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Al profesor Dr, Horst Birkle en prueba de gratitud y amistad (Cobbieria dieting por Christian Hugo Martin Tradupo Constantino Rusiz-Garnido del original alco: Glaute, Wohehet,Toleune. Dus Christen smd die Wtretigionen (© Vern Herder, Freiburg i sings 200 © Ediciones Sigueme 84.1, 2005 ‘C7 Garcia Tejad, 23-27 - E-37007 Salamancs / Espada Th +) 923 218 203 - Fam: (34) 923 270 543 ‘e-mail: ediciones @Dsigueme:es swan siguemee ISN: 84-301-1519-6 ‘Depisito Legal; 8. 994-2005 Inmpreso en Espaiia / Unién Europes Fotocommposicidn Rico Adrados SL, Farge Iimpeine: Grificas Varona $.4. ‘Poligome PF Montalvo, Salemance 2006 CONTENIDO u 1 La FE CRISTIANA EW EL ENCUENTRO CON LAS CULTURAS ¥ ILAS RELIGIONES: 1. La unidad pluralidad de las retigiones. El lugar de la fe cristiana en Ia historia de las religiones 1s ‘Observacién preliminar 15 Pluntcamicnto del problema 18 El lugar del cristianismo en la historia de las religiones. = 23 La mistica y Ia fe .. 2» Licatructura de los grandes caminoseigisos 35 Imerludio al 2 Fe,religién y cultura . st ‘Cultura, inculturaciée y enewentro de culturas. ES Fey cultura o Fe, religion y culturaen el mundo teenal 6s Variaciones sobre el tema. Fe, religion y cultura. Inclu: mo y pluralism El eristanismo, cana religion europea? iHelenizacién? .. ' Comenie Abrahin y Melquisede.... Diferenciacién de lo cristiano Lacesion tnukivtigiom y le orci lnkrxigionn 94 I, LA CURSTION DE LA VERDAD Y LAS RELIGIONES ‘Observacién preliminar cone UO 1. Las nuevas probleméticas surgidas durante el decenio de 1990. Sobre la situacién de Ia fe y Ia teologis hoy . 103 La crisis de la teologia de la liberacién los El relativisma: La filosofia dominante ...... 10s El relativismo en Ia tealogia: el retrocesa de la cris- tologia 106 El recurso a las religiones de Asia 108 Ortodoxia y ortapraxis 109 New Age («Nueva eran) mz El pragmatismo en la cotidianidad eclesial us Las tareas de Ia teologia 16 Perspectiva sti 121 2, {La verdad del cristianismo? .. 13 1. Lafe, entre la ranin y el sentimiento 13 La erisis de la fe en Ia actualidad 13 El Dios de Abrahain 128 Steer Sees as ee dee tierro.. 131 El cami hacia la eligi universal después del desticrro 132 El eristianismo como sintesis de la fe y de la mazén A Ia bOsqueda de una nueva evidencia 136 138 Comtenid ‘ 2. Eleristianismo, jla verdadera religién? 3. Lae, la verdad y la cultura: reflexiones en torno a la enciclica Fides ef ratio ... = 160 [a podmnn, ahaa Ia van 161 La cultura y la verdad 168 Larelighn, la verdad y ln slvacin 16 Reflexiones finales 180 3. La verdad — la tolerancia ~ la libertad 183, 1, La fe — la verdad — la tolerancia Laadiferenciacién masaican o jla cueatiéa acerca de la verdad pertenece a la religiOn? cscs. 183 Terabe da os lowe y poms ore cellos. tea 188 Lo inehudible dela cuesti acerca de ta verdad y las alternativas de la historia de las religiones . 193 La wlerancia cristiana 197 2. La libertad y la verdad La cuestidn .. ‘La problemitica de la historia modema de la bertad y de su concepeidn de la libertad... ‘La libertad y la verdad Amado de conclusion .... Procedencia de los textos dndice de citas biblicas . adie de nombres dudice analitieo .... ER 231 25 PREFACIO En un mundo gue se va haciendo cada vez mils pequetio, el pro- blemaen torno al encuestro entre las religiones y las culturas ha lle- Jpiklo a ser una cuestiGn apromiante, que no preacupa silo, ni mucho menos, a la teologia. El problema de la compatibilidad entre las cul- turas y de la paz entre las religiones ha Heado a ser un tema de pprl- Inerisimo orden. Pero, sobre iodo, ¢s una cuestin que se les plantea 11 las religiones mismas, que deben saber cOmo vivir en paz trias Con ‘otras y ebmo contribuir # la wedueacién del género lhumano» para la puz, La fe cristiana se ve afectada especialmente por ess problemi- tica, porque desde su origen y por su misma esencia pretend: dara conocer y proclamar ante todos los hombres quiéa cs el inico Dios verdadero y el iinico Salvador de toda la hurnanidad: «Nadie mis {ue él puede salvarnos, pues sito a través de él nos concede Dios a os hombres la salvacin sobre la tiecrw», dijo Pedro a les dirigentes ¥ 4 los ancianos del pueblo de Isracl (Hich 4, 12). jPodrd seguir manteniéndoxe hoy dia esa pretensién absoluta? {.Cmo se compaginard con la btisqueda de la paz entre las religio- hes y entre las culturas? Cuando la Congregaciéa para la doctrina de la fe publicé en ell afto 2000 la declarachin Domincs fexus, «So- bre el carécter timico y Is universalidad de lesueristo y de la [glesia para Ia salvacidne, se alz6 un clamor de indignaciéa en la moderna sociedad occidental y también en las grandes culturas po cristianas, como la de la India. Tal documento ~pensaban— seria un testimoni¢ ide intolerancia y de arragancia religiosas que resultarian ya inad- Imisibles en el mundo actual, El catdlico podria formular entonces, con (oda bumildad, aquella pregunta que Martin Buber planted en bicria ocasion a un ateo: ,¥ si eso fuera verdad? Vernos, por ello, ‘que cl verdadero problema, mas alld de todas las cuestiones parti- nulares, consiste en la cuestion acerca de la verdad. {Puede cono- orse la verdad? {O es sencillamente improcedente plantearse la a Prefacto cuestisn acerca de la verdad en ef émbito de la religidn y de la fe? Pero cqué significa entonces positivamente la fe, qué significa la ‘eligién, si no pueden asociarse con la venlad? De esta manera se fueron creando paulatinamente diversas ni- veles en el debate, en el que yo me vi envuelto en muiltiples oca- siones durante cl pasado decenio, En primer lugar habré. que tratar de entender lo que es la cultura y qué relacién guardan entre si las diversas culturas. Habra que cxaminar igualmente el fenomeno de Ja religion como tal, pero sin partir sencillamente de una masa uni- forme constituida por lus «religiones». Habra que tratat de com- prender primeramente