Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Cosmologías
Juan M. Ossio
Introducción
El término cosmología denota el conocimiento que tiene una sociedad de la
composición del universo y el lugar que en éste le corresponde a la humanidad. Este
conocimiento se ha convertido en el tema y en la denominación de un campo de la
ciencia, basado conceptualmente en la física moderna. Para los científicos, el cosmos, o
universo, representa la totalidad de las cosas físicas. No se trata tan sólo de la materia
pura y simple (en forma de planetas, estrellas, etc.) sino también del espacio y el tiempo
y, en general, de todo aquello que es físicamente relevante. La observación, la
experimentación, las mediciones y el uso de modelos conceptuales constituyen los
métodos básicos de este tema.
Uno de los supuestos básicos en el enfoque que la cosmología tiene del universo es que
éste está organizado, que no es una colección azarosa de componentes físicos, sino más
bien una disposición sumamente ordenada de materia y energía estructurada en
diferentes niveles de tamaño y complejidad. Esto es el significado de 'orden del mundo'
y las preguntas más profundas que esta ciencia plantea tienen que ver con el origen de
este orden, cómo se mantiene, y si eventualmente desaparecerá.
Si bien se suele entender que la cosmología, como campo científico, pertenece al plano
de lo secular, su enfoque holístico y su búsqueda del orden no se encuentran demasiado
lejos de una visión del cosmos más estrechamente relacionada con consideraciones de
orden religioso. En efecto, debido al nivel de generalidad de la disciplina, no es tarea
fácil liberarse de estas consideraciones, que han estado presentes en la mayoría de las
cosmologías desarrolladas por diferentes sociedades y que dominaron nuestra visión de
la naturaleza a lo largo del siglo XVI.
Esta estrecha conexión entre las cosmologías premodernas no occidentales y la religión
explica el porqué de la tendencia a estudiar ambas juntas y de forma algo exclusiva.
Esto es así hasta tal punto que los textos de introducción a la antropología rara vez
prestan importancia al lugar de las cosmologías en la vida cotidiana, y lo mismo sucede
con los textos de historia, de fenomenología o sociología de la religión. Cuando se
menciona algún tema relacionado, suele aparecer en un capítulo titulado 'Religión'.
Según John Middleton (1967, ix-x) el estudio de la cosmología y de los mitos, 'tiene una
larga historia. Ambos han sido estudiados por folcloristas, interesados
fundamentalmente en los motivos y en su evolución y distribución; por los psicólogos,
interesados en lo que éstos nos pueden revelar sobre la psiquis; por los lingüistas; por
los historiadores de las religiones; y, más recientemente, por los antropólogos. Éstos,
según Middleton, han abordado los temas como fenómenos culturales o, en palabras de
Durkheim, como 'representaciones colectivas' o como 'hechos sociales'.
A la raíz de todos nuestros juicios hay ciertas ideas esenciales que dominan nuestra vida
intelectual; constituyen lo que, desde Aristóteles, los filósofos han denominado
categorías de entendimiento: las ideas sobre tiempo, espacio, clase, número, sustancia,
personalidad, etc. Corresponden a las propiedades más universales de las cosas... Son
como el esqueleto de la inteligencia. Ahora bien, cuando se analiza metódicamente las
creencias religiosas primitivas, surgen de forma natural las principales categorías.
Nacen en la religión y de la religión; son un producto del pensamiento religioso. He
aquí una constatación que abordaremos en numerosas ocasiones en el curso de este
trabajo.
Según Steven Lukes, la idea de Durkheim de que los 'conceptos son representaciones
colectivas ...se puede entender como el equivalente a la sencilla pero fertil idea,
redescubierta un siglo más tarde por Wittgenstein, de que los conceptos operan dentro
de las formas de la vida social, de acuerdo a reglas' (Lukes 1973, 436-437). Esta
perspectiva no sólo contribuyó a una vision de la sociedad como sistema de relaciones
sociales sino tambien a utilizar éstas como un 'prototipo para las relaciones lógicas entre
las cosas', según denominación de Mary Douglas (Douglas 1973, 11). Gracias a ella, los
análisis de los mitos, los símbolos y el lenguaje en general se enriquecieron y dieron
lugar a un debate sumamente fructífero sobre la naturaleza de la mentalidad primitiva. A
partir de entonces, se reconoció en los mitos historias verdaderas cuyo significado real
no se encontraba en la superficie sino más allá de sus apariencias, como en el caso de
cualquier expresión simbólica. Lo mismo ocurrió con los ritos, entendidos como la
auténtica escenificación de aquellas historias sagradas que sancionaban los valores
principales de una determinada sociedad.
