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ANALES DE DERECHO. Universidad de Murcia. Numero 14. 1998 LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA SUMARIO.— 1. Introduceién.— 2. La doble perspectiva de la Filoso fia juridica de Leibniz 3— Leibnia y la ciencia jurdica. 4.— Conelu 1, INTRODUCCION Aunque es de sobra conocido que Leibniz es el tinico de los grandes fos que fue jurista de profesi6n’, sin embargo el conocimiento y las 1 En efecto, el Derecho fue objeto de sus primeros estudios y de su dedicacién profesional. Estudié Derecho en Leipzig y entre los dieciocho y los veinticuatro aflos cescribié varias importantes obras relaivas a cuestiones de metodologia juridica: Specimen difficultatis in iure seu quaestiones philasophicae ex ture collectae (1664); Specimen Ccertudinis seu de conditionibus (1665), a instancias de sw eo J. Strauch, célebre jurist; Specimen dificulats in iure seu dissertatio de castbus perplexis (1666) que fue su esis de ddoctorado en Derecho en la Universidad de Altdorf, después de que la Universidad de Leipzig le denegara la dispeasa por edad, hecho al que se refiere en su autobiografia (Vid. LEIBNIZ: Excritesfloséficos, —«Autorretrazo», 1696— editados por Ezequiel de Olasco, Ed, Charcas, Buenos Aires, 1982, p. 62); un afi mas tarde publics un proyecto de reforma de los estuios juridicos, la Nova metadus dscendae docendaegue jurisprudentiae1667) y junto con Lasser, un proyecto de revisiGn del «Corpus juris», Ratio corporis juris reconcinnandl 150 RAMON MARTINEZ TAPIA investigaciones realizadas en Espafia sobre su Filosofia del Derecho son muy escasas. Varias pueden ser las razones de este escaso interés por la dimensién juridica del fil6sofo alemén. Es cierto que el estudio de Leibniz. esté leno de dificultades: por un lado, no ha dejado una obra juridica completa, al estilo de las obras sistemiticas de Grocio, Pufendorf o Tomasio, por lo que para su estudio hay que recurrir, con mucha frecuencia, a su abundantisima correspondencia o a textos breves y generalmente incomple- tos y en continua modificacién —como ocurre de forma paradigmatica con los «Elementa iuris naturalis»— y, muchos de ellos hasta hace poco tiempo inéditos’. A tal dificultad hay que afiadir dos més, al menos: una, el que muchos de estos eseritos son de circunstancias, por lo que s6lo pueden expresar de forma lacénica y fragmentaria parte de su pensamiento, y, otra, lo que podriamos llamar carécter circular 0 monédico de su pensamiento: cada punto de su doctrina es una concentracién del mismo, un nexo de relaciones que de forma geométrica conduce al estudio de todo el sistema. ‘Ahora bien, puesto que la investigacién espafiola sobre Leibniz continia desarrollndose en el Ambito de la filosofia académica, como pone de manifiesto 1a més reciente bibliografia leibniziana, quizés la razén de que esto no haya ocurrido también en el campo juridico se deba a la dificultad (1668). En 1670 eseribié un pequefo tratado De legum interpretatione, rationibus, applicatione, sysiemate, al que siguieron algunas obras mis a las que iremos haciendo referencia. Pero no termina ahi su actividad juridica puesto que al largo de su vida también ejercié varias veces de juez en el Tribunal de apelacién de Mainz entre 1669-1672 y en Hannover en 1677-80, donde posteriormente sera consejero de Justicia desde 1696, titulo {que recibiré también en Berlin en 1700, en Viera y S. Petersburgo en 1712 —o que le proporcioné un conocimiento «ad intra» de i aplicaciGn del Derecho—. También ejercis, por decirlo asi, de «legislador» ya que, hacia 1678, se le encarg la redacci6n sistematica de tun e6digo de Derecho civil que esribi6 epresentando al emperador; en su Prefacio mar fiesta una gran sensbilided por los problemas pricticos de la apicacién del Derecho. Algo similar puede observarse en la redaccién de su Codex diplomaticus ius gentium(1693), Vid.G. GRUA, Jurisprudence universelle et theoedicée selon Leibniz, P.U. F. 1953, p.7 y ss. Su gusto por el Derecho lo muestra en su Autorretrao, cit, p. 62 : «El oficio de juez me encantaba, dice, y sentia desprecio por las triquifuelas de los abogados, raz6n por la que Jamis quise defender una causa, De este modo cumpl los dicisieteafos me sent feliz por la sencilla razén de que en mis estudios me habia orientado segtin mi propio gusto». 2 El-ejemplo mas reciente es Ia publicacién de Gaston Grua, Leibniz: Testes inedites, dos vol., PUL, Paris, 1948, Sobre las ediciones de las obras de Leibniz, vid. los citados Escrito flosdficos, edtades por E, de Olasco, p. 17 y ss LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA Is de acceso a los textos de Leibniz sobre la justicia y el Derecho y en general a sus textos juridicos’. 2. LA DOBLE PERSPECTIVA DE LA FILOSOFIA JURIDICA DE LEIBNIZ En este trabajo pretendemos exponer, en un intento de sintesis que reconocemos dificil, cuales fueron las lineas de investigacién basicas del Jurista aleman a partir de sus propias obras, a fin de lograr una caracteriza- ccidn de su pensamiento juridico y la proyeccién histérica del mismo. En la obra juridica de Leibniz puede encontrarse una doble linea de investiga- ci6n. Una esté constituida por los problemas que podemos ubicar dentro de lo que, en sentido clésico, denominarfamos Filosofia del Derecho y més concretamente Teoria de la justicia. En efecto, la preocupacién por los problemas de la justicia y el Derecho y, mas concretamente por el Derecho natural es una constante en el pensamiento del filésofo alemén y, sin duda su faceta més conocida y divulgada, probablemente por la intima vincula- cién de esta problematica con los temas que trata en sus obras filoséficas* ‘Aunque no es intencién nuestra ocupamos en este trabajo por este aspecto, hagamos referencia, sin embargo, a la dificultad, sefialada por A. 3° Mientras que las obras estictamentefilosficas de Leibniz se encuentran traducidss al espafiol desde hace tiempo, la mayorfa de las obras juridicas de Leibniz —que fueron escritas en latin— aun no se encuentran traducidas las que lo estan