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C

rceles

Tatiana Juscamayta Acosta

Imagino que cada uno tiene una crcel de la que se siente


preso, yo tengo varias. Aquellos barrotes sociales que estn
delante de m los cuales he reforzado con mis indecisiones,
con la mirada de los dems, con el ojo observador de aquellos
que -entre comillas- me importan.

Pero si algo que en mis crceles no se puede impedir es el


libre pensamiento, la asociacin continua con el que sera
si, y si me atreviera a. El paso de los aos te va dando
las llaves para abrir tus propias crceles, esas llaves que casi
siempre tienes colgadas pero las cuales no pretendes utilizar
por el temor a una crcel social, a una crcel de
pensamiento

Podr tener en mi vida muchas crceles, lo reconozco, nadie


me las pone, soy yo quien teme escapar de ellas; podre tener
en mi vida muchas crceles excepto una, la crcel de mis
pensamientos, esa jams nadie la pudo palpar, esa de la que
si existiese un atisbo escapase con mucha facilidad, pero si
una de la que jams pude es de la crcel mental, esa que
encierra, que me carcome, que me hace presa de mi, que me
obsesiona, todo aquello que fluye, que pasa, que intuyo, me
mantiene all sin poder escapar, y cuando estoy a punto de
tocar su consumacin aparecen nuevos barrotes constreidos
por mis pensamientos, los cuales ametrallan y acribillan para
que ingrese a mi crcel mental; son ellos uno me libera el otro
me apresa, pero quien me libera me condiciona a generar
ms pensamientos tantos a la vez y tan mordaces y
liberales, tan extremos y recatos, tan lucidos y voltiles, que
al final, ese que me libera me condiciona a mi propia crcel
mental.

Tatiana Juscamayta Acosta

2011

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