EL PERSEGUIDOR 126 ok.
qxd 18/12/2012
Domingo, 2
de diciembre de 2012
admirable en Inglaterra. Góngora fue redes-
cubierto por la generación del 27 cuando
era casi un escritor secundario. Jacinto
Benavente fue un personaje muy popular
en vida; el autor de las obras de teatro que
todos veían. Además le dieron el premio
Nobel. Sin embargo, hoy nadie habla bien
de su obra. Ni siquiera el colectivo gay lo rei-
vindica. Yo pertenezco a la primera genera-
ción que nunca ha oído hablar bien de Bena-
vente (no sé si eso es un signo de identidad).
- Aprecio además una preocupación por
intentar reflejar el pensamiento de la época.
¿Cuáles son las características de ese período
de la Historia que refleja usted en su libro?
- Para las cuestiones que se tratan en el
libro hay un cambio fundamental. El pensa-
miento medieval se basa en la tradición y en
la autoridad, siendo la autoridad principal
la religiosa (por supuesto), pero también la
de Aristóteles, a quien se solía llamar “El
Filósofo” con mayúsculas. Sobre todo a tra-
vés de la obra de Tomás de Aquino. Demos-
trar un argumento consistía en encontrar
una cita en la Biblia o en la obra de algún
gran autor. La Ciencia rompió con todo esto.
La modernidad surgió principalmente
cuando algunas personas pensaron que una
proposición podía ser verdadera o falsa con
independencia de quién la enunciase. Tal
vez esa es la idea más revolucionaria de la
historia de la humanidad.
- La novela habla de la enfermedad pero tam-
bién de las relaciones humanas…
- Toda la trama del misterio en torno a la
figura de Gregorio de Berbería es afrontada
por unos personajes que tienen su vida mon-
tada. Principalmente son una familia, la ex
mujer del científico, su hermano, su hija…
Los problemas reales se integran en la vida
de las personas. Un científico investiga un
problema y de repente ese problema salpica
a toda su vida privada. Actualmente es cos-
tumbre decir que la vida privada no se mez-
cla con la profesional. Eso en algunos casos
es imposible. Gregorio de Berbería no pudo
tener la vida a la que el aspiraba. El mundo
en que vivió le llevó por otro camino. Seis-
cientos años después el científico que estu-
dia su historia vive una situación similar. La
novela refleja esas interacciones. Las rela-
ciones familiares son a veces mucho más
interesantes que las amorosas. En esta
novela se mezclan unas y otras. Eso pasa
cada vez más en la vida real porque las per-
sonas cambian de pareja y al hacerlo pasan
a formar parte de familias distintas.
- Siglo XVI-Siglo XXI. ¿Hemos cambiado
tanto?
- Nuestra especie tiene esa capacidad.
Podemos cambiar en muy poco tiempo gra-
cias a la transmisión cultural. Por eso nos
vemos muy diferentes y nos gusta vivir
otras épocas en la literatura. Se trata de
algún modo de vernos a nosotros mismos
en circunstancias distintas. Eso siempre nos
parece interesante, al menos por un rato.
En vez de ser un oficinista o trabajar en un
taller o en un banco, por un momento soy
un arquero medieval. Al imaginar estas
cosas nos salimos totalmente de la realidad
porque somos arqueros medievales con for-
mas de pensar de oficinistas del siglo XXI.
Es como si nos pusiéramos el disfraz pero
se nos olvidase quitarnos el reloj de pul-
sera. Lo más difícil es meterse en la forma
de pensar de gentes de otras épocas porque
no podemos evitar lo que hemos vivido.
Todos creemos que de haber vivido en otro
tiempo seríamos unos revolucionarios:
liberaríamos a nuestros esclavos, si somos
mujeres querríamos trabajar fuera de casa,
consideraríamos seres humanos a las per-
sonas de todas las razas… Lo que pasa es
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que llegamos a la Edad Media con el reloj
puesto, y además no paramos de mirar la
hora. Nos satisface creer que nuestro pen-
samiento es totalmente libre, práctica-
mente una creación nuestra, pero depen-
demos en gran medida del espíritu de nues-
tro tiempo, y ese espíritu del siglo XIV a
ahora ha cambiado mucho.
- ¿Aprecia influencias, escritores que de
alguna manera hayan sido determinantes en
su trayectoria literaria?
