‘ciudad, podemos con razén
fia embargo, no hemos en:
wmbre, con quién: si
tind no Se apedilld Rosero de
‘0 la madre o acaso lievé un
ilguno de sus abuelos.
(os més antiguos en San Juan
enesa ciudad y en otros luge
3
a través del Arte y de le
Pevin, 1966, Tp. 64.
lante A. C. C.}, Popayén,
jogréfico y Genealégico del Anti-
scloca Forizontes, Bogots, 3962.
43.
yan en la Idependencia’’, en Popa
8
578.
‘Sociedad on el Patia. Una relacion
repteneia Social, Inédivo, Univer-
"hoe. : :
208 gion en la Historia Poiten:
a Fee Universidad del Valle,
Narciso Binayan Carmona
ANCESTROS REALES DE LA ANTIGUEDAD EN LINAJES
ECUATORIANOS
‘Tradicionalmente, el esplendor o, si se prefiere el “espejismo" de Ia
sangre real ha llevado a la busqueda del entronque dindstico en las ge-
nealogias. Paradéjicamente a esa ambicién, acaso snob, han hecho juego
las mismas casas reinantes que han buscado empefiosamente salir del
aislamiento de palacios y castillos y vincularse no s6lo con su propio y
enrarecido mundo sino también con la nobleza alta y baja.
Esto no requiere siquiera demostracion ya que ¢s publico y notorio.
Lo tenemos y lo vemos en Corea, en nuestro Imperio Incaico, en Suecia,
en Castilla, en Portugal, en Rumania y podriamos seguir haciendo inter”
minables enumeraciones y dando ejemplos en entretenida enumeracién,
llenos de matices, que proporciona anécdotas tan ricas como variadas.
En Europa ha sido-en los paises del Atléntico: en Castilla y Portugal,
por una parte, y en Gales, Escocia, Irlanda o Inglaterra, por otra, que la
difusién de las respectivas sangres reales se ha difundido més en el seno
de la nobloza. Y desde la nobleza ha seguido en muchos easos hasta fami-
lias de las clases populares. Pero puede decirse en lineas generales que, en
estos seis paises, rara 0s la familia destacada que no puede trazar, sin es-
forzarse mucho, su conexién genealogica con su dinastia.
‘Al llegar los europoos a América naturalmente comenzaron a afluir
numerosos vistagos de linajes con sangre real. Nada més Iégico desde
que eran castellanos primero, portugueses después y finalmente ingleses.
a cura tntastig sees tan andes ten and ad deacon.
gada, que las distancias sean tan y tan ‘desconocimien-
to mutuo, que nos hallamos aim muy lejos de tener una obra acabada
sobre estos linajes que tanto nos tocan siquiera fuera a nivel regional. Los
norteamericanos, por més dificil que nos resulte tomarlos en serio en sus
pretensiones de distincién y de buena genealogia, son los que més han
trabajado en este campo. Si bien hay obras de poca o ninguna valides (por
ejemplo Americans of Royal Descent de Charles H. Browning) o muy me-
diocres (por-ejemplo, Your Family Tree de David Starr Jordan y Sarah
Louise Kimball) bay otros excelentes (come Ancestral Roots of Sixty
New England Colonistas y The Magna Charta Sureties de Frederick Le-
‘wis Weis). Tal como ocurre entre nosotros la sangre real y la distineién no
corren necesariamente por los mismos canales. Es as{ como, por ejemplo,
el iltimo presidente de la aristocracia, Franklin D. Roosevelt, no tiene as-
cendencia coronada indiscutiblemente establecida (su espoea si). En cam-
bio personalidades socialmente tan modestas como Abraham Lincoln 0,
en nuestro tiempo, Richard Nixon, la tenian.
‘Tanto en nuestros paises como en las exéticas tierras del norte del
continante los entronques reales los tenemos con monarcas medievales.
