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Instituto Técnico de San Pedro Sula

Asignatura: Filosofía

Tema: El Idealismo Alemán

Catedrático: Petrona Mejia

Alumnas: Melany Roció Escalante


Karol Sarahi Navarro
Claudia Tatiana Gómez

Curso: II de Mercadotecnia

Sección: única

Fecha: 19 de octubre del 2008


Historia
de la
Moneda
Introducción
Las primeras monedas fueron acuñadas con carácter oficial, en Lidia
(hoy Turquía), un pueblo de Asia Menor, aproximadamente en el
año 600 antes de Cristo, aunque su origen y uso provenía de
muchísimos años antes. Estas acuñaciones eran de oro y de plata y
llevaban estampado el sello del león del Rey. Luego comenzaron a
acuñarse también en China y posteriormente en Grecia, para ser
adoptado luego, por todos los pueblos. Su nombre proviene del
latín 'moneta', apodo con que se nombraba a la Diosa Juno, cuyo
templo en Roma era usado para acuñar las monedas.

En países de Asia y África se usaron valvas de cauríes, unos


moluscos, como monedas primitivas, especialmente en China e
India, unos 3.500 años antes. Los chinos usaron monedas de hierro
hacia el siglo IX a C., pero las reemplazaron por papel moneda, pues
eran muy pesadas. Una vez creadas, las monedas originaron un
sistema monetario cuyas características han permanecido, en
esencia, constantes durante milenios; uno de los cambios que ha
perdurado fue la introducción, en las monedas europeas del siglo
XVII, de las ranuras en los bordes con el fin de evitar que se limasen.
El papel moneda fue introducido por primera vez en China, en
torno al siglo IX, como dinero en efectivo intercambiable por
certificados emitidos para el gobierno de la dinastía Tang por los
bancos privados. Respaldado por la potente autoridad del Estado
chino, este dinero conservaba su valor en todo el imperio, evitando
así la necesidad de transportar la pesada plata. Convertido en
monopolio del Estado bajo la dinastía Song, el papel moneda ha
pervivido durante toda la historia china a pesar de las
perturbaciones causadas por los cambios políticos y de que la
emisión del papel moneda no estaba respaldada ni por plata ni por
otras reservas. El problema de la depreciación hizo que, a partir de
entonces, se mantuviera la plata como patrón de cambio chino para
las transacciones importantes. El papel moneda apareció por
primera vez en Occidente en el siglo XVI, cuando se empezaron a
emitir pagarés por parte de los bancos para respaldar los depósitos
monetarios de sus clientes. Estos medios de cambio proliferaron y
las autoridades coloniales francesas de Canadá utilizaban cartas de
juego firmadas por el gobernador como promesa de pago desde
1685, ya que el envío de dinero desde Francia era muy lento.

La mayoría de los países disponen ahora de una Casa de la Moneda


única, aunque la creación de dinero puede depender de varias
instituciones. Por ejemplo, aunque la creación de dinero en España
depende únicamente del Banco de España, las monedas las acuña el
Tesoro, en la Casa Real de la Moneda, y los billetes los emite el
Banco de España directamente. Otros países no tienen Casa de la
Moneda propia, pero contratan el servicio en exclusiva con otra de
otro país. Esto puede deberse a razones técnicas (que no se tenga la
tecnología suficiente) o por razones políticas, cuando la demanda de
dinero nacional no justifica una oferta independiente que resultaría
enormemente cara, o porque la moneda nacional no tenga
credibilidad, como ha ocurrido en algunos países de América Latina
que utilizan el dólar estadounidense como sistema de valor de
equivalencia, aunque imprimen moneda nacional en sus propias
Casas de la Moneda o bancos centrales.