Esta tradición, inaugurada por Durkheim y el Année Sociologique, desató una reacción
contra las mismas tendencias positivistas que había promovido, estimulando a los
académicos a orientar sus intereses hacia el significado en lugar de seguir formulando
más consideraciones funcionales. Como ha señalado David Pocock, la transición de la
función al significado en la antropología en Gran Bretaña está representada
principalmente por E.E. Evans-Pritchard, y en Francia por Claude Lévi-Strauss (Pocock
1961, 72). Este cambio inspiró a Evans-Pritchard a declarar, en contraposición a las
tendencias positivistas desarrolladas por Radcliffe-Brown, que la 'antropología social
estudia las sociedades como sistemas morales o simbólicos, y no como sistemas
naturales, que se interesa menos en los procesos que en el diseño, y que, por lo tanto,
busca modelos y no leyes, que demuestra la coherencia y no necesariamente las
relaciones entre las actividades sociales y que, más que explicar, la antropología social
interpreta'. (Evans-Pritchard 1964, 62).
Por consiguiente, no resulta raro que algunas de las mejores descripciones de las
cosmologías de diferentes pueblos del mundo deriven de estos tres países europeos, al
igual que sucede con los temás teóricos más relevantes en los campos de la antropología
y la historia de la religión. En el caso de Holanda, basta recordar figuras como Henri
Frankfort y su notable estudio sobre la realeza divina, o Johan Huizinga y su análisis de
la historia de la Baja Edad Media, o Van der Leeuw, en el campo de la fenomenología
de la religión, además de célebres antropólogos como Van Wouden o Josselin de Jong.
En Francia, La Penseé Chinoise, de Marcel Granet, es un clásico intento de comprender
el pensamiento y la cosmología de una alta civilización no enraizada en la tradición
occidental. Más recientemente, Jean Pierre Vernant y Marcel Detienne hicieron algo
parecido, pero en relación a la Grecia antigua. Para las sociedades de escala más
reducida, la lista es larga, pero destacan como especialmente relevantes antropólogos
como Maurice Leenhardt, conocido por su libro Do Kamo (1947), Marcel Griaule, por
sus estudios sobre el pueblo dogón, Lévi-Strauss por sus contribuciones a la etnografía
amazónica y al desarrollo del estructuralismo (1949), y Louis Dumont por sus estudios
en India. En Gran Bretaña, Oxford, bajo la influencia de Evans-Pritchard, y Cambridge,
bajo la de Edmund Leach, Jack Goody, y clasicistas como Moses Finley, promovieron el
estudio de los niveles conceptuales de las sociedades, y con ello hicieron importantes
aportes a la comprensión de las cosmologías de diferentes grupos humanos. Un buen
ejemplo de sus esfuerzos es African Worlds (1959), de Darryl Forde, que reúne
interesantes ensayos sobre las cosmologías de diferentes culturas africanas.
... un hecho constante que cuando una convicción más bien sólida es compartida por
una única comunidad de hombres, adquiere inevitablemente un carácter religioso;
inspira en sus conciencias el mismo respeto reverencial que las creencias propiamente
religiosas. Por lo tanto, son infinitas las probabilidades de... que la religión corresponda
a una región igualmente importante para la 'conscience commune' (152).
En las sociedades primitivas esto era más que evidente porque su incipiente división del
trabajo y a la naturaleza segmentaria de sus organizaciones sociales basadas en las
relaciones familiares, neutralizaban la aparición de diferencias sociales demasiado
marcadas.