Excepcionalmente hay reyes mAs modernos como Enrique VII (1485-
1609) del que se ha sabido hace poco que viene George Bush. De impor-
tancia troneal y genealdgica el mas cercano es Fernando el Catélico (1479-
1516), antepasado de los Borja del Ecuador. Lo siguen Carlos III de Na-
145
bereEduardo de Portugal (1498-1438) y luego hay una plé-
IT y XIV, Alfonso XI (1312-1960) es, de los monareas.
mente cercanos, el que aparece con més frecuencie en
sn, si én nuestro tiempo, a cinco o seis siglos de distancia, la
‘ees tan lejane que carece de relevancia social no
ales 0 venidas a menos respec‘o de los tronos o os titulos no de-
Jehan de ser parientes conocidos y ubicables. Tanto que, hasta ahora y en
“America podemos seguirlos con bastante comodidad
E #8 fundamental puesto que la conexién con la realex
{ad que contribuyo poderosamente a sentar las bases de ias aristocracias
5 s sobre moldes tentotivamente caleados de las peninsulares.
que yo mismo disto de estar totalmente
»n. Buna hipetesis de trabajo sélidamente fundada pero aun no
e demostrada. Por lo demés, como en toda institucion social se-
ratar de establecer una cause y un molde inico. Les elementos
jo de que se dispone hasta el momento apoyan fuertemente la air
macién de que los troncos reales son factores decisivos en el nacimiento y
posterior vida de las clases dirigentes americanas (Febres Cordero y Bor-
ja son un contundente ejemplo ecuatoriano, y Frei Allende y Pinochet.
‘otro chileno). A ello deben sumarse los “hombres nuevos” sudidos social
mente por pertenecer al pueblo vencedor: los indios, tanto los magnates
como el pueblo, los extranjeros y mucho ma se
‘Termina aqui la parse sociolégica que es, en este comunicacién pura
E] prosente trabaj
absurdo parametro ests
milia y personaje histéricos, entronque falso) o de la Casa de Mecklem-
burgo hasta los reyes vandalos (d'~~~“'~ historicas, entronque falso) o de
146
la Casa de Rusia, los Rurikidas, hasta Prousse, hermano de Augusto (di-
nastia auténtica., personaje y entronque falso) 0 del sabio judio Rabi
Mate del siglo I'baste Ner6s, dl siglo I (personajes autenticos, entron-
gvefaiso).
‘Todas estas muestras sjemplos tipicos de faisificacién erudite son do
facil descarce pero hay otras, muchas, en queddebe hacerse un andlisis pre-
‘vio por mas raras quo so presenten-a primera vista, Asi es como surgira
‘una genealogie, eventualmente correcta, como en las numerosas dinastias
sgermanas linclayendo lade los Rurikidas) hasta Odin, no dios, sino rey di-
Vinizado, o hasta una zone brumosa entre los personajes historicos y los
dioses en que es imposible fijar el punto de corte exacto, como entre los
irlandeses.
La iniciativa del 11 Congreso, el proponerse una meta excelente y de
‘excelencia la formulé en término increiblemente poco felices. Mas aun. al
fijar una fecha arbitraria de cierre y, lo que es vodavia més grave, de no
‘examen de documentacibn. Ademés no tomé en cuenta mas que # media
docena de paises (es obvic por el contexto), a los que eventualmenta es
aplicable, con muchas precauciones, y omite el mundo no europeo e incl
80 con esa fecha absurda, excluye a los pueblos getealégicamente mas
viejos de Europa, los celtas.
1. La Vineulaci6n con la Antiguedad
Esta comunicacion tomard, en sus grandes lineas los troncos ecuato-
rianos que remontan hastala Antiguedad, partiendo de los dos Antepasa-
dos a los que es posible remontar més atrés en el pasado con absoluta cer-
teza. Ellos son Aquemenes, tronco de la dinastia Persa, y su més o menos
3@ los trabajos y la colo-
primer lugar el gran historiador ar-
1875-1942) con su colosal Armenia in
su puesta al dia, traduceién, péndices
y notas de Nina G. Garsoién, Lisboa, 1970, y otros pero en particular su.
