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Centro de Estudios Internacionales Lecturas de politica mexicana E M El Colegio de México INDICE GENERAL Presentacién E] Estado mexicano contemporaneo, Lorenzo Meyer 5 El nacionalismo mexicano. Los programas politicos revolucionarios (1929-1964), Rafael Segovia 37 La politica econédmica y el nacionalismo mexicano, Leopoldo Solis a Origen y circunstancia de la idea de unidad nacional, Luis Medina 77 La movilidad politica en el México contempordneo, Peter H, Smith 115 El Partido Accién Nacional: 1a oposicién leal en Mé- xico, Soledad Loaeza 161 La revolucién cubana y la izquierda mexicana, Olga Pellicer de Brody 195 Control sobre el movimiento obrero en México, Afa- nuel Camacho 299 La huelga de Saltillo, un intento de regeneracién obrera, Manuel Camacho 271 Las organizaciones empresariales contemporaneas, Carlos Arriola 323 El ejército mexicano, Jorge Alberto Lozoya 355 a : _ EL ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO Lorenzo Meyer La lucha civil y el desmembramiento del viejo Estado Para este trabajo es itil la sencilla definicién dada por Max Weber a principios del siglo: la esencia del Estado consiste en el mantenimiento efectivo del monopolio de la violencia legitima sobre un territorio determinado.* De acuerdo con esta definicién la aparicién de un verdadero Estado mexi- cano no surge con la obtencién de la independencia de 1821, sino medio siglo mas tarde con el brote y la consolidacién de la paz porfiriana. Simplificando un tanto, es posible afir- mar que s6lo hasta ese momento el territorio nacional quedé entrelazado de manera tal que pudo considerarse una uni- dad econémica y politica, Para entonces habia sido supe- rada la lucha entre facciones que pretendian mantener la hegemonja politica y que eran el mayor obstaculo para el establecimiento de un monopolio efectivo de la violencia legitima a lo largo y ancho del territorio nacional. La lu- cha entre centralistas y federalistas, liberales y conserva- dores, mas las invasiones extranjeras, habian producido en muchos lugares un notorio vacio de poder que fue Ilenado de inmediato por estructuras locales ad hoc —los caudi- 1 H. H. Gerth y GC. Wright Mills (eds.). From Max Weber: uae in Sociology. New York, Oxford University Press, 1958, p. 78. LORENZO MEYER -y los caciques— en desmedro del Estado.* Porfirio Diaz en buena medida recuperar el poder para el gobierno central. Sin ee este Estado no fue viable, pues re- sult6é estar profundamente ligado al régimen personalista de Diaz y cuando éste cayé, Geum on él el Estado mexicano, aunque sdlo por un corto lapso. Para un obser- vador casual, la fragmentacién y dispersién de la autori- dad durante los afios 1914 y 1915 se asemejaba peligrosa- mente a los mis andrquicos del siglo xrx, pero esta vez la solucién al problema seria mas rapida y efectiva. Ya bajo el gobierno revolucionario de Madero, la capa- cidad del Estado mexicano de mantener su monopolio efec- tivo de la violencia se vio en entredicho por la actitud re- belde de Emiliano Zapata en las montafias del sur, pero sobre todo a raiz de la rebelién de Pascual Orozco en el norte, Aparentemente, las fuerzas del gobierno central es- taban a punto de reducir a la impotencia estos focos de resistencia cuando Victoriano Huerta dio el golpe de Es- tado en febrero de 1913, apoyado por el ejército y ciertos sectores de la élite tradicional.* Huerta nunca pudo impo- ner un control efectivo sobre el pais y si desaté, en cambio, la guerra civil, latente ya desde la caida de Porfirio Diaz. El grueso de las fuerzas rebeldes provino de las dridas zo- nas nortefias, pero el reto a la autoridad central se pre- sent6 a todo lo largo del territorio, La magnitud de la fuerza enemiga y la decisién del gobierno norteamericano de no dar su apoyo al general Huerta, permitieron a los rebeldes, dirigidos por Venustiano Carranza, crecer hasta el punto en que pudieron formar un verdadero ejército —el Ejército Constitucionalista—, dominar una parte con- siderable del territorio nacional y crear una administra- cién relativamente efectiva. Para 1914 se podia hablar de dos administraciones o de dos gobiernos, pero atin no de un Estado, Ambos bandos pretendian, sin lograrla, la ® Ver Fernando Diaz Diaz, Caudillos y caciques. México, El Colegio de México, 1972. * Charles C. Cumberland, Mexican Revolution: Genesis under Madero, Austin, Texas, Texas University Press, 1952, p. 229. ‘EL ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 7 legitimidad absoluta sobre el ejercicio de la autoridad en todo el territorio. Dada esta situacién, es posible decir que en ese momento no existia ya el Estado mexicano. Una vez que Victoriano Huerta dejé el pais en 1914 y que el ejército federal fue disuelto de acuerdo con lo es- tipulado por los tratados de Teoloyucan, es posible acep- tar la hegemonia del grupo carrancista; no obstante, las fuerzas centrifugas eran atin muy fuertes, La unién de los grandes caudillos que actuaron bajo el mando for- mal de Carranza desaparecié rapidamente y esto se hizo evidente en la Convencién de Aguascalientes, donde se encontraban representados los principales jefes militares de la coalicién antihuertista. De la Convencién surgié un gobierno que fue desconocido por el grupo de Carranza pero apoyado por Villa y Zapata. De nueva cuenta Mé- xico se encontré con dos centros de poder que reclama- ban para si el caracter de tinico gobierno nacional legi- timo: el de Carranza, con sede en el puerto de Veracruz, y el de la Convencién, que se establecié en la ciudad de México. No pasé mucho tiempo antes de que los dos cau- dillos convencionalistas —Villa y Zapata— retirasen su apoyo efectivo al gobierno de la Convencién, presidido sucesivamente por Eulalio Gutiérrez, Roque Gonzalez Gar- za y Francisco Lagos Chazaro, llegando inclusive a atacarle. Antes de disolverse éste por carencia de apoyo, adquirié un cardcter fantasmal. Las tres administraciones efectivas, y antagénicas, que existian en ese periodo las presidieron Carranza, Villa y Zapata. De hecho, no habia un mono- polio de la violencia legitima.* Esta situacién duré poco tiempo; la coexistencia de es- tos tres focos de poder no podia institucionalizarse, La lucha entre ellos fue rapida y feroz. Las acciones mas es- 4 La complicada red politica que se fue tejiendo en torno a la Convencién de Aguascalientes, est4 descrita con gran detalle en las obras de Robert E. Quirk, The Mexican Revolution, 1914- 1915; The Convention of Aguascalientes, Bloomington, Ind., In- diana University Press, 1960, y de Charles Cumberland, Mexican Revolution: The Constitutionalist Years, Austin, Texas, University of Texas Press, 1972, p. 151 ss. LORENZO MEYER pectaculares se dieron entre los ejércitos de Villa, por una parte, y los de Carranza, mandados por el general Alvaro Obregén. Las dos batallas de Celaya, la de Leén y la de Aguascalientes, que se libraron entre abril y julio de 1915, acabaron con la Divisién del Norte.° A partir de ese momento y hasta Ja rendicién de Villa al gobierno de Adolfo de la Huerta en 1920, el villismo quedé come un movimiento guerrillero que no ejercié control _permanen- te sobre ningtin territorio determinado y que, si bien cau- s6 grandes molestias al gobierno central —entre otras cosas provoed la llamada “expedicién punitiva” del ejér- cito norteamericano en 1916—, ya-no pone en entredicho el control del gobierno de Carranza sobre el pais. La liqui- dacién del zapatismo es menos espectacular pero igual- mente efectiva. Entre 1915 y 1916, se libraron los grandes combates entre las fuerzas zapatistas del sur y las de Ca- rranza, Para mayo de 1916 todas las ciudades principales de Morelos habian sido ocupadas por las fuerzas carran- cistas dirigidas por el general Pablo Gonzalez. La lucha guerrillera que se inicié a partir de entonces fue quiza mas importante que la librada por las bandas villistas en el nerte, pero no logré recuperar el control del Estado, aunque en algunas ocasiones los zapatistas Negaron a ocu- par Cuautla y otras poblaciones importantes. Segin Wo- mack, Zapata logr6 mantener hasta 1917-18 una cierta estructura gubernamental en el campo surefio, a pesar del terror carrancista, pero cada vez le fue mds dificil man- tener la lucha dado el virtual aislamiento de la regién en relacién a las posibles fuentes de recursos de guerra.