La Casa de la Moneda suele encargarse de retirar de la circulación el


dinero antiguo y de poner en circulación nuevas monedas y billetes,
destruyendo los antiguos y refundiendo las monedas viejas. Muchas
también realizan otro tipo de actividades, como es la refundición de
metales preciosos, el diseño de grabados de alta calidad o la
creación de medallas y monedas de colección.
Historia de la Moneda

Antes del 2.500 antes de Cristo existía en las ciudades del valle del
Tigris y del Eufrates, en las del Indo y en las del Nilo un tipo de
moneda muy especial. Las gentes traían la parte sobrante de sus
productos a los templos de las ciudades amuralladas. Allá los
sacerdotes-contables abrían una cuenta corriente con fichas de barro
a cada persona, ingresando sus productos en el almacén del templo
y estableciendo una cantidad de dinero abstracto en función de las
mercancías ingresadas. Posteriormente, si estas mismas personas
querían otro tipo de productos del templo, se hacía la transacción
inversa. Para cada intercambio, se establecía un documento, hecho
de barro cocido, con el nombre del comprador, el del vendedor, la
mercancía intercambiada y la cantidad de unidades monetarias
utilizada. Es lo que llamamos «factura-cheque». Para intercambios
importantes y entre ciudades diferentes, se establecía un sistema de
transporte garantizado, basado en las «bullae». En el carro del
transportista había una bola de barro cocido en el interior de la cual
había unas fichas que representaban los diferentes productos
transportados. También había grabadas las fichas en la superficie de
la bola. Al llegar a destino, se abría la bola y se comprobaba que su
contenido coincidía con el del carro.

En aquella época se producía una pacificación creciente entre las


diferentes ciudades, en parte debido a la inexpugnabilidad de las
murallas, en parte debido a la prosperidad que suponía este sistema
de intercambio citado. La moneda era un instrumento abstracto que
sólo tenía valor en función de una mercancía realmente existente.
Cada intercambio comercial dejaba su rastro jurídico
correspondiente, bajo la forma de tablas de barro. Todo ello se vino
abajo con la aparición de la moneda anónima de oro, plata, cobre y
bronce. Este otro tipo de moneda, anónimo, concreto e
independiente de las mercancías, permite con mucha más facilidad
la corrupción y el soborno. Con la aparición de la moneda anónima,
en el 2.500 a. C., vino el advenimiento de la banca privada, auténtico
«poder en la sombra». Y los funcionarios de los templos cambiaron
su vocación y se dedicaron a inventarse las religiones. A partir de
este momento volvieron los imperialismos. Las inexpugnables
murallas caían, no bajo los mazazos de unas entonces inexistentes
catapultas y ballestas, sino bajo el soborno de los sitiadores a
algunos de los guardianes. Posteriormente los traidores sobornados
podían ser discretamente ejecutados y los ocupantes inventarían
mitos como los del «Caballo de Troya» y las «Trompetas de Jericó».
El dinero anónimo seguiría su evolución, hasta convertirse en los
modernos billetes de banco y talones anónimos al portador.

Las distintas instituciones políticas creadas para que los ciudadanos


se hagan la ilusión de ser protegidos por ellas sufren el acoso de los
«poderes fácticos» que sobornan y corrompen políticos, técnicos y
jueces. Y ahora viene el momento de las propuestas económicas del
Centro de Estudios Joan Bardina. Por nuestra parte, se trataría de
volver a un sistema de intercambio no-anónimo y responsabilizados,
como el de los antiguos templos, pero con el sistema tecnológico
actual, utilizando de nuevo la «factura-cheque». Para ello es
necesario el establecimiento de una red telemática pública, de uso
obligatorio para todos y gratuita. Y también una serie de garantías
para evitar la concentración de poder que podría suponer el
dominio de esta red.