lo han sido reciente ‘mente, como ccure con la edicién preparada por J. de Salas Ortueta, Leibniz: Escritos de Filosofia juridica y politica, Ed. Nacional, Madrid, 1984 y la taduecién mas reciente de T. Guillén Vera Los elementos del Derecho natural,Tecnos. Madrid, 1991, Hay, pues, una laguna importante que esperamos pronto sea colmada. (Estando preparando este trabajo ha egado a nuestzo conocimiento la inmediata aparicién también en Tecnos de la raduccién de la Nova metodus discendae docendaeque jurisprudentiae y nosotros mismos estamos preparando la de De casibus perplexis). ‘4 Eséste el punto de vista bajo el que Leibniz es normalmente tratado y expuesto tanto en las «Historias de la Filosofia» como en las Historias de la Filosofia del Derecho» Vid.p.c, entre las mis difundidas en Espatia, G. FRAILE: Historia de la Filosofia v. Il, BAC, Madrid, 1966, pp. 689-690 o J. HIRSCHBERGER: Historia de la Filosofia, t 1, Ed. Herder, Barcelona, 1963, p.s 72-74 o las tan conocidas obras de A. TRUYOL SERRA, Historia de la Filosofia del Derecho y del Estado, Alianza Universidad, Madrid, 1995, v.2, pp. 266-269 0G, FASSO, Historia de la Filosofia del Derecho, Ed Pirémide, Madrid, 1982, pp. 155-168, MARTINEZ TAPIA 132 RAMON ‘Truyol Serra’ sobre la exacta ubicacién de Leibniz en el contexto iusfiloséfico de su tiempo, por cuanto no eneaja adecuadamente dentro de las coordena- das de la Escuela del Derecho natural. Esta, en su preocupacién por funda- mentar un Derecho natural independiente de las disputas teol6gicas, habia secularizado el Derecho natural separéndolo tanto de la Moral como de la ‘Teologia, tendencia que iniciada por Grocio y seguida por Pufendorf conti- nuaré con Tomasio y Kant y conducird a la tesis esencial del positivismo juridico. Frente la corriente iusnaturalista Leibniz va a defender la inseparabilidad de los mismos proponiendo Ia indisolubilidad del Derecho natural, la Moral y la Teologés en la unidad de la idea de justicia como virtud universal concretada en su conocida definicién de la justicia como «la caridad del sabio». Al negarse a reducir la justicia Gnicamente a la consecucién de fines intramundanos y al volver a vincular justicia y mora- liad, Leibniz. conectaba con la tradicién, lo que justifica la calificacién de conservador y tradicionalista que frecuentemente se le hace. Sin embargo, ro siempre va contra corriente respecto de la cultura de su siglo. La caridad no es para él un concepto exclusivamente religioso sino una racionalizacién del amor humano, filantropia o solidaridad —en lo que puede atisbarse un antecedente del Derecho social*— y el Dios, fin y fuente de la justicia, es Dios en cuanto «objeto de la sabidurfa racional suprema, él mismo es racionalidad, es el ser universal racionals’, Por otra parte, con su declarado antivoluntarismo y racionalismo se coloca justamente en la Tinea de lo més caracteristico del iusnaturafismo moderno. Queda, pues, situado Leibniz en parte dentro y en parte fuera de la denominada Escuela del Derecho natu- ralt, 5 Cit, p. 266. © Codex juris gentiun diplomaticus (1693), XI En el mimero XI de dicha obra identifica lajusticia come «filantropfa»y la ecarided del sabio», como la caridad que sigue las directrices de la sabidurfa, Bajo este aspecto G. GURVITCH: en Lidée du Drodt social, Libr. de Recueil Sirey, Pars, 1952, pp. 190-208, ha estudiado a Leibniz, como «un socialiste dans Ie sens moderne du terme» (p. 208) 7 G.Fass6, cit, p. 161. 8 Aungue inicialmente Leibniz mantuvo, quinés por influencia de Hobbes y Pufendo, lun cierto voluntarismo en relacién con la fundamentacién del Derecho natural y la justia, en su Meditacién sobre la nociée comin de la justicia, (1702, ineluido en Excrtor de Filosofia juriica y politics, £4. Nacional, ct. pp. 81-103) opta por un objetivismo ético- Jutidicg muy cercano al intelectualismo escoldstico. Igualmente en su conocido Monita LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA 153 Pero ademés de la faceta iusfilos6fica que acabamos de indicar, hay otra més desconocida, menos investigada, que es la faceta de un Leibniz «teéri- co del Derecho», interesado por la construccién de un Derecho —especial- mente el Derecho natural— «more geometrico demonstrator y por la siste- ‘matizacién y ordenacién del Derecho comin vigente en la Alemania de su tiempo, un Leibniz, podrfamos decir, «cientifico del Derecho» que amticipé, en gran medida, muchas de las tesis caracteristicas del movimiento refor- mador del despotismo ilustrado y del movimiento codificador. Es a este aspecto al que dedicaremos este trabajo. 3. LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA Cualquier aproximacién al pensamiento de una persona ha de partir del contexto de la misma, ya que aquél se forja a partir de y desde las coorde- nadas espaciotemporales de ésta. Y el contexto de Leibniz es el racionalismo. ‘quaedam ad Samuelis Pufendorfiprincipia (incluida en la obra antes citada, pp. 165-178), donde realiza una fuerte critica al «De officio hominis» de Pufendort. Por otra parc, el Derecho natural no es, a su juicio, monolitico. Una de ls tsis més significativas de Leibniz cel de la determinacién de los grados del Derecho natural y, en consecuencia, de la justcia, ‘una justicia contemplada al estilo platénico como virtud universal en la que coinciden y se ‘mezclan a juriicidad estricta, la moralidad y le religiosidad misma. Es una tesis expuesta con reiteracién tanto en sus obras de juventud (pe. Nova metodus discendae docendaegue Jjurisprudentiae) como de madurez, Sobre los tres grados del Derecho natural y de Gentes (1677), Meditacién sobre la nocién comin de la justicia y en Codex iuris gentium como capacidad jurdica de exigencia, 2) el ius aequum» o «Derecho en sentido amplio» —que a veces denomina también «ius Socialis», o «caridad» o «filantropia» o «amor universal regido por el «suum cuigue tribuere>, entendida por Leibniz en sentido positive como una especie de samaritanismo legal que impone Ia obligacién de «ayudar a todo el mundo en tanto en cuanto conviene a cada uno segin sus méritos» (justiciadistibutiva). 