a las religiones en su movimiento historico, en sus estructuras y tipes esenciales, asi como en sus posibles re- laciones mutuas 0 en su amenazadora contrapasicion, antes de in- tentar farmular juicios, Finalmente, habrl que debatir In cvestiéa acerca del hombre, acerca de lo que el hombre es y cémo puede llegar a ser él mismo, o como pasde desvinuuarse cn su propia esea- cia. ¥ en todo ello resulta por fin includible afrontar la cucstién acerca de si-cl hombre fuc creado para la verdad y de qué manera puede y debe plantearse, él mismo, la cuestién accrea de la verdad. ‘Con todo esto hemes trazado un gran programa, al que una obrita como La presente, nacida mas bien de intervenciones ocasio- nales, no podrd ofrecer sino una modestisima aportacién. Cuando estaba seleccionando, en relacién con este tema, las conferencias ‘que pronuncié durantc este decenio pasado, pude ver que, desde di- vervas puntes de partida, podia plasmarse algo asi como un con- junto, muy completo, ciertamente, pero que qui- ‘248 10 resulte del todo imitil para disertar sobee un tena amplisimo 'y que nos afecia profundamente a todos nosotros. Asi que me deci- dia presentar en esta obra como un todo homogéneo, y a ofrecer llos a discusién, todos los textos que publique durante cl pasado de- cenio en materia de fe, relighdn, cultura, verdad y tolerancia, con excepeién del primer articulo, que se publicé ya cn el aio 1964, ‘Tengo la esperanza de que esta obra, surgida en tales circunstancias y a.pesir de todas sus insuficiencias, pueda servir de ayuda en el esfuerso por entender lo que a todes nosotros nos afecta. I La fe cristiana en el encuentro con las culturas y las religiones 1 La unidad y la pluralidad de las religiones. El lugar de la fe cristiana en la historia de las. religiones Obvervacién preliminar Este articulo lo escribi en el aflo 1963 para cl homenaje a Karl Rahner por su sesenta cumpleaiins, publicado en 1964!. Luego te edité en un wolumen publicado por mis discipulos para celebrar mi ‘hetenta cumpleafios, en el cual se presentaba una seleccién de mis Irabajos, ofrecidos en reimpresién?. Entre los afios 1955 y 1963, en el marco de mis leceiones sobre teologia fundamental impartidas on Freising y Bonn, ensefit tambin filosofla dc la religiin ¢ histo- Tin de las religiones y descubri a la vez la importancia del tema de [as religiones del mundo. Cuando se publicé mi articulo en el alo 1964, el concilio Vaticano I] sc hallaba en pleno apogeo. Los gran- debates sobre la Iglesia, la revelacién, la Iglesia y el mundo stituian los temas dominantes de las publicactones teold gic ‘cierto modo, ¢l tema de lus religiones del mundo se encontraba al margen. Durante los trabajos del Concilio, este tema habia irgido de manera mas bien incidental y, si tenemos en cuenta su nsion, habia ocupado un lugar més bien marginal en el decre- Nostra aetate, aprobado el 28 de octubre de 1965. Si lo recuerdo se habia pensado originalmente en una declaracion sobre las laciones dec la Iglesia con ¢l judaisme, deelaraciin que s¢ consi- 1, I Vorgrimer (ex), Gott in Welt, Resigabe fir Kael Rahmer mam 64, Ge- gL, Preiary. 1H, 287-305, 2 Nom ticderaujfindem der Mitte Grundorwenrierungen, Prei- Ang 1977, 60-82. 1 Fe, verdad y toleramcis deraba necesaria después de los dramuiticos aconiecimientos que se habian producido durante el dominio del nazismo. Una nueva re- flexion sobre las relaciones de los cristianes con el pueblo judio te- ia que ser un tema del Concilio, Pero los cristianos de Oriente, ‘que no podian considerar como suyas tiles experiencias hist6ricas de Occidente, pensaron que tal declaracidn silo cra admisible si al mismo tiempo se asociaba a ella algunas palabras sobre el islam. ‘Después de esta ampliarién del campo, se consideré.con la mayor naturalidad que resultaba necesario hablar sobre el mundo de las religiones no cristianas en general. Un decreto nacido casi de ma~ nera incidental demostré posteriormente que contenia una especial orientacién para el futuro. El homenajear a Rainer, con ocasién de su cumpleaties, con un articulo sobre este tema que iba penetrando paulatinamente en Ia conciencia de los teGlogos, parecié tanto mas indicado cuanto que el gran tedtogo, en el volumen V de sus Eseritas (1962), habia recogido un estudio, publicado por primera vez en 1961, bajo el titulo Das Christentum urd die nichtehristlichen Religionen (El cristianisme y las religiones no cristianas#), en el que sefialaba que, en una situaciéa «en la que cada pueblo y cada sector cultural se convierte en el elemento interno de cual- quier otro pueblo y de cualquier otro secior cultural», pensamos que también cualquier religion que existe en el mundo se con- vierte en un interrogante y en una posibilidad ofrecida a cual- quiet otra persona. Ese estudio, en el que Rahner acuiié el tér- ‘mino de «cristiano andnimo» como palabra clave para designar ‘Su respuesta al desafio de las religiones, se convirtié mas tarde en el punto de partida de controversias que fucron a veces muy vivas. Lo que él queria dar a entender con este concepto lo sin- tetiz6 asi brevemente al final de su articulo: «Al no cristiano le parecerd quizis arrogante que el cristiano considere la salvacién y lo santificadamente sanado en todo ser humano como fruto de la gracia de su Cristo, y lo valore como un iismo andi~ mo, y que contemple al no cristiano come un cristiano que toxta- via no ha Hegado reflejamente hasta si mismo. Pero el cristiano no puede renunciar a ¢sa ‘arrogancia’ ‘Yo no estaba de acuerdo con esa tesis, pero me parecié impro- homenaje ofre- cedente enfrentarme con ella en una misceldnea de La wid y bo parla de bas religiomes 2 sida a Rahner*. Me parccié mas adecuado, antes de nada, ampliar el planteamiento de Ia cuestién, a partir de la cual pudiera efec- uarse un didilogo con las religiones, Raker, con la mayor naturali- dad, habia pensado que lo unico que se le planteaba propiamente