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La Edad de Oro
Antes ocurra diferentemente,
pero hoy va todo de mal en peor.
Antes, en los tiempos de nuestros mayores,
en aquellos das que ya transcurrieron
(segn el relato expuesto en el libro*
por el cual sabemos lo que suceda)
los amores eran bellos y leales,
sin codicia alguna y sin inters,
y la vida as era placentera.
Cierto que no haba tanta exquisitez
ni en cuanto al vestir ni en cuanto al comer:
solan comer algunas bellotas
en lugar de pan, de carne o de pescado,
y tambin cogan por aquellos bosques,
por aquellos valles, montes y llanuras,
manzanas y peras, nueces y castaas,
moras y membrillos, y tambin ciruelas,
frambuesas y fresas y bayas de espino,
habas y guisantes y otras muchas clases
de frutas y tallos, races y hierbas.
Molan el trigo para hacer harina
y hacan tambin cosecha de uva,
pero sin pasarla por lagar ni cuba.
La miel discurra por el roble abajo,
que tomar podan en gran abundancia;
saciaban su sed con agua tan slo,
sin echar en falta ms exquisiteces,
ya que ni siquiera saban del vino.
Entonces la tierra no estaba labrada,
sino que se hallaba cual Dios la cre,
la cual ofreca sin labor alguna
comida bastante para todo el mundo.
Tampoco pescaban salmones ni lucios.
Cubran sus cuerpos con cueros velludos,
y tambin hacan vestidos de lana,
la cual no tean con hierbas ni granos,
tal como vena de los animales.
Con gran cantidad de diversas plantas,
con hojas y palos y con muchas ramas
solan cubrir chozas y cabaas,
en cuyo interior cavaban el suelo,
y en cuevas y en troncos slidos y fuertes
y en huecos de robles buscaban refugio
al ver que vena algn vendaval
que les presagiaba una tempestad,
lugares en donde se hallaban seguros.
Llegada la noche, para descansar,
en lugar de camas solan poner
dentro de las chozas algunas gavillas
de hojas y yerbas y musgos suaves.
Y cuando llegaba un mejor oraje,
cuando ya el tiempo era bueno y apacible