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Jesús Rodríguez
Tengo un recuerdo
Vagando por los recuerdos con el que rasgar el aliento de mi soledad,
caminamos entre las brumas del ayer, tantos castillos construidos con el polvo
donde aún queda el susurro de la vida de este sueño: la vida.
Ya no queda nada de aquel pianista
perdido bajo la tormenta,
ni de sus sones,
desvaneciendo la oscuridad
de la noche anhelada
Una ventana que se abre de golpe, Lágrimas que reflejan días grises,
una vela que se apaga, llantos que ahogan sueños podridos,
una noche que duerme, lamentos para no olvidar soles muertos,
una mañana abortada. sonrisas en las que enterrarme vivo
me cobijo en la tristeza de mi ánimo maldito
y fantaseo con las sonrisas,
con los besos, las caricias...
Todo lo que mi mente herida anhela
son desgarraduras,
deshacer los pensamientos
y nacer de nuevo.
El recuerdo ya no consuela,
mis labios saben a sueños rotos
bañados en lágrimas extinguidas,
mi corazón llora la huida del amor,
mi alma perdida grita,
en mis ojos vacíos: desolación,
en mi oscura mirada: locura,
proyectada hacia manjares ficticios,
recorriendo el vacío existencial,
lanzada ensangrentada a la locura abismal,
asesinada por la desilusión, por la nada,
por la voluntad desanimada.
En un país de nieblas,
sueños grises
y hojas secas,
la noche quebrada
se refleja en tu mirada,
el frío latir de tu corazón
en el triste parpadeo
del mediodía ennegrecido,
la luz de la luna
en el suave rumor
del bosque muerto,
un río fluye
entre el anochecer
Hojas de hielo, flores de escarcha,
bajo ramas y estrellas
el dolor cristalizado en el silencio,
que nadie quiere ver,
el polvo de los años,
el cielo claro se demora
del alma y de la vida,
la lenta muchedumbre
de espectros y cenizas,
el lento precipitarse en el vacío,
el leve transcurrir del tiempo difuminado en el
horizonte,
la noche oculta bajo atardeceres muertos,
la oscuridad y la agonía,
el apagado amanecer y la tristeza,
es hora de volver, de no despertar,
de abrir tu sueño y dormir en él
SUEÑA
Del oscuro cielo vacío se desprende una flor Quizás ahora seas sólo una sombra
buscando su reflejo en la tierra fatigada por mis recuerdos ficticios,
y al fin... te encuentra... materia desvanecida en el silencio,
años y polvo, tu rostro irreal
no envejecerá en mis ensueños,
perdidos en el atardecer flotaremos
junto a las cenizas de las ilusiones
y el suave oleaje de los sueños muertos,
quizás tú estés ahí..., y yo aquí...,
llorando
Si tus besos borraran el aroma del recuerdo,
Si tus labios me embriagaran y olvidara mi Ella habita mi corazón, ellas viajan por mi
tormento. rostro, mi alma descansa ensangrentada en un
zarzal.
Cuando todo pase, quizás todo vaya a
comenzar.
Loco silencio apagado por los gristos del amor,
monotonía interrumpida, desde aquí, el vacío
convierte mi fría alma en una cálida ola
soñadora
Interminables noches de verano,
La mía, la tuya, sólo, en la terraza,
Una única mirada, contemplando el sol
Amándonos segundo a segundo,
Como si éste momento fuera el último
Exhalaciones de flores, de caricias, de
El amanecer con su brisa borra el poema de mármoles,
amor derrotados allá en bosques, flores, laberintos,
que anoche escribí en el desierto de mi alma, doblados bajo las olas y el murmullo de las
más no borrará las huellas de la oscuridad llamas
ni el reflejo de la luna en los versos de mis como en un suave infierno;
lágrimas. ni los pájaros ni la brisa, nadie os recuerda
Caminando entre las brumas del ayer
aún queda el susurro impregnado en el
silencio,
Un suave aroma a muerte cubre la tarde, los jardines desolados girando en el vacío,
veo mis sueños difuminarse en el atardecer, las lápidas de cristal sepultadas bajo lágrimas,
reflejando nuestros sueños muertos
abres los ojos y el mundo parece apagado,
sólo silencio,
un leve suspiro quebraría el mundo
Perdido en algún día del pasado irrevocable
Nubes de hielo el gran error perdura,
lanzan rayos de escarcha a través del hoy y del mañana,
contra el pecho paralizándote
de los que tienen cabeza,
y te lo parten...
y quiebran el alma
poco a poco,
me voy consumiendo,
¡y no sé por qué
ni para qué hago esto!
ESPÍRITU ENFERMO
Sólo una cosa sé,
que no sé por qué
Se me ha infectado el ánimo,
no muero.
¡y no sé ni por qué
ni cuándo ha sido!
Sólo sé
que ha enfermado mi espíritu,
antes: reía, cantaba, bailaba,
ahora: llora, gime, ladra,
de repente cambió
ahogado por el dolor,
¡y no sé ni por qué
ni cuándo fue!
Sólo sé que la vida
insoportable me es,
que convalezco
día a día
sin motivos ni interés,
el tiempo camina lento
y yo lo esquivo veloz
empujado por el viento,
al abrigo de la soledad y del silencio,
LUNA Luna brillante que me ciegas,
Quiero lamer la luna que me ciega, alarga tus manos y
sentirla reposar sobre mi lengua, elévame a tus esferas,
y acariciar las estrellas tu infinita sonrisa
que la acompañan de cerca, habla mi lengua,
quiero que su brillo estalle esa que canta felicidad
iluminando el firmamento al son de las estrellas,
como si de un aluvión luna blanca y esbelta,
de fugaces meteoros se tratase, llámame en silencio
quiero que el azul celeste sin que te escuchen
se torne negro celestial las tinieblas,
para, de su mano, luna de nata,
adentrarme en la oscuridad, deja que bese tu melodía,
recorrer el mundo lanza tus gritos a mi
de norte a sur, corazón despoblado
de este a oeste, para que ensordezcan
viajando en delirios de eternidad, al horror, al espanto,
con el corazón aclara la triste luz negra
calmado de amor, que me aferra a mi condena,
henchido de ilusión. al sin sentido de ráfagas violetas
Ámame, luna, que marchitan la ilusión, la belleza,
en tu resplandor de un mundo sumido en la sinrazón,
sumérgeme. el odio, la desesperanza, la maldición,
LUNA acabemos juntos,
dulce luna,
con el vacío doloroso
que quiebra las entrañas
de éste que te habla,
besémonos,
lejos del caos y la desolación.
¡cuántas mentiras, luna sorda!
¡qué imaginación, la de un cadáver
moribundo vagando hacia el amor
propio, hacia la autodestrucción!
Silencio y literatura soy yo, ¡oh, gran Nietzsche! ¡deja que lama tus
silencio entre la muchedumbre asfixiada, escupitajos!,
literatura en mi soledad anegada, ¿qué te doy asco? ¡no sabes cuán dulces me
un susurro hacia un corazón sordo, saben
un poema, para mi alma muerta. entre los mares salados del llanto!
¡háblame, yo te escucho! ¡envenéname, es mi
gusto!
¿Dónde quedan mis arrebatos suicidas de
antaño?