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LAS PULSACIONES DE LA ORALIDAD De cuenteros, escritores, encantamientos y otras variaciones La espera del siglo XXI Jerman Argueta* La oralidad es un hecho eminentemente comunicacional y nos da cuenta de la conciencia e identidad cultural de los pueblos sembrados sobre la tierra. ‘Jose MARIA. BUENAVENTURA + Antropsogo y narador de ientos Colectivo Memoria y Via Coidana, A © Oralidad y Cultura tecnol6gicas, la escritura nunca puede prescindir de Ia oralidad, mas bien con ella se reproduce y se dimensiona a otros horizontes del quehacer cultural. La expresion oral es capaz de existir, y casi siempre ha existido, sin ninguna es- critura en absoluto; empero, “nunca ha habido escritura sin oralidad”, diria Wal- ter J. Ong, uno de los primeros estudiosos del tema. Lo que si es cierto, es que a pesar de las raices orales de toda la articu- lacién verbal, el anilisis cientifico, hasta ahora, se ha’ preocupado de Ia oralidad ‘como un fenémeno muy parcial de la vida humana, ‘Vale la pena resaltar que este nuevo abordamiento de Ia oralidad, dentro de las sociedades donde Ia imagen visual se hace preponderante, ha abierto caminos para que los comunicélogos, politicos, so- idlogos, periodistas, linguistas, sicdlogos, antropélogos, maestros, artistas y promo- tores culturales busquen nuevas formas y nuevas perspectivas para observar nues- tra realidad. Los lindes del pasado, presente y porvenir La oralidad cuando se expresa tiene su publico, su mercado lingistico. Pero en tun sentido mis amplio podemos decir que el ser humano esté condenado a vivir, en mayor 0 menor medida, en las voces del silencio y en Ia esfera acistica del lenguaje. ZY por qué esta aseveracion reflexiva? Porque el hombre vive mis el pasado y el futuro que el presente. Y en estas dos fronteras su mente esta pronta para sumergirse en el lenguaje. El presen- te es efimero, solo un parpadeo; el pasado tiene mas tiempo real vivido; el futuro tiene un tiempo imaginario infinito. El presente volatiza a veces sin percibirlo, EI pasado se reconstruye con los eslabo- nes al alcance de la palabra que rememo- ray reinventa. El futuro, también se teje como ciclos que vienen para convivios sociales y festivos; son los proyectos y las sorpresas por vivir. El pasado y el futuro son los tiempos en el que el ser humano habla y piensa, y en ellos se ocupa y reflexiona, especula, teoriza, suefia, desea, teme, sufre y, en todo esto fluye, de manera lenta, el verbo, la oralidad toda. El ser humano conoce poco de su pa- sado, por eso crea los mitos origen, la oralidad por excelencia. Estos mitos se han construido con la palabra que se transmite de generacién en generacién. EL mito se cristaliza con la vor que corre. Los dioses de todas las culturas legaron —perseverando— con la oralidad de los chamanes, profetas, iluminados y elegidos que corrieron Ia voz: es el len- guaje del ritual, de la reverencia y lo imaginario. Ya hemos dicho que la oralidad tiene que ver con el poder expresivo y comuni- cacional de Ja palabra hablada, la conver- iana, lo estético. Tiene que ver con el narrador de hechos y sucesos con- temporsineos, chistes, anécdotas, pero hoy debemos ir por Ia estafeta del estudio profundo que nos podré llevar, entre otros temas, a las razones de Ia perseverancia y terquedad de los pueblos que sufrieron un coloniaje por defender sus tradiciones y reivindicar su lengua de origen como una forma de identidad. Hoy, Natalio Hernan- dez, nuevo tlacuilo, escritor en lengua indigena, habla sobre eso: Pienso que nuestros pueblos han preservado y defendido su palabra de todos los embates de la castellanizaci6n que han sufrido desde Ta Golonia hasta nuestros dias, La familia y Ja comunidad ha sido los espacios sociales y naturales en donde sobrevivi6 nuestra pala bra cerca de 500 afios... Nuestras lenguas se deterioraron pero no se extinguieron... Es wW Los oradores profesionates buscan memorizar sus textos de oratoria; el narrador oral no, porque aun cuando retiene en su memoria lo fundamental del relato, cuando