Vous êtes sur la page 1sur 10
Jean Pret /JEANINE BrisszAu Craupe CoLLin DgLavaup / DanieL HERRERO GuISLAINE [BIZA DE RESTREPO / JEAN MEYER JEAN-Pierre BerTHE / Yves LeLoup Heine Riviére p’Arc/Craupe BaTAILLON Regiones y ciudades en América Latina Traduccién del francés por: Enrique G. Leon Lopez y Guillermo Garcia Talavera SerSewmaues 111 VII. Introduccién a la historia de Guadalajara y su region Jean-Pierre Berthe Este nreve estudio no pretende, desde luego, retrazar Ja historia de la Nueva Galicia o de Jalisco, ni aun la de la ciudad de Guadalajara. Mi propésito es tan sélo fijar algunos puntos de referencia, aventurar hipétesis de trabajo e indicar algunas direcciones de investi- gacién, Quizé cause extrafieza que queriendo ser breve, no haya dudado, sin embargo, remontarme hasta el } siglo xvz. Esto obedece a que estoy convencido que la originalidad incontrovertible de Guadalajara y su regién con relacién al resto de México, es el resul- tado de una evolucién muy antigua: en otros términos, que la ciudad y la regién, actuando una-sobre otra, presenten desde la época colonial caracteres bastante Particulates, Cualesquiera que sean las profundas transformaciones que hayan podido sufrir desde hace medio siglo, la antigitedad de la vida regional queda como un dato fundamental que no tenemos el derecho de eliminar bajo ningin concepto, Me he limitado al estudio del periodo colonial: la diferenciacién regional me parece, en efecto, un hecho™ ~que-se atime definifivamente en visperas de la Inde- pendencia. Pata el siglo xxx, he sefialado en un anexo “las principales fuentes, que son numeroses y abundan- tes, aunque su explotacién sistematica debe empren- derse en una perspectiva regional y comparativa si- multéneamente. 130 ‘Los datos utilizados en este trabajo se reunieron en el curso de las misiones que se me confiaron bajo el titulo de la RCP: en México en 1967 y 1969 y en Espafia en 1968 y 1970. Utilicé también, sobre ‘todo para el estudio de las producciones minera y agricola, Ja documentacién recolectada para mi tesis doctoral sobre la Nueva Espaiia. Guadalajara se fundé antes de 1550, como la maye- ria de otras ciudades de Espaiia (ciudades de espaiio- Jes) de alguna importancia en nueva Espafia: Colima 1523), Antequera —Oaxaca— (1528); Puebla de los eles (1531); Valladolid —Morelia— (1541). Cada una de estas fundaciones responde a motivos particu- Jares: las de Colima y Antequera corresponden a la btisqueda de minas de oro y al trénsito hacia el océano Pacifico; Antequera se conformé més tarde como un gentro comercial ligado a la produccién indfgena de cdbijas y de la cochinilla, y como etapa indispensable del camino a Guatemala. Puebla es una_tentativa de crear una repiblica de jornaleros espafioles fue- ra del sistema de la encomienda. Pronto se convierte en la segunda ciudad en importancia de la Nueva Espafia después de México y cubre las comunicaciones de la capital con Veracruz y el Atléntico constitu- yendo un centro econémico relativamente auténomo, con actividades muy diversificadas, como la produc- cién_y comercio del trigo, harinas, mafz; panaderfas y salazones, con enlaces comerciales directos con Ve- racruz, Acapulco y el tréfico con el Pacifico; activi- dades industriales como tejidos de pafie, quincallerias, vidrierfas, jaboneria, ete. La colonizacién dela Nueva Galicia presenta, des- de-Sas oFlgenes, caracteres particulares. La hegemonia Politica de los aztecas no pudo ejercerse nunca en estos territorios del extremo occidente como tampoco en Michoacan. La ocupacién de esa zona por los espa- fF fioles comienza bastante tarde, hacia 1529-1530, mien- - tras que el México central y meridional estaba ya 131 sujeto desde hacia varios afios. La conquista fue reali- zada por Nufio de Guzmén, con una brutalidad excep- cional (1530-1532). Es interesante observar que la accién de Nufio de Guzman se ejercié fuera del cua- dro juridico normal de la Nueva Espafia, sin el consen- timiento de las autoridades legales de México y aun contra ellas. Desde su nacimiento, la Nueva Galicia tiende a constituir una entidad dotada de una cierta dautonomfa con relacién al poder central mexicano, ‘La eleccién del sitio para la fundacién de Guada- lajara no se condicioné por consideraciones geograt cas limitativas, ni por una necesidad politica de super- poner una ciudad espafiola sobre una capital indigena, Guadalajara no es ni la més antigua ni la més impor- tante de las ciudades establecidas por Nufio de Guz- mén en su gobierno: la primera capital de la Nueva Galicia fue Compostela, cerca de Tepic, y Guadalajara, fundada en 1532, sélo encuentra su sitio definitive 16 afios més tarde, después de tres cambios sucesivos. La protohistoria colonial de la Nueva Galicia ofrece todavia un aspecto original: el levantamiento general de los indios en 1540, provocado por lo excesos de los conquistadores y de los primeros colonos. Nada and- logo se produjo en la Nueva Espaiia en la misma época, salvo en el sur con la insurreccién de los yopes en 1531. La represién, dirigida por el virrey Mendoza en persona, fue excesivamente rigurosa, con masacres de prisioneros, deportacién de esclavos y destrue- cién de poblados, que agravaron los efectos de las razzias de Nufio de Guzman y contribuyeron a hacer de la Nueva Galicia una regién de baja poblacién indigena por un largo periodo. Una vez restablecido el orden, se procedié a la organizacién definitiva de la provincia con la crea- cidn, en {558} de un obispado y de una Audiencia de la Nueva Galicia. Su sede se establece desde Iuego en Compostela, aunque Guadalajara, reconstruida en 1542, ensu sitio definitivo, systituyé a Compostela, demasiado 132 de tint planicie excéntrica, como centro principal urbano de la Nueva Galicia. Guadalajara se encuentra més cerca de Mé- xico (630 km en lugar de 830) y sus comunicaciones con Zacatecas y el camino de tierra adentro son me- jores. Procede examinar més de cerca el papel de otros dos factores: la posicién de Guadalajara en el paso entre la depresién del Iago de Chapala y el valle fn ‘por vtra-parte,-su situacién en medio con ‘buenas “posibilidades agricolas iadel cultivo del trigo para la provisién de todo centro espafiol de poblacién). En 1560, el obi: pado y la Audiencia se trasladan oficialmente de Com- postela a Guadalajara, aunque el obispo se encontraba ya instalado desde 1550, sin autorizacién real; la real caja o tesorerfa real se establecié a su vez en Guada- lajara en 1568. Esta concentracién en Guadalajara del poder ecle- sidstico y, sobre todo, de las funciones admintstrativas y judiciales de la Audiencia, es un hecho definitive para el destino de la ciudad y la regién. En efecto, si existen otras didcesis, sdlo hay dos audiencias en Mé- xico: las de las ciudades de México y de Guadalajara. El virrey de México tiene competencia para las cues- tiones militares y, exceptuando un_periodo corto (1607-1617), para los asuntos de la Real Hacienda, esto es, sobre todo, el control de los ingresos fiscales de Zacatecas. Sin embargo, para todo lo restante: jus- ticia civil y criminal, administracién comin, desig- nacién de alealdes mayores y corregidores, etc., la Audiencia de Guadalajara posee un privilegio de juris- diccién que hace valer vigorosamente contra la Au- diencia de México y contra el mismo virrey. Las controversias son acaloradas y numerosas, y se dispu- tan la atribucién de diversas zonas: Colima, Zacatula, pueblos de Avalos, confines meridionales de la Nueva Vizeaya (provincia creada en 1562). En 1589-1590, un conflicto de autoridad entre el virrey, marqués de ‘Villamanrique y la Audiencia de Nueva Galicia estuvo 133 N ‘ a punto de degenerar en una batalla campal: 300 sol- dados enviados por el virrey legaron hasta los ale- dafios de Guadalajara, enfrenténdose a los encomende- ros de las provincias y sus encomendados, moviliza- dos por la Audiencia, para la defensa dela ciudad. La intervencién del obispo impidié, en el iiltimo mo- mento, que Iegaran a los hechos. La jurisdiccién de la Audiencia de la Nueva Gali- cia se extendfa, grosso modo, sobre el territorio de los estados actuales de Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Aguas- calientes y comprendia también ja parte oeste del estado de San Luis Potosf. La provincia de Culiacén (Sinaloa) formaba también parte de esta Audiencia, aunque constitula un enclave costero rodeado por territorios