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Profundo

Secreto
Como suele suceder en largas amistades, ni uno ni otra recordaban la fecha exacta en
que se conocieron. Nunca les importó demasiado. Siempre vale más la amistad por el
cúmulo de experiencias compartidas que por el recuerdo de días cifrados.

Se vieron por última vez en el viejo café de las reuniones. Esa tarde la mesa de los
amigos estaba cerca del ventanal. La de los novios, cerca de la entrada. La de los
amantes, como siempre, hasta el fondo, entre la penumbra.

Recuerdos de la madrugada en que se dieron “su tiempo”. Historias de los amigos y


enemigos del pasado y del presente. Evocaciones de lo que nunca fue pero que hubiera
sido. Relatos de la aventura. Conversación irrelevante. Las mismas anécdotas de toda
la vida con las mismas risas y las mismas miradas en silencio.

Y antes de la despedida... una liga... una simple y sencilla liga...


1.

En tus ojos esmeraldas


he soñado tantos sueños,
he dormido tantas veces...
yo quisiera despertar.

En tus labios granadinos


he corrido tantos viajes,
he escapado tantas veces...
yo quisiera regresar.

En tu rubia cabellera
he compuesto tantos males,
he estafado tantas veces...
yo quisiera la verdad.

En tus manos alabastras


he vivido tantos soles,
he nacido tantas veces...
yo quisiera descansar...

...en paz.
Ayer era.

Ayer era algo nuevo


derribar esas fronteras;
ayer sobre tu cuerpo
profané ciertas veredas.

Dios nos libre de mirar,


consumido por completo,
el refugio de mi amor:
el milagro de tu cuerpo.

Ayer era la ciega


conjunción de mal y Dios;
ayer mismo la entrega
de dos almas y un amor.

Dios no borre de tus labios


la sonrisa de quien juega
desvariando de dolor
y placer cuando se entrega.

Ayer eran los giros


escanciar dulce sabor;
ayer eran instintos
degustar otro dolor.

Dios no mire que troquemos


el placer, cual más distinto,
en colecta de destellos,
de deberes y de instintos.

Ayer era tu pelo


y también eran tus senos;
ayer fue todo el cielo
de fulgor y de destellos.

Dios permita contemplar


al enamorado miedo
los caminos y veredas
que seguras van al cielo.
Bailarina.

Baila bailarina, sobre tu torre de marfil


(mientras esta baja hasta su base),
y haz bailar las sombras por los rincones;
ponnos la cara grotesca como máscara de cera;
sé el centro de las miradas nuestras;
acompáñanos la noche;
sé luna individual y
breve;
sé una
estrella
sobre la
mesa.

Baila,
bailarina,
lucero artificial
obediente sólo al
viento,
perece
luego
al soplo
de mi desvelado
aliento;
y con tu
espíritu
que escapa
somnoliento,
cuelga tu torre:
que no se siga derritiendo.
Dolor ajeno.

Negros tus ojos.


Negra tu mirada que no puedo sostener.
Negra tu sonrisa,
negro tu rictus que no puedo pintar.
Negros tus amigos,
tu familia negra y aun yo, negro.

Y entre cuatro paredes,


cuatro puntos negros dirigen tanta negrura...
tanta oscuridad.

Fríos tus ojos,


frías tus manos,
frías mis manos frías.

Tus ojos llenos de tierra...


negros tus ojos, tu mirada, tu rictus, tus amigos;
negra tu sonrisa y tu familia.
Espigas.

Canción de espigas al vuelo


la mies el ritmo constante
su trigo coro incesante
la dulce estrofa tu pelo

cauce torrente y desvelo


años por noches danzando
bailan arroyos soñando
leve remanso tu pelo

canción remanso tu pelo


la mies arroyos soñando
su trigo noches danzando
la dulce estrofa desvelo

cauce torrente tu pelo


años por coro incesante
bailan el ritmo constante
leve de espigas al vuelo.
Mano y roza.

Roza con uñas gélidas


la flor perfumada
restringida
y quítale su pulso
y arráncale el aroma.

Palpa con dedos tiesos


la flor encendida
marginada
y quítale el olor
y arráncale su gama.

Toca con mano fría


la flor que palpita
solitaria
y quítale su tono
y arráncale la vida.
No hay imágenes.

No hay imágenes.
Un espejo vacío que no refleja.
Transparencia empañada.

No hay imágenes.
Son espejos que no miran
superficie ni interior.

No hay imágenes.
Sólo espejos atisbándose mutuamente
sin reflejarse nada.
Sólo vidrios traslúcidos artificialmente,
empañados.

No hay imágenes.
Sólo espejos atisbándose
sin reflejarse.
Sólo espejos ciegos, sordos, mudos,
autómatas.
Sólo vidrios translúcidos artificialmente,
empañados.
No sé…

No sé... será cuestión de óptica y de luces,


pero ayer al contemplarte,
me pareció ver como en un pozo,
una rosa pequeña, iridiscente,
en las arenas llameantes de tus ojos.

