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Boletin det Instituto de Historia Argentina y Americana “De. Emilie Ravignani” Tervera serie, mum. 24, 2 semestre de 2001 BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) PILAR GONZALEZ BERNALDO* Desde los primeros tiempos de la insurreecisn, los poderes locales que se constitu- yen en nombre de Fernando VII van a plantearse el problema de cémo garantizar las condiciones de gobierno de ta sociedad, Si en un primer momento no se cuestiona la obediencia a fa Monarquia, las novedades que introduce el movimiento insurree- cional modifican considerablemente las bases de fa misma. Entonces ta Hamada “mascara de Fernando VII". que alude al supuesto artificio de una revolucién que no se atreve a decir su nombre. va a potenciar ciertas bases corporativas del gobierno de la sociedad. Los poderes que van a crearse luego en Buenos Aires, en nombre de a soberania de los pueblos y de los nuevos principios constitucionales que preconi- zan la divisidn de poderes. deberdn estar en concordancia con las reivindicaciones de las cosporaciones urbanas que pretenden conservar y extendcr sus funciones de gobierno. La declaracién de Independencia, en 1816, si bien clarifica la situaci6n politica de la regién, no resuelve el problema planteado por la insurreccién La pro- mulgacién de la Constituci6n en 1819, que debe asumir la creacién de Ia nueva na- cisin que tiende a confundirse con la ereacién de un Estado soberano, no hard mais que atizar las tensiones que habia desatado ef proceso revolucionario.! Las diversas y contrastadas oposiciones al texto constitucionat abren un nuevo perfodo de con- flicto entre los distintos poderes provinciales que se dicen depositarios de la sobe- rania de los pueblos y que reclaman los atributos de la estatalidad.? Buenos Aires. * Universidad Paris 7-Jussiew 1 Veave un nuevo y esclarecedor anaiisis de este proceso en Genevieve Verde, “Les provinces désu rics du Rio de la Plitar souvraineté et représentation politique dans (Independance argentine (18./8-1821)" tesis de doctorado bajo la direccidn de Frangois- Xavier Guerra, Université de Paris 1-Panthgon-Sorbonne. 2 Este aspeete hi sido revelago por los trabajos de José Carlos Chiaramonte. Vease en panicutar “EL federatismo argentine en la primera mitad del siglo XIX", en: Marcello Carmagnani (comp.), Federatis: ios fatincaamericanas: Mevico/Bras Argentine, México, El Colegio de MExico/FCE, 1993; "Acerca del origen del Estado en ef Rio de lu Plata”, en: Anuari det 1218, nim, 10, 1995 45 46 PILAR GONZALEZ BERNALDO como las otras ciudades del antiguo Virreinato del Rio de la Plata, entra enlonces en un periode de gobiernos auténomos, que slo comenzara a cerrarse hacia 1859, cuando luego de 1a confrontaciGn armada entre la Confederacién Argentina y el Es- tado de Buenos Aires, se fijen las bases para la definitiva integracién de Buenos Ai- res ala nacidn, acordadas en la Convencién de Santa Fe.* Sobre estas bases se elige el primer gobierno nacional que Heva a Bartolomé Mitre a la presidencia de la na- cidn en 1862; asi se inicia lo que se reconoce como el proceso de construccién del Estado nacional. E! problema de la construccién de] Estado, que no sélo supone la transferen- cia de la soberania de la monarquia hacia las nuevas instituciones republicanas, si- no que implica también una redefinicién de las funciones de gobierno, se plantea aqui, por las caracteristicas mismas del proceso politico, primero a nivel provin- cial, Esta reflexién no puede hacerse extensiva a la etapa posterior en que se or- ganiza el Estado nacional ~y en la que los grupos dirigentes portefios van a perder poco a poco el control sobre el incipiente aparato estatal nacional—. Pero por su mayor crecimiento econémico en este perfodo, la provincia de Buenos Aires puc- de asignar mais recursos para asegurar su presencia institucional cn la sociedad; se anticipaba asi en muchos campos a la legislacién y las instituciones de gobierno nacional. Por cllo resulta importante detenerse en esta etapa de constitucién de un poder independiente que comienza a redefinir las areas de gobierno del Estado en formacidn. Entre los diferentes aspectos que ello comprende -relaciones exteriores, ejército, justicia, moneda, fiscalidad—, me voy a detener en el problema de la administracién de la beneficencia publica, materia que podriamos considerar como secundaria en el proceso de construccidn del Estado nacional, dado que constitucionalnente Ja asis- tencia no serd reconocida como campo de intervencién del Estado hasta el siglo Xx. especiaimente con 1a introduccién de los derechos