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HACIA LOS CONCEPTOS DE LENGUA, DIALECTO Y HABLAS Se ha sefialado con frecuencia Jo imprecisas que son las denominaciones de lengua, dielecto, habla, Acaso, como en tantas cosas, nos dejamos llevar por tuna c6moda pereza que permite la comprensién sin descender a apurar los ma- tices, En las Iineas que siguen intento aclarar tres conceptos que —en alguna de sus manifestaciones— presentan Ifmites vagos 0, si se prefiere, imprecisamente diferenciados. Ya en 1912, V. de Lectin pretendis explicar las ideas de lengua, idioma y dialecto", Sin embargo, st trabajo resulté a todas Iuces inaceptable, Carecia de tuna base segura, ignoraba circunstancias histGricas de absoluta necesidad e in- ‘yolucraba hechos politicos —reales o en hipGtesis— con hechos lingitisticos. De ahi que, intentando rectificar @ 1a Academia, en muchos de sus conceptos no haya actuado més que como rémora del criterio oficial ‘Por mi parte, voy a desentenderme de todo lo que no sea especulacién basada ‘en hechos coneretos y, naturalmente, con un serio valor cientifico. Para ello, mi ‘punto de partida serd Ia terminologia definida por lingiistas solventes. Veremos hasta qué punto es suficiente. El primer concepto a delimitar es, precisamente, el de dialecto, Veamos lo que dicen tres diccionarios de terminologia lingistica, redactados en sendas len- jguas roménicas: el francés de Marouzeau (2° ed., 1945; 3 ed., 1951), el es- pafiol de Lézaro (1953) y el portugués de Mattos Cémara (1956). Los dos pri meros intentan una explicacién de tipo diact6nico («forme particulitre prise par tune langue dans un domaine donné»)*, mientras que el investigador brasilenio 7 Bl Lenguaje. Revista de Filologia, Madd, 1 (1912), pp. 1-16, 37.40 y 85.95 cee ete valiosn —y ullldma-— obra de Lézaro Carteter traduce la, definicign de Mase He agit Ta eterencia biblografica de las ediciones que manejo: |; ManovzrAt: de Marereti, rermnologie tingustigue. Franeas, allemand, anglais, Paris, 1943; FERNASDO Lette ee tae Diccionario. de términos floldgicos, Madrid, 1933; Toxcusm Marroso Cé- rear C Diclonrio de jator gramaticais [Rio de Janeiro], 1956. 56 tienta una definicién sinerénica (cdo ponto de vista puramente lingtfstico, os dialetos so linguas regionais que apresentam entre si coincidéncia de tracos lin- Bliisticos essenciais>), Ambas definiciones tienen su parte insatisfactoria, segin vamos a ver. Si el dialecto es la «forma particular adoptada por una lengua en tun territorio determinado» (Marouzeau, p. 77, s. v. dialecte), el leonés o el ara- gonés no son dialecios. © dicho de otro modo, el castellano —con respecto al latin— es tan dialecto como el leonés o el aragonés. Esto es, en la definicién de Marouzeau, traducida por Lézaro, hay una parte de verdad: el principio tedrico enunciado; pero no es viable la aplicacion préctica de tal verdad. Para que el dosajuste se haya producido hay que tener en cuenta un factor diacrénico extra- lingtifstico: la historia politica. Por causas de historia externa, un dialecto de Jos que surgieron al fragmentarse la lengua madre (el latin) se impone a los de- mis, que terminan agostados (caso del castellano con respecto al aragonés 0 al leonés); el primero se cultiva litereriamente y es vehfculo de obras de alto valor estético, mientras que los otros quedan postergados en la modestia de su loca- lismo. Estos hechos nos Hevan hacia otro concepto, el de lengua regional, que ha surgido ya en el planteamiento de Mattoso Camara, La definicién del tratadista brasilenio (p. 74, s, v. dialetos) involucra una serie de conceptos que no pueden mezclarse. Bien es verdad que su postura estd lejos de la objetividad cientifica y imitada por respetables compromisos sentimentales. Vale 1a pena desmenuzar st terminologfa, El dialecto @) es lengua regional; 5) debe presentar rasgos lingufsticos esenciales coincidentes con otros dialectos; ©) Ia clasificacién de los dislectos es convencional; 4) sus hablantes deben poseer un sentido Tingtiistico comtin; ©) ba de haber tna lengua culta superpuesta a los dialectos; f) tas regiones dialectales estin subordinadas a la idee superior del Estado nacional. De todo ello infiere Mattoso Cimara que «podemos dividir a lingua portuguésa em