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on LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD Gueto, periferias y Estado Loic Wacquant | Kl siglo veintiuno editores Mezclando observacién de campo, datos estadisticos y andlisis hist6rico, Lofe Wacquant, socidlogo y discfpulo de Bourdieu, introduce al lector en el seno de! yen el de un barrio de un suburbio Indu: descubrimos que la marginalidad urbana no teva ef mismo ropaje todas partes. La comparacién revela, sin embargo, que las estructuras y las politicas estatales juegan un papel determinante en la articulacién de las desigualdades (de clase, de lugar y de origen) de ambos lados del Atléntico. Lejos de la mirada exotizante de los discursos mediatico ¥ politico, es posible ver que la implosién del corazén negro de la metrépoli estadounidense se explica ante todo por la doble retraccién de la economia salarial y del Estado de bienestar y por las politicas publicas de segregacién y abandono urbano. La proliferacién de “barrios problema” alrededor de las ciudades europeas, por su parte, traduce la descomposicién de territorios obreros por el efecto con junto de la desindustrializacién, la precarizacién del trabajo y la mezcla étnica de poblaciones hasta aqui fuertemente compartimentadas. LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD pone e1 fencia k jo asalariado, el retroceso del estado social y la concentra~ ci6n, en distritos desprestigiados, de sectores de una lengua compartida que les permita for 01.10 tidad comin y afirmar reivindicaciones colec — quosks nueva luz sobre la explosiva mezc cia, miseria y violencia en las metrépolis del pr ofrece herramientas preciosas para agitar el deba~ sobre las desigualdades sociales y la ciudadania en el comienzo de un siglo nuevo. soca serszznae indice Introduccién tera: instrumentos para repensar la marginalidad urbana Gueto, banlicues, Estado Para una sociologia comparada de la marginalidad urbana PROLOGO: UN VIEJO PROBLEMA EN UN MUNDO NUEVO 1. Elretorno de lo reprimido: revueltas, etnicidad y dualizacién en tres sociedades avanzadas La violencia de abajo: Jevantamientos raciales o revueltas intestinas? La violencia de arriba: desproletarizacin, relegacion y estigma Laalienacién politica ylos dilemas de la penalizacién Conclusion: un desafio para la ciudadania 1, DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO 2. Declinacién y destino del gueto negro en el fin de siglo las explosiones si Del “gueto comunitario” de los afios cincuenta al “hipergueto” de los nov Descalabro y peligro en organizacional 38 40 48 54 10 1.08 GONDENADOS DE LA It El “ingenio” y la supervivencia cotidiana en la economia informal Las rafces econémicas y politicas de ia hiperguetizacion Desinversion, crecimiento polarizado y segmentaciGn racial 1a retirada abrupt La marginalidad pol del gueto Conclusion: reconfiguraciones de la dominacién 3, El precio de la exclusion racial y social en Bronzeville ipergueto cial de la marginalidad 4. West Side Story: un barrio de gran inseguridad ‘en el gueto de Chicago Miseria de Estado La macabra loteria rra ola carcel “Seis pies bajo Il, CINTURON NEGRO, CINTURON ROJO 5. Banlicues obreras francesas y gueto negro norteamericano: de la amalgama a la comparacion El pinico moral de las “cité Las banlieues no son guetos Conclusidn: el “gueto francés”: un contrase 4 corarén de Chicago a los 6. stigma y divisio mirgenes de Paris izacién” de la pobreza en las ciudades {Una “norteameric: ‘europeas? La estigmatizaciGn territorial: su experienc: que aqui hay una peste” sus efectos DAD 83 90 a1 7 loa 107 4 121 130 144 47 148 154 159 196 201 201 fl “La gente te desprecia por completo” De Ia estigmatizacion espacial a la “desorganizaciOn’” social Vision ydsstones sociales ene guetoy en Is lone “Apartheid norteamericano y fractura de la