3) el «ius pietatis», objeto de la justicia universal que tiene por fin Ia salvacién y abarea todas las Virtudes, La justcia es Ta virtud del hombre bueno:lla implica no sélo abstenerse de hacer 1 mal sino también la promociéa del otro. Una perspectiva cas inédita de Leibniz es la que inicia 8. VERGES: Evolucién de los derechos humanos en Spinoza y Leibniz en «Pensa rmiento», 1989, pp. 447-460 154 RAMON MARTINEZ TAPIA La filosofia racionalista que domina el pensamiento moderno desde ei Renacimiento esté caracterizada por una confianza ciega y absoluta en la capacidad de la razén humana para juzgar y resolver todos les problemas, del tipo que sean, que puedan presentérsele al hombre. Este supuesto ‘gnoseol6gico del racionalismo se completa con el sapuesto antropol6gico —la necesidad cartesiana de certeza en todos los dmbitos— y el supuesto metodoldgico —el modelo de racionalidad deductiva de la ciencia moderna directamente inspirada en Ia geomettia euclidea: el ideal de la ciencia es, en efecto, el de un sistema deductivo en el que las proposiciones se deducen a partir de unos principios y conceptos primeros: las ideas claras y distintas, los dtomos de evidencia cartesianos, e! método del andlisis y la sintesis. El racionalista terminard, de este modo, por suponer la unidad y racionalidad de la propia estructura de lo real —y de todos los saberes y ciencias— y la posibilidad de alcanzar dicha racionalidad, mediante el oportuno procedi miento metodolégico, yendo, por decirlo asf, «mds alld de los fenémenos»’ La méxima expresién de este ideal 1a encuentra el racionalista en el método deductivo de los gesmetras". Matematizar la realidad y el conoci- miento de la misma como procedimiento infalible para obtener certeza en cualquier campo —la racionalizacién— serd el ideal de cualquier pensador de la época. Tal fue también el ideal de Leibniz''. Guiado por su afin de 9 Dentro del modelo de la ciencia racionalista,distingue A. CALSAMIGLIA: Intro: ducciém a ta cienci juridica, Atiel, 1990, p. 61, entre un «racioralismo objetivon que cree en la racionalidad del universo concebido como un sistema ordenado regido por leyes tuniversales y necesarias; un «racionalismo subjetivo» que supone que el hombre posee los procedimientos racionales adecuados mediante Ios que descubrir la estructura de esa racio- nalidad objetiva; y un cracionalismo metodoi6gico» que concibe que el método dela ciencia cera deductivo y tenia como prototipo lis matemdticas. 10 Esta confianza sin precedentes en la razén humana aparece de forma notable ya en Jos pioneros de la revolucién cientifica quienes estaban embriagados con el poder de la mente. Asi puede verse, pe, en Galileo en su famoso pasaje de os Didlogos —al hablar del libro de la naturalzza que los hurmanos pueden leer tan pronto como aprendan la lengua en {que esté escrito, las matomaticas, esto es, tringulos, ciculos y otras figuras geométicss, y ue el conocimiento ast adguirido difiere del de Dios sélo en el Ambito pero no en Ta ealidad—; en el Discurso det método de Descartes y en los Principia matemética de Newton. 11 La bibliografia leibniziana al respecto es muy amplia, pero para una visién general sobre Ia sistemética racionalista de nuestra autor nos permitimos sefialar el trabajo de J. ALCORTA, La sistematica letbniciana, «Revista de Filosofia», 1948, pp. 439-471 LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA 155 certeza, desde sus primeros afios se propuso aplicar el método matemético, a la ciencia en general, aspirando a construir una ciencia «a priori» com- puesta de un reducido catélogo de nociones fundamentales, simples y evi- dentes, expresadas por simbolos de cuya combinacién podrian deducirse todas las demés ideas y todas las ciencias'®. Durante toda su vida Leibniz creyé en la posibilidad de lograr la verdad y certeza mediante procedimien- tos formales —no hay certeza més que en la argumentacién y demost cién—® y en sus obras juveniles ya aparece la creencia de que esta teoria también era aplicable al Derecho, de forma que Ja duda, la paradoja, el dilema o las lagunas son sélo aparentes y siempre hay una solucién juridica correcta para todo los casos si se tratan de forma adecuada y si el Derecho se construye de forma racional"*, 12 Asi lo expuso en su juvenil obra de 1666 De arte combinatoria inspirada en R Lulio, en la que ya intuye la posibiidad de su eplicacién al mbito juridico, proyecto que ‘mis tarde traté de ampliar con la idea de una «Enciclopedia universal como medio para lograr una especie de «alfabeto del pensamiento humano», 0 como afirma G. FRAILE: Historia deta Filosofia, I, cit, p. 661, epara legar 2 un conjunto reducido de simbolos representativos de unas cuantas ideas simples a base de las cuales pudieran reconstuitse todas las ciencias mediante el Arte combinaloria», Una exposicién sencilla de estos propé- sitos, ealizada por el propio Leibniz, puede encontrarse ea los dos optsculos siguientes: Sobre la sintesis y el andlisis universal, es decir, sobre el ane de descubrir y el arte de Jusgar (1679) y en Historia y elogio de la lengua 0 caracter(stica wniversal, (1680), cuyos textos en espaol se encueniran en Ia citada edicién de Ezequiel de O'asco, pp. 194-202 y 165-172, respectivamente 13 En realidad el ideal de racionalidad matemética n0 era sélo de Leitniz, pues las referencias al método de los geémetras es constante en la mayor parte de los autores iusnaturalistas de Ia époce: Grocio, Putendorf, Locke, Hobbes, Wolff, si bien la deduccién ligica suele estar mezclada con argumentos de autoridad. La consecuencia prictica de esa acttud es la presentacin axiomaica del Derecho natural através de definiciones, axiomas, reglas y leyes. El armaz6n te(rico queda asf constituido por un encadenamiento de reglas generales que derivan o se deducen las unas de las otras a partir de uno o varios prinipios. Vid. R. SEVE, Leibniz et ecole moderne du droit naturelP-U F, Paris, 1989, pp. 8-9. 