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ANALISIS DEL CUENTO SLO VINE A HABLAR POR TELFONO AUTOR: Gabriel Garca Mrquez GENERO: Narrativo ESPECIE:

Cuento ARGUMENTO: Este cuento esta protagonizado por una mexicana de veintisiete aos, bonita y seria, que aos antes haba tenido un cierto nombre como actriz de variedades. Estaba casada con un prestidigitador de saln, con quien iba a reunirse aquel da despus de visitar a unos parientes en Zaragoza. Estaba conduciendo un automvil alquilado, Mara de la Luz Cervantes (nuestra protagonista), cuando tuvo una avera en medio del desierto de los Monegros en pleno de una tormenta. Intent encontrar un telfono haciendo autostop aunque no hubo suerte hasta que un autobs destartalado par y la dejo subir. Para su asombro vio en el autobs a un puado de mujeres, con edades inciertas, dormidas y con mantas completamente iguales a la suya. Una vez el autobs se detuvo bajo en busca del telfono y sin salir de su asombro vio que todas las mujeres salan ordenadas y obedeciendo ordenes de una mujer guardiana. La mujer le grit y le dijo que se pusiera con las dems y aunque Mara insisti en que slo vena para llamar por telfono obedeci. Era un sanatorio. Despus de darse cuenta de dnde estaba les explic su situacin y por que estaba all, pero no la creyeron y la pusieron con las dems. Su marido, despus de un largo tiempo de meditacin sobre la desaparicin de su mujer, crey que lo haba abandonado, como en alguna otra ocasin ya haba hecho. Despus de mucho tiempo en aquel manicomio consigui mandar una carta a su decepcionado marido explicndole la situacin. Fue a verla, pero tras hablar con el director de aquel lugar crey que era cierto que estaba loca y lo nico que hizo fue seguirle el juego como el director le dijo que deba hacer. Cada cierto tiempo le llevaba cigarrillos hasta que se march y le dijo a su vecina que lo hiciera por l. Rosa Regs, la vecina, recordaba haberla visto en El Corte Ingls, hace unos doce aos, con la cabeza rapada y el balandrn anaranjado

de alguna seccin oriental, y encinta a ms no poder. Ella le cont que haba seguido llevndole los cigarrillos a Mara, siempre que pudo, y resolvindole algunas urgencias imprevistas, hasta un da en que slo encontr los escombros del hospital, demolido como un mal recuerdo de aquellos tiempos ingratos del General Franco.

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