlo para facilitar la tarea de
hacer que las personas se comportaran en una forma diferente.» (Watzlawick, 1982, p. 150)

(c) El uso de prescripciones acerca del comportamiento abierto de los pacientes,


para lograr cambios en las pautas de interacción que mantienen el problema; y
no malgastar el tiempo en especulaciones acerca de los diferentes cursos de
acción del tratamiento, como ocurre en las líneas más ortodoxas de la
explicación y la interpretación al servicio de la producción de insight.

(d) Sus enseñanzas acerca de la evitación de la resistencia al elegir la forma de


sugestión e intervención más apropiada al cliente, así como también su hábil
uso de la resistencia para promover un cambio rápido.
Watzlawick (1982) destaca entre este tipo de intervenciones a la “ilusión de
alternativas” terapéuticas. Ésta consiste en la entrega de dos opciones de
comportamiento entre los cuales elegir; pero esa elección es ilusoria, pues
ambas opciones corresponden a sólo un aspecto de un par de opuestos. «La
ilusión de alternativas se rompe, pues, en el instante en el que se adquiere
consciencia del par opuesto de orden superior» (Watzlawick, 1980, p. 99) «La
elegancia de la ilusión de alternativas descansa en el hecho que a través de ella
se coloca una desviación al servicio de su propia corrección» (Watzlawick, 1982,
p. 152)
(e) El uso que hacía Erickson de las historias, los juegos de palabras, los chistes y
las metáforas. «Lo que Erickson parece haber captado en forma intuitiva,
mucho antes que los investigadores del cerebro postularan la teoría de la
asimetría del cerebro humano, fue que las formas de lenguaje denominadas del
hemisferio derecho, tiene lejos mayor potencial que la brillantez de las
explicaciones e interpretaciones del hemisferio izquierdo.» (Watzlawick, 1982,
p. 153)

(f) El cambio en el foco de la atención del paciente que se logra a través de la


hipnosis. «[…] cualquier sugestión exitosa coloca la realidad de nuestros
pacientes en un marco conceptual y emocional diferente. Esta es la técnica del
reencuadre que puede ser exitosamente transplantada desde la hipnosis a los
estados de interacción sin trance.» (Watzlawick, 1982, p. 153)

“Hipnoterapia sin trance”

Tendrá que transcurrir casi una década desde la publicación de Tácticas del
cambio, para que Watzlawick y Nardone describan en forma explícita en L’ arte del
cambiamento (El arte del cambio) (Nardone y Watzlawick, 1992), cómo se lleva a cabo la
“hipnoterapia sin trance” a la cual ha hecho referencia en forma insistente Watzlawick.
Nardone y Watzlawick se refieren en los siguientes términos a la “hipnoterapia sin
trance”:

«[…] antes de exponer directamente los procedimientos terapéuticos, es fundamental aclarar


también que su eficacia depende, además de su validez específica para sintomatologías o problemas
particulares, sobre todo el influjo personal o el carisma del terapeuta. Es éste un factor que, a nuestro
entender, es determinante en terapia. En otras palabras, la eficacia de una estrategia depende mucho del
marco de sugestión con que se le presenta al paciente para inducirlo a una gran, y a veces involuntaria,
colaboración terapéutica, esto es, a una predisposición para el cambio. Para crear ese ambiente de sugestión
y carisma, el terapeuta ha de aprender a utilizar todo aquello a lo cual nos hemos referido […] con los
conceptos de “lenguaje imperativo” […] Este tipo de comunicación terapéutica, cuya mejor lección ha sido el
enfoque hipnótico de la terapia hecho por Erickson, constituye una de las prerrogativas fundamentales de la
terapia estratégica. Esta particular forma sugestiva de comunicativa es lo que definimos como hipnoterapia
sin trance. Recurriendo deliberadamente a ella, el terapeuta asume, en provecho del paciente, la
responsabilidad de utilizar los procedimientos eficaces y eficientes de sugestión hipnótica para influir en la
situación problemática presentada y cambiarla rápidamente.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 84-85)

Los elementos “lingüísticos ericksonianos” que constituyen la “hipnoterapia sin


trance” son descritos por Nardone y Watzlawick (1992) y por Nardone (1997) como los
siguientes:
(1) Aprender a hablar el lenguaje del paciente: Bandler y Grinder (1975),
Gilligan (1987) y Yapko (1990) denominan a esta estrategia matching
(calcado); es decir, el terapeuta “espeja” no sólo los vocablos del cliente,
sino que también sus entonaciones e incluso el lenguaje no verbal (bio-
rapport). Esta estrategia promueve una atmósfera de cercanía y calidez,
a la vez que ¿cómo podría estar en desacuerdo el cliente con su
terapeuta, si éste está comunicándose con él en un modo que le es
familiar? Desde el punto de vista de Erickson y Rossi (1979), esta
estrategia promueve una “tendencia al sí” (yes set), es decir, una
tendencia a aceptar lo que el terapeuta está diciéndole.
Nardone (1997) va más allá del sólo uso de los vocablos del cliente, sino que
propone que el terapeuta se percate acerca del modo en que éste estructura
su discurso, y utilice la misma estructura para formular sus intervenciones.
Nardone y Watzlawick (1992) indican que el terapeuta deberá actuar esta
estrategia con naturalidad, para que no parezca una maniobra artificiosa que
podría generar resistencia.

(2) Reestructuración: «Las reestructuraciones pueden ser actos


comunicativos puramente verbales, o también determinadas acciones del
terapeuta que conduzcan a la persona a un desplazamiento de la
perspectiva. […] La reestructuración puede tener diversos niveles de
complejidad, que abarcan desde simples redefiniciones cognoscitivas de
una idea o de un comportamiento, hasta complicadas reestructuraciones
paradójicas, pasando por el uso de metáforas y sugestiones evocativas.»
(Nardone y Watzlawick, 1992, p. 90)

(3) Evitar las formas lingüísticas negativas: Nardone y Watzlawick (1992)


afirman que se ha colocado en evidencia que los enunciados negativos
respecto a la conducta o las ideas del cliente tienden a culpabilizarlo y a
evocar, por tanto, reacciones de rigidez y rechazo.
Este es un principio que también se utiliza en la inducción de trance hipnótico.
Watzlawick (1980) indica que al lenguaje figurado le falta la sintaxis muy
lógica del lenguaje digital, de modo que es muy difícil comunicar la negación.
Además de la hipnosis, agrega Watzlawick, todo mandato es más eficaz si se
expresa en términos positivos.
Nardone y Watzlawick (1992) entregan el siguiente ejemplo para ejemplificar
este principio:

«[…] ante unos padres extremadamente hiperprotectores, que con sus cuidados familiares
castradores no han hecho más que llevar al hijo a la inseguridad y a la fragilidad psicológica, la
maniobra del terapeuta ha de consistir en felicitarles y darles satisfacción por los grandes
esfuerzos que han hecho al ocuparse de un hijo tan problemático y por los grandes sacrificios
vividos para protegerlo de tantos posibles peligros que ofrece el mundo. “Y así como hasta
ahora lo habéis hecho, de ahora en adelante lo haréis todavía mejor y tengo la certeza de que
sabréis hallar la manera de que él asuma ahora su responsabilidad.” Y aquí el terapeuta
prescribirá acciones y comportamientos claramente contrarios a la conducta precedente de los
padres.
[…] En este ejemplo, el procedimiento terapéutico mezcla tres técnicas diversas: la evitación de
las formas negativas, la reestructuración y la prescripción. Por lo común, esta maniobra
produce participación y colaboración orientadas al cambio, aun en sujetos sumamente
desconfiados o entumecidos en sus posiciones, y sobre todo no provoca reacciones negativas
provenientes de la culpabilización del paciente con relación a sus propias acciones.» (p. 94-95)

(4) Paradojas y comunicación paradójica: «La paradoja […] es un tipo de


trampa lógica en la que tropieza toda la lógica racionalista clásica. […]
Aplicada al específico contexto terapéutico, la paradoja posee la
propiedad de desquiciar los círculos viciosos y recurrentes de
“soluciones” ensayadas que el paciente presenta en forma obstinada, por
la simple razón que pone en crisis el sistema preexistente de
percepciones de la realidad y reacciones ante ella.» (Nardone y
Watzlawick, 1992, p. 96)

(5) Uso de la resistencia: Erickson fue un maestro en la utilización de la


“resistencia” de sus sujetos para cooperar en la inducción hipnótica
(Erickson, 1964/1980b; Erickson y Rossi, 1979), y para que cooperaran
con la terapia. En lugar de interpretarla o luchar contra ella, la aceptaba e
incluso la estimulaba. «Se procede creando un “doble vínculo”
terapéutico [Erickson y Rossi, 1975/1980; Erickson, 1980e; Rossi y
Jichaku, 1992] que se manifiesta colocando al paciente en una situación
paradójica, en la que su resistencia, o su rigidez para con el terapeuta,
llegue a ser una prescripción y sus reacciones un avance en la terapia. De
modo que la función prioritaria de la resistencia queda anulada mientras
se utiliza su fuerza para promover el cambio; la resistencia prescrita, de
hecho, deja de ser resistencia y se convierte en cumplimiento.» (Nardone
y Watzlawick, 1992, p. 100-101)

(6) Uso de anécdotas, relatos y lenguaje metafórico: «Esta estrategia


comunicativa posee la prerrogativa de permitir la comunicación de
mensajes aprovechando la forma indirecta de la proyección e
identificación que, por lo común, una persona pone en práctica ante los
personajes y las diversas situaciones del relato.» (Nardone y Watzlawick,
1992, p, 102)
Esta modalidad de comunicación minimiza la resistencia, ya que el mensaje
no es entregado en forma directa (Lankton y Lankton, 1983; Nardone y
Watzlawick, 1992; Zeig, 1985), sino que inicia una búsqueda inconsciente de
significado (Erickson y Rossi, 1979).

Desde la perspectiva de nuestro análisis, estamos en condiciones de afirmar aquí,


que desde el punto de vista del legado de Erickson a la terapia actual, le corresponde al
Centro de Terapia Breve del MRI el mérito de haber extraído las pautas generales del
trabajo hipnótico sin “inducción de trance” de Erickson y haberlas colocado a la
disposición de cualquier terapeuta que esté realmente interesado en una terapia breve
en un ámbito interaccional.
Los miembros del Instituto de Investigaciones Mentales y del Centro de Terapia
Breve del MRI no solamente han ayudado a sacar a la “hipnosis” del campo de lo que se
considera marginal en psicoterapia (Haley, 1997), al resaltar sus aspectos interaccionales
(comunicacionales), sino que también han ayudado a desentrañar las pautas de la
“magia” para influenciar la experiencia de otras personas de ese “genio loco” que fue
Erickson. Su trabajo de sistematización refuerza la posición de Erickson que el aura de
influencia hipnótica no descansa en los poderes personales del terapeuta que impone
sobre el paciente, sino que es un proceso de co-construcción de una nueva realidad a
través del uso hábil de la observación y el lenguaje.
Notas:
«Jackson apreció tanto esta colaboración con Bateson [al interior del Proyecto de Bateson para el estudio de la
comunicación] que, cuando en 1959 fundó el Mental Research Institute (MRI), él propuso a Gregory integrar su grupo en
ese instituto. Bateson no aceptó, primero, porque deseaba mantener su independencia y, además, porque los métodos de
Jackson le provocaban los mismos sentimientos ambivalentes que los de Erickson. Sus reticencias nuevamente tenían que
ver con la cuestión de influir, de ejercer poder sobre otra persona.» (Watzlawick, 1991, p. 39-40)
«Bateson conoció a Erickson por razones profesionales al volver de su viaje a Bali; él quería informarse sobre los
fenómenos de hipnosis y trance que había observado durante algunas danzas rituales realizadas en los templos balineses y
para esto fue a ver a Erickson, que era un hipnoterapeuta muy conocido. A partir de allí tuvo con él una relación muy
ambivalente: como ustedes saben, Bateson detestaba profundamente toda forma de influencia y, en particular, toda forma
de poder, y, a pesar de que lo impactó el éxito de Erickson, el uso sutil de la sugestión en el que se apoyaban sus
resultados le molestaba. Muchas veces yo le decía: “Pero al fin y al cabo, ¿qué es lo que quieres, Gregory? El acto de
ayudar debe ser un acto de influencia, es más, no puede dejar de serlo”, pero nunca pude lograr que me contestara esa
pregunta.» (Watzlawick, 1991, p. 37-38)

(MPL) Recuerdo lo difícil que fue para mí comenzar a comprender los conceptos vertidos en esa obra cuando tuve la suerte
de estudiarla en el último año de mi formación universitaria como psicólogo en 1981. Hasta esa fecha mi formación estaba
sólo encuadrada en la psicología experimental de tradición skinneriana y las metodologías de estudio de las “ciencias
duras”, y mis aproximaciones a la psicoterapia correspondían a la terapia humanista de Rogers y Perls, y algo de terapia
conductual.
Sin embargo, veinte años después, después de casi una década de docencia universitaria, aun sigo encontrando que los
alumnos avanzados y los psicólogos jóvenes no logran conectar esas ideas del MRI que han estudiado en la asignatura de
“Comunicación” con la psicoterapia.
En “Brief Therapy: Problem Resolution Focused” (Weakland, Fisch, Watzalwick and Bodin, 1974) indican en una nota a pie
de página: «El trabajo de Jay Haley ha sido valioso al hacer más explícito los principios y prácticas de Erickson, así como
también el suministro de ideas del propio trabajo de Haley en terapia familiar y tratamiento breve.»

Se sugiere revisar el volumen de Keeney y Ross (1987) para una lectura cibernética del enfoque del Centro de Terapia
Breve del MRI.

El volumen de Cade y O’Hanlon (1995) es una excelente sistematización de estrategias terapéuticas en terapia breve.

“Inyungir” = Prevenir, mandar, imponer. (Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima Primera Edición, 1992)

Juego de palabras intraducible al castellano en el sentido que le está dando Zeig. Desde el punto de vista lingüístico, el
idioma inglés, debido a la abundancia de homófonos (característica que no posee el castellano), se prestó muy
adecuadamente para el lenguaje indirecto de Erickson, en lo que respecto a su uso de juego de palabras y chistes.

La cual fue observada por Weakland y Jackson en su vertiente patológica en la comunicación de familias de
esquizofrénicos. (Watzlawick, 1980)

Es paradojal que en ningún volumen de los discípulos de Erickson se encuentre un análisis estratégico de los métodos de
influencia de ese terapeuta. En general han hecho énfasis a los “procesos del inconscientes”, pasando por alto las
consecuencias pragmáticas de esas “técnicas”.

«[…] se puede decir que toda terapia consiste en operar cambios en aquellas modalidades por cuyo medio las personas
han construido su realidad segundo orden (realidad respecto de la cual están totalmente convencidos que es la única
verdadera).
En la terapia tradicional, se intenta llegar a este resultado mediante el uso del lenguaje indicativo, esto es, el lenguaje de la
descripción, de la explicación, de la confrontación y demás. Este es el lenguaje de la ciencia clásica y de la causalidad
lineal. No obstante, este lenguaje no se presta bien a la descripción de los fenómenos no lineales, sistémicos; y aun se
presta menos a la comunicación de nuevas experiencias y percepciones, para las que el pasado no proporciona posibilidad
de comprensión y que se encuentra más allá de la construcción de la realidad de una persona determinada.
¿Y qué otro lenguaje existe? La respuesta nos la da, por ejemplo, George Spencer Brown en su libro Leyes de la forma, en
el que, casi entre líneas define el concepto de lenguaje imperativo. “[…] En este sentido se puede establecer una
comparación con las ‘artes’ prácticas, como la cocina, en la que el gusto de un dulce, aunque indescifrable en palabras,
puede ser comunicado al lector en forma de un conjunto de instrucciones que se denomina receta […]”
En otras palabras, si logramos motivar a alguien a que emprenda una acción, por si misma siempre posible, pero que
alguien no ha llevado a cabo porque en su realidad de segundo orden no veía ni sentido ni razón en cumplirla, entonces a
través de la misma realización de esta acción experimentará algo que nunca explicación o interpretación alguna habría
podido inducirlo a ver o experimentar. Y con esto hemos llegado a Heinz von Foerster y a su imperativo: Si quieres
aprender, aprende a obrar.
[…] Para quien conozca la labor de Milton Erickson, el concepto de lenguaje imperativo, si ya no es la misma designación,
no representa nada nuevo. En la segunda mitad de su carrera profesional, Erickson utilizó cada vez más, en orden a lograr
un cambio terapéutico, las prescripciones de comportamiento directo al margen de los estados de trance.» (Nardone y
Watzlawick, 1992, p. 25-27)

Y que se relacionan directamente con las inducciones naturalistas de trance hipnótico.


Capítulo 8: El estudio de las pautas lingüísticas en la terapia
hipnótica de Erickson: La Programación Neurolingüística

Bandler y Grinder publicaron en 1975 un volumen acerca del análisis de las pautas
lingüísticas del trabajo hipnótico de Erickson (Patterns of the Hypnotic Techniques of
Milton H. Erickson, M.D.), con el objetivo de crear un mapa de de esas pautas, de modo
que otras personas pudieran aprenderlas y usarlas.
Esos autores usaron la gramática transformacional para estudiar el lenguaje
utilizado por Erickson en la inducción de trance hipnótico, a la vez que analizaron algunas
de sus pautas más generales.
Ellos descubrieron que en las inducciones de trance de Erickson aparecían las
siguientes pautas:
«(1) Acompañar [pacing] y distraer el hemisferio dominante (lenguaje);
(2) Utilización del hemisferio dominante, procesamiento lingüístico que ocurre por
debajo del nivel de percatarse consciente;
(3) Acceso del hemisferio no dominante.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 13)

El acompañamiento verbal consiste en describir el comportamiento observable del


cliente, y en la descripción de la experiencia no observable de éste. «En el proceso de
acompañamiento, el hipnotista se está transformando a si mismo en un sofisticado
mecanismo de retroalimentación […] el hipnotista puede usar su propia postura y
movimientos corporales, su propia tonalidad y tempo como mecanismos de
acompañamiento. Erickson adopta con frecuencia la tonalidad, la sintaxis y el tempo del
habla del cliente, acomodará su propia postura corporal, el ritmo respiratorio y los gestos
para hacer juego [matching] con los del cliente. De este modo, el cliente siente su propia
respiración, la elevación y el descenso de su pecho, y simultáneamente ve a Erickson
moverse al mismo ritmo. Erickson extiende esos principios en todas las formas. No
solamente hace que su respiración haga juego con la del cliente, sino que su tono de voz
haga juego con la respiración del cliente o su pulso, al observar cómo se expanden o
contraen las venas de éste. Usará palabras y frases que ha escuchado usar al cliente e
inflexiones de la voz usadas tonalmente por el cliente. En esencia, hace de sus propios
canales de output un mecanismo de retroalimentación que hará juego con la experiencia
subjetiva del cliente, en los niveles consciente e inconsciente. Rara vez los clientes son
conscientes de las complejas formas en que Erickson está acompañándolos. Esta falta de
percatarse de parte del cliente parece ser un ingrediente esencial en la rápida y efectiva
inducción de trance.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 16-17) (Énfasis añadido)
Más adelante en ese volumen, esos autores analizaron el lenguaje usado por
Erickson para distraer y/o utilizar la mente consciente, y que se usa conjuntamente con el
acompañamiento. El objetivo de ese lenguaje tiene como objetivo guiar al cliente hacia
una realidad deseada por el terapeuta (Bandler y Grinder, 1975; O’Hanlon, 1989).
Advirtieron las siguientes pautas lingüísticas:
a) Uso de la conjunción; conectivos “y”, “pero”:
Está escuchando el sonido de mi voz y está relajándose más y más
[You are listening to the sound of my voice] [and] [you are relaxing more
and more]

Está sentado en la silla y está entrando profundamente en


trance
[You are sitting in the chair] [and] [You are drifting deeper into
trance]

b) Uso de causativos implicados; conectivos “cuando”, “mientras”, “a medida


que”, “durante”, “antes”, “después”.
Sus ojos se colocarán más pesados mientras escucha el sonido de
mi voz
[Your eyelids will grow heavy] [while] [You listen to the
sound of my voice]

Sus ojos se colocarán más pesados a medida que escucha el sonido de


mi voz
[Your eyelids will grow heavy] [as] [You listen to the sound of
my voice]

c) Uso de causa y efecto: “hará que”, “ocasiona que”, etc.


Al mirar ese pisapapeles sus ojos se volverán más pesados
[Staring at that paperweight] [Your eyelids become heavy]

Al escuchar el sonido de mi voz se relajará más y más


[Listening to the sound of my voice] [You relax more and more]

Estas pautas pueden hacerse más complejas cuando se introduce la negación:


No será capaz de mantener los ojos abiertos a medida que
sienta el peso de ellos…
[You won’t be able to sep your eyelids open] [as] [you feel their
weight…]

No hablar es facilita no escuchar ningún sonido,


excepto el de mi voz
[Not talking] [makes it so easy] [To not listen to any sound but my voice]

Con el objetivo de la inducción de trance y facilitar la involucración experiencial del


cliente, Erickson usaba también las siguientes pautas lingüísticas:
a) Indices referenciales generalizados: Son fases vagas a las cuales les falta el
pronombre, de modo que el oyente se ve obligado a otorgarle un significado
(“búsqueda transderivacional”, en el lenguaje de Bandler y Grinder):
“… algunas ideas interesantes de alguien de otra época…” (O’Hanlon, 1989, p.
150)

b) Supresiones gramaticales y agramaticales: Son frases en las cuales se han


suprimido pronombres que obligan al oyente a establecer la relación entre la
representación lingüística completa (estructura profunda) y la frase escuchada
(estructura de superficie). Bandler y Grinder (1975) indican que Erickson usaba
dos tipos de supresiones: Supresión gramatical, que resulta en una frase de
estructura de superficie bien formada en inglés; y Supresiones agramaticales,
en las cuales la estructura de superficie no es una frase bien formada en inglés.
Este proceso fuerza al oyente a otorgarles el significado completo.
Ejemplos de supresiones agramaticales son los siguientes:
y usted se dará totalmente cuenta que usted… [and you fully realize so well
that you…]
y está muy claro que usted quiere y necesita… [and so clearly you want and
need…]
Yo querré decirle pronto… [I will want soon to tell you…]

c) Nominalizaciones: Sirven como una herramienta del hipnotista para sobrecargar


al hemisferio dominante, al requerir una codificación compleja. Se construyen a
través de la supresión total de algún índice referencial y estimulan una activa
búsqueda de significados. Según Bandler y Grinder, permiten que el cliente dé
sus propios significados a partir de su modelo de mundo, de acuerdo a sus
propias necesidades.
La satisfacción de permitir a su mente inconsciente comunicarse…
[The satisfaction of allowing your unconscious mind to communicate]

Las profundidades del estado de trance…


[The depths of the trance state]

A medida que la presencia de la relajación y la curiosidad…


[As the presence of relaxation and curiosity]

d) Restricción de selección: Es una clase de estructuras de superficie denominadas


“metáforas”. Son una violación del significado bien formado como es
comprendido por los nativos de una lengua.
Por ejemplo la alusión que hace Erickson a una semilla de tomate:
«Oh sí, Joe, crecí en una granja, pienso que una semilla de tomate es una cosa
maravillosa, piense, Joe, piense en esa pequeña semilla ahí que duerme tan
descansadamente, tan cómoda una bella planta…»
[Oh yes, Joe, I grew up on a farm, I think a tomato seed is a wonderful thing,
think, Joe, think in that little seed there does sleep so restfully, so comfortably]
(Bandler y Grinder, 1975, p. 37)

e) Ambigüedad: Erickson usaba diversos tipos de ambigüedad para promover la


búsqueda inconsciente de significados en sus sujetos experimentales y clientes.

Otras pautas utilizadas también por Erickson eran los mandatos entrelazados
[imbedded]; que son formas lingüísticas para construir un potencial de respuesta en el
cliente al utilizar los procesos del hemisferio dominante (Bandler y Grinder, 1975). Esos
autores describieron dos tipos de mandatos enclavados:
a) Las preguntas entrelazadas: que sirven al propósito de construir un
potencial de respuesta al proponerle preguntas al cliente sin permitirle
una respuesta abierta. «A menudo son presuposiciones de otros mandatos
y sirven para distraer al hemisferio dominante al tener que usarse el
diálogo interno para responder a la pregunta, o intentar responder a las
preguntas, o incluso imaginarse cual debiera ser la respuesta a las
preguntas, o incluso, más aun, si pudiera responderse a las preguntas,
aunque una pregunta no puede ser respondida realmente.» (Bandler y
Grinder, 1975, p. 171)
Algunos ejemplos:
Me pregunto si usted sabe cuál mano se elevará primero
[I wonder whether you know which hand will rise first]

No sé si usted sabe si entrará en trance o no


[I don’t know if you know whether or not you’re going into a trance]

b) Los mandatos entrelazados: Son mandatos a través de los cuales se hacen


sugerencias indirectas, lo cual disminuye la probabilidad que el cliente se
resista a ellos.
Mi madre me dice a menudo Fred, respire profunda y lentamente.
[My mother often tells me to Fred, breathe deeply and slowly.]

Otro tipo de mandato enclavado, son los mandatos entrelazados indirectos, que
obviamente son menos resistidos.
El significado es muy difícil de comprender; qué significa cuando alguien dice,
no se mueva o no hable. Qué quieren decir cuando dicen, cierre sus ojos
AHORA. Qué quieren decir cuando dice, Cuente hacia atrás en silencio, de 20 a
1.
[Meaning is so difficult to understand; what does it mean when someone says,
don’t move or don’t talk. What do they mean when they say, shut your eyes
NOW. What do they mean when they say, Count backwards silently from 20 to
1.] (Bandler y Grinder, 1975, p. 174)

En el año 1977, Grinder, Delozier y Bandler, publicaron el volumen 2 de Patterns of


the Hypnotic Techniques of Milton H. Erickson, M.D. En esa obra, los autores introducen
su modelo de los sistemas representacionales de la experiencia humana: sistemas Visual,
Kinestésico, Auditivo Tonal y Olfatorio; distinguiendo experiencias sensoriales externas (e)
e internas (i), dependiendo del foco de atención del sujeto. Con estas nuevas
herramientas de análisis, proceden como en el volumen anterior a realizar esa lectura de
transcripciones de trance hipnótico de Erickson.
Finalizan ese volumen con una extensa transcripción de un trabajo de Erickson con
hipnosis, destacando tres niveles de análisis: (1) las pautas verbales descritas en el
volumen I; (2) las pautas para extraer y utilizar las propias experiencias pasadas del
cliente, en donde las pautas verbales se emplean para la “búsqueda transderivacional”; y
(3) la utilización de los sistemas representacionales.
Posteriormente, en 1981, Grinder y Bandler publican Trance-Formations, un
volumen que transcribe un taller dictado por los autores. En ese texto enseñan en forma
práctica cómo inducir trance hipnótico según el estilo de Erickson, a través de una
metodología que hace uso de las pautas estudiadas en los dos volúmenes anteriores.
Esta obra es un real aporte, puesto que por primera vez podía aprenderse en forma
sencilla esas estrategias que parecían tan complejas.
Los autores enseñan a través de ejercicios guiados los siguientes tipos de
inducciones de trance:
a) Acompañar y dirigir verbal;
b) Acompañar y dirigir no verbal;
c) Sobreposición de sistemas representacionales; estrategia consistente en
acompañar al sujeto en su sistema representacional predominante y llevarlo
paulatinamente a otros sistemas representacionales menos usados por la
persona.
d) Acceso a estados de trance previos.

Algunas de las técnicas terapéuticas descritas por ellos, y que forman la base de la
Programación Neurolingüística, también están basadas en elementos del trabajo de
Erickson con hipnotismo. Sin embargo, este trabajo pionero de los creadores de la
Programación Neurolingüística abarca una porción mínima del enfoque de Erickson, y es
evidente que no basta solamente con aprender a inducir trance hipnótico para efectuar
psicoterapia, éste es un recurso que debe tener un propósito.
Los acercamientos “hipnóticos” analizados por Grinder y Bandler dejan fuera
aquellos acercamientos de utilización más sofisticados de Erickson cuyo propósito era
convertir la “resistencia” en cooperación, y que no solamente se aplican en la “inducción
de trance” sino que en el diseño de todo el proceso de psicoterapia. El análisis de las
pautas lingüísticas de Erickson efectuadas por estos investigadores es un análisis de tipo
molecular que sirve para desentrañar parte de los “secretos” básicos de Erickson; pero
cuya aplicación aislada difícilmente podría servir para la construcción de una “terapia
ericksoniana” que busca la modificación de las pautas que mantienen el problema
presentado.
Respecto a lo que ocurrió con este trabajo inicial de Grinder y Bandler, Miller,
Duncan y Hubble (1999) han escrito lo siguiente:
«[…] considérese lo que sucedió con la conceptualización revolucionaria del trabajo de Milton
Erickson realizada por Richard Bandler y John Grinder. Rápidamente fue vista como un producto terminado,
esta visión pionera fue transformada en una estrtuctura monolítica de procedimientos rígidos, extensos
entrenamientos, y un proceso de certificación que en muchas formas era la antítesis del estilo fluido de
Erickson. Como sucedió en el movimiento de la Programación Neurolingüística (PNL), ¡la estructura se igualó
a y realmente reemplaza a la idea revolucionaria que comenzó todo el proceso por primera vez! Cuando esto
sucede, el paradigma se ha convertido en ortodoxia.» (p. 74)

Notas:

Desde el punto de vista de las Microdinámicas de la Inducción de trance y la sugestión terapéutica descritas por Erickson,
Rossi y Rossi (1976), las maniobras descritas por Bandler y Grinder tienen como objetivo la fijación de la atención del
cliente.

Algunas estas preguntas están construidas de tal modo, que se solicita una respuesta consciente para un fenómeno que
solamente puede ser inconsciente. Por ejemplo, “¿cuál dedo se elevará por si mismo para indicar que usted ya está
preparado para entrar en trance?” Lo cual confunde enormemente al oyente; de modo que si se mueve un dedo por si sólo,
los esquemas conscientes estarán tan debilitados, que con probabilidad seguirá cualquier indicación del terapeuta.
(Erickson y Rossi, 1979)
Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee
y Erickson

El trabajo del Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee, fundado en 1978 y


liderado por Steve de Shazer, está relacionado con la forma en que Erickson concebía la
psicoterapia.
Este enfoque de terapia breve estuvo influido en sus inicios por las ideas de
Gregory Bateson, el trabajo del Centro de Terapia Breve del MRI (Ochoa, 1995), y
Erickson. De Shazer (1991) afirma que la historia de la terapia breve puede rastrearse
hasta la publicación del artículo “Special Techniques of Hypnotherapy” de Erickson
(1954a/1980d); y en la historia del grupo de Milwaukee, sus primeras aproximaciones al
trabajo en terapia breve provienen de la aplicación y sistematización de algunas de las
estrategias desarrolladas por Erickson.
Asimismo, y cómo veremos más abajo, algunas de las estrategias propuestas por
este modelo en el abordaje terapéutico implican un revisitar, a través del diálogo
terapéutico, algunas ideas centrales y estrategias en el enfoque de Erickson.
En 1986, de Shazer y sus colaboradores publican el artículo denominado “Terapia
BreveCapítulo 1: Milton H: Centrada en el desarrollo de soluciones”, en donde exponen en
forma sucinta los principios básicos de su enfoque, los cuales, afirman, están en relación
con los conceptos del Centro de Terapia Breve del MRI.
Estos principios básicos son los siguientes:
1. «La mayoría de las quejas se desarrollan y son mantenidas en el contexto de
la interacción humana. Los individuos traen consigo sus cualidades únicas,
recursos, limitaciones, creencias, valores, experiencias, y a veces
dificultades; y continuamente aprenden y desarrollan diferentes maneras de
interactuar con cada uno de los otros. Las soluciones consisten en cambiar
las interacciones en el contexto de las restricciones de esa situación única.»
2. «La tarea de la terapia breve es ayudar a los clientes a hacer algo diferente,
cambiando su conducta interaccional y/o su interpretación de las conductas y
situaciones, de tal manera que pueda ser alcanzada una solución (una
resolución de su queja).»
3. La denominada “resistencia” a la terapia no es vista como “resistencia”
(impedimento), sino que como un estilo particular de cooperar del cliente
(“cooperancia” [de Shazer, 1984]) que debe ser tomado en consideración por
el terapeuta para estructurar el tratamiento (utilización terapéutica).
«Actualmente, la llave que nosotros inventamos para promover cooperación es
bastante simple: Primero conectamos el presente con el futuro (ignorando el
pasado, excepto el pasado exitoso), entonces les pedimos a los clientes que
piensen acerca de lo que ya están haciendo que pueda ser útil y/o bueno para
ellos, y entonces –una vez que lo saben, nosotros estamos de su lado– podemos
hacer una sugerencia de algo nuevo que ellos podrían hacer y que es, o al menos
podría ser, bueno para ellos.»
4. «Cualquier conducta puede ser vista desde una multitud de puntos de vista,
y el significado que es dado a la conducta (o secuencia de conductas)
depende de la construcción o interpretación del observador», de modo que si
cambia la interpretación del problema, éste puede dejar de ser un problema.
5. «Solo es necesario un pequeño cambio. Por lo tanto, solo es necesaria una
meta pequeña y razonable. […] Inversamente, parece que mientras más
grande sea la meta o el cambio deseado, más duro será establecer una
relación de cooperación y es más probable que el terapeuta y el cliente
fracasen.»
6. «Cambios en una parte del sistema conducen a cambios en el sistema como
un todo. Por lo tanto, el número de personas que está exitosamente
construyendo el problema y la solución, no importan necesariamente.»
7. «La terapia efectiva puede ser hecha aún cuando el terapeuta no pueda
describir acerca de lo que el cliente está quejándose. Básicamente, todos los
terapeutas y clientes necesitan saber: “¿Cómo sabremos cuando el problema
esté resuelto?” […] Los detalles de las quejas de los clientes y una
explicación de cómo el problema es mantenido puede ser útil para el
terapeuta y el cliente, para construir rapport y construir intervenciones. Pero,
para que un mensaje de intervención se ajuste exitosamente, no es
necesario tener una descripción detallada de la queja. Ni siquiera es
necesario construir una explicación rigurosa de cómo el problema es
mantenido.»

