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Este documento narra un episodio de la vida de Zadig en el que describe haber deducido las características de la perra de la reina y el caballo del rey a partir de las huellas que encontró, aunque no los había visto. Esto lleva a que sea acusado de robo y condenado a pagar una multa. Más tarde, al ser interrogado sobre un prisionero escapado aunque no respondió, fue condenado a pagar otra multa. Zadig reflexiona sobre lo peligroso que es ser demasiado observador.
Este documento narra un episodio de la vida de Zadig en el que describe haber deducido las características de la perra de la reina y el caballo del rey a partir de las huellas que encontró, aunque no los había visto. Esto lleva a que sea acusado de robo y condenado a pagar una multa. Más tarde, al ser interrogado sobre un prisionero escapado aunque no respondió, fue condenado a pagar otra multa. Zadig reflexiona sobre lo peligroso que es ser demasiado observador.
Este documento narra un episodio de la vida de Zadig en el que describe haber deducido las características de la perra de la reina y el caballo del rey a partir de las huellas que encontró, aunque no los había visto. Esto lleva a que sea acusado de robo y condenado a pagar una multa. Más tarde, al ser interrogado sobre un prisionero escapado aunque no respondió, fue condenado a pagar otra multa. Zadig reflexiona sobre lo peligroso que es ser demasiado observador.
Zadig pudo comprobar, como est escrito en el libro de los Zen, que el primer mes de matrimonio es la luna de miel y el segundo la luna de ajenjo. Al poco tiempo de repudiar a Azora, con la que se le haba llegado a hacer la vida imposible, busc la felicitad en el estudio de la naturaleza. Nadie vive tan dichoso pensaba- como el filsofo que se ocupa de leer el gran libro que Dios ha desplegado ante nuestros ojos. Las verdades que descubre le pertenecen. As alimenta y perfecciona su espritu. Vive tranquilo, no teme nada de los hombres y su amante esposa no viene a cortarle la nariz. Sumido en estas ideas, se retir a una casa de campo en las orillas del ufrates. All no se preocupaba de calcular las pulgadas de agua que pasan en un segundo bajo los arcos de un puente o si caa una medida ms de lluvia en el mes del ratn que en el mes del carnero. No se dedicaba a pensar cmo se haca seda con telas de araa o porcelana con botellas rotas, sino que se dedic a estudiar las propiedades de animales y plantas, de forma que pronto adquiri una sagacidad que le mostraba mil diferencias donde los dems hombres no vean nada que no fuese uniforme. Cierto da mientras paseaba junto a un bosquecillo, vio que corra hacia l un eunuco de la reina, seguido de varios oficiales que mostraban la mayor inquietud y que iban de un lado para otro como hombres extraviados que buscan algn precioso objeto perdido. -Joven- le dijo el eunuco-, no has visto el perro de la reina? -Es una perra, no un perro- repuso modestamente Zadig. -Tienes razn- replic el eunuco. -Es una podenca diminuta aadi Zadig-; hace poco que ha tenido perros; cojea de la pata izquierda delantera y tiene las orejas muy largas. -Entonces la has visto exclam sofocado el eunuco. -No -contest Zadig-, no la he visto nunca, ni jams supe que la reina tuviese una perra. Precisamente al mismo tiempo, por uno de esos frecuentes azares de la fortuna, el ms hermoso caballo de las caballerizas reales se haba escapado de las manos de una palafrenero por las llanuras de Babilonia. El montero mayor y sus oficiales lo buscaban con la misma inquietud con que el eunuco buscaba la perra. El montero se acerc a Zadig y le pregunt si haba visto pasar el caballo del rey. -Es el caballo que mejor galopa repuso Zadig-;tiene cinco pies de alto, sus cascos son diminutos: lleva una cola de tres pies y medio de largo, las cabezas de sus bocados son de oro de veintitrs quilates y sus herraduras son de plata de once denarios. -Qu camino mayor.
ha
tomado?
Dnde
est
suplic
el
montero
-No lo he visto respondi Zadig-, y nunca he odo hablar de
l.