‘monografia L'ate et lorigine de l'empereur Basile I, publicaca primero en
Byzantion, Bruselas, 1993-1994 y reoditada en Studes armeno-byzantins,
Lisboa, 1965. Luego su discipulo y continuador el principe armeno-
georgian Cyrille Toumanoff (Toumanién) en Studies in Chrietian Cauca-
i 1963 (en este caso especial-
su Manual de Genealogie et
Chronologie pour 'histoire de la Caucesie Chrétienne Roma, 1975 (actual-
mente en marcha la segunda edicién). Mas recientemente el franco-
italiano Christian Settipani con las dos ediciones sucesivas de Des Capé-
tiens aux Achemenides...t aux Pharaons. Pourquoi pass?, Paris, 1985 y
1986.
Para el entronque de las princesas armenio-bizantinas con reyes occi-
dontales -el gozne que permite conectarse con la antiguedad-el estudio de
Szaboles de Vajay Comtesses d'origine occitane dans ia marche d'Espag-
ne au 102 et lle siécles en Hidalguia, Madrid, 1980 (numero 163) y pera las
dudas que plantea la emperatriz Tedfsno su compatriota hungaro el con
de Weyprecht Hugo Rudt von Collenberg con Wer war Theophano? en
Geneelogisches Jahrbuch, tomo4,3" it an der Aisch, 1964
147La genealogia en si misma es simplemente le dela dinastia Aqueméni-
de de Persia con In cual comfensa ama historia Ja base es la relacion
Behistan, Alls enumera, con
tarabuelo, Aquemenes (Faker
dador del poderio de su puet
madire de este emperedor,
genni re
citado Deyoces, en 715, ocho generaciones atrés.
styages, fue mujer de Nabucodonosor, rey de Babi:
es conocida Rhodoguna, que, hacia 401, se
Armenia, tronco de le dinastia Tervantouni
y antepasada por dos lados distintos, ambos documentalmente estableci:
nce mts antigus se ertblece basta ln dinstag per
incesas, Rhodoguna, histéricamente estab
de la conexién genealbgica de los mahara-
sa de los Sasdnidas,
mamero pero an importants ay tam.
‘analizado. Como no podia dejar de ser
varios casos en que se remonta
forma totalmente documental.
prolijamente ha
encuentra a tra
mento y excepto cor
‘mas alla puesto que no sabemos si Nictet focono fuels made de Atos
sa, Es posible hacer hipotesis pero nada més.
148
Volviendo a lo que es posible atirmar con seguridad, hay dos docu
lervantount y haste los Aqueménides. Ardashés I, fundador de la
tin Ardasheshidn (o Artexiadas) de Armenia, reind desde 260 hasta 225
aproximadamente en tanto que Antioco I Teos desde 60
entre ios personajes dignos de destacar al rey Tigranes 1
itridates del Ponto, célebres ambos en Occidente por
fabre un abanico, De una linea, que nos toca se
‘ocupa el siguiente acdpite; otra originé los reyes de Georgia posteriores ¥
sigue hasta hoy pero
tren expoons del shalsinchah Mohamed Resa'Tl Pahleel Farah Diba
madre de su heredero- y Faweie
II. La Casa de Armenia y los Mamikonién
mer pais del
mundo que acepte el Evangelio, seguido, pocos afios més tardo, por Meri-
banes III (284-361), en le vecina Iberia y une generacién después por el
Imperio Romano.
‘A partir de aill la historia del pals y la de esta familia se entrelagan
con la Cristiandad. En primer lugar con la estirpe d
1n Grogorio ol Tlu-
minador, apéstol y primer Catélico de todos los Ai
jos, principe de la
9