Vous êtes sur la page 1sur 7
SUMARIO: 1. Absorcién de la ciencia del proceso penal en le derecho penal, . Inferioridad a 4, Proceso penal y proceso civil. — 5. Paridad de la cien- cia del proceso penal y del proceso civil. 1, ABSORCION DE LA CIENCIA DEL PROCESO PENAL EN LA CIENCIA DEL DERECHO PENAL Habia una vez tres hermanas que tenian en comin, por Jo menos, uno de sus progenitores: se llamaban la ciencia del derecho penal, la ciencia del proceso penal y 1a ciencia del pro- ceso civil. Y ocurrié que la segunda, en comparacién con las otras dos, que eran més bellas y présperas, habia tenido una infancia y una adolescencia desdichadas. Con la primera le tocé dividir durante mucho tiempo la misma habitacién; y aquélla retuvo para si lo bueno y lo mejor. Esta comunidad no dejaba de tener sus buenas razo- nes: desde el primer momento en que me ocurrié tener que encarar las relaciones entre derecho y proceso civil y derecho Y proceso penal (en la prolusién paduana de 1915, que nunca se imprimié), me impresioné su profunda diversidad; en la conclusién, manifestada mas tarde, de que todo el derecho penal es procesal, y en la construccién de su sistema al modo de una trilogia, de la cual los actos segundo y tercero son el juicio y la expiacién, ha encontrado esta idea su desenvolvi- miento. Pero ello quiere decir que el estudio del derecho penal tiene una amplitud que se presta mal a ser contenida en el cuadro de una sola ensefianza, tanto mds cuanto que la dura- cién de ella se limita a un afio; lo cual, a lo menos por lo que ocurria en Padua, hace medio siglo, se resolvia en una supre- sién, 0 poco menos, del estudio del proceso. jM4s cenicienta todavia! 2. INFERIORIDAD DE LA CIENCIA DEL PROCESO PENAL EN COMPARACION CON LA CIENCIA DEL DERECHO PENAL Hoy, ciertamente, las cosas han cambiado. La separacién de ambas ensefianzas, del derecho penal material y procesal, 16 CUESTIONES SOBRE EL PROCESO PENAL ha sido un evento feliz. Y no esta en contradiccién, ya se comprende, con su fundamental unidad: no es, verdaderamente, en el terreno de la autonomia, como suele hacerse, donde debe resolverse la cuestién. Esta de la autonomia es una formula ambiciosilla, con la cual los especialistas de ciertos estudios suelen celebrar, si no propiamente exagerar, su importancia, casi siempre al objeto de conseguir que constituyan materia de ensefianza particular; y ésta en principio, no es una mala cosa pero su razén no debe buscarse en Ja autonomia, que casi nunca tiene nada que ver con ella, sino més modesta- mente, en la insuprimible exigencia del anélisis, que nos cons- trife a mirar por separado, a costa desgraciadamente de defor- maria, los diversos aspectos de la realidad. Delito y pena son, precisamente, como tantas veces lo hemos dicho, la cara y la cruz de una misma moneda; y a nadie se le ocurre sostener que sean auténomas entre sila cara y la cruz; pero es verdad, sin embargo, que la moneda no se puede ver, simultanea- mente, por la cara y por la cruz. Hay, pues, hoy, aun en los planes oficiales, que son por otra parte los planes universitarios, una ciencia procesal penal; pero, ;cudl es respecto de sus hermanas la posicién de ella? En cuanto al derecho penal, ciertamente, hay una inferioridad cuyos signos o simbolos, podriamos decir, son variados y ma- nifiestos. Ante todo, desde el punto de vista de la cantidad. ,Por qué, en aquel cuadro, a la ensefianza del derecho se le asignan dos afios y a la del proceso un afio solamente? A juzgar con simplicidad diriase que en los dos’ afios delito y pena equi- valen, como la cara y la cruz, en la moneda, ocupan la misma superficie. Mas he aqui que al derecho procesal penal no se acostumbra 2 atribuir el instituto entero de la pena, lo cual no depende de otra cosa sino de una injusta distribucién, en virtud de Ja cual, en el acto de dividir la herencia, la her- mana mayor se ha hecho atribuir la parte del leon. La inci- dencia, bajo este aspecto, es semejante a la del derecho