Así como los miembros del Centro de Terapia Breve del MRI distinguen
“dificultades” y “problemas”, De Shazer y sus colaboradores (1986) distinguen entre
“dificultades”, “quejas” y “soluciones”:
«Dificultades son una maldita cosa después de otra en la vida cotidiana, que los clientes
frecuentemente llaman “problemas”. Estas incluyen, pero no están limitadas a eso, tales cosas como el auto
no arranca, un jarro no abre, un marido y su esposa discutiendo ahora y entonces, y un niño mojando la
cama.
Quejas consisten en una dificultad y en intentos infructuosos que se hacen recurrentes por superar
esa dificultad, y/o una dificultad más la percepción de parte del cliente que la situación está estática y nada
está cambiando; esto es, una maldita cosa después de otra se convierte en la misma maldita cosa una y otra
vez.
Soluciones son los cambios perceptuales o conductuales que el terapeuta y el cliente construyen para
alterar la dificultad, la forma ineficaz de superar la dificultad, y/o son la construcción de una manera de ver
alternativa aceptable que habilita al cliente para experimentar la situación de queja de manera diferente.
Algunas soluciones se desarrollan a través de la resolución de un problema (esto es, la queja del cliente más
la visión del terapeuta de la queja, la que incluye soluciones potenciales) construido; otras soluciones se
desarrollan a través de la construcción de futuros alternativos que no incluyen la queja.»

En términos generales, la terapia breve del Centro de Terapia Familiar Breve de


Milwaukee tiene como objetivo la ampliación de «los aspectos satisfactorios del
funcionamiento de los clientes en el área del problema y fuera del mismo, es decir, en
ampliar las soluciones eficaces y resaltar aquello que es satisfactorio en la vida de los
individuos y familias.» (Ochoa, 1995, p. 109)
En este enfoque, se considera al cliente como el mejor experto en si mismo
(DeJong y Berg, 1998), en donde la terapia será construida en base a las fortalezas de los
propios clientes y lo que ha han venido haciendo bien. Para alcanzar este propósito, el
actuar del terapeuta en las entrevistas (sesiones) tiene el sello de la empatía terapéutica
para facilitar una alianza terapéutica que posibilite la colaboración mutua y que facilite la
motivación a la acción del cliente. «[Los terapeutas] no nos vemos a nosotros mismos
como un experto que evalúa científicamente los problemas del cliente y después
interviene; por el contrario, nos esforzamos en ser expertos en la exploración de los
marcos de referencia del cliente y en la identificación de aquellas percepciones que los
clientes pueden usar para crear una vida más satisfactoria.» (DeJong y Berg, 1998, p. 20)
De Shazer (1992, p. 105) esquematizó en un diagrama de flujo el desarrollo de la
terapia en este enfoque, el cual es el fruto de años de investigación con su equipo. En
términos muy generales, en el proceso de la terapia se destacan los siguientes pasos del
terapeuta (DeJong y Berg, 1998; de Shazer, 1992):
A. Los pacientes acuden a terapia con quejas y con diversas motivaciones. El
terapeuta necesita percatarse del tipo de relación cliente-terapeuta que
establece el cliente para poder efectuar el “tratamiento.”
En aquellos casos en que queda claro que el cliente percibe que tiene un problema
y que está dispuesto a cooperar activamente en la terapia (haciendo cosas)
(relación cliente-terapeuta de “compra”), el proceso terapéutico puede comenzar
desde la primera sesión.
Si se ha establecido una relación cliente-terapeuta de tipo “demandante”, se
propone una “tarea fórmula de primera sesión”. (DeJong y Berg, 1998)
Si el “cliente” establece una relación cliente-terapeuta de tipo “visitante”, el
terapeuta deberá maniobrar en forma estratégica para convertir la relación en una
de “compra”; de lo contrario no podrá efectuarse ninguna terapia. (Berg y Miller,
1996)

B. Si se puede construir un problema, se fijarán los objetivos o metas de la


terapia, los cuales permitirán saber al terapeuta y al cliente cuando finalizar
la terapia. ¿Cómo se dará cuenta el cliente que el problema está resuelto?
En los inicios del desarrollo de este enfoque, de Shazer (1991) utilizaba la “técnica
de la bola de cristal”, basada en el trabajo de Erickson con la pseudo-orientación
en el tiempo (Erickson, 1954b/1980d) para que los pacientes, mientras estaban en
un trance hipnótico, pudieran visualizarse sin el problema en el futuro. «De una u
otra manera, el cliente construye su propia solución, que puede entonces utilizarse
como guía de la terapia. Tal como yo los veo, los principios que están detrás de
esta técnica constituyen los fundamentos de la terapia basada en las soluciones y
no en los problemas.» (de Shazer, 1991, p. 97) (Énfasis añadido)
Sin embargo, la pseudo-orientación en el tiempo de Erickson implica «[…] esperar,
a veces durante meses, para saber lo que ha ocurrido. Con suma frecuencia el
cliente informa haber puesto en práctica un proceso de resolución del problema
diferente del imaginado en la […] bola de cristal. La aptitud de las distintas
personas para servirse del trance es variable, y con algunas el entrenamiento
necesario puede tomar unas cuantas sesiones. Aunque algunos de mis clientes
prevén el empleo de la hipnosis y el trance, otros tienen expectativas distintas.
Para algunos, el trance y la hipnosis son magia. En consecuencia he desarrollado
una técnica de la bola de cristal que no supone la inducción de trance ni la
mención de hipnosis. […] mis colegas y yo comenzamos a preguntar a nuestros
clientes “¿cómo serán las cosas para usted y para otros cuando el problema quede
resuelto?” Esta pregunta se ha convertido en un tema normalizado de nuestra
entrevista inicial. Muchos clientes pueden atisbar en la bola de cristal sin estar en
trance y son capaces de construir expectativas similares para un futuro libre del
motivo de la queja. Lo que parece importar es que una vez que el cliente tiene una
visión del éxito (la vida después que el motivo de la queja haya desaparecido)
puede hacer espontáneamente algo distinto, de modo que aquel cuadro del futuro
(o algún otro futuro igualmente satisfactorio) pueda convertirse en realidad. Puesto
que predecir con éxito es algo muy difícil tratándose de asuntos humanos, resulta
con frecuencia preferible que el terapeuta y el cliente construyan varios caminos
alternativos en los que el cliente reconocerá la aparición de la solución del
problema.» (de Shazer, 1991, p. 99-100)
DeJong y Berg (1998) han denominado a estas metas, “metas bien formuladas”, y
deben poseer las siguientes características: (a) tienen que ser importantes para el
cliente; (b) estar definidas en términos interaccionales; (c) tienen que incluir
aspectos de las situaciones en donde se alcanzarán; (d) deben enunciar la
aparición de comportamientos deseables y no estar basadas en la ausencia de
comportamientos; (e) deben ser metas mínimas, es decir el inicio de un proceso de
cambio; (f) el cliente debe reconocer que juega un papel en el alcance de la meta;
(g) deben enunciarse en formas concretas, conductuales y mensurables; (h) deben
ser realistas; e (i) ser un desafío para el cliente.

C. Búsqueda de excepciones. DeJong y Berg (1998) definen a las “excepciones”


como aquellas experiencias pasadas en la vida de las personas en las cuales
habría sido esperable que ocurriera el problema en cuestión, pero no ocurrió.
Las excepciones tienen relación con las metas de la terapia; es decir, ¿cuánto se
han alcanzado ya esas metas?, y se indagan con preguntas del tipo: «¿Ha habido
veces en las últimas dos semanas cuando el problema no ocurrió o, al menos, fue
menos severo?» (DeJong y Berg, 1998, p. 95). Si el cliente no pude responder a la
pregunta, podría preguntarse, ¿Si usted le preguntara a su mejor amigo si ha usted
ha tenido días mejores recientemente; qué supone que diría su amigo?
Es importante determinar si esas excepciones fueron deliberadas (acciones de los
clientes) o espontáneas (un hecho fortuito, por ejemplo). El terapeuta continúa a
través de preguntas amplificando esas excepciones, proceso que lleva a la
prescripción de tareas entre sesiones.
Esta estrategia de Milwaukee recuerda al uso de la regresión de edad para la
búsqueda de recursos del paciente; lo interesante de esta estrategia en el modelo
orientado a la solución, es que no se necesita del aura hipnótica para encontrar
tales experiencias; son el resultado de una conversación que versa sobre aquellos
aspectos exitosos en la experiencia del cliente.

D. Sin embargo, ¿qué ocurre en aquellos casos en los cuales el cliente no puede
encontrar excepciones a su problema? El grupo de Milwaukee sugiere usar
entonces la “Pregunta Milagro”; esta pregunta se ha estructurado de la
siguiente forma: «Ahora, quiero hacerle una pregunta extraña. Suponga que
mientras está durmiendo en la noche y toda la casa está en silencio, ocurre
un milagro. El milagro es que el problema que lo trajo hasta aquí está
resuelto. Sin embargo, porque usted está durmiendo, usted no sabe que ha
ocurrido el milagro. De modo que cuando despierte por la mañana, ¿qué será
diferente que le dirá que ha ocurrido un milagro y el problema que la trajo
hasta aquí está resuelto?» (DeJong y Berg, 1998, p. 77-78)
El grupo de Milwaukee llegó a esta estrategia por casualidad. «Un día [Insoo Berg]
estaba entrevistando a una mujer que parecía abrumada por el peso del mundo:
Su hija estaba fuera de control; la estaban llamando desde la escuela por el
comportamiento descontrolado de ella; y su esposo había estado bebiendo mucho,
por lo cual perecía que iba a perder el trabajo, y la familia, su sustento. La mujer
estaba desalentada y hablaba como si no pudiera enfrentar otro día. Como era
habitual, Insoo preguntó a la mujer: “¿Qué supone que necesita que suceda para
que usted pudiera decir que el tiempo que ha estado aquí conmigo ha sido útil?”
La mujer suspiró profundamente y dijo: “No estoy segura; tengo muchos
problemas. Quizá solamente un milagro podría ayudar, pero supongo que es
esperar demasiado.” Insoo tomó las palabras y las ideas de la cliente y preguntó:
“Bien, suponga que ocurrió un milagro y el problema que la trajo aquí está
resuelto. ¿Qué sería diferente en su vida”. Para el asombro de Insoo, esta mujer,
que parecía tan abrumada e incapaz de seguir adelante, comenzó a describir una
visión de una vida diferente. Dijo que su esposo “sería más responsable,
conservando el trabajo y manejando mejor el dinero.” Dijo que su hija “seguiría las
reglas en la escuela y en la casa, haciendo sus deberes sin reclamar.” Y, lo mejor
de todo, dijo que ella sería diferente, “Tendré más energía, sonreiré más, tendré
más calma con los niños y –en lugar de irritarme– les hablaré en un tono de voz
normal. Podría incluso comenzar a tener conversaciones normales con mi esposo,
como lo hacíamos en los primeros tiempos de casados.» (DeJong y Berg, 1998, p.
76-77)
DeJong y Berg (1998) indican que esta pregunta es útil por, al menos, dos razones:
(1) Como se trata de un milagro, permite que el cliente piense en un rango
ilimitado de posibilidades; y (2) La pregunta focaliza al cliente en el futuro;
llevando el foco desde el problema actual y los problemas del pasado hacia una
vida más satisfactoria.
Como es obvio, no siempre los clientes entregan respuestas a esta pregunta que se
acomodan a las metas bien formuladas, y la tarea del terapeuta continuar
preguntando respecto a esas metas para ayudar al cliente a adaptarlas a si mismo
en forma realista.
Una pregunta muy interesante, cuando las respuestas a la pregunta milagro son
metas bien formuladas es preguntar al cliente si se ha estado cumpliendo en parte
ese milagro en el último tiempo (DeJong y Berg, 1998); es decir, ¡pueden crearse
excepciones!, y de ese modo el cliente puede apreciarse con más recursos
personales.
Al igual como ocurre cuando se encuentran excepciones, se amplifican los
comportamientos resultantes del “milagro” y se pueden prescribir tareas para
realizar entre sesiones.

E. A partir de la segunda sesión y las siguientes, la sesión se inicia averiguando


si ha habido progresos producto de las tareas asignadas; si se evidencian
progresos, se coloca el énfasis en la diferenciación entre los cambios y el
problema, lo cual lleva a la sugerencia de más tareas si es necesario, o si las
metas se han alcanzado en forma exitosa, se coloca fin al proceso de terapia.
Sin embargo, si no ha habido progresos será necesario, entonces, reformular el
problema o “deconstruirlo” (es decir, descomponerlos en sus partes integrantes), y
se asignarán nuevas tareas con objetivos más pequeños.

A nuestro juicio, este enfoque de terapia encarna plenamente los principios que
guiaban el trabajo de Erickson; y que a diferencia de los enfoques “ericksonianos” no
utiliza el hipnotismo formal para conseguir la cooperación de los clientes y la extracción
de recursos al servicio del cambio.
El principio de la utilización terapéutica es llevado a su máxima expresión, puesto
que todo el proceso de la terapia descansa en lo que trae el paciente (motivación, estilo
de cooperación, metas); en donde el cliente es el protagonista de su proceso de cambio y
el terapeuta actúa como un “facilitador” de esos procesos, respetando siempre al cliente.
El modelo de intervención terapéutica desarrollado por Yvonne Dolan para ayudar
a clientes que han padecido abuso sexual u otros traumas, es un ejemplo de cómo
pueden integrarse las estrategias desarrolladas por el Grupo de Milwaukee y las
estrategias hipnoterapéuticas de Erickson (Dolan, 1991, 1998, 1999).
Dolan afirma lo siguiente: «la terapia orientada a la solución puede ser no
solamente apropiada y efectiva, sino que en algunos casos ideal para clientes que,
debido a una severa victimización, sufren de debilitantes síntomas de estrés
postraumático, tales como desórdenes disociativos, pesadilllas, flashbacks y
desesperanza. El proceso de una entrevista orientada a la solución buen ejecutada, como
una función del respeto implícito inherente en el modelo, puede constituir una
experiencia correctiva emocional para las sobrevivientes del abuso, quienes aprenden, a
veces por primera vez, el valor y la confianza en sus propias percepciones.» (Dolan,
1999, p. 88)
En el modelo desarrollado por Dolan (1991,p. xiii) se propone los siguientes
objetivos:
1. Proveer estabilización y alivio a la cliente de los síntomas que provienen o están
relacionados con el trauma del abuso sexual.
2. Alterar los sentimientos asociados con los recuerdos del trauma, de modo que los
recuerdos y/o flasbacks ya no sean más invasivos o dolorosamente resaltantes en la vida
diaria de la cliente.
3. Desarrollar una orientación futura positiva, práctica y saludable, que resulte en pautas no
sintomáticas y, más importantemente, en la vida que la cliente consideraría como una vida
“satisfactoria”.

Dolan ocupa las estrategias del enfoque de Milwaukee y diseña otras valiosas
técnicas orientadas hacia el futuro para ayudar a las clientes a contruir esa vida futura
saludable; y hace uso de la hipnoterapia de utilización para el manejo e interrupción de
los síntomas del estrés postraumático. Asimismo, en todas las fases del tratamiento,
Dolan usa metáforas terapeúticas estratégicas para tratar aquellos asuntos que requieren
un acercamiento más indirecto.

«La combinación de terapia orientada a la solución e hipnosis ericksoniana es ideal para el


tratamiento de sobrevivientes de abuso sexual. Las técnicas ericksonianas se adecúan a la fuente
inconsciente de la sintomatología, mientras que la terapia orientada a la solución otorga a la cliente un
control más consciente sobre los síntomas. A la cliente, por consiguiente, se le otorga poder para resolver o al
menos mitigar la sintomatología existente, e identificar y gradualmente recobrar pautas saludables de
percepción y comportamiento en el futuro.» (Dolan, 1991, p. xiv)

Finalizaremos este capítulo con la siguiente reflexión de Steve de Shazer:

«Como primera parte de un experimento, imagine que usted se ha pasado la última media hora
hablando con el señor A sobre todos los problemas de la vida de esta persona, haciendo particular
hincapié en sus sentimientos de depresión. ¿Cómo se siente usted después de esa media hora?
Cuando les formulé esta pregunta a algunos terapeutas, todos me hablaron de cómo, mientras
escuchaban a las personas describir sus problemas y buscar una explicación, sentían que los "hechos" se
iban sumando unos a otros y que, como resultado de ello el problema se iba haciendo, a los ojos del
terapeuta, cada vez más pesado. Después de cuarenta y cinco minutos el terapeuta comienza a percibir
toda la situación como aplastante, complicada y hasta desesperada.
Si esto es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente
después de cuarenta y cinco minutos?
Como una segunda parte de este experimento, imagine que ha pasado usted la última media
hora hablando con el señor B sobre todo lo que ha marchado bien en la vida de esa persona, haciendo
particularmente hincapié en sus sentimientos de éxito. ¿Cómo se siente usted después de esa media
hora?
Cuando les hice esta pregunta a algunos terapeutas, todos ellos me hablaron sobre cómo,
mientras escuchaban a las personas describir sus logros y éxitos, sentían que los "hechos" se sumaban
unos a otros y que, como resultado de ello, la situación se iba haciendo, a los ojos del terapeuta, cada vez
más placentera. Después de cuarenta y cinco minutos, el terapeuta comienza a percibir toda la situación
como notable y estimulante.
Si eso es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente
después de cuarenta y cinco minutos?» (de Shazer, 1999, p. 94-95)
Notas:

Es significa que no es necesario tener a todo el grupo familiar reunido en el consultorio; puede practicarse terapia familiar
con un miembro del sistema familiar, pero las soluciones sobre las cuales se está trabajando involucran a todas las pautas
familiares. Recuérdese que al igual que la terapia del Centro de Terapia Familiar del MRI, las intervenciones implicarán la
asignación de tareas para realizar entre sesiones.

Esta es una clara diferencia entre el enfoque de Milwaukee y el enfoque del MRI. Y como podrá suponer el lector, desde un
punto de vista tradicional de la psicoterapia esa afirmación es una “aberración”, puesto que es necesario conocer las
“causas reales” del problema para solucionarlo.

Las “dificultades” son situaciones del diario vivir que simplemente ocurren, y que necesitan ser aceptadas (por ejemplo, la
muerte de un familiar, una crisis económica, etc.) Los “problemas” son circunstancias repetitivas, penosas, que surgen
cuando las personas en lugar de aceptar las dificultades, intentan “resolverlas”.

Las «”tareas de fórmula” o “llaves maestras” […] son intervenciones generales que se prescriben con independencia del
contenido concreto del problema particular que presenten los clientes.» (Ochoa, 1995, p. 113)
Véase el apartado “Orientación temporal en el presente y hacia el futuro” en el Capítulo 4.

Dolan es ciento por ciento estratégica al respecto. Ella propone el uso de estrategias individualizadas para alterar o utilizar
terapéuticamente las pautas sintomáticas disfuncionales de las clientes; es decir, no ofrece rituales para recitarles a estas
clientes.

Y en esto Dolan es una experta. Ya en 1985 había publicado A Path With a Heart. Ericksonian Utilization with Resistant and
Chronic Clients. New York: Norton

Capítulo 10: Ernest Rossi y las bases psicobiológicas de la


hipnosis y la hipnoterapia
Desde el año 1982, Rossi ha venido buscando los fundamentos psicobiológicos de
la “hipnosis naturalista” de Erickson. Al revisar la literatura descubrió que el “trance
común de cada día” de Erickson se relacionaba con la fase de descanso ultradiana del
Ciclo Básico de Descanso-Actividad, que se presenta en forma rítmica a lo largo de las 24
horas del día (ritmo circadiano).
El concepto de “ritmo ultradiano” se refiere a ritmos biológicos que ocurren
muchas veces en un día (Rossi y Nimmons, 1991); las investigaciones han mostrado la
presencia de ritmos ultradianos con una periodicidad de 90 a 120 minutos que regulan la
actividad y restauración de la mente y el cuerpo.
«El reloj ultradiano es el centro de una amplia orquestación de las actividades
celulares en las plantas y los animales en la termodinámica de los niveles celulares y
orgánico.» (Rossi, 1996, p. 133) E implica la oscilación de las proteínas, enzimas y las
dinámicas energéticas de las células.
Desde el punto de vista de los procesos mentecuerpo, la fase de actividad
ultradiana se relaciona con la disposición a estar atentos al mundo externo, preparados
para la acción; lo cual implica un predominio de las funciones del hemisferio cerebral
dominante y la actividad simpática.
En la fase de descanso ultradiana, cuya duración es de alrededor de 20 minutos, la
actividad mental se vuelca hacia el interior, y hay un predominio de las funciones
hemisféricas no dominantes y de la actividad parasimpática.
Este ciclo básico de actividad-descanso de 90 a 120 minutos que opera las
veinticuatro horas del día «es responsable de los patrones de excitación, desempeño
máximo, estrés y recuperación que experimentamos rítmicamente cada ciertas horas. Así
como tenemos en promedio un período onírico de 20 minutos cada 90 a 120 minutos
durante el sueño, tenemos un período similar mientras estamos despiertos cuando estamos
más propensos a la fantasía, foco interno y rejuvenecimiento.» (Rossi y Nimmons, 1991,
p.23 ) (Énfasis añadido)
Es decir, la “respuesta de atención” que buscaba Erickson para trabajar en un
enfoque hipnoterapéutico con sus pacientes, son las sutiles señales de la mentecuerpo
que llaman al descanso ultradiano. La “hipnosis naturalista”, por lo tanto, acepta, utiliza
y profundiza esa respuesta natural del sujeto que está produciéndose en la sesión.
Rossi (1986/1993, 1994) desarrolla, entonces, una teoría cronobiológica de la
hipnosis: “la sugestión hipnoterapéutica se acopla [entrainment] y utiliza nuestros ritmos
naturales de desempeño, autorregulación, estrés y curación que responden a claves
psicosociales.”
Posteriormente, en 1996, ese autor incorpora a su teoría los hallazgos de las
investigaciones actuales en la teoría del caos y la cronobiología, para su ambicioso
proyecto de recrear los fundamentos de la hipnosis (y la psicoterapia) en base a los
principios compartidos con la matemática, la física, la biología, las ciencias psicosociales
y las humanidades.
La distinción histórica “despierto = predominio simpático = actividad”, “en trance =
predominio parasimpático = pasividad”, no parece ser tan clara a la luz de las
investigaciones recientes.
Según Rossi (1996), en la historia del estudio científico de la hipnosis en el siglo 19 se
desarrollaron dos perspectivas opuestas respecto a la naturaleza fisiológica del estado de
trance: la posición de Bernheim y la posición de Charcot. Bernheim (líder de la Escuela de
Nancy), describió a la hipnosis como la exaltación del reflejo de la excitabilidad
ideomotora; mientras que para Charcot (líder de la escuela de Salpêtriere), la hipnosis
era una condición patológica de pasividad, que progresaba desde el letargo y la
catalepsia hasta el sonambulismo.
Rossi (1996) afirma que los estudios de susceptibilidad hipnótica que desarrolló
Hull y sus seguidores en las décadas siguientes (Hilgard, por ejemplo), se basaron sólo en
la idea de la hipnosis como un estado de pasividad (relajación, comodidad y cierre de
ojos). Erickson, por el contrario, reconoció a la actividad y a la pasividad como
dimensiones válidas de la experiencia hipnótica, y desarrolló métodos de inducción de
trance que se adaptaban a las tendencias de sus pacientes: pasividad y relajación
(inducción por cierre de ojos, por ejemplo); actividad y compulsividad (levitación de
mano, por ejemplo). Rossi denomina “naturalistas” a estas estrategias que se adaptan y
utilizan el comportamiento del paciente.
Rossi (1996) menciona que las investigaciones han mostrado una naturaleza
paradojal de la hipnosis, puesto que algunos investigadores encontraron respuestas
propias del estrés en sujetos hipnotizados en lugar de las típicas respuestas
parasimpáticas de relajación.
Rossi afirma que esos hallazgos son paradojales sólo si se sostiene la perspectiva
errónea de la naturaleza fundamental de la hipnosis como un método de relajación y
sugestión. «La comprensión que la sugestión terapéutica es capaz de acoplarse con las
ramas del sistema nervioso autónomo de la activación y de la relajación, permite resolver
con facilidad la “paradoja” aparente. Con o sin el uso de la técnica etiquetada como
“hipnosis”, las sugestiones terapéuticas para la relajación aumentarán naturalmente (no
paradojalmente) la activación simpática antes de la relajación como es típico en cualquier
situación que implique un nuevo aprendizaje. Incluso un aparentemente inocuo proceso
de aprendizaje de una técnica nueva de “relajación” implica la novedad y el desafío de
aprender algo nuevo. La confrontación con una situación inusual o nueva evoca la
atención y el comportamiento exploratorio que exige alguna clase de desempeño o
trabajo interno para manejar la situación. Esto implica el proceso esencial de la
adaptación compleja y la auto-organización continua (autopoiesis), que es la función
característica de la vida en si misma. Debiéramos esperar que el sistema simpático
estuviera más activo (o incluso sobrepasado en “pánico” en algunos sujetos que pueden
haber tenido experiencias negativas con nuevos aprendizajes en el pasado) antes que el
sistema parasimpático de la respuesta de relajación se involucre.» (1996, p. 154-155)
(Énfasis en el original)
Los resultados de las investigaciones actuales permiten reconocer que «Hay toda una
clase natural de ciclos, ritmos y períodos caóticos de mayor y menor amplitud (la
aparente paradoja activo-pasivo de la hipnosis) en virtualmente todos los procesos
psicofísicos y psicobiológicos que implican la atención activa, el desempeño aumentado y
el trabajo, que han sido cuidadosamente medidos a través del tiempo.» (Rossi, 1996, p.
156)
Rossi continúa afirmando, «La memoria, el aprendizaje, las sensaciones, las
emociones, los sueños y todas las formas de trabajo psicológico en la curación y en la
enfermedad evocan la fase de excitación que ha sido denominada el Ciclo Básico de
Descanso-Actividad. Ellas evocan y se acoplan con la rama simpática o activa de nuestro
sistema autónomo por un período de al menos 20 minutos. Después, la más relajante
rama parasimpática nos lleva al nivel de descenso [de activación], de quietud o aparente
“descanso” del Ciclo Básico de Actividad-Descanso (CBAD). El cuerpo realmente no está
descansando durante esos períodos de quietud; realmente está involucrado en una
intensa actividad interna de restauración de la energía y los recursos en un nivel celular-
genético en la preparación de un nuevo aumento del desempeño en el siguiente CBAD.»
(Rossi, 1996, p. 156)
Esos ritmos caóticos son un sistema flexible de adaptación mentecuerpo, sensibles y
que responden a las claves externas, particularmente a las claves psicosociales. Rossi
indica que una característica definida de los sistemas caóticos es que son muy sensibles
a las condiciones iniciales. «Es precisamente esta sensibilidad a las condiciones iniciales
la que hace que los sistemas psicobiológicos respondan a las señales psicosociales. Las
exigencias de un desempeño elevado durante las emergencias o situaciones nuevas,
como las condiciones en tiempo de guerra, un accidente físico o incluso una reunión de
negocios importantes, y la necesidad de trabajar tiempo extra para completar un
proyecto, por ejemplo, pueden llevar a los estados emocionales de estrés que pueden
modificar la amplitud y la duración de esos ritmos. Hipotetizo que las sugestiones
hipnoterapéuticas son al menos tan poderosas como esos ejemplos cotidianos del trabajo
significativo en la modulación de nuestros ritmos de actividad (excitación) y descanso
(relajación). Como tales, esos ritmos psicobiológicos caóticos son el centro del gran
debate acerca de la naturaleza fundamental de la hipnosis como actividad o pasividad;
ahora sabemos que la hipnosis puede influenciar ambos polos pasivo (bajo) y activo
(elevado) de nuestros ritmos mentecuerpo que responden a las señales psicosociales.»
(Rossi, 1996, p. 156-157)
Rossi (1996) actualmente denomina a su teoría cronobiológica de la hipnosis,
“Teoría Caos-Biológica del Trabajo Hipnoterapéutico”. Ha reemplazado la expresión
“sugestión” por trabajo, para implicar que en la aparente pasividad y quietud del
individuo en trance, hay un activo trabajo a nivel psicobiológico. «Cuando la biología está
implicada, estamos involucrados en las dinámicas de la energía, la entropía y en los
sistemas esencialmente disipativos que constituyen todos los procesos de auto-
organización de la vida. Todos los sistemas disipativos hacen un trabajo constructivo al
utilizar en forma activa las formas materiales, la energía y la información disponibles para
mantener los procesos vitales a expensas del aumento de la entropía total del universo.»
(Rossi, 1996, p. 157-158)
Rossi (1996) enumera los siguientes hallazgos que confirman su teoría caos-
biológica de la hipnosis:
(1) Lo que se ha denominado tradicionalmente “hipnosis clínica” o “sugestión
terapéutica”, son en esencia, el acoplamiento y utilización de los procesos
ultradianos y circadianos naturales caóticos que responden a claves
psicosociales.
(2) La evidencia experimental de la supuesta paradoja actividad-pasividad en el
trabajo con hipnosis.
(3) Las variaciones ultradianas en el desempeño y el descanso.
(4) La duración del trance hipnótico, cuando se sugirió a los sujetos que
permanecieran en un trabajo interno (sin instrucciones adicionales del
investigador), fue de alrededor de 20 minutos en promedio; aunque los sujetos
mostraron una amplia variación de tiempo (entre 2 y 67 minutos). El tiempo
promedio de la fase de descanso ultradiana es de 20 minutos. Según Rossi
(1996) esa amplia variación de tiempo encontrada en ese estudio se debe a la
naturaleza caótica de la auto-organización del trabajo hipnoterapéutico.
(5) Los sujetos pueden experimentar los diversos fenómenos clásicos de la
hipnosis a lo largo del día sin la presencia obligada de sugestiones hipnóticas
directas para esos fenómenos.
(6) La hora del día es un factor estadísticamente significativo en la susceptibilidad
hipnótica. Las variaciones horarias en la susceptibilidad hipnótica tienen
relación con características cronobiológicas de los sujetos, ya sean éstos
“alondra” o “búhos”. Sin embargo, diversos investigadores han llegado a
resultados contradictorios respecto a esos horarios. Rossi afirma que si los
futuros estudios confirman el desempeño ultradiano y circadiano caótico de los
búhos y los alondra, debieran revisarse los diversos estudios previos respecto a
las variables psicobiológicas en general y, en particular en el campo de la
hipnosis, el concepto de la susceptibilidad hipnótica.