Entre estas garantías proponemos una auténtica separación del


ejecutivo, el legislativo y la justicia. La justicia, independiente del
ejecutivo y del legislativo, debería tener un tanto por ciento fijo de
los presupuestos generales del Estado asignados por mandato
constitucional, y no contar con órganos como el «Consejo General
del Poder Judicial», que existe en el Estado español y que pretende
controlar la justicia desde los partidos políticos dominantes a través
del ejecutivo y del legislativo. Creemos que el control telemático de
la población ya está siendo ejercido por la banca privada a través de
sus redes. Nuestra propuesta, más que crear una red telemática
nueva, tiende a poner orden a las ya existentes, haciendo que la
información privada de cada persona esté a disposición de esta
misma persona, y del juez solamente en caso de abrirse un proceso.
La información estadística del conjunto del mercado debe quedar a
disposición de todos sus miembros.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que, con esta reforma, la


comunidad ha de garantizar una renta mínima para todas las
personas que no tienen un sistema de subsistencia, ya sea trabajo o
pensión por cualquier motivo. Es lógico que, con este sistema,
desaparezcan las indignas vías de subsistencia provenientes del
mercado negro. Para equilibrar el presupuesto, formulamos una
hipótesis que, de verificarse, podría proporcionar esta renta básica o
salario social sin tener que recurrir a gravosos sistemas de
impuestos. Esta hipótesis está basada en la riqueza comunitaria que
puede crearse dentro del mercado, riqueza comunitaria basada en
los excedentes de producción y del dinero que se puede inventar
para adquirirlos. Este dinero se repartiría entre los más
desfavorecidos.

Se encuentra representada la historia de la moneda desde las


primeras acuñaciones en electrón (S. VII a.C.), las series griega y
romana con importantes ejemplares como las monedas acuñadas en
Siracusa, Atenas, Engina, etc... y las primeras emisiones de la
República romana: aes rude, sistema libral y semilibral. Destaca
especialmente la colección de moneda hispánica, cuyos ejemplares
proceden, en su mayoría de la antigua colección Gómez Moreno. La
colección de moneda medieval ofrece una significativa muestra de
las acuñaciones de oro de los reyes suevos y visigodos y una amplia
representación de las emisiones islámicas en la Península, así como
de los reyes cristianos durante la reconquista. Las series de moneda
moderna y contemporánea abarcan desde los Reyes Católicos hasta
las actuales emisiones del euro. Destacan por su belleza y
significación histórica los excelentes y ducados de los Reyes
Católicos, los reales de a ocho, moneda universalmente aceptada
hasta el siglo XIX, las onzas de oro y las emisiones del Gobierno
Provisional, que estableció la peseta como unidad del sistema
monetario español.

Desde ejemplares representativos del billete en sus orígenes, como


un billete chino del siglo XIV fabricado en morera, hasta los
sofisticados billetes actuales, que incorporan las más modernas
tecnologías en materia de seguridad, la colección del Museo cuenta
con una amplia muestra de papel moneda, que permite conocer su
evolución histórica: billetes españoles de los siglos XIX y XX; billetes
emitidos por el Congreso Continental de los Estados Unidos en el
siglo XVIII con el respaldo del peso o duro español, tal como se hace
mención expresa en los mismos; billetes de banco privados de Norte
y Sudamérica; billetes coloniales; billetes de emergencia alemanes
del período de Entreguerras; billetes de la revolución Rusa;etc...
Historia
de la
Moneda
en
Honduras
Época Precolombina

En América, antes de la llegada de los españoles y de acuerdo a la


documentación dejada por los primeros cronistas europeos, se sabe
que los antiguos pueblos Mayas y Lencas en Honduras y en general,
todos los pueblos Mesoamericanos utilizaban como medio de pago
en sus transacciones comerciales el "trueque" (intercambio de un
objeto por otro) de cuentas de piedra, como el jade, la albita o la
serpentina (de preferencia en tonalidad verde), tabaco, pieles, sal,
plumas de quetzal y guacamaya, conchas marinas y
en época tardía hachitas de cobre, pero sobre todo granos de cacao.
El Cronista Español Gonzalo Fernández de Oviedo, decía que entre
algunos pueblos indígenas de Centro América, las almendras de
cacao corrían como moneda y con ellas se podía comprar esclavos,
vestidos, alimentos, en fin, todos los servicios ofrecidos en los
mercados. El cronista da algunos ejemplos:

4 almendras de cacao = 8 nísperos


10 almendras de cacao = 1 conejo
100 almendras de cacao = 1 esclavo
Claro que no todo resultaba tan sencillo. Para cambiar un objeto por
otro, primero había que ponerse de acuerdo, por ejemplo:

Si alguien quería cambiar una vasija por un cuchillo, tenía que


buscar a alguien que tuviera el cuchillo y ver si estaba dispuesto a
recibir la vasija. A veces el trato se cerraba sin problemas:

¡Tome su vasija! ¡Déme mi cuchillo!