cuenta, fas imagenes se bifurcan por la relacion de intercambio comunica ional que ‘mantione ‘con of piiblico 12 Todos los pueblos han tenido sus cuenteros. Elfos han sido impres- cindibles para transmitir la real y fantistica de sus comunidades por eso que dignificarla ha significado, para muchos de nosotros, como volver hablar. ) La oralidad secundaria y otros gozos ‘También debemos hablar de la oralidad secundaria, que se refiere, dirfa el mismo Walter J. Ong, a la presencia y accién de los medios de comunicaci6n (radio, cine, video, televisin). Este tipo de oralidad secundaria, de igual forma, nos lleva a los profesionistas —aqui estarian muchos lo- cutores, oradores, declamadores— que responden més a la escritura, al signo escrito; en él se basan para reproducir el Jenguaje. Esta situaci6n de Ia escritura aunada a Ia presencia de los medios elec trénicos que utilizan la palabra nos llevan de manera constante a la oralidad secun- daria, Hoy muchas de las comunidades, antes rec6nditas y perdidas entre la natu raleza, estén siendo conectadas por los medios de comunicacién; la oralidad se- ‘cundaria cambia usos y costumbres cultu- rales en los pueblos de todos los conti- nentes. Por otro lado hay que agregar que Ia palabra est presente, de una u otra for- ma, en la vida humana. Se puede prescin- dir de muchas cosas en nuestra cotidiani dad y nuestros goz0s lidicos, pero no del acto donde esti presente el lenguaje. Las ciencias sociales y humanas no pueden prescindir en su investigacién, ejercicio y exposicién—, del lenguaje humano. Asi vemos que la oralidad se encuentra pre- sente y se asocia con rituales magicos, con miisica y canto, con artes escénicas, con el ocio y el juego, con carnavales, fiestas Y reuniones, con ceremonias mortuorias, religiosas, con el trabajo y la vida cotidia- na, La oralidad aparece en actos humanos que vale 1a pena sospechar de ellos, para atenderlos; en el flirteo, Ia sensualidad y en el acto amoroso. Aqui no podemos dejar escapar al sueito y el cavilar silen- closo. La gente utiliza su lenguaje en el Oralidad y Cultura transcurrir de su pensamiento: es una plitica consigo mismo. La soledad es el mondlogo para enfrentar externamente Ja vida © aislarse de ella. Pero vayamos a otro tema. ‘Una revaloracién cultural de Ia oralidad Si, mucha gente cuenta en el planeta, y cuentan mas en los lugares donde la palabra es raiz y fantasia para contarla. Son las venas abiertas, parafraseando a Eduardo Galeano, que muestran los mun- dos reales y encantados que resisten en nuestras culturas, no quieren desapare- cer. Son los pueblos que no se pueden sustraer de la cultura magica que cultivan. Esta es una invitacin a la aventura del espiritu que hay que seguir explorando en el siglo xxi Pero vayamos a Ia palabra sin rego- deos. Actualmente en los paises de habla hispana, grupos de narradores ora les —cuenteros, cuentacuentos, mentiro- sos, juglares, narradores orales escéni cos~ fortalecen y enriquecen Ia memoria colectiva. Han realizado festivales nacio- nales, iberoamericanos e internacionales en Venezuela, Colombia, Cuba, Islas Ca- narias, Espana, Argentina, México. Los narradores orales quieren contar, ser voz, hablar de sus rafces milenarias y de su tradici6n oral y eserita: ellos son palabra viva abriendo surcos en lo real y lo imaginario. No quieren ser silencio y olvido, En América, estos profesionales del ar- te de Ia palabra, y muchos investigadores, han vuelto Ia mirada a nuestras tradicio- nes milenarias, a la cultura popular con todo su marasmo fantistico, picaresco, sensual. Han vuelto la mirada al pasado leno de memoria; esencia de nuestra identidad cultural No hay duda dé“que los multiples labe- rintos del lenguaje vuelven una vez mas por sus fueros, asumiendo de nuevo, en Oratidad y Cultura varios paises, el sitio privilegiado que le corresponde. Si, en las puertas del nuevo milenio estamos viviendo una revalors. ci6n cultural de la oralidad, Estos tiempos nos obligan a prepa: rarnos, por otro lado, para apreciar el significado del lenguaje hablado frente al signo escrito