Para Durkheim, la solidaridad de este tipo de sistema social era mecánica y, puesto que
las relaciones familiares estaban destinadas a desempeñar un papel muy importante en
la organización social segmentaria que él asociaba con este tipo de solidaridad, él y
Mauss otorgaban otro atributo a estas clasificaciones, a saber, que estaban rodeadas de
afectividad más que de intelecto. Por consiguiente, Durkheim afirmaba:
... en realidad, para aquellos a quienes se llama primitivos, una especie de cosas no es
un simple objeto de conocimiento, sino que corresponde, sobre todo, a una cierta
actitud sentimental. En la representación que se hace de ellas, se combinan todo tipo de
elementos afectivos. Las emociones religiosas, sobre todo, no sólo le dan un matiz
especial, sino también le atribuyen las propiedades esenciales que la constituyen. Las
cosas son, antes que nada, sagradas o profanas, puras o impuras, amigas o enemigas,
favorables o desfavorables; sus carácterísticas más fundamentales son sólo expresiones
de la manera en que afectan a la sensibilidad social' (Durkheim y Mauss 1963, 85-86).
Aunque este ensayo ha sido objeto de críticas, sobre todo porque la organización social
de las sociedades no siempre se corresponde con la forma de su sistema de clasificación,
Rodney Needham sostenía en la introducción a la edición inglesa, publicada en 1963,
que 'en realidad, todavía merece la pena leerlo por su interés histórico, metodológico y
teórico' (Needham 1963, xxix). En efecto, este ensayo, junto con 'The pre-eminence of
the right hand: a study in religious polarity' (1960), de Hertz's, The rites of passage
(1965) de Van Gennep, y Sacrifice, its nature and function (1964), de Hubert y Mauss,
han llegado a ser obras capitales para el estudio de las cosmologías a partir de la
antropología y la historia de la religión. De ellos han surgido ideas como el concepto de
la 'religión como protesta del hombre contra la falta de sentido de los acontecimientos',
según afirmaba Martin P. Nilsson en el acápite de un breve ensayo sobre la religión
(1954). También existe la noción de que para el hombre primitivo o arcaico, el sentido
deriva de arquetipos, lo que a su vez implica la relación del orden con tiempos
primordiales o con la tendencia a neutralizar el tiempo profano a favor del tiempo
mítico, o con un énfasis en una concepción discontinua de espacio y tiempo, donde los
contrastes se establecen a través de imágenes de orden y desorden, o de cosmos y caos
(Eliade 1949) o cultura y naturaleza (Lévi-Strauss 1949) o 'estructura y antiestructura',
'estructura y liminaridad o communitas' (Turner 1969; Van Gennep 1965) o 'pureza y
peligro' (Douglas 1966).
La mitología
A partir de Durkheim y del Année Sociologique emergen dos grandes perspectivas en el
estudio de los mitos. Una de ellas, desarrollada por Bronislaw Malinovski y ampliada
por Mircea Eliade, el célebre historiador de las religiones, además de repetir la idea de
que los mitos son historias sagradas y verdaderas, pone de relieve que son estatutos
sociales y, como tales, constituyen modelos para la conducta de los individuos. La otra,
que coincide en varios puntos con la primera, (sobre todo como mecanismo para
distinguir entre sociedades tradicionales y modernas), se centra en los procedimientos
intelectuales subyacentes a los mitos.
... cómo, a través de las hazañas de Seres Sobrenaturales, nació una realidad, ya sea el
conjunto de la realidad, el Cosmos, o cualquier fragmento de la realidad - una isla, una
especie de planta, un tipo concreto de comportamiento humano o una institución. Por lo
tanto, el mito es siempre la historia de una 'creación'... En pocas palabras, los mitos
describen las diversas irrupciones, a veces dramáticas, de lo sagrado (o lo 'sobrenatural')
en el mundo (Eliade 1963, 5-6).
Para Lévi-Strauss:
decir que una manera de pensar es desinteresada y que es una manera intelectual de
pensar no significa en absoluto que sea equivalente al pensamiento cientifico. Desde
luego, sigue siendo diferente en cierto sentido, e inferior en otro. Sigue siendo diferente
porque su objetivo consiste en alcanzar, por el camino más corto, un entendimiento
general del universo - y no sólo un entendimiento general sino total. Es decir, es una
manera de pensar que implica que si no lo entendemos todo, no podemos explicar nada.