* En abril de 1919 fue asesinado. Los remanentes de su movi- miento se unieron a Obregén en 1920 cuando este enca- bezé un movimiento militar contra el presidente Carranza. S Para un examen detallado de esta campafia véase: Alvaro Obregén, Ocho mil kilémetros en campafia: Relacién de las ac- ciones de armas efectuadas en mds de veinte estados de la repu- blica durante un periodo de cuatro atios, México, Libreria de Ja Vda- de Ch. Bouret; 1917. John Womack Jr., Zapata and the Mexican Revolution. New York, Alfred A. Knopf, 1968, p, 224 ss, | ¥L ESTADO MEXIGANO CONTEMPORANEO 9 Para fines de 1918, la fragmentacién del sistema poli- tico mexicano estaba en vias de ser liquidada. Las ten- dencias centrifugas habian Hegado a su climax y sdlo serian superadas poco a poco con el retorno a un cen- tralismo similar al que habia prevalecido antes de la Re- volucién. Las bases del nuevo Estado serian un tanto di- ferentes. El gobierno de Carranza, para derribar los obs- taculos que habian puesto en su camino, Huerta por una parte, y posteriormente Villa y Zapata, por otra, se vio forzado a aceptar en principio un reforma de las bases sociales del antiguo régimen y del antiguo Estado. Las reformas se iniciaron con la ley del 6 de enero de 1915 donde se hacia referencia a una reforma agraria y cul- minaron con la promulgacién de una nueva constitucién en Querétaro en 1917. Se reafirmé en este documento la separacién del Estado y la Iglesia, se sentaron las bases para una reforma agraria radical asi como para la crea- cién de una legislacién obrera mucho mds avanzada que cualquiera de las existentes en ese momento; ademés, se dejaba el campo abierto para afectar la posicion domi- nante que tenian los intereses extranjeros dentro de la economia mexicana. En general los poderes del presidente de la Repdblica aumentaron de tal manera que permi- tian la intervencién activa del Estado en todos los ¢am- pos de la estructura social y econémica, Dado el cambio de los marcos legales donde se iba a desarrollar la acti- vidad politica del pais, era s6lo cuestién de tiempo que los nuevos aliados de la élite politica —los campesinos y los obreros—aparecieran como’ participantes mas activos en el proceso. Claro esta que la forma que iba a asumir esta participacién dependeria, en buena medida, de la manera en que el grupo dirigente —donde dominaba el interés de los sectores medios surgidos durante el Porfiria- to— empleara su control sobre el Estado para alentar o inhibir la accién de estos nuevos actores, La forma como Carranza empez6 a poner en practica el poder del nuevo régimen, no auguré nada bueno para los intereses de estos grupos populares con cuya ayuda pudo destruirse al anti- LORENZO MEYER quo. El incipiente movimiento obrero se organizé en bue- na medida contra los deseos de Carranza, que limité cuan- to pudo sus acciones reivindicadoras. La reforma agraria entonces sélo beneficié a un puiiado de campesinos —al- redor de cuarenta mil—, con un total de 132640 hectd- reas. Esto, dificilmente podia considerarse un golpe serio a la estructura rural tradicional basada en la hacienda, Para 1920, puede decirse que el gobierno de Carranza habia reconstituido al Estado, devolviéndole parte de su poder, aunque atin quedaron ciertas zonas aisladas que se mantuvieron independientes del poder central, como era el caso de parte de la Huasteca, que permanecia todavia bajo el control del general Manuel Peldez. Pero la tenden- cia era irreversible. El problema de los caudillos y caci- ques iba a tardar en resolverse, aunque sin desaparecer del todo. En muchas ocasiones, ante la impotencia de las autoridades centrales para recuperar el poder de sus ma- nos se decidieron a legitimar su posicién de predominio, avalando sus decisiones a cambio de que estos hombres fuertes locales aceptaran en principio la supremacia del centro, Con la caida del gobierno de Carranza en 1920 —ase- sinado el 21 de mayo—, se da fin a la era de cambios de gobierno mediante rebeliones militares. Ninguna re- vuelta volveria a tener éxito, Es mds, la caida de Carran- za ya no puso en entredicho la capacidad del Estado para desarrollar sus funciones, sino al contrario, En la medida en que la subida de Obregén a la presidencia significé wna adecuacién entre poder real y formal —el ejército era sin duda la fuente de poder més importante en ese mo- mento— el Estado se fortalecid. El Estado y la consolidacién del nuevo répimen (1920-1934) Para Obregén y sus sucesores el gran problema a re- solver era lograr la institucionalizacion y la recuperacién de la economia, en ese orden, Para lograr esto, fue nece- EL ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO ll sario mantener subordinadas a sus directivas, a los gru- pos organizados, pero sin antagonizarlos. En el nivel mas inmediato, fue también necesario establecer uma cierta disciplina entre los miembros mas destacados de la élite politica: los militares. Obregén tenia la lealtad del ejér- cito, pero no controlaba enteramente a sus generales; su posicién era mas bien la de primus inter pares. Solo la climinacién de los rivales principales a través de una lu- cha, sorda a veces, abierta en otras, iba a dejar el campo despejado para el grupo de Sonora dirigido por Obregon y el general Plutarco Elias Calles. El primer paso consis- tié en eliminar al general Pablo Gonzalez, cuyas fuerzas —numéricamente muy importantes— se habian manteni- do al margen de la lucha entre Obreg6n y Carranza en 1920. En julio de ese afio se le acusé de estar’ preparando un golpe militar y se le envié al exilio. Otros jefes milita- res de dudosa lealtad o plenamente identificados con Ca- rranza fueron retirados de los puestos de mando. Los je- fes de operaciones militares —que compartian el poder real con los gobernadores— fueron obregonistas probados. Su lealtad se reforzé con una amplia gama de comisiones, subsidios y prebendas.” Ademas, los efectivos del ejército fueron disminuidos, se crearon las reservas y las colonias militares para permitir el retorno de buen ntimero de ofi- ciales y tropa a la vida civil, Quedaba atin un largo camino que recorrer para expropiar al ejército el poder que habia adquirido a lo largo de la lucha civil. La rebelién encabezada por el expresidente provisional y ministro de Obregén, Adolfo de la Huerta, al finalizar el atio de 1923, se debié a la inconformidad de una parte del grupo en el poder con la decisién de Obregén de dejar a Galles como su sucesor. Ciento dos generales al mando del 40% de los efectivos del ejército se enfrentaron al go- bierno central, En marzo de 1924, el levantamiento estaba aplastado. Un elemento del. triunfo de Obregén fue la T Edwin Lieuwen, Mexican Militarism The Political Rise and Fall of the Revolutionary Army, 1910-1940. Albuquerque, N. M., The University of New Mexico Press, 1968, p. 61-64. 12 LORENZO MEYER participacién de 10 000 efectivos agraristas a su lado. Con Ja eliminacién de un contingente militar tan sustancial y la capacidad de movilizar grupos populares en su apo- yo, la posicién del gobierno central se fortalecié. En igual sentido operé el ambiente internacional. Du- rante la década de la guerra civil, la constante inter- yencién externa —especialmente norteamericana— debi- lit6 © aumenté en varias ocasiones la efectividad del po- der politico local. En buena medida la caida de Madero se debiéd a la influencia negativa del embajador norte- americano Henry Lane Wilson durante los anos de 1912- 1913. De igual manera, el triunfo del ejército constitucio- nalista sobre Victoriano Huerta fue facilitado considera- blemente por la negativa del presidente Wilson a otorgarle su apoyo politico, militar y econémico, a la vez que se impidié a Europa que lo hiciera. Carranza no tardé en tener serias dificultades con Estados Unidos al pretender poner en practica algunas de las cl4usulas de la Consti- tuci6n de 1917 que afectaban intereses econdémicos im- portantes de circulos norteamericanos, particularmente petroleros, Durante casi tres afios, el sucesor de Carranza no fue reconocide por Washington debido a las diferen- cias suscitadas por la nueva constitucién, pero tras la fir- ma de los Hamados “Acuerdos de Bucareli” en 1923 se le otorgé el reconocimiento y, posteriormente, ayuda militar para derrotar a los rebeldes delahuertistas.* Galles habria de reabrir la controversia en 1926 con la promulgacién de una ley petrolera insatisfactoria para las compafifas pe- troleras. Pero tras una seria crisis internacional en 1927, se vio en la necesidad de llegar a un acuerdo atin més informal que el de 1923 con el embajador norteamerica- no, que acabé con la animadversién y las sospechas de Washington en relacién al régimen mexicano.