al ccristiana en su reflexion sobre el fendmeno de las diversas religio- ines del mundo era la cuestion acerca de Ia salvacién de los no-cris- fianos. Con ello quedaba implicada una segunda actitud previa. Ante la cuestidn de la salvacién, parecia que la di jn entre Las, diversas religiones era cn definitiva irrelevante, Estos dos presu- [puestos siguieron siendo determinantes para todo el debate ulterior. Incluso las tres orientaciones fundamentales que actualmente se hallan en didlogo en las cuestiones relatives al cristianismo y a Las religiones del mundo -el exclusivismo, el inclusivisme y el plura- lismo- se hallan determinadas por este planteamiento del proble- ma: a menudo se habla de las religiones como de una masa suma- mente indiferente; a menudo se las coniempla desde el punto de vista de la posibilidad de alcanzar la salvacién. Mi opinién, des- ppués de los altos que habia dedicado al estudio de la historia de las religioncs, cra que tales calificacioncs teolégicas de las religioncs debian ir precedidas por una investigaciGn fenomenoligica que no Ueterrinara inmediatamente el valor de cternidad que posea cada luna de las religiones, y que no se impusiers asi la tarea de emitir un dictamen sobre una cuestién que propiamente habra de ser decidi- da por el Juez del universo. Yo opinaba que lo mis urgente era ob- servar bien of panorama de las religiones en su evalucién interna:a través de In historia y en su estructura espiritual, No habla que dis~ cutir sencillamente —me parecia a mi- sobre la masa de las «reli- iones», no definida en sus detalles y no considerada en absoluto en sus repercusiones pricticas, La primondial era ver sien este ‘campo se habian producido evoluciones histéricas y si podian re- conocerse tipos fundamentales de religién. A partir de aqul po- rian hacerse Iuego lus debidas valoraciones, Finalmente, habria (que preguntarse que relaciones guardaban entre si esos tipos fian- 3, Esto Yo eesarl ns tire prepa de a bra de Raliner, Crumlin ex Ghent ‘Cheisceanoms, Freiburg 1976 (vsesién Pricipieniehve, Munchen 1982, 169-179 (versidn east: Tewrir de lar rincipios fwofinicas, Harcelors 1986), a“ Fe, verdad y toleramcs damentales, y si nos prescntaban alternativas sobre las cuales pu- digran efectuarse refleniones filoséficas y teoligicas, adoptando lus correspondientes decisiones. Sobre esta cuestiGn existia ya en- tonces un buen nimero de publicaciones, porque, ademas de la teo- Jogia, la ciencia de las religiones venia trabajando intensamente en ‘esta tarea desde el sigha XIX, Lo que mas me ayudé a desarrotlar mi propio pensamiento en esta materia lo apunté en Ias notas que acompafian dicho trabajo. No me parecié importante actualizar la bibliografia, que parecia ya algo anticuada, porque no es dificil ‘conseguir elencos bibliogrificas, Lo (inico que me imteresaba y me sigue interesando es mencionar aquellos autores de los que fui aprendienda cosas, Tan sélo en algunos lugares, donde podia ser Fealmente (itil para el estudio, complete brevemente los datos bi- bliogrificos. En la introduccién que entonces procedia a mi traba- jo, describia de la siguiente manera cuales eran su finalidad y sus limi | estudio no trata de proyectar algo asi como «una teolo- gia de la historia de las religion ino que lo inico que he pre- tendido es realizar un trabajo preliminar para determinar con ma- yor precisién cudl ¢s el lugar del sme en ta historia de las religiones. Con ello quise dar nuevamente un sentido: més concreto alos cnunciados teoldgicos acerca del caricter Unico y absoluto del cTistianismo, o brindar la ocasion para que se reelabore ¢l conteni- do teoldgico de esos cnunciados sobre la base de su significacién ‘conereta. Pucsto que esta fimalidad me parece que sigue teniendo Ihoy dia pleno sentido, y puesto que la mayor parte del trabajo se halla tadavia por hacer, me parecié: apropiada recoger este articulo en la presente obra. Planteamiento del problema Hace ya mucho tiempo que la fe cristina formulé fundamen- talmente la posicidn que se asigna a si misma en la historia de las religiones: ve en Cristo la nica salvaciéa real y, por tanto, la sal- vaciin definitiva del hombre. A partir de ahi, ¢s posible adoptar (segiin parece) una doble postura con respecto a las dems religio- nes: 1) Puede considenirselas coma provisionales y, por tanto, co- imo precursoras del cristianismo, valorindolas asi en cierto senti- a uid y a plana de lax religionen cy do- positivamente, a saber, en la medida en que sc encuadren en la actitud del precursor. 2) Pera también es posible concebirlas como lo insufficiente, lo contrario a Cristo, lo opuesto a la verdad, que finge proporcionar al hambre la salvaciin, sin poder dirsela munca realmente. Ante la fe de Israel, es decir, ante la religiGn del Antiguo ‘Testamento, la primera actitud qued6 ya seflalada por Cristo mis- mo. Que esta actitud puede tener lugar también, en cierto sentido, ante todas las dems religiones, eso sdlo se ha visto con claridad en thempos recientes y sc ha recalcado con insistencia, De hecho, puc~ Ue afirmarse con seguridad que el relato de! pacto concertado con No (Gn 8, 20-9, 17) confirma la verdad oculta de las religiones miticas: en el constante «muere y lega a sens («Stirb und Werden) del cosmos se realiza el reinado del verdadero Dios, quien no solo ha concertado un pacto con Abrahn y cor los suyos, sino también ‘eon todas los hombres". ,Acaso no hallaron los Magas cl camino hhacia Cristo por medio de la estrella, es decir, por medio de su su perssticién, por medio de sw religiém (aunque s6la dando un rodeo por Jerusalén, por las Escriturus sagradas del Antiguo Testamento [Mt 2, 1-12])? jAcaso en ellos su religién no se hineé de redillas, como quien dice, ante Cristo, demostrundo asi que era una religion vordaderaments provisional o, mejor dicho, wna religién que enca- iminaba hacia Cristo? Resulta ser ya casi un tépico citar aqui el