Esto está en abierta contradicción con los procedimientos del pensamiento científico, a
saber, proceder paso a paso, intentando formular explicaciones de fenómenos muy
limitados, para luego seguir adelante y abordar otros tipos de fenómenos, y así
sucesivamente. (Lévi-Strauss 1978, 17)
Lévi-Strauss sostiene, de acuerdo con Eliade, que una de las principales carácterísticas
de los mitos es su atemporalidad. A diferencia de la historia, ambos sostienen que el
mito trata de acontecimientos reversibles, mientras que la historia trata de hechos
irreversibles. Según Lévi-Strauss:
Ambos autores asocian esta distinción con el contraste que establecen entre sociedades
'primitivas', 'arcaicas', o 'tradicionales' y las sociedades occidentales modernas. Por la
naturaleza de sus organizaciones sociales, Lévi-Strauss define a las primeras como
'frías' y a éstas como 'calientes'. Mircea Eliade establece esta diferencia a través de una
valoración de la dominancia del mito en estas sociedades. Así, en Mito y Realidad
afirma: 'Nuestro estudio versará principalmente sobre aquellas sociedades en las que el
mito está 'vivo' (o lo estaba hasta hace muy poco) en el sentido de que proporciona
modelos para el comportamiento humano' (Eliade 1963, 2).
Como resultado del carácter central del mito en esta perspectiva, que le otorga una
función paradigmática, Eliade observa que el primer tipo de sociedades tiende a
resistirse a la historia al abolir así la irreversibilidad del tiempo. Sostiene que en las
sociedades primitivas hay una especie de temor a la historia que lleva a las personas a
lidiar con el sufrimiento desarrollando explicaciones que sitúan la causa de ese
sufrimiento en un terreno sagrado. En otras palabras, hacen soportable una desgracia
afirmando que ésta no es arbitraria. Al contrario, posee un sentido que puede ser
desvelado mediante arquetipos, que se encuentran más allá de las influencias corrosivas
del tiempo y de las acciones individuales (Eliade 1949, 143).
... lo esencial es que en todas partes existe una concepción del fin y del comienzo de un
periodo temporal. Ésta se basa en la observación de ritmos biocósmicos y forma parte
de un sistema más amplio, a saber, el sistema de purificaciones periódicas ...y de la
regeneración periódica de la vida... Más importante aún, una regeneración periódica del
tiempo presupone, de forma más o menos explícita (especialmente en las civilizaciones
históricas) una nueva creación, es decir, una repetición del acto cosmogónico. Y esta
concepción de una creación periódica, de la regeneración cíclica del tiempo, plantea el
problema de la abolición de la 'historia' (Eliade 1954, 52-53).
A partir de aquí, se entiende las expresiones de esta concepción cíclica del tiempo en
dos sentidos: por un lado, en relación a ritos que se celebra en diferentes momentos de
un periodo temporal, como los del Año Nuevo, o aquellos que se asocia con la
expulsión de la enfermedad o de seres malignos; por otro lado, en referencia a una serie
de edades organizadas en una estructura numérica simbólica que comprende una
secuencia preestablecida de los acontecimientos.
Las civilizaciones mesoamericanas, como los aztecas y los mayas, consideraban que
estas rupturas eran producto de cataclismos provocados por la intervención de cada uno
de los elementos naturales. Así, se creía que una de las edades había desaparecido por
obra del agua, otra por obra del fuego, una tercera por obra del aire y una última a
consecuencia de los terremotos. Para impedir que ocurriera algo similar, como que el sol
dejase de moverse, los aztecas desarrollaron una práctica extremadamente sangrienta
que implicaba sacrificios humanos a gran escala.
Para impedir un desenlace tan catastrófico, las civilizaciones andinas como los incas, en
lugar de ahondar en la práctica del sacrificio humano, como los aztecas, construyeron
una muy elaborada concepción de la realeza divina (el 'Inca'), que tenía como atributo
principal la restauración y mantenimiento del orden. De aquí la idea de que el concepto
de Pachacuti no estaba únicamente relacionado con el cataclismo que produjo la ruptura
entre periodos, sino también con el monarca divino capaz de restaurar el orden. Para
potenciar el carácter divino del Inca y el rol de su posición como principio unificador, se
le representaba como el mediador de opuestos complementarios derivados de una
concepción dual del mundo y la sociedad.
