Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
- Sí, G., los he visto una que otra vez; no porque las otras veces no hayan
estado, no lo sé, sino porque una que otra vez he pasado.
Los dos chavalos habían salido de casa, a jugar habían dicho. Entre rincón y
recoveco pasaron algunas horas. Horas para nosotros, eternidad o efímeros
segundos para ellos, el tiempo y el espacio se contraen, o al revés, según
determinadas circunstancias y según los seres que los viven. Encontraron
hormigas, hojas, piedrecitas, palitos, pequeñas plantas, aquí y ahí, un mundo
aquí, otro ahí, una hormiga, una hoja, un planeta, una galaxia. Así pasaron su
tiempo, cerca de 6 horas, en tiempo de adultos. Seis horas en ese aquí y ahí.
Descubriendo el universo, descubriendo que hay tantos mundos como seres,
inertes o vivos. Jugando con el mundo, que es único y es varios.
- Quiero saber por qué, según hemos visto, siempre están esos dos
entecitos puestos ahí, tal y como si un obscuro pensamiento los haya
colocado en ese punto.
- En El Punto, G. Porque no es cualquier punto. Es El Punto.
- Sí, A., El Punto.
Llegaron a aquel lugar, les importó poco qué podían pensar los seres adultos
llamados p. y m., porque, por sus cabezas, no pasa más que aquella manada
de sensaciones que los impulsan hacia el descubrimiento, hacia un mundo que
los abraza de la manera más precisa.
- Oye, g., me dio miedo la sombra 2006n, ésa se escapó junto con un
consejo: haz a los demás lo que quieres que hagan contigo.