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v=WPnOEiehONQ&ob= av2e

El pintalabios le dejaba un sabor caduco, algo parecido a su vestido ms usado. Su espejo la clonaba con tristeza como sus antiguas fotos de sonrisa forzada, pero ella aguantaba con fragilidad rocosa al enfrentarse a cada pequea cotidianidad, a cada latido involuntario; a cada bloque de tiempo aplastante. Tena amuletos balsmicos que la ayudaban a pisar el vaco, como esos zapatos rojos de tacones altos y finos. Aunque, cuando la emocin del viaje se ha perdido, nada sirve. Arrostrarse a s misma no era fcil. Darse por vencida, tampoco. Su estructura interna era de diamante y la falta de nimo no era suficiente para cerrar el negocio. Se desmoronaba con elegancia y decoro. Sin lamentos, flaqueza o autocompasin. Segua de pie en un mundo arrodillado, sin motivos para esa engaosa altanera, pero dando una leccin de integridad en medio de la abyeccin ms vergonzante. Haca de su cada un modelo incontestable de cmo se debe naufragar sin convertirse en falsa arqueologa en lo ms profundo del mar comn.