- Siempre he tenido debilidad por el ritmo
en la prosa. Eso me ha llevado a leer los clá-
sicos españoles del Siglo de Oro. También
encontré una prosa admirable en Cela. Por
lo demás, creo que me interesan los mismos
temas que a Borges o a Humberto Eco. Me
hubiese gustado que Borges me influyera
más, pero uno no es del todo libre para ele-
gir eso. Yo creo que en esta novela acabé
reescribiendo algún capítulo de El Quijote.
Me di cuenta cuando estaba terminando. Es
un riesgo que se corre siempre que se pone
uno a escribir. Casi cualquier novela podría
ser un capítulo de El Quijote. Aunque mejor
es eso que reescribir un capítulo de teleno-
vela, y eso también puede pasar.
- Ycómo se enfrenta ante el ya eterno dilema
de superstición-ciencia.
- Las personas nos alimentamos de expli-
caciones. Siempre queremos explicar lo que
sucede alrededor. Si no tenemos una buena
explicación nos conformamos con una
mala, incluso absurda. Lo peor es que a
veces aunque tengamos una explicación
buena preferimos la mala. La superstición
perdura a veces donde hay explicaciones
científicas. Ese es uno de los temas princi-
pales que trato en mi blog Dulces prejuicios.
En la novela se puede apreciar eso porque
hay un nivel de explicación nuevo que es el
de la Ciencia. Eso no existía en el siglo XIV,
pero curiosamente la explicación supersti-
ciosa no desaparece. Estaba en el siglo XIV
y continúa en el XX.
- Con su primera novela, Marina Miranda,
por la que obtuvo el premio Benito Pérez Armas
en 2001, a Pater noster, ¿observa una evolu-
ción como narrador?
- Creo que esta novela no se parece en
nada a Marina Miranda. Aunque yo las miro
desde muy cerca como es lógico, y desde
tan cerca resaltan mucho las diferencias. En
Marina Miranda había un narrador que era
un personaje de la historia. Tal vez el prota-
gonista; y no había diálogos porque era
como un monólogo interior. Pater noster es
un diálogo abierto. Hay un narrador pero
los personajes miran al lector directamente,
incluso al narrador. En realidad se puede
decir que hay varios narradores lo que hace
el texto muy ágil. Esto se combina con una
extensa carta que los personajes van
leyendo, y que está escrita por un fraile del
siglo XVI. La parsimonia de la prosa del fraile
contrasta mucho con la rapidez del diálogo
que se produce en la época actual.
- Planteo la pregunta de otra manera enton-
ces: ¿sus preocupaciones y constantes siguen
siendo las mismas?
- Eso sí, creo que hay cosas como la bús-
queda del conocimiento que es uno de los
hilos conductores de las dos novelas. Las
personas queremos explicarnos el mundo.
En esa búsqueda nos encontramos proble-
mas, y otros los ponemos nosotros mismos.
En Marina Miranda se trata más el fingi-
miento el hacerse pasar por lo que no se es.
En Pater noster el problema de la gente es el
miedo. Fray Gregorio es un hombre tan
valiente que hace destacar el temor de los
demás. El miedo nos hace peores personas
y nos dificulta la comprensión del mundo.
No se puede entender lo que se teme.
UN ESCRITORA
“DE MIEDO”
YOLANDA DELGADO BATISTA
ANNA STAROBINETS (1978) es una joven
escritora rusa que ha debutado con fuerza en
el panorama editorial español. Quédense con
su nombre, pero como es algo complicado de
recordar, mejor con este título, Una edad difícil
(Ed. Nevsky Prospects). Lo necesitarán para
entrar a la librería más cercana y salir con el
libro en la mano. Llegarán a sus casas como si
llevaran entre las manos algo misterioso e
inquietante. Créanme si les digo que una vez
que comiencen a leer no podrán parar, el
hechizo empleado por la escritora es muy
potente. Cuidado sin tienen un felino en el
hogar, como saben los gatos se dan cuenta del
peligro a kilómetros de distancia. El libro de
relatos debe mantenerse fuera del alcance de
sus hijos, sobre todo si están pasando por Una
edad difícil.
“Marina advirtió que por la nariz de Maxim,
hundiendo las patitas inquietas en los poros
grasientos de su piel, corría una hormiga.
Marina alargó la mano para quitársela,
una vez vi como le corrían por encima
pero Maxim retrocedió.
- Ni lo sueñes --dijo con voz ronca--. Tú. No
te atrevas a tocarme.