® De nueva cuenta, Estados Unidos apoyaria al gobierno central en ® Lorenzo Meyer, México y los Estados Unidos en el conflict petrolero, 1917-1942, 28 ed. México, El Colegio de ai tatent (o79, pp. 107-319, : ® Ibid., pp. 266-281, FL ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 13 e] momento en que éste tuvo que hacer frente a nuevos jntentos de sublevacién. Los movimientos subversivos a que tuvo que hacer fren- te Calles provinieron tanto de elementos descontentos de la élite politica como de un sector campesino, localizado principalmente en el centro del pais, cansado de los abu- sos y politicas antirreligiosas del gobierno central. La “Guerra Cristera” se inicid en 1926 a raiz de un conflicto entre la jerarquia catélica y el gobierno, pero no tardé en adquirir el cardcter de una rebeli6n campesina que ni los mismos Ilamados a la concordia de las autoridades eclesidsticas pudieron calmar, Fue una rebelién cuyas tl- timas manifestaciones se prolongaron hasta bien entrada la década de los afios treinta y que revistié un caracter particularmente brutal." Sin embargo, el movimiento se mantuvo localizado y no puso en peligro la estabilidad del régimen aunque si disminuyé durante algiin tiempo la autoridad del Estado en la regién del Bajio. Mas peligrosas para el gobierno fueron las acciones de dos miembros destacados del circulo dirigente de Calles, descontentos con la decision de Obregén de volver a ser candidato a la presidencia (previa modificacién de la Constitucién). Los generales Arnulfo R. Gémez, jefe de Operaciones en Veracruz, y Francisco R. Serrano, secre- tario de Guerra, se postularon como candidatos a la pre- sidencia en contra de Obregén, Pasadas las elecciones de 1927 en las que Obregén fue declarado triunfador, am- bos decidieron lanzarse a la lucha armada, pero fueron capturados inmediatamente y fusilados en octubre y no- viembre respectivamente. Sin embargo, con el asesinato de Obregén siendo ya presidente electo, tuvo lugar una divisién atin més peligrosa, pues toda una parte de la élite que se disponia a acupar los puestos directives en compa- fiia del caudillo, vio frustradas sus expectdtivas. Para conjurar la crisis, Calles dejé el poder en manos de un presidente provisional aceptable para el grupo obregonista 19 Véase a este respecto a Jean Mcyer, La cristiada, I. México, Siglo XXI Editores, 1973. Le i LORENZO MEYER Y propuso, a la vez, la creacién de un partido que agru- para en su seno a todas las facciones que componian la P r a toc q po Familia revolucionaria”, El objetivo de esta nueva or- Ganizacién seria no el de competir por la toma y pre- servacién del poder frente a otros partidos, sino el de proveer un mecanismo a través del cual se resolvieran pacificamente las miiltiples controversias existentes en el Seno mismo del grupo gobernante, especialmente aquellas provocadas por la transmisién del poder, a nivel local o nacional, Asi fue como nacié el Partido Nacional Revo- lucionario (PNR). En un principio el PNR fue una con- federacién de los principales lideres revolucionarios bajo la guia informal de Calles. Poco después absorbié entera- mente a los partidos locales que apoyaban a estos lideres y el peculiar multipartidismo que habia prevalecido du- rante la década anterior desaparecié. El PNR fue conce- bido como un partido de cuadros y no de masas; Ja in- corporacién de los contingentes obreros y campesinos or- ganizados . partido tuvo entonces una prioridad muy Calles ho se reeligié, pero a través del PNR y de su ascendencia personal sobre los principales jefes del ejér- cito y lideres politicos dicté las Iineas generales seguidas per el gobierno hasta 1935; impuso y quité presidentes. ministros, gobernadores, etc,, y participé sistemAtica- mente en el proceso de toma de decisiones a nivel nacio- nal, Un grupo de generales obregonistas, descontentos y después de fracasar en Ja lucha electoral, se lanzé en mar- zo de 1929 a una rebelién encabezada por Gonzalo Esco- bar. La accién fracasé. Fue la (iltima gran rebelién mili- tar que ha. enfrentado el sistema politico mexicano, Con la eliminacién de un grupo considerable de generales am- biciosos y la formacién del PNR, el poder central se for- “4 Berta Lerner Sigal, “Partido Revolucionario Instituci o Cncaepas Po a eee et al., Misco, raalided pale Ss. xico, i i Wier AO 1990" pe id ama Mexicano de Estudios Po- {L ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 15 talecié atin més, centrandose no en el presidente sino en Galles, el “Jefe Maximo” de la Revolucién. Al mismo tiempo que tenia lugar este tipo de consoli- dacién del poder central, el grupo en el poder hizo fren- te a un nuevo reto: en la campafia presidencial de 1929 osé Vasconcelos se presenté como candidato opositor. Pero Calles y sus generales no estaban dispuestos a perder en las urnas el poder que habian ganado por la fuerza de Jas armas. La naturaleza del nuevo sistema se delined con mayor claridad. A raiz de la alianza que los dirigentes revolucionarios habian tenido que establecer con grupos populares a par- tir de 1910, se habia tenido que introducir a ciertos re- presentantes obreros y campesinos dentro del sistema de toma de decisiones; el caso mAs espectacular fue el de Luis N. Morones, lider de la Confederaci6n Regional de Obreros Mexicanos (CROM) que fue ministro de Indus- tria, Comercio y Trabajo en el gabinete de Calles. Pero los intereses de ‘estos aliados quedaron subordinados a los intereses y decisiones de la élite y sus demandas sélo serian planteadas a través de aquellos voceros reconocidos por ella, De lo contrario el Estado emplearia todos los medios que fuera preciso para impedir que estos demandantes se organizaran, adquirieran autonomia e intentaran imponer sus politicas. Mientras la CROM acepté estas reglas del juego se vio ampliamente favorecida, pero cuando las transgredié en beneficio de los intereses de su lider, per- dié su posicién de privilegio y eventualmente fue reempla- zada —aunque sin desaparecer— por otra organizacién mas acorde con las necesidades del poder central: la Con- federacién de Trabajadores Mexicanos, formada en 1936 bajo el liderato de un enemigo de Morones: Vicente Lom- bardo Toledano. Esta subordinacién no se intenté sdlo con los grupos populares, sino también con los viejos ac- tores del sistema, es decir, la Iglesia y los grupos econé- micamente dominantes: hacendados, el atin pequefio sec- tor empresarial y los consorcios extranjeros. Calles logré _ la subordinacién de la Iglesia pero no pudo hacer lo mis- 16 LORENZO MEYER mo con los otros; esa tarea se cumpliria un poco mas tarde, bajo la administracion del general Cardenas, Una de las principales debilidades del Estado mexica- no bajo el nuevo régimen revolucionario fue la precaria situacién de la economia, que le restaba tanto legitimidad como recursos para afianzar su autoridad. El sector mo- derno y dinamico de la economia estaba principalmente en manos extranjeras, tal era el caso de la industria pe- trolera y de la mineria, Estas industrias no sufrieron un dafio apreciable durante el periodo de la lucha civil (es- to fue especialmente el caso de las des empresas que supieron crear sus propios medios de defensa). La difi- cultad de esta situacién para el Estado estribé en lo pro- blematico que fue aumentar su participacién en los be- neficios de la explotacién de estos recursos naturales des- tinados al mercado mundial, Las empresas extranjeras contaron siempre con la proteccién de sus gobiernos, de tal manera que en mas de una ocasién lograron echar por tierra los planes gubernamentales para aumentar la carga impositiva que permitiria al Estado desempefiar més efi- cazmente sus funciones.” Esta falta de recursos impidid, por ejemplo, que el Estado pudiera hacer los pagos re- queridos por su deuda externa y que por lo tanto, el eré- dito de México en el exterior se derrumbara de manera estrepitosa.