conciencia racial Los jovenes di fs contra el resto del mundo Mezcla de categorias, trayectorias col ie violencia, el aislamiento y el Estado violencia callejera y contraccién del espacio II. LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XX : 8, _Eladvenimiento de la marginalidad avanzada: ccaracteristicas ¢ implicaciones sy banlieue. figuras de la margii marginalidad Implicaciones para la sociologi Hacia una revolucién de las p 9, Las logicas de la polarizacién urbana por abajo Los sintomas de la marginalidad avanzada en la ciudad 206 209 215, 215, 219 222, 227 229 281 265 265 269 286 291 295, 298, 2 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD nueva pobreza 301 fica exorcizado 312 hacia el Estado Cuatro logicas estructurales Elespectro de la convergen Frente a la marginalidad avanzada: €! gi penal 316 Posfacio a la edicién francesa 321 Agradecimientos y fuentes 327 Bibliografia 381 8. Eladvenimiento de la marginalidad avanzada: caracteristicas e implicaciones ‘Se ha mostrado en el primer capitulo que, en las dos tiltimas décadas, la imagen de si que se habjan forjado las sociedades capi- talistas avanzadas de la posguerra como colectividades cada vez mas pacificas, homogéneas e igualitarias —“democraticas” en el sentido de Tocqueville, “civilizadas” en la terminologia de Flias— ha esta- lado en pedazos bajo el efecto de la virulenta irrupci6n de los des- érdenes piiblicos que han acompahado el resurgimiento flagrante de las desigualdades en las grandes ciudades occidentales, Es asi como se han desarrollado paralelamente en los Estados Unidos y ‘en Europa dos debates en los que confluyen las cuestiones de la pobreza, la divisién “racial” o la inmigracién poscolonial y la deca dencia urbana mientras que el persistente desempleo, las dificulta- des sociales y las tensiones &. idas como tales) escandidas por es simultdneamente en las metrépolis de ambas orillas del Atlantic Underclass y banlieue. figuras de la marginalidad Frente ala dislocaci6n y a la degradacién aceleradas de los, centros segregados de las ciudades de su pais, sociélogos y exper- tos estadounidenses en as pliblicas estan alarmados por el surgimiento y la expansion de una supuesta underclass negra des- cripta como encerrada en las inner cities en descomposicién, incli nada a conductas antisociales y cada ver mas aislada de la sociedad nacional.! En Francia, asi como en muchos paises vecinos, se ha gow (1981 (1993), Moore y Pinderhughes (1993) y Kate 266 LOS GONDENADOS DE LA CIUDAD declarado un verdadero pinico moral alrededor del aumento de la exclusion y de la segregacion en la banlieue, encarnado por la consolidaci6n de las “citésgueto” a las que se adjudica hacer pesar Gna amenaza mortal sobre el "modelo de integracién” y el orden publico republicano, mientras que los barrios obreros establecidos En la periferia urbana entran en una espiral de deterioro en el momento en que Tos antiguos trabajadores inmigrantes y sus bijos se afirman como un componente en crecimiento permanente de $0 poblacién.” A ambos lados del Atiintico, el ema de la dual: jacién —o de la polarizacion— de la ciudad se ha impuesto en fos sectores mas avanzados de la investigacién y la teoria urbanas, nientras que los extremos de la “alta sociedad” y del dark ghtto, de fa opiilencia y la indigencia, de la burguesia cosmopolita y de los pariasurbanos,florecen de un lado a otro.