dois grandes dialetos, correspondentes a nagGes distintas: 0 LUSITANO, ou PorTuGuEs EUROPEU, em Portugal; 0 BRASILEIRO © PORTUGUES AMERICANO, no Brasil» (pp. 746-754). El propésito de Mattoso Cémara es, simplemente, llegar a una conclusién: la paridad lingtifstica de Portugal y el Brasil; 1a no dependencia lingiistica de Amé- rica con respecto a I antigua metrépoli. Este problema queda al margen de mi 37 interés actual, Voy a atender slo a su terminologia lingiiistica. De ella no se puede aceptar la expresién lengua regional, porque, en sentido especializado, lengua se opone 2 dialecto por ser «un idiome nettement différencié de tout autre» (Marouzeau, p. 128, s. v. langue). Bl uso de lengua en la definicién de dialecto es abusivo (aunque el tratadista vaya guiado por un determinado sentimiento nacional), sobre todo si se tiene en cuenta el término habla regional (falar re- gional en portugués) ‘, que explicitamente aclara Ia cuestiGn. Las coincidencias de rasgos lingiiisticos son meramente agrupadoras, pero no definidoras. Las lenguas roménicas tienen una serie de trazos comunes que las agrupan, pero cada une de ells tiene unos «rasgos pertinentes» que a individua- lizan frente a los dems dialectos: lingifsticamente, no se pueden carscterizar ppor lo que tengan de comiin, sino por lo que poseen de dispar. Por otra parte, al desestimer la diacronia (para invalidar le superioridad de ‘una de las rames del portuzués) se silencian algunas de tas causes fundamentales que podrian aclerar el concepto de dialecto: partiendo de una misma \inea —le Tengua fragmentada—, cada uno de los dialectos que nacen tiene suerte diferen- te: unos Megan a convertirse en lenguas (toscano, franciano, castellano, hechos italiano, francés, espafiol); otros no pasan de ser hablas regionales, aunque po- sean una literatura particular, de escaso vuelo (siciliano y gascén 0, con mayor pobreza, aragonés y leonés actuales), y, por diltimo, estas hablas regionales, des- integradas por Ia accién cultural de la lengua oficial, Hegan a un estado extremo de erosién y fragmentecién, que en Francia se designa con el nombre de patois, Y¥ que nosotros podriamos designar por habla local, denominacién con que se evita el sambenito que el término patois tiene en francés. ‘Segiin todo esto, en el concepto de dialeeto habria que distinguir dos mo- mentos 0 dos sincronfas: su nacimiento y su estado actual. Entonces veriamos que a definicién de Marouzeau incluye un concepto muy poco comprometedor («forme prise par une langue») que, si presupone tina diacronfa, no rifle con una posible sinctonia actual. Frente a él, Dauzat habia definido tajantemente: «les patois sont le résultat de la segmentation séographique d'une langue, qui, livrée a clleméme, a donné lieu & une multiplicité d’évolutions divergentes sur les tw de un eslabGn —uno més— en Ja vieja disputa sobre Ia situacién del portugués del Brasil-con tespeeto al portugués peninsular. La cuestion vale también para el inglés 9 para el expatol. Una exacta y ectsnime exposicién del problema fue hecha por Amano ALONSO by Castellano, espaol, idioma nacional. Historia espiitual de tres nombres, 2° ed, Buenos Rhee, 1843, Las pp. 150-154 exponen el estado de la cuestion en el Brasil, Posteriormente, tl problema ha reverdecido —con todos sus Viejos motives en el violento libro de Hexseat Parenres Foates: A quesido da lingua brasileira, Rio de Janeiro, 1957 (es el tomo 2 de la obra A vingua que falarnos) k “ igase MATTOSO CAMARA, op. cit, p. 954, &. v. flares, donde se tepite el uso incorrecto de lingua y 90 comete un nusyo yerro al decir que los dialectos (‘inguas regionals’) son cor juntos de Jolares (Hinges que [| diverge da lingus geral), 58 divers points du territoire oi elle était parlée»*; de ahi que en la definicién de Dauzat no sean dialectos* més que las formas actuales del latin (hablando slo de lingiistica romance), mientras que, sumergidas en un pozo més profundo, que- darian las formas regionales del francés. Planteando las cosas en los Ifmites de nuestra historia lingiistica, resultaria que el aragonés y el leonés son dialectos Porque representan el estado actual de una lengua hist6rica: el latin, ya no exis- tente; mientras que no serian dialectos las hablas meridionales, el