1 M. CALVO GARCIA: Los fundamentos del método juridico: una revision critica, ‘Teenos, Madrid, 1994, pgs 33 y ss, pone el acento en la importancia de las transformaciones sociales epistemol6gicas en los origenes de la Edad Moderna sobre la renovacién de la tiencia y del método juridico. A esta renovacién no sélo contribuyen los presupuestos cepistemoldgicos del racionalisma «que alientan la ilusién de encontrar un fundamento racjonal sobre el que construir un Derecho universalmente vilido y sientan la posibilidad de alcanzar un Derecho sistemdticamente perfecto y, con el auxilio del método deductivo, ‘mantienen la esperanza de hacer previsibles de antemano las soluciones juridicas», sino que 156 RAMON MARTINEZ TAPIA Ahora bien, esta concepcién podfa aplicarse al Derecho de dos formas una, procediendo aprioristicamente tipo kantiano «como hacen los iusnaturalistas de su tiempo, fundamentalmente Wolff, fuera del Derecho vigente —es decir fuera de la historia— para edificar un sistema de Dere- cho abstractamente racional» y la otra, actuando «desde el principio dentro del Derecho vigente, mas dentro de éste quiere decir conferirle la racionali- dad y por ello la validez universal que constituye el ideal cientifico del iusnaturalismo de los siglos XVII y XVII», Leibniz, a pesar de su racionalismo, opt6 por la segunda en lo referente al Derecho positivo: buscé siempre dotar de racionalidad al Derecho vigente —el Derecho co- min alemdén que era bésicamente el romano— al que nunca cuestion6, si bien traté de «racionalizarlo», inspirandose en el método geométrico-de- ductivo de las ciencias exactas, afén racionalizador que le convirtié en un claro precedente del movimiento codificador, pero que le aleja, en cierto modo, del movimiento iusnaturalista moderno. Serd, sin embargo, en el Ambito del Derecho natural donde plasmaré este ideal de la construccién de una ciencia juridica sistematica construida segiin el método de las ciencias exactas, lo que justifica su inclusién dentro del iluminismo, Una pregunia surge inevitable, la de cémo y por qué un espiritu can matemético como el suyo no procedié «a priori» y no se propuso recons- truir todo el Derecho de Europa a partir de datos puramente racionales lejos del empirismo y de los condicionamientos del Derecho del pasado. No parece congruente el ideal de racionalidad del que venimos hablando —y cuyas figuras mas significativas encontramos en los jusnaturalistas de la €poca— con la realidad de una aceptacin del Derecho comiin y romano, en suma del Derecho civil, al que simplemente trataré de «reordenar» y «reformar» para hacerlo més racional. Varias explicaciones cabe aventurar. Leibniz escribié sus obras de reforma juridica en una edad en que sin duda aspiraba a una posicién politica y no podia hacer otra cosa en una sociedad aristocrética dominada por el principio de autoridad absolutista més que 1a racionalizacin del Derecho tiene también fundamentos poltico-ideolOgicos: «la neces 4ésd de un Derecho universalmente vélido que ponga fin a las guerras de religion; una legislacion perfectay clara que contribuya a asegurar un orden social seguro y haga predecir (pare, 1, 73) con una argumentacién idealista que recuerda a la {que més tarde ofrecerd Kant al margen de toda finalidad corrector: «todo atentado al orden exige una reparaci6n sin la que el alma quedaria turbada por el especticulo del desorden resultante de la impunidad». Mas extrafa resulta ain, en un «ilustrado» su defensa de la tortura como lcito medio de prueba en «Nova Metoduss, Il, 26, en dos supuestos: el primero, cuando la culpabilidad del acusado, que no ha confesado, esté suficientemente acreditads: «quia in causa criminali nemo condemnetur nisi conffesus, ad confesionem igitur cogendus este: el segundo, cuando el convieto invoca tna excepcién que no prueba: «ile etiam torqueri debet gui exceptionem suam probate non potest» LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA 163 cuanto propuesta de reforma del Derecho romano, responde tanto a la necesidad de una nueva sistematizacién y organizacién del material juridi co més racional y Igico, como a la de una formacién profesional mas cientifiea en el marco de una reforma general de la enseftanza y de la jurisprudencia en particular. En escritos posteriores Leibniz sigue la orientaci6n reformista iniciada en la «Nova metodus» y encuentra en su protector Boineburg y en su amigo Lasser el apoyo para llevar a la préctica su proyecto de jurisprudencia universal capaz de reducir todo el Derecho a pocas reglas con las que resolver todos los casos. Las exigencias de éstos, sin embargo, van a limitar cl trabajo a una reordenacién o puesta al dia del Derecho civil sobre las bases del Derecho romano, es decir, a una especie de «codificacién», tarea de reorganizacién del Derecho civil que consideran prioritaria tanto para los practicos como para el propio Estado que podria ver asf potenciada su autoridad, aunque Leibniz hubiera preferido una codificacién mucho mas libre y creativa. El resultado fue la obra Ratio corporis iuris reconcinnandi (1668), —cuya intenci6n y objetivo divulga en su corrrespondencia””—. En esta obra Leibniz se propone revisar el Derecho civil vigente y reconstruirlo sobre el material del Derecho romano, siguiendo los esquemas el metodolégicos de la jurisprudencia racional, de forma que ese Derecho pueda aplicarse al conjunto del imperio. Esta labor le obliga, en primer 26 Es lo que hace en Ia Gitima pare de Ia obra, donde propone un detallado plan de estudios para laformacién del jurista desde la nifez: «Nunc age, ad ipsa curricula studi juris progrediamur. Curriculum elementale continet historiam iurisrudem, terminos usitatiores et praecepia elementaria» (Ibid, II, 94). Propone que e] nifio-futuro jursta aprenda latin de los textos juridicos, un estudio diario del Derecho de tres o cuatro horas, (Ibid, II, 94), una preparaciéa en lo que denomina «curriculum polemicums (Ibid, Il, 99) con ejecicios pricticos de procesos fieticios y disputas © controversias pablicas ete. Considera que la formacién juridica especttica podr‘a durar dos afos (Tb, I, 100). Termina la obra con una computacion por semanas, meses y aos de su plan de estudios (Iba, Tl, 101). En el fondo hay un notable desprecio por los juristas medievales de quienes airma: (Ibid. p. 141). Distingue entre interpre- tacién «de lo dicho (dicti) y de la intencidn», es decir, objetiva y subjetiva y dentro de aquélla, a su vez, distingue entre interpretacisn literal-gramati cal (cuya finalidad es deshacer la osucuridad cuando no se aprecia ningtin sentido en el texto y la homonimia) e interpretacién sintéctica (que tiene por objeto eliminar la anfibologia): «La interpretacién de la expresién es, unas veces, la de cada una de las palabras, otras es la de la conexién existente entre ellas; en otros términos, unas veces se interpreta su etimolo- gia y otras la sintaxis» (Ibid.). La interpretacién de la intencién, por su parte, es «la investigacién no tanto de lo que cl legislador dijo cuanto de lo que pens6 sobre el asunto planteado o de lo que hubiera dicho si se bubiera planteado el problema presente» (Ibfd., p. 142). La interpretacién no ha de tener en cuenta los sentimientos del legisla- dor sino sus razones. Leibniz sostiene que si bien les sentimientos son importantes a la hora de interpretar disposiciones privadas (p.c. los testa- mentos), carecen de relevancia en Ia interpretacién de las leyes puiblicas, pues ni los legisladores son sefiores sino administradores de las cosas liblicas ni de hecho manifiestan sus sentimientos, sino que tratan de apor- tar sélidas razones. No se le escapa, sin embargo a Leibniz, la utilizacién ideotégica del Derecho, pues «a menudo los sentimientos pasan a conver- tirse en razones o sirven para fundamentar algunos principios, sobre todo en asuntos morales 0 politicos»(Ibid., p. 143). Por tanto, el intérprete tinica- 32. De legum interpretatione, rationibus, applicatione, systemate, 1670. Se encuentra tradueide en Escrtos de Filosofta juridica y politica, Editora Nacional, cit, 141-152. Las citas fas hacemos seguin esta traduecisn, LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA 167 mente ha de fijarse en lo que ha quedado refiejado en las leyes y «no le esté permitido apararse de éstas» (Ibid., p. 143). En otras palabras, la verdadera interpretacién de la ley ha de partir de las, razones que movieron al legislador, ya sean verdaderas o aparentes. Son verdaderas razones las que proceden del Derecho natural («los principios ‘eternos que tienen vigencia siempre y en todo lugar, Ibid., p. 144) 0 de la raz6n de Estado, mientras que razones meramente aparentes son «las que movieron al legislador pero no habrian podido convencer a un hombre realmente sabio; estas razones surgen o bien del particular interés del legislador que suele disimularse con argumentos extrafdos de la considera- cién del bien comin o de una equivocacién por parte de éste» (Ibid., p. 145), De acuerdo con todo lo expuesto parece que Leibniz adelanta lo que serdn las pautas de la metodologia juridica del racionalismo: la ley es ‘un mandato del soberano, por lo que el objetivo de Ia interpretacién debe set la buisqueda del recto significado que expresa la intencién de legislador. Si esto es asi, lo que en realidad estaria proponiendo Leibniz como verda- dero criterio hermenéutico serfa el teleolégico: las verdaderas razones que movieron al legislador. A este objetivo estén sometidas los demés criterios de interpretacién. La importancia del criterio teleol6gico es obvia dado que se identifica el significado de la ley con la intencién del legislador, que se presume, como se verd, coherente y sin contradicciones. En cuanto a la argumentacién distingue Leibniz entre «prueba» de un cenunciado (se parte de un antecedente o de algin fundamento de la enun- ciacién propuesta para desembocar en la enunciacién) y «consecuencia» (se parte de la enunciacién para deducir alguna conclusién légicamente implt- cita en ella), asf como entre o que denomina «prueba correcta» 0 exacta que ¢s la demostracién; y «prueba viciosa», tanto si simula una demostra- cién como ocurre en el paralogismo como si simula un silogismo t6pico y entonces se llama sofisma, Finalmente establece la distincién que toma de la metafisica entre «demostraci6n a priori» y «a posteriori». Para una con- cepcién racionalista y matematizante del Derecho el ideal es la demostra- 6n «a priorin, que es «la que s6lo se apoya en definiciones y teoremas demostrados de antemano...asi es claro que el tiltimo andlisis de toda de- mostracién absoluta «a priori» se resuelve exclusivamente en definiciones» (Ibid., 146). En esta misma obra va a poner en prictica este ideal: la construccién del Derecho natural a partir de definiciones. Dado, pues, que 168 RAMON MARTINEZ TAPIA la definicién es el modo de hacer una demostracién perfecta, en la parte del trabajo que venimos comentando expone la naturaleza y modalidades de la definicién y termina con un anélisis de las dos formas de argumentacién probable: «presunciGn» y la «conjetura> (Ibid., p. 149). La leyes existen, piensa Leibniz, para ser aplicadas a los asuntos reales y esto es tarea de los juristas. Lo normal, sin embargo, es que la aplicacién ija una interpretacién («dianoética») capaz de abarcar asuntos de los que ¢l legislador no hizo mencién expresa, pero sabemos que quiso hacerlo. Se trata de la interpretacién «extensivay y de la «restrictivan, respecto de las ‘que Leibniz se muestra muy cauteloso: «yo estimo que hay que concebir las, leyes de tal manera que no hay necesidad de interpretacin dianoéticay (ibid. p. 150). También para Leibniz la decisiGn judicial tiene la estructura del silogismo (Ibid., p. 151). Finalmente ofrece Leibniz unas breves ideas sobre «formacién del siste- ma de leyes», en las que puede vislumbrarse la concepcién del Derecho como un ordenamiento pleno y coherente y absolutamente racional. Las eyes son como las piedras con las que construimos un edificio: «deben estar cortadas de forma que ajusten entre s{ con precisiGn y solidez y sin que pueda quedar en ellas vacio alguno; en Ia coordinacién de las leyes se equiere que, por una parte, no haya contradiccién entre ellas y que, por ota parte, no dejen lugar a dudas sobre ningiin asunto» (Ibid, p. 151). Jerarquia, coordinacién, coherencia y plenitud como rasgos del sistema jiuridico. Leibniz reconoce que tal sistematizacién de leyes nunca se ha hecho, porque se tiene la falsa idea de que los asuntos a regular mediante las leyes son ifimitados y que abarcarlos todos esté por encima de nuestras fuerzas. Sin embargo eso seria asf si nos propusiésemos enumerar todos los, asos, La solucién ha de venir de leyes universales pues «quien conoce lo universal puede clasificar con facilidad una nimero ilimitado de casos Particulares sin que se le pueda escapar absolutamente ninguno» (Ibid., p. 151). La aplicacién del ideal combinatorio juvenil a la tarea legislativa podré lograr una configuracién del sistema mucho més racional en el que parecen estar presentes los postulados codificadores: «De aqu{ se sigue un gran ahorro en la promulgacién de leyes y queda claro cémo unas pocas leyes podrfan abarcar innumerables casos, dado que a pesar de ser su niimero escaso, se pueden combinar entre si de muchisimas maneras, segiin la indole de los asuntos a resolver» (Ibid., p. 152). LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA, 169 En los «Elementos del Derecho natural»,escritos entre 1669-1671 apa- rece, igualmente, con nitidez el racionalismo juridico de Leibniz. En él aplica la estructura de la l6gica formal al Derecho natural en un claro antecedente no simbético ain de lo que hace la modema légica deéntica: primero define los elementos o conceptos basicos ético-juridicos estable- ciendo después las combinaciones entre ellos y mediante procedimientos Iogicos demuestra los teoremas que fundamentan el Derecho, que serén siempre verdaderos, con lo que éste se convierte en una ciencia absoluta- mente racional. De este modo a partir de la nocién de hombre justo o de justicia pueden deducirse, en un sistema de Derecho natural, todos los casos”. En Ia carta a A. Amauld de principios de noviembre de 1671 resume espléndidamente su pensamiento: «Un nticleo esencial del Derecho romano, le dice a su destinatario, que se expondrfa como un nuevo edicto del pretor y que contenderia reglas poco numerosas pero claras cuya com- binacién puede resolver todos los casos..;de otra manera, pienso juntar en una breve obra los elementos del Derecho natural en Ios que todo seria demostrado a partir de solas definiciones»; (a continuacién define los si- uientes conceptos: «hombre bueno o justo», «amor», «dolor», «felicidad», «placer», «sentimiento» «armonia») Y sentencia finalmente «De ahi yo deduzco todos los teoremas del Derecho y de la equidad», es decir, ias proposiciones sobre lo «licito», «debido», «justo» ete.™. 133. Una ineresanteintroducein a esta obra de Leibniz puede encontrarse en T. GUILLEN VERA: Estudio preliminar alos Elementos del Derecho natural, Tecnos, Madeid, 1991, pp. IX-XLIIL Eseribe Leibniz en «Los Elementos» p. 71: «la doctrina del Derecho e¢ de la fndole de aquellas ciencias que no dependen de experimentos sino de definciones, no de las demostraciones de los sentidos sino de las de ly ran... No ex somprendente que los pins pios de estas ciencias sean verdades eternas, que no se derivan de los sentidos sino de una ‘imagen clara y distinta, que Platén denominaba Idea, y que cuando se expresa con palabras {5 lo mismo que la definiciGn..por tanto las conexiones y consecuencias necesarias de las ‘cosas ya han sido previamente demostradas porque se deducen de una intuicion clara y dlistinta. El platonismo de Leibniz parece evidente. También puede consultase la exposicién {que sobre esta misma cvestin hace JB. VALLET DE GOYTISOLO: Metodologia de la determinacion del Derecho, Ed. Cento de Estudios R, Areces, Madrid, 1994, pp, 612-621, 34 Con ms claridad ain si cabe se expresa en su carta a Louis Ferrand (En Escritos de Filosofia juridca y politica, Ed, Nacional, cit, p. 153) «Los principios del Derecho natural, siendo como son essasos en nero, son grandes en imporancia, pues contienen las defii- ciones de fo justo, ..De estas definiciones deduzc0 todo Io dems y, en caso, de conflict, sdemuestro que se debe prefer la bondad de aquello de donde, a final, nace una armonia 170 RAMON MARTINEZ TAPIA El éxito de la «Nova metodus» y Ia aceptacién de sus ideas juridicas en un eontexto intelectual racionalista como era el europeo de la época deter- minaron, en concordancia con las intenciones de Leibniz, que se le propu- siera levar a la prictica su idea, es decir que realizara una codificacién racional, cosa, que en definitiva ya era la «Ratio corporis iuris reconcinnandi». En esta llamada a «legislar» ha visto T. Ascarelli® una curiosa paradoja propia de quienes como Leibniz niegan la intervencién de la voluntad en la elaboracién del Derecho por creer en un orden racional que se traduce en la universalidad de los principios juridicos. Como ya se anticipé Leibniz. trabajé a partir de 1678 en la redaccién sistematica del Cédigo civil imperial. En el Prefacio del nuevo cédigo™, Leibniz escribe representando al emperador y hace una exposicién de la doctrina hasta ahora explicada. Es probablemente la obra en que de forma més evidente plasma las ideas que animarén todo el racionalismo codificador. Empieza proponiendo el objetivo general: la necesidad de que las ciuda- des, para poner remedio a los conflictos, fengan «en las propias leyes, claridad y precisién» (Ibid., p. 157); expone las ventajas del Derecho escri- to, insistiendo ya en el valor de la seguridad juridica —«ahora hemos decidido promulgar leyes en las que cada cual pueda apreciar fécilmente cual es su deber en todos los asuntos y no pueda quejarse de tener errores por ignorancia»— y los inconvenientes del Derecho no eserito, que implica tun pluralismo juridico local que genera decisiones juridicas distintas y contra- dictorias, hasta el punto de que «si se delibera diez veces sobre una misma causa, a veces se pueden esperar diez sentencias distintas» (Ibid, p. 158). Ahora bien «las causas de la imprecisién del Derecho, tal y como nos han sido referidas, han ido surgiendo, bien de las propias leyes bien del cambio de las costumbres» (Ibid. p. 158). ¥ hace un detenido andlisis de ‘mayor. De aguf extraigo todas las reglas del Derecho: las que versan sobre el engaio, la culpa, las circunstancias.,.De elle deduzco el camino a seguir para resolver todos los casos, una vez habituados a este método, con la misma facilidad con que se resuelve un problema geoméwrico por medio del andlisis, Establecidas as las cosas, fa nica dificultad que quedard Por solucionar sera averiguar los bechos, organizar el proceso judicial y apresurar la ejecu cid, proponienda, a continuacion en relacién con la organizaciin del proceso judicial algunas cosas nuevas que ficilmente podrian ser llevadas @ la préctica». (Ibid, p. 154). 