Este rol de la realeza Inca como mecanismo para desafiar a la historia a través de su
capacidad para introducir el orden, se convirtió más tarde en un importante marco para
la introducción del cristianismo entre los pueblos indígenas. Jesús, también visto como
monarca divino, fue asimilado a la figura del Inca. Como consecuencia, la atracción que
el cristianismo ejerció sobre los pueblos indígenas se debió en gran parte a su relación
con una idea del orden y con las ideas escatológicas que proclamaba. Esta selectividad
explica en parte por qué la linealidad temporal del cristianismo apenas fue comprendida
como tal, puesto que se vio enmarcada en una concepción estática del tiempo. La
importancia que se prestaba a la realeza divina, su asociación con una visión cíclica del
tiempo, y su orientación endogámica dentro de una organización social jerarquizada,
también explican en parte la importancia otorgada al mesianismo como fenómeno
religioso recurrente en esta parte del mundo con su énfasis en el retorno del Inca.
El ritual
Se suele utilizar el concepto de ritual para señalar un conjunto de acciones arquetípicas
que permanecen fieles a un modelo establecido desde tiempos immemoriales. Su
invariabilidad les presta su eficacia en diferentes planos, desde la restauración o
creación de la solidaridad social, el orden, la pureza, la salud o la fertilidad, hasta la
inducción de cambios o daños en la condición de las personas. Además, es precisamente
a través de esta naturaleza inmutable que los ritos desempeñan un importante papel en la
complementación de la información que brinda la mitología en el estudio de una
cosmología. Su vínculo con la mitología es tan estrecho que se podría decir que los ritos
son la puesta en escena de los mitos.
... dos maneras de estudiar los rituales. Una de ellas consiste en ver el ritual como
respuesta a factores concretos, con los que tiene una relación directa, lo que implica
observarlos en términos de su punto de llegada. Y es claro que el final de la ceremonia
es el retorno a casa, donde esperamos la rutina diaria con renovadas esperanzas, o con
el temor de las sanciones que nos infligirán 'las realidades mundanas de la vida'. Otra
manera de ver el ritual es centrándose no sólo en sus objetivos manifiestos (su punto de
llegada) sino también en aquello que antecede y sucede a dicho punto; es decir, ver el
ritual en términos de toda su trayectoria... Desde esta perspectiva, el ritual es un
momento especial con un principio, un intermedio y un final, una historia o capítulo del
libro interminable que es la sociedad. Esta posibilidad nos permite deshacernos, aunque
sea brevemente, de la terrible indiferencia enmarcada en la línea continua que nace de
las rutinas sociales sin comienzo ni fin (DaMatta 1991, 23).
Los ritos suelen dividirse en dos tipos: públicos y privados. Los primeros tienen que ver
con los grupos sociales que se encuentran más allá del nivel de la familia o de las
unidades domésticas. El escenario para estos rituales suelen ser los recintos interiores de
las aldeas. El segundo tipo es de carácter más individual o familiar. En América Latina,
los rituales típicos del primer grupo son aquellos ritos celebrados en honor de un santo
patrono representativo de una comunidad, una región, o todo un país. Otros ejemplos
son las celebraciones en honor al agua, lo cual, como veremos, además de propiciar la
fertilidad de la tierra, pretende recrear la cohesión de una comunidad. Los Andes
también brindan algunos ejemplos interesantes de estos ritos privados, como los
relacionados con la marca del ganado, el techado de las casas, el corte de pelo de los
niños, o las ceremonias de curación o de brujería.
La visión que postuló Arnold van Gennep y que Victor Turner posteriormente amplió, es
que en el estudio de los rituales es esencial la idea de que éstos comprenden diversas
fases que alternan entre periodos liminares y estructurados. Esto significa que, además
de los símbolos que rodean a los ritos, hay que prestar atención a sus secuencias.
