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PEDRO SALINAS
35 BUJÍAS
LA VOZ A TI DEBIDA
VERSOS 1290 A 1316
EL POEMA
LA VOZ A TI DEBIDA
VERSOS 1385 A 1406
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: jamás.
3
RAZÓN DE AMOR
VERSOS 343 A 370
LA VOZ A TI DEBIDA
VERSOS 494 A 521
LA VOZ A TI DEBIDA
VERSOS 792 A 830
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías,
azogues, almas cortas, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, con otros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz.
La vida —¡qué transporte ya!—, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
estrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esas manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.
UNDERWOOD GIRLS
LA VOZ A TI DEBIDA
VERSOS 102 A 126
Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
—fría, invencible, eterna—
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.
LA COGIDA Y LA MUERTE
A Salvador Quintero
El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
¡Ay, amor
que se fue y no vino!
¡Ay, amor
que se fue por el aire!
10
ROMANCE DE LA LUNA
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
ROMANCE SONÁMBULO
A Gloria Giner
y a Fernando de los Ríos
LA CASADA INFIEL
¡Viva Sevilla!
Llevan las sevillanas
en la mantilla
un letrero que dice:
¡Viva Sevilla!
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¡Viva Triana!
¡Vivan los trianeros,
los de Triana!
¡Vivan los sevillanos
y sevillanas!
Lo traigo andado.
La Macarena y todo
lo traigo andado.
Lo traigo andado;
cara como la tuya
no la he encontrado.
La Macarena y todo
lo traigo andado.
Ay río de Sevilla,
qué bien pareces
lleno de velas blancas
y ramas verdes.
JORGE GUILLÉN
LOS NOMBRES
Albor. El horizonte
entreabre sus pestañas,
y empieza a ver. ¿Qué? Nombres.
Están sobre la pátina
GERARDO DIEGO
El ciprés de Silos
Vía crucis
Indiferente o cobarde,
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
El sueño
Apoya en mí la cabeza,
si tienes sueño.
Apoya en mí la cabeza,
aquí, en mi pecho.
Descansa, duérmete, sueña,
no tengas miedo,
no tengas miedo al mundo,
que yo te velo.
Levanta hacia mí los ojos,
tus ojos lentos,
y ciérralos poco a poco
conmigo dentro;
ciérralos, aunque no quieras,
muertos de sueño.
Ya estás dormida. Ya sube,
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baja tu pecho,
y el mío al compás del tuyo
mide el silencio,
almohada de tu cabeza,
celeste peso.
Mi pecho de varón duro,
tabla de esfuerzo,
por ti se vuelve de plumas,
cojín de sueños.
Navega en dulce oleaje,
ritmo sereno,
ritmo de olas perezosas
el de tus pechos.
En mitad de un verso
DÁMASO ALONSO
Se me quedó en lo hondo
una visión tan clara,
que tengo que entornar los ojos cuando
intento recordarla.
Las sábanas,
aún goteantes, penden
de todas las ventanas,
el viento juega con el sol en ellas
y ellas ríen del juego y de la gracia.
Cantan
los chicos de una escuela la lección.
Las once dan.
INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que
me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de
la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo
como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi
alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?
HOMBRE Y DIOS
Preparativos de viaje
Unos
se van quedando estupefactos,
mirando sin avidez, estúpidamente, más allá, cada vez más allá,
hacia la otra ladera
otros
voltean la cabeza a un lado y otro lado,
sí, la pobre cabeza, aún no vencida,
casi
con gesto de dominio,
como si no quisieran perder la última página de un libro de aventuras,
casi con gesto de desprecio
cual si quisieran
volver con despectiva indiferencia las espaldas
a una cosa apenas si entrevista,
mas que no va con ellos.
Hay algunos
que agitan con angustia los brazos por fuera del embozo,
cual si en torno a sus sienes espantaran tozudos moscardones azules
o cual si bracearan en un agua densa, poblada de invisibles medusas.
Otros maldicen a Dios,
escupen al Dios que los hizo
y las cuerdas heridas de sus chillidos acres
atraviesan como una pesadilla las salas insomnes del hospital,
hacen oscilar como viento sutil
las alas de las tocas
y cortan el torpe vaho del cloroformo.
Y es muy frecuente
que el moribundo hable de viajes largos,
de viajes por transparentes mares azules, por archipiélagos remotos,
y que se quiera arrojar del lecho
porque va a partir el tren, porque ya zarpa el barco.
(Y entonces se les hiela el alma
a aquellos que rodean al enfermo. Porque comprenden.)
Y hay algunos, felices,
que pasan de un sueño rosado, de un sueño dulce, tibio y dulce,
al sueño largo y frío.
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... Oh sí; las madres lo saben muy bien: cada niño se duerme de una manera distinta...
Ah, Dios mío, Dios mío, ¿qué han visto un instante esos ojos que se quedaron abiertos?