dis- curso del Aredpago (Heh 17, 22-32), mis wim cuando Ja reaccion de los oyentes, con su actitud de rechazo ante el mensaje del Resu- citado, parece dar mis bien wn mentis a la teologia optimista de es discurso; por consi guicnte, la religién de las personas asi adulades ‘ho converge con total evidencia hacia Jess de Nazarct. La contra- diccién —a la que insta mas bien- evoca en la memoria la otra fa- cela, que de por si aparece con mucha mayor intensidad en la con- cepcida biblica de las religiones «de los gentiless, tal como palpita desde um principio en la wayectoria espiritual de los profetas: aque~ Hla dura critica contra los falsos dioses, fabricados por los gentiles mismes: una critica que con su caricter inexorable recuerda a me~ ‘modo é] crudo racionalismo de las ideas de la Hustracidn (cf, por 4. CEA Danidlou, Ham Gekeionts der Geschichte, tad, alemana por P: Hex itt, uber 1955, Zen Crit francts: soot ar de sombre de tHe, Paris 1981 cy Fe, wendiad » tolemancta ‘ejemplo, Is 44, 6-20). Ahora bien, un andlisis pormenorizado de los ‘datos biblicos sobrepasaria los limites del presente estudio. Pero to dicho bastard para confirmar que las mencionadas actitudes ante Ins religiones de los gentiles pueden encontrarse ya.en los textos de la sagrada Escritura: e! reeonoeimiento parcial deste la idea de lo provisional, ¢ igualmente el rechazo tajante y decidide, Como dijimos, la teologia de nuestro tiempo ha iluminado de manera especial ¢l aspect positive y con ello ha aclarado princi- palmente la extensién del concepta de lo provisional: el hecho de que, aun siglos «después de Cristom desde ef punto de vista his trico, pueda vivirse todavia en la historia «antes de Cristo» y, por tanto, pueda vivirse legitimamente en lo provisional’. Sinteti- zando ahora, podriamas decir que el cristianismo, segin su pro- pia comprensién, se halla al mismo tiempo en una relacién de cals y «no» con respecto a las religiones del mundo: por un lado, tiene conciencia de hallarse vinculado con ellas en Ia idea del pacto con lo divino: vive de la conviccién de que, al igual que la historia y su misterio, también el cosmos y su mito hublan de Dios y pueden encaminar hacia Dios. Pero conoce también un «mon decidido a las religiones; ve cn ellas recursos con los que cl hombre se asegura a si mismo en contra de Dios, en vez de entre- _garse a lo que Dios requicre de él. El cristianismo, en su teologia de la historia de las teligiones, no se declara sencillamente em fa- vor de| religiose, en favor del conservadar, qué se atiene a las re- ituciomes heredadas por él, El «nom cris- ignifica, mis bien, una opeiin en favor del fe a romper con Ie habitual porque asi se lo dicta a conciencia. Tal vez este rasgo revolucionario del eristia- nisma haya permanecido demusiada tiempo ocultc bajo ideales 5. K. Raber, Schifion sur Phookogie V 140s (rersém cas: Kacria ete sogia ¥, Madd 20813), sea ite it de rio soe cn gran dein prncpamene be deno sada ctrl di . bajo dizecciin de Karl Barth, Fn lo que respects a las religionts dol mundo, lo desurollaria dc Is manera mis coesecuente H Kraeshe. ‘Clara que en su itis obea de alguna extensién (Religion and ehriselicher Claas te, Goats 1957) main eeecnmeni nese moabeert me [prudent que en sus primseres trabajos. CF, Ins bien pooderades exposiciones Fs Reda, en Manech Melotscher Crmdbopae Hache 1903, 428 a wai y Ja plurabidod de lax religimes u Conservadores’, Sin duda alguna, nos asalian ya aqui una serie de bonchsiones. Las dejaremos por el momento a un lado, con el fin de ir estudiando paso a paso nuestro tema. Si al hombre de hoy dia se le presenta ls concepcién del cristia- ismo que se acaba de esbozar acerca de las demas religions, se sentiré en general poco inclinado hacia ella: fiicilmente valorari ‘como seilal de arrogancia el reconocimien del caricter precursor de lus demas religiones. E] «no» del cristianismo a esas religiones le suele parecer a su vez como Ia expresidn de Ia lucha partidista ‘entablada entre las diversas religiones, Ias cuales pretenden afir~ ‘arse a si mismas a costa de las dems y—con ura incomprensible eeguers~ no son capaces de ver que, en realidad, todas ellas son ‘una misma cosa. Seguramente, la impresién predominante en ¢l hombre actual suele ser ta de que todas las religiones, a pesar de una abigarrada diversidad de formas y figuras, som en iltime tér- mino Io mismo y significan lo mismo, Es algo de lo que todos se dan cuenta, menos las propias religiones'. A la pretensién de ser la nica verdadera, expresada por una determinada religién, dificil mente responderi el hombre de hey dia con un brusco «jno!m; lo mis probable es que relativice tal pretensiéa, diciendo: «jExisten inuchasreligionest» (aE gibt viele Religionens)-¥ detrs de ello se encuentra casi siempre, de alguna forma, la opinién siguiente: con figuras cambiantes, todas las religiones son en principio igua- Jes; cada individuo tiene In suya. Si nosotros, partiendo de esta postura intelectual, queremos ex- traer de ella algunas convicctones caracteristicas, podremos decir: el concepto de la religidn del «hombre modemo» (permitaseme 7. Lo.cararnente que se experiments ¢l rasgo revolucionarin del cristianisme ena paristia, trast de exponetia en mi breve obra Die ihe? der Nanewien. Et ne Visiow der Kirchemnitern. Salsbury 1971, especialmente 41-57 (versién cast: I ian se ba maces, Nisei 1972, ‘SL ide de ena suprems unidad de todas la religiones se halla expueets con special earidad en el Fone de las diversas bras de F Heiter cf ainameive Die Ahiglren der Mens Shar 1858, $2 ce. ie wala exper rmeriads en las religiones. una sola, por ess misme ne bay en ¢!foeco mis que tin ola clghin (2871-588), Each yyormee wad Wes der Religion Stutigar: 1961. Una postura parceida ¥e encuentra, par ¢jemplo, ee H.W. Spalding, ‘The Divine Unwerse, Oxford 1958, ‘9, gibt viele Religiome: alee ttelo-de uns breve abrta de J. Thorn, que trot de estan ef problema del caricier absoluto del cristiano. 