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LA LÓGICA INFORMAL.

EL DIÁLOGO ARGUMENTATIVO

Entendemos por diálogo argumentativo toda situación dialógica en la que se observan ciertas reglas que
permiten suponer que los que dialogan están empeñados en una búsqueda cooperativa de la verdad.
Veamos a continuación algunas de esas reglas y las infracciones más corrientes según la exposición de
P. Grice en su trabajo Lógica y conversación (1975)

1. REGLAS DE LA ARGUMENTACIÓN
• Principio cooperativo. Contribuye a la conversación tal y como lo exige el objetivo o
propósito que le corresponda, conforme a la fase (inicial, intermedia o final) en que se
encuentre. EI objetivo de la conversación es muy distinto, par ejemplo, en un tribunal de
justicia, en una reunión de delegados de curso, en una comida familiar, etc.
• Regla de la cantidad. Proporciona tanta información como sea necesaria para mantener tu
punto de vista, pero no más.
• Regla de la cualidad. No digas lo que creas que es falso y no trates de mantener a toda costa
una opinión de la que no tengas pruebas suficientes.
• Regla de relevancia o de relación. Debes ser relevante, esto es, centra tus intervenciones en
el asunto sobre el que se dialoga y no cambies de tema sin permiso.
• Regla de modo. Explícate con claridad, sin ambigüedades, con brevedad y ordenadamente.
A estas reglas básicashay que añadir algunas otras, por ejemplo:
- Lleva el peso de la prueba cuando te corresponda.
- No hagas que tu interlocutor lleve el peso de la prueba cuando no le corresponda.
- No utilices premisas no admitidas por los demás interlocutores para apoyar una
conclusión que pretendes que sea admitida por todos.
- Define, aclara o justifica el significado de los términos que utilices siempre que te lo
pidan.
- No intentes forzar prematuramente la clausura del dialogo.

2. HERRAMIENTAS DE LA ARGUMENTACIÓN
En el dialogo argumentativo se utilizan determinadas expresiones con unas funciones especificas. La
utilización de estas expresiones puede ser a veces incorrecta, sobre todouando
c no se respetan lasreglas
que acabamos de rese ñar. Veamos algunas de ellas tomando como base el libro de Tomás Miranda, El
juego de la argumentación .
La idea general es que el diálogo argumentativo es “un juego” en el que pueden “jugar” todos los
“jugadores” que se comprometen a respetar ciertas reglas, puesto que, de lo contrario, no se puede jugar,
o bien el juego estaría trucado a favor de alguno o algunos de los jugadores, perjudicando a otros.

• Términos aseguradores
Cuando alguien quiere presentar como segura una creencia y evitar que su interlocutor le
pida razones para apoyarla , puede utilizar términos aseguradores. Así sucede en las siguientes
expresiones:
R ecientes estudios científicos han demostrado...
Fuentes bien informadas han asegurado que…
Es de sentido común que...
Todo el mundo esta de acuerdo en que…
Es evidente que...
En principio, será correcto utilizar estos términos para ahorrar tiempo, pero será incorrecto usarlos
para cerrar el dialogo antes de lo debido. Por ejemplo, en algunos casos puede ser acertado argumentar
haciendo referencia a lo que dice la Biblia, o la Constitución, para asegurar la aceptabilidad de un punto

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de vista; pero esta forma de fundamentación no sería aceptable en otros casos, por ejemplo, cuando en el
auditorio hay personas que no confieren autoridad a esas fuentes.

• Términos protectores
Otra técnica para proteger nuestras afirmaciones de las críticas de los demás consiste en
presentarlas con menos fuerza y alcance del que tendrían si no fuesen acompañadas de términos
como estos:
Probablemente...
Algunos x son...
La mayoría de x son...
Quizá sea cierto que...
Hay ocasiones en que la utilización de estos términos es un mecanismo prudencia,
de aconsejable
siempre que no pretendamos impedir artificialmente la discusión, sino simplemente exponer
nuestras opiniones con un tono de menor seguridad en ellas. En cambio, otras veces un hablante
puede utilizar estos términos para asegurarse “perversamente” una salida “airosa” si su opinión
es cuestionada por su interlocutor. Deberíamos proteger nuestras opiniones en un debate lo
suficiente para evitar las críticas, pero no deberíamos protegerlas tanto que sean tan débiles que
no aporten evidencia para la conclusión.
Estos términos también pueden ser usados de modo perverso para sugerir
maliciosamente algo de lo que no se tienen pruebas: «Probablemente ganó el campeonato
haciendo trampa».

• Términos sesgados
Algunas palabras están cargadas de connotaciones positivas o negativas. Si decimos de
alguien que es «estadounidense», estamos indicando su procedencia, pero si decimos que es
«un yanqui», estamos utilizando una palabra que, normal mente, esta cargada con un
sentido peyorativo.
Nuestros prejuicios y estereotipos de carácter racista, o político, o religioso, o sexista se
manifiestan en muchas de las palabras y expresiones que usamos. Las connotaciones de una
palabra varían en función de la persona que la dice y de la persona a quien se habla. Por
ejemplo, el término «feminista» puede tener una connotación positiva para algunas
personas, y negativa para otras. El uso de estos términos puede contribuir a mantener el
diálogo y avanzar en él, o puede más bien apuntar a su interrupción brusca. Nuevamente es
la consideración del contexto la única instancia que nos permite decidir sobre la corrección
o incorrección del uso de términos sesgados. Por eso hemos de ser muy cautos en la
utilización de este tipo de términos, para evitar que resten objetividad a la argumentación.

• Definiciones persuasivas
Una variante de la utilización de términos sesgados es lo que se conoce como definición
persuasiva. La definiciones persuasivas son definiciones que se elaboran expresamente para
un término al que se quiere conferir cierto prestigio o cierto desprestigio. Si lo queremos
resaltar, lo asociamos con algo que los participantes en el dialogo consideran positivo; si
queremos criticarlo, lo ponemos en relación con algo que se considera negativo. Por
ejemplo, un hablante esta argumentando a favor del uso de los ordenadores y dice: «Los
ordenadores son fieles amigos al servicio de sus dueños». En cambio, otro participante en
el dialogo, que esta en contra de estos aparatos, replica: «Los ordenadores son tiranos que
envían al paro a miles de personas».
En realidad, ninguno de los dos ha expuesto una verdadera definición, sino una
valoración disfrazada de definición, y de ese modo se confunde el plano de los hechos con
el de las valoraciones personales y así se provoca cierto desorden en la argumentación,

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pues se confunde el plano de los hechos con el plano de las valoraciones personales
evitando, con ello, conducir el dialogo en el plano de lo razonable.

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