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vaca
Eduardo F. Silveira
Por qu no haba de existir un arte en la
fealdad como lo hay en la belleza?
No se trata ms que de un gnero por cultivar.
Eso es todo.
Louis Ferdinand Celine
A Osvaldo Lamborghini lo conoc en el ao
1980, vena de Mar del Plata, ciudad en la que no
poda seguir viviendo segn palabras.
Vena a alojarse en la casa de un amigo en
comn, Sergio Rondn, librero y estudioso de
Joyce, recuerdo que a su llegada se plante la
idea de realizar unos cursos sobre el Ulises y que
estos fueran dirigidos por Lamborghini, sea como
sea, esto no se realiz ya que Osvaldo
descalificaba constantemente a los posibles
asistentes.
Con mi amigo librero y tambin poeta hicimos
un acuerdo de que Lamborghini se quedara un
tiempo en mi casa y otro en la suya, era una
manera de turnarnos la hospitalidad y el caos.
Poco a poco fui conociendo la obra, en ese
momento no muy extensa de Osvaldo, pero
Osvaldo estaba ms ocupado en la codena y el
alcohol que en discutir su propia potica.
Debo reconocer que mi acercamiento al
peronismo se produjo por la curiosidad que el me
despertara, aunque el peronismo de Lamborghini
era bastante particular en sus concepciones
ideolgicas. Todas las noches su discurso giraba
alrededor del nefasto Almirante Massera, en
quin Osvaldo crea ver a un nuevo Pern al
igual que el Viejo, a l tambin le gustan las
artistasen esa puerilidad justificaba Osvaldo el
plan poltico que supo tener el mentado represor
de la ESMA. Varias veces en aquellas noches
alcohlicas nos confes haberse reunido con el
almirante.
Por razones ms que objetivas, no creo que
estos encuentros se hayan realizado y pienso que
se trataban ms que nada de delirios
esquizofrnicos y tambin de cierta identificacin
con el verdugo, pues muchas veces nos
ofuscbamos y ramos en cierta forma victimas
de ese discurso que Lamborghini juega muy bien
en su literatura.