2 Fe, wendad y molerancse ‘conservar esa ficcién de realidad) es wn concepto estiitico; no pre- ‘vé de ordinario el paso de una religidn a otra distinta, sino que es- pera que cada uno permanezca en Iu suya y viva en la concicncia de que esa religién, en el meallo de sus ideas, ex, a pesar de todo, idéntica a todas las demis. Existe, pues, algo asi como una ciuda- dunia religiosa universal, que no excluye la pertenencia a una de- terminada «provincia de la desea un cambio de «nacionalidads religiosa o que shlo la desea en casos especiales; pero, en todo caso, exe eoncepto de religién s muestra sumamente reservado ante la idea de una misién y, en el fondo, se opone a ella con su rechazo. Una segunda cosa se eset cha ya incesantemente en todo la que se acaba de decir, La religién aparece como un cosmos de simbolos, los cuales, a pesar de una suprema unidad del lenguaje de simbolos de la humanidad (como la psicologia y la ciencia de las religiones subrayan hay dia en co- min, haciéndolo cada vez con més claridad""), difieren de mili- ples maneras en lo conereto, pero todos vienen a decir lo mismo y ‘slo tendrian que comenzar a descubrir su profunda unidad de fon- do. En cuanto esto suceda, quedaré realizada la unidad de las reli- giones sin supresién de su diversidad —tal es la prometedora y en- gufiosa ilusidn, que ciertamente aparece hoy dia como la nica esperanza real para el futuro ante los ojos de personas con sensibi= lidad precisamente religiosa-. Nadie ha sido capaz hasta ahora de preseivar mis impresionantemente, 1nds convincentemente ¥ mis calurosamente a nuestra generacién esa imagen de la religin del fururo, que logrard crear a su vez un «futuro de la religiém», como Io hizo Radhakrishnan, presidente de la India, cuyas obras desem- bocan incesantemente en la perspectiva de lo que ha de ser Ia futu- ra religion del cspiritu, que asociari en si la unidad fundamental y tO. Son particulamscnte impeesionantes a este respects los trubajoa reunides evo anuatios «Frans», y tenia los diversos exmdiog de M, Eliade, expecal- mente Lip Roligioneu amd sas Heide. Salzburg 1954; cf. x este propio gran ie ls timos tiempos, Fissoria ai ka crmemcizs ye fs ies religie Ie 1 y 1/2, Barvclons 1996-2005; ef también el velumen de textos publica por G. Lancehowabi, Quelfentente, Freiburg 1981. Es imporiante la. gran oben de Ph Roch, Inbilt dey Kiosiias. Eine Spmbolik der Schnfung, 2 vols., Salebing 1968 Daniélou seftala a este propésita Ia obwa de René Guénon, determinada emers- imente por la idea dl senboka (How Gcheimunis der Geschichte, 144152: reflenko- ssusnbre este tema en 183-170, La seid yf plrolidad de lax regimes B ‘Voriadtsima diferenciacida'", Ante semejantes afirmaciones, for- ladas en actitud profética, cuya importancia humana y religio- ¢ absolutamente innegable, el tedlogo cristiano aparece como dogmitico inmovilista que no se desliga de su pretensién de te- sicmpre razin, independientemente de que la exprese al modo tos de los antigues apologetas o en la forma conciliadora Jos actuales tedlogos, que confirman sicmpre al interlocutor la cantidad de elementos cristianos que éste posee ya sin ser iente de ello. Asi y todo, si el tedlogo toma muy a pecho el ure de la religion, si est eonvencido de quel existianiseno, y no igidn indeterminada del espiritu, cs la religidn del futuro, se Iola u negelrprapenicad vo soe cua, basa + mis claramente el sentido de la historia de las religiones y ugar que ocupa cn clla el cristianismo, ugar det cristianisme en fa historia de las religiones La primera impresién que sc le impone al hombre, cuando en teria de religion comienza a mirar més alla de los limites de la . ¢8 la de un ilimitado pluralismo, la de una diversidad verda- te abrumadora, que hace que la cuestién acerea de la ver- parezca desde un principio como ilusoria, Sin embargo, ya se- anteriormente que ¢sa impresién no s¢ manticne por ‘tiempo, sino que pronte cede su puesto a otra: Ia de la idhen- coculta de los espacios religiosos, que se diferencian, si,en los bres ¥ en las imagenes externas, ;rero no en los grandes sim- Jos fundamentales y en lo que con ellos se quiere significar en ima término, Esta impresién es correcta en buena medida. Hay efecto un extenso espacio religioso en el que lo comin de Ia 11. CE. especialmente sus obras The Mind Pies of Lyi, 1926 (veri cast: pocorn Nod del vil, Mad EZ: Es Alot an Mews 1-254. Cf eumbida H. Kraemer; Religion umd cheislicher Glowbe, Glétingen [ias9. 96.134 ™ Fe verdad y tolerances experiencia espirituals (para hublar come Radhakrishnan) es miss decisive que la diferencia de las formas externas. De manern ex- pres o inconscientemmente, unt multitud de religiones se hallan en profunda comunicacién espiritual entre si, Ia cual se expresaba en cel mundo antiguo por Ia facilidad con que las figuras de dioses se intercambiaban entre una religién y otra, se atraducian» de wna re- ligion a otra, se identificaban como sinénimas: la diversidad de las religiones hace presentir aqui Ia diversidad de las lenguas, que pue- den traducirse unas a otras, porque todas ells s¢ relacionan con la misma estructura del pensar, Una sensicién parecida, aunque no completamente homogénea, se expresa cuando religiones asiticas Pucden existir al mismo tiempo entreverudas: cuando alguien, por ejemplo, cs a la vez budista y confucionista, budista y sintoista. Y asi, como vimos anteriormente, de la impresién de una per- focta pluralidad —Ia cual, por decitlo asi, constituye una primera eta- pa de la teflexion-, 9 nice oy wo een etapa fa ingresn de una identidad suprema, La modema filosofia de la religion esta <, El alee siento fe esta manera de ver ls cosas se efeerps claramente en el reciente cxba- 2a de una historta de bos dognas dewde una perspectiea evangélica: W. Bienert, Dewwenpeschichi, Stiga 1997, 27-115. Sobre tl iomade la helenimacien en ye ‘eer, cf 