Investigaciones realizadas en el año 1992 (Rossi, 1996) que usaron un análisis más
fino para el estudio del desempeño de los sujetos en las escalas de susceptibilidad
hipnótica, encontraron dos clases principales de respuestas hipnóticas:
«(1) Respuestas Fáciles (v.g. ítems ideomotores tales como movimientos no voluntarios de la mano y
la cabeza) que son logrados por un elevado porcentaje de sujetos –incluso por aquellos que son clasificados
como poco hipnotizables; y
(2) Respuestas Difíciles (v.g., alucinaciones, amnesias, sugestiones posthipnóticas) que solamente
son logradas por una proporción mucho más pequeña de sujetos –usualmente clasificados como muy
hipnotizables.» (Rossi, 1996, p. 175) (Énfasis en el original)

Rossi integra esos hallazgos con las dinámicas caos-biológicas del trabajo
hipnoterapéutico, en la siguiente forma:
Denomina “Fase alta de la hipnosis” a aquella fase ultradiana «en la cual es más
probable que los sujetos respondan cronobiológicamente con estrategias complacientes
orientadas activamente hacia el exterior, enfatizadas por los teóricos psicosociales como
el deseo de agradar al terapeuta, y la tendencia a ver a las sugestiones hipnóticas como
algo que se logra activamente con esfuerzo cognitivo […] Esta estrategia para lograr
respuestas adecuadas encaja con la concepción popular y también la científica de un
trabajo activo, de gasto energético, para optimizar el procesamiento de la información
para alcanzar una meta de acuerdo con la exigencias y expectativas del mundo exterior.
Esta estrategia está asociada con el desempeño adecuado de las respuestas
ideodinámicas más fáciles, pero con un bajo puntaje en las escalas de susceptibilidad
hipnótica, que son típicas del estilo de personalidad más apolíneo, con sus actitudes
cognitivamente dirigidas hacia la solución de problemas.» (Rossi, 1996, p. 176)
La “Fase baja de la hipnosis” es la “fase de la facilitación de la curación”. «Esta es
la fase en la cual es más probable que los sujetos respondan cronobiológicamente con
una estrategia más pasiva, disociativa y de absorción, que muchos teóricos de la
neodisociación y los teóricos de [la hipnosis] como un estado especial [de consciencia]
creen que es la esencia real de la hipnosis tradicional, con su foco en la relajación y el
sueño. Aquí se encuentran los sujetos que responden bien a los ítems más difíciles de las
escalas de susceptibilidad hipnótica, tales como las alucinaciones, la amnesia, las
sugestiones posthipnóticas, y que logran un puntaje total mayor. Esos sujetos tienen
tendencias de personalidad dionisíacas, cuyo comportamiento coincide con la concepción
popular de la hipnosis como un estado esencialmente pasivo y receptivo, que responde
con facilidad a las sugestiones tanto en la vida cotidiana como en la hipnosis. Esos
sujetos a menudo perciben su experiencia hipnótica como sin esfuerzo e involuntaria.
Parecen no hacer ningún esfuerzo cognitivo para lograr algo; aparentemente son capaces
de apoyarse en sus respuestas inconscientes naturales para llevar a cabo el trabajo
hipnoterapéutico en un nivel autónomo e involuntario que a veces parece milagrosos a
ellos mismos o a otros.» (Rossi, 1996, p. 176)
Según Rossi (2001), desde un punto de vista ericksoniano, los sujetos muy
susceptibles tienen una elevada “respuesta de disposición a atender” o un foco selectivo
en sus sistemas mentecuerpo que no requieren una activación masiva e indiscriminada
para realizar ciertas tareas. «Erickson fue pionero en el uso de choques psicológicos y
momentos creativos que focalizan la atención en lo que ahora denominaríamos “fase
alta” de la hipnosis.»
Rossi (2001) indica que es necesario realizar más investigaciones para explorar las
relaciones entre los sujetos muy susceptibles y poco susceptibles con el uso de la fase
alta y baja de la hipnosis. Ese autor plantea las siguientes interrogantes:
¿Son los sujetos muy susceptibles más eficientes en iniciar y focalizarse en la
activación (rama simpática o fase alta de la hipnosis), así como también en la relajación
(rama parasimpática o fase baja de la hipnosis) de su sistema neuroendocrino?
¿Cuáles son los méritos relativos de (1) la Escala de Susceptibilidad Hipnótica de
Stanford y de Harvard que pueden inducir la fase baja de la hipnosis con su énfasis en el
sueño; (2) La Escala de Barber y el Perfil de Inducción Hipnótica de Spiegle, que puede
inducir la fase alta de la hipnosis con su énfasis en la atención focalizada; versus (3) la
Escala de Evaluación de Trance Indirecto de Rossi, que busca eliminar los prejuicios del
investigador respecto a la fase baja o alta de la hipnosis en las aplicaciones terapéuticas
de la hipnosis?
Para Rossi (1996, p. 180), «la clave de una terapia psicobiológica genuina es
accesar los puntos de transición críticos de los sistemas de comunicación mentecuerpo
que facilitan cambios hacia pautas de solución de problemas y comportamiento más
deseable. Esta conjetura es una dinámica clave del trabajo hipnoterapéutico que señala
nuevas direcciones para la futura investigación, al reformular los fundamentos de la
hipnosis a partir de principios consistentes con las investigaciones líderes en
matemáticas, física, biología y las ciencias psicosociales.»
Más adelante en este volumen analizaremos cómo se expresa esta distinción de
fases alta y baja de la hipnosis en el trabajo psicoterapéutico.
Capítulo 11: Michael Yapko y la hipnosis como un medio para
influenciar la experiencia de los paciente

Michael Yapko es un desatacado terapeuta, autor y conductor de seminarios de


entrenamiento en psicoterapia a lo largo del mundo. Desde mediados de la década de los
1980 ha venido desarrollado un enfoque para el tratamiento de la depresión que integra
los conceptos de la terapia conductual cognitiva, la terapia estratégica y el uso del
hipnotismo como una herramienta para catalizar la terapia y amplificar la experiencia de
los consultantes. (Yapko, 1992, 2001)
Aunque no estudió con Erickson, el modo en que incorpora y usa el hipnotismo en
el proceso de la psicoterapia, así como también las estrategias terapéuticas y el uso de
tareas para llevar a cabo fuera de la sesión, permiten situarlo como un representante del
enfoque de utilización terapéutica desarrollado por Erickson.
Desde el punto de vista de Rossi (1996), Yapko se encontraría entre aquellos «que
aun quieren sostener que la psicología en general y la hipnoterapia en particular son
experiencias sociales o personales que existen en algún lugar en un espacio de sugestión
etérea sin relación con el cuerpo y la biología.» (p. 157)
A diferencia de aquellos autores que consideran al hipnotismo y a la experiencia
subjetiva de la hipnosis como curativas en si mismas, Yapko (1990, 1992, 1995) ha
propuesto que el hipnotismo es un proceso de influencia social. La psicoterapia, como
encuentro entre un profesional y su cliente, es un encuentro interpersonal en el cual se
colocan en juego variables intrapersonales, interpersonales y contextuales.
Yapko afirma, «Al considerar las pautas de influencia social que son evidentes en
toda psicoterapia, se refuerza la noción que la hipnosis no es una terapia en si misma,
sino que está entrelazada en un contexto social más amplio o en una relación
interpersonal que es definida como terapéutica. Al ver a la hipnosis desde este punto de
vista más amplio, se obvia la necesidad de los rituales de la hipnosis, y en su lugar se
coloca el acento en el rol de las sugestiones potencialmente influyentes presentes en
todas las psicoterapias. Esto permite borrar la línea que separa a la hipnosis de la terapia
en general.» (2001, p. 16)
Yapko (1992) ha definido a la hipnosis como «un proceso de comunicación de
influencia en el cual el clínico extrae y guía las asociaciones internas del cliente para
establecer o fortalecer asociaciones terapéuticas en el contexto de una relación de
colaboración mutua orientada a metas.» (p. 37)
Esta definición permite incluir dentro del concepto “hipnosis” a aquellas pautas de
comunicación de influencia que se entregan en ausencia de una inducción de trance
formal, y cuyo objetivo es alterar la experiencia subjetiva del cliente para dirigirlo hacia
asociaciones internas. (Yapko, 1992)
Para Yapko (2001) al debate no resuelto de los investigadores acerca de si la
hipnosis es un estado especial de consciencia al que acceden los sujetos hipnotizables, ó
si la hipnosis es el resultado de la expectativa del sujeto en relación al investigador que lo
“hipnotizará”, tiene que agregarse la variable de si se está investigando u operando en el
contexto del laboratorio o en el contexto clínico.
Yapko critica en los siguientes términos a la tradición experimental que sostiene
que sólo los sujetos hipnotizables (evaluados a través de tests formales de
susceptibilidad hipnótica) podrán aprovechar la hipnosis en el contexto clínico: (a) La
respuesta del cliente al test formal de hipnotizabilidad no asegura el grado de respuesta
a las intervenciones clínicas específicas; (b) las respuestas hipnóticas están relacionadas
con el contexto específico donde aparecen, de modo que una respuesta positiva a la
hipnosis en una sesión no predice una respuesta similar en la sesión siguiente; (c) cuando
la única variable importante es la hipnotizabilidad, se sugiere entonces que el cliente
tiene una habilidad innata para responder, más allá de la técnica específica o el enfoque
que se emplee.
Por otro lado, también tiene limitaciones la posición que sostiene que sólo la
expectativa da cuenta de la eficacia del procedimiento hipnótico: las expectativas
positivas del sujeto pueden tener resultados terapéuticos no significativos debido a
muchas razones. «Esas expectativas deben ser realistas y deben ocurrir dentro de un
marco terapéutico más amplio que sea capaz de convertir la promesa de la expectativa
en la realidad de una meta lograda. La efectividad terapéutica reside en que la técnica
empleada imparta información terapéutica resaltante o habilidades en relación a los
problemas. Cuando la terapia fracasa […] puede deberse a un pobre encaje entre las
técnicas escogidas, el estilo del clínico, el problema y las características del cliente que lo
llevaron a la elección de un tratamiento particular, y el contexto más amplio en el cual
fue aplicada la terapia.» (Yapko, 2001, p. 19)
Yapko (1992) señala las siguientes razones que hacen útil a la hipnosis en el
contexto clínico:
(1) Amplificar la experiencia subjetiva: A través de la experiencia hipnótica
se pueden amplificar aspectos de la experiencia subjetiva para hacerlas
más fácilmente accesibles al tratamiento. Se pueden estructurar
experiencias nuevas para facilitar nuevas asociaciones en el cliente.
(2) Interrupción de pautas de la experiencia: Objetivo de todas las
psicoterapias; para que las pautas mantenedoras de los problemas sean
reemplazadas por otras más saludables. Yapko resalta el hecho que a
través de técnicas de relajación muy sencillas pueden interrumpirse
algunas pautas sintomáticas (ansiedad, agitación, por ejemplo), lo cual
le enseñará al cliente que su experiencia subjetiva es maleable, no fija.
(3) Posibilita el aprendizaje experiencial: El trance hipnótico permite la
vivencia de experiencias que no serían posibles en términos de la
realidad “objetiva”.
(4) A través de la experiencia hipnótica pueden asociarse y contextualizarse
respuestas deseadas: La contextualización se refiere al proceso de
asociar una respuesta deseada con una situación específica, lo cual se
lleva a cabo a través de sugestiones posthipnóticas.
(5) El terapeuta hábil en el uso de la comunicación “hipnótica”, puede
modelar flexibilidad a sus clientes: Desde el punto de vista ericksoniano
de la inducción de trance hipnótico, la hipnosis naturalista y el principio
de utilización le está comunicando al cliente que hay muchas formas
distintas de abordad las cosas.
(6) Permite la construcción de un foco de atención en el cliente: En la
inducción de trance, formal o no formal, se busca focalizar la atención
del cliente en una realidad externa o interna para debilitar sus esquemas
conscientes (Erickson, Rossi y Rossi, 1976). «Ciertos desórdenes se
caracterizan, en parte, por una dificultad del foco de atención. La
ansiedad extrema, el dolor físico y la depresión, son desórdenes que, por
su naturaleza, dificultan la habilidad del cliente para concentrarse con
provecho» (Yapko, 1992, p. 46), y el hipnotismo como una técnica de
focalización puede ayudar en el proceso terapéutico.

Yapko (2001) establece una distinción entre hacer hipnosis y ser hipnótico.
Entiende por “hacer hipnosis” al modo en que proceden muchos terapeutas, en donde
aplican los mismos métodos de inducción de trance y procedimientos terapéuticos en
todos los pacientes, sin tomar en consideración que cada persona es única, con un estilo
de respuesta particular. Para él, “ser hipnótico”, es interactuar con un propósito con el
paciente, aceptando la responsabilidad de ser un agente de influencia y cambio, y usar
esa capacidad en forma inteligente y con sensibilidad. “Ser hipnótico” implica incorporar
los principios de la hipnosis en la forma de ser del terapeuta y revelarlos a través de las
distintas interacciones con los pacientes.
Yapko (2001) es tajante en sus opiniones acerca del “inconsciente creativo” tan
común en la literatura “ericksoniana”. Según él, se ha esparcido una cultura de
pensamiento mágico entre los terapeutas que indica que debemos confiar en la
capacidad de un inconsciente benevolente para la resolución de los problemas de los
pacientes, así como también en la generación de estrategias terapéuticas por parte de
los terapeutas. Yapko ha indicado (1998) que si el inconsciente fuera tan sabio como
proponen algunos, ¿cómo explican ellos, entonces, los comportamientos tan absurdos
que pueden exhibir las personas?
Para Yapko, toda terapia, incluida aquella que usa comunicación de influencia
hipnótica, debe poseer blancos terapéuticos específicos y pasos bien definidos para
alcanzarlos. A diferencia de otros terapeutas estratégicos que se adscriben a enfoques de
tipo “caja negra” (terapia breve del MRI, terapia orientada a la solución de Milwaukee),
Yapko ha descrito diversas pautas subjetivas de la experiencia que pueden convertirse en
blancos de la terapia cuando se presentan en su polo disfuncional y participan en la
génesis y la mantención de los problemas que llevan al cliente a terapia.
Las pautas subjetivas de la experiencia que ha descrito Yapko (1986, 1988) no
corresponden a los criterios diagnósticos psicopatológicos tradicionales, sino que son
pautas a observar que reflejan el estilo individual de vivir, sentir y comportarse de los
clientes (Yapko, 1988). Ayudan a comprender la experiencia subjetiva del consultante,
incluyendo sus fortalezas y limitaciones.
Estas pautas sirven a tres propósitos generales (Pacheco, 1998b):
1) Sirven para determinar el modo en que se entregará la terapia a cada paciente
en particular (terapia “hecha a medida”) (Robles, 1991). Son pautas útiles de
considerar, ya sea que se utilice el trance terapéutico para transmitir la
terapia, o se haga uso de terapia estratégica ("hipnoterapia sin trance").
2) Ayudan a determinar en qué forma el paciente construye su realidad, cómo
esas pautas utilizadas participan en la mantención del problema y cuáles
pueden utilizarse para ayudar a la solución
3) Por otro lado, algunos de ellas también serán el blanco de la terapia, cuando se
presentan desbalanceadas (en palabras de Yapko, “déficit experiencial”)
(Yapko, 1988, 1998) .Según Yapko, una terapia que no incluya el tratamiento de
esos déficit experienciales como objetivos de la terapia, deja expuesto al
cliente/consultante a continuar utilizando pautas disfuncionales que lo pueden
llevar a una recaída o a presentar problemas en otras áreas distintas a las
tratadas en el proceso terapéutico.
Estas pautas son las siguientes:
1. Pautas perceptuales
a) Estilo de atención:
Focalizado/Difuso
Importante/Irrelevante
b) Orientación personal :
Orientación interna/Orientación externa
Orientación temporal
c) Sistema representacional primario:
Visual Auditivo Kinestésico

2. Pautas de elaboración de información


Lineal/Global
Amplificador/Reductor

3. Pautas relacionales/sociales
Posición en la familia
Ambiente del desarrollo
Absorberdor/Dador
Explorador/Retractor
Intrapunitivo/Extrapunitivo
Complaciente/Desafiante
Orientación hacia las tareas/hacia las personas
Víctima/Dueño de la experiencia
Locus de control: Interno/Externo
Rigidez/Flexibilidad

4. Capacidad de disociación: Elevada/Disminuida


Ruminación: Elevada/Baja

Desde esta perspectiva, la efectividad de la terapia, ya sea que use “hipnosis” o


no, dependerá de la habilidad del terapeuta para estructurar estrategias terapéuticas que
acojan y utilicen las distintas pautas perceptuales, de procesamiento de información y
pautas relacionales que presenta el cliente (terapia “cortada a medida”). En el capítulo
siguiente revisaremos el modelo de la terapia ericksoniana creado por Zeig y que tiene
relación con la construcción de un proceso terapéutico individualizado.

Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la


terapia ericksoniana de Jeffrey K. Zeig

Zeig (1992/1999) define su metamodelo de la terapia ericksoniana como un


modelo basado en un enfoque estructural de la comunicación. Este enfoque usa la
influencia social para "aperar" las estructuras existentes en el presente, incluidas las
estructuras intrapsíquicas, interpersonales y ambientales, para alcanzar metas futuras.
Es un modelo que se remite a cómo facilitar el cambio, en lugar de analizar por
qué las personas son como son.
La figura siguiente muestra un diagrama del modelo:
En el lugar central del proceso de terapia está el terapeuta; Zeig (1992a) quiere
significar con esto a las características personales y profesionales del terapeuta. Es el
terapeuta quien realiza el diagnóstico, que puede o no haber desarrollado sensibilidad a
las señales mínimas de su cliente, que co-construye la meta terapéutica con éste, y que
posee o no la habilidad para ser capaz de utilizar la singularidad del paciente para crear
disposición a responder y situaciones que permitan alcanzar las metas terapéuticas.
A continuación se analizan por separado cada uno de los componentes del
metamodelo propuesto. El proceso diagnóstico es primordial, y es gracias al diagnóstico
que puede diseñarse la terapia y cómo se comunicará ésta.

Determinación de metas terapéuticas


La terapia ericksoniana está orientada a metas, y pueden existir muchas metas en
una terapia específica. Zeig (1992/1999) describe dos métodos que pueden usarse para
diseñar metas en una terapia ericksoniana:
1) Construir el problema en un proceso
Cuando se concibe al problema presentado como un proceso secuencial,
pueden advertirse diversos caminos para la intervención. La meta del
terapeuta consistirá, entonces, en ayudar al paciente a modificar la secuencia
habitual de comportamiento que dirige el problema. Para lograrlo, el terapeuta
podría añadir un paso a la secuencia.
Si la intervención es suficiente, puede seguirla un cambio en el sistema. Aquí
subyace la premisa que el paciente se conducirá hacia una pauta más
saludable una vez que la secuencia sea modificada.
El terapeuta tendrá que estar en condiciones de conocer la secuencia y las
circunstancias del problema, para lo cual tendrá que hacer preguntas como las
que proponen Cade y O’Hanlon (1995). (Véase el capítulo 4 de este volumen)

2) Fragmentación: División de la solución en fragmentos manejables


Este método para establecer metas requiere que el terapeuta determine cómo
es que el paciente logra tener el problema.
Por ejemplo (Zeig, 1992/1999), si el paciente presenta una estimación de si
mismo disminuida, el terapeuta podría preguntarse cómo es este proceso: el
paciente no confía en si mismo, no confía en otros, su atención está dirigida
hacia adentro, y exagera sus defectos. Por lo tanto, si el paciente logra obtener
una estimación de si mismo disminuida desconfiando de si mismo y de otros,
estando internamente preocupado y encontrando defectos exagerados, la
solución a este problema sería recíproca (lo opuesto) a la estrategia del
problema: confiar en si mismo y otros, focalizarse hacia lo externo más que
retirarse interiormente, y encontrar vigor externo.
Cada uno de los componentes de la solución puede ser tratado como metas
separadas.
Envoltura para regalo
Este aspecto se refiere al método necesario para ofrecer la estrategia al paciente,
de modo que éste pueda recuperar las habilidades previamente disociadas.
Por ejemplo, si la meta es "ser consciente de lo externo", Zeig (1992/1999) sugiere
que el terapeuta podría "envolver" la idea "sea externo" en diversas formas. Una podría
ser "Abra sus ojos, mire el mundo, y percátese de las cosas que lo rodean." Sin embargo,
esa prescripción directa sólo funcionará con algunas personas, otras necesitarán
estrategias más indirectas.
Los componentes de la solución para el problema presentado, pueden
"envolverse" a través de: hipnosis, símbolos, metáforas, prescripción de síntomas,
anécdotas, reencuadre, etc.
Sin embargo, esta "envoltura" debe ser individualizada para ese paciente en
particular. Esto es lo que Zeig denomina "hacer a medida".

La intervención es hecha a medida


Las estrategias terapéuticas deben ser adecuadas a cada paciente en particular,
de modo que éste esté más dispuesto para llevarlas a cabo. En este proceso se usan
todas las pautas experenciales descritas por Yapko y Zeig (véase el capítulo anterior).
Una meta terapéutica será mejor acogida si calza con el modelo de mundo del paciente.
Por ejemplo, si un paciente valora la aventura, las tareas terapéuticas serán mejor
acogidas si son entregadas de modo que sean sentidas como aventuras. Si el paciente
valora la lentitud en la comprensión, la terapia debiera ser hecha en pasos pequeños,
lentos.
Para poder determinar la estrategia más adecuada para el paciente, se necesita
crear un método para presentar las ideas a través del tiempo. A este método, Zeig lo
denomina "procesamiento".

Procesamiento
Para Zeig (1992/1999), no es suficiente identificar la meta y crear una forma para
"envolverla" o individualizarla. El terapeuta debe crear un proceso, un drama a través del
cual ofrecerla.
A este proceso Zeig (1988) lo denomina SISA: Sembrar – Intervenir – Seguir
adelante.
El terapeuta comienza evocando la motivación del paciente, la cual después es
modelada en disposición a responder, especialmente en las señales mínimas. Este es un
modo de preparar el terreno para que esté fértil.
El terapeuta tiene en mente una intervención principal hecha a medida. En lugar
de dirigirse directamente a esa intervención, la "siembra", creando una ilusión indirecta
de esa técnica (Zeig, 1992b).
Después el terapeuta continúa con pequeños pasos que lo acercan a la
intervención principal, la cual es seguida por un período de seguimiento.
Sin embargo, para que el proceso de terapia sea efectivo, debe consistir en un
Evento Emocional Significativo (Yapko, 1985; Zeig, 1992/1999). Es decir, los valores, las
creencias, las visiones de mundo no cambian hasta que la necesidad lo dicte. Un evento
emocional significativo es una experiencia que es tan poderosa emocionalmente, que los
valores o creencias anteriores son sobrepasadas y abandonadas a favor de un valor,
creencia o comportamiento más relevante, adaptativo. Para Zeig, el proceso descrito en
la terapia, es una experiencia emocionalmente significativa que promueve el cambio
terapéutico.
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la
terapia en un marco ericksoniano

Los miembros del Instituto para el Estudio del Cambio Terapéutico de Chicago, han
estado dedicados –bajo la luz de las investigaciones realizadas en los ’90– al estudio de
los factores que dan cuenta del cambio terapéutico y que son comunes en todos los
enfoques de psicoterapia (Miller et al., 1997; Duncan et al., 1998; Duncan y Miller, 2000;
Duncan et al., en prensa).
Ellos afirman que los factores curativos comunes en todas las formas de terapia,
«independientemente de la orientación teórica (v.g., individual, grupal, familiar, etc.) o la
dosis (frecuencia y número de sesiones), constituyen el lenguaje unificador [de la
terapia]. Esos cuatro elementos, de acuerdo a su contribución relativa al cambio en la
terapia, son: (1) los factores extraterapéuticos; (2) los factores de la relación terapéutica;
(3) los factores del modelo y las técnicas; y (4) expectativa, esperanza y factores
placebo.» (Miller et al., 1997, p. 24)

Factores extraterapéuticos: El cliente y su ambiente


Lambert (citado en Duncan y Miller, 2000) asigna a estos factores un 40% en su
contribución al cambio terapéutico. Se los ha definido como los recursos que aporta el
cliente a la terapia y que influencian su vida fuera de aquella. Entre estos factores se
encuentran la persistencia, apertura, fe, optimismo, pertenencia a una comunidad
religiosa; y todas aquellas situaciones no previstas (en la terapia) y que implican la
interacción de las fortalezas del cliente con sucesos inesperados (como un nuevo trabajo
o una crisis resuelta con éxito).
En esta categoría de factores del cambio terapéutico también se incluyen los
cambios previos al tratamiento; las investigaciones estiman que aproximadamente un
15% de los clientes muestran una mejoría antes de la primera sesión de tratamiento
(Miller et al., 1997).
Otro factor del cliente es lo que Duncan y Miller (2000, 2001) denominan “la teoría
del cambio del cliente”, es decir, las expectativas y creencias que posee el cliente
respecto a su proceso terapéutico y qué cosas lo ayudarán a cambiar. Duncan y Miller
(2001) afirman que cuando el terapeuta acoge la teoría del cambio del cliente, se
acrecienta la alianza terapéutica (el segundo factor en importancia en su aporte al
cambio terapéutico).

Factores de la relación terapéutica


Lambert asigna un 30% en el resultado exitoso de la terapia a este factor. Los
siguientes “movimientos” del terapeuta aseguran una buena alianza terapéutica (Duncan
et al., 1998): cuando el terapeuta acomoda el tratamiento a las metas terapéuticas del
cliente; el tratamiento se acomoda a la forma en que el cliente ve la terapia; y, por cierto,
los condiciones necesarias para asegurar el éxito del tratamiento que definió Carl Rogers:
empatía, respeto, autenticidad del terapeuta, y validación del cliente.
Factores del modelo teórico y las técnicas
Miller y sus colaboradores se han mostrado exquisitamente irónicos respecto a
este factor, el cual según los estudios de Lambert aporta el 15% al cambio terapéutico; y
que sin embargo en la mayoría de los enfoques de terapia ha sido defendido como el
responsable absoluto del cambio.
Según Duncan y Miller (2000), aquellos enfoques que ayudan a los terapeutas a
acoger en forma individualizada las metas de los clientes, que incorporan la visión de
mundo del cliente a la terapia, que capitalizan los eventos que ocurren fuera de la terapia
o usan el ambiente social en el cual se desenvuelve el cliente, tienen más éxito en la
resolución de los impasses en el tratamiento.

Expectativas, esperanza y factores placebo


Lambert también asigna a estos factores un 15% en su aporte al cambio
terapéutico exitoso. Estos factores se refieren a la sensación del cliente que está siendo
tratando bien por el terapeuta, a la esperanza de cambio que promueve el terapeuta y a
la credibilidad que tienen para el cliente el modelo terapéutico y las técnicas utilizadas.
(Duncan y Miller, 2000)
Duncan et al. (1998) indican que las siguientes actitudes del terapeuta
contribuyen a este factor: poseer un ritual sanador; que el terapeuta crea en el
procedimiento o en la orientación terapéutica; el procedimiento o la orientación debe ser
creíble y persuasiva en base al marco de referencia del cliente; el procedimiento o
técnica debe estar basado en, o conectado con, la extracción de experiencias previas
exitosas del cliente; y la orientación temporal del tratamiento debe estar en el futuro.

Analicemos a continuación, en base a los antecedentes recién descritos, qué


características de la terapia en un marco ericksoniano pueden favorecer el éxito de la
terapia.

Factores extraterapéuticos:
Desde el punto de vista de los factores extraterapéuticos, las características
distintivas del enfoque terapéutico de Erickson tratadas en el Capítulo 4 de este volumen
permiten observar que la concepción de la terapia que nos heredó Erickson aporta
pautas para que los terapeutas optimicen su desempeño profesional y contribuyan a una
terapia eficaz: foco en los problemas, un enfoque no patologizante, orientación temporal
en el presente y hacia el futuro, el rol activo del cliente en el proceso terapéutico, y el
principio central de la utilización terapéutica.

Alianza terapéutica:
Con respecto a la relación terapéutica, ya hemos dicho antes que Erickson y Carl
Rogers son considerados los maestros de la empatía terapéutica (Gunnison, 1987)
(véase el Capítulo 3). Erickson poseía una experiencia y una capacidad de observación
que le permitía percatarse respecto a qué tipo de relación tenía que establecer con sus
clientes, siendo muy directivo en algunos casos, rudo y grosero en otros, o delicado y
permisivo.
Pueden distinguirse tres elementos centrales en la habilidad de Erickson para
establecer una buena alianza terapéutica:
(1) La aceptación y utilización de todos los comportamientos del cliente, proceder
derivado de sus experimentos en la inducción de trance hipnótico y cuyo objetivo era
conseguir la mayor cooperación del paciente;
(2) La comunicación con el cliente haciendo uso del lenguaje de éste, y operando
desde la propia visión de mundo del consultante. Erickson aprendió tempranamente este
actuar en sus experimentos de inducción de trance, especialmente en el manejo de la
“resistencia” al trance terapéutico (Erickson y Rossi, 1979); y luego, obviamente,
generalizó esta pauta a la psicoterapia, ya fuera que se auxiliara con el recurso del
trance hipnótico o no.
(3) Su foco en el problema actual del cliente, lo cual le transmitía a éste que
estaba realmente interesado en su problema (Haley, 1980a).
Miller et al. (1997) y Duncan et al. (en prensa) han descrito una serie de pautas
para que el terapeuta pueda contribuir a una buena alianza terapéutica, las cuales
pueden permitir a cualquier terapeuta aumentar su eficacia terapéutica, puesto que es
imposible recrear la genialidad de Rogers o Erickson al respecto. Resumidamente, estas
pautas incluyen:
(1) El tratamiento debiera acomodarse al nivel de motivación del cliente o su
disposición para el cambio.
(2) El tratamiento debiera acomodarse a las metas que tiene el cliente para la
terapia.
(3) El tratamiento debiera acomodarse a la visión que tiene el cliente de la
relación terapéutica.

