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Salvador Bayona_________________________________________________________________________
___________________________________________________ El restaurador y la madonnina della creazione
- ¡Excelente!. Imagino que ya habrá visto las cincuenta mil liras. Las he traído
para usted... para ustedes.
- Un donativo muy generoso –ironizó Gaviota, a quien, efectivamente, le
parecía una cantidad considerable-, muchas gracias.
- No es un donativo, sino un pago, o, mejor dicho, la primera parte de un
pago.
Gaviota debía reconocer que el príncipe sabía cómo despertar el interés de
su interlocutor, y aunque seguía ignorando sus intenciones, ahora estaba seguro
que desde aquel momento, la conversación transcurriría en clave empresarial.
- Le escucho
- ¡Perfecto!, pero, antes de eso, preferiría que esta reunión fuera lo más
privada posible. Si lo desea puede volver a atarme, pero no quisiera que lo
que tengo que decir fuera escuchado por más personas de las necesarias.
Con un rápido movimiento de mano Gaviota despejó la sala, de manera
que únicamente quedaron, además del príncipe y él mismo, Perséfone y
Steramov, su segundo.
- ¡Gracias! –prosiguió el príncipe cuando sintió que su petición había sido
atendida-. He venido para darles la posibilidad de que hagan algo
realmente importante por su causa, mucho más que emboscar viejos
carabinieri o reventar líneas de telégrafo, siempre y cuando, claro está,
estén ustedes interesados en afectar directamente a los proyectos
personales del propio Göring y conseguir fondos para su causa.
Ninguno de los presentes hizo ningún sonido, pero intercambiaron
explícitas miradas, incluido Gaviota, el cual había sabido ya a través de Perséfone
de sus intenciones, aunque le sorprendió el nivel al que se iba a producir la
traición.
- Interpretaré el silencio como afirmación –continuó el príncipe-. ¡Bien!, en la
noche del miércoles un camión alemán, guiado por un enviado de Göring y
sin escolta, saldrá de casa de Beppo Scarampa en dirección a Milán, desde
donde su cargamento será enviado por tren a un lugar secreto de
Alemania. Este camión debe ser detenido y quemado hasta las cenizas. Si
cumplen con éxito su misión recibirán doscientas mil liras, de las cuales
esas cincuenta mil son el primer pago.
- Demasiado evidente para ser verosímil –pensó Gaviota, quien estaba
obligado a sospechar argucias enemigas encaminadas a desactivar la
célula- y, al mismo tiempo, demasiado absurdo para tratarse de una treta.
Si alguien quisiera engañarnos, no intentaría hacernos creer que este nazi se
ha vuelto de repente contra los suyos, ni mucho menos arriesgaría su vida
en un plan tan descabellado.
- ¡Oh!, comprendo su suspicacia –prosiguió el príncipe, como si hubiera
tomado el hilo de sus pensamientos-. También yo la tendría. Pero tengo se
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