Pero otras veces, al dueño del cuchillo no le interesaba cambiarlo


por una vasija, sino por un collar de conchas marinas.

De manera que el dueño de la vasija, a quien le interesaba el


cuchillo, tenía que buscar a alguien que tuviera un collar de conchas
marinas y quisiera cambiarlo por la vasija. Entonces, si conseguía
cambiar la vasija, corría a casa del dueño del cuchillo y finalmente
hacía el trueque por el collar de conchas marinas. Como se observa,
este intercambio era un enredo. Por eso la gente se puso de acuerdo,
para darle valor a algunos objetos y poder cambiarlos por lo que
cada uno necesitaba o deseaba. Así, a través del tiempo y en
diversas comunidades, ciertos objetos y alimentos fueron utilizados
como dinero para comprar y vender mercancía. También cuando
alguien ayudaba o servía a otro, podía recibir a cambio una cantidad
de esos objetos.

Periodo colonial
Una vez que los españoles iniciaron la colonización de estas tierras,
trajeron consigo las primeras monedas: Castellano, Ducado, Doblón,
Pesos, Reales, Cuartillos y Maravedis. Por Cédula Real en mayo de
1535, se autorizó instalar la Casa de la Moneda en el Virreinato de la
Nueva España (México), iniciando al año siguiente la acuñación con
denominaciones de 1/4, 1/2, 1, 2 y 3 Reales de plata, posteriormente
esta última se sustituyó por la de 4 Reales (llamada tostón). Las
monedas tenían grabadas alegorías de las casas reinantes, escudos
de armas, coronas y nombres de reyes en latín. Los virreinatos de la
Nueva España (México) y Perú, acuñaron sus propias monedas y en
la Capitanía General de Guatemala (Centro América) circularon
ambas, y desde luego las que venían de España.

En 1728, por mandato real se autorizó a las Casas de Monedas de


Indias (Nombre que se le daba a las Casas de Monedas en América),
acuñar monedas de plata de las denominaciones ya conocidas e
incluso las de 1, 2, 4 y 8 Escudos de oro de
22 quilates.

Procedente del Perú, circularon en las


provincias de la Capitanía General de
Guatemala, monedas de poco contenido de
plata y con notorias deficiencias en el grabado, su redondez y
grosor. El circulante en la capitanía llegó a escasear a mediados del
siglo XVII, obligando a los mineros a fragmentar la plata extraída y
utilizarla como moneda a fin de cubrir
los gastos de sus operaciones.
Estas monedas se conocieron con el
nombre de "MACACOS" o
"MACUQUINAS", pero oficialmente
fueron denominadas "CORTADAS".
Monedas de bordes recortados, sin
cordoncillo, selladas en cospeles
irregulares a golpe de martillo y de
tosca acuñación. Para 1733, la Casa de la
Moneda de la ciudad de Guatemala acuñó este tipo de moneda,
utilizándose plata extraída de las minas de Tegucigalpa, El Corpus y
posteriormente de la región de Yuscarán. Las autoridades españolas
trataron por todos los medios disponibles, de sustituir la Macuquina
por la de 1/4 traída de España, a fin de "facilitar el comercio y
cómodo uso", según disposición real de 1793; es de mencionar, que
las monedas Macuquinas buenas o enteras, eran exportadas a
España.