VICENTE ALEIXANDRE
CONSUMACIÓN
Si yo fuese un niño,
si yo fuese un niño, redondo, quieto y sumergido.
Sumergido, no; sacado a la luz, estallado hacia fuera, exhibido en esa otra Creación donde un
niño es un niño en su reino.
Pero si sumergido estuve antaño, bajo las aguas de la luz que eran cielo y sus ondas,
hoy no puedo sino decirlo, tomar nota, procurar explicarlo,
prohibiéndome al mismo tiempo la confusión de lo que veo con lo que fue y ha sido.
Todavía el hombre a veces intenta explicar un sueño, dibujando la presencia del amor,
el límite del corazón y su centro justísimo.
Aún intentar decir: «Amo, soy feliz; me conformo.»
Que es tanto como decir: «Soy real.» Pero cuando las hojas todas se han caído:
primero las flores, luego los mismos frutos, más tarde el humo, el halo
de persuasión que rodea a la copa como su mismo sueño
entonces no hay sino ver aparecer la verdad, el tronco último, el
despojado ramaje fino que ya no tiembla.
La desnudez suprema del árbol quedado
que finísimamente acaba en la casi imposible ramilla,
tronquito extremo sin variación de hoja,
superación sin música de la inquietante rueda de las estaciones.
LA DICHA
No. ¡Basta!
Basta siempre.
Escapad, escapad: sólo quiero,
sólo quiero tu muerte cotidiana.
El busto erguido, la terrible columna.
el cuello febricente, la convocación de los robles;
las manos que son piedra, la luna de piedra sorda
y el vientre que es sol, el único extinto sol.
¡Hierba seas! Hierba reseca, apretadas raíces,
follaje entre los muslos donde ni gusanos ya viven
porque la tierra no puede ni ser grata a los labios,
a esos que fueron —sí— caracoles de lo húmedo.
Matarte a ti, pie inmenso, yeso escupido
pie masticado días y días cuando los ojos sueñan,
cuando hacen un paisaje azul cándido y nuevo
donde una niña entera se baña sin espuma.
Matarte a ti, cuajarón redondo, forma o montículo,
materia vil, vomitadura o escarnio,
palabra que pendiente de unos labios morados
ha colgado en la muerte putrefacta o el beso.
No. ¡No!
Tenerte aquí corazón que latiste entre mis dientes larguísimos,
en mis dientes o clavos amorosos o dardos,
o temblor de tu carne cuando yacía inerte
como el vivaz lagarto que se besa y se besa.
Tu mentira catarata de números,
catarata de manos de mujer con sortijas,
catarata de dijes donde pelos se guardan,
donde ópalos u ojos están en terciopelos,
donde las mismas uñas se guardan con encajes.
Muere, muere como el clamor de la tierra estéril,
como la tortuga machacada por un pie desnudo,
pie herido cuya sangre, sangre fresca y novísima,
quiere correr y ser como un río naciente.
Canto el cielo feliz, el azul que despunta,
canto la dicha de amar dulces criaturas,
de amar a lo que nace bajo las piedras limpias,
agua, flor, hoja, sed, lámina, río o viento,
amorosa presencia de un día que sé existe.
SE QUERÍAN
Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
31
LUIS CERNUDA
Góngora
Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
35
Te quiero
RAFAEL ALBERTI
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
EL TONTO DE RAFAEL
(Autorretrato burlesco)
LA PALOMA
Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)
GALOPE
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
¡Arriba, trabajadores
madrugadores!
NOCTURNO
Balas. Balas.
Balas. Balas.
Balas. Balas.
MANUEL ALTOLAGUIRRE
Si derribaran mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.
BESO
LAS CARICIAS
PLAYA
TUS PALABRAS
Apoyada en mi hombro
eres mi ala derecha.
Como si desplegaras
tus suaves plumas negras,
tus palabras a un cielo
blanquísimo me elevan.
42
Exaltación. Silencio.
Sentado estoy a mi mesa,
sangrándome la espalda,
doliéndome tu ausencia.
MIS PRISIONES
EMILIO PRADOS
SUEÑO Tan chico el almoraduj
y... ¡cómo huele!
Te llamé. Me llamaste. Tan chico.
Brotamos como ríos.
Alzáronse en el cielo De noche, bajo el lucero,
los nombres confundidos. tan chico el almoraduj
y, ¡cómo huele!
Te llamé. Me llamaste.
Brotamos como ríos. Y... cuando en la tarde llueve,
Nuestros cuerpos quedaron ¡cómo huele!
frente a frente, vacíos.
Y cuando levanta el sol,
Te llamé. Me llamaste. tan chico el almoraduj
Brotamos como ríos. ¡cómo huele!
Entre nuestros dos cuerpos,
¡qué inolvidable abismo! Y, ahora, que del sueño vivo
¡cómo huele,
RINCÓN DE LA SANGRE tan chico, el almoraduj!
¡Cómo duele!...
tan chico el almoraduj
Tan chico.