* Tomadas en conjunt®, vtas tendencias parecen participar de un giro historico marcado fansatlintica de esquemas de marginalidad Urbana y por la etnicizacidn de la ciudad europea que sigue el js en profundidad de Ja posicidn estructural, la composicién y el dispostti- vo organizacional de los territorios de relegacién establecidos o recientemente aparecidos en el Antiguo y él Nuevo Mundo como selaciones entre democracia, division r teaba Gunnar Myrdal en An Amen’ recer bajo nuevas formas que exige cial, culturay’ imma hace medio sigho estan por Feape 'spuestas morales y politicas no solo de los ry urgente, de la Ui open, que ipa” (Schierup, 1995: 350-860). Se formula 3) y esadounidense por LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XX1 267 €l propuesto en este libro sugiere que los regimenes europeos de pobreza urbana no estin en vias de “norteamericanizacion”. Sea lo que sea que digan los medios y los intelectuales presionados por dar un lustre experto a los problemas prefabricados de la discu- sin politica, las profundas transformaciones que han conocido los barrios populares de las metrépolis continentales no muestran tun proceso de guetizacién. No han desencadenado o terminado ia formacién de espacios cerrados étnicamente homogéneos ‘cuales una categoria “negativamente privilegiada” (para decirlo con palabras de Max Weber) esta obligada a desarro- lar sus propias instituciones en reaccion al rechazo de la sociedad dominante, como fue el caso de los afroamericanos durante las décadas de consolidacién industrial del siglo xx. La comparacién metédica entre las zonas de relegacion de! cinturén negro de Chicago y del cinturén rojo de Paris, presenta ido demostrar que, a pesar de las simi cias vividas, la periferia obrera francesa y el gueto afroamericano siguen siendo das constelaciones socivespacialesclaramente diferentes, y hay razones para esto; son legados de diferentes historias urbanas y de modos de “seleccién” de poblaciones, y siguen es tas en articulaciones divergentes entre el Estado de Bienest mercado y el espacio fisico adecuado, de donde surgen los niveles sniento y desamparo en el gueto estadounidense que no tienen Para decirlo répidamente —pues regresaremos sobre esta cues- tin en el capitulo siguiente—, la relegacién socioespacial en el tur6n negro norteamericano es resultado de una “clausura exclu- yente” (como la conceptualizan Weber y luego Parkin, 1978: 44-7: que opera sobre una base “racial” anclada en un oposicién dicoto- mica envolvente entre “negros” y “blancos”.° Esta clausura se sostie- 5 Esta opas “hipodescendencia” par 268 . 1.08 CONDENADOS DE LA CIUDAD LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XX1 269 meen el plano material yen el simbélico por la estructuray las pol © el estancamiento econémico sino, muy por el contrario, como cred Estado y ae amplifica por las divisiones de clase Iuego del Consecuencia de la mutacién de los sectores mas avanzados de Surgtniento del Movimiento porlos Derechos Giles, que dio gat sociedades y economias occidentales, tal como se imprim = ar ernaimiento del gueto comunitario dela era fordistayasu rect {as facclonce afcrioves dela dase cbvera en secomponilén yo0- plazo por un hipergueto fundado sobre “un doble rechazo de clase bre las categorfas €tnicas dominadas, asi como sobre I Page raza” (Clark, 1965: 21).Nosucede lo mismo en el cintur6n rojo que ocupan en las ciudades sometidas al tropismo de Ia dualiza- yeheey en Francia la relegacin en un barrio degradadlo procede cién (Sassen, 1991b; Mingione, 1991; Castells, 1996). vente todo de la posicin de clase, luego, se exacerba por el origen tivo “avanzado” busca indicar que esas formas de Jenico (pos)colonal (él mismo fuertemente correatvo al perfil de smarginalidad no se sitian ders must: no son ni eclicas ni tra ‘dlase) pero es parcialmente frenada por Ia accion protector ycom- rias, tampoco estan en vias de reabsorcién progresiva por Ii pensadora del Estado (central y local), sin la cual una fracci6n mas xe” (por ejemplo, la mercantil Latthoa peymerosa atin del proletariado urbano quedaria nfarginada. Un fo porioe biches ae corte transversal de estas dos formas urbanas encuentra y confirma Bienestar ( ag ral Tesdindmicas que las han generado: cl hipergueto