que dependian de la Nueva Vizcaya. La diécesis de la Nueva Galicia desbordaba am- pliamente las fronters administrativas de la Nueva Galicia y se extendia hacia el este hasta Nuevo Leén. Hacia el norte no tenia limites definidos, cuando me- nos hasta la ereccién, en 1621, de la diécesis de Du- rango. La linea de demarcacién entre la diécesis de la Nueva Galicia y la de Michoacén fue objeto de varios litigios. Si nos hemos extendido al tratar-asuntos de juris- diccién y de fronteras, no es ciertamente con el objeto de satisfacer un gusto arcaico por la geografia y la historia administrativas. Se trata de datos esenciales para comprender concretamente algunos problemas modernos ingentes, se trate ya de la divisién en Es- tados nacionales de los antiguos virreinatos espafioles (como el del Perd) o de la caracterizacién de las re- giones, Frecuentemente se ha sefialado que las fron- teras de ciertos pafses coinciden, en lo esencial, con las de las antiguas audiencias (Ecuador, Audiencia de Quito; Bolivia, Audiencia de Charcas). No puede du- darse que los’ factores geogréficos se reforzaron con Ja existencia de redes de relaciones privilegiadas, que dos o tres siglos de vida comin acabaron por crear 134 entre grupos humanos, dependientes de un mismo cen- tro_administrativo. ‘En mi opinién, no encuentro otra explicacién. plau- sible al nacimiento de una solidaridad regional alrede- dor de Guadalajara. El licenciado Matias de la Mota Padilla expresé muy claramente en 1742: “aunque parece corto el nimero (de habitantes de Guadalajara) es mayor el concurso, porque como corte, es la ciu- dad patria comtin a cuantos estn avencidados en el reino de la Nueva Galicia, y de cuantos comercian fuera de él, tienen negocios de litigar o seguir en la Real Audiencia...” ‘Este patriotismo local no bastarfa evidentemente para crear una conciencia regional dindmica en fun- cién de su simple centro administrativo. Sin embargo, ‘me parece claro que ha constituido el elemento alre-~ dedor del cual cristalizaron las fuerzas regionales, desde el momento en que Ilegaron a un cierto grado de Potencia econémica. En el caso de Gusdalajara, la au- tonomia administrativa fue el dato primordial: sin ella, el desarrollo agricolay comercial de fines del siglo xv no hubiera podido desembocar en la afir- macién de una verdadera coneiencia regional, como se manifiesta en orate Bkiorio de 1817. En este punto, convendria comparar la evolucién de la Nueva Galicia y la de Michoacén, cuya expansién econémica es notable entre 1770 y 1880, aunque no posee insti- tuciones administrativas peculiares. Para dar bases a una hipétesis tal, puede intentarse recurrir a algunas evaluaciones numéricas. (Las cifras que siguen solo pretenden dar érdenes de magnitud y proporcionar algunos elementos de comparacién.) ‘Los primeros datos estadisticos de que disponemos, ‘ten arrojar luz sobre el desarrollo casi continuo de Guadalajara como centro urbano: este crecimiento no es répido, permanece mucho tiempo limitado, tanto en valor absoluto, cuanto en relacién a otros centros uurbanos de la Nueva Espafia, aunque con la perspec- 135 tiva de los siglos xv1 y xvrr, ese crecimiento es a la vez incontrovertible e ininterrumpido. De 63 vecinos es- pafioles (lo que equivale a un mimero igual de fami- lias) al fundarse, en 1542, Guadalajara pasé a 80 en 1554: a este niicleo de poblacién blanca, es necesario agregar alrededor de 500 familias indigenas de los ale- dafios de la ciudad. Hacia la misma fecha, Compostela tiene de 35 a 40 vecinos y la Villa de la Purificacién de 20 a 25. No obstante Zacatecas, donde se afirma la prosperidad minera, tiene ya 300 vecinos instalados domiciliariamente, sin contar un ntimero variable de tratantes, comerciantes, arrieros, etc. Los otros reales de minas de la Nueva Galicia, como Huauchinango y Uaxacatlan, tenian cada uno de 80 a 100 vecinos. En 1586 hay ya un centenar de vecinos espafioles en Guadalajara, muchos menos, en consecuencia, que en Zacatecas, donde se contaba en 1584 con 4000 “personas de confesién”, espafioles e indios, lo que de- bié corresponder a 400 vecinos espafioles y 1500 fami- lias de indios o de negros, aproximadamente. A partir de esa época Compostela se redujo, una vez que perdié su papel de capital administrativa, a una quincena de vecinos. En el curso del siglo xvm, el desarrollo de Guada- lajara no se interrumpié, aunque la ciudad permanecié con importancia reducida frente las grandes ciudades de la Nueva Espafia, como México y Puebla y los cen~ tros mineros. Hacia 1605, segin don Alonso de la ‘Mota y Escobar, Guadalajara cuenta con 173 vecinos espaioles (que equivalen a 500 personas espafiolas) y 500 esclavos negros y mulatos, mientras que en los poblados situados a una o dos leguas a sus alrededores, pudo haber habido 1200 familias ind{genas. En la mis- tma época, Zacatecas tenfa 300 vecinos espafioles esta blecidos, de 100 6 200 de poblacién flotante; una do- cena de vecinos extranjeros, 800 esclavos y 1500 indios. En 1621, segim Domingo de Arregui, Guada- lajara aleanz6 200 vecinos, o sea més de 500 espafioles 136 en la ciudad y en los poblados préximos, aunque los indios de. su contorno Ilegan a 762 tributarios, es decir, un mimero casi igual de familias. Alrededor de 1630,’ Vazquez de Espinosa, cuyas evaluaciones deben verse con cuidado y parecen pecar por exceso, atribuye 600 vecinos espafioles a Guadalajara, un millar a Za- catecas y 3000 a Puebla y, lo que sin duda es exage- rado, 15000 a la ciudad de México. Las informaciones son mas escasas para la segunda mitad del siglo xvz, En 1651, el padrén eclesidstico de la parroquia de Guadalajara censa 3357 personas de todas las edades y orfgenes étnicos, agrupadas en 449 familias. Empero, este censo omite a las comuni- dades religiosas y sus domésticos, a los trabajadores de los ranchos y haciendas prdximos a la ciudad y los barrios ind{genas. Tomando en cuenta estas omisiones, debe estimarse entre 5000 y 5500 la poblacién total de la concentracién. En 1713, segin testimonio de muchas personas in- terrogadas en Madrid, en una encuesta oficial, Guada- lajara tenfa 2.000 vecinos; a pesar de su imprecisién, esta evaluacién parece reflejar un progreso demogré- fico fuera de duda. En 1738, las listas para la comunién pascual registraron 8 018 personas adultas, a las cuales es menester agregar numerosos eclesidsticos, a los es- pafioles instalados en los barrios de indios y, desde luego, a los nifios. No es entonces ilégico estimar en 12000 habitantes cuando menos la poblacién total, que casi se duplicé en un medio siglo, pues en 1770, el padrén eclesiéstico censé 22394 personas de més’ de 2 afios de edad. Los censos de 1777 y de 1792 calcu- laron para la ciudad 21 163 y 24 249 habitantes, respec- tivamente; pueden admitirse estos totales como érdenes de magnitud veridicos, aunque el andlisis detallado de estos censos muestra que se establecieron con mucha negligencia. En la misma época, la ciudad de México tenfa 112926 habitantes (cifra que podré Iegar sin duda a 130000); Puebla 52700; Guanajuato 32.000; 137 Zacatecas 25 000; Antequera —Oaxaca— 19 000; Valla- dolid —Morelia— 17000 y Durango 11000. Guadala- jara se clasifica entonces aproximadamente en el mismo nivel que las ciudades mineras importantes, inmedia- tamente después de las dos grandes metrdpolis de México y Puebla. Si se considera su baja poblacién en los siglos xv y xvi, puede sostenerse con cierta verosimilitud, que su crecimiento relativo fue més intenso que el de los otros centros urbanos de México en el curso del siglo xvi. Este desarrollo se aceleré posiblemente entre 1790 y 1800, si se acepta que Gua- dalajara tenfa 34697 habitantes en 1803, como lo cer~ tifica el notario real, don Fernando Cambre, el 10 de octubre de 1803, “por los padrones recientemente hechos” (citado por Luis Pérez Verd{a, Historia de Jalisco, Guadalajara, 1910), aunque el original de este censo no ha sido localizado. yCudles son los factores que han determinado el grecimiento de la ciudad? ;Puede pensarse, en primer lugar, que ha crecido con el mismo ritmo que la regién de la que es centro? El papel de este factor demogréfico general es difi- cil de apreciar exactamente, por la carencia de estudios profundos sobre la historia de la poblacién en la Nueva Galicia (sefialaremos, sin embargo, que W. Borah y s. F. Cook preparan un trabajo de conjunto sobre este tema). Queda fuera de toda duda que la Nueva Galicia es una zona donde la poblacién indigena_desciende intensamente desde la mitad del siglo xvr. Si se acep- tan como érdenes de magnitud relativas las cifras de Lépez de Velasco para los afios 1565-1570, sélo se atribuye a esta provincia 26500 tributarios frente a 717 500 para todo México (con exclusién de Yucatan, Chiapas y Tabasco), esto es, alrededor del 13.5%. Este numero, de suyo pequefio, se reduce de manera catastréfica en los afios siguientes: en 1592 sélo hay 12 032 tributarios, lo que representa una disminucién 138 de aproximadamente 55% en un cuarto de siglo. Que- dan sélo 8700 en 1604, por lo que la reduccién es del 28% en 12 afios y de més del 67% respecto a la cifra de 1570 (célculos de los oficiales de finanzas de Guadalajara. AGI Contadurfa, Sevilla). La des- cripeién geogrdfica de Arregui, que comprende un territorio un poco més extenso y menciona cifras un poco més elevadas, registra una disminucién del 27% entre 1610 y 1621. Un documento oficial (AGN, México) s6lo calcula que en 1645 habia 2 640 tributa- rios en la jurisdiccién de la Tesoreria Real de Guada- lajara (184 poblados). En 75 afios, la disminucién de la poblacién indigena alcanzé un 90%. Aun si se toman en cuenta a los indigenas que trabajaban en las minas y haciendas (que escapaban a menudo, legal- mente 0 no, a las obligaciones fiscales) el sentido del movimiento demogréfico indica, sin lugar a dudas, que se trata de una profunda depresién hasta mediados del siglo xvm. La situacién de provincia frontera de la Nueva Galicia, log ataques de los indios chichimecas, la gran revuelta de los tepehuanes (1616-1618) no hi- cieron sino agravar las consecuencias desastrosas de la conquista militar de la represién de 1541-1542 y de las grandes epidemias. La evolucién demogréfica de la Nueva Galicia entre 1650 y 1800 no se conoce con precisién. Todo indica, sin embargo, que hubo un fuerte ineremento de la po- blacién a partir de 1670. El obispo de Guadalajara escribfa al rey, en 1700, que la poblacién de su diéce- sis habia aumentado en dos tercios en 30 afios: no pude encontrar la descripcién detallada sobre la cual 41 dice fundar su aseveracién, aunque puede admitirse que el movimiento demografico se incrementa a partir de entonces. El estudio de los registros parroquiales deberfa permitir ratificar esta evolucién; en efecto, el sondeo que realicé en Ameca para los afios 1663 a 1745, revela un aumento vigoroso de la poblacién a partir de los ultimos afios del siglo xvm (lo que 139 corresponde perfectamente a la evolucién demogréfica general de México), asf como un importante incre- Mento de elementos no indfgenas en esta poblacién en crecimiento. Este tltimo cardcter aparece claramente como un dato casi constante de la poblacién de la Nueva Gali- cia; en efecto, en 1570, no comprendia sino sélo el 35% de la poblacion indfgena de México, aunque ya representa un quinto de la poblacién blanca, segtin las cifras reunidas por Lépez de Velasco. El crecimiento regular de la ciudad de Guadalajara se debe a los blan- cos, negros y mestizos, y la colonizacién agricola debe mucho, por otra parte, a los mulatos. ‘La ciudad misma cuenta en 1651 con aproximada- mente 85% de blancos, negros y mulatos. En 1792, Jos indios sélo constituian el 17.5% de la poblacién de la concentracién urbana de Guadalajara, contra 25% en la ciudad de México, En Ameca, la poblaci no indigena, calculada a partir del porcentaje de naci- mientos, representa casi la mitad del total en 1698- 1107, 55% en 1733 y 62% en 1745. La colonizacién de los Altos de Jalisco acentia mis esta caracteristica: en Arandas habia en 1768-1774 alrededor del 70% de blancos y 15% de mestizos con menos del 3% de indios. El hecho es de importancia en Ja medida en que los Blancos y los mestizos son los elementos de una clase de rancheros, propietarios pequefios y medianos. El asunto merece entonces profundizarse mediante inves- tigaciones més precisas que permitan subrayar las di- ferencias locales y dar una base seria a los estudios de historia social para los siglos xIx y Xx. Resulta sumamente dificil evaluar la produccién agricola para las épocas antiguas y, por lo tanto, exa- minar en qué medida pudo Guadalajara encontrar en Ja economfa agricola regional los elementos para su propio crecimiento. Pude, sin ethbargo, reunir un cierto némero de da- 140 tos cuantificados relativos al monto de los diezmos de la didcesis de la Nueva Galicia para los siglos xvr, xvi y xvii. Como el anilisis critico de estas estadis- ticas saldria del cuadro de esta nota, sefielaré tinica- mente que estas cifras deberfan ser reducidas para tener una imagen del movimiento de la produccién, y por otra parte, del hecho de que los indios no estaban sujetos al diezmo sobre los productos de Ja agricultura tradicional. Se puede, no obstante, subrayar algunos puntos de refe rencia; en efecto, para la didcesis de la Nueva Galicia (después de la separacién de la de Durango), el valor de los diezmos excede, grosso modo, el indice de 100 en 1621 (12% del valor total de los diezmos en México) a 125 en 1679 y a 156 en 1686 (7% del valor total * de los diezmos de México). Alcanza el indice 590 en 1771-1780 (la media de 10 afios) y 800 en 1781-1790. Esta elevacién no puede, bajo ninguna circunstancia, reflejar um aumento en los precios -(excepto para 1784-1786), se-registra entonces un fuerte incremento de la produccién agricola en el tiltimo tercio del si- glo xvmz en la Nueva Galicia como en el resto de la Nueva Espafia. Para 1771-1780, asf como para 1781-1790 los diezmos de Guadalajara representan alrededor del (14% del valor total de los diezmos de México. La ygresién_de un decenio al otro, es del orden del 37%, para la Nueva Galicia y para México; sin embar- go, la media general disimula fuertes disparidades (para Ia didcesis de México, el valor de sus diezmos aumenta en 71.3% durante el mismo periodo) ; parece, sin embargo, que de 1690 a 1770-1780 la produccién agricola de Nueva Galicia crecié con un ritmo més rapido que Ja produccién agricola global de la Nueva Espafia: esta afirmacién, cuya, base estadistica es fré- gil, requiere verificarse. En 1983 el valor anual de la!” produccién agricola se caleuld/en 4 391 pesos en la sola intendencia de Guadalajara. El crecimiento de la produccién agricola ha desem- pefiado un papel con toda seguridad més importante uu que la minerfa en el crecimiento econémico de Nueva Galicia, cxando menos en lo que concierne a Guada- lajara, En efecto, aunque las minas de Zacatecas, que durante largo tiempo produjeron mas de la mitad de la plata que se extrajo en México, se encontraban cier- tamente en Nueva Galicia, dependian de una tesorerfa especial y sus ligas bésicas se establecieron con la ciudad de México por caminos de herradura y carre- teras de la planicie central. Dentro de la incumbencia de la Caja Real de Gua- dalajara, las minas son menos numerosas y también menos ricas; su explotacién soporta cargas m&s pesa- das en virtud de, entre otros factores, el costo de la transportacién del mercurio. Pude establecer una esta- distica de la produccién de plata en la zona de Guada- lajara, la que, sin ser despreciable, no represents nunca, excepto de 1650 a 1700, un porcentaje impor- tante de la produccién global de Jas minas mexicanas: de 3 a 7% en el siglo xvz y poco mas en el xvur (4.75% hacia 1600; 65% en 1620; 6% en 1637-1638; 9% en 1650; 20% hacia 1660; 18% en 1670; 11% en 1680; 13.8% alrededor de 1690-1693 y 12% en 1703-1705). ‘No obstante que la produccién en conjunto de las minas de México se encuentra en 1750 en plena ex- pansién, las de Guadalajara no siguen este movimiento; asf, tenemos el 8% del total en 1720, 1732 y 1740-1750; 6.2% en 1758-1763; 4.5% sélo en 1800-1805 mientras que el monto de la produccién global se cuadruplica en un siglo, Esta estadistica sumaria no toma en cuenta la produccién de oro, la que, al considerarse, acen- tuaria atin més la disparidad. ~“Tampoco se establece que en el crecimiento de la ciudad fueran un factor notable sus operaciones co- merciales. Sin duda, Guadalajara fue un centro de re- distribucién en la Nueva Galicia de las mercancfas importadas de Europa y de China. Sin embargo, su papel es secundario y subordinado a la ciudad de México: en 1605; de 173 vecinos, 22 eran mercaderes, 142 aunque “hacen sus empleos en la ciudad de México por sus