Expectativas, esperanza y factores placebo:


De acuerdo a las características de la terapia de Erickson descritas en el Capítulo
4, éste tenía una concepción de la terapia que alentaba las expectativas para el cambio,
la esperanza y el optimismo en sus pacientes. De hecho, su vida desde los 17 años,
cuando enfermó de poliomielitis, indica una orientación hacia el futuro, optimismo y
esperanza a toda prueba. Y es obvio que Erickson transmitía esas características muy
suyas a sus pacientes.
Independientemente del carisma personal de Erickson y la fama que llegó a
adquirir como un terapeuta que “cambiaba rápidamente” a las personas, el uso de la
hipnosis formal en el tratamiento psicológico posee un valor ritual y placebo en si misma.
Si realizamos un paralelo entre el uso moderno de la “hipnosis” y las curaciones
chamánicas, encontraremos que (Pacheco, 2000b, p. 16-18):

«Las curaciones chamánicas poseen una serie de pautas culturales que se repiten de una cultura en
otra: un contexto religioso, sagrado, compartido por los individuos que participan en ellas; la existencia de
algún tipo de trance ritual; y los mensajes o prescripciones para la curación entregados por los espíritus a
través del chamán.
Desde este punto de vista, la hipnosis clínica moderna, especialmente aquella que trabaja con la idea
de los niveles múltiples de funcionamiento de la mente, también posee características que la asemejan a una
ceremonia chamánica.
Aquí es necesario introducir algunas distinciones para realizar tal análisis. Es evidente que aunque los
procesos de resíntesis interna y los procesos mentecuerpo actúan por igual en cualquier terapia que implique
absorción interna y movilización de recursos personales experienciales, existe un contexto distinto cuando se
realiza hipnosis formal.
Por "hipnosis formal" definiremos a aquella situación en la cual al sujeto se lo coloca sobre aviso que
se realizará un "trance hipnótico". Independientemente del tipo de inducción utilizada y las sugerencias
entregadas, ya sean directa o indirectas, existen en tal fenómeno singularidades que hacen pensar en una
ceremonia chamánica.
En Occidente, se necesitaron varios siglos para que la explicación cultural de las enfermedades del
cuerpo y la mente se diferenciaran de las creencias de las denominadas culturas "primitivas" (entiéndanse
por éstas a cualquier cultura no "civilizada", es decir no "occidentalizada").
En la Edad Media se suponía que las enfermedades de la mente se debían a la acción de posesión de
espíritus, y lo mismo ocurría con las enfermedades corporales, además de los trastornos humorales. Las
prescripciones eran sencillas: exorcismo o métodos un poco más "dramáticos" para echar a los demonios del
cuerpo; y plantas mágicas y sangrados para curar las dolencias del cuerpo. Es probable que la sobrevida a
esos tratamientos corporales haya sido inferior a los de las culturas "primitivas" americanas, puesto que los
habitantes nativos americanos poseían una gran sabiduría respecto a las plantas medicinales, además que
observaban hábitos de higiene inexistentes en Europa.
La invención de la ciencia en el Renacimiento hizo que en forma gradual el Cosmos y la Tierra
quedaran despobladas de espíritus, siendo reemplazados por las leyes de la mecánica. Este cambio de
paradigma posibilitó también el desarrollo de la biología y su aplicación práctica, la medicina, especialmente
desde fines del siglo 19 en adelante.
Sin embargo, las ciencias de la salud mental han seguido un camino distinto. En el siglo 18, Mesmer
fue el primer "curador" que invocando a "nuevas fuerzas" (que se enmarcaban dentro del paradigma
mecanicista de la física) intentó explicar la enfermedad: trastornos en el magnetismo corporal. Podría
afirmarse que su curación a través del magnetismo animal es la primera curación a través de la palabra.
Después del descrédito de Mesmer, sus ideas renacen en el siglo 19, denominándose ahora
"hipnotismo." Sin embargo se necesitaba de una "entidad" que permitiera explicar la ocurrencia de los
fenómenos psicopatólogicos, papel que le cabe al concepto de "subconsciente" o "inconsciente". Es decir,
nuevamente aparece lo intangible e irracional en un siglo donde la razón y los procesos conscientes tienen
supremacía.
Debemos a Freud la introducción de este concepto en la Psicología moderna; usando un lenguaje
"científico" demuestra en forma teórica la existencia de nuevo demonio: el inconsciente y sus pulsiones. Su
psicoanálisis, cuyo objetivo es hacer consciente lo inconsciente (conservando las distancias culturales)
recuerda vagamente a la tradición chamánica, es decir, dentro de un contexto curativo, con un iniciado en los
misterios de la mente, asistimos a un "exorcismo" moderno de esos demonios.
Sin embargo, en el uso de la hipnosis formal, el proceso de la inducción de trance y los fenómenos
asociados a éste poseen una mayor similitud con la ceremonia chamánica. Aunque en el enfoque de
utilización ericksoniana, el proceso de la inducción de trance no es necesariamente un ritual (puesto que no
se efectúa del mismo modo con todos los sujetos y se utilizan las propias respuestas de éste en el proceso de
inducción), generalmente se ha preparado al sujeto introduciendo la idea que una parte de la mente, definida
como sana y curativa, la mente inconsciente, opera libremente en ese estado. Es decir, el terapeuta busca la
evocación de fenómenos involuntarios, especialmente cuando se ratifica la experiencia de trance (Erickson,
Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979; Short, 1999).
En la ceremonia chamánica curativa, el chamán alcanza el estado extático para comunicarse con el
mundo espiritual, y los espíritus le indican los procedimientos para curar al enfermo. El paciente, que
comparte con el chamán la tradición cultural religiosa, está preparado para recibir esa curación que realizan
los espíritus a través del chamán.
En la hipnosis clínica moderna, el terapeuta se encarga de ratificarle al paciente que existen dentro
de él procesos involuntarios, inconscientes, que están más allá de su control volitivo, y que serán usados
para su curación. A diferencia de la ceremonia chamánica, donde la curación proviene desde fuera; en el
enfoque de utilización el terapeuta usará las palabras, ya sea en forma directa o metafórica, para estimular
ese proceso de resíntesis interna que, a juicio de Erickson, llevará a la curación. Es decir, la curación es el
resultado de procesos internos.
Una diferencia fundamental entre la utilización clínica del trance hipnótico en el enfoque ericksoniano
y los métodos clínicos de los padres de la hipnosis, radica en que en la hipnosis tradicional la curación viene
desde fuera (generalmente en forma directa), desde un médico y no desde un iniciado en el mundo espiritual
como ocurre en la curación chamánica tradicional (en donde es el Espíritu quien realiza la curación a través
del medium, el chamán), [ni de los propios procesos de reorganización interna como suponen los
ericksonianos].»

Factores del modelo teórico y las técnicas


De acuerdo a las proposiciones de Duncan y Miller (2000) para que un enfoque
teórico contribuya a la eficacia de la terapia, no cabe duda que la visión de Erickson
acerca de la terapia y el modo cómo concebía los tratamientos psicoterapéuticos puede
contribuir eficazmente al cambio terapéutico.
Sin embargo, la falta de una sistematización escrita por el mismo Erickson acerca
de su sistema terapéutico, y el espíritu reinante en la Psicoterapia respecto al valor de la
teoría, las técnicas y la investigación científica en la época que Erickson comenzó a
publicar sus artículos y cuando comenzó a ser famoso en el campo de la psicoterapia,
han contribuido a una confusión en el entendimiento y en la práctica de su enfoque.
Para facilitar este análisis, trataremos por separado el modelo teórico y las
técnicas.

1) La posición atéorica de Erickson


Desde los inicios del Psicoanálisis y hasta casi fines del siglo 20, la práctica de la
psicoterapia ha sido entendida por muchos autores como un conjunto de técnicas
derivadas de una teoría acerca del funcionamiento de la personalidad humana, y el
ajuste y desajuste psicológico. Se ha asumido, entonces, que el objetivo de la
psicoterapia es el logro de la salud o adaptación psicológica según como lo define la
teoría de la personalidad a la base de esas técnicas.
De lo anterior se deriva que en muchos enfoques o “escuelas” de psicoterapia se
acostumbre a una larga y costosa evaluación psicológica del paciente antes de realizar la
psicoterapia (Miller, Duncan, Johnson y Hubble, en prensa), la cual tendrá como objetivos
aquellos dictados por la teoría para los resultados de tal evaluación; sin importar las
metas de los clientes, sus problemas actuales, e incluso entregando información teórica
que puede ser iatrogénica para el consultante.
Cuando Erickson asume una postura “ateórica”, lo que está rechazando es la
realización de una psicoterapia enmarcada en un marco rígido, que limite tanto al cliente
como al terapeuta. «[Erickson] sostenía que las estrategias de intervención más
efectivas para un paciente dado eran aquellas que calzaban mejor con las necesidades
del paciente y que utilizaban su talentos. Conceptualmente, esta orientación es el polo
opuesto de todo enfoque teórico que esté basado en el supuesto de procesos comunes
entre los individuos» (Zeig y Munion, 1999, p. 83) (énfasis en el original) y que se
traduce en la aplicación de las mismas técnicas para problemas que se consideran
similares, sin considerar en lo absoluto las características idiosincrásicas de los clientes.
El estudio acucioso del trabajo de Erickson indica que éste efectivamente tenía
supuestos (teóricos) que dirigían sus esfuerzos, y que más bien tienen relación con un
marco epistemológico (Nardone y Watzlawick, 1992) (véase el Capítulo 4) para el
entendimiento de la naturaleza del cambio y de los problemas psicológicos, que con el
ajuste y desajuste psicológico en términos de la personalidad humana. En casi todos los
casos clínicos de Erickson reportados en la literatura, independientemente de las
técnicas usadas, puede encontrarse ese marco epistemológico.
A pesar que Erickson era respetuoso de las personas y sus tendencias, también
tenía una teoría personal acerca de cómo era una vida satisfactoria; y que según la
descripción que hace Haley (1980a) corresponde al “ideal de vida americana” de antes
de los años ’70: independizarse de los padres cuando se termina la secundaria, estudiar
y/o trabajar, casarse y tener varios hijos. Según Haley (1980a), Erickson influenciaba a
sus pacientes para que se “adaptaran” a ese ideal de vida. (Para un análisis ético, véase
el Epílogo).

2) La hipnosis como “técnica”


Desde el punto de vista de las técnicas, esta es el área que más se ha prestado a
confusiones en el análisis de las contribuciones de Erickson a la psicoterapia. Incluso
ahora, a más de veinte años de la muerte de Erickson, aun continúa hablándose de
“hipnosis ericksoniana”; con esto se reduce el amplio trabajo de Erickson en
psicoterapia, a la vez que pareciera que existieran varios tipos de hipnosis, lo cual es un
absurdo.
Aunque Erickson afirmó que la “hipnosis” no es la terapia en si misma, sino que es
un medio para conseguir cooperación de los pacientes (Erickson y Rossi, 1979), es
frecuente encontrar que la literatura trata a este recurso terapéutico como una técnica. Y
lo que es más, muchos usuarios conciben a ese vehículo de influencia como la técnica.
Además, tampoco se hace una distinción clara entre los métodos para la inducción de
trance hipnótico y el uso clínico de esa disposición acrecentada a responder del paciente
“hipnotizado”.
Este malentendido puede ser comprendido dentro del marco de pensamiento
modernista en psicoterapia; es decir, para un trastorno dado se aconseja el uso de tal
técnica, que se supone ha sido validada a través de la investigación.
Y esto es especialmente patente en el uso de la “hipnosis” en terapia; puesto que
en los reportes clínicos en que se ha usado hipnosis, es frecuente la ausencia de los
métodos de inducción de trance, tampoco se describe adecuadamente a los pacientes, ni
su estilo de respuesta al terapeuta; y luego se hace una extensa descripción de lo que se
le dijo al paciente que se encontraba en trance hipnótico (para un ejemplo, véase
Hammond, 1990). Pareciera entonces que el fraseo del terapeuta (¿la técnica?)
ocasionara los cambios en el cliente.
A modo de ejemplo, considérese el siguiente ejemplo, extraído de un reporte para
el tratamiento de la onicofagia:
«Cuando comience a llevar sus manos hacia su boca, habrá simplemente un movimiento automático
opuesto. No deseará más continuar este hábito infantil que daña sus manos y lo avergüenza ante su familia y
sus amigos… A medida que comience a interrumpir este hábito de morder sus uñas, sentirá una sensación de
bienestar y de auto-aprobación. Comenzará a respetar sus uñas y sus manos y estará orgulloso de ellas.
Cada vez que tenga éxito en evitar morderse las uñas, se sentirá orgulloso de usted mismo por haber logrado
una meta que vale la pena y es deseable.» (Crasilneck y Hall, en Hammond, 1990, p. 429)

Cabe preguntarse ¿qué características personales tenía el cliente, al cual esos


autores le están “sugiriendo” la inhibición de ese comportamiento? ¿Un autómata?
Justamente, a reportes como ése se refería Erickson cuando indica que el trabajo
en hipnoterapia es mucho más que obtener complacencia del cliente, sino que debe
buscarse una reorganización de la experiencia de éste. La intervención de Crasilneck y
Hall es a nivel de contenido, mientras que el trabajo propuesto por Erickson es de
proceso.
A su vez, la repetida afirmación de Erickson que el inconsciente de las personas es
creativo (Erickson y Rossi, 1979) y que puede trabajar en forma autónoma (Rossi, 1980),
ha posibilitado que se realicen afirmaciones como la siguiente:
«[A propósito del uso de los cuentos didácticos en terapia] En ocasiones mis pacientes me confiesan
que, por más que en el consultorio tuvieron conmigo una sesión entusiasmante, en la que fantasearon o se
imaginaron cómo resolver sus conflictos, nada de eso tuvo consecuencias en su vida. Se quejan diciendo que
“no hubo ningún cambio en mi; fuera del consultorio sigo haciendo lo mismo de antes.” En tales casos, lo
mejor es que el paciente permanezca sentado y pasivo mientras le cuento alguna de las anécdotas de
Erickson. Tal vez sea un relato largo y aburrido sobre el crecimiento de un niño, y al final de la sesión el
paciente se lamente de que no fue tan “buena” como la anterior, y declare que prefiere algo más dinámico.
Incluso puede confesarse aburrido. En tales circunstancias, yo le recordaré que el trabajo que procuramos
realizar juntos se cumple en un nivel inconsciente, y que poco importa lo que haga su mente consciente en
el ínterin: más adelante, ya me dará cuenta de cambios importantes en su vida. Por ejemplo, me informará
que han mejorado sus relaciones sociales, que se muestra más emprendedor o seguro de si mismo, o que ha
cambiado de trabajo. Dicho de otro modo: su actividad tiene lugar fuera de la sesión; en ésta, soy yo el que
la asumo.» (Rosen, 1986, p. 43) (Énfasis en el original)

Obviamente, este párrafo de Rosen no merece más comentarios.


Una paradoja en el trabajo de Erickson –y que se relaciona con el espíritu de la
época en la cual desarrolló su carrera profesional– es que aunque él fue uno de los
primeros terapeutas que se percató que la terapia eficaz era aquella que consistía en el
diseño de tratamientos individualizados, que consideraran las características singulares
de cada paciente, a la hora de describir la intervención clínica el paciente aparece
relegado a segundo plano, destacándose con excesivo detalle la intervención clínica
realizada por Erickson, y –por qué no decirlo– aparece él llevándose todos los créditos del
trabajo terapéutico (Duncan y Miller, 2000), aunque escribió repetidamente que el
responsable del éxito es el cliente (Erickson y Rossi, 1979).
No cabe duda que esta forma de relatar sus intervenciones terapéuticas (Erickson
1980a, b, c, d), y la forma en que Haley (1980a, 1985) transcribe sus conversaciones con
Erickson, crean en el lector la impresión de estar frente a un moderno héroe de la
psicoterapia. Esto, evidentemente, puede contribuir al desarrollo de un culto a Erickson y
a que aquellos terapeutas que buscan con avidez técnicas para aplicar con los pacientes,
intenten repetir como “loros” esas proezas ericksonianas… con el consiguiente
desperdicio de valioso tiempo terapéutico.
Ahora bien, si a Erickson sólo se lo ha asociado, erróneamente, con su enfoque
“hipnoterapéutico” y su “hipnosis ericksoniana”, ¿cuál es el estatus de esa “hipnosis” de
acuerdo a los datos empíricos?
Matthews et al. (1998), en una revisión de la literatura, intentan responder a dos
preguntas en relación a la “hipnosis” de Erickson: «¿Cuán efectivo es un enfoque de
hipnosis cuando es comparado con otros enfoques? (2) ¿Qué elementos de un enfoque
son centrales para su efectividad?» (p. 239)
Esos autores estudiaron los datos empíricos (obtenidos a través de investigaciones
en el laboratorio) para cuatro supuestos básicos de la “hipnosis ericksoniana”: «(1) la
hipnosis es un estado alterado de consciencia; (2) hay indicadores de este estado
alterado que lo distinguen del estado de vigilia; (3) la hipnotizabilidad del sujeto/cliente
es más una función de las habilidades del hipnotista (v.g., estrategias de utilización) que
de habilidades del sujeto/cliente; y (4) el uso de sugestiones indirectas es, al menos en
algunos casos, más efectivo en la producción de respuestas hipnóticas que la sugestión
directa.» (Matthews et al., 1998, p. 242)
Respecto a la hipnosis como un estado alterado de consciencia, hasta el día de
hoy los diversos teóricos no han logrado colocarse de acuerdo (Kirsch, 1997a). Hay
autores que concluyen que las respuestas fisiológicas asociadas al trance hipnótico
también pueden encontrarse en otras condiciones de estimulación, imaginería y
procesos simbólicos.
Las investigaciones también indican que no existen indicadores que aseguren que
el sujeto se encuentra en trance hipnótico, excepto el propio reporte del sujeto; «sentirse
diferentes en su experiencia de hipnosis» (Matthews et al., 1998, p. 245).
Asimismo, los investigadores tampoco han logrado colocarse de acuerdo respecto
a la existencia o no de rasgos de “hipnotizabilidad”; es decir, la habilidad innata del
sujeto para seguir y hacer realidad las “sugestiones” de los hipnotistas.
Y respecto a la última interrogante –sugestiones directas versus indirectas–
tampoco se han encontrado diferencias.
Malas noticias para aquellos terapeutas “ericksonianos” o hipnotistas que
adscriben a la hipnosis –como técnica– la responsabilidad de los cambios en sus
pacientes.
Antes de continuar con el análisis de Matthews et al. (1998), es necesario destacar
aquí mis críticas a la forma en que estos autores tratan el tema.
En primer lugar, ellos comienzan su artículo citando una investigación de Kirsch et
al. realizada en 1995, en la cual a través de una metodología de meta-análisis que
comparó terapias cognitivo-conductuales con hipnosis versus terapias cognitivas
conductuales sin hipnosis, «se encontró que el efecto de añadir hipnosis a la psicoterapia
es sustancial, particularmente en el tratamiento de la obesidad» (Matthews et al., 1998,
p. 240) (énfasis añadido) Cabe preguntarse, ¿cómo fue añadida esa hipnosis? La lectura
entre líneas de la frase anterior me indica que Matthews et al., consideran a la hipnosis
como un fenómeno tangible, una variable independiente que puede ser medida en
magnitud, y se agrega o se quita en un diseño experimental clásico (“duro”).
En su revisión de la literatura, tampoco hacen un distingo como ocurre con la
definición de la APA respecto a que si lo que ocurre en ese contexto “hipnótico” se
relaciona o no con el proceder de quien “aplica” la hipnosis.
La definición de la APA es la siguiente:

La hipnosis es un procedimiento durante el cual los profesionales de la salud o los investigadores


sugieren al cliente, paciente o sujeto, cambios en la experiencia sensorial, percepción, pensamiento o
comportamiento. El contexto hipnótico es establecido generalmente a través de un procedimiento de
inducción. Aunque hay muchas formas diferentes de inducción hipnótica, la mayoría incluye sugestiones de
relajación, calma y bienestar. Las instrucciones para imaginar o pensar respecto a experiencias placenteras
se incluyen comúnmente en las inducciones hipnóticas.
Las personas responden a la hipnosis en diferentes formas. Algunos describen su experiencia como
un estado alterado de consciencia. Otros describen la hipnosis como un estado normal de consciencia con
focalización de la atención, en la cual es sienten muy calmados y relajados. Sin importar cómo y el grado de
respuesta, la mayoría de las personas describen la experiencia como muy placentera.
Algunas personas responden muy bien a las sugestiones hipnóticas y otras responden menos. La
habilidad de una persona para experimentar las sugestiones hipnóticas puede ser inhibida por los temores y
preocupaciones que surgen de creencias erróneas comunes. Contrariamente a como se muestra en libros,
películas o en la televisión, las personas que han sido hipnotizadas no pierden el control de su
comportamiento. En forma típica son conscientes de quiénes son y dónde están, y a menos que se haya
sugerido específicamente amnesia, generalmente recuerdan lo ocurrido durante la hipnosis. La hipnosis hace
que las personas experimenten con mayor facilidad las sugestiones, pero no los obliga a tener esas
experiencias.
La hipnosis no es un tipo de terapia, como el psicoanálisis o la terapia conductual. Por el contrario, es
un procedimiento que puede ser usado para facilitar la terapia. Debido a que no es un tratamiento en si
mismo, el entrenamiento en hipnosis no es suficiente para llevar a cabo una terapia. La hipnosis clínica
debiera ser usada por profesional de la salud entrenados apropiadamente y acreditados como tales (v.g.,
psicólogos clínicos), que también hayan sido entrenados en el uso clínico de la hipnosis y estén trabajando
dentro de las área de su pericia profesional. (Kirsch, 1997b, p. 106-107)

En mi experiencia clínica y docente, he podido comprobar los distintos reportes de


los mismos sujetos en una situación de imaginería dirigida típica versus la misma
imaginería que hace uso de un lenguaje permisivo y metafórico y que busca la
ocurrencia de fenómenos involuntarios, y que es entregada haciendo juego (matching)
con las respuestas no verbales de los sujetos.
En la imaginería típica se supone que todos los sujetos son similares, de modo que
se les dan instrucciones muy específicas para el material a imaginar, debido a lo cual es
probable que tengan éxito sólo aquellos que pueden acomodarse al pie de la letra a las
instrucciones del terapeuta. Obsérvese la siguiente imaginería dirigida, extraída de un
libro de terapia experiencial, la cual es confrontada con una versión rescrita en un
lenguaje cuya connotación le agrega algo distinto al aspecto denotativo de la imaginería:

Fuente originalMetáforaAnálisis(Posterior a una estrategia de relajación profunda)

«Quiero que se imagine que está caminando por un sendero en la montaña, de noche. Hay luna llena y eso le permite
ver el sendero con toda claridad y gran parte de los alrededores... ¿Cómo es el sendero?... ¿Qué otra cosa puede ver a su
alrededor?... ¿Cómo se siente mientras asciende por ese sendero?... Apenas delante suyo hay un pequeño sendero
lateral que conduce lo alto, hacia una cueva donde vive un hombre muy sabio, capaz de responder cualquier pregunta
que quiera hacerle. Tome ese sendero lateral y camine hacia la cueva del hombre sabio... Note cómo cambia a su
alrededor mientras avanza por el sendero y se acerca a la cueva...
(Posterior a una estrategia de relajación profunda o "inducción" de trance hipnótico)

Hay sueños y sueños, y un paciente mío aprendió de eso... Aprendió que hay sueños que se olvidan inmediatamente
después de soñarlos... en cambio otros quedan dando vueltas en la mente después que uno despierta...
Y el sueño que me relató era uno de esos sueños en el cual uno sabe que han ocurrido cosas importantes, y aunque no
podamos saber de inmediato qué fue lo importante que ocurrió, las ideas o las imágenes de ese sueño vienen una y otra
vez a la mente... en cualquier momento a veces... Incluso siendo difícil saber a ciencia cierta si eso fue soñado o se vivió
realmente...
Me contó que de pronto se vio caminando por un sendero en la montaña... de noche. Había luna llena y podía ver el
sendero con toda claridad y gran parte de los alrededores... Podía observar el sendero y sus características... podía mirar
a los alrededores y percatarse del paisaje... y era interesante para él preguntarse cómo se sentía mientras caminaba por
ese sendero...
De pronto se dio cuenta que delante de él había un sendero lateral... y tú sabes como son los sueños... de pronto supo
que ese sendero lo llevaría hacia una cueva donde vivía un hombre muy sabio... capaz de responderle cualquier
pregunta que quisiera hacerle... Fue como un impulso... era como si su cuerpo quisiera caminar hacia la cueva del
hombre sabio... y él, por supuesto, siguió a su cuerpo... Podía darse cuenta a la luz de la luna cómo iba cambiando el
paisaje a medida que avanzaba por ese sendero y se acercaba a la cueva...

Introducción a la metáfora, cuyo objetivo es el de crear expectación a lo que vendrá, a la vez que se están deslizando
ideas para lo que vendrá al final del relato.

Sugerencias permisivas, para que el sujeto las rellene con su propia experiencia.

Invitación permisiva a cambiar de dirección, e introducción de un nuevo personaje.Cuando llegue a la cueva, usted verá
una pequeña hoguera frente a la cueva, y estará en condiciones de ver vagamente al silencioso hombre sabio junto a la
luz oscilante de las llamas... Acérquese a la hoguera, ponga más leña sobre el fuego y siéntese sosegadamente... A
medida que el fuego brille más intensamente, usted estará en condiciones de ver al hombre más claramente. Tómese
cierto tiempo para darse cuenta cabalmente de él, de sus ropas, su cuerpo, su carne, sus ojos...
Al llegar a la cueva luego de un rato, vio una pequeña hoguera frente a la cueva, y podía ver vagamente al hombre
sabio junto a la luz oscilante de las llamas... Se acercó a la hoguera y colocó más leña sobre el fuego, y se sentó
tranquilamente... A medida que el fuego brillaba más intensamente, fue capaz de ver con mayor claridad al hombre
sabio... Fue capaz de prestar atención a su persona... las ropas que vestía... su cuerpo... su carne... sus ojos...Ahora
pregúntele al hombre sabio alguna cosa que sea importante para usted. Mientras formula esta pregunta, continúe
mirando al hombre sabio y vea cómo reacciona a lo que usted dice. El puede contestarle sólo con palabras, o también
con un gesto o una expresión facial, o puede mostrarle algo... ¿Qué tipo de respuesta le dio?...
De pronto, sintió que brotaba desde su interior una pregunta para hacerle a ese hombre sabio... Y mientras le formulaba
la pregunta... veía cómo reaccionaba éste a lo que él le decía... Al mismo tiempo supo que el hombre sabio podía
contestarle con palabras, o también con un gesto, o con una expresión facial... o podía mostrarle algo...
El hombre sabio le respondió a su manera... y mi paciente sintió que esa respuesta le llegaba muy profundamente...
aunque no la comprendiera en ese momento...
Conviértase ahora en el hombre sabio... ¿Cómo es su existencia siendo hombre sabio?... ¿Cómo se siente y cómo es su
vida?... ¿Cuál es su actitud hacia el visitante que le hace la pregunta?... ¿Qué siente hacia el visitante?... ¿Qué le dice al
visitante, ya sea mediante palabras, gestos o acciones?...
Luego, casi sin darse cuenta... se encontró pensando y sintiendo como el hombre sabio... (Pausa) Pudo percatarse de su
existencia siendo el hombre sabio... (Pausa) Y darse cuenta de cómo se sentía siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse
cuenta de cómo era su vida siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse cuenta de cuál era su actitud hacia ese visitante que
le hacía la pregunta, siendo el hombre sabio... (Pausa)¿Qué sentía hacia el visitante siendo el hombre sabio?... (Pausa)
Darse cuenta acerca de lo que le dice al visitante, ya sea mediante palabras, gestos o acciones...
Conviértase nuevamente en usted mismo y prosiga el diálogo con el hombre sabio. ¿Entiende lo que él le está
diciendo?... ¿Tiene alguna otra pregunta para hacerle?... ¿Qué siente hacia el hombre sabio?...
De pronto se encontró siendo el mismo y continuó su diálogo con el hombre sabio... (Pausa) Y era capaz de entender lo
que él le decía... Y le venían a la mente nuevas preguntas para el hombre sabio... Además era capaz de sentir diversos
sentimientos hacia ese hombre sabio...
Ahora conviértase nuevamente en el hombre sabio y continúe la conversación... ¿Hay alguna otra cosa que quiera
decirle al visitante?...
Y nuevamente se sintió siendo el hombre sabio... y capaz de continuar la conversación con ese visitante... Y sentía que
tenía que decirle otras cosas al visitante... (Pausa)Nuevamente sea usted mismo. Pronto tendrá que despedirse del
hombre sabio... Diga lo que desee antes de irse... Justo cuando está por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia
una vieja valija de cuero que está detrás de él y busca dentro algo muy especial para darle... Saca algo de la valija y se
lo entrega para que lo lleve con usted... Mire el regalo que le ha dado... ¿Qué siente hacia el hombre sabio ahora?...
Dígale a él qué siente... y lentamente despídase de él...
Volvió a ser el mismo... sabía que tendía que despedirse del hombre sabio... Sintió que tenía que decirle más cosas antes
de irse... (Pausa)
Y justo cuando estaba por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia una vieja valija de cuero que estaba detrás de él,
y buscó dentro algo muy especial para darle... Sacó algo de la valija y se lo entregó para que llevara consigo...
El miró el regalo que le entregó el hombre sabio... sentía muchos sentimientos hacia el hombre sabio en ese momento...
(Pausa) Y fue capaz de decirle lo que sentía... y lentamente comenzó a despedirse de él...
Ahora vuélvase y comience a descender la montaña, llevando el regalo... Mientras camina por el sendero, mire
cuidadosamente el camino a fin de recordarlo y poder visitar al hombre sabio nuevamente cuando quiera... Tome
conciencia de los alrededores y de cómo se siente...
Y comenzó a descender de la montaña, llevando el regalo... Mientras caminaba por el sendero prestó cuidadosa atención
al camino, con el fin de recordarlo... sabía que podría visitar a ese hombre sabio cuántas veces quisiera... Miraba a su
alrededor y sentía que había sucedido algo muy importante en esa noche tan especial... (Pausa)
Mantenga ahora los ojos cerrados y traiga su regalo cuando regrese a este cuarto... Tome cierto tiempo ahora para
examinar más detenidamente el regalo... ¿Qué fue lo que le regaló?... Descubra realmente algo más acerca del regalo...
Tóquelo... huélalo... délo vuelta y mírelo cuidadosamente...
Ya de regreso en su cuarto, sin saber si había despertado o aun continuaba soñando... se tomó cierto tiempo para
examinar detenidamente el regalo... Observar qué le había regalado el hombre sabio... (Pausa) Sintió que era capaz de
descubrir qué era realmente lo que le había regalado ese hombre... Podía tocarlo... olerlo... mirarlo cuidadosamente...
Conviértase ahora en el regalo. Identifíquese con él y descríbase. ¿Cómo es usted siendo el regalo?... ¿Cómo se siente
siendo esa cosa?... ¿Cuáles son sus cualidades?... ¿Qué es lo que hace o cómo puede ser utilizado o apreciado?...
De pronto se sintió siendo el regalo... prestando atención a las cualidades del regalo... Preguntándose qué es lo que
hace o cómo podía ser utilizado o apreciado...Vuelva a ser usted mismo nuevamente, mire el regalo y vea si puede
descubrir algo más respecto a él... ¿Nota usted algún cambio o detalle que antes no vio?... Ahora guarde
cuidadosamente este regalo en su memoria... y despídase de él por ahora...»
(Stevens, 1976, p. 163-164)Y al despertarse y ser el mismo nuevamente, fue capaz de mirar ese regalo, era como
estuviera frente a él... y fue capaz de descubrir más cosas respecto de él... (Pausa)
Y supo que podría guardar el regalo en su memoria... y traerlo a su presente cuando lo necesitara... podía despedirse del
regalo... porque sabía que lo tendría consigo, dentro de él...
Y tú sabes, ese fue un sueño especial, uno de esos sueños donde al despertarnos podemos saber qué soñamos, si eso es
útil para nosotros ahora... o sabemos que soñamos algo importante que nuestra mente interior continuará desarrollando
por si misma en próximos sueños, o a lo largo del día, sin importunarnos en nuestras tareas habituales...