** De los sectores modernos de la economia el que mas dajio sufrié parece haber sido el sistema de transporte, en especial los ferrocarriles; mucho material fue destruido durante la lucha y casi no hubo reposicién del equipo. Sin embargo, el problema més notorio se presenté en el sector tradicional: Ja agricultura, que daba empleo al 7 En relacién a este problema, véase Lorenzo Meyer, op. cit., en particular el capitulo T y Marvin Bernstein, The Mexican Mi- ning Meee pee A ey of tha Thteraction of Politics, jconomics, an ‘echnology. ! ny, N. Y., State Universi New York, 1965, a “4 ee ™ Para el problema de la deuda externa consiltese a Jan Ba- zant, Historia de la deuda exterior de México (1823-1946). Mé- xico, El Colegio de México, 1969, nos del sector privado. EL ESTADO MEXIGANO CONTEMPORANEO 17 709 de la poblacién econémicamente activa, Entre 1921 1935 se noté una recuperacién en relacién al periodo de Lb guerra civil —el crecimiento agricola fue de 5.19% anual— pero no llegé a recuperar el nivel alcanzado antes de la revolucién.4 La Gran Depresién de 1929 afecté no- tablemente las exportaciones. El crecimiento del producto interno bruto (PIB) que habia do de 0.6% al iniciarse los afios veinte a 5.8% anual al final de la década, descen- dié hasta ser negativo como resultado de la crisis mun- dial."® Fue entonces, y en parte como resultado de todos estos problemas, que el Estado empezé a intervenir con mayor vigor en la vida econémica, Se inicié la creacién de una red bancaria oficial y el financiamiento de proyectos de construccién de carreteras y distritos de riego; sin embar- go, no puede decirse que el gobierno revolucionario haya creado el “estado activo”. El ritmo y direccién de la ac- tividad econémica continuaba en buena medida en ma- a6 Si bien es verdad que el sistema politico habia experi- mentado cambios sustantivos en relacién con el prevale- ciente durante el antiguo régimen, las bases sociales en que se sustentaba no parecian ser muy diferentes a las del pasado. Las actividades agricolas seguian ocupando al grue- so de la poblacién y la sociedad agraria a mediados de la década de los treinta seguia asemejandose mas de lo que fuera de desear a aquella que fue tipica del Porfiriato, La hacienda atin dominaba la vida rural. Cuando el presiden- te Abelardo Rodriguez concluyé su periodo se habian re- partido 7.5 millones de hectareas; es decir, que la Revolu- cién habia puesto en manos de los campesinos el 15% de ™4 Nacional Financiera, $, A., La economia mexicana én ciftas. México, Nacional Financiera, S. A., 1965, p. 57. 1% El Colegio de México, Dindynica de la poblacién de México. México, FE] Colegio de México, 1970, p. 215. ™ Al respecto véase el anilisis hecho por James W. Wilkie, The Mexican Revolution: Federal Expenditure and Social Chan- ge Sees Berkeley, Cal, University of California Press, 1967, Pp. 30-70. LORENZO MEYER a a castigar severamente a sus supuestos ene- Ja vieja oligarquia terrateniente; parecia en cam- haberse conformado con arrebatarle el poder politico sin interferir con la estructura social de la que habian de- rivado sus privilegios, Es mas, algunos miembros promi- nentes del nuevo régimen adquirieron grandes extensiones de tierra, El ejército frenéd mas que coadyuvé a la reforma agraria.* Siempre es posible encontrar excepciones y se- fialar ciertas 4reas y momentos en que los dirigentes poli- ticos prestaron su apoyo a la transformacién del sistema de tenencia de la tierra en este periodo, como puede ser el caso del general Cardenas en Michoacin y del coronel Adalberto Tejeda en Veracruz. Pero, en general, el “gru- po de Sonora” no deseé evar a cabo una reforma agra- ria radical sino mas bien establecer una economia rural basada tanto en la pequefia y mediana parcela —tanto ejidal como privada— como en la gran hacienda.” Se trataba simplemente de eliminar la concentracién extrema de la tierra a que se habia llegado en el Porfiriato, pero sin eliminarla. Esta politica se acentué cuando Calles, en su calidad de “Jefe M4ximo” declaré en marzo de 1930 que la reforma agraria era un fracaso econédmico y debia ser suspendida. Inmediatamente se anuncié en varios es- tados que la dotacidn ejidal habia concluido. Cada vez era mas dificil mostrar el caracter social de la Revolucion de 1910. La nueva élite politica estaba abandonando a sus antiguos aliados ahora que su dominio era mas efeetivo. 1% Nacional Financiera, op. cit., p, 53. 18 Véase a este respecto cl excelente articulo de Hans Werner Tobler, “Las paradojas del ejército revolucionario. Su papel so- cial en la_reforma agraria mexicana, 1920-1935", en Historia Mexicana, Vol. xxi: 1, julio-septiembre, 1971, pp. 38-79. 7” Para un examen de las ideas dominantes en torno a la po- litica agraria en esta época, véase a Moisés Gonzdlez Navarro, La Gonfederacién Nacional Campesina. Un grupo de presién en la reforma agraria mexicana. México, Costa-Amic, Editor, 1968. FEL ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 19 CARDENAS Y LA CULMINAGION DEL NUEVO MODELO POLiTIcO (1935-1940) Los seis afios del régimen cardenista —el periodo pre- sidencial se amplié de cuatrienio a sexenio— vieron su- cederse con gran rapidez una serie de reformas estructu- rales que terminaron por alterar notablemente la natura- leza del régimen revolucionario y que aumentaron la capacidad del Estado para desempefiar sus funciones cen- trales. Los primeros cambios tuvieron higar a nivel institucio- nal, Para sacudirse la tutela francamente conservadora de Calles, Cardenas llevé al cabo una serie de maniobras den- tro de los propios circulos gobernantes que le aseguraron ja lealtad de las fuerzas armadas en el momento en que se produjo el choque en junio de 1935. Pero hizo algo mas, vigoriz6 la alianza con los grupos obreros organiza- dos mas importantes dirigidos por Vicente Lombardo To- ledano, Esta alianza se habia deteriorado considerablemen- te en los anos anteriores; una de sus consecuencias habia sido la decadencia y fragmentacién de la CROM. El proceso para unificar a los campesinos en esta alian- za tomé mas tiempo. Los intentes por crear una organiza- cién campesina nacional y efectiva no eran nuevos, pero se habia avanzado poco. En 1931, el PNR favorecié la unificacién de siete ligas campesinas en la Confederacién Campesina Mexicana (CCM), dirigida por Graciano SAn- chez. El poder de esta organizacién respald6 a Caérdenas en 1935, Inmediatamente después se inicié un movimiento para ampliar sus bases incluyendo a todos los ejidatarios del pais —cuyo néimero aumentaba constantemente— y posteriormente otros tipos de trabajadores agricolas. EI resultado de todo ello fue la formacién de la Confe- deracién de Trabajadores de México (CTM) en 1936 y de la Confederacién Nacional Campesina (CNC), en 1938. Estas dos organizaciones de masas, constituyeron unos de los pilares centrales en los que el presidente Cardenas se ‘Apoy6 para introducir una serie notable de transformacio- ‘nes. El partido oficial sufrié un gran cambio. La idea ini- LORENZO MEYER cial fue la de crear un “frente popular” de obreros, cam- “pesinos y otros sectores progresistas para apoyar a Carde- nas, pero de ahi se pasé a institucionalizar esta alianza y en 1938 el PNR dejé de existir dando paso al Partido de la Revolucién Mexicana (PRM). Este nuevo organismo pretendié combinar su caracter de partido de cuadros con el de masas, las cuales no se afiliarian directamente sino a través de organizaciones, que a su vez ocuparian un |u- gar en uno de los cuatro sectores que formarian la estruc- tura basica del partido: el campesino, ¢l obrero, el militar y un ultimo definido como popular. La CNC dominé al sector campesino, la CTM al obrero y los burdcratas al popular a través de la Federacién de Sindicatos de ‘Tra- bajadores al Servicio del Estado (FSTSE).*° Era evidente que se habia ampliado la base de sustenta- cién del régimen. Habia nuevos actores en el panorama politico. El ejército perdia parte de su poder; el presiden- te tenia la posibilidad de neutralizar a cada uno de los cuatro sectores usando a los otros. Es mas, por un mo- mento la capacidad en el uso de la violencia no se limité al ejército, pues los grupos campesinos recibieron armas y hasta se llegé a iniciar la organizacién de milicias obre- tas, pero ante las presiones militares se abandoné la idea, La reorganizacién del partido fue también un paso mas en la disminucién de la influencia de los caudillos y caci- ques locales. La rebelién del general Saturnino Cedillo, por largo tiempo el hombre fuerte de San Luis Potosi, no representé en ningim momento una verdadera amenaza a la estabilidad del gobierno. Habia pasado ya su época y ese tipo de rebelién fue casi un anacronismo, La grande y mediana empresa privada, que en esta co- yuntura se encontraba del otro lado de las barricadas, tam- bién fue organizada por el gobierno. Para tal fin se ex- pidiéd en 1936 la Ley de Camaras de Comercio e Indus- tria, que dejé a la Confederacién Nacional de CAmaras Tndustriales (GONCAMIN) ya la Confederacién de CA- 20 Lerner, op. cit., pp, 68-76. EL ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 21 maras Nacionales de Comercio (CONCANACO) como las organizaciones formales a través de las cuales el Estado recibiria las demandas de este sector y con cuya colabora- cién elaboraria aquellas politicas que afectaran directa- mente sus actividades. A la vez, se abria la posibilidad de controlar las acciones de este sector a través de sus orga~ nizaciones formales. Asi, pues, para el momento en que el gobierno del pre- sidente Cardenas tocaba a su fin, la actividad del Estado mexicano se encontraba enmarcada dentro de un tipo de sistema politico que puede definirse como autoritario.