“Caxa Real” o “Real Tesorería” en


Comayagua

En 1739, al hacerse cargo de la gobernación en Honduras, Don


Francisco de Parga, dio principio a la construcción de la Caxa Real o
Real Tesorería en Comayagua, encomendándose dicha construcción
al Arquitecto Bartolomé de Maradiaga, la cual fue terminada en
1741, siendo utilizada para el ensayo y fundición de la plata; no
obstante, a acuñación de monedas se efectuó en fechas posteriores.
En 1774 y 1809, hubo dos terremotos, dañando severamente la Caxa
Real, quedando la edificación destruida casi en su totalidad,
posteriormente fue restaurada, sirviendo como casa de Gobierno
después del año de 1821, dejando de funcionar como tal, debido a
que ésta se incendió en su totalidad; para 1840, únicamente se
conservaban sus paredes y sus pisos de cerámica.

De la construcción que inicialmente ocupaba dicha casa acuñadora,


actualmente sólo existe una parte de sus paredes exteriores
originales, con batientes de ventanas y dos portales, de los cuales
aun se conserva la inscripción sobre su dintel, en el portal principal,
que se traduce en lo siguiente:
"Reinando Don Felipe V, el animoso y doña Isabel Farnesio, Reyes
Católicos de las Españas y de las Indias, hicieron esta Caxa Real sus
oficiales reales de orden del muy ilustre Señor Don Pedro de Rivera
Villalón mariscal de campo de los reales ejércitos Gobernador y
Capitán General de este reino y Presidente de la real avenida de
Guatemala, siendo Gobernador y Capitán General de esta provincia
el Teniente Coronel
Don Francisco de Parga: Se acabó año de 1741".
Periodo de Independencia
y Anexión a México

El 15 de septiembre de 1821, se firmó en la Ciudad de Guatemala el


Acta de Independencia de la Capitanía General de Guatemala,
implicando un nuevo despertar para las provincias que la formaban;
había mucho que planificar, organizar y dirigir.

El 5 de enero de 1822, se formalizó la Anexión de las Provincias


Centroamericanas a México. La Casa de la Moneda de México, para
conmemorar los dos eventos, notificó a los recién incorporados la
acuñación de una nueva moneda, teniendo en el anverso el busto
del Emperador Agustín de Iturbide y al reverso un águila sobre un
nopal. La circulación de esta moneda fue efímera, como también lo
fue la anexión.

En este mismo año se eleva formal


petición al Emperador Iturbide, para
que establezca la Casa de la Moneda
en Tegucigalpa, ya que eran las minas
de plata de este lugar las que
abastecían en forma casi total a la
Casa de la Moneda de Guatemala y en
cantidad aceptable a la Casa de Moneda de México. Aún con los
eventos anteriores, continuaron en uso monedas españolas. El 24 de
junio de 1823, en la ciudad de Guatemala, se instaló la Asamblea
Nacional Constituyente, que proclamó el carácter absoluto y
definitivo de la Independencia de Centroamérica, no sólo con
respecto a los imperios españoles y mexicano, sino también ante
cualquier otra potencia colonial.

Federación Centroamericana
En 1823, los Estados Centroamericanos adoptaron el sistema de
Gobierno Federal y el problema monetario tomó nuevamente tintes
de emergencia, en consideración a los males que causaba la moneda
falsa que circulaba en el Estado, y aun en los otros países que
conformaban la
Federación.
En marzo de 1824, la
Asamblea Constituyente
reunida en Guatemala,
consideró prohibir la
acuñación de toda clase de
monedas con bustos,
escudos de arma y cualquier otro distintivo que identificara a la
monarquía española y se adoptaría una en cuyo anverso tendría una
cordillera de cinco volcanes y un sol naciente, más la leyenda
Republica del Centro América, al reverso un árbol como emblema
de la libertad y la inscripción de Libre, Cresca, Fecundo.
En este mismo año, se forma el Código Criminal contra los
falsificadores de moneda. El 2 de agosto de 1831, se instaló "La Casa
de la Moneda" en la ciudad de Tegucigalpa (antiguo local de la
Tipografía Nacional), la cual anteriormente se denominó "Caja Real"
o "Casa de Rescates", acuñándose monedas de 1/4, 1/2, 1 y 2 Reales.