Además, ya que las acciones se producen en lugares específicos y entre personas
relacionadas de diferentes maneras, los referentes espaciales y las relaciones sociales
también proporcionan información importante. En otras palabras, las perspectivas
diacrónicas y sincrónicas son útiles en el estudio de los rituales. A través de ellas,
podemos obtener más información acerca de las concepciones del tiempo y el espacio,
así como acerca de los modelos de interacción social.
Así como estos ritos del ciclo vital relacionados con los individuos se refieren a estados
transitivos, ciertos rituales comunitarios vinculados al ciclo anual también coinciden
con periodos de transición. En muchos casos, la transición entre un año y otro está
marcada por ceremonias que alteran el curso normal de la vida cotidiana. Una de las
expresiones simbólicas recurrentes de esto se observa en el intercambio de roles de
género en dichos rituales, a menudo acompañado de una relajación de las restricciones
sexuales. Otra modificación se expresa simbólicamente en la inversión ritual de la
autoridad social, gracias a lo cual los niños pueden reemplazar a los adultos en el
gobierno de la sociedad.
Los carnavales son un ejemplo típico de estas celebraciones. Como ha señalado Mikhail
Bakhtin, a propósito de Gargantua y Pantagruel, la obra de Rabelais, la risa es esencial
en este tipo de rituales, liberándolos 'completamente de todo dogmatismo religioso y
eclesiástico, de todo misticismo y pietismo' (Bakhtin 1984, 7).
Por oposición a la fiesta oficial, se podría decir que el carnaval celebraba la liberación
temporal de la verdad imperante y del orden establecido. Significaba la suspensión de
todo rango jerárquico, privilegio, norma y prohibición. El carnaval era la verdadera
fiesta del tiempo, la fiesta del devenir, del cambio y la renovación. Era hostil a todo lo
inmortalizado y completado (Bakhtin 1984, 10).
Una vez más, el carnaval se presenta como una ruptura con la vida cotidiana. Es un
momento en que se normas sociales quedan en suspenso para permitir a los individuos
expresar su humanidad espontánea, pero todavía como parte de una entidad colectiva.
Cuando la muestra contaba con unos 2 mil ejemplares, parecía que había muchas piezas
únicas, lo cual daba la impresión de que el arte gozaba de una variación casi ilimitada
en cuanto a las escenas y los objetos representados. Sin embargo, cuando la muestra se
acercaba a los 5 mil ejemplares, muchas de las piezas aparentemente únicas estaban
duplicadas varias veces, formando así una categoría propia o, incluso más
frecuentemente, se revelaban como una mera variación de una de las categorías ya
existentes. Con nuestra muestra actual de más de 7 mil ejemplares, casi no encontramos
piezas únicas, y el arte se ve claramente reducido a la representación de un número
sorprendentemente limitado de temas. (Donnan 1976, 11).
En otras palabras, pareciera que los 7 mil ejemplares cerraban el círculo, convirtiendo la
muestra en un sistema cerrado. A partir de esto, Donnan dividió las representaciones en
90 categorías, tales como 'embarcaciones de tule', que a su vez se subdividían en
subcategorías, como 'embarcaciones con formas naturales y antropomórficas,
embarcaciones con figuras sobrenaturales y con figuras naturales.' Después de aislar una
subcategoría, como una iguana antropomorfizada, Donnan señala que
... la consistencia en su vestimenta y en su rol indica que ésta era una figura específica
en las mentes del pueblo Moche, y que tenía un rol y un significado prescrito en su
ideología. Así, el método de organización del archivo para analizarlo utiliza los modelos
repetitivos inherentes en el arte Moche. De esta manera, nos encontramos en una
posición más favorable para entender la perspectiva del mundo que tiene la cultura que
lo creó. (Donnan 1976, 11)
Panofsky ha definido la iconografía (1985, 45) como una rama de la historia del arte
que se ocupa del tema o significado de los objetos de arte, y no únicamente de su forma.
Esto es lo que, de hecho, intenta hacer Donnan con el arte Moche para, de este modo,
entender la concepción del mundo oculta tras él. Su justificación es que para él,
... el arte es un sistema simbólico que obedece a unas reglas de expresión coherentes.