™ El ido oficial no estaba concebido para llevar a cabo una Jucha electoral; no habia posibilidad de que el grupo en el poder abandonara su posicién en caso de que perdiera en las urnas. La campafia de 1940 lo probé de nuevo; a pesar de los numerosos testimonios de la fuerza del candi- dato de oposicién, general Juan Andrew Almazan, tinica- mente se le reconocieron 128000 votos, mientras que al candidato del PRM, general Manuel Avila Camacho, se le asignaron 2 250 000. La forma como se manipulé a los grupos obreros y cam- pesinos, y la facilidad con que serian cambiados sus lide- res y lineas politicas siguiendo los deseos presidenciales, pro- b6 la imposibilidad de su accién independiente dentro de las estructuras oficiales.** Aun las organizaciones mas anta- gonicas al gobierno, como fueron Jas que agrupaban a los empresarios privados, encontraron que tenian que estar dirigidas por empresarios, si no abiertamente ligados al régimen, si por lo menos no enteramente antagénicos a *t Sobre el concepto de régimen autoritario, véase a Juan J. Linz, “An Authoritarian Regime: Spain”, en Erik Allardt ‘y Yrjo Littuhen (eds.), en Cleaveges, Ideologies and Party Systems. Contribution to Comparative Political Sociology. Turku, Finlan- dia Abo tidnings oct Trycher Aktiebolag, 1964, pp. 291-341. = Un buen estudio de la manera como se manipularon las organizaciones obreras durante el cardenismo se encuentra en Joe ‘G, Ashby, Organized Labor and the Mexican Revolution under _ Eézaro Gardenas. Chapel Hill, N. C., The University of North Carolina Press, 1967. LORENZO MEYER _ pues de lo contrario perdian toda su efectividad. Fi- nalmenie, toda esta organizacién de la actividad politica en una estructura de cardcter semicorporativo tendia a concentrar excesivamente el poder de decisién en manos de la élite politica y en particular del Presidente. Si en un principio el partido tuvo ciertos rasgos de autonomia, para 1940 los habia ido. Se trataba, pues, de una es- tructura en que la élite politica tenia un cardcter domi- nante y en donde la relacién entre los actores —que eran basicamente los pos organizados—, sdlo tenia lugar a través de la mediacién de los dirigentes politicos. Final- mente, toda organizacién de caracter politico tenia que hacerse con la anuencia de aquéllos o de lo contrario se le disolvia o se le mantenia en la impotencia, La oposicién, efectiva, la creacién de un foco de legitimidad competi- tivo con el gobierno, no seria tolerada. Durante estos afios la base econdmica en que se susten- taba la sociedad y el Estado mexicano continud desarro- ll4ndose, a pesar de la manifiesta oposicién del sector em- presarial al régimen. Por una parte, los efectos de la crisis de 1929 fueron desapareciendo y el comercio exterior se reanimé, aunque a raiz de la expropiacién petrolera de 1938 bajaron considerablemente las ventas de combustible y minerales al exterior. Pese a la Reforma Agraria la pro- duccién agricola aumenté; si en 1935 el indice fue de 120, para 1940 habia pasado a 135. La incipiente industria manufacturera que se orientaba al mercado interno tam- bién crecié aunque no de manera espectacular. En 1930 habia contribuido con el 16.7% del valor de la produccién total y en 1940 su participacién fue del 18%.** Pero no hay duda de que el fenémeno mis notable en este campo fue el hecho de que se expropié en beneficio directo del Estado una de las actividades industriales mds importan- tes en este momento: la industria petrolera. Al pasar en 8 Nacional Financiera, op. cit., p. 57. *4 Clark Reynolds, The Mexican Economy; Twentieth Centu- ty Structure and Growth. New Haven, Conn., Yale University Press, 1970, p. 61. ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 23 zo de 1938 los campos productores y las refinerias, que le principios del siglo habian estado en manos de con- s extranjeros, a poder del Estado, éste aumentd no- ente su poder, Los primeros afios fueron dificiles, no | hay duda; las exportaciones bajaron debido a un boicot -establecido por la Standard Oil y la Royal Dutch-Shell, _ auxiliadas por el Departamento de Estado norteamericano, r la empresa estatal (PEMEX) saldria adelante hasta a convertirse en la mayor de Latinoamérica y uno de los pilares centrales de la economia nacional. Al petré- leo se afiadieron los ferrocarriles que fueron expropiados antes por C4rdenas como una forma de resolver sus com- jos problemas econémicos, Los gastos del Estado en ma- oa econémica aumentaron los proyectos de irrigacién, de truccién de carreteras; fueron creadas nuevas institu- ciones financieras para facilitar estas actividades, surgien- ) asi la Nacional Financiera, el Banco Nacional de Co- io Exterior, el Urbano, Hipotecario y de Obras Pi- icas y el de Crédito Ejidal, Por primera vez la mayor tida del gasto federal estuvo destinada a gastos en obras eardcter econémico (el 37.6%) y no al mero mante- miento del aparato administrativo: habia surgido el “Es- activo’’.** __~Cémo se tradujeron todos estos cambios en la estruc- 1 social? Quiz4 el fenédmeno mds importante en este pecto fue la destruccién de la hacienda, una de las ins- iones centrales que desde la Colonia habia moldeado cardcter de la sociedad mexicana. Durante su periodo idencial, el general Cardenas expropié 18 millones de 4reas. En 1934, las parcelas ejidales constituian ape- nas el 15% de las tierras bajo cultivo; para 1940 el por- centaje ascendia al 479%. ; Casi la cnitadl de la poblacién rural habia sido beneficiada por el reparto agrario! El nii- ero de trabajadores rurales que atin permanecian liga- a la hacienda era inferior al millén, Se habia estable- ido una estructura dual en el agro mexicano; por una Wilkie, op. cit., p. 32. == — ee i LORENZO MEYER bO MEXICANO CONTEMPORANEO 25 este “socialismo mexicano”, que pretendia erigirse co- una alternativa al capitalismo, al fascismo y al socia- soviético, no fueron muchas. Fuertes presiones inter- y externas en contra surgieron desde un principio, y acentuaron a raiz de la expropiacién petrolera de 1938, rminando por anular la alternativa. La crisis econémica, las presiones diplomaticas, e] des- tento de numerosos jefes militares que afioraban el re- no a la “normalidad”, tal como la habian conocido du- te la época de Calles y la abierta hostilidad de la clase ia, en donde habian hecho avances ciertas formas de no, obligaron a C4rdenas a retroceder.** El ntimero _ huelgas disminuyé; un proyecto de ley minera que afec- ntereses extranjeros en favor de cooperativas nacio- parte, las tierras ejidales y por la otra, la propiedad pri- vada. Poco a poco la hacienda seria reemplazada en este sector por predios relativamente més pequefios pero ex- plotados con técnicas modernas que habrian de dar paso a un uso mAs intensivo de capital. Los obreros también mejoraron su posicién, El gobierno permitié hacer uso de la huelga como nunca antes, a fin de “restablecer el equilibrio” entre los factores de la pro- duccién. En 1934 hubo 202 huelgas, pero en 1935 la cifra Negé a 642 y en 1937 a 576. La fuerza del Estado apoyé en gran medida las demandas obreras: toda empresa —se dijo— debia pagar los salarios, no de acuerdo a la pura oferta y demanda de mano de obra en el mercado, sino de acuerdo con su capacidad econémica. Y, segtin lo sefialé Gardenas en Monterrey, si algin empresario encontraba no se promulgé; aun el ntimero de hectdreas repar- que ya no le era posible mantener su posicién en este am- las disminuyé. Cuando fue necesario designar al candi- biente de lucha, podia retirarse y dejar su establecimiento J to del PRM para las elecciones de 1940, se escogié al en manos de una administracién obrera, Las cooperativas eral Manuel Avila Camacho, relativamente conserva- de productores