procesal civil: también los cultivadores de este wltimo han tenido que reivindicar y continian reivindicando todavia, no sin oposicion, institutos cuyo cardcter procesal estaba oculto bajo una patina civilistica inveterada, Una actio finium regundorum, en curso ya desde hace tiempo entre el derecho y el proceso civil, debe Promoverse también en las relaciones entre proceso y derecho penal: en la reciente prolusién romana formulé yo el libelo y espero de mis compafieros de trabajo una valiosa ayuda, en orden, se entiende, tal como ocurre respecto del proceso civil, no s6lo al derecho penal material, sino también al derecho admi- LA CENICIENTA 17 nistrativo, al cual tendremos que discutir denodadamente la llamada ejecucién penal. Asi, no sélo en la reconquista de su haber se encuentra la ciencia del proceso civil, respecto de su infeliz hermana, en una Pposicién mas ventajosa, sino también en el reconocimiento de su ser, Hoy, en comparacién con el derecho civil, la ciencia del proceso ha reivindicado afortunadamente no sélo muchos y preciados bienes, sino ante todo su nombre: derecho procesal civil se Nama, efectivamente, desde hace tiempo, en exacta paridad con el derecho material, y afirma asi su cardcter y su dignidad; pero es mucho mas frecuente el caso de que, en cambio, a la ciencia del proceso penal se le conserve la antigua denominacién. {Inepcia? ;Cuestién de moda alemana o fran- cesa? Indudablemente cada uno de los dos nombres viene de alli, de Berlin o de Paris; pero no son la formula de una diversa concepcién, cientifica o empfrica, del estudio del proceso. Entre nosotros, los italianos, que podemos reconocer los méritos del pensamiento juridico alem4n, aunque sélo fuese porque los beneficios que de é] recibimos hace tiempo que estén en curso de restitucién, no hay un solo estudioso que ignore lo que para el proceso civil hay bajo esta cuestién de aparente termi- nologia. Ciertamente, también en penal ha sido adoptada la férmula mds moderna por los estudiosos més autorizados, Massari o MANZINI, VANNINI 0 SABATINI, DE Marsico o GRISPIGNI; pero (jo me engafio?) més por imitacién del de- recho procesal civil que por una enérgica afirmacién de paridad. 3. INFERIORIDAD DE LA CIENCIA DEL PROCESO PENAL EN COMPARACION CON LA CIENCIA DEL PROCESO CIVIL. A propésito de lo cual, sobre el tema de las relaciones, no ya entre derecho penal, material o procesal, sino entre derecho procesal, civil o penal, es dificil negar a la ciencia del proceso civil, en comparacié6n con la ciencia del proceso penal, dirfan los ingleses, una leading position. Nadie que lea desapasiona- damente a CHIOVENDA 0 a MASSARI, que son los mas destacados nombres en uno o en otro campo, puede sustraerse a la impre- sién de que el cultivador del proceso penal sea conducido de Ja mano por el otro, Ciertamente, también la ciencia del derecho procesal penal tiene tltimamente recorrido un buen trayecto de camino; pero el progreso, en un noventa por ciento, consiste en la adaptacién a sus fendmenos de los conceptos construidos para el estudio del proceso civil. Aqui tendria verdaderamente razon BETTIOL para hablar de pancivilismo, si su atencién se dirigiese, con gran ventaja para nosotros, del delito hacia el 18 CUESTIONES SOBRE EL PROCESO PENAL proceso. En una palabra, la teoria del proceso penal se halla todavia en una fase de neta dependencia respecto de la teoria del proceso civil: donde se trata de superar el empirismo, sirven casi exclusivamente los esquemas importados. De una elabo- racién indigena no digo que no haya huellas, pero si que son casi irrelevantes; y menos todavia de una’ exportacién del campo del proceso penal al del proceso civil. ‘La cenicienta, justamente, se contentaba con los vestidos desechados por sus més afortunadas hermanas. 