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PIETER BRUEGHEL, El Viejo.

Escuela Superior de Artes Visuales. Año 2009


Tecnicatura Superior en Realizador de Artes Visuales
Historia del Arte I
Profesora: Rosana Carlino
Alumna: Gimenez Vallejos
Curso: 1er. Año

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Indice

Vida y obra de un maestro...…............................................ Pág. 2

Brueghel según Arnold Hauser……………………………….Pág.14

Brueghel tras la lectura de A. Crosby


y La medida de la realidad…… ………………………………Pág. 18

El Triunfo de la Muerte…………………………………………Pág. 20

Conclusión………………………………………………...........Pág. 25

Bibliografía………………………………………………………Pág. 26

Vida y Obra de un maestro

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Pieter Brueghel, el viejo, nace aproximadamente en 1525 en Flandes y muere el 9 de
septiembre de 1569 en Bruselas. Es uno de los más grandes
pintores flamencos del siglo XVI.

Algunos registros indican que nació en Broghel, cerca de Breda, pero no ha sido posible
determinar si se trata de la ciudad neerlandesa de Breda o la belga de Bree, llamada
Breda en latín. Desde 1559 eliminó la 'h' de su apellido y comenzó a firmar sus pinturas
como Bruegel.
Fue aprendiz de Pieter Coecke, con cuya hija Mayke terminó casándose, y en 1551 fue
aceptado como maestro en el gremio de pintores de Amberes. En 1558 estaba en Roma,
donde trabó amistad con Giulio Clovio, retornando luego a Amberes y estableciéndose
en Bruselas diez años más tarde. Murió en esa ciudad el 9 de septiembre de 1569.

Reflejó fielmente la vida del pueblo flamenco y fue uno de los más grandes artistas de su
época. En él, el gusto por la anécdota se da paralelamente a una amplitud compositiva y
a un sentido estricto del ritmo y de la síntesis que subordina el detalle a la visión de
conjunto. Famoso por sus paisajes, su obra es producto de una visión panorámica del
mundo, y abarca desde la pintura religiosa alegórica hasta las escenas de la vida
campesina.

Era el mayor y el más importante de una familia de artistas que trabajó hasta bien
entrado el siglo XVII. Fue padre de Pieter Brueghel el Joven y Jan Brueghel el Viejo.
Ambos se convirtieron en pintores, pero ninguno de ellos fue discípulo de su padre, ya
que este falleció cuando ambos eran aún niños. Jan Brueghel siguió los pasos de su
padre y se convirtió en pintor, especializándose en paisajes; en cambio Pieter Brueghel
el Joven se dedicó a la escritura. Jan, el segundo fue muy reputado como pintor de flores
y se ganó el sobrenombre de Brueghel de «velours» (terciopelo) por su magistral
tratamiento de las texturas delicadas. El primero realizó copias y variaciones de las
pinturas de su padre, a menudo de gran calidad, con las que se ganó muy bien la vida.

Brueghel, el viejo, se especializó en paisajes poblados de campesinos, en un estilo más


sencillo que el del arte italiano que prevalecía en ese tiempo. La influencia más notable
en su arte es la del maestro holandés Hieronymus Bosch. Se lo ha apodado Brueghel el
campesino para distinguirlo de los otros miembros de la dinastía que fundó.
Se le suele acreditar haber sido el primer artista occidental en pintar paisajes por sí
mismos, en lugar de como telón de fondo de alegorías religiosas. Sus paisajes del
invierno de 1565 corroboran la dureza de los inviernos durante la Pequeña Edad de
Hielo.
Su genio se ha equiparado a menudo al de El Bosco, con quien comparte cierto
tratamiento fantástico en determinadas escenas como El Triunfo de la Muerte que se
expone en el Museo del Prado. Prácticamente desconocido en su etapa de formación,
los únicos datos sobre su vida y su carrera nos los ofrece una biografía de 1609, que le
presenta erróneamente como un ignorante dedicado a la pintura cómica. Sin embargo,
parece suficientemente demostrado que fue un hombre de cierta cultura, puesto que
conoció a estudiosos y científicos de su país. Además, viajó por Italia (además de
Francia y Suiza) para aprender la forma de pintar de los renacentistas, permaneciendo