En 1832, a consecuencia de la invasión y toma de los puertos de


Omoa y Trujillo por enemigos de la Federación, el Estado de
Honduras se vio obligado a acuñar "moneda provisional" para
levantar y mantener un ejército que estableciera la paz. Esta moneda
fue mitad plata y mitad cobre, conociéndose con el nombre de
"Media Leche".

Las monedas de 1 y 2 reales, en el anverso llevan, al centro, la


cordillera de cinco volcanes, el sol naciente tras el primer volcán, al
contorno la leyenda: "MON. PROVISIONAL DEL EST. DE HON."
En el reverso, al centro un árbol de cedro (como emblema de
libertad) y en la circunferencia: "LIBRE CRESCA FECUNDO. T.
1832. F". Posteriormente con la escasez de plata sólo se acuñó en
cobre, ocasionando problemas en su aceptación y aún a pesar de
este inconveniente continuó acuñándose más circulante de este tipo
de problemas en su aceptación y aún a pesar de este inconveniente
continuó acuñándose más circulante de este tipo.

Periodo Republicano

En 1840, al disolverse la Federación Centroamericana, se constituye


el nuevo modelo de desarrollo de la República para cada uno de los
Estados Centroamericanos, debido a que no existió un grupo
dominante lo suficientemente fuerte como para identificar al Estado
Federal como la institución representativa de los intereses
nacionales. En 1860, con respecto a los ingresos y egresos de la
Hacienda Pública, se tomaron disposiciones para reglamentar y
divulgar una tabla de cotizaciones con relación a las monedas
extranjeras: Libra Esterlina o Soberano Inglés, Franco Francés,
Guilder Neolandés, Dólar Norteamericano, Águila, Cóndor Chileno,
Doblón Español, Onza de Costa Rica, Sevillana, Florín, Peniques y
Chelines.

En 1861, la Casa de la Moneda se arrendó a particulares, otorgando


el Gobierno dispensas necesarias para introducir cobre en pasta, ya
que se agotó en los minerales de Cedros y Minas de Oro. En 1862,
durante la administración del liberal Victoriano Castellanos, cuyo
partido, en esta fecha era denominado el de los Coquimbos (Partido
Rojo), dio la aprobación legal y puso en circulación, las nuevas
monedas provisionales de cobre acuñadas en Inglaterra (en las
denominaciones de 1, 2, 4 y 8 Pesos), conocidas por el pueblo como
"coquimbas", debido a su color rojo encendido; las cuales por su
excesivo número acuñado permitió que descendiera y desapareciera
su valor y circulación. La Constitución emitida en 1865 todavía
expresaba reglamentar sobre la moneda y su respectiva ley, esto
muestra que los problemas sobre la circulación de distintas monedas
extranjeras continuaron.
Un informe oficial de 1869 manifestaba: "... la necesidad que se
siente en todos los pueblos de una moneda propia para las
transacciones comerciales y que al mismo tiempo por su valor
legítimo pueda concurrir sin demérito ninguno a los mercados como
las monedas de otras naciones". Ante tal situación, el gobierno firmó
contrato con banqueros franceses para el suministro de monedas, lo
cual significó la traída por primera vez de las "monedas de níquel".
Con esta acuñación también se trató de reemplazar la "provisional",
en vista de falsificaciones que de ellas se hacían.
En 1871, en la ciudad norteamericana de Filadelfia, se firmó contrato
para fabricar y enviar a Honduras - vía Amapala - varios troqueles.
Estos llegaron al final del mismo año, pero en combates entre tropas
de Honduras y El Salvador en la Isla del Tigre, los accesorios fueron
llevados a El Salvador, siendo devueltos en 1877 por gestiones del
Presidente, Dr. Marco Aurelio Soto.
En 1879, el Dr. Soto mediante Decreto N° 46,
Artículo N°1, declaró establecida en la ciudad de
Tegucigalpa "La Casa Nacional de la Moneda"
para la acuñación de monedas de oro, plata y
cobre; asimismo, mediante el Artículo N° 2,
adoptó el Sistema Monetario Decimal y declara
como unidad monetaria, el PESO DE PLATA, fraccionable en 100
centavos. Durante la Administración del Presidente General Don
Luis Bográn (1883-1891), estando la Casa de la Moneda arrendada a
una sociedad privada nacional (Señores Agurcia, Soto y Lazo), se
acuñó por primera vez en Honduras (1886) monedas de oro en las
denominaciones de 1, 5, 10 y 20 Pesos.
Cabe mencionar que el 30 de octubre de 1880, mediante Decreto No.
11, la Asamblea Nacional Constituyente durante el Gobierno del Dr.
Soto, acordó trasladar la Capital de la República, de Comayagua a
Tegucigalpa, por el hecho de que en esta última ciudad se
encontraban edificios importantes para la residencia del Gobierno
como ser: "El Almacén Principal de la Guerra, La Casa de la
Moneda y la Imprenta Nacional".
Sistema Monetario Lempira