y el mundo de Ia televisién, la radio, los videos y toda la densidad de Ia iconosfera de la imagen. En este inten- to, el de la revaloracion del lenguaje, se hallan los narradores orales que cuentan sucesos, mitos, leyendas y cuentos en varias partes del mundo. Los narradores de cuentos Nadie puede negar el encanto de los cuentos. La gente ha cambiado su forma de vida cuando les han contado relatos, leyendas, mitos, anécdotas. Los cuentos hacen como una seduccién magica y al calor de la fogata, en la sobremesa 0 en cualquier foro, crece el ritual de la pala- bra prodigiosa, Ante esto uno puede especular y pen- sar: jqué seria del ser humano si los relatos y los cuentos no existieran? :Qué harfan las sefloras, los sefiores, los nifios, os j6venes y los viejos sin’ lo fantds- tico y lo maravilloso de lo imaginario? 10 solo es una especulacién porque, afortunadamente, la oralidad en un hecho social. Y por mucho que la gente esté conectada o enajenada con la televisié tiene que intercambiar ideas, sucesos, re- latos, imagenes, en fin, tiene mucho qué contar. La lucha con los medios audiovisuales =los que aislan al hombre del hombre mismo es dura. Pero el deseo de comu- rnicar, despertando 1a imaginerfa, se afe- ra para cubrir los vacios de la vida, Solo a palabra y la significaci6n de los cuentos. es capaz de Menarla Muchos escritores saben de esto y son adoradores de la vieja voz que escucha- ron y que se anidé en su memoria. Histo- 13 rias, anécdotas, sucesos, leyendas, mitos, consejas y refranes son parte imprescin- dible de su equipaje. Varios cultivaron dos oficios: el de es- critores ~en la soledad de las hojas blan- cas—, y el de narradores orales. Dos cami- nos: uno exeluye a la gente para que brote la palabra escrita, y el otro suma y une a través de palabra viva. Por ejemplo, a Octavio Paz le place rememorar los relatos escuchados en su nifiez. Varias veces se le ha esc chado hablar de su casa —la del viejo barrio de Mixcoac— con jardin y una hermosa higuera. Y desde ese Arbol, con sus hojas de manos extendidas, comen- ta que podia tocar todo el universo. ¥ ahi, en esa casa entrafable, recibia los testimonios amenos y pasionales de fami- liares: el abuelo hablaba de las vicisi- tudes del porfiriato; su padre le hacia volar Ia imaginaci6n con los sticesos de la Revolucion Mexicana; y “el mantel olia a pélvora”, Con el poeta de Libertad bajo palabra, hay que deslizar la certidumbre: no hay que darle campo al olvido porque mata las alegrias, las nostalgias y las faseinacio- nes antiguas. Juan Rulfo, por otro lado, levanta sus vuelos mis alld de la celebridad como literato, y desnuda sus historias y andares por las tierras jaliscienses y muestra la querencia que le tenia a su tio Celerino, a quien recuerda como un buen bebedor de vino, pero sobre todo, como el que le sembr6 la pasién por lo magico y sobre natural del campo mexicano. Al tio lo record6 siempre con un pro- fundo carifio: “siempre que ibamos del pueblo a su casa o de su casa al rancho que tenia, él me iba platicando historias. Y no solo iba a titular los cuentos de £7 ano en llamas como los Cuentos del tio Gelerino, sino que dejé de escribir el dia que se murié*. Cuando la muerte Hega, se revalora al que se va, y mas si éste deja sus gratas ocurrencias ¢ invenciones fantistieas en la estructura creacional del lenguaje, diria el socidlogo frances Gilbert Durand, nos Weva aun sardin de Jas imagenes En la epoca anterior ata imprenta, el adiestra- miento de la era de extraordina. ria importancia 14 Jas mentes abiertas y receptivas del nifio © adolescente. Juan Rulfo encontré una enorme veta para escribir lo que le plat caba el tio: “era muy mentiroso... lo que ‘me dijo eran puras mentiras” Con Rulfo confirmamos que los menti- rosos no hacen dafio cuando sus relatos no llevan mala fe 0 dolo, sino que son los encargados de ennoblecer el cosmos que nos rodea y encantar a la gente que los escuchi/ Los escritores consagrados siempre re gresaran a revalorar lo que les contaron, Varios de ellos evocan con avidez su vida de nifios entre las