crecieron. Es verdad que el proceso infla- r, en vez del general Francisco J. Mtgica, quien dados cionario, resultado de Jas grandes erogaciones estatales y antecedentes hubiera sido el mas indicado para conti- de la crisis econémica que siguié a la expropiacién petro- el programa cardenista. lera, afecté negativamente el poder adquisitivo del obre- ro, Sin embargo, fue entonces cuando el porcentaje del ESTADO MEXICANO Y LOS REGIMENES Producto Nacional correspondiente a sueldos y salarios fue EVOLUGIONARIOS sae ot oe ¥ cee nee ee A partir de 1940 México entré en un proceso de desarro- tivo final di Ree See poe ~ 0" @ ilo muy acelerado que terminaria por transformar la faz del le toda la reforma cardenista era la creacién de eleridad ‘sta. Si eae una democracia de los trabajadores. Se trataba de superar Ps ctasto, fas extructuras polticas ne ee ium Snes por me ee una ad aciones, Parecia ser que concluida la aventura carde- ree Stee rane SRORICRTIL eee Sint Bat la Revolucién habia dado por terminados sus proyec- dedor de una estructura agraria comunal a la que se le ial iti bi 1 bad afiadiria un complejo industrial destinado a servir sus ne- eres coral y porary on canbe #6 a cesidades, y que de preferencia tendria un cardcter coope- Weitistock (eds.), Renascent Mexico. New York, Covici rativo.™ El proyecto nunca Hegé muy lejos. Las posibilida- Publishers, 1935, pp. 81-82; Sanford A. Mosk, Industrial = 1 volution fe in aorre Berkeley, Col., Uniserity of California En relacién a este punto véase, entre otros, a Nathaniel , Pp. 53-59; Lemer, op. cit., p. 69. ; Silvia Weyl, “La Rosen de México: los dias de Lazaro Can Lorenzo Meyer, “Los limites de la politica cardenista: la externa”, Revista de la Untversidad de México, Vol. denas”, en Problemas agricolas e industriales de México, Vol. 7 » mim, 5 (mayo de 1971). (octubre-diciembre de 1955), p. 191: Hubert Herring y Her- LORENZO MEYER “jleno a una nueva empresa: propiciar el crecimiento econé- mico, por todos los medios posibles. En unas cuantas déca- das se pasaria de una economia basada sustancialmente en las actividades agricolas a otra, urbana, en que la industria manufacturera dedicada a satisfacer el mercado interno constituyese no sélo el sector mas dindmico sino el mas im- portante, empezando a necesitar salidas al exterior para una produccién creciente. La demanda generada por la segunda guerra mundial, permitié que el producto nacional (PN) creciera en esos afios a un ritmo promedio del 7% anual. Entre 1939 y 1945 las exportaciones crecieron en 100%. Por primera vez las manufacturas constituyeron un sector importante en las ex- portaciones (alrededor de] 259%). La exportacién de petré- leo y minerales bajé definitivamente, pero fue sustituida por una diversidad de productos de origen agropecuario que permitieron una cierta estabilidad en la balanza comer- cial; el déficit comercial se presenté de todas formas, pero se le hizo frente con los ingresos originados por el turismo. ya que por primera vez habia una corriente importante de visitantes extranjeros, particularmente norteamericanos. Los envios hechos por los numerosos trabajadores mexicanos que acudieron a llenar las vacantes dejadas por los obreros ame- ricanos enrolados en el ejército, reforzaron esta corriente de divisas, que seria la clave de la industrializacién. Esta industrializacién tuvo su origen en el hecho de que algunas de las importaciones mexicanas de bienes de consu- mo, que tradicionalmente provenian de Estados Unidos o Europa, fueron suspendidas a causa de la guerra como, por ejemplo, textiles o ciertos productos quimicos, La incipiente clase empresarial mexicana aprovecho tan favorable coyun- tura que eliminaba la competencia y expandié rapidamente su actividad. La capacidad industrial instalada pero no uti- lizada permitiéd que la produccién se expandiera a pesar de lo dificil de la importacién de maquinaria. Por primera vez se pudo inyertir alrededor del 12% del PN (el 40% de esta inversién fue hecha por el Estado). El capital externo, que durante el Porfiriato fue una pieza clave, perdié mu- L ESTADO MEXICANO GONTEMPORANEO 27 cha de su importancia, Entre 1939 y 1950 dnicamente el 89% de la inversidn total fue hecha con recursos externos. Parecia que una burguesia nacional moderna, en estrecha cooperacién con el Estado, iba a asumir el papel de verda- dera directora del proceso econédmico. En los afios sesenta la situacién no fue tan clara. $i bien la importancia cuantitativa de la inversién ex- tranjera directa (IED) no varié mucho (en 1970 los 35 300 millones de pesos en que se valoraba la IED representaron el 5.5% de la inversién total y el 8.5% de la inversién pri- yada), su importancia cualitativa habia aumentado, En 1940 la IED en la industria era de 32 millones de pesos; la cifra para 1970 era superior a los 2.000 millones. Esto le permitio participar con el 44.7% de la produccién total del sector incustrial moderno.** La ventaja del inversionista ex- tranjero se encontraba no tanto en su disponibilidad de capital —en muchos casos lo puede obtener de instituciones financieras nacionales— sino de su dominio de la tecnologia moderna para satisfacer la demanda de bienes de consumo exigidos por los grupos urbanos, con un tipo de consumo similar al de los grandes centros industriales. La dependen- cia de la tecnologia externa —controlada por las grandes corporaciones internacionales— ha restado vitalidad e inde- pendencia a la burguesia industrial mexicana que surgié a la sombra protectora de Jos gobiernos revolucionarios.** La industrializacién tan acelerada del México contem- raneo —las actividades manufactureras contribuyen con el 26.5% del producto interno bruto (PIB) y la agricultura —con el 15.9%*°— se ha debido en buena parte a la extrac- 28 En este caso el sector industrial moderno incluye a todas las plantas con un niimero de operarios superior a la decena. Las cifras fueron tomadas de Carlos Bazdresch Parada, “La politica actual hacia la inversién extranjera directa’. en Comercio Exte- rior, Vol. XXII, nim. 11 (noviembre de 1972), pp. 1012-1013. 28 Lorenzo Meyer, “Cambio politico y dependencia. México en ¢l siglo xx”, en Centro de Estudios Internacionales, La politica exterior de México: realidad y perspectinas, México, El Colegio de México, 1972, pp. 1-38. % Leopoldo Solis La realidad econdmica mexicana: retrovi- sién y perspectivas. México, Siglo XXI Editores, 1970, p. 220, ) MEXICANO CONTEMPORANEO 29 28 cién de excedentes del sector agropecuario. De este sector rovienen —via exportacién— las divisas para la importa. cién de los bienes de capital, las materias primas y los ali. mentos para los centros urbanos. En el] carnpo mexicano se observa cada vez m4s una marcada divisién entre aquellas zonas y sectores dedicados a producir para los mercados ex- ternos y en donde la produccién se realiza en extensiones relativamente grandes y con técnicas modernas, y la agri. cultura de subsistencia, minifundista, que da empleo a mayor parte de la poblacién agricola. La agricultura mo derna tiende a estar en manos del sector privado y la otrg a ser preponderantemente ejidal, aunque no exclusivamen- te. En 1960 tnicamente el 8% de las familias rurales te: un ingreso de mil pesos o mas, mientras que en los centro; urbanos la cifra era de 35%.*! El resultado ha sido la exi: tencia —y aumento— de una amplia capa marginal. calcula que s6lo 3,8 de los 7.8 millones de campesinos’ 1 yores de 18 afos pueden ser ocupados de manera eficiente.™ En buena parte esta marginalidad rural ha sido la ca de que sea mas notoria la marginalidad urbana. El cre miento de las ciudades en este periodo, en particular el d la ciudad de México, es notable. El ritmo anual de ¢ miento de la poblacién urbana en la dltima década ha si del 5.4°% —bastante mas alta que la tasa general de aume to de la poblaci6n— y en ciertas ciudades hasta del 149%. E] sector industrial moderno, que emplea técnicas q quieren el uso intensivo de capital, se ha visto imposibi para absorber toda la nueva mano de obra que llega ca fo al mercado de trabajo. El resultado es el desempleo frazado y la proliferacién de tugurios. Sdlo una capa re- vamente pequefia de trabajadores empleados en la gran stria ha recibido los beneficios del crecimiento econd- -contemporaneo. Unicamente el 35% de la fuerza de jo industrial esta sindicalizada y se concentra en este que es el mas capacitado para defender su posicién iva en la piramide social.