1. Drumm, Felienisterung. em LTBK® FV, 1407-1409, alli puede encom ae bce, Me posi rome epee ot edi de Gelli, ‘Lute-Bachmann, San Saador 19, 437-465, y que se observa también en diversos articulas pu- ‘icadon ef evi Fityw/hea, Dens 1977S 1h, Elencuentro entre ef pensamiento griego y la fe biblica no se 6 a cabo por primera vez on Ia Iglesia primitiva, sino que 5 lujo ya dentro del camino biblico mismo. Moisés y Platén, la ncia en los dioses y la critica ilustrada de los dioses, el ethas lowico y Ia instruccion ética procedente de la anaturalezan se iran ya dentro de la Biblia misma. FI brote definitive de la m en uni solo Dios durante el desticrro, el esfuerzo por una fundamentaciin del ethas tras el fracaso de la conexidin en- las acciones y las cosas que suceden (Job, diversos silmos, ), asi como Ia critica a los sacrificios de animales en el templo buisqueda de una comprensidn del cult y del sacrificio que s¢ mis a ls voluntad de Dios, fueron procesos en las que se pro- jo cl contacto entre los dos mundos, La traducciéa grieza del tiguo Testamento, la versién de los Sctenta, que fue Ia Biblia Nuevo Testamento, no debe considerarse —segiin sabemos hoy como una version helenizante de la Masara (del Antiguo Tes- 9 hebreo), sino que constituye una entidad de tradigidm ine Hependiente; los dos textos se hallan ante nosotros como testimo- hiios -cada uno.con su propio valor- del desarrollo de la fe biblica*. ‘in consecuencia. la Iglesia antigua desarrollé ulteriormente un en- ‘Buentro intercultural que se halla unclado en ¢l micleo mismo de la fe biblica. 2. Las grandes decisiones fandamentales de los antiguos conci- ios, que cristalizuron en los eredos o confesiones de fe, no tuercen la fe convirtiéndola en una tcoria filoséfica, sino que dan forma verbal a dos constantes esenciales de la fe blblica: propugnan el fealismo de la fe biblica y rechazan una imterpretacién puramente himbélica y mitologica; propugnan la racionalidad de la fe biblica, {que sebrepasa, si, lo propio de la razdn y de sus posibles wexpe- Fiencies, pero apelan, no obsianie, a la razén y se presentan con la exigencia de cnunciar la verdad: de abrir para el hombre el acceso 6. Es importante a este propdsito A. Schenker, J) Leriure saime suteiste en plese former simulans, ex: Literprorcie wells Bilas mela (Chiesa. Aiti del Simposio promoxso dalla Comgregazione per la dottrina deta Fe- de, Gatti del Vaticano 2001, 178-186. Soo dignas de lenerse en cuenta, en este con teruo, as refleniones de, Levinas sabre el bebewo como primera lengua yl gic vp como necuaria segunda nga lias ef pop, 3. hima, Die Toru spiicht die Sprache der Measchem, Paderborn 2Hi2, 28-15. « Fe, werlad y tolerancts al gemuino micleo de la realidad. Deseatia mostrar esto brevemnen- te-como he hecho ya con alguna frecuencia en tun ejemplo cen tral, en un solo vocablo puramente filosofico y ciertamente no bis blico, que fue intreducide en el gran Credo y que, por tanto, ha egado a ser el ejemplo cltsico de la «helenizacién» del cristianis- mo. Me refiero al enunciado de que Jesucrista es e! Hijo unigéni- tode Dios, homaousias con el Padre ~consubstancial con el Padre. Es bien sabido cémo se dispaté acerca de este érmino, cmo se buscaron atenuaciones, soluciones de avenencia ~por razones polis ‘ticas y buseando una mediacién entre posturas opuestas, y que= riendo salvar la paz en la Iglesia, pero al final se retuvo este tre mino precisamente como garantia de Ia fidelidad a la fe biblica’, {Se canoniza aqui una fllosofia extraiia a la fe? ;Se eleva una me- taflsicn a la categoria de dogma, una metafisica que precisamente pertenece a una sola cultura? Para responder a estas progumias, he~ mos de tener bien presente la cuestiéa de la que ¢e trataba, El Nue- vo Testamento hablaba de Jesiis como del Hijo de Dios. Ahora bien, de hijas de Dios y de hijos de los dioses hablaban también las religiones en cuyo mundo hizo inrupciéin la misién cristiana, ; Era Jesiis de Nazaret un hijo de Dios de osa indole? Se trataba, pot tanto, de una manera de hablar podticamente exagerada, «mitoki- ica», como la que es carriente quizits entre enamorados, que ab- solutizan para si a ln persona amada, pero sin situarla, claro esti, por encima de la realidad misma, y queriendo expresar tina mena decision? ;Se trataba de un lenguaje figurado, 0 qué clase de rea- lismo pretendia tener? De esta progunta desende la decisién acerca de lo cue es el cristianismo; acerca de si Jesibs se cuenta entre los Avataras, entre las miltiples formas de manifestacién de la Deidad en el mundo, de si el cristianismo es una variante religiosa entre otras, o de si hay aqui un realismo diferente. La palabra homoou- siog responde a esta pregunta: la palabra «Hijow no debe entender- se en sentido poético y slegérica (mitoligico, simbélica), sino en sentido plenamente realista. Jess ex realmente el Hijo; no se trate: sélo de una forma de hablar. Se defiende el realism de la fe bibli- 7. Cf. Ch. Kannengiosser, Momonusios, en: THK? V, 252s (com bsbliografla), M, Simenemi, Momoourias, en Dictionnaire encyclapesliqme da Christianisme am cen 1 11905 Hariacianes sabre fe religion y cultura ss e0, nada mais; se propugna la seriedad del suceso, del nuevo acon- ecer que llega desde fuera. En este «Es» resuena el «Yo soym de las pulabras escuchadas junto a la zarza ardiente (Ex 3, 14), cualquie- Tu que haya sido su sentido histérico original. «Yo soy» lo dijo Je- is més de una vez, expresando de esta manera el pleno realismo de la fe biblica: la formula, aparentemente tan avanzada, del Credo, ¢] homoausios, no hace sino decirnos sencillamente que hemos de tomar la Biblia al pie de Is letra; que la Biblia, en sus supremos ‘enunciados, debe entenderse literalmente y no en sentide pura- mente alegérico’, En su decisién, los Padres conciliares babian comprendide con mucha exactitud que la Biblia no pretendia in- jroducir simplemente una «ortopraxis. Su