35 Cit p. 52. 36 Escritos de Filosofia juridica y politica,Ed, Nacional, Madrid, 1984, pp, 157-163 LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA 1 las que son, a su juicio, las causas de la dificultad de aplicacién de las leyes: su ambigiledad, su excesivo numero y amontonamiento— las compilaciones— («se encuentran contenidas aqui y allé en enormes voli- menes todavia sin clasificar ni ordenar»); la interpretacién que genera importantes diferencias en la aplicacién; la ausencia, a veces, de leyes generales, asf como de derogacién, tanto sea explicita como implicita, de modo que no se tiene certeza de qué disposiciones estén derogadas («en el propio cuerpo legal, las disposiciones anteriores son abolidas por las poste- riores, pero siempre cabe la duda de cudles son las abrogadas y cules son las que revocan»(Ibid., p. 158); la contradiccién entre leyes ya sea de forma evidente como en sus consecuencias, asf como «muchas incoherencias y absurdos» derivadas de las alteraciones ¢ interpretaciones del Derecho. (Ibid, p. 159). Por todo ello y ante la nueva legislacién de clara orientacién estatalista propone limitar la autoridad de los intérpretes sobre todo ta interpretacién extensiva y la analogia”. En cuanto al Derecho consuetudinario reincide, como buen racionalista, cen los conocidos inconvenientes de las costumbres: dejan muchas cosas sin regular, no sirven para los nuevos asuntos, generan decisiones diferentes etc. En suma, son fuente de incertidumbre y es una fuente irracional. Finalmente critica la doctrina, «la opinién comin» (Ibfd., p. 160) por su enorme complejidad y diversidad: «Sin una amplisima biblioteca nadie puede ser experto en leyes y no se pedird la opinién de asesores atin vivos ino, preferentemente, la de aquéllos que ya han muerto, cuyo numero es itado y cuyas respuestas son con frecuencia ambiguas y, mas frecuente- mente, contradictorias» (Ibid., p. 160). La solucién que Leibniz ofrece ante este panorama es un Derecho auto 37 También en su opisculo de 1677-1678 Sobre los tres grados del Derecho natural y de Gentes. incluido en el volumen «Leibniz, Escritas de Filosofia jurdica y politica», ci Dp. 111-120 describe cuél es la situacién actual de Ia legislacién —leyes insuficiontes, lagunas, confusién, ambigiedad e inseguridad: «Todo ello exige que o bien se ordenen las leyes 0 bien que se establezcan los fundamentos que permitan interpretalas y suplirlas ‘cuando haga falta, Y en un alarde de racionalismo aftade: «Si todo estuviese ordenado de ‘manera que no quedara a los hombres posibilidad alguna de duda, sino que, como en la fébula del laberinto, se les hubiese dado un hilo que les marcase el eamino., de manera que no les fuera posible desviarse més que por propia voluntad, entonces en todos los asuntos hhumanos se tomarian acertadas decisiones sin vacilacién alguna. Esto se habrfa podido ‘conseguir si hubiéramos dispuesto de una lengua racional» (pp. 117-118). m RAMON MARTINEZ TAPIA, ritario y racional plasmado en un Cédigo, con todos los rasgos y caracteres de éste: «Una autoridad superior deberfa acabar con la fuente del mal, cosa que, segtin la opinién de personas sensatas, expuesta desde hace ya mucho tiempo, no puede lograrse mejor que por medio de la redaccién de un nuevo Cédigo. Pero en ello no solamente hay que unir la claridad a la brevedad para que Iuego no se den més controversias que las que se supriman sino que también, y esto es mas dificil, hay que conseguir que sea suficiente con las leyes y que éstas cumplan su misién y no sea necesario acudir a las sentencias de los jurisconsultos para suplirlas» (Ibid., p. 161). A tal fin «se ha trabajado para que las palabras se utilicen de tal modo que las dificulta- des hasta ahora observadas se resuelvan» (Ibfd., p- 161). {Cémo lograr ese objetivo? Los medios que Leibniz. ofrece anticipan, como se ha dicho, 1a concepcién racionalista y codificadora del s. XIX: definiciones claras, enumerando con precisién las cuestiones capitales del Derecho; que a nadie conceda el juez accién, excepcién o recurso si no estén expresamente autorizadas en alguno de los capitulos introductorios 0 por edicto; eliminacién de la discrecionalidad judicial de forma que el juez zo decida nada por sf mismo a no ser por un poder especialmente concedido ppara esta ocasién; normas generales que comprendan todas las causas judi- ciales con objeto de que no quede ocasién para proceder segiin casos similares 0 contrarios. Leibniz es consciente de la posibilidad de lograr este objetivo y conocedor de la importancia de la discrecionalidad judicial trata de limitarla al maximo exigiendo su sometimiento més estricto a la ley y, en caso excepcional de que la rigurosa aplicacién de la ley pudiera engen- drar injusticia, que el litigio sea resuelto por el legislador®, Finalmente 38 «El deber del juez consistri en examinar con atenci6n nuestra leyes y armosizaclas entre si..y dado que es extraordinara la cantidad de asuntos y nada perfecto puede esperarse de los hombres, si se presentase alguna causa en la que el juez, de acuerdo coa su estricto sentido del deber, uzgase que podia cometer grave injusticia contra alguien si aplicase con todo rigor