una gran manera de hallarle. Hagamos silencio en nosotras para oír a Dios. Debemos ser almas de oración para que todas nuestras obras sean una oración continuada. En las sequedades, el Señor nos quiere enseñar que no podemos nada. Pongan toda el alma en las oraciones, que no sean de rutina, que ese hablar con Dios sea para que sean conscientes de lo que desean darle y lo que desean les dé. Un alma que no tiene oración, no es posible tenga vida espiritual, ni pueda dar buen ejemplo, no puede irradiar a Cristo. La oración todo lo alcanza, y en ella alcanzará todo lo que no se puede aprender ni el libros ni por mucho que se consulte. La oración es el medio principal para nuestra vida espiritual. En ella cristo nos traza el camino para seguirle y nos da la fortaleza necesaria para serles fieles hasta el fin. Seamos almas de oración, sepamos contemplar los misterios de Dios, sepamos mirar siempre al cielo. Que yo reflexione siempre y consulte ante Ti en el sagrario, qué debo hacer para mayor gloria tuya y bien de las almas. Mi oración debe ser como la de Jesús: adorar, amar, reverenciar interior y exteriormente, confiar, pedir, entregarme. Una monja sin oración es un cadáver de monja. El mecanismo de la oración debe consistir en el ejercicio de la voluntad, ver si estamos queriendo lo que EL quiere; pues la oración es juntar nuestra voluntad a la suya.