Lempira, fue un héroe indígena de origen Maya-Lenca, que luchó


contra los españoles en defensa de la libertad y cultura de su pueblo.
En honor a este héroe nacional y con el propósito de establecer la
uniformidad del sistema monetario de Honduras, el gobierno de la
República mediante Decreto Legislativo No. 102 del 3 de abril de
1926, adoptó como unidad monetaria el “Lempira”. Conforme a
dicho Decreto y sus reformas, el Poder Ejecutivo quedó facultado
para acuñar las monedas siguientes:

Denominación en Peso en
Lempiras grs Metales
20 16.71 Oro de 900 milésimas de fino
10 8.35 Oro de 900 milésimas de fino
Plata de 900 milésimas de
1 12.5 fino
Plata de 900 milésimas de
0.5 6.25 fino
Plata de 900 milésimas de
0.2 2.5 fino
0.1 7 75% Cobre 25% Níquel
0.05 5 75% Cobre 25% Níquel
0.02 3 95% Cobre 5% Estaño y Zinc
0.01 2 95% Cobre 5% Estaño y Zinc
Asimismo, con base a dicho decreto, en el año 1931 se pusieron en
circulación monedas de 5, 20, 50 centavos y de Un Lempira. Al año
siguiente circularon las de 10 centavos, en el año 1935 las de 1
centavo y finalmente en el año 1939, las de 2 centavos. De las
monedas de oro no se realizó ninguna acuñación, a pesar de haber
sido consideradas dentro la estructura del nuevo sistema monetario
denominado “LEMPIRA”.

Creación del Banco Central


de Honduras

Tomando en consideración el incremento de la economía de


Honduras, la falta de un sistema monetario bien desarrollado y que
las instituciones de crédito existentes no contribuían suficientemente
al desarrollo que se estaba alcanzando, mediante Decreto Legislativo
No. 53 del 3 de febrero de 1950, se creó el Banco Central de
Honduras, institución privilegiada de duración indefinida y
dedicada exclusivamente al servicio público, teniendo por objeto
promover las condiciones monetarias, crediticias y cambiarias que
sean más favorables para el desarrollo de la economía nacional; el
Banco Central inició operaciones el 1 de julio de 1950. En el Artículo
26 de la Ley del Banco Central de Honduras, se establece que: “El
Banco Central será el único emisor de monedas y billetes de curso
legal, en el territorio del país, y para ello se regirá por dicha ley y
por los reglamentos que sobre esta materia dicte el Directorio y que
apruebe el Poder Ejecutivo. Los billetes y monedas emitidos por el
Banco Central tendrán fuerza legal y poder liberatorio ilimitado en
el territorio de la República. Las personas o entidades que hagan
circular objetos o documentos con el fin de que sirvan como moneda
convencional, incurrirán en las penas que establece el Código Penal
para los casos de falsificación.”

