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Que se pare el mundo para que tu puedas or mi canto desesperado Desde de que era nia, la msica Latina ha hecho

un llamamiento a mi alma. Cuando tena once aos y empec a tomar clases del espaol, mi pasin por la msica era una de mis inspiraciones principales. La lnea anterior es de la cancin Oro Santo de Concha Buika, quien es uno de mis dolos, y representa un tema importante en la trayectoria educativa que he tomado en mi estudio del lenguaje y los otros sujetos tambin. Mis destrezas de la lectura y la escritura han refinado mi apreciacin por la msica, la historia y todo que est reflejada en la transculturizacin rica de nuestro pas y en mis viajes a otros pases, pero la que valoro ms, es la capacidad de comunicarme. Yo trabajo como tcnica de la farmacia y tambin me gustara asistir a la escuela de medicina despus de la universidad, y ser bilinge es indispensable. Con mi aptitud de comunicar, tengo esperanzas de trabajar con una poblacin que est frecuentemente ocultada, olvidada, y deshumanizada en nuestra cultura xenfoba. Entre los millones de inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos, hay gente que tiene miedo de buscar ayuda cuando lo necesitan, por la falta de los documentos. Mi mayor deseo para mi carrera es trabajar con las mujeres que estn oprimidas o que estn pasando por una crisis, y como mdica bilinge, ojal que pueda tratar, aconsejar, y hacer que mis pacientes se sientan seguras, especialmente aquellos que son vctimas del abuso. Con reminiscencia del canto desesperado cantado por Buika, yo veo la separacin y la segregacin entre las culturas como algo que puede prevenir la empata. Todos somos seres humanos, y a veces la nica cosa que est separando a dos individuos, es la ausencia de una lengua compartida. Mi viaje educacional en la Universidad de Loyola no solamente revela las complejidades de la biologa o como escribir ensayos analticos, pero me ha dado el regalo de la comunicacin, que crea oportunidades para servir y conectar con la gente que no tiene tantas oportunidades O como dice Isabel Allende, los que no tienen la palabra.

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