4, PROCESO PENAL Y PROCESO CIVIL. Contra esta situacién infeliz llegaré, antes o después, el momento de reaccionar. Pero, para que llegue, la condicién es tratar de explicarla. Cenicienta, esté bien; pero, por qué? Podria encontrarse, en principio, una razén histérico-materia- listica de ello, que acaso nos aproximara al centro del problema. ¢No es verdad que, en el fondo, comparado con el del proceso penal, es el ambiente mismo del proceso civil el que da una impresién de superioridad? Escrituras cuidadosas, discu- siones reposadas y, sobre todo, por lo menos aparentemente, personas exquisitas; el proceso penal, en cambio, inquieto, bullicioso, turbulento, hasta sucio, es un poco la corte de los milagros en el palacio de justicia. En una palabra, el reino de los andrajosos. Por la otra, si no el de los ricos, por lo menos el de los acomodados. ; Qué ha de extrafiar, pues, si al gobierno de éste, y no al de aquél, aspiran los mejores técnicos y a su estudio los mas prometedores cientificos? Tratemos de penetrar un poco mas en esta apariencia. Ciertamente, la riqueza, a simple vista, es més agradable que Ja pobreza; pero, zy en el fondo? Sin duda, el proceso civil, en el noventa por ciento de los casos, es un proceso de poseedores ; cuando uno de los dos no posee, aspira por lo menos a poser. Es el proceso de lo mio y de lo tuyo. La apuesta del juego es la propiedad. Y cuando se trata de lo mio y de lo tuyo los hombres no se dan tiempo a reposo. En el proceso penal, en cambio, jde qué se trata? La respuesta, que en lugar de la propiedad, pone la libertad, le viene a cualquiera a la mente; pero, ,estamos seguros de no caer en un equivoco al usar de esta solemne palabra? Nueve de cada diez de los que responden asi, entienden que el riesgo es el de volverse a su casa o de quedar recluido en prisién; y en esta ultima hipotesis hacen consistir la pérdida de la libertad. El primero de los cometidos de la ciencia del proceso penal es, en cambio, el de ensefiar a LA CENICIENTA 9 invertir ese razonamiento; esto es, el primero de los conceptos que ella tiene que aclarar, y acaso que construir, es el concepto de libertad. Nos daremos cuenta entonces, el dia en que se cumpla este cometido, que hasta entonces, como en tantos otros sectores, la realidad ha sido vista por nosotros al revés: el reo no es un libre a quien la condena le quita la libertad, sino un siervo a quien se la restituye o por lo menos trata de resti- tuirsela. La libertad, pues, es verdaderamente la apuesta del proceso penal, pero en sentido directamente inverso al perezo- samente considerado por la opinién comin: al juez penal se le pide, como al juez civil, algo que nos falta y de lo cual no podemos prescindir; y es mucho mas grave el defecto de libertad que el defecto de propiedad. El juez penal, como el juez civil, reconoce o deberia reconocer a cada cual lo suyo; pero esto es su ser en lugar de su haber. En esta férmula se ha terminado por desarrollar la distin- cién profunda entre los dos procesos, civil y penal, y no entre Jos dos derechos: en el civil se discute acerca del haber y en el penal acerca del ser. Y asi se ha aclarado el porqué del interés de los hombres por el uno y del desinterés por el otro. Somos siempre aquellos qui habent oculos et non vident, habent aures et non audiunt [que tienen ojos y no ven, tienen ofdos y no oyen]. ~Quién de nosotros llega a apreciar mas el ser que el haber? Hasta al buen joven, obediente a todos los mandamien- tos de la ley de Dios, cuando el Maestro lo invité, para con- quistar el ser, a dejar el haber, le falté la fuerza para seguirlo. De los dos verbos que contienen todo el sabor de la vida, uno, que habria de ser el siervo, ocupa en el corazén de los hombres el puesto del duefio; el otro, que debiera ser el duefio, es tra- tado, en él, como siervo. Después de esto, ;podr4 sorprender a nadie que a la cien- cia del proceso penal le haya sido reservada la suerte de la Cenicienta? 