pretensisn ¢s mis ele- vada, Esta pretensién considera al hombre como capaz de la verdad y quiere confrontarta con la verdad misma, abrir para él la verdad, que en Jesueristo se halla ante los hombres como persona. Lo ca- racteristico de la Filosofia griewa era que no se contentaba con las religiones tradicionales ni con las imagenes del mito, sino que con oda seriedad planteaba la cuestin acerca de la verdad. Y yan cs- Je lugar podemos ver quizis el dedo de la Providencia: porque el encuentro entre la fe de la Biblia y la filosofia gricga fue verdade- ramen sprovidencial. Abeahin y Melquisedec Enel canon romano, la primera plegaria cucaristica del misal ‘que fue reformado por el papa Pablo V1 se dirige a Dios con la pe- ticién de que, «reconciliado y bandadosom, se digne mirar los do- nes de la Iglesia, como un dia miré los dones de su «justo siervo ‘Abels, el esacrificio de nuestra padre Abrahin» y «el don santo, el sacrificio puro de su sumo eacerdote Melquisedecs. Esta petician: habria suscitado Ins iras de Lutern y fue eriticada duramente en los citeulos del movimiento litirgico, que la considereron como una comprensidn errdnea del servicio cristiano a Dios, como una «re ccuida» en el Antiguo Testamento, en lo precristiana. La Iglesia an- & Mis detalladamemte puede encomrurse en 1. Ratzinger, Der Gott Jes ‘Christi. Miineben 1976, 70-76, as (Fe, wera y tolerancis tigua, cuya fe y oracidn se expresa en estc texto, pensaba de mane: ra diferente, Para ella no habia ruptura entre ¢l orar de los pueblos, cl orar de Israel y el orar de la Iglesia, Cicrtamente, la «navedads de 1o cristiano era una categoria fundamental de la fe eristiana: el Sefior habia traido lo verdiderumente nuevo, lo nuevo en absoluto, Pero eso nuevo estuve preparado, y la historia, a pesar de todos sus extruvios ¥ desonientaciones, iba camino de ello. Claro que habia que distinguir entre lo que conducia a Cristo y Jo que s¢ oponia a él. Habla que someter la totalidad a un proceso de purificacidn y Tenovaci6n, pero que no era destrucciGn y ruptura absoluta, sino re ‘novacidn ¥ santificacién. La fe aparece come crisis y criticn de la historia de la religiOn, pero no como su total negacién, La eracién Supra quae, de la que estin tomadas las anteriores citas, es, pues, un ejercicio de esta discriminaciin de espiritus, una interpretacion critica y al mismo tiempo positiva de los ¢aminos precristianos de la adoracién de Dios, La seleccion que se hace de los personajes ‘€3, en muchos aspectos, significative, Abel es el primer mértir: no maid, sino que se dejé matar y se convirtié, é1 mismo, en el «cor- derom, anticipando asi la suerte de Cristo, el verdadero Cordero Pascual, Abrahiin esti dispuesto a sacrificar a su inico hijo, Isaac, ¥ @eniregar asi su propio futuro, el contenido de la promesa; en lu- {Bar del hijo apareve el condero, el carnero -en miiltiples refracciones Ja luz de Cristo arvoja anticipadamente sus respkandores-. Melquise~ dec, el rey de Salem, sacerdote de EI Elyon ~el «Dios Altisimon— ofrece un sacrificio de pan y vino, Este misterioso personaje susci- t6 incesantes reflexiones cn cl judaismo primitive y en la Iglesia naciente; la Carta a Jos hebreos ve representado en él el sacerdocio de Jesucristo en contraste con el sacerdote aaronitico. Fijémonos en los dos predicados que se enuncian de él; sedek significa justi- cia, derecho; salem hace referencia a Jerusalén y cs una variante de shalom: paz. La justicia y la paz son sus notas caracteristicas. EL adora al «Dios Altisimoo; no-a cualquier dios, sino al Dios dinico, que esti por encima de los dioses. Ofrece en sacrificio no enima- les, sino los doney mis puros de la tierra: pan y vino, De nuiewo se ‘trasparenta Cristo de miiltiples maneras. Can razin los Padres de la Iglesia vieron «tipas» de Cristo en los tres personajes menciona- dos, Hoy dia se sucle censurar la tipologia como violencia ejercida ‘contra los textos, Es verdad que hubo también aplicaciones equi- Vamiactone notre fe, reign y ula a ‘Wocadas de la tipologia; pero su micleo justificado y su enunciade esencial aparece con gran claridad en este hagar precisamente: hay {uno linea contin en Ia historia de ta fe y de Ia adoracion de Dios, Hay correspondencias internas; hay desvios; pero existe también el fcarnino, que tiene una direceién; no se puede negar sencillamente Ja armonia interna con 1a figura de Jesucristo, con su mensaje y pon su ser, a pesur de lu diferencia de los contextes y riveles histo ricos. Precisamente aqui se hace bien visible el sentido correcto de Jo que se denomina «inclusivismom: no se trata de una absorcisn, construida a partir de wn postulado dogmiitico, que hiciera violen- tia al fenémeno, sino de una correspondencia a partir de lo inte- rior, de una correspondencia que podemes designar plenamente ‘como finalidad: Cristo, en esos personajes, se halla en camino en la historia, por decirlo con expresidn tomada de los Padres de la Iglesia Hay algo mis que debemos observar en esos personajes: Abel y Melquisedec son —segun la manera cliisica de hablar «gentiles», es decir, no pertenecen ditectamente a la particular historia de fe de Israel; Abrabiin es el patriarca de Istuel, nuestro padre, segiin bo Ia mia el canon de Ia teologia paulina, Llegar a ser cristiano significa entrar en la historia de la fe, iniciada con Abrahin, y recibirle asi ‘como padre. El sacrificio de Abrahn, al que se refiere la plegaria eucaristica denominada scanon romano», designa la transicién de los culias «gentilicos» al culto purificade de Israel, y con el sacri Feio del condero (que vinewla también a Abrahdn con Abel), se de signa la entrada en el culto cristiano, en cuyo centro se halla el ‘Cordero sacrificado (Ap 5, 6): Cristo, quien en la noche de la Pa- sidn $¢ entregé a Dios y nos reconcilia en su amor y nos atrae ha~ cia él, Poreso, en este texto se aborda toda la historia de la religidn, que conduce primeramente