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incluso una temporada en el taller de un maestro siciliano. Su viaje le valió además una
importante colección de dibujos excelentes sobre el paisaje de Los Alpes, que hubo de
atravesar durante su viaje. Tal vez esto resultara más importante para su carrera que el
aprendizaje con los italianos, puesto que a su regreso desarrolló una serie de paisajes
muy difundidos en Europa mediante el grabado. En esta misma técnica, realizó ciertos
temas moralizantes, normalmente ilustraciones a refranes típicos, algo que también
había hecho El Bosco (por ejemplo en La Piedra de la Locura).
Uno de sus temas más famoso es la torre de Babel, del que pintó tres cuadros, si bien se
conservan dos: La construcción de la torre de Babel (1563, Kunsthistorisches Museum
de Viena) y La Pequeña construcción de la torre de Babel (Rotterdam). Puede que el
interés del pintor por la torre de Babel procediera del carácter cosmopolita de su ciudad
de Amberes.

Brueghel produjo numerosas obras, muchas de ellas por encargo de famosos


personajes. Para el banquero Niclaes Jonghelinck realizó, por ejemplo, la famosa serie
de los Meses, que incluye Cazadores en la nieve (noviembre-diciembre) y La vuelta del
ganado (septiembre-octubre), entre otras obras maestras.

Cazadores en la nieve, de Pieter Brueghel el Viejo

En el folclore y los refranes populares buscó la inspiración para sus obras más
descriptivas y pintorescas, desde La parábola de los ciegos y Juegos de niños hasta
el El banquete de bodas. También realizó obras religiosas, en particular entre los años
1562 y 1567, que, aunque no constituyen lo mejor de su producción, dan pruebas de su
gran originalidad estilística.

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El banquete de bodas, de Pieter Brueghel

La época en la que vivió el pintor fue, sin duda, turbulenta, un periodo de tránsito entre la
Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna que sufrió el azote de sucesivas
plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su
totalidad. A esto se añadía, además, el dominio de las guerras continuas por motivos de
religión o poder y la transformación social que se produjo a raíz de la explotación del
Nuevo Mundo. Años en los que la ciencia sufrió un avance vertiginoso, la religión católica
perdió su posición dominante y el poder político -ejercido por el estado español-, hubo de
enfrentarse a la sublevación de los Países Bajos. Como ciudadano y artista del
momento, la mirada de Brueghel muestra este periodo turbulento desde una óptica en la
que se mezcla lo urbano y lo rural, la clase más pudiente y el pueblo raso.

Sus obras se han interpretado de diferentes maneras, como referente de las ideas de
diversos pensadores religiosos, de los conflictos entre catolicismo y protestantismo, de la
dominación de los Países Bajos por parte de los españoles y como equivalentes visuales
de alegorías dramáticas representadas en público por sociedades retóricas flamencas.
Fue muy famoso en vida y su influencia sobre la pintura flamenca posterior fue inmensa.
Las primeras obras de Brueghel recuerdan las fantásticas visiones del Bosco. “La caída
de los ángeles rebeldes” es un claro ejemplo de ello. En estas obras es donde el artista
plasmó mejor su ingenio. Se inspiró en la obra de su antepasado Hiëronymus Bosch, El
Bosco.

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En este universo de formas irreales también subyace una crítica burlesca a la patética
vida del ser humano. Brueghel ofrece su visión del hombre, la miseria cotidiana, la locura
y la enfermedad. Lo hace satíricamente cuando representa los "Siete pecados capitales";
un estudio fascinante en donde reflexiona sobre los males que acontecen a los que
ignoran los principios de la sabiduría. Sin embargo el artista es amable y respetuoso
cuando dignifica al hombre laborando.

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Muchas de sus obras se inspiran en el folklore y en los proverbios flamencos, así como
en la vida campesina de su país. La serie de meses o estaciones -Los cazadores en la
nieve, La siega del heno, La cosecha- muestran su genio de paisajista, que sabe
conjugar la observación del detalle con la grandiosidad de los panoramas. Todos ellos se
caracterizan por la gran capacidad de observación de la naturaleza humana, el ingenio
omnipresente y la vitalidad de los campesinos.