judeo-espatiol, el espafiol de América, etc. Esta definicién de Dauzat es mucho més limitativa que la de Marouzeau; ahora bien, su planteamiento suscita, para a lingiifstica espafiola, muy graves cuestiones. Entre nosotros se ha hablado, y con acierto notorio, del espafiol como com Plejo dialectal o de los dialectos del castellano’. La coexistencia de todas estas ‘modalidades con Ja lengua comtin les priva —segtin Dauzat— de la posibilided de ser dialectos. Esa especie de koiné hispénica que es el castellano actual no se puede aceptar sino como integradora de elementos contemporéneos (contem- pordneos con cada una de sus posibles etapas) que sélo en minima parte podrin lamarse dialectales (los que proceden del gallego y del catalin, de una parte; del leonés y del aragonés, de otra). El castellano, es cierto, no se ha segmentado. Presenta modalidades distintas desde el mar Negro hasta Nuevo Méjico, desde el Cantébrico hasta la Patagonia, Cada una de estas formas del castellano, ¢son dialectos suyos? La respuesta ha de buscarse partiendo de una postura diametralmente opuesta: ¢qué entendemos Por dialecto? Y estamos de nuevo al principio. Segiin Marouzeau, cada una de tales peculiaridades constituye un dialecto, como To constituye cada uno de los integrantes de la miscelinea que ordena Garefa de Diego. 2Es necesaria la seg- mentacién que quiere Dauzat? Hoy el leonés 0 el aragonés dificren del castellano ‘menos —sin duda alguna— que el andaluz. El sistema fonético y la estructura morfolégica del andaluz estén muy Tejos de los castellanos. Y no hablo més que de los hechos seleccionados por Mattoso Camara; pero no se olvide que también Ia sintaxis condiciona las peculiaridades morfolégicas de las hablas’meridione- les, y que su Téxico es de una entevesada complejidad. Insisto, la fonética, la fo- nologia y Ia morfologia del andaluz estén infinitamente mas Tejos del castellano que Ta fonética, Ia fonclogia o la morfologte de los dialectos hist6ricos (leonés, aragonés). Entonces, {seria lfcito dejar de hablar de dialectalismo por el hecho de que Ia lengua madre sigue existiendo? Creo que no. A lo més, habré que 2 A. Davzar: Les patois. Evolution. Classification. Etedes, Pars, 1946, p. 5. CEI investigndor emples patois como sinénimo de dialecte™ stows ics patois romans de la France... sont les innombrables rejctons dun seul arbre, fe latin» Yont ei pe '5) , V. Gakcts pe Ditco: «Dislectalismosy (Revista de Filolosia Exparigta, Vl.’ i8te, 30\- 318); «BI castellano como complejo dialectal y sus dialectos intermose (ib, XXXIV. 1950 107-124) 59 pensar en Ia existencia de dos tipos de dislectos: unos de eardeter arcaico (leonés, aragonés); otros de cardcter innovador (hablas meridionales, espafiol de Amé- rica). No se me ocultan las imperfecciones de la tcrminologia, pero creo que, en esencia, los dos dialectos del Norte son de tipo arcaizante, porque la justficacién de sus modalidades es anterior al momento en que el castellano se impuso como lengua nacional, mientras que los de cardcter innovador se explican tan s6lo como evoluciones del castellano. Si hacemos Ia gramética histérica del leonés o del ara- ‘gonés, Hlegaremos al latin (y, eventualmente, al celta o al ibero); si trazamos Ia del murciano o la del canario descubrimos el castellano. Queda aparte el judeo- espaiiol: tiene toda una serie de rasgos de los dialectos innovadores (seseo, yels- ‘mo, pérdida de s final), mientras que posee, también, gran cantidad de elementos arcaicos, Y es que se trata, antes que nada, de una etapa fésil del castellano, so- bre Ia que han —o no— actuado diversos factores internos y, en menor medida, externos. Por tanto, la segmentacidn territorial es un factor decisive en Ia creacién de los dialectos; ya no me parece tanto que lo sea el que la particién se haya cum- plido en una época antigua o Ie estemos contemplando hoy. Pero conviene no olvidar un hecho: dialecto significa, desde un punto de vista estrictamente lin- gilfstico, diferenciacién. La geografia es, ni més ni menos, Ia precisién dentro de Ta que se han cumplido los hechos Tinglfsticos; del mismo modo que Ia crono- ogia establece, también, sus propios limites. Y la diferenciacién no obliga a un argo perspectivismo histérico; basta Ia distancia