a Abrahin (Israel) y con ello hacia Cristo, y que es interpretada a partir de él; a partir de él, que nos concede graciosamente al mismo tiempo la norma para hacer las necesarias diferenciaciones, mis aim, que es, é| mist, esa norma. Aqui habri que rechazar otro malentendida de la peticidn Styprer quae: un malentendido que se deja sentir constantemente en la his toria, Cuando pedimos a Dios que se digne mirar desde lo alto, con mirada bondadosa y reconciliada, nuestros denes, eso no significa como pudiera pensarse—que nosotros comsideremos al Cristo si- = Fe, wend y taleramets crificado como tuna cosa que nosotros presentamos a Dios, a la ma: era en que se ofrece el sucrificio de un comer, pero sin que se pamos si esa ofrenda —Cristo~ va a ser agradable a Dios 0 n0. Tal interpretacién, en la que se podria eaer y se ha caido de hecho me- diante una lectura externa del texto, es completamente comraria a su ldgica interna, Lejos de eso, lo que se pide es que nosotros ten- gamos exuctamente los mismos sentimientos que tuvieran Abel, Abrahin ¢ Isaac y que, por tanto, nos Ileguemos a Cristo, nos aden- tremos en sus sentimientes, Ileguemos a unimos con él, 3 la mane ra en que Abel, Abrahn, Isaac y Melquiscdee fiseron tipos de Cris- to, 1a presencia anticipada del mismo en Ia historia. ¥ por tanto pedimos a Dios que la mirada de revonciliacién, que supremamen- ‘te fue dirigida y es dirigida siempre hacia Cristo, se pose también sobre nosotros, porque nos hemos unide nosotros mismos can los sentimientos de Cristo (Flp 2, 5). Melquisedec, en el relato del Antiguo Testamento, no aparece simplemente por si mismo, sino que Legamos a conocerlo tinica- mente por su encuentro con Abrahin. Abrahdin, al escuchar el Ila- mamiento de Dios, se separé de los dioses de 2s patria y se mantu- vo separado de los dioses canancos y de sus cultos. Sigue a «st Dios», al Dios que Ic llama. Pero se encuentra con Melquisedec, el rey que sirve como sacerdote al Dios Altisimo y que esti caracte- Fizado por los utributos de la justicia y de la paz, Abrahiin recono- ce el culto de ese rey como su propio eulto; adora a su Dios, reei- be bendicidn y le du «el diezmo de todos (Gn 14, 18-20), como se da Gnicamente a un sacerdote legitimno. Se produce un encuentro en la fe. Pero esto no significa que haya que tratar a las «religionese Coram pene ino, am oe sles Cab tetfonn dee on ese encuentro se mantiene ‘ecb diferencia. Ambas cosas fos las enseaia el canon romano: el contacio interno de las religio- nes y la nocesidad de establecer distincién entre clas, para lo cual lanomma ex Cristo, él Hijo del Dios Altisimo, el Rey de la justicia conviceidn de que el hombre, en su relackin con Dios, no se halla plenamente sin norma. En medio de todas las alicnaciones, es po- Sible pira él hombre un saber interno que puede mostrarle el cami- fio, Desde este punto de vista, pienso que cx especialmente instruc~ tiva la historia de Jonas. Jonds anuncia la destruceidn a la ciudad fecadora de Ninive. «Y los ninivitas creyeron en Dios, nos dice el lexto biblico (Jon 3, 5). Ninive era una ciudad pagana, una ciudad con muchos dieses, pero responden al Ilamamiento del profeta y brven en Dios; saben en lo mas intimo que Dios existe, el Dios tini- 0, y reconocen la vor de ese Dios en Ia predicacion del profeta ex- franjero. El pecado no hizo que 60 oxtinguiers en el corazin del hombre la capacidad pam conocer In vor del Dios tinico. Diferenciacién de bo cristiano Enel afio 1994-1 Departamento de relaciones interreligiosas del Consejo mundial de Iglesias y el Consejo pontificio para el dii- logo interreligioso iniciaron una reflexién comin sobre la woracién interreligiosas. Un primer estudio estuvo dedicado a una visiéin pa- nordmica de las experiencias religiosas adquiridas por diversas Iglesias acerca de este tema. Un segunda etapa, realizada en 1996, consistia en wna consulta efectuada en Bangalore (India), en La que participé un nikmero limitado de personas, procedentes de «diver sus tradiciones cristianasy, que habian reunido experiencia acerca de In orackén interreligiosa, Algunos tedlogos manifestaran sus ideas y sus opiniones. Todo el diilogo acu) con una edeclaracién inal (final statement): Fludings af an exploratory consultation on interretigious prayer? Finalmente, en 1997, un pequefio grupo de teblogos de diversas Iglesins cristianas, reunides en Bose (Italia), iboraron un documento sobre los fundamentos leoligicas dela ormeida i Mientras que el ia osina Bose -2 pesar de que pueden planteirsele numerosos interrogantes— debe considerarse coma un trabajo bien hecho, que contribuye a que las ideas progresen real- mente, el texto de Bangalore me causé una lamentable impresion de superficialidad y diletantismo, Aduciré tan silo un ejemplo. 49, Posificham Conciliom peo dialogo inter rligiones, Boletin #8 (1998/2) mae 10, Aeie., 237-240. La oraciin interreligiosa se justifica, entre otras cosas, mediatil te La categoria de ta hospitalidad (haspiility’). Bangalore nos dick 2 este propésito que la oracién interreligiosa no es sélo una res puesta a las exigeacias de cierias situaciones, sino que es umbién expresién de nuestra fidelidad al Evangelio mismo». Como prugs ba biblica se uduce Le 10, 7: Jesis mismo nos apremiaria a que re cibiérumos Ia hospitalidad de otros y les ofrecigtamos también nuestra hospitalidad. En este sentido, la hospitalidad no se limita. ria.a comer y beber, sina que se extenderis tambien a lo que es pres closo para nuestros vecinos: la oracién y el culte divino"’. Quien después de oir tales afirmaciones abra el Nuevo Testamemto y lea Le 10, 1-12, ta misidn de los setenta y das discipulos por Jews, 0 tendrii mis remedio que frotarse los ojos, leno de estupor ante se- mejante exégesis. Jesits encarga a los discipulos que anuncken a la _gente, por medio de la palabra y la accién (curaciones), Ia cercania

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