factores y ninguno de éstos trata en Castilla”. La produccién agricola misma no encuentra salidas féciles. Guadalajara parece no haber provisto a Zacate- cas o a San Luis Potos{ de harina, sino sélo excepcio- nalmente, aunque hay que verificar este punto. Era el Bajfo el que proporcionaba grano a los grandes cen- tros mineros del siglo xvmm, sobre todo a Guanajuato. En tiempos normales, el costo de los transportes de grano desde la Nueva Galicia era prohibitivo. En compensacién, el ganado se desplaza a través de grandes distancias, vendiéndose en las carnicerias de las ciudades de México o de Puebla hatos procedentes de Ja Nueva Vizcaya (principios del siglo xvm), de Tepie (1684-1691) ; en 1728 se vendieron en Puebla, en el curso del solo mes de octubre, 26000 bueyes, 16000 mulas y 10000 caballos legados de la Nueva Galicia, por un valor total de 472000 pesos. Serfa menester completar y precisar estos testimonios aislados, que podrian darnos una.de las claves dei desarrollo agrico- Ja de la regién. La gran debilidad de Guadalajara fue que permane- cié durante mucho tiempo alejada de las comunicacio- nes a gran distancia. El empuje minero hacia el norte se hizo por la planicie central, al este de la Sierra Madre Occidental, sobre el eje México-Querétaro-Zacatecas- ‘Durango-Parral-Chihuahua-Santa Fe. La tinica carrete- ra del Pacifico es la de México-Acapulco, aunque la xpadiciin que conquisté las Filipinas partié en 1564 del puerto de Barra de Navidad. Durante mucho tiem- po, las expediciones hacia el noroeste (California y Sonora) no dieron resultados concretos en el terreno econémico. Esta situacién se modificé hacia el fin del siglo xv y diversos indicios concordantes atestiguan la existencia de un clima nuevo, més favorable a una ciudad que se ha desarrollado. En el ultimo cuarto del siglo xvim se afirman, en efecto, un cierto nimero de caracteristicas de la regién 143 y de la ciudad. Aqui, tnicamente se les sefialaré, sin profundizar en su significado y sin medir su perma- nencia e influencia en el siglo xxx, A partir de 1786, la reforma de la administracién territorial en_la Nueva Espaha implica la divisién de la Nueva Galicia en dos intendencias: las de Gua- dalajara y Zacatecas, La primera abarca aproximada- mente los territorios de los actuales estados de Jalisco, Nayarit y Aguascalientes. ‘En forma paralela, se desenvuelven en Guadalajara ‘arias instituciones propias de un centro urbano con funciones diversificadas. En el afio 1791 se instala una imprenta y se funda la Universidad, aunque la crea- cién més importante es sin duda la de un consulado de mercaderes en 1795. Este hecho es en si mismo la sefial de que la ciudad adquirié una importancia comercial més grande que yo me atreverfa a explicar, entre otras razones, por el mejoramiento de las vias de co- municacién en el curso del siglo xvi; en efecto, se habilitaron las carreteras Guadalajara-México por San Juan de los Lagos y La Piedad-Irapuato-Celaya; se establecié un servicio mensual de diligencias con Mé- xico en 1794 y se abrié el puerto de San Blas que llega a ser, a partir de 1770, la base del comercio hacia Jas provincias de Sonora y de las Californias. Una vez establecido el consulado, Iega a ser el agente activo de una politica de desarrollo econémico, que se traduce en mejoramiento de las carreteras, construccién de puentes y la creacién de la gran feria de San Juan de los Lagos (privilegios de 1797). Es interesante observar que el consulado de México intenté evitar Ja institueién de un consulado en Guadalajara y después buseé su eliminacién. Es probable que la expansién comercial haya estado ligada a la diversificacién de ciertas actividades agrico- las (cultivo del tabaco y produccién de cochinilla). Es necesario observar también que la provincia de Guadalajara tuvo, en los 10 tiltimos afios del siglo xvi, 144 en virtud de las guerras europeas y de la interrupeién del comercio del Atléntico, una cierta “industrializa- cién”, aplicada sobre todo a la produccién de mantas y telas burdas de lana, Sin embargo, las telas de calidad se elaboraban, en 1803, por los obrajes de Mé- xico y Querétaro. La fabricacién de articulos de cuero, jebén, alfarerfa y