estadoumidense Hl DT Oe eras cemado racialmenie mono | riza por una escasa itada y decrecien- cdel Estado de Bienestar, mientras que su homélogo estructural redireccionar las fuerzas estructurales que las generan, entre l fet tado francés es basicamente heterogéneo en su reclutamiento takes ena ol cxtaialenta econémicn polarized yl frogpmcar cthonarionale incluso social, todo esto agregado a tna presencia tacion del mercado de trabajo, Ia precarzacion del empleo ¥ comparatitva fuerte de las instituciones pablicas. titonomizaciba de la concerts informal en aa mynea wands ‘Estas combinaciones diferenciadas de divisiones de clase, de decadencia, la desocupacién masiva que induce a la despre ugar y de origen (Etnico o nacional) de ambos lados del Atléntico nln delosescioves tds vulncriblei de ia'case olrara (eob wre chuyen, sin embargo, que los recientes cambios del gueto estar todo entre los jovenes que carecen de ca ral)sen ‘dounidense, las banliewes obreras francesas y los barrios degradados -as de retroceso social y de desinversién urbana. Si n die los centros de la ciudad y de las periferias urbanas de Inglaterra, ponen a punto yen : ‘Alemania u Holanda presagien la cristalizacion de un nuevo regimen social y politica que acién desechada en ide marginaldad urbana asin embrionario pero distinto, porque se territorios de abandono, pucde esperarse que esa marginalidad Scparariaala vez del gueto tradicional norteamericano y Jel espa. urbana siga creciendo y extendiéndose y con ella la violencia wero" curopeo del siglo xx (Wilmott, 1953; Verte, 1979: Bag- a desertificaci6n organizacional formalizacion de la economia que afectan a los barrios de sto bajo este Angulo, el regreso de las realidades Thegadas” de la pobreza extrema y de la decadencia social, de fas | _‘Telegacion de las grandes ciudades en las sociedades avanzadas. iviiones etnorraciales y de la violencia paiblica y su acumulacion | entre de las propias zonas desheredadas, sugieren que las ciuda: Seis propiedades distintiv : ties del Primer Mundo se encuentran hoy enfrentadas a algo que muarginalidad fas del aera regimen de pada denominar marginaldad avanzada Eas nuevas formasde | aeeara excluyente, que se traducen en tna expulsion al margen Se puede esbozar una caracterizacién ideal tipica provisoria Gel espacio social y fisico, han surgido —o se han itensificado— de esta nueva marginalidad in statu nascendi contrastandol: en Ine metr polis posfordistas no bajo el efecto de la inadaptacion | un cuadro selectivo de los rasgos de la pobreza urbana eee DELA CIUDAD 270 1.05 CONDENADOS tica de las décadas de crecimiento y prosperidad “fordistas” (1045- 1975), Recordemos para empezar, con Max Weber (1965: 171 174), que un tipo ideal no es una simple “construccion sintticd ofrecida a los fines del analisis sino una abstraccin sociohistorica fandada sobre las manifestaciones concretas de un fenémeno. Los conceptos tipicos ideales nos ayudan a formular hipdtests y luego srrsnfrontartas con la realidad empirica: nos ofrecen una base de Comparacién y una linea directriz para identificar ls variaciones significativas y sus causas posibles. De todos mods, en tant@ dis positivos heuristicos, no se ajustan a los criterios de verdad y false. reir simplemente resultan fructferos o no para a investigaciOn. ‘Es con algunas reservas que ofrecemos aqui esta caracteriza- cin compacta de la “marginalidad avanzada’, sabiendo bien que, Como nos ha advertido alguna vez Wittgenstein (2002: 121), “los Conceptos pueden aliviar o agravar un mal, favorecerlo © impedir- Io”, Las oposiciones binarias del tipo de aquellas que favorece este Gercicio conceptual son adecuadas para exagerar las diferencios oo fandir descripcion y prescripcion y postular dualismos tajantes {que borran las continuidades, minimizan la contingencia hinGHies y sobrestiman Ta coherencia interna de las formas sociales Tenien- ‘yo presente esta advertencia, pueden aisiase seis rasgos distindos Ge la marginalidad avanzada con el fin de un andlisis de mayor profundidad? 