suficiente para que el hecho cobre sus exactos perfles. ‘Asi pues, la cauta y prudente definicién de Marouzeau es vélida siempre y cuando explicitamente se nos dige qué pretende alcanzar. Un diccionario, y salgo al paso de previsibles objeciones, tiene sus exigencias, y a veces se sacrifica a cllas el dato concreto 0 la exposicién pormenorizada. A todo esto se debe atender cuando lo que buscamos es, precisamente, Ia justeza terminolégica. Este largo camino nos ha llevado al concepto de dialecto, previo a cualquier especulacién dialectol6gica. De acuerdo con fa exposicién anterior, hay varios conceptos que pueden con- fundirse, y que de hecho se han confundido. Son: 1) Tengua, 2) dialecto 3) habla regional, 4) habla local. Tntentaré aclararlos, de acuerdo con el anélisis que precede. 1) Lexoua es, en Ta acepeién que aqui nos ocupa, ef ‘sistema lingtfstico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza por estar fuerte- 60 mente diferenciado, por poscer un alto grado de nivelacién, por ser vehiculo de una importante tradicién literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a siste- mas lingiifsticos de su mismo origen’. La enumeracién de condiciones se ha hecho siguiendo un orden de valor: la fuerte diferenciacién es un factor decisivo. Sélo asf se explica, por ejemplo, la situacién del sardo 0 del rético dentro de las lenguas romances, o la pretension de convertir al gascén en una nueva lengua neolatina *. EI «alto grado de nivelacién» me parece necesario para que la lengua pre- sente esa estructura coherente que debe tener el veh{culo lingiifstico de una nu- merosa colectividad. El hecho de que las hablas réticas o el rumano no tengan la ‘cohesién del francés-6 del espafiot tio puede servir de argumento, En ambos casos “se cumplen otros de'los rasgos de mi definiclén y, de cualquier ido, el rético 0 el.rumano tienen la coherencia mecesariaspara constituir sendas unidades, lingiifs- ficas., Los rasgos.més importantes establecen Ia unidad;.los:secundarios, 1a plu- oy validad. Pero esta pluralidad no aténta ‘a ta estru “dé Ja Gnidac aunque perturbe la secundaria dé la uniformidad. Y, acaso, la unidad esté menos Jastimada ‘de Jo que nosotros pensamos, al ‘mefos en Rumanfa. (No olvyidemos “otro hecho: el fraticés, el italiand:o el espafiol son; con sus diferencias," paradig- mas t{picos dentro de los romances; en ellos se cumplén todos-los ‘requisites ne- cesarios. En la definicién buscamos lo que vale, en Iineas generalés, para todos y para siempre; desde el particularismo de los hechos menudos, cada Jengiia, mas que cada palabra, tiene una historia propia, que la aparta y la independiza de las demés,) El ser «vehiculo de una importante tredicién literariay viene a establecer una distincién entre dialectos de un mismo origen, de los cuales uno ha logrado fortuna més préspera, En la Edad Media,.o.en determinado momento de la Edad Media, ni el florentino, ni ¢l-castellano, ‘ni, el dialecto de Ia Ile: de France tenfan un cultivo iterario superior al’ siciliano,.al-teonés o-al anglo-normando; pongo Por ‘caso; -péro-los_dialectos aducidos. en. Gitimo lugar no mantuviéron su tradi- ci6n iteraria, sino que renunciaron.a ella en beneficio del toscano, del franciano © del castellano. Por eso, con independencia de las causas politicas, que muchas veces no, culminaron hasta hace p0cd, el. italiano, el-francés 0 el espafiol tienen un. ido:-—y_concreto---oigen. dialectal. -¥ en. i ‘ y.valiosas literaturas. (Esta condicién, valida para las tres lenguas roménicas mas importantes, no afecta al portugués ni al catalén, de estructura primitiva distinta; ni afecta tampoco-a las lenguas.que no-poseen una gran literatura o-a las que, como el rumano, hat uy tarde’su ‘sentido lingiifstico.). Sin: embargo, 1 Véase G, Ronirs: Le Etudes de philologie pyrénderne, HalleSalle, 1935, p, 1. Anigs, en 1879, Acitite Lucrame habia defendido ta iniéina postura en cu venerable pbra Etudes sur les idiomes pyrénéehnes, p. 195.44, 14> ti 32 61 ‘en of complejo lingiistico del Languedoc nadie ha discutido nunca —ni much simo menos— la categoria del provenzal, mientras que, segtin vemos, estd en tela de juicio la del gascén. En Gltimo lugar, he seiialado

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