Ahora bien, sabemos a través del reporte de la literatura y de la propia experiencia


clínica, que la imaginería y la relajación no son los únicos métodos para la “inducción” de
trance. ¿Pueden explicarse fácilmente, de acuerdo a las definiciones usuales de
“hipnosis”, los procesos que se colocan en marcha en los métodos confusionales de
Erickson (Erickson, 1964/1980c) y en el “manejo de la resistencia al trance” (Erickson,
1964/1980b, e, f; Erickson y Rossi, 1979)?
Analicemos lo siguiente:

«En esta técnica, dependiendo de los antecedentes educacionales de los sujetos, se da una
explicación apropiada, casual, de los conceptos generales de la mente consciente y el inconsciente.
Similarmente se da una explicación instructiva casual -aunque cuidadosa- de la actividad ideomotora, citando
ejemplos familiares, incluida la levitación de mano.
Después, con cabal simplicidad se les dice que se sienten tranquilamente, descansando las palmas
de sus manos sobre sus muslos y escuchen cuidadosamente una pregunta que se les hará. Se explica que
esta pregunta solamente puede ser respondida por su mente inconsciente, no por su mente consciente. Se
añade que pueden ofrecer una respuesta consciente, pero tal respuesta será solamente un comentario
consciente y no una respuesta real a la pregunta. Respecto a la pregunta en si misma, puede ser una de las
muchas que pueden hacerse, y no tiene un significado para la persona. Su propósito es dar solamente a la
mente inconsciente una oportunidad para manifestarse por si misma. Se ofrece la explicación adicional que
la respuesta será una respuesta ideomotora de una u otra mano levantándose, que la izquierda significa una
respuesta “no”, la derecha una respuesta “sí” a la pregunta hecha a la mente inconsciente.
Después se presenta la pregunta, “¿Piensa su mente inconsciente que usted puede entrar en
trance?”. Se ofrece, asimismo, una elaboración adicional: “Conscientemente usted no puede saber lo que su
mente inconsciente piensa o sabe. Pero su mente inconsciente puede permitirle a su mente consciente
descubrir lo que piensa o comprende, por el simple proceso de ocasionar una levitación en la mano derecha
o en la izquierda. Así, su mente inconsciente puede comunicarse con su mente consciente en una forma
visiblemente reconocible. Ahora mire sus manos y vez cuál es la respuesta. Ni usted ni yo sabemos qué
piensa su mente inconsciente. Intente advertir el leve movimiento, intente sentirlo y verlo, y disfrute la
sensación de elevación y complázcase en averiguar lo que piensa su inconsciente.”
No obstante cuál mano levite, sobreviene un estado de trance simultáneo, frecuentemente del tipo
sonambulístico. Generalmente es aconsejable utilizar -antes que evaluar- inmediatamente el trance, ya que
los sujetos tienden a reorientarse con prontitud. Generalmente eso se hace en mejor forma diciendo simple y
casualmente, “Es muy agradable descubrir que su inconsciente puede comunicarse con su mente consciente
en esta forma, y hay muchas otras cosas que su mente inconsciente puede aprender a hacer. Por ejemplo,
ahora que ha aprendido que puede desarrollar un estado de trance y puede hacerlo notablemente bien,
puede aprender numerosos fenómenos de trance. Por ejemplo, usted podría estar interesado en
____________”, y pueden acogerse las necesidades de la situación.
Erickson afirma que sujetos experimentados en lo que ha usado esta técnica, han reconocido
inmediatamente y comentado, “¡Qué interesante! No importa cuál respuesta dé usted, primero tiene que
entrar en trance.”
Aquellos sujetos que objetan la inducción de este modo, tienden a reorientarse al primer esfuerzo de
evaluar o utilizar el trance. Muchos de ellos, sin embargo, entrarán fácilmente en el trance cuando se les
diga, “Y puede entrar en trance tan fácil y rápidamente como su mente inconsciente responda a esta
pregunta, simplemente al continuar mirando cómo su mente inconsciente continúa moviendo su mano hacia
su cara. Mientras su mano se mueve hacia arriba, sus ojos se cerrarán y entrará en un trance profundo.”
Una consideración esencial en esta técnica es una actitud de total expectancia, casualidad y
simplicidad por parte del operador, lo cual coloca la responsabilidad de cualquier desarrollo completamente
en el sujeto.» (Erickson, 1959/1980b, pp. 185-186

Erickson y Rossi (1980e) han denominado “doble coacción terapéutica” al


procedimiento anterior; el cual, desde mi punto de vista, solamente puede ser analizado
en términos de su valor comunicacional (en el sentido pragmático) (Rossi y Jichaku,
1992), no como algo impuesto, inducido en la mente del oyente.
Otro aspecto a considerar para los análisis de resultados, es el hecho que las
motivaciones y objetivos de los sujetos experimentales tienen muy poca similitud con los
de los pacientes que buscan un tratamiento “con” hipnosis. La revisión de Matthews et al.
(1998) considera el análisis de estudios experimentales, con diseños de tipo clásico,
cuantitativos. Erickson no usó diseños experimentales clásicos en sus experimentos, usó
una metodología cualitativa, sus estudios son descripciones de campo; y una parte
importante de sus investigaciones las realizó en contextos clínicos, y cuando era en el
contexto del “laboratorio”, éste era su oficina y el “experimento” podía durar horas o días
de trabajo con el mismo sujeto. De modo que la famosa “hipnosis ericksoniana” –
expresión de la cual Erickson se habría reído a mandíbula batiente– que ha sido
transformada en un artefacto de acuerdo a la visión modernista (y lo mismo ocurre con
las “otras” hipnosis) debiera ser estudiadas a través de métodos cualitativos; y debiera
procederse del mismo modo con la “hipnosis autoritaria” y la “hipnosis estandarizada”,
puesto que también existe una interacción social entre el hipnotista y su sujeto.
Como Matthews et al. (1998) no encuentran apoyo “duro” para las premisas de la
hipnosis ericksoniana, recurren entonces a la teoría de la influencia social para analizar a
esa “hipnosis.”
Esos autores escriben lo siguiente al respecto:
Si no hay apoyo empírico para la noción de un estado hipnótico, si la hipnotizabilidad es quizá más
una función del sujeto/cliente que de las habilidades de utilización del hipnotista, y si no hay datos empíricos
convincentes a favor de la superioridad de la sugestión indirecta, ¿ de qué hablamos, entonces, cuando nos
referirnos a Erickson y la hipnoterapia ericksoniana? […] Sherman y Lynn (1990) sugieren que la brillantez
clínica de Milton Erickson puede ser comprendida dentro de un marco psicológico social. La habilidad singular
de Erickson era su habilidad para aumentar la motivación, las expectativas del cliente, y la creencia que el
cambio terapéutico ocurrirá. Nosotros propondríamos que el "trance" hipnótico, profundidad del "trance" e
hipnotizabilidad son constructos que, en último término, tienen menos significado que expectativa y
motivación. Sherman y Lynn sugieren además que la maestría clínica de Erickson, es atribuible al uso que
hacía de la reactancia del paciente, la siembra, el encuadre/reencuadre; aumento del esfuerzo del paciente; y
a la inclusión del paciente como un participante activo en el contexto de influencia social.
[…] Nuestra posición es que la esencia del enfoque de Erickson era crear una expectativa para el
cambio; interrumpir, distraer, ocupar la mente consciente; y crear un contexto para el cliente en el cual
pudiera ocurrir un cambio de las narrativas de aquel. Desde esta perspectiva, la hipnosis es una interacción
social construida por el terapeuta y el cliente, a partir de la cual pueden emerger múltiples realidades para el
cliente. La hipnosis se convierte en una forma de comunicación en la cual se provee a los clientes de un
contexto en el cual [puedan] desarrollar una narrativa vital más útil que la que llevaron a la terapia. (p. 253,
257-258) (Énfasis añadido)

Como puede observar el lector, las conclusiones de Matthews et al. (1998)


respecto a la eficacia de los métodos de influencia social de Erickson, tienen mucha
relación con los factores de eficacia de la terapia que describen Miller et al. (1997).
Finalizaremos este capítulo con algunas reflexiones acerca del último Congreso
Ericksoniano realizado en Phoenix en Diciembre de 2001, y en el cual se celebró el
natalicio 100° de Erickson:

«Mientras los investigadores continúen en su Torre de Babel (Miller et al., 1997), peleándose por
descubrir cuáles “técnicas” son mejores que otras, sin evaluar variables tan importantes como el modo en
que se entregan las técnicas, la discusión de cuál “hipnosis” es [más eficaz] continuará por los siglos de los
siglos, como esas discusiones bizantinas que no llevan a ninguna parte.
Es absurdo que en el año 2001, aun continúen encontrándose artículos y páginas web que consideran a
la “hipnosis” como una técnica; absurdo por diversas razones:
a) la “hipnosis” es un estado definido por [el sujeto y el terapeuta], no [sólo] por el terapeuta;
b) la experiencia de trance es un fenómeno que depende tanto de las variables del sujeto como de las
del investigador/terapeuta;
c) las técnicas en terapia son modos de proceder; es decir, mensajes que poseen cierta estructura
discernible y que, en definitiva, son prescripciones de comportamiento, entendimiento, sentimiento;
que son actuadas por el cliente, para beneplácito o frustración del clínico;
d) por lo tanto, la “hipnosis” debe ser comprendida como un contexto terapeuta/cliente en el cual son
posibles ciertos fenómenos que se correlacionan con las prescripciones del primero, y que en último
término, son experiencias que ocurren bajo la piel del cliente, y a las cuales sólo tenemos acceso a
través de su reporte verbal.
La “hipnosis” ha sido reificada, como muchos otros conceptos en psicoterapia, y creo que la labor de
desmitificación de los terapeutas ericksonianos de los conceptos reificados es imprescindible para conservar
la salud y la respetabilidad del enfoque.
Son fundamentales la realización de investigaciones clínicas, en donde se diferencien los contextos
terapéuticos creados con miras estratégicas (es decir, influenciar al cliente según su modo de colaboración o
respuesta) de las prescripciones que denominaríamos “técnicas”. Como esa es una tarea difícil, les sugerimos
armarse de paciencia y tomar un buen curso de metodología cualitativa, y un curso en donde aprendan a
tomar en cuenta las variables de los clientes; por ahora les sugerimos estudiar los trabajos publicados acerca
de terapia interaccional y de la terapia orientada a las soluciones, porque parece que esos pioneros captaron
antes que muchos ericksonianos las claves para realizar una terapia dentro de un marco de la utilización
terapéutica.
Y a todos aquellos que pueden estar preguntándose en estos momentos acerca de qué sería del
enfoque ericksoniano sin la “hipnosis”, les digo que pueden tranquilizarse, porque el contexto “hipnótico”
igual seguirá siendo útil en la psicoterapia, pero dependiendo del tipo de colaboración del cliente y su
fenomenología. Y para aquellos que se resistan a abandonar la imagen de Erickson como “Mr. Hipnosis”, les
sugiero dos nuevas imágenes, “Mr. Terapia Breve” o “Mr. Influencia Social”.
Creo que Erickson estaría feliz en su cumpleaños número 100, si se percatara que sus discípulos y
seguidores han captado la esencia de su enfoque de terapia, y no se han quedado perdidos en un bosque
donde están tropezándose con aquellos conceptos que han convertido en cosas materiales…
También le haríamos un lindo regalo si los ericksonianos evitaran en la publicidad de sus cursos y en
los contenidos de los mismos, destacar las técnicas por sobre los otros aportes de Erickson; [si los
ericksonianos actúan así] es probable que existan muchos Diciembre [para reunirse] en Phoenix; en caso
contrario es posible que al enfoque ericksoniano le ocurra algo similar al “magnetismo animal” de Mesmer…
y eso sería lamentable…» (Pacheco, 2001, p. 9)

Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la


terapia estratégica y la terapia experiencial:
Las emociones en la psicoterapia

En este Capítulo esbozaré algunas de las ideas que he venido reflexionando en los
últimos tiempos; solicito al lector que las considere como un fermento útil para su
pensamiento y práctica clínica, y no como un producto terminado.
Para iniciar este análisis, me permitiré citar primero a algunos autores:

«Uno de los rasgos singulares de los enfoques de terapia breve desarrollados en los últimos 20 años
en el Mental Research Institute [MRI] y en el Centro de Terapia Breve en Milwaukee [BFTC], es su falta de
énfasis en los sentimientos y emociones. El enfoque del MRI se focaliza en la interrupción y cambio de pautas
interaccionales problema repetitivas que representan las soluciones intentadas. El enfoque del BFTC […] ha
evolucionado hacia un enfoque que no asume una conexión entre los problemas y las soluciones. Se
concentra en la construcción de una solución basada en las excepciones para el problema y en las fortalezas
potenciales de las personas. En ambos casos, esto se logra a través de la conversación entre una persona
designada como “terapeuta” y una o más personas designadas como “cliente”.
Esas conversaciones son guiadas por el terapeuta, tanto como sea posible, hacia descripciones
conductuales, ya que éstas son más fáciles de observar y medir que los sentimientos. Esta postura
pragmática ha llevado a la crítica que estas terapias breves son frías y mecánicas, y que no son sensibles a
las necesidades emocionales de los clientes. En mi opinión, esa crítica sugiere una falta de familiaridad con la
práctica del MRI y los enfoques orientados a la solución. Mientras que hay una diferencia teórica entre ellas y
otras terapias acerca del rol de los sentimientos y las emociones para el cambio, son sensibles y hacen uso
los puntos de vistas particulares de los clientes respecto al impacto de los sentimientos y emociones de sus
problemas y soluciones. […] Con el tiempo esta nueva perspectiva [pensamiento sistémico] reveló algunas
limitaciones al trabajar con sistemas humanos, al ser insensible al género, la raza y la cultura. En la búsqueda
de teorías que compensaran esos defectos, la terapia familiar se ha dirigido a la biología [biología del
conocimiento de Maturana y Varela], la filosofía constructivista, la filosofía del lenguaje [Derrida,
Wittgenstein] y el construccionismo social.
El énfasis en el lenguaje es uno de los rasgos comunes principales de los enfoques terapéuticos
enraizados en el pensamiento posmoderno, tales como el enfoque focalizado u orientado en soluciones, el
enfoque narrativo/conversacional [Epston y White], el enfoque del MRI, el enfoque de sistemas de lenguaje
colaborativo [Anderson, Goolishian] y la integración de hipnosis ericksoniana y enfoque orientado a la
solución [Dolan] […] Esos enfoques se distinguen por sus diferentes técnicas, o por la ausencia de ellas, pero
todos comparten la creencia que la terapia es un proceso colaborativo en el cual el terapeuta no tiene ideas
preconcebidas respecto a los resultados, sino que ayudar a los clientes a derivar nuevos significados de sus
situaciones a través del lenguaje.» (Lipchick, 1999, p. 157-158)

Por su parte, Boscolo y Bertrando (2000) han escrito:

«[…] Hemos observado que existe cierto número de modelos terapéuticos, como los estratégicos,
que no hacen una distinción entre patología y normalidad sino, que en cambio, entre problema y solución.
Estos modelos, como ya señalamos, se basan en el principio de la causalidad circular que conecta el
problema a la solución. Según los terapeutas que se adhieren a esta modalidad, en el proceso terapéutico se
utilizan técnicas y estrategias que interfieren con el circuito recursivo problema-solución y, por consiguiente,
permiten una solución de los problemas presentados (solución de problemas) en un tiempo breve, de
acuerdo con una serie de praxis progresivas. Desde el punto de vista del tiempo, el horizonte temporal está
centrado sobre todo en el presente y el futuro. Estas terapias breves caracterizadas por el uso de técnicas
específicas para la solución de determinados problemas, también se han definido como “tecnológicas”.
En cambio, otro grupo de modelos terapéuticos toman en consideración a la persona como elemento
central del proceso terapéutico. El interés principal no recae en la solución de problemas, sino en el cambio
de las premisas epistemológicas, de la “visión de mundo” que tiene el cliente o, en otras palabras, en el
cambio de la historia en la que está inmerso el cliente. En estos casos, la técnica terapéutica es radicalmente
diferente y consiste en la exploración, en la que el terapeuta y el cliente no pueden prever los cambios, que
ocurren libremente dentro del diálogo, y sólo a posteriori se podrá expresar en una opinión sobre el resultado
de la terapia (mientras que en el primer caso el resultado es visible y juzgable a medida que se procede, con
la desaparición progresiva de los problemas presentados). En las terapias centradas en la persona parecen
ser particularmente relevantes los factores terapéuticos específicos, como la exploración, la empatía, la
atención, el calor humano del terapeuta. A menudo estos modelos se basan en un marco temporal que
privilegia la relación presente-pasado (como sucede en el psicoanálisis), o bien la más compleja relación
pasado-presente-futuro (como es el caso en el modelo sistémico al que nosotros adherimos).
A estas alturas podemos decir que nuestras terapias individuales se inspiran sobre todo en el
segundo grupo de modelos. Sin embargo, debemos reconocer que incluso nosotros empleamos a veces
algunas técnicas probadas, relativas a los enfoques estratégicos y de inspiración ericksoniana. Estas técnicas
han demostrado estar en condiciones de resolver con éxito indudable problemas específicos que afligen al
cliente, especialmente en los casos en que esos problemas obstaculizan seriamente la vida cotidiana y
ejercen un efecto paralizante e incapacitante (por ejemplo, en algunas fobias, en los ataques de pánico y en
algunos trastornos obsesivos-compulsivos).
Cuando las técnicas usadas han conducido en un tiempo breve a la desaparición de los síntomas, se
considerará la eventualidad de terminar la terapia o de proseguirla, sea por parte del terapeuta o por parte
del cliente. En caso que se prosiga, nos comprometemos en la exploración conjunta de la historia del cliente,
concentrando la atención en los conflictos o temas significativos de su vida para llegar así –utilizando una
terminología posmoderna– a la aparición de historias alternativas que no requieran un precio tan alto en
incomodidad o sufrimiento.
Nos damos cuenta de que usar las dos modalidades terapéuticas descriptas implica una
contradicción. Pero evitarla escogiendo uno de los modelos con exclusión del otro sería, a nuestro juicio,
limitativo. ¿Por qué abandonar una modalidad de trabajo que en algunos casos ha demostrado ser simple y
eficaz y que nos ha dado no pocas satisfacciones en un determinado período de nuestra labor clínica y de
investigación?
Aquí podemos expresar la opinión, compartida por muchos, de que un modelo determinado no es
necesariamente óptimo para todos los casos tratados: hay situaciones que parecen responder mejor a un
modelo de terapia breve basada en la solución de problemas que a un modelo que se propone cambiar la
visión del mundo o la historia del cliente. Por ejemplo, tratándose de personas que en la vida enfrentan crisis
transitorias, una terapia a largo plazo puede tener el efecto iatrogénico de confirmar una profecía de
autocumplimiento, primero del terapeuta y después del cliente, según la cual una terapia de larga duración
es absolutamente necesaria, cuando en realidad, para lograr la superación de la crisis, puede bastar una
intervención breve dirigida a los síntomas.» (p. 24-27)
Es obvio que los párrafos citados más arriba reflejan en parte la de historia del
pensamiento sistémico en los últimos 30 o 40 años y la tendencia actual del movimiento
sistémico; la cual Anderson (1999) ha resumido de la siguiente forma:

«Buena parte de la terapia familiar ha ignorado ingenuamente al individuo, o lo ha abandonado


intencionalmente, perdiendo así la experiencia individual; y ha separado al yo del tú, perdiendo así la
dimensión relacional de la identidad.
Para algunos de nosotros, el posmodernismo mueve al individuo y la relación a un primer plano,
aunque los conceptualiza en forma muy diferente a la del modernismo. Los supuestos posmodernos destacan
ante todo la creación o contextualización social o relacional de la realidad; por ejemplo, sentidos, pautas,
categorías diagnósticas y narraciones son producto de las relaciones humanas e interacciones comunicativas.
El énfasis puesto en lo social y lo relacional lleva a repensar radicalmente la noción del individuo o el propio
ser (se trate del núcleo del ser individual o de seres propios múltiples colectivos), la construcción de si
[mismo], la identidad, el propio ser en relación, y la conectividad del yo y tú. » (p. 60-61) (Énfasis en el
original)

Un reflejo de la tensión en la concepción de la psicoterapia “adecuada” (Duncan y


Miller, 2000; Miller et al. 1997) es la siguiente reflexión de Fisch acerca de los aportes de
Erickson a la terapia:

«[…] Erickson redefinió el “estado alterado” como el de un percatarse expandido de las posibilidades
y opciones. Pero su retención de la noción de estado alterado –un estado de “trance”– es consistente con su
pensamiento de los problemas desde un punto de vista monádico u orientado al individuo. […]
Sin embargo, dentro de este marco respecto a la hipnosis, Erickson desarrolló un estudio de cómo las
personas le respondían a él y a otros. Concomitantemente, emprendió un estudio disciplinado del uso de la
comunicación verbal y no verbal para alterar respuestas y, por último, problemas conductuales. (Uno podría
decir que la “terapia hablada” comenzó con la hipnosis, pero hasta Erickson, el lenguaje no fue considerado
como una potente herramienta de influencia por si mismo.) Al desarrollar su enfoque lingüístico, ya fuera que
usara metáforas, analogías, indirección, contradicción, “trance” o sólo “hablar” con lenguaje común, Erickson
abrió la puerta para investigar y redefinir los conceptos de influencia interpersonal.
Es mi opinión que los desarrollos de Erickson en “hipnosis” no son el impacto principal, ni
potencialmente principal, de su trabajo; tampoco es de importancia principal su redefinición del
“inconsciente” como benigno y creativo (realmente la concepción de Jung de un inconsciente creativo
precedió a la de Erickson.) Más bien, el contexto o concepto de “trance” permitió a Erickson desarrollar una
disciplina de la influencia humana, y la metáfora del “inconsciente” que le daba la libertad para
despatologizar los problemas humanos.
Mi preocupación es que esos dos puentes del desarrollo de formas más efectivas para resolver
problemas humanos, sean oscurecidos y no cruzados. Asimismo, gran parte del interés en el trabajo de
Erickson ha sido desviado hacia replicaciones de su técnica y vocabulario hipnótico […] La reificación de su
uso de la metáfora del “inconsciente”, empañará, probablemente, las amplias implicaciones de una teoría
despatologizadora de los problemas […]
Anteriormente comenté que Erickson estaba orientado monádicamente y sé que esto debe soñar
extraño a muchos lectores. El trabajaba a menudo con miembros de la familia del paciente y conversaba
respecto a la vida familiar y la relación de los problemas del paciente con los miembros de la familia. No
obstante, en su trabajo, se enfocaba sobre el paciente identificado. No importaba cuán difícil o “resistente”
fuera el paciente, Erickson, no obstante, tendía a trabajar con él antes que con el contexto social más amplio
de la familia. […] El punto que surge aquí es que la reverencia sin consideración de los logros de Erickson,
limitará la expansión de las ideas y no re-examinará y no desafiará su punto de vista gonádico. Y, como
también, lo he comentado, la reificación del “inconsciente” limitará la expansión de las contribuciones
seminales de Erickson, al demorar su integración en otra “revolución” conceptual –los conceptos de
sistemas.» (Fisch, 1990/1994, p. 208-209) (Énfasis en el original)

En una réplica a las preocupaciones de Fisch, Rossi (1990/1994) afirma y se


pregunta:

«Fisch reconoce abiertamente: “Erickson estaba monádicamente orientado.” No sé, sin embargo, por
qué Fisch dice, “Esto deberá sonar extraño a muchos lectores.” No puede sonar extraño a nadie que
realmente haya leído los Collected Papers de Erickson. Generalmente Erickson trabajó uno-a-uno con sus
pacientes. Incluso cuando estaban presentes dos o más miembros de la familia, su acercamiento típico era
usar a los otros miembros de la familia solamente como un telón de fondo para facilitar respuestas
terapéuticas intrapersonales importantes. Incluso el examen más precipitado de los artículos que escribió el
mismo Erickson revela una intensa preocupación de los psicodinamismos ocurriendo dentro del individuo, en
una forma monádica […]
¿De dónde proviene, entonces, todo el reciente rechazo a las principales investigaciones hipnóticas
de los mecanismos intrapersonales, inconscientes de la psicopatología que hizo Erickson?
Muchos de nosotros estamos comenzando a preguntarnos si el MRI es “¡El brujo que robó a Erickson!”
Desde luego, son evidentes muy tempranamente en las Conversations with Milton H. Erickson de Haley, el
ejemplo de una actitud arrogante de parte de algunas personas del MRI para desembarazarse del enfoque
intrapersonal de Erickson y su uso del concepto del inconsciente.» (p. 236-237) (Énfasis en el original)

Más adelante en su réplica, Rossi escribe:

«Creo que el punto de vista interpersonal tiene importantes contribuciones que hacer en un mundo
que se desgarra con las tensiones interpersonales catastróficas de nuestros días. Pero, también creo en la
autonomía e independencia del trabajo individual dentro de si mismo en un nivel intrapersonal, como un
aspecto importante del crecimiento y la madurez. Los puntos de vista intrapersonal e interpersonal son
complementarios; necesitamos a ambos en un enfoque bien balanceado de la teoría y práctica de la
psicoterapia.» (Rossi, 1990/1994, p. 242)

Sin embargo, la historia de la psicoterapia nos enseña que tradicionalmente los


enfoques en los cuales la noción del si mismo y las emociones juegan un rol importante
en la concepción teórica y en la práctica de esos enfoques, son terapias estructuradas en
y torno a una teoría del ajuste y desajuste psicológico que supone que los problemas
actuales del cliente se relacionan con causas en su historia pasada; y el tratamiento
“correcto” (una terapia en “profundidad”) supone el descubrimiento y corrección de esas
causas. Esto suele dar origen a terapias que se centran en un individuo desconectado de
su entorno de relaciones interpersonales significativas; a la vez que el interés de la
terapia está colocado en el pasado, lo cual tiende a alargar los tratamientos.
Asimismo, en esos enfoques se aprecia un énfasis en las metas de tratamiento
derivadas de los modelos teóricos, más que en las metas o urgencias de los clientes; lo
cual también tiende a alargar las terapias.
La duración de los tratamientos terapéuticos no puede ser un asunto de las
preferencias personales de los terapeutas o según el dictado de la teoría a la cual se
adscribe el terapeuta. De acuerdo a las investigaciones de la eficacia de la psicoterapia
difundidas por el Instituto para el Estudio del Cambio Psicoterapéutico de Chicago
(Duncan et al, 1998; Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa; Miller y Duncan,
1997), las investigaciones respeto a la eficiencia de la terapia (duración) muestran que:

«Los estudios de meta-análisis, por ejemplo, muestran que entre el 60 al 65% de las personas
experimentan alivio sintomático significativo entre una a diez visitas –lo cual se aumenta al 70-75% después
de seis meses, y sube al 85% en un año […] Esos mismos hallazgos también muestran “un curso de
disminución del retorno [del cliente] mientras se requieran más esfuerzos para lograr diferencias que puedan
ser advertidas en la mejoría del paciente” a medida que el tratamiento se alarga.
En forma importante, la pareja de hallazgos es que: (1) el cambio aparece más temprano que tarde
en una terapia exitosa; y, (2) hay un curso de disminución a medida que el tiempo del tratamiento se alarga,
lo cual no debiera ser construido como acusaciones a las terapias que se extienden más allá de un número
manejable de sesiones. Por el contrario […] los datos obligan a una continuación del tratamiento según sea el
progreso y el interés del paciente. En otras palabras, mientras el monto de cambio disminuye con el tiempo,
los clientes continúan beneficiándose con la continuación del tratamiento. Al mismo tiempo, sin embargo, los
hallazgos dejan claro que las terapias en las cuales ocurre poco o ningún cambio (o un empeoramiento de los
síntomas) tempranamente en el proceso de tratamiento, tienen un riesgo significativo de un resultado nulo o
incluso negativo.
De hecho, la mejoría temprana –específicamente, la experiencia del cliente de cambio significativo en
las primeras visitas– está emergiendo como uno de los mejores predictores del eventual resultado del
tratamiento.» (Duncan y Miller, 2000, p. 92-93) (Énfasis en el original)

Si tomamos en cuenta las afirmaciones de Rossi (1991/1994) que un modelo bien


equilibrado debiera integrar las aproximaciones intra e interpersonales, podemos
preguntarnos, entonces, desde qué perspectiva haremos esa integración.
Propongo que este análisis, en lugar de llevarse a cabo de acuerdo a las
inclinaciones de los terapeutas hacia algún enfoque en particular, se realice de acuerdo a
los factores de eficacia de la terapia descritos por Miller y sus colaboradores. Esos
autores, además, han descrito algunas pautas que pueden ocupar los terapeutas para
que sus tratamientos sean eficaces.
Respecto a la integración en psicoterapia, Duncan y Miller (2000) afirman «que
preferimos ver la integración desde el ventajoso punto de vista del cliente: La integración
es la mezcla singular de ideas del cliente que culmina en una nueva teoría que explica y
predice la circunstancia específica del cliente.» (p. 146-147). Más adelante esos autores
afirman: «Compartimos muchos de los ideales del movimiento ecléctico, aplaudimos la
denuncia de la rigidez de un único modelo […] El problema que, sin embargo, mina los
esfuerzos integrativos es el mismo que sentencia a los modelos a la mediocridad –es
decir, la figura clave, el cliente, ha sido dejado fuera. La mayoría, si es que no todos, los
esfuerzos de la integración y el eclecticismo se concentran exclusivamente en el marco
de referencia del terapeuta, la jerarquía del marco del terapeuta para la integración, la
síntesis del terapeuta de la miríada de modelos que existen, y la sabiduría del terapeuta
para la selección de la técnica o estilo relacional.» (p. 147)
Para este efecto, Duncan y Miller (2000, 2001) proponen que se tome en cuenta la
“teoría del cambio del cliente”. Al respecto citan y analizan los siguientes extractos de
dos casos clínicos de Erickson:

«”Erickson vio a Kim, una maestra acongojada por un hombre joven desnudo que estaba colgando
justo encima de su cabeza. Le pidió a Erickson que no se deshiciera del joven, sino que detuviera su
interferencia con su vida cotidiana. Sugirió a Kim que dejara al joven desnudo en un armario en su oficina
donde estaría seguro y no interferiría con su clase. Al principio ella comprobaba si el joven estaba allí, pero
gradualmente detuvo [este comportamiento]. Muy posteriormente, Kim se traslado a otra ciudad y le
preocupaban sus “episodios psicóticos.” Erickson le sugirió que colocara los episodios psicóticos en un
envase de manila y se lo enviara por correo. Ocasionalmente, ella enviaba a Erickson un episodio psicótico y
mientras tanto ella continuaba una vida productiva.”
”Erickson vio a Bob, quien quería que se corrigiera su conducción irresponsable y temeraria. Erickson
le preguntó que podía hacer él para ayudarlo, y la respuesta de Bob fue que Erickson no podía hacer nada,
que Bob tendría que hacerlo a su modo. Erickson le preguntó respecto a cuán pronto él deseaba hacer los
cambios, y Bob dijo que al mes siguiente debiera estar conduciendo en forma adecuada. La afirmación de
Bob que él debería hacerlo a su propio modo fue repetido en varias formas durante dos sesiones. Dos
semanas después, Bob reportó jubiloso que había manejado las cosas a su propio modo. Había conducido tan
temerariamente que, en un punto, había abandonado su auto justo antes de chocar con un cerro. Desde ese
incidente, había estado conduciendo en forma segura y dentro de los límites de velocidad permitidos.”
Erickson tenía una inquebrantable creencia en las capacidades de auto-curación de las personas, y se
enfocaba intensamente en la visión que tenían los clientes acerca de sus problemas, sus metas de la terapia,
y sus ideas acerca del cambio. Erickson comprendió la importancia de no intentar eliminar el hombre
desnudo de Kim o confrontar el deseo de Bob de “hacerlo a su modo.” Erickson no se replegó a sus propios
miedos (por ejemplo, que podría estar “reforzando las alucinaciones de Kim”) o a preferencias de tratamiento
a priori que necesitaba hacer “algo” con Bob). Por el contrario, ofreció información basada solamente en el
contenido suministrado por el cliente y no insertó contenidos provenientes de un marco teórico.» (Duncan y
Miller, 2000, p. 153)

Dentro de la tradición ericksoniana, los diversos modelos de terapia estratégica, ya


sea que estén enfocados en los problemas (MRI, terapia familiar estratégica de Haley y
Madanes) o enfocados en la solución (Milwaukee), han desarrollado diversas pautas de
relación terapéutica y técnicas de intervención que permiten abordar exitosamente en un
tiempo breve los “problemas interaccionales” de los clientes. Sin embargo, puesto que
esos modelos han prestado poca atención a las emociones, permanece la interrogante
acerca desde qué perspectiva abordar ese aspecto del ser humano.
Desde el punto de vista de la posición del terapeuta en la terapia estratégica para
resolver problemas (léase Erickson, Haley y MRI), ésta es la del experto que recoge del
paciente la información necesaria para formular un problema (el cual es visualizado
desde un marco político, Keeney y Ross, 1987) que puede resolverse llevando a cabo
prescripción de acciones (comportamientos) que rompan el circuito vicioso que mantiene
la queja. Este modelo funciona muy bien con aquellas situaciones que describen
anteriormente Boscolo y Bertrando (2000); pero no responde adecuadamente a otros
conflictos humanos que difícilmente pueden ser traducidos fácilmente a ese tipo de
circuitos, y que más bien tienen relación con un marco semántico que político (Keeney y
Ross, 1987) en el discurso del cliente: los significados de esas experiencias para el
cliente. La experiencia o vivencia del cliente respecto a su problema tiene importancia
para el terapeuta estratégico en lo que respecta al grado de colaboración del cliente para
llevar a cabo tales prescripciones (marco político cliente-terapeuta [Keeney y Ross,
1987]).
La casuística de Erickson revela que cuando Erickson realizaba un abordaje
intrapersonal, generalmente recurría al uso del hipnotismo (Erickson y Rossi, 1979;
Erickson 1980d). Sin embargo, debido a la falta de una sistematización escrita por el
mismo Erickson acerca de las pautas que guiaban su terapia, tenemos que contentarnos
con sus frases típicas: “experiencia clínica” y “observación”.
Rossi (Rossi y Erickson, 1979) ha escrito lo siguiente acerca de Erickson y su
abordaje de los síntomas psicosomáticos:

«La teoría básica de la medicina es que los síntomas son formas de comunicación. Como tales, los
síntomas son señales o claves importantes de problemas en el desarrollo que están en el proceso de hacerse
conscientes. Ya que los pacientes no pueden expresarlos claramente en la forma de insight cognitivo o
emocional, encontrará expresiones psicosomáticas como un síntoma corporal.
[…] La hipnosis ha sido una herramienta importante en la evolución de esta teoría básica de la
medicina psicosomática y continúa siendo hoy una modalidad importante para la resolución del
comportamiento sintomático. La principal contribución de Erickson en esta área es el descubrimiento que
mientras que el insight emocional es generalmente un acercamiento muy deseable en la resolución de los
problemas psicosomáticos, esto no significa que sea la única ruta. Ha desarrollado formas de resolución del
comportamiento sintomático “directamente en un nivel inconsciente”. Es decir, los síntomas pueden ser
resueltos al trabajar con los psicodinamismos del paciente en una forma en que la consciencia no sabe por
qué el síntoma corporal desaparece. Además, el problema del desarrollo que se había expresado en el
síntoma también es resuelto de una forma aparentemente espontánea. […]
¿Por qué esos procesos son tan efectivos? Creemos que funcionan porque utilizan las propias
experiencias vitales y pautas de aprendizaje previo del paciente en una forma terapéutica.» (p. 143-144)

Sin embargo, la individualización de la terapia que efectuaba Erickson y su falta de


explicaciones clarificadoras de su trabajo, sólo puede llevar al terapeuta interesado en la
réplica de sus tratamientos a una mala copia de tratamientos efectivos para pacientes
singulares en el contexto terapéutico Erickson–ese(a)-cliente.
Rossi ha venido desarrollando desde mediados de los ’80 un enfoque
psicoterapéutico que se apoya en el lenguaje indirecto de Erickson para formular
estrategias de intervención pertinentes a los problemas presentados por el cliente
(Terapia psicobiológica: Rossi 1986/1993; 1996; Rossi y Cheek, 1988) y que posee
algunas similitudes con la terapia experiencial inserta en la corriente “humanista”;
enfoque que considera crucial a las emociones en el tratamiento de los clientes. Para
clarificar este punto, trataré en forma sucinta ambos enfoques de psicoterapia, y
analizaré sus puntos en común y sus diferencias.