calles, casas nuevas y Viejas, charcos y sorpresas que salian de Ia boca de los adultos y de los viejos. Jairo Botero, narrador oral eseénico colombiano, comenta lo que él y sus paisanos valoran y aprecian de Gabriel Garefa Marquez Mira hermano, cuando nuestro paisano rec bié el Premio Nobel de Literatura dijo: “Yo cuento fo que mi padre y mi abuelo me contaron que fue Ia historia de nuestros Pueblos"... A Gabriel lo consideramos el ‘entero mayor, porque para nosotros es un cuentero, Antes que escritor es un conversa dor. Es una persona que surge y viene de tuna extraction pobre, de una familia nume- rosa que lo llené de historias Lo que hace el autor de Ciew aos de ‘Soledad, es desarrollar todo el proceso de la ‘imaginacion, de esa oralidad que esta latien do en todos los pueblos de América... Por 650 lo queremos; aunque viva mas con uste- des en México, La madre de todas las musas En la €poca anterior a Ia imprenta, el adiestramiento de la memoria era de extraordinaria importancia, La organiza. cin de las imagenes hubo de involu. crar ala mente como un todo. En esos tiempos de Ia humanidad, sin auxiliarles tecnolégicos y electrénicos, se desarro. Oralidad y Cultura laron muy diversas téenicas para memo- rizar. Los archivos se refugiaban en la mente. Mnemosyne la memoria~, decfan los sriegos, es Ia madre de todas las musas: se le veneraba por su gran apoyo a la creatividad. Ellos, inventores de muchas artes, también crearon el arte de impri. mir en la mente lugares © imagenes contemporineas a su época (Frances A Yates, El arte de la memoria) Aunque vale la inquietud resaltar que antes del signo escrituristico, los mitos cosmogénicos exigian un buen adiestra. miento de la recordaci6n: Io que no era sélo privilegio de la antigua Grecia, sino de todas las culturas que han vivido, sin exclusiOn, sus etapas primarias en la ora- lidad. Asi, la historia de la educacién de esta facultad humana sigue siendo una priori- dad, y mas en este fin de milenio donde la gente vive prolongadas vacaciones en el olvido, sin identidad de raiz Por eso, al narrador oral de todos los tiempos siempre le ha interesado 1a me- moria, De ella se sirve, pero va mas alli de sus limites y la trasciende en lo magico de la imaginacion, s oradores profesionales buscan me- mMorizar sus textos de oratoria; el narrador oral no, porque aun cuando retiene en su memoria lo fundamental del relato, cuan- do cuenta, las imagenes se bifurcan’por la relacién de intercambio comunicacional que mantiene con el publico. Un cuento narrado se convierte en tantos cuentos como piiblico haya: cada quien imagina su cuento con sus aromas, colores, personae jes, sensaciones. Aqui diria el poeta y dramaturgo Francisco Garzén Céspedes: La narracion oral es un acto de comuni- caci6n, con el puiblico y no para el puiblico, inicia un proceso de interaccién en el cual cemite un mensaje y recibe respuesta, por lo que no slo informa sino que comunica, Pues influye y es influido de inmet el instante mismo de narrar. Oralidad y Cultura Desde los viejos tiempos Todos Jos pueblos han tenido sus cuente- ros. Ellos han sido imprescindibles para transmitir la memoria real y fantastica de sus comunidades. Nadie se puede imagi- nar el surgimiento de todas las culturas sin sus narradores orales; sustento de Ia vida y de la relacién arménica con la naturaleza, protectores de los lugares san- tos y preservadores de Ia voz de los viejos y de los dioses. Hoy, como arte contem- pordneo, son los que guardan la memoria, fomentan Ia lectura y han Ilevado este arte al plano de Ja escena artistica, El oficio mas viejo del mundo Ser un narrador de cuentos es tener el fuego de Prometeo en las manos y sem- brarlo en las aguas cristalinas de los rios y los mares encrestados con chaneques y Sirenas. Es viajar dentro de un torbellino de polvos cerquita del Paricutin; es encon- trar sapos en el camino que saltan para dar besos en los labios de Ia doncella no tan doncella; es recordar que Caperucita fue seducida y devorada por el lobo; es arrancar los alientos a las huellas de los viejos que descansan