Hola a mi vida. Hola a mi amor. Hola a mi capricho de niñez. Hola a mi deseo, Deseo que encienda mi ser interno.
Si deseo, alucino, imagino, y me situó;
En esta mágica y loca carta de amor. Donde el pensamiento divaga sin sentido ni dirección. Como lo hace un ciego en busca de la luz.
Mientras que el amor hace que nuestras almas
se unan; Se gozan, juegan como si fueran niños, se diviertan, rían y se cotejen sin cesar.
En ese espacio, en ese mundo maravilloso
donde no existe el temor ni la venganza. Ahí donde ambos entregan su mayor tesoro sin temor a perder sus riquezas y quedarse en la austeridad.
Es como inhalar ese excelente y tan brillante y
exquisita aroma. Donde al inhalar cada molécula, cada partícula que entra a nuestro organismo, en forma de pequeñas estrellas fugaces; Que cambien sus colores destellantes: Que viajan a velocidades inalcanzables llenando y aliviando cada vació que existe en nuestros corazones.
Es ahí donde empieza el amor;
Lo imagino, igualazo y lo comparo con el placer máxima natural.
Que se origina desde la observación detallada a
tu pareja. Apreciándolo o apreciándola como si fuera una cuesta del sol en la playa. O a un mejor como si fuera una lluvia de luces impactantes. Que van de la mano con el ingenio seductor a cada rincón de cuerpo.
Como lo aria un escultor al esculpir con las
manos una gran obra de arte.
Cuando el sentido gustativo detecta ese
inexplicable sabor pero exquisito a su vez.
MMM. . ., Ahí donde escuchas y visualizas esa
melodía que enciende a tu mente.
Justo ahí donde todos tus sentidos se unen en
uno solo, Donde ambas almas se juntan para formar una sola.
En ese punto; justo en ese momento donde se
genera ese gran campo electromagnético, que hace contraer nuestros puntos más sensibles como si fuera un big bang dentro de nuestros cuerpos. Justo ahí en ese tiempo y espacio. Donde el tiempo se detiene tan solo un momento; y el espacio se rompiera en mil pedazos.
Ahí nace un nuevo y grandioso clímax que me
hace despierte y volver en si; para pensar y escribir: