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> va ; 3 oa PRE LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD Gueto, periferias y Estado Loic Wacquant >) siglo veintiuno editores Indice Introduccién etcétera: instrumentos para repensar ana stado a comparada de la marginalidad urbana PROLOGO: UN VIEJO PROBLEMA EN UN MUNDO NUEVO 1, Elretorno de lo reprimido: revueltas, etnicidad y dualizacin en tres sociedades avanzadas, La violencia de abajo: clevantamientos raciales o revueltas intestinas? La violencia de arriba: desproletarizacién, relegacion yestigma La alienaci6n politica y los dilemas de la penalizacion, Conclusi6n: un desafio para la ciudadania 1. DEL GUETO COMUNITARIO AL HIPERGUETO. 2. Declinacién y destino del gueto negro en el fin de siglo De los disturbios raciales a las explosiones silenciosas El adids al “gueto eterno’ Tres precisiones pre Del “gueto comunitar al *hipergueto” de lo Descalabro y peligro en el nticleo de la metrépo Despoblamiento, despro! i6n y nantragio organizacional 13 4 19 40 0 LO$ CONDENADOS DE LA CIUDAD El “ingenio” y la supervivencia cotidiana en la economia informal {ces econdmicas y p° Desinversin, crecimiento polarizado y segmentaci del salario no calificado Segregaci6n racial, 1a de la vivienda y concentracién de Ja miseria de los negros \do de Bienestar estancado La marginalidad pol Conclusién: reconfiguraciones de la 3. El precio de la exclusion racial y social en Bronzeville El precio de la vida en Condlusién: estructuracién social de la margins 4. West Side Story: un barrio de gran inseguridad cen el gueto de Chicago jsmo de calle Il, CINTURON NEGRO, CINTURON ROJO 5. Bantieues obreras francesas y 6. Estigma y division: del coraz6n de Chicago a los margenes de Paris mericanizacién” de la pobreza en las ciudades us efectos 10 negro norteamericano: 83 90 2 97 104 107 4 M7 148 154 159 168 176 192 201 inpice, y divisiones sociales en e] gueto y en las bankiewes obreras i“ Apartheid norteamer Los jovenes de las Decadencia del sector pablico y desertificacién organizacional del gueto Cone reafirmar las obligaciones del Estado II]. LA MARGINALIDAD URBANA EN EL HORIZONTE DEL SIGLO XXxI 8. El advenimiento de la marginalidad avanzada: caracteristicas e implicaciones Underclass bantieue 6) Seis propiedades di marginalidad 9. Las logicas de la polarizacién urbana por abajo ‘as de la marginalidad avanzada en la ciudad 206 209 215 215 219 222 227 220) 231 236 236 242 247 247 t | 2 1,05 CONDENADOS DE LA CILDAD Cuatro logicas estructurales alimentan la nueva pobrezt Elespectro de la convergencia transathantica exorcizado Frente a la marginalidad avanzada: el giro hacia el Estado penal Posfacio a la edicién francesa Agradecimientos y fuentes Bibliografia * 301 312 316 321 327 381 EN UN MUNDO NUEVO a 1. El retorno de Jo reprimido: * revueltas, etnicidad y dualizacion en tres sociedades avanzadas Las décadas de expansién que siguieron a los grandes impac- Segunda Guerra Mundial han fales a considerarse socieda- tarias —en una palabra, civil ppacificas, cohesionadas , segéin la acepcién habitual del término, ex decir, en camino hacia las formas mas acabadas de la cultura y la vida humanas—, pero también —en el sentido de Norbert Elias (1978)— socieda- des embarcadas en un largo proceso histérico de reconfiguracion que implica la ampliaci6n de las cadenas de interdependencia, la tmultiplicacién de las onganizaciones y la pacificacién de los inter- ‘cambios sociales por medio de la monopolizacién de la violencia fisica por un Estado burocratico unificado. ‘Los Estadosnacién avanzados, como los Estados Unidos, Fran- ciay Gran Bretaiia, estan igualmente convencidos de que son cada vez mas democriticos,segiin la acepeién tocquevilliana del término, sociedades construyeron de guerra consistia en que esos estatus heredados, como la pertenen- Gia de clase, el origen étnico 0 la “raza”, eran cada ver menos pertinentes para acceder a posiciones soci posibilidades de vida que las acompatian." El supuesto aburguesamiento de la clase obrera, el papel creciente de 0 LOS CONDENADOS DE LA CILDAD Jos titulos educativos en la distibucién de los individduos en el seno liberal, todos estos Factores parecian de una era de bienestar material y de armonia social. Dos libros publicados simultaneamente en 1960, ‘en los Estados Unidos, se pueden considerar proyecciones emble- cesta vision emergente de las sociedades avanza académica a esta creencia al elaborar Ia nocién de “meritocra- cia”, En los Estados Unidos, toda una escuela investigativa sobre ta estratificaci6n (con base en la Universidad de Wisconsin, en Madison) se ocupa de formalizar esta visin de una estructura de olay etree _ Al mismo tiempo, se extend la idea segin la cual las formas es decir, erradicadas, gracias nes piblicos como la educaci Estado de Bienestar, en el caso de Europa “efecto de derrame” (trickle down) de una fl de mercado, en el caso de los Estados Unidos. Fortalecidas por la ‘consolidaci6n de su aparato industrial y por la aparici6n continua de nuevos sectores de servicios, las sociedades del Primer Mundo desigualdades y de supervivencias de un pasado superado, 0 un producto de deficiencias individuales susceptibles de remediar; * La propia terminologia resulta reveladora de las premisas ideolégicas de PRoLGo 3 en todo caso, un fenémeno destinado a retroceder y luego a «lesaparecgr con la plena “modernizacién” de la nacién.s ‘en visperas de la década de 1960, el economista John Ken- Ibraith (1958) caracterizaba la miseria como una “anomalia” ‘casos especiales” o “slotes". Par cierto, os lamados “slotes” «staban bien poblados pues seguia habiendo diez millones de pobres Estados Unidos, pero ¢s0 no duraria mucho tiempo; cuando idente Lyndon B. Johnson lanzé en 1964 el programa titulado a la pobreza”, anunci6 con orgullo que la miseria seria erra- \licada antes de 1976, de manera que la celebracién de! bicentenario «le los Estados Unidos marcaria también el nacimiento de la primera \verdadera "sociedad de abundancia” de la historia (Castel, 1978). ‘esa época, en Francia, la misma promesa del horizonte radiante la “nueva sociedad” corria por cuenta del partido gaullista, por nces hegeménico bajo la direccion de jacques Chaban-Delmas, -s de ser reactualizada bajo el nombre de “sociedad liberal avan- " por Valery Giscard d'Estaing, uno de cuyos ministros habia ‘en clases preten- as y de “raza” (0 pos- coloniates).! En diversos grados, las sociedades del Primer Mundo istbrcas, y de acuerdo con los mecanismes de (re)produccion modo de dominacién que apela ala naturalera como principio 2 1108 CONDENADOS DE LA CIUDAD se consideraban sociedades “no étnicas” cada vez més homogéneas y unificadas a medida que las relaciones de tipo “comunitario” (gemainschaftiche) fundadas en la sangre, la religion y la cultura iban siendo reemplazadas por filiaciones de tipo instrumental fun- ‘dadas en el interés, la especializacién socioprofesional y los impe- rativos funcionales de una economia tecnolégicamente comple} El lema de moda era la asimilacién para todos (Gordon, 1961), y la adopeién de patrones culturales nacionales era el tinico camino posible para los grupos que vivian al margen o que entraban por primera vez en esas sociedades (Hirschman, 1983). Descartando de esa manera la cuestién de la etnicidad, idedlogos de la sociedad avanzada no hicieron mas que ‘surco trazado por la sociologia, tanto la clasica como I pordnea. .No estaban de acuerdo Karl Marx y Emi fen pensar que el capitalismo terminaria por reemplazar los Tos sociales tradicionales por formas impersonates de pertenet ‘enraizados en relaciones comerciales ¢ ideales civicos abstractos? Del mismo modo, los dos paradigmas que dominaron la: estatutarios y de ‘concomitante despliegue del individuo libre, emprendedor, orien tado hacia el achievement (0 sea el éxito, conseguide por mérito propio) junto con el crecimiento de la educacién, la tecnologia y Jos medios masivos.