Vous êtes sur la page 1sur 2

- ... ... simplemente se detuvo, volte en derredor suyo y... no le gust lo que vio.

No era especialmente malo o desagradable, simplemente no le gustaba, no era suficiente. Decidi hacer algo al respecto, mas no saba qu, todo lo que haba aprendido produca el mismo sinsabor. As que sin ms, se fue, sali del mundo. Al principio le fue difcil adaptarse, el lugar al que arrib era.. no, ms bien, an no era. No era sino espacio puro, indeterminacin absoluta, mera posibilidad. Resultaba aterrador. Y si no lograba vivir? Un gris esbozo de pseudoexistencia fue lo que percibi como alternativa... ante tan desoladora perspectiva, su tarea era clara. Aprendi a desplazarse conforme deambulaba, aprendi a dirigirse do su voluntad le impela. Fue as tambin, que comenz a definir el lugar, su mismo movimiento, inadvertidamente, dibujaba musicales paisajes, interpretaba coloridas existencias, danzaba sobre ubrrimos firmamentos, forjaba sinfnicas realidades. No conoci, ni imaginaba siquiera, la magnitud de su obra,

sino hasta cierta tarde en la que, ante un paraje especialmente apacible, simplemente se detuvo -tal como hiciese eones atrs... Una cascada de inesperadas mariposas que en un vaporoso lago de ptalos se vertan eran su compaa. Refrescndose con la dulce brisa y la iridiscente rosada pudo, por vez primera, contemplar su obra, su mundo... Tiernamente embelesado, las lgrimas sus mejillas acariciaron. Le gustaba. Profunda, plena, reverentemente agradecido, decidi nuevamente. ... y esta vez, decidi regresar al mundo, regresar al mundo y colorearlo de melodas, exornarlo de ideales y devolverle algo de su ajada lozana con lenes alientos de magia. Al hacerlo, felizmente descubri que all donde fuese consigo siempre llevaba el meldico aroma de sus ros, la suave dulzura de sus valles... la siempre brillante esencia de sus boscajes. Puede ahora permanecer en el mundo sin padecer gravemente, irradiando en derredor suyo la armnica delicadeza de sus latitudes.

Vous aimerez peut-être aussi