** clase media ha crecido. Los cAlculos son muy deficien- _ pero alrededor del 20% 0 30% de los 50 millones de xicanos han sido clasificados como clase media. Por pri- | vez en su historia el pais cuenta con un sector medio rtante, producto de la expansién industrial y de los cios del Estado. A mediados de los sesenta este sector del 26% del total de los ingresos personales segin cdlculos aproximados; habia mejorado en 5'% su po- respecto a 1950, pero a expensas de las capas infe- mas que de las superiores. En 1950 el 50% de la po- n colocada en los estratos inferiores recibiéd el 19% so; para 1964 su participacién habia disminuido En cambio el 20% colocado en los peldafios supe- casi mantuvo intacta su posicién, pasando del 60% @ en ese mismo periodo.™ La contrapartida de esta tracion de ingresos estA correlacionada con una con- 6n de la actividad econémica; por ejemplo, en 1965 en México 136 000 establecimientos industriales, pera f de esa inversién se encontraba en el 1.5% de las s; las 407 empresas de mayor tamafio —que repre- RaGuieiol cisen iy Joseph Ay. Kall’ "Mexico, 4 Tevclon tinicamente el 0.3% del total— posefan el 46% Society. Stratification Since the Revolution”, en Kahl (ed.); Comparative Perspectives on Stratification. Mexico, Great Brita Japan. Boston, Mass., Little, Brown and Company, 1968, p. ® Visidn, 26 de agosto de 1972. ; Presente y futuro de la sociedad mexicana. México, Se- 88 Para una visién cuantitativa del problema, puede verse, en de Educacién Publica, 1971, Col. Sepsetentas, p. 33; tre otros, a Victor L. Urquidi, “Perfil general; economia y poh f¢ Basurto, “Obstaculos al cambio en el movimiento obrero”, cién", en David Tharra et al.) El perfil de México en 1980. 3 El perfil de México en 1980, Vol. II. México, Siglo XX1 xico. Siglo XXI_Editores. S.A., 1970; Stern y Kahl, op. cit . A., 1971, pp. 62-66. 14. Para una visién cualitativa a través de un caso de es Tello, op. cit., p. 17. Ifigenia Navarrete, “La distri- ver Lourdes Arizpe, “Rostros indigenas”, Didlogos, Vol, 8, nuit del ingreso en México: tendencias y perspectivas’, en 6 (noviembre-diciembre de 1972), p, 15-18. 1 Thatra et al, op. cit. pp. 39-41. Tello, “Un intento de anilisis de la distribucién per ingreso”, en Miguel S. Wionczeck (ed.), Disyuntivas 30 LORENZO MEYER de todo el capital invertido, Este mismo fenémeno se puede observar en el sector comercial y en el sector agricola pri- vado.** No es necesario acumular muchos indicadores para llegar a tener la imagen de la estructura social sobre la cual se asienta el Estado mexicano contempordneo, El proceso de industrializacién y el contexto politico dentro del cual tuvo lugar, propiciaron una distribucién particularmente unilate- ral de los beneficios del esfuerzo colectivo. Aun para patro- nes latinoamericanos, la concentracién del ingreso en las capas altas mexicanas es sorprendente. Y esto se dio sin que el sistema politico se viera afectado por posibles demandas reivindicativas provenientes de los grupos menos favoreci- dos, lo cual muestra lo efectivo del control politico sobre ellos. Para comprender la naturaleza de este control. es necesa- rio examinar cémo se empleé la estructura institucional que Cardenas heredé a sus sucesores. Los cambios formales han sido pocos; el primero consistié en reducir de cuatro a tres los sectores que componian el partido, eliminando el sector militar, A éste se le habia incorporado dentro del par- tido como una forma de control, pero pasada la crisis de Ja sucesién de Cardenas, Avila Camacho lo retiré formalmen- te de la arena politica. A partir de entonces el poder del ejército disminuyé notablemente —aunque sin llegar a des- aparecer— en favor del Poder Ejecutivo, La sezunda.mo- dificacién tuvo lugar en 1943, cuando se creé la Confede- racién Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) que fue la contrapartida de la CNC y la CTM en relacién al sector popular. La CNOP no cesaria de crecer e incorpo- tar las mas diversas organizaciones en su seno, desde una unién de limpiabotas hasta otra de ganaderos, pasando por organizaciones de profesionistas; los sectores medios tienen un claro predominio en la CNOP y ésta una posicién muy fuerte dentro del partido, ganada en buena medida en de- trimento de] sector campesino, Para 1946 el PRM se rees- 8 Tello, op. cit., p. 23-29, is i ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 31 cturé y surgié el Partido Revolucionario Institucional PRI), que ya no tenia como meta formal una democracia e los trabajadores, sino el desarrollo econémico a través ¢ una colaboraci6n entre las clases. E] PRI ha sido capaz de absorber a través de la CNOP a casi todas las organizaciones funcionales de pequefios pro- ictarios y prestatarios de servicios que han ido surgiendo como consecuencia del crecimiento y la diversificacién eco- nomica. E] movimiento obrero no Ilegé a unificarse; la CTM se mantuvo como la central mds importante pero no Ja Gnica, Sin embargo, sus rivales mas cercanos, como la CROM, la CROC y varios sindicatos independientes, han sido absorbidos por el partido; posiblemente la existencia de focos de poder competitivos en este campo no sea vista con desagrado por las autoridades centrales pues aumenta sus posibilidades de maniobra, La CNC se mantuyo como Ja Gnica organizacién campesina hasta que en los afios se- senta un rival: la Confederacién Campesina Independien- te (CCI), pero no pasé mucho tiempo antes de que ésta se dividiera y su ala m4s numerosa se incorpora al parti- do oficial aunque sin perder su identidad. La cooptacién ha sido sistematica. Aquellos que no aceptaron ingresar al partido por propia voluntad y acatar su disciplina y/o man- tuvieron una actitud independiente, tuvieron que confron- tar el dilema de absorcién o violencia. Tal fue el caso de los ferrocarrileros y los maestros en los afios cincuenta o Ja CCI en los sesenta. La oposicién electoral siguié siendo tan estéril como en el pasado. En algunos momentos parte de la élite dirigente se separé del nucleo central y se presenté como disidente; tal fue el caso de Ezequiel Padilla en 1946 y Miguel Hen- riquez Guzman en 1952. Oficialmente perdieron la elec- cién por amplio margen y nada quedé de su oposicién. Los pequefios partidos de oposicién permanentes —PAN, PPS, PNM, PARM— sobrevivieron en buena medida por- que se comportaron como loyal opposition; su presencia legitimé la hegemonia del PRI en la medida en que se dio la apariencia de un sistema pluripartidista pero sin 32 LORENZO ME’ afectar su contenido autoritario. Sélo el PAN, que desde una posicién més 0 menos conservadora pide el cumpli- miento efectivo de ciertos preceptos constitucionales, ha lo- grado crear una base electoral de cierta importancia en las zonas urbanas asi como en los dos extremos geograficos del pais. Sin embargo, ha sido impotente para evitar que en determinados momentos se anulen o alteren votaciones ganadas por él.** * _ Los partidos o grupos de oposicién cuya actividad no ha sido “legitimada” por el Estado han encontrado una opo- sicién permanente y en muchas ocasiones violenta, sin im- portar las garantias que la Constitucién en principio les otorga, y en ningiin momento se les ha permitido entrar en contacto con los sectores populares a fin de evitar que logren formar una base de accién que rebase los reduci- dos circulos de clase media en los que nacen y se des- arrollan, Ese ha sido el caso del Partido Comunista, del Frente Electoral del Pueblo o del movimiento estudiantil de 1968, para sdlo mencionar algunos ejemplos, La opo- sicién no ideolégica —oposicién a personas o politicas determinadas— se ha dado sobre todo en el campo y, en este caso, la respuesta del Estado ha sido sistemdticamente mas represiva y dura. La violencia en el campo mexicano parece ser endémica; sélo los conflictos mas espectacula- res llegan a ser conocidos por el reducido sector que for- ma la “opinién publica”.