El interés por la vida del campo como tema del arte se observa, por primera vez, en las
cortes; en el calendario de los libros de oración del Duque de Berry, ya a comienzos del

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siglo XV, encontramos tales descripciones cortesanas de escenas campestres.
Miniaturas de esta clase son una de las fuentes del arte de Brueghel; la otra se ha
descubierto en aquellos tapices murales, también destinados a la corte y a los círculos
áulicos, que representan, junto a las damas y caballeros que cazan, bailan y se ocupan
en juegos de sociedad, campesinos trabajando, leñadores y viñadores.

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Brueghel es sin duda el pintor por excelencia del paisaje, donde la figura humana
empequeñecida se integra perfectamente en él. Su visión de la naturaleza,
aparentemente cotidiana, parece aproximarse a un sentimiento panteísta.

Como fundador de la escuela paisajista flamenca se aparta de la visión alemana del


paisaje o de la veneciana, donde la naturaleza era algo grandioso, y en muchos casos
fantástico, y sin referencia con las figuras. En Brueghel el paisaje se entiende como algo
conocido y querido, donde se narran, en la mayor parte de los casos, hechos cotidianos
y concretos, y donde las escenas de pequeñas figuras, se relacionan con él con total
naturalidad.

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El arte de Brueghel suele considerarse como la última etapa del desarrollo de una larga
tradición pictórica flamenca que comenzó Jan van Eyck en el siglo XV. Esta tradición
transformó la estilización del arte medieval en una expresión más realista del
mundo. Brueghel pintó con todo lujo de detalle escenas de la vida cotidiana de los
campesinos holandeses, juegos infantiles y episodios de la Biblia, trasplantados a los
paisajes y ciudades del norte de Europa de su época.

En sus obras muestra una excepcional libertad y originalidad estilística, afirmando un


desarrollo pictórico ancho y plano, con colores luminosos. Conjugando un primitivismo
formal con la introducción de fuertes escorzos, relaciones proporcionales y
composiciones de perspectiva, con una extraordinaria vivacidad narrativa y un gran
naturalismo.
Por ejemplo, en su obra Parábola de los ciegos, la ceguera humana a la que se refiere
Brueghel es de naturaleza moral y no espera nada bueno de los demás. Es una visión
crítica, burlesca, similar a la de los proverbios y refranes populares que de modo similar
inspiraban al Bosco.
Desde que contempló en los Alpes, con ocasión de su viaje a Italia, la naturaleza cobró
en su obra un papel importante y a menudo se convierte en motivo principal, tratado de
modo heroico. Brueghel representó los trabajos, los juegos y las luchas de los hombres,
en contraste con la inalterable y suprema indiferencia de la naturaleza. Con esta visión
panorámica del mundo, Brueghel ilustró un aspecto esencial del pensamiento humanista.

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Finalmente, hacia 1563, Brueghel acometió la labor, que le encargó Cock, de representar
barcos. Un tema muy oportuno y apreciado en aquel momento, si tenemos en cuenta
que Amberes poseía una de las mayores flotas marítimas. El resultado fue realmente
asombroso. El artista demostraba una vez más el dominio de la técnica pictórica y su
experiencia con la luz y la perspectiva. Dejaba el mundo de los seres satánicos, de locos
y demonios para afrontar otro nuevo reto. Con ello logró no sólo el reconocimiento
unánime de sus contemporáneos y futuras generaciones, sino demostrar que el
calificativo que le impuso una biografía de 1609 –en el que se le tachaba de "ignorante
dedicado a la pintura cómica"- era tan incierto y absurdo como los personajes irreales
sacados de su imaginación.

Hay 45 pinturas sobrevivientes que se dan por auténticas, y un cierto número que
se conocen perdidas. Una tercera parte de estas obras se halla en el

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Kunsthistorisches Museum de Viena. Existe también un gran número de dibujos y
grabados.