«Tú.» De repente, Marina pensó que ya ni se
acordaba de cuándo fue la última vez que
Maxim la llamó «mamá»”.
Estén alerta con su pareja, pueden ser repli-
cantes al mejor estilo Blade Runner. Guárdense
bien las espaldas y estén precavidos, alguien
puede haber contratado los servicios de La
Agencia, la empresa que provoca accidentes
mortales.
“No hay delito si no hay intervención física.
Lo único que existe es el curso natural de las
cosas ligeramente corregido por nosotros. Si
simplemente quiere matar a alguien, búsquese
un asesino a sueldo. Nosotros trabajamos de
otra manera. generamos accidentes. Coinci-
dencias.
Tenemos de todo. Tenemos habitaciones en
pisos altos con balcones a punto de caer. (…)”.
Ocho: Una edad difícil, Vivos, La familia, La
Agencia, La grieta, Las reglas, La eternidad de
Yasha y Espero. 8 relatos forman este libro de
terror psicológico. No podíamos sospechar que
este número guardara tantos misterios. Sin
embargo dejándonos guiar por la imaginación,
el 8 se escribe con dos ceros, uno encima del
otro; o con dos círculos, como un infinito en
pie de guerra, dispuesto a sembrar el caos y la
destrucción en toda la ciudad como en los rela-
tos que ustedes ya se encuentran devorando.
Sepan que no hay vuelta atrás. En este
momento se deslizan por un tobogán infinito.
Sus pensamientos más perversos, los que aflo-
ran en las pesadillas, deambulan con naturali-
dad por sus hogares bajo apariencias de obje-
tos y personas familiares. Y esos secretos que
ocultan bajo sus almohadas han anidado en la
mente de su esposa y de sus hijos. Lo que suce-
derá después, solo lo conoce Anna Starobinets,
de quien ya se dice es la Stephen King rusa, o la
sucesora de Petrushévskaia, o de H. Lovecraft,
o de Kafka... --ya saben, a gusto del crítico que
le hinque el diente--.
Starobinets, deus ex machina, creadora de
estos malos sueños, nos ha abierto la puerta de
nuestros terrores más íntimos. Estos relatos,
perfectamente construidos, son “otra vuelta
El perseguidor 3
de tuerca” al desasosiego, una nueva dimen-
sión repugnante y maloliente que se abre entre
las fisuras de las aceras, o en el interior de un
vagón de metro. Ese infierno particular, esa
galería de monstruos personales que tememos
encontrarnos alguna vez en nuestra vida, está
ahora entre nuestras manos a dos palmos de
nuestras narices.
“- Mamá, no estás sentada correctamente --
le dijo.
Ella no se movió. Pero tampoco le contestó.
Sasha fue a la cocina, abrió el cajón y cogió
un cuchillo, el que estaba más a la izquierda. El
del mango de madera--
Después volvió a la sala y dijo:
Portada de Una edad difícil. La editorial Nevsky
Prospects publica también su novela El vivo.
- Mamá, no estás sentada correctamente”.
Si aún continúan ahí, pongamos en la página
201, sitúen por favor su dedo índice sobre la
muñeca izquierda y midan su frecuencia cardí-
aca, ¿175-180 pulsaciones por minuto? Tienen
suerte. Están Vivos. Uno de nosotros, Yasha, no
lo está, pero no se preocupen por él. Va a la ofi-
cina como cualquiera y puede que trabaje en la
mesa de enfrente. Está todo arreglado salvo...
Les pido solo un único favor, lleguen a la última
página de este espléndido libro. En realidad
como están atrapados en la ficción, el esfuerzo
que les pido no exige demasiado esfuerzo. Lle-
guen a la última página, sabrán entonces por
qué me escondo en el corazón de una manzana
y me guardan en el cajón de la mesita de noche,
de una habitación del psiquiátrico. Aún están a
tiempo de encontrar una salida. Espero.
Anna Starobinets estudió Filología en la Uni-
versidad Estatal de Moscú. Una edad difícil se
publicó en Rusia en 2005 y la autora resultó
finalista en el prestigioso premio Natsionalni
Bestseller. Después ha continuado escribiendo
más relatos, novelas y libros para niños. Entre
sus obras destacan: Santuario 3/9 (2006); La
tierra de las niñas buenas (2009) y su última
novela fantástica, El vivo (2011) que se publi-
cará este año en España también por Nevsky
Prospects.
En la actualidad, Starobinets escribe en el
magazine Russki Report.