1. Blasalariado como vector de la inestabilidad de la inseguridad sociales Mientras que durante las décadas de expansion fordista 0 en el apogeo de! “capitalismo organizado” (Lash y Urry, 1987; Croud hy eee, 1997). la relacién salarial ofrecia una solucién 2 tos dile- Gedankenbild) que coms cia para e) conoci ura, para el de ss condi "Tes adeede que se mezcan 4yconseeuenciasaef como casas y fac nasiado ajnternente, Como le gustaba dec I fendmeno” antes de intentar expli procesos LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XX1 am ‘mas planteados por la marginalidad urbana, es evidente que, bajo el nuevo régimen en consolidacién, se la debe considerar (tam- bién) parte del dilema a resolver. Alvolverse inestable y heterogénco, diferenciado y diferencia. dor, el trabajo asalariado se ha convertido en fuente de fragmen- tacién y precariedad sociales mas que de homogeneidad, solida- ridad y seguridad para aquellos que se hallan confinados cn las zonas fronterizas o inferiores de la esfera del empleo (Lebaude, 1994; Osterman, 1999; Vosko, 2000; Barbier y Nadel, 2002). Dan cuenta de esto, entre otros indices, la proliferacion de pucstos “flexibles”, de tiempo parcial o de horarios variables; los contratos de duracién predeterminada y que implican una cober- tura social y médica reducida (0 inexistente), cuya extension y condiciones de elegibilidad son negociables (o pagas); las escalas, salariales diseftadas segiin el rendimiento y la fecha de contrata- ‘cidn (por oposici6n a la duracién de la contratacién); la reduccién de la duracién media de los emplegs (job tenure) y el aumento correlativo de la (asa de rotacién de los asalariados: la naturaliza- cin del maltrato y las diversas tacticas adoptadas por las empresas para hacer pesar sobre sus empleados los riesgos de Ia actividad ‘econémica y sustracrse a los efectos homogencizadores de la regu- lacién estatal del trabajo (por ejemplo, con la multiplicacién de los empleos subvencionados o con cargas reducidas, o incluso la tentativa abortada de crear un salario minimo rebajado para los jovenes sin calificacion en Francia bajo la administraci6n Ballado- uur en la primavera de 1995 y luego en el gobierno Galouzeau de Villepin en 2006) *Y para tegidos "Desde 1945 {seftala Paul Hirsch (1998: 144-145, laborales internos fundados sobre c ree perfil de carrera dentro de fn e] empleo” han “wufrido ataques por parte de del mundo universitaria y de la prensa de neyo mercadosinternos como conseciencia de la “reduce (el dowsing, recientemente rebauitizado como righting), ‘empleo “de los ejecutivos comienza a parecerse més al de los obreros”. Y“cuan- {do las clases gerenciales se perciben como simples proveedores de trabajo de Ia sociedad puede 22 LOS GONDENADOS DE LA CIUDAD Elresurgimiento de talleres de explotaci6n dignos del siglo x1x, el retorno del trabajo por piezas y el empleo a domicilio, el desa- rrollo del teletrabajo y de escalas salariales de dos velocidades, la ‘externalizacién del personal y la individualizaci6n de los planes de remuneracion y de promocién, sin hablar de la multiplicacion de situaciones de empleo ficticio 0 factico (como la actividad forzosa rebautizada como workfareen los Estados Unidos o las prestaciones y “trabajos de utilidad pablica” en Francia) impuestos como condi- ci6n para recibir una ayuda social: todas estas evoluciones disefian ‘una desocializacién insidiasa del trabajo asalariado. El derecho al traba- ‘joy la fragmentacion del derecho social xsificeacion desigual de los rasgos estatutarios y juridicos del empleo? Y por debajo de la erosion de ia capacidad integradora de la