en el camino, a la espera de que el sortilegio una a los hombres muertos a la vida viva. Si, de la voz de los cuenteros sale el canto del caracol para hacer danzar a duendes, demonios, santos, locas, podero- 50s, y ninfas. Si, de la voz de los cuenteros surge el conjuro que desaparece el espiri: tu del mundo moderno; tan racional que Hama irracional a los relatos sobrenatura- les y fantastico, En este fin de siglo, el cuentero es uno de los mas nobles seres de este pedacito de tierra redonda suspendida en el gran universo: es el contempordneo dador de Ia vida, Bajo su imagineria, deposita ante la mirada de todos los lugares mas remo- tos y recénditos del planeta; es un ser maravilloso que regala encantamiento y 15 magia por la voz y la mirada. Es el que nos lleva a los viajes infinitos y no pide visas ni pasaporte y menos sabe de fron- teras porque sus cuentos e historias tras- cienden las lineas imaginarias que ponen los hombres para separarse. Ellos son la fiesta de la palabra convo- cando todos los tiempos por los lenguajes de todo su cuerpo. Son los hombres del ritual y a su alrededor brota el primer arte escénico (antes que el teatro, la danza, la pantomima) que los une. Es el primer arte escénico —origen— que se desenvuelve solo y en contacto intimo con sus escena- rios congénitos o circunstancialés, ] Vivir vidas distintas Mario Vargas Llosa el polémico escritor peruano— es una de las personas maravi- Iladas por el contador de historias, y comenta en un articulo escrito hace varios meses en Londres y reproducido en va- ios periddicos de América: ‘Tan anti cl lenguaje debe ser esta propension, la de contar y escuchar cuentos, que en todas las culturas aparece y todas colorea con un matiz propio. Se trata de una necesidad antes que de una mera diversin. Una necesidad que tiene que ver, sin duda, ccon La mas humana (y 1a mas imposible) de las vocaciones: la de salir de si mismo y de la realidad como la de vivir vidas distintas a la propia. Gracias a los dioses, el oficio mas viejo del mundo subsiste aunque sea con la mirada recelosa de los managers masifi- cadores de imagenes y malos programas televisivos Tiempos de penitencia. Vivimos una objetivizacién’” del espiritu que asola las relaciones humanas. El hombre ha queda- do seducido a mero receptor de image- nes. Vive cautivo bajo el slogan de que se vale por lo que se consume materialmen- te y responde a los estimulos de la mare- La oralidad pulsa et presente y él porvenir, ‘nos traslada, bajo la sospecha de Ja remem- branza, la pasado bueno senalar, que sélo la palabra, la palabra que viene det fondo de ta verdad, es la que garantiza la cohesion de los grupos sociales y comunitarios 16 jada informativa de los medios de comu- nicaci6n, Esto es lo irracional de la men- lad occidental; la que se aleja del espiritu creativo por un espiritu cautivo, En el camino llevan los fardos de su pesar, se estin quedando solos. No se puede seguir /iguidando, de manera im- pune, los relatos antiguos y maravillosos que nacieron en su tierra, El patrimonio de lo imaginario La estructura creacional del lenguaje, di- ria el sociélogo francés Gilbert Durand, nos lleva a un jardin de las imagenes. Ir, con esta perspectiva, en busca de un inventario de lo imaginario en nuestras rafces de varias nacionalidades, es una labor ardua pero necesaria. Buscar esos grandes conjuntos plurales de imigenes en constelaciones, en enjambres cosmol6- gicos, en poemas o en mitos, permite encontrar libertades en el espiritu huma- ‘no. Lo imaginario es, pues, ese conjunto de imagenes y de relaciones de imagenes que constituye el capital del homo sa- ‘Piens y se nos aparece como el gran denominador donde se sittian todos los procedimientos de la mente humana Cuando escuchamos hablar de Ia leyen- da de la Llorona que camina por montes, calles, vecindades y pueblos sabemos que es parte de nuestra cultura, Mitos, leyen- das, sucesos, historias de muertos y apa recidos son parte de un patrimonio que no quiere desaparecer. Una penitencia que heredamos La mentalidad occidental también ha