Estas obras son:

 Paisaje con Cristo y los apóstoles en el Mar de Tiberíades, 1553,


probablemente en conjunto con Maarten de Vos, colección privada.
 Los peces grandes se comen a los pequeños, 1556, Albertina, Viena
 Asno en la escuela, 1556, Kupferstichkabinett Staatliche Museen, Berlin
 Parábola del sembrador, 1557, Timken Museum of Art, San Diego
 Paisaje con la caída de Ícaro, c.1558, Museos reales de Bellas Artes de
Bélgica, Bruselas
 Los proverbios flamencos, 1559, Staatliche Museen zu Berlin - Gemäldegalerie,
Berlin
 El combate entre don carnaval y doña cuaresma, 1559, Kunsthistorisches
Museum, Viena
 Batalla naval en el Golfo de Nápoles, 1560, Palazzo Doria-Pamphili, Roma
 Retrato de una anciana, 1560,
 Juegos de niños, 1560, Kunsthistorisches Museum, Viena
 Saúl (Batalla contra los Filisteos en el Gilboa), 1562, Kunsthistorisches
Museum, Viena
 Dos monitos, 1562, Staaliche Museen, Gemäldegalerie, Berlin
 El Triunfo de la Muerte. 1562, Museo del Prado, Madrid
 La caída de los ángeles rebeldes, 1562, Museos reales de Bellas Artes de
Bélgica, Bruselas
 Dulle Griet, c. 1562, Museo Mayer van den Bergh, Amberes
 La torre de Babel, 1563, Kunsthistorisches Museum, Viena
 La huida a Egipto, 1563, Courtauld Institute Galleries, Londres
 La "pequeña" Torre de Babel, c. 1563, Museum Boymans-van Beuningen,
Rotterdam
 La muerte de la Virgen, 1564, Upton House, Banbury, Oxfordshire, Reino Unido
 La procesión al Calvario, 1564, Kunsthistorisches Museum, Viena
 La Adoración de los Reyes Magos, 1564, The National Gallery, Londres
 Los meses. Un ciclo de seis o doce pinturas de los meses o estaciones del Libro
de las Horas, de la que sobreviven cinco:

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 Cazadores en la nieve (diciembre-enero), 1565, Kunsthistorisches Museum,
Viena
 Día nublado (febrero-marzo), 1565, Kunsthistorisches Museum, Viena
 Cosecha de heno (junio-julio), 1565, Museo Nacional, Praga
 Los cosechadores o La cosecha (agosto-septiembre), 1565, Metropolitan
Museum of Art, Nueva York
 El regreso de la manada (octubre-noviembre), 1565, Kunsthistorisches
Museum, Viena
 Paisaje de invierno con trampa para pájaros, 1565, Wiltshire, Wilton House
 La calumnia de Apeles, 1565, British Museum, Londres
 Masacre de los Inocentes, c. 1565, Hampton Court, Reino
Unido/Kunsthistorisches Museum, Viena
 El pintor y el conocedor, c. 1565, Albertina, Viena
 Predicación de Juan el Bautista, 1566, Museo de Bellas Artes, Budapest
 Censo en Belén, 1566, Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas
 La danza nupcial, c. 1566, Detroit Institute of Arts, Detroit
 Conversión de Pablo, 1567, Kunsthistorishes Museum, Viena
 El país de Jauja, 1567, Alte Pinakothek, Munich
 El misántropo, 1568, Museo di Capodimonte, Nápoles
 El ciego guía de ciegos, 1568, Museo Nazionale, Nápoles
 La boda campesina, 1568, Kunsthistorisches Museum, Viena
 La danza campesina, 1568, Kunsthistorisches Museum, Viena
 Los mendigos, 1568, Louvre, Paris
 El campesino y el ladrón de nidos, 1568, Kunsthistorisches Museum, Viena
 Los tres soldados, 1568, The Frick Collection, Nueva York
 Parábola de los ciegos, 1568, Pinacoteca Copodimonte
 La tormenta en el mar, obra inconclusa, probablemente la última pintura de
Bruegel.