Quizá será cosa de acústica y sonido,


pero ayer al escucharte,
me pareció captar como en un eco,
una nota sencilla, un motivo,
en las veredas sinuosas de tu cuerpo.

Tal vez será cuestión de espíritu y aromas,


pero ayer al acercarte,
me pareció sentir precisamente,
una esencia, perfume,
discretamente llenarnos el ambiente.

Quizá será cosa de dos enamorados,


pero ayer al estrecharte,
me pareció vivir en un instante,
una vida tranquila
en el edén eterno de tus manos.

No sé... será cuestión de gusto y paladares,


pero ayer al entregarme,
me pareció probar con ese beso,
un elixir, ambrosía, miel de tus labios,
en el abismo profundo del secreto.
Noctámbulo.

Con las estrellas por compañeras,


sobre las huellas (pasos perdidos),
vagan pasiones (horas añejas),
marchan visiones (tiempo de olvidos);

solo se envuelve el cielo nocturno,


la noche crece (luna plateada),
y allí se queda (sol taciturno),
con lo que hereda (la atormentada):

pasos perdidos, huellas de plata,


(entre los cielos están brillando);

horas y tiempos hoy le acompañan


(luna y estrellas siguen mirando).
Reposo.

Baje la brisa, deleite mi piel,


conduzca mis plantas hasta la vera,
me deje escuchar el canto más fiel
de aquella que quiso ser la primera.

Caiga el rocío detrás de mi pecho,


refresque mis hombros indiferentes,
luego arrebate a mi cuerpo desecho
esa presencia de mujer ausente.

Venga la tormenta sobre mi cuerpo,


me clave en los huesos la desconfianza,
me moje, me empape, me deje muerto
de tanto vivir en desesperanza.

Baje el granizo y aplaste mi frente,


disuelva en sus manos mis pensamientos,
tuerza en sus pálidos dedos mi mente
chapada en mortales presentimientos.

Caiga la nieve borrando mis versos,


se olvide el acento de mi oración,
cuando la nieve me llene de besos
se agote en su vientre mi inspiración.

Venga la lluvia, la lluvia final,


me deje tocar la gloria profunda,
me deje sentir la lluvia invernal:
las hojas y flores sobre mi tumba.
Réquiem para tu inocencia.

Fuiste fuerte en tus amigos;


débil en la intimidad;
vicio en las conciencias;
virtud en las carnes.

Tuviste oportunidad para el error,


razón en la ignorancia,
pretexto en el placer.

Hiciste castillos, palacios y fortalezas de flaquezas.

Eres la derrota conquistada tan temprano;


y victoria consumida por los años.

Tienes la ternura florecida en tu semilla;


y futuro cosechado de antemano.

Haces tu destino con el tiempo;


y tu tiempo con amor.

Serás un recuerdo de mi olvido;


y un hueco en el vacío.

Tendrás la fugacidad en la mente;


y el vértigo agotado de la edad.

Harás lo que quieras con tu mundo;


y con mi vida, nada más.
Si…

Si noche sin sueño,


es que te extraño;

si sueño y no duermo,
porque me acuerdo;

si duermo sin noche,


es que me arrullo;

si noche y no duermo,
es que te espero;

si duermo sin sueño,


es por fingir;

si sueño sin noche,


voy junto a ti.
Silencio.

Callen ya estas horas de soñarte.


Callen ya estas horas de pensarte.
Que no ganan, por extensas, realidad.
Ni son cortos los minutos por pensar.

Que se extinga esta llama nocturnal.


Que se extinga esta chispa madrigal.
Por lejana, que no alcanza a iluminar.
Ni consume la esperanza por quemar.

Cesen ya estos mares de bramar.


Cesen ya estas lluvias de llorar.
Que no pueden sus caudales encontrarte.
Ni sus gritos estentóreos escucharte.

Callen ya estas rachas de seguirte.


Callen ya estos vientos de mirarte.
No consiguen, por frescura, bendecirte.
Ni por fuerza ni terneza adivinarte.

Cesen ya los reproches por amarte.


Callen ya las conciencias por quererte.
Remordiendo, que no pueden impedirte,
con tus ojos y tu voz, enamorarme.
Un soneto.

La conciencia atormentada
extraviándose en tus ojos;
revolviendo los abrojos
y encontrándose la nada.

La conciencia busca paz


y la mira tan distante:
es la luna subyugante
retratándose en tu faz:

La conciencia atormentada,
extraviándose en tus ojos,
transformándose en despojos;

la conciencia atormentada,
revolviendo los abrojos,
va trocándose en la nada.
Vida y muerte.

Cuando vivía,
me divertía;
hoy que morí,
ríen de mí.
Y es futuro como amarte.

Si mañana vi la aurora
o la viera atardecer
si segundos fuesen horas
y futuro fuera ayer

si silencio son sonidos


o mudez también hablase
si susurro fue suspiro
y la voz sola callase

son segundos como verte


y las horas de mirarte
los susurros atenderte
y suspiros escucharte

la mañana estremecerte
las auroras estrecharte
por la tarde conmoverte

el silencio como hablarte


es la voz como quererte
y es futuro como amarte.

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