relacién salarial, cada uno de los elementos de seguridad estipula- dos por el contrato social fordista-keynesiano (Standing, 1998) ha quedado erosionado o convertido en objeto de ataques frontales: la seguridad del empleo (sfa las acciones del Estado destinadas a asegurar ¢! pleno empleo), la seguridad en los ingresos (a través de las prestaciones sociales, el seguro de desempleo y la incorpora- ‘cién a los sindicatos) y la seguridad del trabajo (por la reduccion de prerrogativas de las empresas en materia de reclutamiento y despidos). En suma, las raices estructurales de la incertidumbre economica y de la precariedad social se han ramificado y extendi- do tanto en la superficie como en lo profundo. Con inflexiones segiin el pa‘s, han afectado en todas partes de manera despropor- cionada alos hogares y a los jévenes de las clases populares, a las mujeres sin diploma y a las categorias étnicas estigmatizadas. Ast, resulta Igico que en el plano espac clos desestabilizado- res de la diversificacion del deterioro de la condici6n salarial se hayan acumulado en las zonas urbanas en las que est dos los sectores inestables del nuevo proletariado posindustrial. vivid retata, basada en 4 del desinimo que golpea a los jvenes en vad en unia ciudad dal noreste de los Estados Unidos. Véanse también Munger (2002) y SteDanald (1997). "En doterminados LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXt 2 2, La desconexién funcional de las tendencias macroeconémicas 1a marginalidad avanzada se halla cada vez més desconectada de las fluctuaciones ciclicas y de las tendencias globales de la eco- nomia, aun cuando las fases de expansién nacional del empleo y de los ingresos tengan algunos pocos efectos duraderos sobre ellas, Las condiciones sociales y las posibilidades de vida en los barrios de relegacién en Europa y los Estados Unidos no han sido afectadas en nada por los aos de prosperidad de la década de 1980 y de la segunda mitad de la de 1990, sino que han empeo- rado sensiblemente con las fases de descenso y recesion (Wilson, 1996; Kesteloot, 2000) [Asi, la desocupacién de los jévenes, que golpea con una fuer- za particular a'los descendientes de las clases populares (entre los que se hallan aquellos provenientes de la inmigracion posco- lonial) ha aumentado sin cesar en los suburbios desheredados de Francia bajo. todos los gobiernos, de derecha o de izquierda, incluidos los de Michel Rocard y de Lionel Jospin cuando un fuer- te impulso del crecimiento hizo retroceder momentaneamente el desempleo a nivel nacional. Entre 1990 y 1999, el desempleo de las personas de 15,a 24 afios paso del 20% al 26% en el pais, pero para los jévenes de 750 “zonas urbanas sensibles” determinadas por el pacto de reactivacién de la politica de la ciudad de 1996, esos porcentajes fueron respectivamente del 28% y del 40%. Por otra parte, las cifras de trabajadores precarios en el pafs —que redtne los contratos de duracién determinada, las suplencias, los ‘empleos subsidiados y las pasantias— subieron de 1,98 {o sea, un activo sobre once) en 1990 a 3,3 {un activo sobre siete). Pero, entre los 4,7 mil de las *zonas sensibles”, el peso de los asalariados precarios ha trepado del 13% al 20% para terminar ubicando al 60% de los jovenes en situaci6n de desempleo o de trabajo precario a fin ‘de la década (Le Toqueux y Moreau, 2000) pese 2 la expansi dramatiea todos los problemas que resultan de la degradaci insialacin en la precariedad, 74 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD recuperada yla creacién de “empleos jovenes”. En Chicago, se ha mostrado en el capitulo 3 que el 80% de los habitantes del gucto daba muestras de un deterioro de su situacién financiera tras cuatro afios de crecimiento econémico sostenido bajo el segundo mandato de Ronald Reagan, y la mayorfa esperaba que su barrio