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Brueghel según Arnold Hauser

Opina Arnold Hauser que Brueghel parece, a primera vista, que tiene poco de común
con la mayoría de los manieristas. Faltan en él los "tours de force", las finezas artísticas,
las convulsiones y contorsiones, la arbitrariedad de las proporciones y los antagonismos
en la concepción espacial. Parece, especialmente cuando se atiene uno a los cuadros
campesinos de su último período, que es un robusto naturalista, que no se acomoda en
absoluto al marco del Manierismo problemático e intelectualmente escindido. La imagen
del mundo de Brueghel está en realidad tan rota, y su sentido de la vida es tan poco
ingenuo y tan poco espontáneo como en la mayoría de los demás manieristas. Carece
de ingenuidad no sólo en cuanto a lo reflexivo, en lo que carecen de ingenuidad todas
las artes desde el Renacimiento, sino también en el sentido de que el artista ofrece no
una representación pura y simple de la realidad, sino su representación consciente y
programática, su explicación de la realidad, y de que todas sus obras podrían ser
comprendidas bajo el título de "como yo lo veo". Este rasgo es lo radicalmente nuevo y lo
eminentemente moderno, tanto en el arte de Brueghel como en todo el Manierismo. Sólo
falta en Brueghel el virtuosismo caprichoso de la mayoría de los manieristas, pero no su
picante individualismo, no la voluntad de expresarse ante todo a sí mismo, precisamente
en forma que jamás se había dado.

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Con respecto al universo campesino de Brueghel afirma Hauser lo siguiente:

“...Nadie olvidará su primer encuentro con Brueghel. Lo característico del arte de otros
maestros, principalmente más antiguos, se le ofrece al contemplador sin experiencia
previa sólo después de algún ejercicio; generalmente confunde al comienzo las obras de
los diversos maestros unas con otras. El estilo de Brueghel es inolvidable e inconfundible
aun para los principiantes.
…Se ha llamado al artista el "campesino Brueghel" y se ha caído en el error de pensar
que un arte que describe la vida de la pobre gente está destinado también a ella, cuando
en realidad la verdad es lo contrario. La copia del personal modo de vida, la descripción
del propio contorno social, lo buscan en el arte normalmente sólo los estratos sociales de
ideas y sentimientos conservadores, los elementos que están satisfechos de su puesto
en la sociedad. Las clases oprimidas y que luchan por ascender desean ver
representadas circunstancias vitales que les parecen un objetivo, no aquéllas de las que
se esfuerzan por salir".

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En cuanto al trabajo de Brueghel referente a los provervios, Hauser afirma: …”En
Brueghel el cosmos está inmanente en los objetos de la más cotidiana experiencia. Es
una nueva forma de simbolismo... En el arte medieval el sentido simbólico era realzado
con tanta mayor fuerza cuanto más se alejaba la representación de la verdad de la
experiencia, cuanto más estilizada y convencional era; aquí, por el contrario, la fuerza
simbólica de la representación aumenta con la trivialidad y la naturaleza periférica de los
temas. A consecuencia de la esencia abstracta y convencional de su simbolismo, las
obras de arte medievales tenían sólo una única interpretación justa; por el contrario, las
grandes creaciones artísticas desde el Manierismo tienen, por razón de la vulgaridad de
sus motivos, infinitas interpretaciones posibles. Las pinturas de Brueghel, las creaciones
de Shakespeare y Cervantes, tienen, para ser comprendidas, que ser interpretadas
constantemente. Su naturalismo simbolista, con el que comienza la historia del arte
moderno, tiene su origen en el entendimiento manierista de la vida, y significa la
completa inversión de la homogeneidad homérica, la escisión fundamental de
sentimiento y ser, esencia y vida, Dios y mundo”.

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Refiriéndose a los cuadros de costumbres de Brueghel, Hauser sostiene que: ..."El
efecto de estos cuadros costumbristas de la vida del campo y de la naturaleza no tenía al
principio ningún tono sentimental ni romántico -tal efecto sólo apareció en el siglo XVIII-,

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sino más bien cómico y grotesco. La vida de las pobres gentes, de los labradores y
jornaleros, les causaba a aquellos círculos para los que se hacían los libros de oraciones
miniados y los tapices, un efecto de cosa curiosa, de algo extraño y exótico, en modo
alguno de algo humanamente próximo y conmovedor".