En muchos sentidos, este sistema simbólico es similar al sistema simbólico de un
sistema lingüístico. En el lenguaje, el hablante puede modificar lo que dice acerca de un
objeto (nombre) seleccionando un conjunto de modificadores (adjetivos y adverbios) e
insertándolos en su lugar correspondiente en el mensaje según un conjunto de reglas
(gramática).
Para superar esta situación, algunos investigadores han asumido cierto nivel de
continuidad cultural para complementar esta perspectiva centrándose en una cultura
posterior que perteneció a la misma región cultural y de la cual existen descripciones
escritas. En la región andina, esta fuente han sido los Incas y sus descendientes (y de
otras culturas anteriores). Al utilizar este material proveniente de culturas posteriores,
los estudiosos como R.T. Zuidema y Anne-Marie Hocquenghem han señalado diversas
similitudes que han clarificado la interpretación de varias escenas que de otro modo
habrían sido incomprensibles. Esto es así en el caso de una ceremonia funeraria, cuyas
carácterísticas eran similares a las detalladas descripciones de las fuentes españolas, y
también es el caso de otros rituales que confirman el valor asignado a los objetos (telas),
animales (perros), y rituales religiosos.
En el caso del mundo andino, se puede adoptar un enfoque similar recurriendo a textos
ilustrados, como las crónicas de Guamán Poma, que datan de finales del siglo XVI y
comienzos del XVII. En un mapa que éste dibujó de los territorios de los indios, el
espacio está dividido por dos diagonales que se intersectan y delimitan las cuatro partes
del mundo, con Cuzco en el centro. A partir de diferentes representaciones del Inca
rodeado de los reyes de las cuatro partes del mundo, a partir de la representación del
tiempo dividido en cinco edades con la de los Incas en último lugar, a partir de otras
escenas estructuradas y de otras pruebas proporcionadas por Guamán Poma, opino que
si bien el autor estaba aculturado, pertenecía sobre todo a aquella sociedad que, al igual
que las mesoamericanas, concebía el cosmos y la sociedad como un todo integrado que
se expresa básicamente en un sistema de clasificación fundado sobre las premisas del
dualismo (Ossio 1977). Este análisis también reveló que el Inca, como el Tao, en China,
o el Faraón en Egipto, estaba representado como un principio unificador que mediaba
entre opuestos complementarios y que, dentro de una concepción cíclica del tiempo, era
percibido como restaurador y piedra de toque del orden. Además, también he
confirmado que el simbolismo bilateral, como el que estudió Robert Hertz, y una
división jerárquica en altos y bajos estamentos, eran esenciales para la composición de
sus dibujos.
El dualismo
Hace ya tiempo que el dualismo como principio de clasificación ha llamado la atención
de los estudiosos de las ciencias sociales. Se ha otorgado especial importancia a su
materialización en el espacio, en divisiones que se ha dado en denominar 'mitas' y su
relación con una especie de alianza matrimonial prescriptiva llamada intercambio
restringido o directo. Desde una perspectiva simbólica otro rasgo que ha despertado el
interés de los investigadores es el uso de este mecanismo de clasificación para destacar
una imagen de totalidad y potenciar las cualidades cohesionadoras de una entidad
percibida como divina.