® Segin los defensores de las diferentes teorias marxistas de la transformacién social, de Gunder Frank y Fernan- do Enrique Cardoso a Immanuel Wallerstein, la cristalizacién de ° La oposicin entre axon (el estatus heredado) y ackivrment (la posicén, ogra por el meri) sna de las oposciones fundadors de la weora del funcr pals esrctural elaborada por Talcott Parsons (1971), que consderaba alos Est: os Unidos la encaracign hstica del ideal supnestamente universal de una soe: (Gad meritocrtica Para una aguda critica de esta teorfa, vase Bourdieu (1975). de la teoria del posindustrialismo comparten estas pre- sas y consideran a las divisiones etnorraciales no como bases La violencia de abajo: levantamientos raciales o revueltas intestinas?” A partir de las tiltimas dos décadas, esta imagen de si misma claborada por las sociedades del Primer Mundo ha estallado en pedazos ante la aparicién de las protestas tensiones étnicas y el aumento de las priva van el corazén de las grandes ciudades. ria fuera reduciéndose y las identidades étnicas disolvigndose, las naciones avanzadas han quedado afectadas por la expansion de as, las crecientes y la desesperan- Floresian Femandes ampliamente compartida e ‘social competitivo que represer ‘mis antigua: recordamos que ya “ciclo de las relaiones racials” de a primera Escuela de Chicago, con su progresion ordenada del conflict y la competencia alacant nasi. aputaa a eae a * Juego de palabras intraducible: émauies significa ala vex revue social y ‘problemas digestivos [T] u [LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD de “desérdenes urbanos” en Francia, Inglaterra y los Estados Uni- dos, entre muchos otros, ejemplifican este fendmeno.* ‘Octubre de 1990 en Vaux- tranquila comuna obrera de la periferia de Lyon hasta de jévenes, de los cuales un buen nim inmigrantes del Maghreb, salieron a la calle para enfrentarse policia luego de que un adolescente del barrio encontré la muerte ‘en un accidente de moto provocado por un auto policial. Durante tres dias y tres noches se enfrentaron a las fuerzas del orden y a Jos grupos republicanos de seguridad enviados de urgencia por los heridos ascendian a decenas y dos en més de 700 millones de francos millones de euros). El pais se encontraba conmocionado. reprimida por mucho tiempo en Ias éanlieues populares en de dencia, con fuerte concentracién de viviendas sociales, se vio cala- Pultada al centro de las preocupaciones politcasylogré dominar -g0 de que dos adolescentes que ‘conducfan una moto de policia robada fueron muertos en un cho- ‘que con un auto policial camutflado. Al caer la noche, un centenar de jévenes saqueé el centro comercial cercano y, cuando las fuer- "No se puede dar aqui més que un bre créniea del surgimiento de la violencia, ‘en noviembre de 2005, 24s del orden intentaron contraatacar, fueron recibidas por una via de ladrillos y piedras, de bolas de acero, material en llamas y ‘eles Molotox. El tumulto se expandis y transformé al barrio de kil6metro cundrado en una verdadera zona de guerrilla urbana Los Angeles, abril de 1992: la absolucién de cuatro policias blan- jplicados en la paliza a Rodney King —filmada por un cama- in popular de una violencia inédita ps siglo xx. En el gueto de South Central, decenas de blancos fueron, urrancados de sus vehiculos y golpeados, negocios saqueados, mévi- bomberos ni la policfa pudieron impedir que las llamas destru- fan miles de viviendas, Los disturbios se extendieron rapidamen- las escenas de pillaje de masas se multiplicaron. Se proclamé el estado te emergencia, se movilizaron y desplegaron 7.000 policias, ademas de 1.200 marines. Los tiros de dispards entre los mani 100, decenas de millares de personas habian sido arrestadas, unas nilias habfan perdido su vivienda y 20.000 mas su empleo. Los fios superaron la cifra de 1.000 millones de délares. No se trata mas que de tres episodios de violencia colectiva contre una extensa serie de perturbaciones urbanas que seria largo enumerar.!! La mayor parte de los desérdenes, grandes y peque- "© Bn 1980, 1981 y 1985 habian estallado importantes dsturbios en lat ine de Bristol, Londres, Liverpool, Birmigham yde numerosos municipios obre- ‘decadlencia Hoabria que agregar, als disturbios francess, i la reciente ola de agresiones colectivas contra los 6 LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD ‘ios, que han asolado a las hanliques obreras francesas, los centros- barrios degradados del Reino Unido asi como alos guetosy barrios de los Estados Unidos, ha implicado, en primer lug nes de las zonas pauperizadas, segregadas y en decadencia, y ‘ce haber sido alimentada por la creciente tensi6n étnica dentro y alrededor de esas zonas. La interpretacin dominante que sc les ha dado en los medios y en el debate politico los presenta como “estallidos raciales” en reaccién a la animosidad de que son objeto “las minorias” étnicas o inmigrantes que habitan los paises (Cross y Keith, 1993; Gooding-Williams, 1993) En una primera instancia, esta explicacién suena plausible. La Europa de la década de 1980 ha estado inundada por una ola de xenofobia, en la esfera pablica cuando no en la vida cotidiana, ‘que nada parece poder detener.'? En Francia, la hostilidad hasta ‘entonces mantenida en sordina respecto de los “arabes” ha esta- ado con enorme fuerza (Silverman, 1990) y alimentado la mul- tiplicacion de las agresiones de signo racista. Ha encontrado una expresién politica estridente en el populismo xenéfobo del Frente han expresado en enfrentamientos callejeros cuya proliferacion ién” de los debates sobre la delineuencia y la bratalic a, de manera que los desor- denes y las violencias piiblicas son percibidos y tratados cada ver mas abiertamente como “problemas negros” (Solomos, 1988). En 1 mismo momento, en los Estados Unidos, In puesta en cuestin de los logros de las luchas por las igualdades civicas de las rias" (afroamericanas, pero también hispanas, ademas de grupos de origen amerindio y asiatico) de la década de 1960 se tradu- jo en un claro deterioro de las relaciones interétnicas, como lo Alemania y los repetidosincidentes que implican a los inmigrantes norafricanos cen dl surde ftaiay en "2 Sobre la aparcion (o el resargimiento) del racismo a escala europea y sus diversas manifestcioner nacionales, véanse Allen y Macey (1990), Miles (1982) yHotmer (1998). PROLOGO 2 stran la escalada de crimenes racistas, el temor gi hombres negros en el espacio publico, la mult ntes en los campus o incluso la explotacién al \imiento antinegro durante las campafias electorales locales y ionales (Franklin, 1991). Ymientras Europa se sentia asediada espectro de una “guetizacién’” al estilo norteamericano, los .ados Unidos se hallaban obnubilados por la visiGn pesadillesca tuna supuesta underclass, grupo decadente y ameniazante pre- tamente aparecido en el corazén de las metropolis segregadas, y que concentra sobre si todas las patologias urbanas norteame- vicanas.!® En esos tres paises, entonces, la opini6n pablica considera que violencia y los des6rdenes colectivos en la ciudad estan estre- te asociados —es decir, identificados— con cuestiones de icidad y de inmigracién. En los Estados Unidos esta asociacién ante antigua, pues se remonta a la época de la urbaniza- los negros posterior a su emancipacion y se la reactiva -amente durante los perfodos de contraccién econémica y ropa, esta conexién es mas reciente aunque amente pujante durante la fase de crisis socioeconémica abierta desde mediados de la década de 1970. De todos modos, varios elementos sugieren que la calificacién de “disturbios yaciales” es equivoca y esconde otro fen6meno mas profunde que se mezcla con ellos en diferentes proporciones. ‘Los desordenes colectivos urbanos de los afios 1980 y 1990 no. de ciencias sociales, periodismo y sentido comin, 08 y preconceptos ordinarios, el mito burecritico. 