..."Los señores hallaban en las representaciones de la vida cotidiana de estas gentes


una diversión como en los "fabliaux" de siglos pasados, sólo que aquéllos, desde el
principio, servían de entretenimiento a las clases inferiores, mientras que el consumo de
las caras miniaturas y tapices estaba limitado a los más elevados círculos. También los
clientes de las pinturas de Brueghel deben de haber pertenecido a los estratos sociales
más acomodados y cultos. El artista se estableció, después de una estancia en
Amberes, en la corte aristocrática que era Bruselas, hacia 1562-63. Con este traslado
experimenta el cambio de estilo decisivo de su última manera y la orientación hacia los
motivos de aquellos cuadros de campesinos que sirvieron de base a su gloria".

Brueghel tras la lectura de A. Crosby y La medida de la


realidad.
A decir de A. Crosby, entendemos que cuando un cuadro nos muestra una determinada
situación, como por ejemplo la huída de la Sagrada Familia a Egipto, o bien una
fotografía del siglo XX, nos está contando acerca de algo que existía y estaba
sucediendo en un momento preciso, al cual podemos llamar “único ahora”. Nos referimos
a lo que sucede en un instante definido, a manera de momento pregnante. Tras esta
lectura podemos indentificar la obra de Brueghel claramente enfocada a este tipo de
presentación, este artista realiza toda su obra intentando y alcanzando ese “momento

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pregnante”, ese instante congelado en el tiempo que describe una multitud de
elementos, imposible de captar en una sola mirada.

Además, aquí la “construcción legítima” se sostiene pero de una manera distinta, que de
cierta forma, no deja de ser matemática; vemos que se pretende un acercamiento a la
“realidad” (ficcional o verídica) desde la minuciosa narración escénica que nos ofrece el
autor; no tanto por la perfección en cuanto a copia fehaciente de los elementos
participantes, sino por ese esfuerzo de no dejar ninguno de ellos librado al azar. Así el
hilo conductor se mantiene dando coherencia y cohesión a toda la obra.

El uso del espacio y de la perspectiva madura, crece y trasciende lo aprendido en el


renacimiento. Brueghel explora una perspectiva circular en obras como La gran Torre de
Babel, y La pequeña Torre de Babel. Por otro lado es evidente que utiliza en la mayor
parte de sus obras un estilo de perspectiva superior, con vistas aéreas que le posibilitan
describir sus paisajes con mayor profundidad y de manera más rica en cuanto a detalles.

Más allá de la mirada de Hauser en cuanto a Brueghel y su “cuota de manierismo”,


podemos pensar a partir de lo que define Crosby como esencia del manierismo, que
Brueghel apunta a unir el sentido naturalista y el formal, es decir, alcanza un máximo de
naturalismo como imitación de la realidad, con la mayor idealización que le permitían sus
sentidos. Aquí el manierismo como lenguaje estudiado y asimilado, prescindiendo de su
propio contenido se hace presente con claridad.
Brueghel posee su propia “manera” basada en el equilibrio entre su fe (o ausencia de
fe) y razón, entre naturalismo e idealismo, entre contenido y forma. Y es innegable el
acento que el artista proyecta sobre toda su obra en cuanto aspecto intelectual de la
creación, respondiendo eso a la particular situación política, social y religiosa que le tocó
en suerte vivir.

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El Triunfo de la Muerte

El «Triunfo de la Muerte» es una de las obras más conocidas de Brueghel. Es un


óleo sobre tabla, pintado hacia el año 1562. Mide 117 cm de alto y 162 cm de
ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid. Esta tabla del
Prado recuerda a las obras de El Bosco, en su aspecto satírico y moralizante. La
influencia del Bosco se deja ver en la amplitud del cuadro, las múltiples escenas,
pintadas con gran detalle, en las que se va representando las distintas formas en
que la Muerte derrota a la vida. Es un cuadro que recuerda el tema medieval de
las danzas de la muerte. Pero un simple vistazo a esta obra y su paralela de cien
años antes, El Jardín de las Delicias, evidencia una diferencia fundamental: las
hordas de Brueghel están compuestas por esqueletos, no demonios, lo que
sugiere un pesimismo ateo no suavizado por ninguna creencia en un cielo.
La Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna sufrieron el azote de
sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar
poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía el dominio de las guerras
continuas por motivos de religión o poder. No es de extrañar que el sentido de
culpa, de estado continuo pecaminoso, y del terrible castigo que se aproxima sin
remedio sobre la humanidad fueran los sentimientos dominantes. En esta época

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proliferaron manifestaciones culturales como la Danza de la Muerte, que generó
música, escritos y representaciones teatrales.

