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De pronto tengo ganas de escribir otra vez… esto me da qué pensar.

He pasado un
período de oscuridad que casi se me hacía eterno. Dicen algunos, los que propagan las
leyendas urbanas, que los períodos de crisis pueden constituir oportunidades para la
creación. No lo pongo en duda, pero en mi caso particular, la experiencia de la crisis se
convirtió en un largo y tortuoso túnel dentro del cual no era capaz de ver el final. Llegué
a experimentar momentos en los cuales, comprendí a mi desaparecido amigo de la
infancia Ernesto y esa intuición tan tremendamente dolorosa me resultaba insoportable.
El que yo esté al fin saliendo de este túnel lo evidencia el hecho no menos importante,
de que tenga deseos de bailar y de escribir. Dos actividades vitales para mi felicidad.
Y pensando en ello, de pronto recordé también a Sinué; siempre recuerdo los últimos
momentos de la Tercera Historia, a Zoé, a Esperantia y por supuesto, siempre recuerdo
a Nembrod; pero Sinué era entonces un personaje oscuro y terrible para mí, no porque
fuera un mal personaje ni un “personaje malo”, sino porque el sufrimiento que describe
su paso por la Tercera Historia me resultaba por momentos, al menos de modo
semejante, como este largo y oscuro túnel por el que yo misma he transitado. Recuerdo
que Erianor la encontró durante su peregrinaje al interior oscuro del Castillo de Gilga
junto a Elhorai, en los terribles tiempos de Iuga. Entonces ya mi precioso elfo de
cabellos de oro se asemejaba a un demonio, pero su corazón la contempló con una
compasión sin límite y sintió el dolor que ella estaba sintiendo. Quiso salvarla, pero en
lo profundo de sí mismo sabía que por sí sólo él no podría hacer nada por ella. El canto
para Sinué (página 165 de la Tercera Historia), es un lamento por todas esas mujeres
que a lo largo de la historia del mundo sufrieron en carne propia la crueldad de los
hombres, el demonio que habitaba en ellos; las que constituyeron el recipiente sobre el
cual se vertió todo el odio y el miedo que los hombres han sentido hacia lo femenino.
La quema de las brujas.
Por todas esas mujeres cuyos hechizos de amor ayudaron al mundo y cuyos cuerpos
nobles fueron inmolados en el fuego inquisidor, yo me acerqué a Sinué; porque sólo una
mujer puede comprender a otra como ella. O un hombre con un corazón inmenso, como
Erianor.
Y pensar que Sinué fue amada de Apolo y que el dios vidente perdió su visión y no fue
capaz de ver cuánto ella estaba sufriendo, así tampoco pudo hacer nada por ella. Si bien
Esperantia abriga en su esencia el tierno candor de Psique y la profunda sabiduría de
Perséfone, es Sinué el personaje femenino que con más fuerza se acerca a la naturaleza
subterránea y oscura de la diosa del submundo. Siempre me ha gustado contemplar los
trabajos de mis personajes desde la perspectiva del Viaje del Héroe, la gesta heroica de
Nembrod tiene múltiples connotaciones del héroe Edipo, la pérdida y recuperación y
nueva pérdida trágica del objeto de su amor, la figura materna: Savhanna-Esperantia.
Pero lo trágico de Sinué nos arrastra hacia territorios ignotos que pocas veces la mente
humana ha logrado alcanzar, porque son precisamente los territorios del terror más puro
y también de la más elevada pureza.
En griego antiguo el nombre de Perséfone significa la que lleva la muerte. Para los
griegos la Persephoneia de Homero era la terrible reina de los muertos, la Reina de
Hierro de Odiseo. Es en la Tercera Historia la figura análoga de la terrible Psylobia, el
néctar de la muerte que los hombres de Arcana llaman la consorte de los moribundos.
Aunque en la historia se da también el rapto de Sinué, no hay un regreso, no existe la
regeneración de la naturaleza, puesto que Sinué baja a los infiernos pero no retornar, y
salva de ese modo, el destino de sus hermanas y de toda la tierra Arcana.
La Muerte representa transformación, el arquetipo de la diosa estaba vinculado al
cambio de las estaciones, y curiosamente, en la Tercera Historia, al morir Sinué, los
campos yermos de Galacia vuelven a reverdecer, de la tierra vuelve a brotar la vida, a
pesar de que ella ya no está presente. Su muerte representa también la forma del rapto,
que es el movimiento crucial en el mito de la diosa, salvo que en la Tercera Historia,
este segundo rapto parece una enajenación, un salto a la locura, parecido en intensidad a
la muerte del héroe aqueo Ayax, primo de Aquiles. La cordura de Sinué es raptada por
la Diosa que en la trilogía representa a Balá-Balám, otra traslación posible de Perséfone,
como reina de los muertos. Y viceversa, Perséfone como otro aspecto de la Diosa o
Gran Madre.

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