sido la mentalidad colonizadora y quiere se- guir domefiando lo imaginario en los Continentes ajenos al suyo. No somos pesimistas, pero vale la pena sefalar que en todas las naciones se han enquistado los imitadores y subditos de las ideas vacuas del “progreso y civilizacién” occi- Oralidad y Cultura dental. En el pecado se lleva la penitencia: ellos son entes que no se reconocen en sus raices milenarias. Son fragiles porque no tienen memoria de sus culturas ances- trales Los relatos en los tiempos Varios cuentos que se transmiten de gene- raciGn en generacion son vestigios vivien: tes de un pensamiento del que parecemos muy alejados, pero no; esos vestigios ora- les nos transportan al reino de la fantasia, ‘nos conectan al mundo fluido de mentali- dades ancestrales y nos introducen al am. biente de seres extraordinarios que s6lo son posibles en esos mundos. La narracién oral ha actualizado los “fantasmas universales”. Bs una invitacion a la aventura del espiritu. que constituye la comprensién, sin prejuicios, del deam: bular existencial individual y colectivo. En ella hay un interés por el canto, el grito, la queja de los nombres y los conjuntos sociales de lo imaginario. Gon Jacques Le Goff podemos decir que en los Felatos maravillosos, lo maravilloso no es evasién sino realizacién. Mas allé del placer, de la curiosidad, de todas las emociones que nos procuran las narracio- nes, los relatos, los cuentos y las leyendas; mas alli de In’ necesidad de distraccién, de olvido, de vivir sensaciones agradables y misteriosas, el fin real del viaje de los relatos, de este viaje maravilloso, es una exploracion mas completa de la reali: dad. Si, de nuestra realidad, la que se construye més del pasado que del presen- te, La que se construye mas en el imagi- nario de cada ser humano. hoy, si usted se encuentra con un narrador oral —lkimese cuentero, cuenta: cuentos, narrador oral escénico, trovador, ‘mentiroso, merolico, juglar—, déjese sedu- cir con sus cuentos, con esa gran esperan- za de reencantar nuestro universo. Le aseguramos que no se refugiara en la ignorancia sino aumentara su saber. Oralidad y Cultura Y para que lo agrio Ia hiel ya soledad no se nos vaya al fondo del corazén: zqué ntos prefiere? ‘Sobrenaturales, eroti cos, de humor 0 fantisticos? Cusiquiera Ie hara reconocer que el mundo nece: sila respirar mas suefios, fantasia, sen sualidad, libertad y cuentos. Compart Ia vida con los que revaloran y engrand cen el oficio mis viejo del mundo: los cuenteros. Hoy, para terminar, muchas cosas se le han escapado de las manos al homo sapiens; como la televisi6n, diria el inves: tigador espaol Jestis Gonzalez, que ha audquirido su propia logica interna y ha terminado por escapar al control de su creador. Al homo sapiens, también se le esta escapando la vida en una individualidad inducida y la violencia como especticulo cotidiano. Y si la oralidad pulsa el presente y ef futuro y promueve y motiva el encuen- tro con el pasado, entonces hay que dar ios In oportunidad de reencontrarnos, con ella, con su significacion real y sim- bolica La oralidad puede ser una buena post bilidad de convivencia con los otros y de alejarnos de las penitencias de fin de milenio, Esta es la espera del siglo xx Bibliografia Barthes, Roland, Lo obvto y' fo obtuso, Ima- igenes, gestos, voces, Ed, Paidés, Barcelona, 1992 Durand, Gilbert, Las estructuras antropoldgi ‘cas de lo imaginario, bd. Taurus, Madrid, 1981 Jankéleviteh, Vad rrimiento, lo serio, Bd 1989. Goff, Jacques, Lo maravilioso y lo cotidia: no en ef oecidente medieval, Kd. Gedisa, pie, La aventura, ef abu ‘Taurus, Madrid, 2, Unesco, 1990. Walter J., Oralidad y literatura, yt Mexico, 1987, Paz, Octavio, Conjunciones » disyunciones, Pex, Mexico, Rulfo, Juan, “Los libros tienen Ia palabra’, en Gaceta, nim. 16, Gonaculta, México, 1992. Vargas Llosa, Mario, “Erase una vez", en unomisia9, México, 1991. Yates, Frances A., Farle de la memoria, Fd Tanrus, Madrid, 1974 la narracion oral ha actualizado fos sfantasmas tiniversales

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