loza alcanzé en la misma época una cierta importancia. {~ Los atios que precedieron a la Revolucién de Inde- pendencia vieron, de esta manera, afirmarse la riqueza de la provincia y la importancia de Guadalajara. Se- fialaremos que la ciudad tenia en 1803 alrededor de 35000 habitantes y que la provincia (o intendencia) contaba en ese mismo aii de 530 a 535 000 habitantes. No debe, pues, sorprendernos que los medios diri- ‘gentes hayan tomado conciencia de la personalidad de la regién; asi, un texto muy significative de 1817 (Memorial petitorio) firmado conjuntamente por los dos cabildos de concejales y canénigos, reclama del rey de Espafia que instituya en Guadalajara una capitania general y un arzobispado. La exposicién de motivos merece estudiarse en detalle, en la medida en que subraya que la provincia y la ciudad estén en cierta manera “oprimidas” por la administracién central de ‘México, responsable de “las trabas que entorpecen sus progresos”, El desarrollo de la ciudad y de la provincia (“su agigantado incremento”), a las cuales el texto atribuye, respectivamente, 70000 y 1000 000 de habi- tantes (en forma muy generosa sin duda) parece jus- tificar el establecimiento de instituciones separadas del virreinato de México y capaces de defender los inte- reses regionales. El caracter sumarie de este esbozo sélo permite llegar a conclusiones provisionales. Creo haber justificado, sin embargo, mi seleccién original que comprende una investigacién histérica abarcando una duracién extensa. La conclusién que someto a discusién es, por con- siguiente, la que sigue: existirfa alrededor de Guada- 145 m0 lajara, en visperas de la Independencia de México, una regién que se caracterizaba por su poblacién, sus estructuras sociales y su riqueza econémica, Parece estructurarse en funcién de instituciones administra- tivas particulares que posee desde el siglo xvi y en funcién también de la originalidad de sus componentes humanos, donde dominaba el elemento no indigena. La toma de conciencia regional se debié a la conjugacién de un desarrollo econémico muy mareado durante el Ultimo cuarto del siglo xvim en los sectores agricola y comercial, con una tradicién antigua de particulari- dad administrativa. El desarrollo de la economia regio- nal, incontrovertible ciertamente, no es superior a lo que se observaba, en los mismos afios en la economfa (del conjunto de México: no hubiera podido, ella sola, | Provocar el nacimiento de una regién. Anexo Nos resta examinar el valor de estas conclusiones para el siglo xrx, siendo para ello necesario el estudio de una documentacién abundante, Desde luego, los archi- vos de Guadalajara (archivos municipales e instrumen- tos piiblicos), aungue también en los archivos de la ciudad de México, donde la Biblioteca Nacional con- serva en forma destacada un fondo de miscelinea intitulado Estadistica de Jalisco, que comprende 17 vo- lamenes de manuscritos, folletos, recortes de periddicos reunidos por J. E. Herndndez’y Davalos y que se refieren sobre todo al periodo 1800-1860. Las fuentes impresas no son menos importantes; asf, la biblioteca del Archivo de la Nacién y la de la Secretaria de Hacienda disponen de colecciones de las Memorias del Estado de Jalisco. El boletin de la So- ciedad Mexicana de Geografia y Estadistica contiene documentos fundamentals, como la Estadistica de Ja- Usco de Longing Osberda ' (1855-1863) . 146 + Bene En fin, seria menester realizar cuando menos estu- dios en los registros parroquiales que se conservan, si se desea llegar a resultados serios para el estudio de la poblacién antes de 1850. Bibliografta Arregui, Domingo Lazaro, Descripcién de la Nueva Galicia, Sevilla, 1946. Mota y Escobar, Alonso de los reinos de Nueva Gali Leén, México, 1940. ‘Lépez de Velasco Juan, Geografia y descripcién universal de las Indias, Madrid, 1894. Cornejo Franco, José, Testimonio de Guadalajara, México, 1942, Phez Brotehie, Luis, Guadalajara, Jalisco, México, Guadala- ra, 1951. Lopce P. Bucario, Centenario de ta arquidiécesis de Gua- dalajara, Guadalajara, 1964. (Contiene el texto del Me- ‘morial petitorio de 1817.) Descripcién geografica de » Nueva Vizcaya y Nuevo 147

Vous aimerez peut-être aussi