Pieter Brueghel, el viejo fue un típico pintor flamenco, que conservó las tradiciones
de la primera pintura renacentista, pero al mismo tiempo tomó la inspiración
satírica, crítica y moral de El Bosco. Esta obra pertenece a la escuela
flamenca del siglo XVI. Aunque es un humanista del renacimiento, en esta obra
Brueghel enlaza con la tradición flamenca anterior, ante todo El Bosco.

En esta pintura compleja, donde el tema principal es el pesimismo, Brueghel utiliza


una variedad de escenas para reseñar la angustia y la carencia de esperanza -
con el uso de colores ensombrecidos para la tierra desnuda y los fondos de fuego
- para anunciar con antelación la llegada de la Muerte, que viene en un caballo
escuálido, llevando una guadaña y empujando a la humanidad contra un montón
de esqueletos que utilizan las tapas de los féretros como protección. En este
sentido podría entenderse este reino implacable de la muerte, la tortura, la
penitencia eterna del hombre que Brueghel nos ofrece, en un estilo apocalíptico
que sólo El Bosco podría igualar.

Este cuadro es un paisaje panorámico de la muerte: el cielo en la distancia está


oscurecido por el humo de las ciudades ardiendo y el mar que se ve al fondo está
plagado de naufragios; en la orilla hay una casa, alrededor de la cual se está
agrupando un ejército de muertos. El paisaje, anodino y arrasado, resalta la
pequeñez, crueldad y falta de sentido común del hombre, que pretende rectificar
un destino que le ha sido impuesto. Se alzan sobre este paisaje mástiles
coronados por ruedas, picotas en las que se han ajusticiado a los criminales,
cuyos cadáveres se balancean.
La cruz permanece solitaria e impotente en el centro de la pintura. La Muerte
avanza con sus batallones de esqueletos, cuyos escudos son tapas de ataúd. Y

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hacia la derecha, se ve a la gente que huye hacia un túnel decorado asimismo con
cruces, mientras un esqueleto a caballo va matando gente con su guadaña.
Por todo el cuadro se ve a los esqueletos atacando a los desamparados hombres,
que huyen aterrorizados o intentan, en vano, luchar. No hay defensa posible. Los
esqueletos matan a la gente de muy variadas maneras: cortando gargantas,
colgándolos, ahogándolos, e incluso cazándolos con perros esqueléticos.
A la izquierda, los esqueletos conducen una tétrica carreta llena de calaveras que
sin duda formarán parte después del ejército de los muertos. Detrás de ellos, la
enseña de la cruz preside el tribunal de la muerte, que contempla impasible la
hecatombe. Sobre ellos, unos esqueletos tocan la campana avisando del fin del
mundo. Delante, en el extremo inferior izquierdo, yace el rey, revestido de su capa
con vueltas de armiño y con el cetro en la mano. La pintura claramente representa
a gente de distintos niveles sociales: desde campesinos y soldados hasta nobles e
incluso reyes, todos atrapados por la muerte del mismo modo, en la temática
medieval del poder igualatorio de la Muerte.
Un poco más hacia el centro del primer plano, un perro olisquea la cara de un
niño, muerto en brazos de su madre, también caída. En esta parte central se ve
que algunos cadáveres ya han sido amortajados y uno de ellos yace en un ataúd
con ruedas.

El juglar se esconde bajo la mesa; un caballero intenta defenderse.

La visión de Brueghel no carece de cierto humor sardónico, como puede verse en


la parte inferior derecha del cuadro. En el extremo, una pareja de enamorados
permanecen absortos e ignorando lo que les rodea. Detrás de la mujer, un
esqueleto imita al tocador de laúd. Al lado de ellos, hay una mesa puesta con
manjares y un juglar, con jubón ajedrezado, intenta esconderse debajo de ella. A
su lado, un caballero hace ademán de desenvainar su espada, intentando
defenderse de lo irremediable.
Como corresponde a un cuadro tan pesimista, los colores son sombríos.
La pintura resulta útil desde un punto de vista histórico, pues representa aspectos
de la vida cotidiana europea a mediados del siglo XVI.