8 LOS CONDENADOS DELA CIUDAD de cierta sociologia medistica en la que se inspira, no asistimos a una “norteamericanizacién” de la pobreza y de las revueltas urbanas ni a una mutacin del régimen de marginalidad urbana «que augure una convergencia hist6rica entre Europa y los Estados xequant, 1992a). Como se lo demostrara en la segunda parte del libro, el examen en profundidad de su anatomia sugiere problemas urbanos creados por los jovenes de Ias clases s han combinado, segiin proporciones variables de un ‘otro, dos logicas que seria erréneo oponer pues se hallan vinculadas en la realidad: por una parte, una logica de la protesta “arabes” y otros inmigrantes de color legados de las as francesas e inglesas—, y una logica de clase que eva a ores pauperizados de la clase obrera a rebelarse contra las recientes desigualdades sociales por del arma més eficaz de que disponen, a saber, enfrentarse alas autoridades y alterar por la fuerza el curso normal de la acti- ci6n neoliberal que sigue a las angus- ochenta podrian legar a revelarse turacién de revueltas mixtas, tanto pobladas de manera exclusiva y ni siquiera mayoritaria por inmi- ‘grantes, y los participantes de las revueltas pertenecen a horizon- tes nacionales diversos y variados. Aunque los jévenes surgidos de la inmigracion magrebé o antillana figuraban a la vanguardia de las confrontaciones urbanas que asolaron a Francia e Inglaterra ‘en ese periodo, actuaron de acuerdo y con la participacién acti va de los hijos de hogares autéctonos que vivian en esos barrios antes industriales empobrecidos. Ademis, las reivindicaciones de Sobre la lia ylas condiciones sociales dela ‘ciones populares, véaseTa obra de Piven y Cloward ‘muy actual en la Fie de xecentramiento de los a poliieade as disrup- Poor Pepe’s Movements, politicos progress KOL060 3» snes de medios populares son en todas partes las mismas y tienen nada de especificamente “étnico”: empleos decentes, imeros arrestos afectaron a hispanos y ¢l 10% de ellos a blancos Iamados “anglos”. Esos disturbios no fueron solo el grito de revuel- revuelta de los mendigos” contra la miseria cotidiana y. ro de las condiciones de vida causados por la recesién econémica y la reduccién de los presupuestos sociales, como lo comprucban las imagenes televisivas que muestran a hispanos y también a asiaticos y blancos revolviendo entre los restos caleinados de las tiendas en busca de productos para rescatar. ‘i observador de la escena de Los Ange tirracial del pafs ha sido tanto el grito. de loscorgzonés quebrantados como un aullide de proterta contra los bastones policiales y la paliza a Rodney King”! o {LOS CONDENADOS DE LA CIUDAD La violencia de arriba: desproletarizacién, relegacién estigmatizacion Es tentador considerar esta violencia de abajo como el sinto- ma de una crisis moral, de una patologia de las clases inferiores, © incluso como una serie de signos que anuncian un naufragio generalizado del orden pablico. Asi, lareaccién tipica de las auto- idades frente a la ola de incidentes violentos que asolé las ciuda- des de los Midlands durante el verano de 1992 fue deploat ls conductas desviadas y provocado por el alcohol, aun cuando los habitantes de Hartcliffe coin en afirmar que la hostilidad entre los j6venes y a pol meses atras, que ningtn gamberro (hooligan) habia sido localizado o arrestado durante los disturbios y que el consumo de alcohol en ‘¢808 dias no habia sido superior a la media. De la misma manera, en los Estados Unidos, la espantosa leyenda urbana de la underclass ha provisto una pseudoexplicacién bien preparada, de consumo revisible y despolitizada para dar cuenta del crecimiento perma- nente de la violencia dentro del gueto y en sus alrededores luego de los levantamientos de los afios sesenta. De hecho, esta violencia ‘ha sido percibida durante mucho tiempo como la prueba catego- rica de la existencia de este grupo definido justamente por sus conductas antisociales. sados por los javenes desheredados de las ciudades de Europa y Jos Estados Unidos durante los quince afios antcrior que, lejos de ser la expres nitente 0 de un atavismo pat yen una reaccién (socio)l6gica a una violencia estructural masiva

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