siguiera degradéndose, una expectativa que se verificé plenameri- te pues las tasas de pobreza en los barrios desheredados de las :metrapolis estadounidenses no se han modificado practicamente durante la década siguiente “Teniendo en cuenta esta relacién asimétrica entre ¢! nivel del desempleo y as tendencias del mercado laboral a nivel nacional ¢ incluso regional, por una parte, la situacién material a nivel del barrio, por la otra, y dada la pendiente actual de los beneficios de la productividad y Ia aparicién de una especie de “crecimiento sin empleo” (Dunkerley, 1996), se precisaria que las economias avan- vadas alcanzaran tasas espectaculares de expansion para poder reabsorber en el mercado de trabajo a todos aquellos que han per- manecida desplazados de él por tanto tiempo. Lo anterior implica que. al no poder compartirse el trabajo disponible o garantizar dad 0 un ingreso recortado del salario, es muy posible ppoliticas que buscan extender la esfera del empleo sean in sobre que aver costasas € ineficaces, pues sus efectos no repercuti Jos nuevos parias urbanos salvo en proceso de propagacién descen- dente (trickle dawn) luego de que todas las demas categorias menos desfavorecidas se hubieran beneficiado con esta ampliacion, 3. Fijacién y estigmatizacién territoriales En hugar de estar diseminada en el conjunto de las zonas del habitat obrero, ka marginalidad avanzada tiende a concentrarse en tertitorios aislados y claramente circunscriptos, cada ver mas per- ‘ibidos, desde afuera y desde adentro, como lugares de perdicion, ala manera de paramos urbanos o de “corte de los milagros” de Ja ciudad posindustrial ala que s6lo frecuentarian los desviados y los desechos de la sociedad. ‘Cuando esos “espacios penalizados” (Pétonnet, 1982) son ‘9 amenazan con convertirse en componentes permanentes del paisaje urbano, Jos discursos de denigraci6n se amplifican y se LA MARGINALIDAD URBANA EN EI, HORIZONTE DEL SIGLO XX1 215 amontonan a su alrededor, tanto “por lo bajo”, en las interaccio- nes habituales de la vida cotidiana, como “desde lo alto”, en el ‘campo periodistico, politico y burocratico (y también en el cien- tifico).!" Una contaminacién de lugar se superpone con los estig- pertenencia étnica o al estatuto del inmigrante poscolonial, a los que dicha contaminacién no se reduce aun cuando estén estrecha- mente ligados, Es importante a este respecto que Erving Goffman (1963) no mencione el lugar de residencia entre las “desventajas” que pueden “descalificar al individuo" y privarlo de la “acepta- cién completa de los demas". Sin embargo, la infamia territorial presenta propiedades familiares con aquellos estigmas corpora- les, morales y tibales, y plantea dilemas similares de gestion de la informacion, de Ia identidad y de las relaciones sociales aun cuan- do muestre propiedades distintivas, De los tres grandes tipos de estigma catalogados por Goffman (1963: 4), las “deformidades det cuerpo”, las “fall en el cardcter”y las marcas de “raza, nacién y religién’, es af vercero al que se parece el estigma territorial, pues “puede Wansmitirse por medio del linaje y contamina por igual a todos los miembros de a familia”. Pero a ia inversa de estos ltimos, puede ser ficilmente disimulado o atenuiado (es decir, anulado) por la movilidad geogréfica. . En toda metrépolis del Primer Mundo, uno o varios distritos, barriadas o concentraciones de viviendas sociales son pablicamen- te conocidos y reconocidos como esos infiernos urbanos en los que el peligro, el vcio ye desorden estan a la orden del dia. Inclu- so algunos adquieren el estatus de sinénimo nacional de todos los males y peligros que afligen a la ciudad dualizada:!? asi las wetgadoes dele sencin sociales no han contbuide poco a a im al aa ls noone eevdacadens

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