Esto era verdad para el Inca en los Andes, el Faraón en Egipto y el Tao en China. En
efecto, esta tendencia es tan fundamental que motivó un interesante libro de Mircea
Eliade, cuyo título en inglés es The Two and the One (1965), si bien su título original en
francés era Méphistophélés et l'Androgyne (1962). Para Eliade, el dualismo era una
expresión de la unión de los contrarios, o de lo que Nicholas de Cusa denominó la
'coincidentia oppositorum' que 'era la definición menos imperfecta de Dios' (Eliade
1965, 80-81; 1962, 98). Representaba el misterio de la totalidad y se le consideraba
como la 'mejor manera de entender a Dios o la realidad última' más allá de la
experiencia inmediata que sólo tiene la capacidad de percibir 'fragmentos y tensiones'
(1965, 82; 1962, 100). Eliade concluye así (1965, 122; 1962, 141):
Otro mito, recogido por los primeros cronistas de la sociedad andina, menciona que la
mita Hanan (alta) de Cuzco descendía del primer Inca Manco Capac, mientras que la de
Hurin (baja) derivaba de Mama Ocllo, su mujer. El mito también afirma,
paradójicamente, que ambos eran absolutamente iguales, si bien el primero, habiéndose
originado en el Inca, gozaba de una preeminencia sobre el segundo. En este caso, la
división en mitas está modelada según los sexos, que están enmarcados según valores
de igualdad y de jerarquía. Esto fue posible porque, como ha señalado Lévi-Strauss, los
pueblos andinos reconocían dos tipos de dualismo: uno diamétrico, estrechamente
relacionado con el principio de reciprocidad y de igualdad; y el otro concéntrico, el cual,
al ocultar las connotaciones asimétricas (que se podría representar en un modelo
triadico) era el apropriado para expresar las premisas jerárquicas de una sociedad
estratificada.
Referencias
BAKHTIN, M., 1984. Rabelais and his World. Bloomington: Indiana University Press.
DONNAN, C., 1976. Moche Art and Iconography. Los Angeles: UCLA Latin American
Center, University of California.
DOUGLAS, M., 1966. Purity and Danger: An Analysis of the Concepts of Pollution
and Taboo. Londres: Routledge and K. Paul.
DOUGLAS, M., 1973. Rules and Meanings: The Anthropology of Everyday
Knowledge. Harmondsworth, Inglaterra, Penguin Education.
DURKHEIM, É., 1964. The Elementary Forms of the Religious Life. Traducción de
Joseph Edward Swain. Londres: Allen & Unwin.
DURKHEIM, É., 1973 [1895]. Les Règles de la Méthode Sociologique. París: Presses
Universitaires de France.
ELIADE, M., 1954. The Myth of the Eternal Return. Traducción de Willard R. Trask.
Princeton: Princeton University Press.
ELIADE, M., 1963. Myth and Reality. Traducción de Willard R. Trask. Nueva York:
Harper and Row.
ELIADE, M., 1965. The Two and the One. Traducción de J. M. Cohen. Londres: Harvill
Press.
EVANS-PRITCHARD, E.E., 1963. Social anthropology and Other Essays. Nueva York:
The Free Press.
FORDE, D., 1954. African Worlds: Studies in the Cosmological Ideas and Social Values
of African Peoples. Londres: Oxford University Press.
HERTZ, R., 1960. Death and The Right Hand. Londres: Cohen & West.
HUBERT, H.y MAUSS, M. 1964. Sacrifice: Its Nature and Function. Chicago:
University of Chicago Press.
LÉVI-STRAUSS, C., 1978. Myth and Meaning: Five Talks for Radio. Londres:
Routledge and K. Paul.
LUKES, S., 1973. Emile Durkheim, his Life and Work: A Historical and Critical Study.
Londres: Allen Lane.
MALINOWSKI, B., 1962. Sex, Culture and Myth. Nueva York: Harcourt, Brace, and
World.
MAYBURY-LEWIS, D., 1989. The Quest for Harmony. En: The Attraction of the
Opposites: Thought and Society in the Dualistic Mode, David Maybury-Lewis and Uri
Almagor, (comps.) Ann Arbor: University of Michigan Press.
MIDDLETON, J., 1967. Myth and Cosmos: Readings in Mythology and Symbolism.
Garden City, Nueva York: The Natural History Press.
MURÚA, M. de, 1964. Historia general del Peru. Madrid: Instituto Gonzalo Fernández
de Oviedo.
PANOFSKY, E., 1985. El significado de las artes visuales, Alianza Editorial, Madrid.
POCOCK, D. 1961. Social Anthropology. Londres, Nueva York: Sheed and Ward.
TURNER, V., 1969. The Ritual Process: Structure and Anti-Structure. Londres:
Routledge and K. Paul.
VAN GENNEP, A., 1965. The Rites of Passage. Londres: Routledge and K. Paul.
ZUIDEMA, R.T. 1989. Significado en el arte Nasca. En: Reyes y Guerreros. Lima:
Fomciencias