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EL MATRIMONIO,

Pide una buena mujer tu Dios, pues ella es el ma her-

moso presente de su Providencia,

Sin embargo, no exijas por un exceso de confianza, lo que

no ha prometido.

T ignoras cual es su santa voluntad: que tu ruego est

conforme;

Y entrgate su misericordia, en la certidumbre que obra-

r en tu favor.

Si debes tener la mujer de tu juventud, actualmente vive

en la tierra;

As, piensa en ella, y ruega para su bien, aun cuando no la

hubieras visto.

Los que temprano aman tienen las mismas miras, y el ten-

tador no les toca:

A medida que crecen, se sostienen uno y otro como el olivo

y la via.

La juventud suspira por un alma que se le asemeje, y con

ardor desea encontrar un corazon que corresponda al suyo:

Ella medita de da y de noche, loca con la imgen que ocu-

pa su fantasa.

Cuidado que lo que te encanta sea real, que no sea un ob-

jeto imaginario,

Y no permitas que algunas fatalidades te inspiren amor:

pues la mujer es tuya hasta la muerte.

Puede ser que el harpa y la voz te encanten, puede que un

sonido encante tu odo;

Mas, pinsalo bien, la mano se secar, y los dulces acentos

cambiarn en desacuerdo:

Puede ser que el ojo tan vivo por la tarde, est rojo por las

Generated on 2014-11-04 13:39 GMT / http://hdl.handle.net/2027/nyp.33433074948500


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lgrimas ntes de la maana,

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