Terapia experiencial
La terapia experiencial se asocia con el trabajo de Rogers y Gendlin (1999). Sin
embargo, para un análisis actual de este enfoque trabajaré con los conceptos de
Greenberg y sus colaboradores (1996).
Esos autores afirman que, «las terapias orientadas a la vivencia comparten la
creencia en la singular capacidad humana para la reflexión consciente, y una teoría del
funcionamiento humano que se centra en la unicidad de la experiencia interna y la
construcción de significado de cada persona. Así, abogan por una variedad de métodos
que permiten a las personas “acceder conscientemente” a su propia experiencia interna
y expresar y simbolizar los significados previamente implícitos o los sentimientos
bloqueados.» (Greenberg et al., 1996, p. 55)
Además, «en esta perspectiva se considera que los seres humanos están
orientados hacia el desarrollo y la completa evolución de sus propias potencialidades. Los
principales elementos de la disfunción son que la experiencia organísmica no acceda a la
conciencia y que se bloqueen las capacidades de desarrollo. Por tanto, fomentar la
conciencia de la experiencia y facilitar la atención a la tendencia al desarrollo son
cuestiones centrales para la terapia vivencial.» (Greenberg et al., 1996, p. 55)
La teoría a la base de la terapia vivencial propuesta por Greenberg y sus
colaboradores, es lo que Greenberg y Pascual-Leone (1998) han denominado un “enfoque
constructivista dialéctico del cambio vivencial”.
Resumidamente, la teoría de estos autores indica que la experiencia inmediata que
posee una persona de la realidad interna y externa es una construcción del si mismo y
del mundo, guiada por una sensación sentida implícita que resulta de una síntesis
automática y dinámica de la complejidad interna del individuo. «Usamos el término
complejidad interna como una descripción fenomenológica de la conciencia que viven las
personas acerca de su propia vida mental interna, en el contexto de la vida. Cuando se le
presta atención, esta complejidad interna puede estar simbolizada en conciencia reflexiva
para crear distinciones o experiencias en las que, por otra parte, también se puede influir
mediante un procesamiento conceptual para generar explicaciones o significados nuevos
y vitales.» (Greenberg y Pascual-Leone, 1998, p. 150)
Los significados y la sensación corporal concomitante surgen a partir de la
activación automática producida por la situación y el estado interno del sujeto de los
componentes de procesamiento de información (esquemas) en un repertorio individual, y
de la síntesis de esos esquemas en una nueva representación de esa complejidad
interna.
La sensación corporal experimentada,
«[…] restringe las posibles construcciones conscientes que la pueden satisfacer, al mismo tiempo que
elimina muchos otros posibles significados. No obstante, una parte crucial de del proceso de creación de
significados es la creación de distinciones lingüísticas para expresar dicha sensación corporal de significado
implícita. La experiencia vivencial no sólo está formada plenamente “dentro” de nosotros, sino que también
necesitamos poner en palabras nuestros sentimientos para hacerlos plenamente conscientes. La articulación,
casi siempre a través del lenguaje, es por lo tanto crucial en la creación de nuevas experiencias y significados
conscientes.
La experiencia, aunque está constituida en parte por la creación de distinciones lingüísticas, no está
totalmente determinada por un orden lingüístico impuesto desde fuera, como han propuesto ciertos
constructivistas radicales, construccionistas sociales y deconstruccionistas […] La naturaleza humana tiene
su propio orden y no espera de manera indiferente a que el orden le venga impuesto desde fuera por el
lenguaje y la cultura. Las personas se guían por su propia complejidad interna en interacción con las
particularidades de una situación, lo que se experimenta como una sensación de significado experimentada
corporalmente.» (Greenberg y Pascual-Leone, 1998, p. 150-151)

En la práctica terapéutica esos conceptos se traducen en los siguientes principios


para efectuar una terapia en un enfoque vivencial y procesual (Greenberg et al., 1996, p.
129-146):

Principio 1: Armonía empática: Contactar y ser armónicamente empático con el


marco de referencia interno del cliente
Desde el punto de vista del terapeuta, ser armónicamente empático implica:
a) El terapeuta renuncia o coloca de lado sus ideas o formulaciones
concebidas previamente respecto al cliente;
b) Entra activamente y toma contacto con el mundo del cliente;
c) El terapeuta armoniza con la experiencia del cliente, experimentándola
por si mismo; y
d) El terapeuta “atrapa” lo que es más esencial o conmovedor para el
cliente.

Principio 2: Vínculo terapéutico: Comunicar empatía en una relación auténtica de


aprecio
Este principio esta basado en las condiciones necesarias y suficientes de Rogers
para el cambio terapéutico (empatía, aprecio y autenticidad).

Principio 3: Colaboración en las tareas: Facilitar la implicación mutua en los


objetivos y tareas de la terapia
Este principio implica los siguientes aspectos:
Acuerdo en los objetivos, «En primer lugar, el terapeuta tiene que establecer un
acuerdo sobre los objetivos generales del tratamiento, aquellos problemas sobre los que
el cliente desea trabajar en la terapia. En este enfoque el terapeuta trabaja para
comprender la visión del cliente de sus objetivos y problemas y acepta los objetivos del
cliente, en lugar de imponerle los suyos. […] [El terapeuta] acuerda implícita o
explícitamente trabajar con el cliente sobre los problemas presentados; éstos pueden ser
problemas específicos tales como tratar con una falta de resolución o una decisión sobre
la relación, u objetivos generales, tales como sentirse mejor, estar menos deprimido u
obtener una sensación de mayor control en su vida. A medida que el tratamiento
prosigue, el cliente normalmente perfeccionará y desarrollará un objetivo particular, lo
que requiere que el terapeuta esté armonizado con esta evolución natural. El objetivo
sobre el que el cliente y terapeuta están trabajando tiene que ajustarse, en todo
momento, al estado actual del cliente o, en caso contrario, el tratamiento fracasará.»
(Greenberg et al., 1996, p. 138)
Acuerdo en la tarea global, «Debido a que el tratamiento se basa en la tarea global
o general de experimentar y explorar los sentimientos, la terapia sólo tendrá éxito si los
clientes, al menos provisionalmente, aceptan estas tareas. Aunque esas tareas sean lo
suficientemente generales como para que se llegue a un acuerdo con la mayoría de los
clientes, en la práctica, un grupo reducido las encuentra inaceptables. Esto normalmente
ocurre porque e encuentran a si mismos incapaces y necesitados de que una autoridad
enérgica les guíe para proporcionarles consejos, autocomprensión, apoyo, o porque
buscan intervenciones conductuales específicas.» (Greenberg et al., 1996, p. 138)
Acuerdo en la tarea específica, «Para que los clientes puedan trabajar en las tareas
terapéuticas específicas, ambos deben estar dispuestos y ser capaces de llevar a cabo
las distintas formas de actividad terapéutica. […] De este modo, el terapeuta informa al
cliente de los trabajos y tareas específicas propuestos para fomentar la colaboración y el
acuerdo de los clientes para implicarse en ellos.» (Greenberg et al., 1996, p. 138-139)
Tono colaborador y capacidades del cliente para la tarea, lo cual implica motivar y
capacitar a los clientes para que se impliquen en las actividades de la terapia. Esto
requiere una actitud que se comunica a través de «un estilo colaborador y no impositivo
y al evitar una conducta excesivamente definitiva o “experta”. Esto se produce por la
voluntad de considerar alternativas, de admitir errores o malentendidos y negociar
desacuerdos. Todo esto se hace para fomentar una alianza de coexploración en la cual
ambos participantes trabajan juntos para explorar y promover la reorganización de la
experiencia del cliente. La participación activa del cliente es esencial.» (Greenberg et al.,
1996, p. 139)

Greenberg y sus colaboradores afirman que los tres principios enunciados más
arriba describen el tipo de relación terapéutica ofrecido en su enfoque. Los tres principios
siguientes se relacionan con las tareas (técnicas) terapéuticas. «Los principios de las
tareas se basan, generalmente, en el supuesto que los seres humanos son organismos
activos, intencionados, con una necesidad innata de exploración y dominio de su medio
ambiente. Esto se expresa específicamente en los intentos por alcanzar objetivos
personales y resolver problemas internos.» (Greenberg et al., 1996, p. 140)
Los principios de las tareas son tres:
Principio 4: Procesamiento vivencial: Facilitar los procesos óptimos y diferenciales
de los clientes
Los autores afirman que lo importante es implicar al cliente en un procesamiento
vivencial, más que conceptual. Es decir, y de acuerdo a la teoría, el terapeuta ayuda a
través de las tareas a que el cliente pueda simbolizar adecuadamente sus experiencias.

Principio 5: Fomentar el crecimiento y la autodeterminación del cliente


(crecimiento/elección)
Este principio se deriva de la filosofía existencial que está implícita en el enfoque,
el cual «enfatiza la importancia de la acción interna del cliente. Esto se manifiesta en las
tendencias gemelas hacia el crecimiento/dominio y autodeterminación/elección. Así, el
terapeuta enfatiza y valora el potencial del cliente para el desarrollo y la posesión de si
mismo, por un lado, y para la libertad, la elección y la interdependencia madura, por
otro.» (Greenberg et al., 1996, p. 142)

Principio 6: Conclusión de la tarea: Facilitar la conclusión de tareas terapéuticas


específicas
Como muchas de las tareas no finalizan una vez colocadas en marcha, el terapeuta
necesita ayudar al cliente a finalizar las tareas terapéuticas. Greenberg y sus
colaboradores han realizado un análisis de flujo de cada tarea o técnica terapéutica
(desde la perspectiva del terapeuta y del cliente), con el objetivo que los terapeutas
puedan reconocer con exactitud los pasos de cada tarea.

Respecto a las técnicas terapéuticas vivenciales, Greenberg y sus colaboradores


(1996) han especificado indicadores en el discurso del cliente que aconsejan el uso de
una determinada técnica. Puede ocurrir, sin embargo, que la ejecución de una técnica dé
cómo resultado otros indicadores que indican que debe aplicarse una nueva tarea para
continuar con el trabajo de integración.
Esos autores han sistematizado en la siguiente tabla los indicadores, la técnica
(operación) a utilizar y el estado final de su puesta en práctica.

(Tomado de Greenberg et al., 1996, p. 169)


IndicadorOperaciónEstado finalReacción problemática (problema de autocompresión).Despliegue evocador
sistemático.Nueva visión del funcionamiento del si-mismo-en-el-mundo.Sentido poco claro o ausente.Enfoque vivencial
[focusing de Gendlin, 1999].Simbolización del sentido; procesamiento productivo vivencial.Escisión auotevaluadora
(autocrítica, estar atormentado).Diálogo de las dos sillas [Perls].Autoaceptación, integración.Escisión autointerruptora
(sentimiento de bloqueo, resignación).Representación de las dos sillas [Perls].Autoexpresión, autorización.Asuntos
inacabados (sentimiento desagradable persistente hacia otro específico).Trabajo con la silla vacía [Perls].Perdonar al otro o
entenderlo, afirmar al si mismo separado.Vulnerabilidad (emoción dolorosa relacionada con el si mismo).Afirmación
empática [esto implica el manejo del lenguaje de la empatía desarrollado por Rogers].Autoafirmación (sentirse
comprendido, esperanzado y fortalecido).
En un trabajo posterior (Greenberg y Paivio, 2000), Greenberg realiza un acucioso
análisis de las emociones y los sentimientos, y propone tareas terapéuticas para abordar
esos indicadores en la experiencia del cliente.
El análisis de los principios de la terapia vivencial de Greenberg y sus
colaboradores, permite encontrar diversas similitudes con principios de la terapia de
Erickson. Sin embargo, desde el punto de vista del objetivo general de la terapia, esa
similtud es aparente.
Como hemos visto, la terapia experiencial descrita busca crear un entorno
terapéutico que facilite la generación explicaciones o significados nuevos y vitales para el
cliente, posibilitando que éste trabaje con sus explicaciones y significados en el proceso
de la terapia. Y en este sentido, el terapeuta es un facilitador de ese contexto
terapéutico.
En la terapia de Erickson, el énfasis está colocado en la interrupción de los
esquemas mentales y/o conductas limitantes que impiden la construcción de nuevos
significados para el cliente. A Erickson no le interesaba trabajar en la sesión terapéutica
la construcción de esos nuevos significados a través del diálogo terapéutico, sino que
confiaba que una vez liberado el cliente de esas ataduras podría reinsertarse
saludablemente en la vida cotidiana y las “fuerzas” de la vida cumplirían su papel (efecto
“bola de nieve”).
Cuando Erickson propone que la terapia debe ser hecha desde el marco de
referencia interna del cliente, y se esfuerza por crear una alianza terapéutica con el
cliente, no lo hace en el entendido que la alianza terapéutica posee un valor curativo en
si misma (como lo entendía Rogers, o como lo han evidenciado los estudios actuales de la
eficacia de la terapia [Miller et al., 1997]), sino que buscaba influenciar la experiencia del
cliente, para que éste colaborara llevando a cabo las prescripciones de comportamiento
que Erickson sugería desde su rol de experto.

Terapia psicobiológica de Ernest Rossi


Rossi, como terapeuta y teórico de la psicoterapia, ha seguido un camino bastante
singular; y sus antecedentes profesionales así lo demuestran.
Antes de obtener su PhD en psicología, estudió bioquímica; y posteriormente
estudió medicina psicosomática con Franz Alexander; se formó en psicología jungiana (ha
formado parte del consejo de certificación del Instituto Carl Jung de Los Angeles, y ha
sido director de la revista Psychological Perspectivas editada por ese Instituto); durante
los años 1972-1980 colaboró con Erickson (Hypnotic Realities [1976], Hypnotherapy
[1979], Experiencing Hypnosis [1981] y The Febraury Man [1989]) y es el editor de los
Collected Papers de Erickson (4 volúmenes) y de los 4 volúmenes de The Seminars,
Workshops, and Lectures of Milton H. Erickson. Desde el año 1986 ha venido publicando su
perspectiva psicobiológica de le hipnoterapia naturalista y de utilización de Erickson (Bowie
y Pacheco, 1993); y en los años ’90 ha venido integrando diversas disciplinas para la
formulación de una teoría caos-biológica del trabajo hipnoterapéutico (Rossi, 1996).
Como era de esperar, dada la formación de Rossi, se interesó especialmente en la
hipnoterapia y en los acercamientos intrapersonales de Erickson. La lectura atenta del
volumen que publicó en 1986 (Rossi, 1986/1993) permite observar que en las estrategias
terapéuticas esquematizadas siempre está subyacente la búsqueda de eventos
inconscientes relacionados con el síntoma; como por ejemplo en la “fórmula de acceso
básica”:

«1. Una introducción temporal que inicia una búsqueda interna:

¿Tan pronto cómo su mente interna (inconsciente creativo, guía espiritual, etc.)) sepa

2. Accesando las fuentes ligadas al estado del problema:

que puede revisar algunas memorias importantes relacionadas con la fuente de ese problema,

3. Señal observable de la resolución del problema

sus ojos se cerrarán?» (Rossi, 1986/1993, p. 101) (Énfasis añadido)

En el enfoque psicobiológico de Rossi encontramos el siguiente principio básico:


«Todos los síntomas son señales» (Rossi, 1986/1993, p. 92).
Desde el punto de vista del enfoque psicobiológico, en lugar de negar o acallar la
sintomatología a través de psicofármacos, Rossi se pregunta “¿Qué está intentando
decirnos la mentecuerpo con ese ánimo depresivo, la fatiga crónica, un dolor de cabeza,
una úlcera, o una neurodermatitis bajo estrés?”.
Los síntomas son considerados como señales de la mentecuerpo y se los recibe
para luego facilitar procesos creativos de transducción de información que pueden
trasformar los aspectos negativos del síntoma en una respuesta terapéutica. (Rossi,
1986/1993)
Rossi describe diversas modalidades de comunicación mentecuerpo (imaginería,
cognición, identidad, comportamiento, sensación y emoción); cada modalidad puede ser
transformada, al menos en parte, en otras para el proceso de información óptimo y la
solución de problemas en situaciones vitales nuevas y desafiantes.
Rossi afirma que las personas generalmente reportan estar “bloqueadas” cuando
sienten que no pueden poner algo en palabras. Pueden estar comportándose tan rígidas
e intelectuales que saben algo intelectualmente y no pueden expresarlo o trasladarlo a
cambios apropiados en su comportamiento. «Las personas tienen síntomas y problemas
cuando su experiencia está bloqueada o ligada al estado en una u otra modalidad, de
modo que no pueden usar su talento natural de otros aspectos de su naturaleza.» (Rossi,
1986/1993, p. 93)
Según Rossi (1986/1993), con frecuencia, las cogniciones, las percepciones y las
emociones son las modalidades mentecuerpo iniciales que señalan que algo está
llegando a la consciencia. Algunas personas pueden sentirse avergonzadas o deprimidas,
sin saber por qué. Algunas pueden experimentar imágenes que representan una
metáfora significativa respecto a las emociones, para un patrón más cognitivo de
percatarse sobre lo que está experimentándose. Esos procesos cognitivos o de
pensamiento son, generalmente, un registro de la historia personal e identidad. En forma
ideal, las nuevas experiencias conducen a una actualización apropiada de antiguos
registros e identidad, junto a pautas innovadoras de comportamiento.
Este proceso de transducción de información y resolución de problemas puede
ejemplificarse a través del siguiente ejemplo clínico de Rossi, en lo que ha denominado
“Yendo con el flujo: Convirtiendo los síntomas en señales y los problemas en recursos”, y
que describe en tres fases: (1) experimentación de los síntomas y los problemas
psicológicos, (2) comunicación mentecuerpo, resistencia, crisis y disociación terapéutica,
y (3) curación, insight, síntoma y resolución de problemas.
El caso en cuestión trata de una mujer (S) de veintitantos años que había tenido
en los últimos años “una serie de problemas ginecológicos misteriosos”. Había visto a
muchos médicos, se le habían hecho muchos exámenes e incluso una operación
exploratoria “allí abajo”. Varios médicos a quienes respetaba le habían dicho que no
tenía ningún problema médico. Eso la llevó a solicitar terapia.
A continuación se transcribe la sesión de terapia conducida por Rossi (R),
encontrándose en la columna izquierda la interacción de la paciente con Rossi, y a la
derecha los comentarios de aquel. (Resumido de Rossi, 1986/1993, pp. 94-99)
En la primera sesión de terapia, ella entró a la consulta anunciando que se había dado una “jaqueca hoy”.

R: (En una forma simpática) Dígame cómo está experimentando esa jaqueca en este momento.

S: (Con el rostro arrugado de angustia dolorosa) Un terrible cintillo alrededor de mi cabeza que no me deja sola –ha estado
golpeándome todo el día, ya que he estado preocupada por mi pareja. No pude dormir toda la última noche porque no
puedo sacarla de mi mente. ¡No sé qué tengo que hacer para liberarme esta jaqueca. Incluso no puedo pensar bien ahora,
mi mente parece estar loca. ¿Cómo se supone que estudie?

R: (Continuando con interés) ¿Qué está experimentando realmente ahora)

S: (Respondiendo con un momento de asombro, mientras aparentemente toma contacto consigo misma; arruga su frente
con gran dolor y dice en voz alta) ¡La jaqueca está empeorando! ¡Oh, dios, está encendiéndose y apagándose en la peor
forma! ¡Y ahora parece estar bajando hacia mi nuca y estoy comenzado a tener el cuello tieso! Oh, como odio esto, es
como una sensación quemante que está esparciéndose desde mi cabeza y mi cuello hacia mi hombro derecho. ¡Todo mi
cuerpo es una porquería!

R: Bien, realmente parece como si todo su cuerpo estuviera intentado decirnos algo, especialmente respecto a su relación
de pareja, de modo que permítase recibir cualquier cosa que surja por si misma en este momento.

S: (Durante algunos momentos habla tentativamente de su relación con su pareja y entonces parece tener un quiebre, con
fuertes sollozos, sacudidas y llanto.)

R: (Ya que la respuesta emocional de ella amenaza con dejarla fuera de control) Eso está bien, puede continuar
permitiéndose sentir eso realmente tan fuerte como lo necesite, porque hay una parte de usted que puede observar con
sabiduría y mantenerla segura, de modo que pueda comprender qué le están diciendo esos sentimientos.

S: (Cae en sollozos tranquilos y finalmente en un silencio durante dos o tres minutos, aparentemente profundamente
ensimismada en si misma. Luego advierte con suavidad) Oh, mis mejillas están ardiendo, muy calientes ahora, ¿por qué?
Es como si estuviera avergonzada por algo. ¿Por qué estoy tan avergonzada?

Fase 1: Síntomas y problemas psicológicos


Rossi inicia una exploración abierta en el campo de la mente/cuerpo al solicitarle que le relate cómo está experimentando
la jaqueca en ese momento.
El énfasis está colocado en el síntoma, la modalidad sensorio dolorosa de la experiencia, para ayudarla a focalizarse y
quizá amplificar esa experiencia sensoria para focalizarse y quizá amplificar esa experiencia sensoria para accesar sus
fuentes ligadas al estado.
Según Rossi, esto puede ser una vía directa para resolver problema.
El tono de voz es de apoyo y optimismo, en una forma exploratoria, implica que los síntomas poseen mucho interés y ya
pueden estar cambiando.

Disociación terapéutica.

Rossi guarda absoluto silencio, para no interrumpir la absorción de ella.R: (Ella lo mira con los ojos muy abiertos, en
aparente expectación y mirando a R por una respuesta. Sus pupilas y sus ojos parecen dilatados y R responde
ansiosamente) Sí, me pregunto qué es. No sé si necesita mantener algo de eso en privado. Sólo continúe recibiendo lo que
venga a usted totalmente por si mismo ahora –sólo dígame lo que necesito saber realmente para ayudarla más.Fase 2:
Comunicación mente/cuerpo, resistencia, crisis y disociación terapéutica
En respuesta a la interrogante que la focaliza, la jaqueca atraviesa por una serie de transducciones sensorio-perceptuales,
desde un cintillo a un percatarse y cognición imprecisa. Su asombro y su focalización aparentemente empeoran por un
momento los síntomas y después lo transduce en un cuello tieso y sensaciones quemantes que se esparcen por sus
hombros.

No siempre está presente esta crisis momentánea, pero es similar a las crisis de histeria descritas en el siglo pasado.
(Aunque los pacientes modernos raramente atraviesan por las crisis histéricas floridas descritas con anterioridad; más bien
la crisis pequeña, como la descrita, es más propia de la típica vida psicosocial actual).
La sugerencia de disociación entregada antes sirve para modular la crisis emocional, dándole confianza que mientras
presente su acceso emocional recuperará memorias importantes y el logro de la curación y nuevos insights.

Ella responde a la disociación terapéutica con un trabajo interno concentrado, que la conduce a un azoramiento de
vergüenza. Solicita una respuesta a Rossi por lo que está experimentando, pero en lugar de interpretarle lo que sucede,
éste le sugiere continuar recibiendo esas experiencias y mantenerlas en privado. Esta es una forma de evitar, descargar o
debilitar la resistencia; puede experimentar las experiencias en privado, sin temor, informando lo que servirá al terapeuta
para ayudarla si es necesario. Mantiene, por lo tanto, el locus e control en ella, y puede facilitar por si misma su propio
proceso terapéutico en una forma más adecuada de lo que podría hacerlo un terapeuta ajeno a ella.S: (Permanece en
silencio durante algunos momentos y después con un lento movimiento de su cuello susurra) Me veo escribiendo una carta
al “Querido John”. No lo estoy reprochando a él o a mi misma. Siempre he sabido esto, siempre he sabido que realmente
no funcionaría entre nosotros, pero fue tan divertido para nosotros al principio que quise que continuara. Me doy cuenta
ahora que realmente somos personas muy diferentes. Disfruté mucho sus fiestas y sus amistades al principio, pero ahora
sé que soy diferente a ellos, necesito mi soledad -como cuando llega mi poema, como una niña pequeña tirando de mi
falda, y entonces escribo. Los poemas se han desvanecido todos de mi mente ya que nos hemos estado apagando juntos,
pero no puedo vivir sin mis poemas, ellos están en mi. Es sólo la dinámica, usted sabe, es sólo la dinámica la que no
funciona entre mi pareja y yo. Odio esas dinámicas pero es cierto, ¿usted sabe? La odio, pero es bueno saber lo que tengo
que hacer.

S: (Cierra sus ojos, mueve su cabeza lentamente y toma unas profundas inspiraciones de aire. Con una sonrisa torcida
dice:) Vea, le dije que me dí esa jaqueca -¡se ha ido completamente ahora! Me siento mucho mejor ahora, gracias. Oh, todo
el mundo de pronto parece más claro, realmente puedo ver esta habitación más claramente.
(Permanece en silencio durante algunos minutos y después mueve sus ojos y sus labios lentamente, como si estuviera en
comunión consigo misma. Finalmente dice:) Umm, sólo el trozo de una frase, está viniendo el comienzo de un poema,
realmente puedo sentirlo. Oh, gracias al cielo, es como una epifanía de un cristal de hielo claro en el momento de
derretirse con la primavera en el mar del norte.

R: (Ella parece haber encontrado su propia solución, pero R lo prueba tentativamente haciendo una broma) Oh,
¿¡realmente le escribirá “Querido John” y le dirá todas las dinámicas!?

S: (Responde juguetonamente) ¡Oh, no necio! ¡Solamente le escribiré una bonita carta -quién sabe- quizá un poema! El
sabe, el ya sabe la verdad y le enviaré la carta esta misma noche y al hacerlo realmente podré dormir esta noche. Oh, ¿qué
hora es? ¡Oh, estoy triste, tengo que irme! Me reuniré con mi grupo de mujeres esta tarde; ellas realmente comprenderán.
Después le escribiré la carta y la enviaré personalmente. Muchas gracias, usted realmente ha sido una ayuda, ¡aunque no
parece decir mucho!Fase 3: Insight, resolución de problemas
Experimenta diversos cambios espontáneos entre las modalidades cognitiva-emocional-identidad. Esta es la rápida
culminación de un cambio profundamente significativo de una serie de síntomas físicos en emociones, y la comprensión
cognitiva de un problema relacional que ahora es capaz de procesar en un modo óptimo, independientemente del
terapeuta, el cual sólo la apoyó y permitió que ocurriera un trabajo significativo en su interior.

La sensación de relajación y paz interna que reporta al finalizar la sesión indica que ha experimentado un cambio
terapéutico.

Desde este punto de vista puede comprenderse cómo los terapeutas pueden distorsionar las propias señales mente/cuerpo
del paciente, al entregar sugestiones de relajación al comienzo de la sesión terapéutica. Para Rossi, la ansiedad, la tensión
y los síntomas al inicio de la sesión son señales de disposición para hacer un trabajo terapéutico importante.
Como vemos en el ejemplo, Rossi alienta la experiencia del síntoma; el percatarse
consciente se enfoca en la sensación, con la esperanza que al estar la paciente inmersa
en “un caldero de sustancias informacionales del estrés” (Rossi, 1993), pueda llegar a su
consciencia la información disociada, bloqueada.
Rossi ha relacionado las fases de este proceso creativo con los ritmos ultradianos
«de desempeño óptimo en la curación en la terapia, así como también en la vida
cotidiana. El rol del terapeuta en la hipnoterapia centrada en el paciente es “arreglar” las
condiciones se modo que el paciente tenga la oportunidad de reconocer y aprender a
utilizar las cuatro fases de su proceso creativo» (Rossi, 1996, p. 214)
Rossi representa este proceso a través de la figura que se encuentra en la página
siguiente. Este autor indica:
«La figura ilustra un nuevo mapa de la naturaleza oscilante de la consciencia y el ser, ilustrando las
dinámicas ultradianas del ciclo de 90 minutos del soñar cuando estamos dormidos y el ciclo adaptativo de
actividad correspondiente de 90 minutos, pero [que es] muy variable, descanso y curación durante las horas
de vigilia. Muchas moléculas mensajeras hormonales del sistema endocrino, como la hormona de
crecimiento, la hormona activante y del estrés, el cortisol, y la hormona sexual testosterona, tienen una
cumbre ultradiana típica en diferentes momentos del ciclo de 24 horas. Debido a la muy variable y adaptativa
liberación de esas hormonas, se reconoce que tienen un impacto dependiente del estado profundo sobre la
memoria, el aprendizaje, las emociones y el comportamiento a lo largo del día, es importante que se
considere su relevancia en [la construcción] de nuevos modelos del proceso creativo en las artes, las ciencias
y las humanidades, así como también en el trabajo interno esencial de la psicoterapia. La figura ilustra las
cuatro fases del proceso creativo en la imaginación activa y la psicoterapia. Este proceso de cuatro fases en
la psicoterapia puede ser entendido como la utilización de los ritmos naturales de desempeño y curación que
ocurren naturalmente cada dos horas o más a lo largo del día. Las funciones psicológicas de Jung: Sensación,
Sentimiento, Intuición y Pensamiento están asociadas frecuentemente con las cuatro fases del proceso
creativo. Adviértase cómo la función del pensamiento a menudo aparece más apropiadamente solamente al
final del proceso, después que las funciones de la sensación, sentimiento e intuición han tenido una
oportunidad para acceder la sabiduría del cuerpo.» (Rossi, s/f) (Énfasis en el original)

(Adaptado de Rossi, 1996, p. 214)


«Las cuatro fases del proceso creativo ilustrados […] son una aproximación de un ritmo
ultradiano de 90-120 minutos idealizado, de desempeño óptimo y curación en la terapia y la
vida cotidiana. El rol del terapeuta en la hipnoterapia centrada en el cliente es “arreglar las
condiciones”, de modo que el paciente tenga una oportunidad para reconocer y aprender a
utilizar las cuatro fases de este proceso creativo que ocurre una media docena de veces al día.»