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Se representan con detalle las ropas, así como pasatiempos como los juegos de
cartas. De manera única, la pintura muestra un método usual de ejecución para
los criminales del siglo XVI: atado a una rueda sobre un palo vertical. Objetos
como instrumentos musicales y los primeros relojes mecánicos, y escenas entre
las que se encuentra una misa de difuntos proporcionan a los historiadores datos
para entender mejor el estilo de vida de los años 1560.
Se ha sugerido que el cuadro fue inspirado por el empeoramiento del clima político
antes de la Guerra de los ochenta años (que comenzó en 1568), aunque la
pintura, en sí, es anterior a la guerra. Otra interpretación es que la pintura es una
representación alegórica de los horrores de la guerra, como su Dulle Griet,
también pintada en torno a 1562. Aunque su interpretación más clara es una
simbología de la peste negra que azotó a Europa en el siglo XIV. Si bien se
simboliza lo que es la peste negra. También en el cuadro se puede apreciar el
paso entre la edad media o la crisis de los feudos, ya que en el cuadro se observa
a la muerte amenazando a un hombre con corona, que podría ser un rey o
representación del poder. Cercano a dicho hombre de corona, la muerte se
encuentra merodeando un barril lleno de contenido de color dorado u oro, lo cual
hace referencia al mercantilismo y lo que este conlleva.

La influencia del Bosco se deja ver en la amplitud del cuadro, las múltiples
escenas, pintadas con gran detalle, en las que se va representando las distintas
formas en que la Muerte derrota a la vida.

Naufragios e
incendios en el
Los hombres huyen hacia
ultimo plano del
un túnel; el ejército de La muerte El perro olisquea
cuadro
esqueletos, con sus tapas cabalga en un la cara de un
de ataúd a modo de escuálido caballo niño
escudos

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Los esqueletos pescan a los hombres como si fueran peces

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Conclusión

Brueghel es considerado en la actualidad una de las grandes figuras de la historia


de la pintura. Realizó sobre todo cuadros de paisaje, de género y de escenas
campesinas, en los que con un estilo inspirado en el Bosco reflejó la vida cotidiana
con realismo, abundancia de detalles y un gran talento narrativo. Su pintura es
cruda y realista, sus mejores obras representan escenas campestres reveladoras
de la vida cotidiana del siglo XVI.
Sus obras muestran su aguda percepción y su simpatía por la gente del pueblo
tomada tal cual es, con sus pequeñas mezquindades y su dosis de idealismo.
Si Brueghel hubiera sido un campesino mismo, él no habría podido pintarlos como
lo hizo. Él era ciertamente un ciudadano y su actitud hacia la vida rústica de la
aldea era similar, muy probablemente, a la que tuvo Shakespeare para con sus
personajes, minuciosa observación y profunda comprensión.
El retrato de la avaricia inocente, del miedo a la muerte, de la opresión… nos lleva
a re-pensar el antropocentrismo ya instalado en este renacimiento tardío, una
verdadera fusión del hombre y su medio ambiente, la naturaleza propia y externa,
el hombre con todas las miserias que lo habitan y rodean.

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Bibliografía

Internet
www.artehistoria.jcyl.es

www.wikipedia.org

arelarte.blogspot.com

pintura.aut.org

www.spanisharts.com

www.biografiasyvidas.com

Textos

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Garrote y Julio Payró.

Clásicos del Arte. La obra pictórica completa de Brueghel. Ed. Noguer S.A.
Barcelona-Madrid, Giovanni Arpino y Piero Bianconi.

Historia Social de La Literatura Y El Arte, Tres tomos. Barcelona, Ed.


Guadarrama, 1979, Hauser, Arnold.

Origen de la literatura y del arte modernos. El manierismo, crisis del Renacimiento.


Madrid, Ed. Guadarrama, 1974, Hauser, Arnold.

La medida de la realidad. La cuantificación y la sociedad occidental 1250-1600,


Barcelona, 1998, Crosby, Alfred,

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