nuestras leyes, en ese caso, dado que conviene que seamos nosotros tnjcamente {quienes fijemos Ia linea divisoria entre Derecho y equidad, queremos que se nos remita a nosotros oa aquellos a quienes hemos asignado este cometido. Lo mismo mandamos que se hhaga en caso de que parezea que hemos pasado por alto alguna causa de acciGn 0 reclama- cién o si alguna disputa se originase sobre la interpretacién de nuestras propias palabras, pues no admitimos que personas particulares tengan la facultad de supli el Derecho ni que pparezca razonable considerar de igual autoridad al legislaor y al intéprete de las leyes (Prefecio... pp. 161-162) LEIBNIZ Y LA CIENCIA JURIDICA 13 ‘exige que de modo expreso se deroguen las leyes y costumbres contrarias al Cédigo, por exigirlo asf la certeza juridica. Eso no significa la derogacién de las antiguas leyes, que deben seguir vigentes, porque en ellas ve Leibniz un contenido pedagdgico importante, si bien han de ser interpretadas a la luz de las nuevas y sobre todo «para que los que van a dedicarse al derecho se formen y aprendan de la legislacién de nuestros antepasados» (Ibid., p. 162) Ante la lectura del «Prefacio del nuevo Cédigo» no puede uno dejar de manifestar su sensacién de estar ante un texto tipico de la época de la codificacién del siglo siguiente, imbuido de los ideales racionalistas de la época. En él se ha plasmado la teorfa de la legislacién del iluminismo Juridico que tanto favorecié el proceso codificador: la ley es la fuente suprema en cuanto expresién del monopolio juridico del Estado, es decir, tun Derecho autoritario, exigencia del principio de 1a omnipotencia del legislador; necesidad de sustituir el Derecho consuetudinario por normas sistemiticas deducidas por la razén e impuestas por la ley; leyes pocas, generales, claras, sencillas, breves y eficaces (cédigos); concepcién del Derecho como un ordenamiento pleno y coherente, producto de un Iegisla- dor racional; la interpretacién de la ley fundamentada en la intencién del legislador; separacién entre la creacién y la aplicacién del Derecho ete; en definitiva, un Derecho racional que interrogando a la naturaleza del hombre y teniendo en cuenta las costumbres y las leyes del pasado sea capaz de garantizar la certeza juridica. Las ideas de Leibniz, pues, influyeron decisi- vamente sobre el movimiento codificador. De hecho durante el siglo XVIII estuvo profindamente arraigada la idea de que la codificacién s6lo era posible sobre la base de principios simples, absolutos, universales y a condicién de que uno solamente fuera el intérprete del Derecho de la naturaleza: el legislador. De esos pocos principios axiomaticos debfa deri- var por via deductiva todo el Derecho”. 39 Piensa G. Fass6 cit, pg, 162, que aungue este programa no es exclusivo del ilumi nismo— pues ya se prevee en Domat— «es indudablemente caracteristico de iluminismo y prepara la codificacién» Y respecto de Leibniz afade:»El mismo Leibniz fue wo de los primeros que propugnaron una codificacién fundada, ademés de sobre el Derecho romano, sobre el Derecho consuetudinario, sobre leyes nacionales y, antes que nava. sobre la equidad evidente, auspiciando Ia emanacién por parte de la autoridad paiblica de un nuevo eédigo breve, claro, sufciente, merced al cual el Derecho, entenebvecido por la cantidad, por Ia 14 RAMON MARTINEZ TAPIA Pero su afin racionalista y reformador no se limité a esclarecer y simpli- ficar la legislacién y, consecuentemente, la aplicacién del Derecho, sino que también se preocupé, como se ha adelantado, por la reforma del propi procedimiento judicial. Acabamos de ver cémo en el «Prefacio al COdigo» realiza algunas propuestas, que, si bien, no fueron sistematizadas ni recogi- das en ninguna obra, pueden encontrarse esparcidas en su correspondencia. El objetivo general de su reforma es que la aplicacién del Derecho sea breve y cierta, que se evite la corrupcién de los jueces, los artificios de los abogados y las tergiversaciones de las partes y, sobre todo, que fuese capaz, de generar soluciones rapidas. La tinica forma de obtener una visién de sus coneretas propuestas reformadoras —inducidas, sin duda, de la experiencia observada y vivida de juez— en este ambito es la llevada a cabo por G. Grua: hacer un estudio de su amplisima correspondencia Es muy probable que en este interés por las reformas procesales Leibniz. se inspirase en un hoy desconocido jurista italiano Otiavio Pisani". foscuridad, por la imperfecci6n de las leyes, por la vatiedad de los tribunales, por las isposiciones de los juristas, convertido asf en extraordinariamente cierto, venga puesto finalmente en clara luz». Y G. SOLARI, Filosofi del Derecho privado,, cit, p. 75 escribe: ‘La genial idea de Leibniz de refundir ef Derecho romano y civil de acuerdo con un plan sistemtico, de construir ur Derecho universal— idea que parecié audaz y prematura en su poca— recogide por los iusnaturalistas del XVIII fue realizada en los Cédigos que eeraron el pecfodo de las especulaciones y que regularon de forma definitiva ls rlaciones de la vida individual conforme a las exigencias de los tiempos modemos» Y un poco més adelante concluye: «la doctrina de que la ley escrita se basta a s{ misma, de que el derecho no s6lo de hacer las leyes sino de interpretarias corresponde tnicamente al legislador, de que el deber del juez es puramente l6gico y formal y se agota en la ratio scripta fue por Io menos en teoria definitivamente consagrado con la coeificaciéa» (bid. p. 79). Una ampliacién puede encontrarse en E. GOMEZ ARBOLEYA: Esudios de Teoria de la Sociedad y del Estado, Cap. «El racionalismo juridico y los e6digos europeos», CEC, Madrid, 1982, pp. 434.544 40 Para un estudio de estas concretas propuestas reformadoras del procedimiento Vid. G. GRUA: La justice humaine, cit, Chapit. VI, 6, pp. 260-268, 41 ©. Pisani publicé en 1606 Lycurgus seu leges promptam iusttiam promoventes, (Vid al efecto, T. ASCARELLE: ct, p. 44) del que Leibniz dice en «Nova Metodus» Il, 76: “

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