Podemos apreciar en esta estrategia –al igual que en el “escalamiento del síntoma”
(Rossi, 1986/1993, 1996)– una similitud con la técnica del “focusing en seis pasos” de
Gendlin (Gendlin, 1999; Greenberg et al., 1996); puesto que en ambas estrategias se usa
la sensación corporal a la cual le falta el referente cognitivo como la guía del trabajo
terapéutico. Sin embargo, existe una diferencia entre ambas estrategias: mientras Rossi
confía en la “sabiduría” del inconsciente en el proceso terapéutico, la terapia experiencial
no usa la metáfora del inconsciente, sino que persigue una simbolización consciente.
No cabe duda que esta es una preferencia de los enfoques, que no aporta ni quita
a la estrategia en si misma; en ambos casos los resultados dependen del propio cliente y
de la pericia del terapeuta para acompañar y guiar al cliente en su proceso.
Como puede apreciar el lector, en el ejemplo de Rossi, se está usando el lenguaje
hipnótico indirecto de Erickson y conceptos de la hipnoterapia (disociación) para facilitar
el proceso de “toma de conciencia” en la paciente. Una vez que la información
bloqueada, disociada, llega a la conciencia de la cliente, pueden usarse otras estrategias
para facilitar la integración de esa información en la creación de una nueva identidad (del
si-mismo).
Otra estrategia de Rossi, como el “trabajo de polaridades” (Rossi, 1996) nos
recuerda el trabajo con las sillas vacías de Fritz Perls (Greenberg et al., 1996). Ahora Rossi
usará las manos y los fenómenos ideodinámicos para reemplazar el trabajo con las sillas
de Perls; pero el objetivo es el mismo: integración de aspectos disociados de la
experiencia del cliente.
Desde el punto de vista de la naturaleza ultradiana de la experiencia hipnótica,
Rossi está trabajando durante la “fase alta” de la hipnosis. En respuesta a una pregunta
acerca de este modo de trabajo (tan contrapuesto a la visión del cliente “dormido”
durante el trance), Rossi responde:
«Me gusta creer que estoy usando el enfoque naturalista y de utilización de Erickson, en el cual el
terapeuta reconoce y facilita cualquier estado de consciencia y ser que el paciente esté experimentando en
ese momento. Esto es muy diferente, por ejemplo, de muchos de los enfoques corporales, que presionan para
la expresión de la rabia y los afectos, donde la idea es que la catarsis es terapéutica en si misma. Las
Preguntas de Acceso Básico, tienden, sin embargo, a evocar estados de activación [arousal], debido a que
requieren que el paciente haga alguna clase importante de trabajo interno. Aunque el acercamiento
hipnoterapéutico tradicional comienza sugiriendo relajación, comodidad e incluso sueño, la mayoría de los
terapeutas tienen en mente eso, pronto focalizarán la atención del paciente en el trabajo interno del cambio
terapéutico que es necesario que ocurra. Las fases activas de la mayoría de las formas de psicoterapia
requieren usualmente alguna forma de activación u otra para facilitar la fase de transición crítica que el
paciente necesita atravesar.» (Rossi, 1996, p. 208)

En respuesta a otra pregunta acerca de si no está sobre-enfatizando en su enfoque


permisivo un locus de control interno del cliente, Rossi responde:
«[…] es muy importante enfatizar cuán diferente es el enfoque psicobiológico centrado en el paciente
de la idea tradicional que la hipnosis coloca a las personas en una especie de estado en blanco donde son
programadas como robots por el terapeuta. Este enfoque autoritario, que ahora denominamos “fase baja de
la hipnosis”, aun es una comprensión errónea perpetuada por los medios periodísticos populares, así como
también en algunas agencian que financian investigaciones. La nueva visión respecto a la curación en
hipnosis es el reconocimiento que la incertidumbre creativa es una parte natural de la fase de transición
individual crítica que es experimentada por el terapeuta y el paciente. El proceso hipnoterapéutico es un
proceso inherentemente creativo donde el terapeuta y el cliente cooperan en un proceso del cual nunca se
sabe con exactitud hacia donde derivará. En lugar de decir “el terapeuta aun mantiene el control…”, ya diría
“el terapeuta facilita un relación, al observar cuidadosamente y hacer algunas preguntas abiertas en el
momento adecuado. » (Rossi, 1996, p. 237-238)

Respecto a las contraindicaciones de una hipnoterapia centrada en el paciente,


Rossi afirma:
Se aplican las mismas contraindicaciones usuales para cualquier psicoterapia. Uno debe ser
cuidadoso con los paranoides, los desórdenes de carácter o los pacientes que obtienen ganancias
secundarias (v.g., ganancia económica de las compañías de seguros), que están más interesados en explotar
la situación psicoterapéutica que en la resolución de problemas y la curación. Una de las dificultades con un
enfoque centrado en el paciente muy permisivo, es que algunos pacientes no tienen una adecuada
comprensión de lo que realmente necesitan de la psicoterapia.» (Rossi, 1996, p. 238)

Uno podría preguntarse, ¿y cuál es el nuevo aporte de Rossi, ya que los terapeutas
experienciales vienen haciendo lo mismo hace años?
Mi respuesta es la siguiente: puede ocurrir en la terapia experiencial que el cliente
tenga dificultades para trabajar en forma directa y consciente esos aspectos disociados
de si mismo, con lo cual puede resultar muy difícil aplicar el enfoque vivencial. La
introducción de un constructo como el “inconsciente creativo”, aunado al lenguaje
indirecto de influencia terapéutica (Erickson y Rossi, 1979) y la experiencia de fenómenos
ideomotores involuntarios que “hablan” desde dentro del cliente, crea una especie de
“profecía de autocumplimiento” respecto a que una parte interna del cliente continuará
haciendo el trabajo aunque el cliente no se percate de ello. Asimismo, la experiencia de
fenómenos involuntarios ayuda a debilitar los esquemas mentales rígidos, y se posibilita
una mayor disposición a colaborar en el proceso terapéutico.
El aporte de Rossi en su integración de la hipnoterapia de Erickson con una terapia
más vivencial no solamente se encuentra en el trabajo con los síntomas psicosomáticos,
sino que también la extrapola a su trabajo con los sueños (Rossi, 1998/2000), un área
propia de la terapia jungiana y que también está presente en la terapia gestáltica.
Asimismo, a la vez que desde la perspectiva de Rossi podemos estar haciendo un
aporte a la terapia experiencial al suministrarle otros medios para alcanzar sus objetivos
terapéuticos, los terapeutas ericksonianos harían bien en incorporar a su arsenal de
estrategias terapéuticas las diversas técnicas desarrolladas en el enfoque experiencial,
especialmente en aquellos casos en que la sola palabra “hipnosis” suscita renuencia a
cooperar en el cliente.
Desde el punto de vista de la integración en psicoterapia para la construcción de la
terapia eficaz que postulan Miller y sus colaboradores, mientras más técnicas o
estrategias posea el terapeuta y que encajen con la teoría del cambio que posee el
cliente, estaremos entregando un mejor servicio a nuestros clientes.
Surge entonces una pregunta de rigor: ¿y cómo se relaciona esto con el legado de
la pragmática de Erickson que abogaba por una terapia breve, cuando históricamente ha
ocurrido que las terapias que involucran a las emociones tienden a alargar los
tratamientos?
Mi respuesta es simple: la terapia breve no tiene relación solamente con un
número mínimo de sesiones; la terapia se abrevia cuando el terapeuta y el cliente han
co-construido metas que tengan sentido para el cliente, y el terapeuta y el cliente se
esfuerzan por alcanzar dichas metas. Los modos a través de los cuales se alcanzan las
metas no hacen a la terapia más o menos breve.
Desde el punto de vista de una terapia eficaz, “breve” no tiene relación con el
número de sesiones, sino que es un concepto de eficacia: maximizar la efectividad en el
menor tiempo posible. (Duncan et al., 1997).
Sin embargo, en la proposición de integración que he presentado en este capítulo,
no comparto la idea de Greenberg respecto a que existe una “tarea general” subyacente
a la terapia, “conocerse más a si mismo” o propender a la mayor integración del cliente
en la terapia. Esa es una elección del cliente, no del terapeuta.
Infortunadamente los teóricos de la psicoterapia (léase iniciadores de un enfoque)
suelen caer en la trampa de los enfoques”tradicionales” que suponen han superado: que
existe un único enfoque que dará respuesta a la mayoría de los problemas humanos. La
complejidad de la experiencia humana se resiste a ser encasillada. El desafío para la
psicoterapia es la facilitación de contextos que promuevan el amplio desarrollo del ser
humano, para lo cual se requieren terapeutas flexibles que puedan adaptarse a las
múltiples necesidades de sus clientes.
Quizá éste es el lugar oportuno para recordarles a los terapeutas que se adscriben
al “enfoque ericksoniano” la tan popular reflexión de Erickson:
“Cada persona es un individuo único. Por consiguiente, la psicoterapia debiera ser formulada para
acoger la singularidad de las necesidades del individuo, en lugar de amoldar a la persona para que se adapte
al lecho de Procrusto de una teoría hipotética del comportamiento humano”. (Zeig y Gilligan, 1992, p. 22)

Notas:

1
Agradezco a mi amigo y colega, Patricio Elgueta, la revisión y sus comentarios de este capítulo.
2
Aspecto que hemos tratado en otros capítulos de este libro.

3
Anderson (1999) ha escrito lo siguiente:
«Hoy es innegable la influencia de la terapia familiar sobre la psicoterapia en general […] La terapia familiar abrió el
espacio para un cambio paradigmático que mudó a la psicoterapia desde su anclaje en la pregunta del por qué (una
perspectiva unidireccional, de causa-efecto, orientada hacia el pasado) hasta un nuevo anclaje en la pregunta del qué
(centrada en las conductas, la comunicación, el lenguaje, las creencias). Este nuevo paradigma llevó sobre todo a
reconocer la contextualización de la conducta humana, y a comprender al individuo en relación con otros. En lugar de ver
la conducta desde una perspectiva intrapsíquica, se le ve en el contexto de los sistemas, y el intento se desplaza al marco
de referencia interaccional o interpersonal dentro del cual ocurre la conducta, anormal o problemática. Este cambio
permitió describir, explicar, localizar y, por lo tanto, tratar los problemas en forma diferente. La terapia familiar también
“hizo público” el proceso de la psicoterapia, que dejó de ser un suceso secreto y sagrado, para convertirse en un tema de
estudio, observación e intercambio; quizá sea esta la contribución más importante de la terapia familiar a la incesante
cadena de transformaciones teóricas y clínica.» (p. 57-58) (Énfasis en el original)

4
En un artículo de Guidano (1998) en el cual describe a grandes rasgos su terapia constructivista, enuncia las siguientes
fases del proceso terapéutico: Fase 1: Preparación del contexto clínico interpersonal; Fase 2: Construcción del contexto
terapéutico; y Fase 3: Realización del análisis evolutivo.
Llama mi atención como ese autor ha prefijado de antemano la duración de cada fase de tratamiento: Fase 1, “un mínimo
de 1-2 sesiones y un máximo de 7-8” (p. 140); Fase 2, que se divide en dos subfases: “Enfoque y reordenamiento de la
experiencia” que “puede durar de 4 a 8 meses” (p. 142); y “Reconstrucción del estilo afectivo del cliente”, “que puede
durar de 3 a 7 meses” (p. 144). La Tercera Fase de la terapia, “dura entre 3 y 6 meses y tiene lugar durante el segundo año
de la terapia” (p. 146).

5
Esto no significa que el terapeuta acepte las ideas socialmente objetables del cliente. Sin embargo la pericia del
terapeuta le puede permitir trabajar con esas metas. Se sugiere revisar el capítulo del volumen de DeJong y Berg (1998)
respecto a las metas bien construidas en terapia.

6
Keeney y Ross (1987) ha denominado marco político de referencia a la organización cibernética de la comunicación en
los sistemas de vínculos humanos.«La orientación estratégica de Jay Haley y la perspectiva interaccional de Watzlawick y
colaboradores, entre otrosa portes, se comprenden con más claridad dentro de este marco, a saber, que ponen el acento
en la política de la comunicación: quién-hace-qué-a-quién-cuando; o más específicamente, la organización cibernética de la
terapia. […] Ahora bien, un marco político de referencia no necesariamente implica poder social o jerarquías. Estos
términos son en realidad marcos semánticos que confieren sentidos a marcos políticos de referencia. […] Una pauta
secuencial de conducta indica un marco político de referencia, pero describir esa misma secuencia en función de poder
social nos desplaza a un marco semántico de referencia: estas descripciones de poder social nos dicen más sobre el modo
en que un terapeuta construye significados, que sobre la organización de un contexto terapéutico. […] Los terapeutas
abordan una gran diversidad de marcos específicos, pero todos utilizan marcos de referencia así semánticos como políticos.
Este distingo es el principal instrumento que permite levantar un mapa de la terapia en tanto es una oscilación pendular
entre aquellos y estos. Es cierto, sin embargo, que algunos terapeutas prefieren una clase de marco a la otra. Pero si en sus
descripciones ponen unos el acento en acento en el significado de sucesos pasados, presentes y futuros, mientras que los
otros lo ponen en la política de los sucesos pasados, presentes y futuros, todos emplean marcos de referencia tanto
semánticos como políticos. […] Todas las terapias familiares sistémicas incluyen significados semánticos aunados a las
pautas políticas que organizan la interacción social. Por desdicha, algunas de las teorías sobre terapia familiar sistémica
han dejado de lado el marco semántico. Los terapeutas de esta orientación tienen que reinstituir el valor de la semántica
poniendo el acento en su interrelación con los marcos políticos. Las diversas terapias familiares sistémicas obedecen a
pautas en que los marcos políticos y semántico se entretejen, y por ese camino construyen realidades terapéuticas.» (p.
26-27, 29, 33)

7
Obsérvese la similitud de este aserto con la concepción que tenía Erickson de los problemas humanos. «Los pacientes
tienen problemas debido a sus limitaciones aprendidas. Están atrapados en esquemas mentales, marcos de referencia, y
sistemas de creencia que no les permiten explorar y utilizar sus propias habilidades en su beneficio. Los seres humanos
aun en el proceso de aprender a usar sus potenciales. La transacción terapéutica crea idealmente un nuevo mundo
fenoménico en el cual los pacientes pueden explorar sus potenciales, libres en algún grado de sus limitaciones
aprendidas.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 2)

8
Un marco semántico, según los conceptos de Keeney y Ross (1987).

9
“Procesual” de proceso. La terapia experiencial propuesta es una terapia que coloca el acento en el proceso de la
construcción de significados.

10
Y que en el contexto histórico de Erickson cuando comenzó a desarrollar su enfoque terapéutico significaban terapias de
larga duración, que no siempre eran eficaces.
11
Lo cual es congruente con su formación en psicología profunda; y que refleja también la noción de causalidad lineal en
esos modelos terapéuticos.

12
Referido a la memoria, aprendizaje y comportamiento asociado al estado. Cuando por diversos motivos la persona
experimenta estrés, los eventos mentecuerpo asociados a ese estado pueden quedar disociados de la consciencia una vez
que las moléculas informacionales del estrés (que encodifican memoria y aprendizaje) son retiradas del torrente sanguíneo.

13
Lo cual es congruente con la raíz existencial de la terapia experiencial: se busca que el individuo se haga responsable de
si mismo y sus acciones en su ser-en-el-mundo; en cambio la metáfora del inconsciente implica un aspecto relativamente
autónomo en el psiquismo.

14
En mi experiencia clínica, cuando uso las estrategias de Perls, he podido observar que los clientes, al estar inmersos en
la tarea terapéutica, presentan una serie de indicadores corporales que suelen presentarse en un estado “alterado” o
especial de consciencia propio de la experiencia hipnótica.

15
Que tienen la forma de una directiva implicada (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979)
16
Y al hacer esto, quizá podamos motivar a los terapeutas experienciales para que comiencen a tomar en consideración
que a veces también es necesaria una mirada interaccional (sistémica) para ayudar a los clientes a alcanzar sus metas. Así
como podemos “acusar” a la terapia estratégica querer mirar de un único modo los problemas humanos (“reduccionista”),
lo mismo puede decirse de la terapia experiencial.

17
Auque si hacemos preguntas para ayudar a la “buena”construcción de esa meta (DeJong y Berg, 1998), podríamos
considerarla para ese paciente en particular.

Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud

Existen centenares de publicaciones acerca del papel de la hipnoterapia en el


campo de la salud (Hammond, 1990): manejo y control del dolor, preparación para la
cirugía, emergencias médicas, hipertensión, problemas gastrointestinales, síndrome
premenstrual, problemas dermatológicos, quemaduras, control de sangrados y
preparación para el parto.
Sin embargo, cuando uno lee textos como los de Hammond, pareciera que
estamos frente a un voluminoso recetario de “sugestiones” que se ha probado que
actúan a nivel del organismo. La lectura de los numerosos ejemplos citados en ese libro
permite advertir una ausencia notable de descripciones de las metodologías usadas para
probar esa relación; a la vez que tampoco se describe adecuadamente a los pacientes en
los cuales se usaron esas sugestiones.
Permítaseme citar a Hammond,
«Otra área particularmente valiosa para la aplicación de la hipnosis es con problemas
gastrointestinales como úlceras, síndrome de colon irritable, colitis ulcerosa y enfermedad de Crhon. Kevin y
Spiegel documentaron la habilidad de la hipnosis para estimular e inhibir la secreción de ácido gástrico. […]
Colgan, Faragher y Whorwell estudiaron los posibles beneficios de la hipnoterapia en la prevención de
recaídas en pacientes con úlcera duodenal. En un estudio cuidadosamente controlado, en un año de
seguimiento, el 100% de los pacientes control (que recibieron medicamentos hasta después que las úlceras
curaron) habían recaído. Pero los pacientes que también habían recibido hipnoterapia, solamente recayó el
53%.» (Hammond, 1990, p. 218)

El modo en que Hammond expone sus ideas, podría inducir al lector a suponer que
la “hipnosis” o la “hipnoterapia” son curativas en si mismas. Y si uno fuera un neófito en
este campo podría estar tentado a hacer uso del recetario de Hammond (y otros
similares) y comenzar a “administrar” esos “medicamentos lingüísticos” a los pacientes…
Es probable que los resultados sean bastante pobres.
Dentro de la tradición modernista en psicología y sus aplicaciones a la salud, los
profesionales andan en búsqueda de “técnicas” para aplicar a sus pacientes; y se olvidan
que el hipnotismo implica establecer una relación de colaboración con el paciente. De
hecho, la administración de medicamentos en medicina implica que el médico establezca
una buena relación con el paciente, a la vez que le informa acerca de la acción de dicho
medicamento, si busca que los pacientes tengan adherencia al tratamiento.
Pareciera que una medicina como la actual centrada en la tecnología, en donde los
pacientes parecen importar poco como personas, también ha contagiado a los
profesionales de la salud mental que se desempeñan en esa área. Amén del
desconocimiento en los ambientes médicos respecto a la hipnoterapia actual.
En este capítulo expondré el modo en que concibo el papel de la hipnoterapia de
utilización en el área de la salud; y cuál es su papel como coadyuvante de los
tratamientos médicos.
Para ayudarme en este propósito, permítaseme citar a Erickson:

«En obstetricia, como en ningún otro campo de la medicina, la paciente ocupa un rol dominante
durante meses como un individuo que atraviesa una larga alteración progresiva, no sólo somáticamente, sino
que también psicológicamente, en las relaciones personal, social, económica y temporal. Se colocan en juego
durante el embarazo, así como también en el parto, una multitud de fuerzas derivadas de la personalidad
como un todo y de las actitudes especiales, creencias, comprensiones, aprendizajes y condicionamientos
adquiridos durante la vida del paciente.» (Erickson, 1950/1980, p. 224-225)

«[…] el dolor es una experiencia subjetiva inmediata, abarcadora de su atención, angustiosa, una
experiencia incontrolable para la persona misma. Sin embargo, como resultado de los eventos experienciales
de su vida pasada, se han estructurado dentro del cuerpo –aunque no totalmente reconocidos– ciertos
aprendizajes psicológicos, fisiológicos y neurológicos, asociaciones y condicionamientos, que hacen posible
que el dolor sea controlado e incluso abolido.
[…] Para hacer uso de la hipnosis en el tratamiento del dolor, uno necesita observar el dolor en una
forma muy analítica. El dolor no es un estímulo nocivo sencillo. Tiene ciertos significados temporales,
emocionales, psicológicos y somáticos. Es una fuerza motivacional poderosa en la experiencia de vida. Esta
es una razón básica para buscar ayuda médica.
El dolor es un complejo, un constructo, compuesto del dolor anterior recordado, de la experiencia del
dolor presente, y de dolor anticipado en el futuro. Así, el dolor inmediato es aumentado por el dolor anterior y
acrecentado por las posibilidades de dolor futuro. El estímulo inmediato es solamente un tercio central de la
experiencia total. Nada intensifica tanto al dolor como el temor a que se presente en el mañana. Es
incrementado igualmente por el reconocimiento que el mismo dolor o uno similar fue experimentado en el
pasado; esto y el dolor inmediato vuelven al futuro aun más amenazante. A la inversa, la comprensión que el
dolor presente es un evento único, el cual llegará definitivamente a un final agradable, sirve mucho para
disminuirlo. Puesto que el dolor es un constructo, es más fácilmente vulnerable a la hipnosis como una
modalidad de tratamiento exitoso, que si fuera simplemente una experiencia del presente.
El dolor como experiencia se vuelve también más susceptible a la hipnosis debido a que varía en su
naturaleza, intensidad y, por consiguiente, a lo largo de las experiencias de vida adquiere significados
secundarios resultando en variadas interpretaciones del dolor. De este modo, el paciente puede referirse a su
dolor en términos temporales, tales como transitorio, recurrente, persistente, agudo o crónico. Estas
cualidades especiales de cada uno ofrecen variadas posibilidades de acercamiento hipnótico.
El dolor también posee ciertos atributos emocionales. Puede ser irritante, inevitable, molesto,
incapacitante, amenazante, intratable, o vitalmente peligroso. Cada uno de estos aspectos guía a ciertos
marcos psicológicos mentales, con variadas ideas o asociaciones, cada uno ofrece oportunidades especiales
para la intervención hipnótica.» (Erickson, 1967/1980, p. 237, 238-239) (Énfasis añadido)

El análisis de las citas anteriores permite extraer algunas ideas básicas:


(1) Los pacientes que reciben un acercamiento hipnoterapéutico, deben ser
considerados como personas totales por el terapeuta, y debe tomarse en
cuenta sus necesidades psicológicas y características personales en el diseño
del tratamiento.
(2) La sugerencia de Erickson de observar al dolor en una forma analítica también
puede aplicarse a otros campos de aplicación de la hipnoterapia en la salud.
¿Cuál es la fenomenología (pauta) del problema presentado: cómo vivencia la
persona su trastorno, cómo lo enfrenta, cómo reaccionan quienes lo cuidan,
cuáles son sus expectativas y sus necesidades? ¿Qué experiencias necesitará
desarrollar nuestro paciente para afrontar exitosamente los desafíos del
futuro? ¿Cómo es la motivación o disposición del paciente a cooperar con el
terapeuta? (Pacheco, 2001b)
(3) Puesto que la hipnosis no es curativa por si misma, ¿qué mecanismos
psicológicos naturales del paciente podrán ser acrecentados en el estado
hipnótico para alterar en una forma mínimamente significativa la vivencia de
su enfermedad, o la forma en que la afronta; o una eventual situación
terapéutica necesaria que el paciente asocia con dolor y daño (como ocurre en
la cirugía o el evento natural del parto)?
(4) ¿Hasta qué punto, durante la experiencia hipnótica, la utilización de los
aprendizajes fisiológicos del paciente posibilitará alterar en parte aquellos
aspectos de su trastorno que se sabe pueden ser modificados a través de
mecanismos mentecuerpo?

Las ideas mencionadas arriba son independientes del modo en que se


inducirá/evocará la experiencia hipnótica, y cómo se transmitirán las ideas terapéuticas o
se evocarán los recursos experienciales necesarios para alcanzar los objetivos acordados
con el paciente.
Lo cual lleva a una interrogante importante: ¿Cuál es el objetivo de usar
acercamientos hipnoterapéuticos como coadyuvantes en medicina? Esta interrogante
puede ser respondida según el contexto donde se requiera nuestra participación:
(1) Con respecto a aquellas enfermedades o trastornos de tipo crónico o
recurrente en donde el dolor es uno de los síntomas más urgentes, el
sentido de control sobre su experiencia en aquella persona que padece
la enfermedad se debilita o incluso se lo puede vivenciar como una
pérdida absoluta de control. Desde una perspectiva cognitiva diríamos
que el paciente presenta un locus de control externo respecto a su
enfermedad, a la vez que presenta un estilo atribucional de estabilidad
respecto a ésta (Yapko, 1988). Si nuestra intervención hipnoterapéutica
es exitosa, en el sentido de alterar mínimamente esa experiencia, el
paciente estará experimentando en forma innegable la evidencia que la
experiencia es inestable (es decir, que no siempre será lo mismo), lo
cual se traducirá en una actitud de esperanza y expectativa positiva
hacia el futuro. La esperanza experimentada permitirá, entonces, que el
paciente sea capaz de comenzar a “apropiarse” de su experiencia, lo
cual posibilitará que esté más dispuesto a realizar ciertas prácticas que
lo ayuden a mejorar su condición (como ocurre con la autohipnosis en el
control del dolor); es decir, un tratamiento bien diseñado para ese
paciente en particular, le permitirá comenzar a desarrollar un locus de
control interno respecto a su bienestar. Asimismo, esa actitud más
positiva también puede desarrollarse en la familia o quienes cuidan al
enfermo, lo cual puede facilitar su rol como co-terapeutas que le ayuden
a experimentar trance hipnótico cuando el propio paciente no puede
administrarse autohipnosis.
(2) En el caso de enfermedades terminales donde el dolor aparece como el
primer blanco de las intervenciones, el terapeuta tendrá que tener en
consideración que una vez que la experiencia del dolor se haya
modificado, comenzarán a emerger otras necesidades que tienen
relación con las pérdidas personales-familiares y el dolor emocional
derivados del largo proceso de la enfermedad. El terapeuta tendrá que
estar capacitado para ayudar y apoyar emocionalmente al enfermo y su
familia.
(3) En aquellas demandas de atención en donde se busca el alivio de un
dolor anticipado inevitable (como ocurre en la preparación hipnótica
para el parto o en las intervenciones dentales), Erickson demostró que
el paciente es mejor ayudado cuando se toma en consideración la
personalidad total de aquel, sus creencias y temores. Puede ocurrir que
antes de iniciar algún tratamiento hipnótico específico, el terapeuta
tendrá que acoger y ayudar a resolver los temores del paciente, o tratar
primero experiencias traumáticas anteriores. Desde el punto de vista del
afrontamiento de la experiencia temida, la actitud del paciente
cambiará en la medida que tenga la vivencia que su experiencia puede
alterarse (ratificación), y el terapeuta tendrá que diseñar un
acercamiento terapéutico que considere las habilidades que necesita
desarrollar ese paciente para modificar su experiencia en la situación
real futura. El diseño de abordajes terapéuticos individualizados implica
que el terapeuta necesitará conocer en detalle la biología del evento
(como ocurre con el parto y sus fases) y los procedimientos médicos por
los cuales atravesará su paciente.
(4) Existen alteraciones de salud que se sabe están relacionadas con el
estrés (como ocurre con las alteraciones gastrointestinales y la
hipertensión); en estos casos es obvio que un tratamiento
hipnoterapéutico no sólo debe apuntar a la modificación de la
sintomatología aguda, sino que el tratamiento debe abarcar aquellas
pautas experienciales del paciente que contribuyen al problema de
salud.

Es evidente, entonces, que la aplicación de la “hipnoterapia” en medicina no


puede ser efectuada por un “experto en técnicas”, puesto que las necesidades
psicológicas de los pacientes pueden ser mucho más amplias que el abordaje
sintomático. Creo, sin embargo, que los procesos de psicoterapia para satisfacer esas
necesidades de los pacientes deben estar enmarcados en lo que hemos denominado
terapia breve, una terapia diseñada para el alcance de metas mínimas, que busque
devolver el poder personal a los pacientes, a la vez que sea estética (Keeney, 1987), en
el sentido que aborde aquellas pautas pertinentes al problema.
Para la incorporación de la hipnoterapia de utilización en la psicología de la salud
en nuestros países, se necesita que los terapeutas realicen investigaciones para validar
sus procedimientos, consideren los hallazgos provenientes de la investigación en
psicobiología y cronobiología, y se integren al discurso médico con un discurso propio,
fundamentado y sistemático, que posibilite sacar al “hipnotismo” del oscurantismo en el
cual aun se encuentra.

Epílogo: Los desafíos de una terapia ericksoniana en un


mundo posmoderno
Como una reflexión final a los diversos tópicos tratados en este volumen, centraré
mi análisis en tres aspectos que considero importantes para la “salud” de este enfoque:
(1) La formación de terapeutas en el enfoque ericksoniano;
(2) Estudios de eficacia en terapia ericksoniana; y
(3) La ética en psicoterapia ericksoniana.

Formación en el enfoque ericksoniano


El análisis realizado de la concepción de la psicoterapia y los aportes de Erickson,
nos permite afirmar que la genialidad de ese terapeuta le permitió vislumbrar diversas
pautas para realizar una psicoterapia eficaz.
Sin embargo, este legado de Erickson ha sido oscurecido por el énfasis que han
colocado sus seguidores en las técnicas por sobre esas pautas básicas. Y esto es
especialmente relevante respecto a la famosa “hipnosis ericksoniana”, tan difundida en
los afiches que publicitan talleres y congresos en este campo.
Esto es comprensible en el desarrollo del campo durante la década de los ’70 y los
’80, una época en la cual los terapeutas estaban convencidos que las técnicas eran los
factores relevantes en la eficacia terapéutica. Esto llevó a una lectura equivocada del
legado de Erickson, lo cual se ha traducido en cursos y talleres de formación en el
“enfoque ericksoniano” que han colocado su acento en el aprendizaje de estrategias para
la inducción de trance y fenómenos hipnóticos. La pregunta obvia es: ¿para qué inducir
trance hipnótico?, ya que la experiencia de la hipnosis no es terapéutica en si misma.
Ya hemos visto en el Capítulo 13 que los estudios efectuados en los ’90 para
determinar la veracidad de ciertas afirmaciones de los “ericksonianos” respecto a la
“hipnosis ericksoniana”, han mostrado que la eficacia de la terapia de Erickson no se
explica por su uso de la hipnosis o su indirección, sino que tiene relación con otros
factores de eficacia comunes a todas las psicoterapias. Por tanto, los programas de
formación en el enfoque ericksoniano debieran dar énfasis a esos factores de eficacia,
por sobre el aprendizaje de “técnicas.”
Si se continúa dando énfasis a la hipnosis como una forma de buscar identidad
histórica con el trabajo de Erickson, esa enseñanza de la hipnosis tendría que fomentar lo
que Yapko (2001) denomina “ser hipnótico” (véase el Capítulo 11). Asimismo, y para ser
exactos con la historia, debiera recordarse que Erickson fue abandonando
progresivamente el uso de la hipnosis formal para desarrollar modos de influencia social
a través de la conversación con sus clientes; y por lo tanto, esos cursos y talleres
debieran dar énfasis a ese aspecto estratégico del trabajo de Erickson.
A su vez, puesto que ningún enfoque ha mostrado ser más eficaz que otro (Miller
et al., 1997) y todos poseen limitaciones, la formación del terapeuta ericksoniano debiera
fomentar la flexibilidad de los terapeutas para que puedan hacer un uso individualizado
(según las necesidades de los clientes) de estrategias y técnicas de otros enfoques que
también están adscritos a un pensamiento posmoderno; es decir, los aportes de Palo Alto,
de Milwaukee, y Epston y White (Epston, 1989; White y Epston, 1993).
La publicación anual actual de la Milton H. Erickson Foundation, Current Thinking
and Research in Brief Therapy, Solutions, Strategies, Narratives, que ha reemplazado a
las Ericksonian Monographs, refleja este espíritu de integración en terapia. Es de esperar
que ese espíritu también llegue a los diversos Institutos Milton H. Erickson.

Investigación de la eficacia en terapia ericksoniana


La revisión de la literatura ericksoniana y de las publicaciones de la Milton H.
Erickson Foundation, evidencia una carencia de investigaciones que evalúen los
resultados en terapia ericksoniana. Más bien, esas publicaciones continúan siendo
reportes de casos clínicos únicos (al igual que los reportes de Erickson).
Podría afirmarse que en los inicios del desarrollo de un enfoque, como ocurrió con
el trabajo pionero de Erickson (que además trabajaba solo), puede ser deseable ese tipo
de metodología. Sin embargo, ha transcurrido una buena cantidad de años en los cuales
gran parte de las pautas ericksonianas han sido develadas; de modo que para la “salud y
adultez” del enfoque y sus aportes a la psicoterapia en general, es conveniente que los
distintos grupos de trabajo comiencen a realizar investigaciones con grupos de sujetos
para evaluar la eficacia de la terapia.
Actualmente, para la realización de esos estudios, no es necesario que los
investigadores clínicos estandaricen sus procedimientos, sino que aun puede mantenerse
el espíritu de los estudios de caso único; ahora disponemos de una tecnología que no
existía en la época de Erickson y sus primeros difusores para la realización de ese
proyecto: salas de visión unilateral, cámaras de video, sofisticados métodos de análisis
de datos, procesamiento de datos cualitativos, etc.
Un ejemplo de este tipo de estudios es el trabajo de Nardone (1997) para el
tratamiento con “hipnoterapia sin trance” de los trastornos de ansiedad. El análisis que
realiza ese autor de los mecanismos de mantención de esos trastornos y las conductas
ensayas habituales en esos clientes, entrega interesantes luces acerca de cómo podría
investigarse en terapia ericksoniana. El protocolo de intervención desarrollado e
investigado por Nardone para esos distintos trastornos, son pautas detalladas y
ejemplificadas que sólo se sugieren para estructurar la terapia. Asimismo, la evaluación
de los resultados de esa terapia con 152 pacientes, permite que cualquier clínico que
entienda y comparta el enfoque de Nardone aplique con relativa confianza ese tipo de
terapia en un paciente cuya queja encaje con los criterios que define el autor para los
trastornos de ansiedad.
Otro aspecto que resalta en esa investigación, es que el autor reporta haber realizado un
seguimiento de tres años con esos clientes. ¿Realmente podemos seguir usando en el
2002 las tarjetas de Navidad enviadas por los pacientes como el único método de
seguimiento de la eficacia de una psicoterapia?
Asimismo, y si seguimos las sugerencias de Duncan et al. (en prensa) y Miller et al.
(1999), en esas investigaciones los clientes debieran tener el primer lugar en la
evaluación de la eficacia de la terapia. Miller et al. (1999) indican que cuando se consultó
a los clientes acerca de los factores que los habían ayudado en la terapia orientada a la
solución, los clientes reportaron factores distintos a las técnicas que el equipo de
Milwaukee suponía como los factores de la eficacia de su enfoque de terapia.