** La pérdida de autonomia del PRM respecto al presi- dente se acentué con el PRI. Los débiles intentos por de- mocratizar su estructura interna en los sesentas fracasaron. El poder dentro del partido reside no en la Asamblea Na- cional, sino en el Comité Ejecutivo Nacional y, en parti- cular, en su presidente y la designacié6n de este funciona- ** Como ejemplo de fraude electoral, puede consultarse a Blan- ca Torres, “The PAN. A Case-Study of the Party in Yucatan” (tesis de B, Ph. Universidad de Oxford, Inglaterra, 1971). * Un indicador de esta violencia lo constituyen las noticias que al respecto se publican semanalmente en el periddico El Dia, oe Pequefia seccién dedicada al examen de los problemas del 33 ESTADO MEXICANO CON TEMPORANEO io la hace, en realidad, el Presidente de la Repiiblica y Asambla tinicamente la ratifica, La designacian de los ndidatos del partido se hace a trayés de un mecanismo que coordina las decisiones del Jefe del Poder Ejecutivo, “su secretario de Gobernacién, el presidente del partido, ‘Jos dirigentes de sus tres sectores y los gobernadores de los Estados, segtin el caso. Desde luego, la opinién decisiva es ja del presidente de la Republica, pero debe estar basaca en una cierta aceptacién de la relacién de fuerzas exis- tentes en la entidad donde se vaya a designar el candi- dato."” Asi pues, la simbiosis entre partido y gobierno es casi total y, por ello, en gran parte, el PRI no es un partido litico en el sentido tradicional, sino una organizacién gubernamental encargada de coordinar los procesos elec- torales (cuyo sentido no es realmente el de elegir entre varias alternativas, sino legitimar las decisiones tomadas por el gobierno), movilizar y disciplinar a los miembros ‘de sus organizaciones y avalar las politicas gubernamenta- Jes, en cuya formulacién no tiene injerencia efectiva. El proceso de centralizacién que tiene lugar dentro del ‘partido se repite a otros niveles, El sistema federal no funciona. En primer término, puede mencionarse que el gobierno central recibe alrededor del 909% del total de los recursos a disposicién del Estado; asi, pues, la dependen- cia regional en relacién al gobierno federal es muy gran- de, De igual manera, la seleccién de los lideres politicos estatales queda a cargo del presidente de la Reptblica, quien en Ultima instancia puede usar, por su control sobre el Congreso, el arma de la desaparicién de los poderes estatales para deshacerse de aquellas administraciones lo- cales —generalmente heredadas .del sexenio anterior— que no siguen las directivas del centro. Finalmente, el pre- sidente usa a los jefes de las diversas zonas militares como 49 Una buena descripcién de este proceso se encuentra en Ma- nuel Moreno Sanchez, Crisis politica de México. México, Edito- tial Extempordneos, 8. A., 1970, pp. 160-162. Lh LORENZO MEYER una fuerza equilibradora del poder detentado por los go- bernadores.” La divisién de poderes que la teoria clisica de la de- mocracia liberal considera como uno de los requisitos in- dispensables para evitar los abusos del Estado en relacién a los derechos del ciudadano individual, tampoco funcio- na en la practica mexicana, Por una parte, el Senado ha estado dominado enteramente por miembros del PRI y sélo en los tiltimos afios se ha concedido una representa- cién a los partidos reconocidos por el régimen en la cé- mara de diputados y no porque se les hayan reconocido victorias en ciertos distritos, sino en relacién al nimero de votos recabados en toda la Repiblica. En todo caso, estos “diputados de partido” no pueden ser mas de veinte. Hasta la fecha no se ha dado el caso de que el Poder Le- gislativo rechace un proyecto de ley que le ha enviado el Ejecutivo; cuando llega a existir oposicién, ésta es minima y sdlo de cardcter simbélico. El Poder Judicial ha disen- tide del Ejecutivo principalmente en relacién a medidas que afectan a intereses econémicos poderosos y, en este caso, su disensién funciona como una valvula de seguridad para el sistema.** A partir de 1940, las relaciones de Mé- xico con el exterior pierden mucho del caracter conflic- tivo tenido hasta ese momento. Cuando la segunda gue- tra mundial estalla, el pais se solidariza sin reservas con el grupo que saldria vencedor en la contienda. A cambio de su cooperacién se solucionan problemas tan dificiles como la compensacién de las compafiias petroleras expro- piadas, el pago de la deuda externa, de las reclamaciones por dafios a los extranjeros durante la lucha civil, etcéte- ra, Concluida la guerra, México no se separa de la linea internacional trazada por Washington a los paises latino- americanos; en el sistema bipolar producido por la “gue- tra fra” México da un apoyo discreto, pero adecuado, a los Estados Unidos, Dada la herencia nacionalista de la _*° Pablo Gonzdlez Casanova, La democracia en México. Mé- xico, 3% ed. Ediciones Era, S. A., 1969 pp, 37-47. 1 Tbid., pp. 33-37. ESTADO MEXICANO CONTEMPORANEO 35 evolucién de 1910, México mantiene una cierta distan- ia de las politicas norteamericanas, que al no disentir en lo fundamental de éstas, le es tolerado por el centro he- ménico, Surge asi la llamada “relacién especial” con los FE tados Unidos, relacién que le permite a México no apo- r la declaracién de Caracas contra el gobierno guate- malteco presidido por Jacobo Arbenz, ni romper relaciones con la Cuba revolucionaria de Fidel Castro o condenar Ja invasién de la Repiiblica Dominicana por fuerzas de Fstados Unidos en los sesentas. A cambio de esto, Méxi- co no busca prosélitos para su posicién entre los otros pai- ses del hemisferio ni entorpece el fondo de las politicas de Washington en la regién.“ Todo esto esto leva a milti- ples declaraciones de amistad y solidaridad entre los go- biernos mexicano y norteamericano. Este apoyo dado a los regimenes posrevolucionarios por la potencia hegemdé- nica, de alguna manera les fortalece y fortalece al Estado, No hay duda de que las desviaciones. propiciadas por el régimen mexicano actual en relacién a los patrones idea~ les de democracia liberal han incrementado la importancia y la fuerza del Estado en relacién a las otras fuerzas so- ciales. Dado el caracter autoritario del régimen, la élite politica ha tratado de mantenerse como el Arbitro de las relaciones entre los principales grupos organizados que acttian dentro del sistema politico. Hasta cierto punto lo ha logrado apoyandose ahora en un grupo contra otro, ahora cambiando sus alianzas, pero el modelo tiene varios puntos de conflicto. El desarrollo econédmico que se dio a partir de 1940, 0 crecimiento como sostienen otros, se hizo beneficiando excesivamente a la empresa privada en de- trimento de otros grupos. Esto le ha ido confiriendo un poder tal, que si bien no se puede decir que ha comenza- do a imponer sus decisiones sobre aquellas provenientes de 42 En relacién a este punto, véase Mario Ojeda Gémez, “El perfil internacional de México en 1980", en Jorge Basurto et al., op. cit., pp. 289-324; Olga Pellicer, México y la Revolucién Cu- bana. México, El Colegio de México, 1972; Lorenzo Meyer, “Cam- bio politico y dependencia...”, op, cit. 36 LORENZO MEYER la élite politica, no hay duda que adquirié ya un poder de veto. Y esto se ha demostrado en la forma como frus- tré una politica gubernamental que a principios de los sesentas pretendié introducir algunas modestas reformas en el modelo de crecimiento.** En Ja actualidad, este en- frentamiento sordo, pero real, entre el poder estatal diri- gido por la administracién de Echeverria y los intereses econémicos mas privilegiados, constituye el principal con- tenido de la problematica politica mexicana. Hay otro punto de tensién, Si bien se han logrado con- trolar las manifestaciones de los disidentes que se encuen- tran fuera del “establishment”, esto no quiere decir que la lucha politica se haya detenido, En realidad ésta se da dentro del heterogéneo circulo gobernante, Las fuerzas en pugna se agrupan alrededor de unos cuantos miembros pro- minentes de la élite, que son verdaderos centros de “‘estre- Ilas de poder” cuyas ramificaciones se encuentran a todo lo ancho y largo de la estructura administrativa y parti- daria. El objetivo central de estos grupos es acumular el maximo posible de poder para influir decisivamente sobre el presidente en el momento en que éste tenga que elegir a su sucesor. En determinadas circunstancias, el choque de estos grupos les puede llevar a buscar aliados fuera de las estructuras administrativas y/o buscar minar la posi- cién de sus competidores a través de politicas que ponen en peligro al sistema ¢n su conjunto, pues la mejor tactica es crear o fomentar problemas que pongan en entredicho la capacidad politica de los rivales para mantener bajo control aquella parcela de la realidad politica y social que se ha colocado bajo su tutela. 4 Algunas consideraciones interesantes en torno a este punto se encuentran en la obra de Kenneth F. Johnson, Mexican De- mocracy: A Critical View. Boston, Mass., Allyn and Bacon, Inc., 1971, pp. 59-84,

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