El montero mayor y el eunuco no dudaron que Zadig haba
robado el caballo del rey y la perra de la reina. Por ello lo condujeron ante la asamblea del gran desterham, que lo conden al knut y a pasar el resto de sus das a Siberia. Apenas emitido el juicio, aparecieron el caballo y su perra. Los jueces se vieron en la dolorosa necesidad de reformar su veredicto, pero condenaron a Zadig a pagar cuatrocientas onzas de oro por haber afirmado que no haba visto lo que s haba visto. Fue preciso ante todo pagar esa multa, despus de lo cual se permiti a Zadig defender su causa en el consejo del gran desterham. Habl en estos trminos: -Estrellas de justicia, abismos de ciencia, espejos de la verdad, que tenis la ponderacin del plomo, la firmeza del hierro, el brillo del diamante y gran afinidad con el oro, puesto que se me permite hablar ante esta augusta asamblea, os juro por Orosmade que no he visto jams la respetable perra de la reina, ni el sagrado caballo del rey de los reyes. Os dir lo que ocurri: me encontraba paseando por el bosquecillo donde posteriormente encontr al venerable eunuco y al ilustrsimo montero mayor, cuando vi sobre la arena las huellas de un animal y no me fue difcil advertir que eran de un perrillo. Unos ligeros y alargados surcos marcados sobre unas pequeas eminencias de arena entre las huellas de las patas, me han hecho conocer que se trataba de una perra cuyas mamas iban colgando y que por consiguiente, haba tenido perros tan slo haca unos das. Otros rasgos en sentido distinto, que pareca ir igualando la superficie de la arena a ambos lados de las patas delanteras me mostraron que la perra tena las orejas muy largas, y como finalmente advert que la arena estaba menos hundida por una pata que por las otras tres, he comprendido que la perra de nuestra augusta reina era, si me es permitido decirlo, un poco coja. En cuanto al caballo del rey de los reyes os dir que, paseando por los caminos del bosque, vi las huellas de las herraduras de un caballo, las cuales estaban todas a la misma distancia. Aqu tenemos, me dije, un caballo de galope perfecto. En un estrecho camino que slo tiene siete pies de anchura , el polvo de los rboles haba sido ligeramente sacudido, a derecha e izquierda, a tres pies y medio del centro del camino. Este caballo pens- tiene una cola de tres pies y medio, la cual con sus movimientos de izquierda a derecha, ha arrebatado este polvo. He visto bajo los rboles, que formaban una glorieta de cinco pies de altura, las hojas de las ramas recin |arrancadas, y he comprendido que el caballo haba tocado en ellas, y, por consiguiente, meda cinco pies de alto. Se que su bocado es de oro de veintitrs quilates porque ha frotado las cabezas del mismo contra una piedra de toque, que yo he examinado. Por fin, de las seales que sus herraduras han dejado sobre los guijarros he deducido que estaba herrado con plata de once denarios. Todos los jueces admiraron el discernimiento profundo de Zadig y su fama lleg hasta el rey y la reina. No se hablaba ms que de Zadig en las antecmaras, en la cmara y en el camarn, y aunque algunos magos opinaron que se le deba quemar por hechicero, el rey orden que se le devolviera la multa de las cuatrocientas onzas de oro a que haba sido condenado. El escribano, los alguaciles, los procuradores fueron a su casa con gran aparato a devolverle las cuatrocientas onzas. Solamente se quedaron con trescientas
noventa y ocho para los gastos de la justicia. Y sus criados
tambin pidieron honorarios. Zadig pudo ver cun peligroso es, a veces, ser demasiado listo, y se propuso para la primera ocasin no decir ni palabra de lo que viera. Pronto lleg esa ocasin. Un prisionero de estado se escap y pas por bajo las ventanas de su casa. Interrogaron a Zadig. No contest, pero le demostraron que haba mirado por la ventana. Se le conden por tal crimen a quinientas onzas de oro, y agradeci la indulgencia de los jueces, segn la costumbre de Babilonia. Gran Dios! se deca-, cunto hay que lamentarse cuando uno se pasea por un bosque por donde han pasado la perra de la reina y el caballo del rey! Qu peligroso es asomarse a la ventana! Y qu difcil ser dichoso en la vida!.