Etica en psicoterapia ericksoniana


El problema de la ética en terapia breve y especialmente en hipnoterapia ha
suscitado controversia desde hace mucho.
Las mayores críticas a la terapia breve provienen del campo de la psicoterapia
dinámica, y tienen relación con la supuesta superficialidad de los tratamientos. Puesto
que este aspecto ha sido tratado antes por diversos autores (por ejemplo, Nardone y
Watzlawick, 1992; Haley, 1991; entre otros), no nos extenderemos en él.
La hipnoterapia, en la primera mitad del siglo XX estuvo sujeta a controversia
debido al temor –infundado– de posibles daños en la salud mental de los clientes por el
solo hecho de experimentar hipnosis; y por la creencia que el sujeto en trance hipnótico
era una especie de “zombi” al cual podían ordenársele la comisión de actos contrarios a
la ley. El mismo Erickson dedicó tiempo a la redacción de artículos para desmitificar el
campo y presentar a la hipnoterapia como un acercamiento terapéutico inocuo cuando
era aplicado por un experto (Erickson, 1932/1980; Erickson, 1939/1980; Erickson,
1961/1980).
Sin embargo, en los Estados Unidos, debido a la legislación del consentimiento
informado para los tratamientos en psicoterapia, el problema de la ética asume otros
ribetes. Según Zeig (1985c), el consentimiento informado no puede aplicarse a la
práctica actual de la psicoterapia breve. Desde el punto de vista de las técnicas
terapéuticas, es obvio que no podría anticiparse al paciente la racionalidad de las
estrategias paradojales (Lankton, 1988) o de un abordaje a través de metáforas
entrelazadas (Lankton y Lankton, 1983). Según Zeig (1985c), «La doctrina de informar al
paciente de los riesgos no puede ser aplicada en forma indiscriminada, porque un
terapeuta [breve] no está simplemente proveyendo información; está influenciando al
paciente.» (p. 469)
Sugiero que este problema ético sea examinado desde otro punto de vista: el
grado de motivación para el cambio terapéutico del cliente (tipo de relación cliente-
terapeuta) (Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998), su teoría del cambio (Donahey y
Miller, 2000; Duncan, Hubble y Miller, 1997; Duncan y Miller, 20001; Miller et al., en
prensa), y la eficacia de la terapia efectuada con ese paciente; es decir, aquella en la cual
se toman en consideración los aspectos antes mencionados.
En esta línea de pensamiento, las siguientes reflexiones de Duncan et al., 1997)
aportan a este análisis:
«Empapados previamente en la mística alrededor del trabajo de Erickson, Haley y toda la tradición
estratégica, nos veíamos a nosotros mismos como agentes de cambio por excelencia. El problema se iría con
el reencuadre, la paradoja, la técnica o el posicionamiento correcto. Sabíamos que la relación terapéutica
importaba, pero principalmente en el sentido de crear el rapport adecuado para la obediencia. Y de ese
modo, a partir de nuestra experta, casi imperiosa actitud hacia los problemas, sucumbimos a la arrogancia y
en esos tiempos transformamos a los clientes en nuestros adversarios –especialmente a los veteranos, o
como los llamábamos en esos días, “asesinos de terapeutas.”» (p. 205)
Erickson escribió lo siguiente acerca del papel del percatarse consciente en el
trabajo hipnoterapéutico:
«En la psicoterapia hipnótica muy a menudo puede darse una adecuada terapia al inconsciente, pero
con el descuido del terapeuta para apreciar la inmensa necesidad de permitir al paciente integrar el
inconsciente con el consciente, o hacer que sean totalmente accesibles a la mente consciente las nuevas
comprensiones, según sus necesidades. Comparable a este descuido sería una apendicetomía que olvide
cerrar la incisión. Es en este aspecto que muchos críticos de sillón denuncian ingenuamente a la hipnosis
como sin valor, ya que trata "solamente con la mente inconsciente." Adicionalmente, es aun más descuidado
el hecho repetidamente demostrado por la experiencia clínica, que en algunos aspectos es deseable la
reintegración directa del problema del paciente bajo la guía del terapeuta; en otros aspectos, el inconsciente
simplemente debiera ser hecho disponible a la mente consciente, con lo cual se permite una reintegración
espontánea, libre de toda influencia inmediata del terapeuta. Propiamente, la hipnoterapia debiera estar
igualmente orientada al consciente y el inconsciente, ya que la integración de la personalidad total es la
meta deseada de la psicoterapia.
Sin embargo, lo anteriormente dicho no significa necesariamente que la integración deba
constantemente marcar el paso con la terapia. Una de las más grandes ventajas de la hipnoterapia radica en
la oportunidad de trabajar independientemente con el inconsciente sin ser estorbado por la renuencia, o a
veces la inhabilidad real, de la mente consciente para aceptar las ganancias terapéuticas. Por ejemplo, una
paciente tuvo un insight completamente inconsciente en sus pesadillas nocturnas que ella sufría un problema
de carácter incestuoso, pero como lo afirmó espontáneamente en el trance, "Comprendo esos horribles
sueños, pero no podría tolerar semejante comprensión conscientemente." A través de este aserto, la paciente
demostró cómo el inconsciente protege al consciente. La utilización de esa protección como una fuerza
motivadora permitió a la paciente, con posterioridad, aceptar conscientemente sus insights inconscientes.»
(Erickson, 1948/ 1980, p. 40)

Nardone (1999) propone técnicas paradojales en el tratamiento de los trastornos


ansiosos para romper las pautas que mantienen el problema. En el protocolo sugerido por
ese autor, en la última fase del tratamiento se recomienda explicar al paciente, cuando
ya ha obtenido mejoría, la racionalidad de todo el tratamiento, incluso de los
acercamientos paradojales, con el fin de educarle y mostrarle que el crédito del éxito le
corresponde a él como cliente.
Haley (1987) afirma que el éxito de la terapia de ordalía se basa en que la tarea
penosa asignada al cliente no debe ser percibida como, ni consistir en, un castigo.
Gordon y Meyers-Anderson, (1981) citan a Erickson respecto a las tareas inusuales que
sugería a sus pacientes: «Una de mis hijas una vez me preguntó: “Papi, ¿por qué las
personas HACEN las cosas locas que les dicen que hagan” Le respondí, “Porque ellas
saben lo que intento.”» (p. 150)
Empero, parece que las buenas intenciones de Erickson y algunos de sus
seguidores respecto a su proceder en terapia no se condicen con la forma en que
exponen sus casos clínicos, y que traen la ética a colación. Un ejemplo de esto es lo ya
enunciado respecto a Nardone (nota 5 en este capítulo).
Masson (1991) en su ataque a toda forma de psicoterapia, dedica parte de un
capítulo a la “hipnosis ericksoniana.” Masson cita a Haley (1966) cuando describe lo que
éste entiende por terapeuta estratégico, «Hoy existe una generación de personas que
han seguido seriamente la carrera de cambiar a la gente. No son consejeros, consultores,
observadores objetivos o diagnosticadores. Son personas cuya tarea es ser expertos en
influenciar a otra persona. Son diestros en conseguir que la gente siga sus sugerencias,
incluso sugerencias que la persona ignora estar recibiendo.» (p. 234). Luego Masson se
pregunta: «Tal cambio enorgullecía a Haley. A mi me asusta mucho. Pues, en lo que a eso
refiere, ¿de qué manera Haley, Erickson o cualquier otro, van a cambiar a la gente como
no sea en la dirección de sus propios valores?» (p. 234)
Luego Masson describe casos clínicos de Erickson en los cuales cuestiona
afirmaciones de Erickson a Haley como las siguientes: «El explica a Haley que al decir
esto a ella le permitió conocer a un hombre, casarse, tener hijos y llevar una feliz vida
matrimonial: “Era toda la violación que se necesitaba.” Erickson comenta: “Un tiempo
después, Grace me dijo que había acudido a mi con la resolución mental de que si yo
consideraba necesario seducirla, ella habría cedido… Yo la había violado, ¿cierto?”
Deberíamos recordar que Erickson estaba describiendo a una mujer joven a la que estaba
tratando en Phoenix, a fines de los años 40 o principios de los 50. ¿Ayudó realmente a
esta mujer a conseguir algo que ella deseaba o simplemente la obligó a ajustarse a los
patrones de la comunidad en que vivía. Tales actitudes sobre las mujeres y cómo debían
lucir y comportarse eran muy comunes en ese entonces y aun lo son en grandes
segmentos de la población. Pero este relato se publicó en 1985, y Haley no hace ni un
solo comentario acerca de los supuestos sexistas sobre los cuales se basaban los
métodos de Erickson.» (p. 235) (Énfasis en el original)
Excelente punto el de Masson; en el análisis de ese caso y otros que cita en su
libro, lanza al tapete un problema ético que no puede soslayarse. Cuando un terapeuta
ericksoniano tiene en mente el ciclo evolutivo de la familia y los desafíos culturales para
cada etapa de la vida para su cliente (Lankton, 1985b; Lankton y Lankton, 1983), ¿está
tomando en consideración que en realidad hay muchas formas socialmente aceptables
de vivir la vida?; y que, después de todo, lo importante son las metas que los pacientes
tienen para la terapia, y su labor es ayudarlos a formular bien esas metas (DeJong y Berg,
1998).
Con razón Masson (1991) finaliza la sección que dedica a la terapia ericksoniana
afirmando: «Los hipnoterapeutas son francos acerca de lo que buscan conseguir: poner a
una persona en una condición vulnerable e indefensa en la cual pueda decírsele lo que
tiene que hacer.» (p. 242)
Aunque no comparto la visión que tiene Masson de la psicoterapia como una
empresa socialmente peligrosa para sus usuarios, ni tampoco comparto sus comentarios
acerca de Erickson, las críticas de ese autor no debieran ser pasadas por alto;
especialmente cuando aquellos que se dedican a la hipnoterapia pueden sentirse
embriagados con la ilusión que son ellos con sus técnicas los que cambian a los
pacientes.
Duncan et al. (1997) ofrecen el siguiente “recordatorio” para los terapeutas, que
puede posibilitar que los clientes recuperen su dignidad en la terapia:
«1. El cliente es héroe en el “drama” de la terapia. No hay grandes terapeutas, solamente grandes
clientes y terapeutas que trabajan unidos.
2. La terapia no es hecha al cliente. Es un intercambio (evento) interpersonal en el cual se coloca el
énfasis en la cualidad de la participación del cliente.
3. Las intervenciones no son el “trato” en la terapia. Las intervenciones son extensiones de la alianza
terapéutica que no puede ser separada de la relación en la cual ocurren.
4. El terapeuta sugiere, los clientes eligen. Los terapeutas ofrecen explicaciones, teorías o enfoques
de intervención como sugerencias para el cliente las considere y después las acepte, las
modifique o las descarte.» (p. 49)

Otro aspecto ético a considerar tiene relación con los tratamientos


psicoterapéuticos publicitados como efectivos, para los cuales en realidad no hay
estudios de su eficacia. A este respecto pueden mencionarse dos tipos de tratamiento: la
utilidad de la autohipnosis como psicoterapia, y la terapia en la cual se confían a la
sabiduría del inconsciente los cambios requeridos, como ocurre en el uso de la “respuesta
sanadora ultradiana” o autohipnosis naturalista descrita por Rossi (Rossi, 1996; Rossi y
Nimmons, 1991).
Autores como Alman y Lambrou (1992), y Abia y Robles (1993) que han escrito
manuales de autohipnosis para ser empleados como guías de autoayuda o auto-terapia,
¿han evaluado la eficacia de las estrategias ahí sugeridas? Por ejemplo, Alman y
Lambrou, que inician el capítulo 1 de su texto con las afirmaciones transcritas más abajo,
no incluyen ningún capítulo que se refiera a los resultados empíricos de los métodos
propuestos en su libro:
«¿Está investigando la autohipnosis por primera vez? Puede estar interesado en saber que casi todo
el mundo puede aprender a usar autohipnosis para hacer cambios específicos en si mismos. Detener hábitos
no deseados. Prevenir jaquecas. Reducir el estrés. Controlar el dolor.
¿Quizá usted quiera estimular su [proceso de] toma de decisiones y aumentar su concentración?
¿Mejorar su habilidad atlética? ¿Cultivar una mejor comunicación en la relación interpersonal? ¿Ser más
efectivo en sus propias metas personales? ¿Incluso mejorar los logros en los negocios?
Este libro le ayudará a lograr o aumentar su éxito en todas esas áreas y más.
Le dará explicaciones detalladas acerca de cómo desarrollar su capacidad para [experimentar]
autohipnosis y alcanzar sus metas.» (p. 3) (Énfasis añadido)

Además, como puede percatarse el lector, se mezclan áreas de aplicación que sí se


han evaluado (autohipnosis en el control del dolor [Barber, 1996], reducción de síntomas
del estrés) con áreas de éxito hipotético. Y como era esperable, en la página 4 aparece
una fotografía de Erickson, a quien se adscribe la paternidad de los métodos indirectos
que se promete serán tratados en el manual.
Abia y Robles (1993), escriben:
«[…] Y les aseguramos que cuando nuestros dos cerebros están trabajando juntos para nuestro
bienestar saludable, van construyendo caminos nuevos y diferentes, inesperados.
Pero nos preguntarás, ¿cómo en concreto, se logra esto? Con el cerebro izquierdo se puede razonar,
darle explicaciones, y entiende. A él van dirigidas las ideas que contiene este libro. Al cerebro derecho hay
que hablarle en su lenguaje, el lenguaje de los símbolos, y hacerlo sentir. A él están dirigidas algunas
anécdotas y los ejercicios que se proponen en cada capítulo, también los mensajes en cursivas. Algunos de
estos ejercicios son de autohipnosis. Si los sigues al pie de la letra tendrás un camino seguro y saludable para
utilizar mejor tus capacidades contigo mismo y para lograr tus objetivos. A través de estos mismo ejercicios
podrás también darte cuenta si necesitas ayuda exterior para alcanzar alguno de ellos.» (p. 26) (Énfasis en el
original)

Más adelante en su texto, Abia y Robles afirman que la hipnosis natural (y la


autohipnosis) trabajan con los recursos internos, que se han adquirido ya sea en forma
consciente o inconsciente. Al igual que con el texto de Alman y Lambrou, no hay un
capítulo en el libro que se dedique a la evaluación empírica de los métodos propuestos.
La lectura de ambos volúmenes permite percatarse que la metodología de trabajo
propuesta consiste en el uso de imaginerías. Existen diversos volúmenes dedicados a la
imaginería publicados antes que los textos citados. Entonces, ¿cuál es el papel de la
autohipnosis? ¿Qué le agrega la autohipnosis a la imaginería auto-inducida?
Al respecto, permítaseme citar a Miller et al. (1997):
«A finales de los ’80, apareció en el escenario de la terapia norteamericana un nuevo enfoque para el
tratamiento de clientes con historias de experiencias traumáticas severas. El enfoque, conocido como
Desensibilización y Reprocesamiento a través del Movimiento de los Ojos (EMDR), parecía ser capaz de lograr
resultados con los casos más intratables y lo hacía en menor tiempo que los tratamientos existentes. El
procedimiento era simple –los clientes recordaban las experiencias traumáticas mientras miraban los dedos
de su terapeuta que se movían hacia atrás y hacia delante cada medio segundo o por un período de 5 a 15
segundos. De acuerdo a sus inventores, los movimientos del ojo ayudaban a los individuos traumatizados a
“re-equilibrar los procesos cerebrales” en la misma forma que los movimientos REM de los ojos en el sueño
normal ayudaban a los individuos no traumatizados a procesar la experiencia cotidiana. Esta explicación
fisiológica, en combinación con el éxito aparente de un procedimiento tan simple, catapultó a la EMDR al
centro de la atención del público y los profesionales, y la transformó en un procedimiento estándar en un
número creciente de clínicas para problemas de salud mental en el país [USA].
Hay solamente un problema –hay poca evidencia científica que la [terapia] EMDR tenga algún efecto
más allá del efecto placebo u otros factores conocidos que son efectivos con los clientes traumatizados (v.g.,
exposición). Efectivamente, uno de los únicos estudios (Lytle, 1993) que se han llevado a cabo para comparar
la [terapia] EMDR con una condición placebo activa, encontró que los sujetos tratados con el procedimiento
no tuvieron resultados mejores que aquellos tratados con el tratamiento placebo activo, aunque ambos
grupos lograron resultados inmediatos que fueron significativamente mejores que aquellos obtenidos por
sujetos en una condición de control no directiva. El mismo estudio sugiere que algo más común que la
inducción de los movimientos de los ojos podría ser el responsable de los resultados asociados a ese
procedimiento.
En el estudio de Lytle, el tratamiento administrado a los sujetos en el grupo control con placebo
activo fue muy similar a la [terapia] EMDR –con una excepción importante. En lugar de mover los ojos, se
instruyó a los sujetos en el grupo de control con placebo activo para que fijaran su mirada en un lugar en la
pared mientras recordaban las memorias traumáticas. Esos sujetos que mantuvieron su mirada fija y lograron
resultados equivalentes a aquellos que usaron un procedimiento técnicamente opuesto, mover los ojos,
sugiere que es otro factor y no la técnica que supuestamente altera la fisiología, el que es responsable de la
mejoría de los sujetos en ambos grupos –es decir, el cliente y el terapeuta implicados en un ritual curativo
activo, estructurado, especializado y técnico, que ambos creen que será terapéutico.
Los rituales tienen características similares en los procedimientos curativos de la mayoría de las
culturas y son conocidos desde los orígenes de la sociedad humana. Su uso inspira esperanza y expectativa
positiva para el cambio al transmitir que el usuario –ya sea el curandero, chamán, astrólogo o terapeuta–
tiene un conjunto especial de habilidades para facilitar la curación. Importa poco que los procedimientos no
sean en si mismos los agentes causales del cambio. Más bien, lo importante es que los participantes tienen
un método estructurado y concreto para movilizar los factores placebo en el proceso de recuperación.
Cuando es vista como un ritual curativo, la [terapia] EMDR no es nada nuevo en la práctica de la
psicoterapia. Los rituales de curación han sido parte de la práctica de la psicoterapia desde sus orígenes. Ya
sea que se instruya a los clientes a recostarse en el diván, hablar a una silla vacía, escribir los pensamientos
negativos, decirse frases positivas, o –como está en boga– escuchar la retroalimentación de un equipo
anónimo que está detrás de un espejo de visión unilateral, los profesionales de la salud mental están
básicamente involucrados en rituales curativos. Por lo tanto, puesto que al comparar las técnicas
psicoterapéuticas se han encontrado pocas diferencias en su efectividad, ellas pueden ser concebidas como
rituales sanadores –técnicamente inertes, pero métodos, sin embargo, poderosos y sistemáticos para
aumentar los efectos de los factores placebo.» (p. 129-131) [Énfasis en el original]

Rossi fue el primer autor en introducir la noción de los ritmos ultradianos en la


literatura de la hipnosis naturalista (Rossi, 1982), y sugerir que la hipnosis naturalista de
Erickson está haciendo uso de la fase de descanso ultradiana, la cual por si misma puede
facilitar que los ritmos desordenados por el estrés se reordenen (Rossi, 1986/1993; Rossi,
1994). Rossi (1996) ha reportado la eficacia de la respuesta sanadora ultradiana (Rossi y
Nimmons, 1991), describiendo 13 casos únicos que presentaban diversos problemas. Es
obvio que se necesitan estudios con grupos de sujetos para validar los asertos e hipótesis
de Rossi. ¿Hasta que punto la autohipnosis naturalista es una terapia específica o
inespecífica para los trastornos derivados del estrés? Asimismo, ¿cómo se modifican, a
través del método propuesto por Rossi, las pautas cognitivas/experienciales que nos
llevan a etiquetar como “estresantes” a diversas situaciones personales e
interpersonales?
¿Serán suficientes unos ejercicios de imaginería o tomar descansos ultradianos
para resolver los problemas persistentes de los clientes? ¿Podrá modificarse nuestra
interacción disfuncional con nuestra pareja, con la cual tenemos conflictos de poder en la
relación, con el simple hecho de tomar algunas “siestas” ultradianas o experimentar
algunos ejercicios de imaginaría? ¿O se modificarán las pautas cognitivas e
interaccionales aprendidas desde la infancia que se relacionan con una visión de mundo
que inevitablemente nos llevará a la depresión? (Yapko, 1999)
Como afirmé en el Capítulo 1 de este volumen, Erickson no fue un reduccionista en
su trabajo terapéutico. Es de esperar que quienes se adscriben al “enfoque ericksoniano”,
para el bien de este campo, recuerden las “lecciones de ese viejo clínico” (Chogriz, 2001)
para el desarrollo de una psicoterapia eficaz informada por los resultados (Duncan y
Miller, 2000; Duncan et al., en prensa).

Notas:
1
Me parece especialmente relevante la sistematización que han hecho en el CFTB de Milwaukee acerca de la relación
cliente-terapeuta; es decir, el grado de motivación del cliente para el cambio.

2
En el “mundo ericksoniano” hay terapeutas que han querido ver en las metáforas y anécdotas de Erickson una similitud
con las narrativas de Epston y White. Permítaseme citar a Epston (1989): «[Respecto a los orígenes de mi trabajo] Hasta
entonces, el único antecedente con el que contaba eran las historias clínicas de Milton Erickson y estoy seguro que este
trabajo está claramente en la misma línea de ideas. Sin dudas, aquellas historias eran monológicas y reflejaban la posición
que yo mismo había adoptado entonces en mi práctica clínica. A medida que mi discernimiento fue creciendo, gracias a los
enfoques feministas y a algunas ideas de Foulcaut, fui adoptando como supuesto guía la idea de que la terapia familiar y
cualquier terapia relacionada con las cuestiones familiares establece relación de poder. También yo fui abandonando los
“relatos desarrollados en la terapia” o las “metáforas terapéuticas”, como finalmente se denominó, para volcarme a la
creciente “terapia narrada”, es decir, aquella que fomenta el diálogo y en la que el terapeuta abandona el papel
privilegiado de autor y lo comparte con el paciente. El “texto” que adquiere la forma de cartas pasa a ser propiedad de la
familia.» (p. 14)
3
Véase el artículo de Geyerhofer y Komori (1999) y Selekman (1996)
4
Sugiero la lectura del artículo de Nardone y Salvini (1999), donde exponen los principios que guiaron dicha investigación
en el Centro de Terapia Estratégica de Arezzo.
5
Empero, creo que el aporte de Nardone a la terapia breve puede verse obstaculizado por el estilo literario de ese autor.
«Sin embargo, como lamentablemente no tengo a mi disposición el texto en su lengua original […], me es imposible
averiguar si el estilo pedante con que Nardone describe las intervenciones terapéuticas en la sesión y la prescripción de las
tareas, se debe a un traductor traidor o al estilo propio de comunicarse del autor. Si fuera el segundo caso, sería
simplemente un botón de muestra de por qué los terapeutas breves suelen ser acusados de fríos, manipuladores y
tramposos. En una nueva edición de esta interesante y útil obra, los editores debieran cuidar ese aspecto que puede alejar
a potenciales usuarios que podrían beneficiarse con ese tipo de terapia, así como a los terapeutas interesados en aprender
terapia breve.» (Pacheco, 2001c, p. 27)
6
Los miembros del Grupo de Milwaukee se han preocupado de evaluar los resultados de su enfoque de terapia; véase
DeJong y Berg (1998).
7
En Chile aun no existe una legislación de este tipo para proteger los derechos de los pacientes en salud mental. Sin
embargo, en los últimos años se han introducido una serie de modificaciones en la legislación sanitaria para proteger a los
pacientes, e incluso se han modificado recientemente los requisitos para ingresar a los pacientes a un hospital psiquiátrico.
Por lo tanto, podemos esperar, para el bien de los clientes que acuden a psicoterapia, que también se legisle en torno al
consentimiento informado en la terapia psicológica.
Un signo de una mayor preocupación por la ética, que proviene de los mismos psicólogos, es la formación de la Comisión
Nacional de Acreditación de Psicólogos Clínicos. Puesto que en Chile no es obligatorio estar matriculado o asociado a la
Asociación de Psicólogos para ejercer como tal, la Asociación [Colegio] de Psicólogos y la Sociedad Chilena de Psicología
Clínica, conjuntamente con un grupo de Universidades que imparten la carrera de Psicología, conformaron dicha Comisión,
cuyo objetivo es otorgar la acreditación como psicólogos clínicos a esos colegas que hayan recibido la formación teórica y
clínica (supervisión clínica) que les posibilita atender pacientes. Esa formación clínica se obtiene en estudios de postítulo
con una duración mínima de 2 años, impartida por instituciones debidamente reconocidas por esa Comisión, o por una
formación clínica con un supervisor clínico debidamente acreditado por la Comisión. Actualmente, el servicio de salud
pública que co-financia la atención de los pacientes, reconoce como psicólogos clínicos a aquellos psicólogos debidamente
acreditados; situación que también está repitiéndose en las instituciones de seguros médicos privados (Isapres).
El Instituto Milton H. Erickson de Santiago (Centro Para el Desarrollo de la Psicoterapia Estratégica Breve) está acreditado
desde el año 1996 ante la Comisión como una institución que forma especialistas clínicos en terapia breve ericksoniana.
8
Se sugiere revisar a Matthews et al. (1998) respecto a la evaluación empírica de la amnesia como consecuencia de las
metáforas entrelazadas.
9
Véase el artículo de Scheflin (1997)

10
Algunos ejemplos de esa actitud de los terapeutas en esos tiempos, se refleja en los textos de Anderson y Stewart (1988)
y Bergman (1991).
11
Por ejemplo, Masson se refiere a Carl Rogers como un “dictador benevolente.”
12
Erickson le prescribe a una paciente soltera que vaya a su casa, que se desnude y observe el parche de piel que tiene
entre las piernas.
13
Masson escribe, «A pesar de querer representar al prudente y bondadoso sabio de las leyendas orientales, Erickson era
en realidad un siquiatra, armado con todos los poderes de la medicina y la psiquiatría.» (1991, p. 239-240)

14
Duncan et al. (1997) proponen reemplazar la expresión “intervención” por invención. Exponen su posición del siguiente
modo: «Intervenir es “interponerse por medio del impedimento o la modificación”. Al igual que “entrevista”, implica que se
hace algo a los clientes, más que con ellos, y en consecuencia sobre-enfatizar la pericia técnica del terapeuta, retratando
en forma inadecuada lo que hace exitosa a la terapia. “Intervención” no captura la dependencia de la técnica de los
recursos e ideas del cliente o cómo la técnica que es exitosa en cuanto emerge de la evaluación positiva del cliente de la
relación y que se acomoda a la teoría del cambio que posee el cliente. Estamos a favor de las palabras “invento” e
“invención.” Inventar es “encontrar o descubrir, producir por primera vez a través de la imaginación, el pensamiento
ingenioso y el experimento.” Toda técnica que es usada por primera vez, inventada por los clientes para que encaje en sus
circunstancias.» (p. 62-63)
15
Los autores usan la metáfora explicativa de la asimetría cerebral como fundamento científico de su propuesta.
16
Véase Flores (1999) en la utilización de la respuesta sanadora ultradiana en hipertensión esencial
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Acerca del autor

Mario Pacheco León, Psicólogo Clínico y Supervisor Clínico


Acreditado, es Co-Director de los Institutos Milton H. Erickson de
Santiago de Chile y de Mendoza, Argentina.
Ha sido docente del Curso de Psicoterapia e Hipnoterapia Ericksoniana
en la Escuela de Psicología de la Universidad de Chile, Universidad
Diego Portales y Universidad Santo Tomás.
Actualmente es docente de la Cátedra de Psicoterapia Humanista en la
Escuela de Psicología de la Universidad Diego Portales en Santiago.
Ha dirigido y dirige Tesis de Pre-Grado en Psicología, en el área de la psicoterapia y la hipnoterapia
ericksoniana y terapia breve.
Además ejerce en forma privada como psicólogo clínico, y dicta Seminarios, Talleres y Cursos de
Formación Clínica en Psicoterapia Ericksoniana y Terapia Breve tanto en Chile como en Mendoza y San Luis,
Argentina.
Ha publicado artículos en la Revista de Psicoterapia de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica; y ha
participado como expositor y tallerista en Congresos Nacionales de Psicología Clínica organizados por la
Sociedad Chilena de Psicología Clínica, en los Encuentros de Psicoterapeutas Humanistas y Transpersonales, y
en los Encuentros de Psicoterapeutas Ericksonianos de América Latina.
Forma parte del Consejo Editorial de la Revista de Psicoterapia Ericksoniana que se publica en la
página web del Instituto Milton H. Erickson de Santiago (www.hipnoterapiaestrategica.cl)
INDICE

Primera Parte: Desde la hipnosis a la psicoterapia


Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual
p. 7Capítulo 2: Erickson y su estudio de la hipnosis
Acercamientos a la inducción de trance y la naturaleza de la sugestión hipnótica.
Investigación de la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales, perceptuales
y procesos psicofisiológicos.
Investigación de procesos psicodinámicos
p. 9Capítulo 3: De la hipnosis a la hipnoterapia: El salto epistémico
La naturaleza del cambio psicológico en la terapia hipnótica según Erickson
¿Para qué usar hipnosis en psicoterapia?
Individualización de la psicoterapia
La resistencia al trance y a la psicoterapia
Hipnoterapia breve
Hipnosis naturalista: Trance “común de cada día” o hipnosis no formal
p. 14Capítulo 4: Rasgos distintivos de la psicoterapia de Erickson
El pragmatismo de Erickson
Foco en los problemas: Un enfoque no patologizante
Orientación temporal en el presente y hacia el futuro
Rol activo del terapeuta: Erickson, un terapeuta estratégico
Hipnosis formal: Su uso estratégico
Directividad e indirección terapéutica
Uso del humor en la terapia
Orientación intrapersonal e interpersonal de la terapia
Terapia breve
Pacientes activos: Énfasis en las tareas entre sesiones
Utilización terapéutica
Utilización de los contextos sociales de los clientes
p. 22Segunda Parte: Las diversas lecturas de la psicoterapia de Erickson
Capítulo 5: Erickson y el Proyecto Bateson para el estudio de la comunicación humana:
Desde el análisis de los trances religiosos en Bali hasta la teoría de la doble
coacción de Bateson
p. 37Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley
p. 40Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el Centro de Terapia Breve
del MRI: “Hipnoterapia sin trance”
La pragmática de la comunicación
Terapia breve centrada en la resolución de problemas
Erickson y el enfoque interaccional
“Hipnoterapia sin trance”
p. 45Capítulo 8: El estudio de las pautas lingüísticas en la terapia hipnótica de Erickson:
La Programación Neurolingüística
p. 52Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee y Erickson
p. 56Capítulo 10: Ernest Rossi y las bases psicobiológicas de la hipnosis y la hipnoterapia
p. 61Capítulo 11: Michael Yapko, la hipnosis como un medio para influenciar la
experiencia del paciente
p. 65Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la terapia ericksoniana
de Jeffrey K. Zeig
p. 68Tercera Parte: La terapia ericksoniana en el nuevo milenio
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la terapia en un marco
ericksoniano
p. 70Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la terapia estratégica y la
terapia experiencial: Las emociones en la psicoterapia

p. 80Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud


p. 96Epílogo: Los desafíos de una terapia ericksoniana en un mundo posmoderno
p. 99Referencias bibliográficas
p. 106

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