5. PARIDAD DE LA CIENCIA DEL PROCESO PENAL Y DEL PROCESO CIVIL, No tengo a este propésito intencién alguna de disculparme, ni siquiera la de no culparme a mi mismo. En el prefacio a las Lezioni di diritto penale he confesado que el derecho penal ha sido siempre mi amor secreto; pero, ;por qué me dediqué a él tan tarde? El civilista en Padua, era PoLAcco, y el pena- lista, Tuocct; estos dos nombres pueden explicar muchas cosas, pero no todas. También sobre mi, en el fondo, durante mucho tiempo, el haber ejercié su tentacién. También yo me compro- 20 CURSTIONES SOBRE LL PROCESO PENAL meti con el orgullo del civilista, ingenuamente persuadido de que la suya era la verdadera ciencia del derecho. Pero llegé el tiempo en que tuve que abrir los ojos. ; Curioso que e] comienzo de aquel tiempo coincidiera, aproximadamente, con las primeras tentativas cientificas en el terreno del derecho penal! Me impresioné entonces la comparacién, no tanto entre los dos procesos, cuanto entre los dos actos, civil y penal, nego- cio y delito. De ello resulté aquella Teoria generale del reato, en la cual debo reconocer, mas que una tentativa de sintesis que supere los dos conceptos particulares, una adaptacién del delito en los esquemas elaborados para el negocio por la ciencia del derecho civil. De tal tentativa no tengo yo raz6n alguna para renegar, pero tengo, sin embargo, que ponerla en su sitio: fue un punto de partida, no un punto de legada; seria absurdo que me arrepintiese de ello, ya que sin apoyar el pie en un escalén, yo no puedo subir; pero ciertamente habia que supe- rarlo. La cual superacién, si no me equivoco, se produjo en la Teoria generale del diritto, y mas tarde en las Lezioni di diritto penale, v después, todavia, en la nueva edicién de la Teoria, donde finalmente se comienza a delinear la sintesis: quien compare la segunda edicién con la primera, y mds todavia, en cuanto a la teorfa del acto, con la Teoria generale del reato, advertira que no hay ya una transferencia de concepts civilis- ticos al campo penal, ni siquiera un intercambio entre uno y otro campo, sino una aportacién del uno y del otro a un plano verdaderamente superior. Este, si no me engafio, es el camino para hacer avanzar a un tiempo la ciencia del proceso en general y la ciencia del proceso penal en particular. La Cenicienta es una buena her- mana a la cual no le pasa por la imaginacién elevarse de su rincén para que sus hermanas ocupen su puesto; no es, por consiguiente, una pretensién de superioridad que ella oponga a sus ciencias contiguas, sino unicamente una afirmacién de Paridad, Después de todo, segin el modo como se han definido hasta ahora las relaciones entre ambos procesos, entre ambos derechos, civil y penal, surge claramente la oposicién entre ellos; y Ja oposicién se resuelve en la igualdad. Ninguna de las dos ciencias debe vivir a expensas de la otra; mas bien una y otra deben rendirse mutuos servicios. Si el estudio del pro- ceso penal ha contrafdo ciertas deudas con la ciencia procesal civil, pronto estaré en condiciones de pagérselas con usura. Y la teoria general del proceso no puede prescindir de las contribuciones del cultivo de aquel territorio del proceso penal que presenta, ya a primera vista, una incomparable fecundidad. A este fin una preparacién civilistica es preciosa, pero mas LA CENICIENTA 2 que para comprender lo que es el proceso penal, sirve para comprender lo que no es. A esta obra quisiera dedicar los Gltimos afios de mi vida. Pero anciano ya como soy, puede ocurrir que todo se reduzca, por mi parte, a una Hamada de atencién a los voluntarios. Pero aunque no fuese m&s que una invocacién al inagotable genio italiano para que resurja como en todos los demas sectores del pensamiento, también en éste, ya sagrado a la memoria de ‘CESARE BECCARIA y de sus generosos compafieros, no ser& arro- jada inttilmente al viento. Nuestras condiciones acaso no sean muy disimiles de las de entonces. También hoy el cuerpo de Italia, como entonces, esté postrado y doblado. Pero basté entonces un pequefio libro para que el pensamiento italiano saltara, una vez mas, en la marcha de la civilizacién, a la cabeza del mundo.

Vous aimerez peut-être aussi