En su artículo 27 dice que: ”Los billetes tendrán las denominaciones,


dibujos, leyendas y demás características que señale el Directorio del
Banco y llevarán la firma facsimilar del Presidente y del Gerente del
Banco Central y del Secretario de Estado en el Despacho de Finanzas
(Hacienda y Crédito Público) y se imprimen en las cantidades que
autoriza el propio Directorio. La denominación no será inferior de
un Lempira. Las monedas metálicas tendrán el peso, tipo, ley,
tamaño, grabados y denominaciones que indiquen las leyes
especiales dictadas por el Congreso Nacional y se emitirán en las
cantidades que determine el Directorio”. En la actualidad, el Banco
Central emite billetes en las denominaciones siguientes: Uno, Dos,
Cinco, Diez, Veinte, Cincuenta, Cien y Quinientos Lempiras. De
conformidad a la Ley Monetaria vigente (Decreto No. 51 del 31 de
enero de 1950 y sus reformas) y dependiendo del precio de los
metales, el Banco Central de Honduras
está facultado para acuñar monedas con las especificaciones
siguientes:

Denominación en Peso en
Lempiras grs. Metales
1 12.5 plata de 900 milésimas
12.5 90% de acero y 10% níquel
6.25 plata de 900 milésimas
0.5 5.67 75% Cobre y 25% Níquel
90% de Acero y 10% de
5 Níquel
Plata de 900 milésimas de
2.5 fino
0.2 2.27 75% Cobre y 25% Níquel
90% de Acero y 10% de
2 Níquel
0.1 7 75% Cobre y 25% Níquel
6 70% Cobre y 30% Zinc
0.05 5 75% Cobre y 25% Níquel
3.2 70% Cobre y 30% Zinc
95% Cobre y 5% Estaño y
0.02 3 Zinc
2.7 90% Acero y 10% Cobre
95% Cobre y 5% Estaño y
0.01 1.5 Zinc
1.35 90% Acero y 10% Cobre

Es importante mencionar que las monedas de Un Lempira,


Cincuenta y Veinte Centavos, se acuñaron en plata por última vez en
los años de 1937, 1951 y 1958, respectivamente; en la actualidad se
continúa emitiendo únicamente las monedas de Cincuenta y Veinte
Centavos, pero con aleación diferente a la plata.

Primer Directorio Banco Central de


Honduras
Ing. Eugenio Director por
Molina Fuerzas Vivas
Lic. Arturo H.
Medrano Gerente
Ing. Manuel A. Director por Banca
Zelaya Privada
Director por
Ing. Rafael Dávila Fuerzas Vivas
P.M. Tomás Cálix
Moncada Vice-presidente
Lic. Roberto
Ramírez Presidente
Ministro de
Dr. Marco A. Batres Hacienda y
Lic. Guillermo
López R. Crédito Público

Billete de un lempira, emisión 1980


Billete de dos lempiras, emisiones 1993 - 1994.

Billete de diez lempiras, emisión 1989.


Billete de veinte lempiras, emisión 1994.

Billete de cincuenta lempiras, emisión 1994.

Billete de cien lempiras, emisión 1976.


Billete de cien lempiras, emisión 1994.

Billete de cien lempiras con segundo diseño, emisión 1994.

Billete de quinientos lempiras, emisión 1995.

Billete de cinco lempiras, emisión 1997.


Billete de cinco lempiras, emisión 2000

Billete de veinte lempiras, emisión 2003.


CONCLUSION
Como pudimos ver en este trabajo cada país a lo largo de la historia
a contado con su propio sistema de monedas válido y que los
mismos han ido cambiando a través de los años siendo hoy en día
mucho más fáciles de manejar. Se pueden imaginar ir a comprar hoy
en día ropa o alimento y pagar con otros artículos de vuelta, que
complicado sería. Que sería de nosotros sin el vital efectivo, los
cheques o las tarjetas de crédito.

A medida que transcurran los años estos sistemas irán cambiado


que podemos esperar del futuro, no lo sabemos, lo que si puedo
asegurarles es que la moneda sufrirá muchos cambios y
modificaciones en bien del usuario y comerciantes.
Bibliografía

www.google.com
www.minasdeoro.info/imgs/museo.pdf
cgi.ebay.es/ws/ebayisapi.dll
www.geocifies.com
www.educar.org/inventos/lamoneda.htm
www.wikipedia.org
www.bch.com

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