sociales. Pero por esta misma ri z6n el estudio de la organizacién de la asistencia publica nos brinda un extraordina- tio punto de partida para abordar el problema de la redefinicin de las funciones de 3 Las Constitaviimes de ha Argentina (1810-19723, recopil ro Enrique Sampay. Buenos Aires, &iDtBA, 1975. + Los Hlamdos derechos sociales serdn sélo introducidos con la reforma constitucional ce 1949, Cf. Texto de la Reforma Constitucional, sancionada por la Comisién Constituyente de 1949, art. 37, inc. 7 del ap. bt sobre “Derechos del trabajador. de la familia, de fa ancianidad y de la educacion y cultura”, La “Re- volucisn Libertadora” que en 1955 acaba con la “Revolucin justiciatista” va a restaurar ta Constituciét) de 1853, pero imanteniendo lay nuevas zarantias a Tos “beneficios de la seguridad social, que tendri caric~ ter de integral ¢ isrenunciable”. Anticulo 14 det cap. 1 sobre “Declaracién de derechos y garantias” en el que se anuncia una ley que “establecerd el seguro social obligatorio, que estard a carge de enti¢ades nacio- rales 0 provinciales con autonoinfa financiera y econémica. administradas por los interesados con pasti paciin del Estado, sin que pueda existir superposicidn de sportes...”, Reformas a li Constitucién Nacional sancionadas por la Convencién de 1957. jon, notas y estudio preliminar de Artu- BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 47 gobierno que acompaiia el proceso de transferencia de soberania de 1a monarqufa al Estado o la nacién.s Los estudios sobre la organizacién de la beneficencia publica son exiguos; y en todo caso, los autores que se han dedicado a historiarla lo han hecho aislandola de la problemdtica general de la que forma parte, y que esté relacionada justamente con el proceso de construecién del Estado, como érgano de gobierno y como aparato admi- nistrativo.¢ Aquellos que han estudiado este segundo aspecto tampoco han conside- rado que el andlisis de fa organizacién de la beneficencia publica podria presentar un interés para la comprensi6n del proceso de construccién del Estado moderno en la re- gidn. El andlisis de referencia, frecuentemente adoptado como mejor modelo de in- terpretacién del proceso, es el de Oscar Oszlak sobre los origenes det Estado argentino.” Este andlisis traza las lineas de tas formas de penetraci6n material del Es- tado, como proceso de “expropiacidn social” en el que el interés comin de la socie- dad civil se convierte en objeto de accién del Estado en formacién; de ese modo, la sociedad pierde competencias, dmbitos de accidn en los que hasta ese entonces habia resuelto las cuestiones que requerian decisiones colectivas de 1a comunidad. Segun Oszlak, la construccién del Estado llevé a enajenar a la sociedad parte de sus facul- lades, apropidndose de smbitos funcionales que constitufan el legitimo dominiun de ésta, convirticndo a Ia beneficencia -anteriormente “Ambito de accién de los *parti- culares"”- en “objeto de atencidn e interés “péblico’ [...] lo que supone un desplava- 5 Nacidn o Estado eran entonces ulilizados como términos equivalentes. Véase al respecto José Car- los Chiaramonte. “Lu formacisn de los Estados nacionales en Iberoumérica”, en: Boletin det Instituto de Historia Argentina y Americana “De. Emilio Ravignani”. nim, 15. tercera serie, 1 semnestre de 1997 © Sobre este punto véase S, Penna y H. Madero, Lat adiministracién sanitaria y: la Asistensiee Puibli- ca en ke ciudad de Buenos Aives, Estudio de tos servicios de higiene y beneficencia priblica desde la época colonial hasta ef presente, 2 vols., Buenos Aires, Craft, 1910, Salvo algunos trabajos que evocan puntual- mente este problema, y que, aunque abordan un perfodo posterior, constituyen un importante punto de par- tida, In problemvtica ha sido casi totalmente ignorada por los historiadores. a excepeisn de Héctor Recalde. Cf. La higiene y el trabajo (1870-1930), Buenos Aires, CELA. 1982. 2 vols. id.. Beneficencia dasistencialismo estatal » prevision social, Buenos Aires, CELA, 1991, 2 vols.:id., La sed de lus erabuja- darey en Buerios Aires (1876-1919), Buenos Aires, Grupo Editor Universitario, 1997. La reciente compi- lacidn de José Luis Moreno marea un importante vuelco en el tstamiento de esta cuestién, cunque no compan la interpretacién. a ini entender demasiado estatista, sobre la asistencia pifblica, Cf. J.L. More- no (comp, La palitiew sacial antes de ta pulitica social (caridad, beneficencia y politica social en Bue- nas Aites, siglo XVI a XX), Buenos Aires, Prometeo Libros, 2000, Ottos trabajos recientes tambien sefalan Ja necesidad de plantear esta cuestiOn para los primesos momentos de organizacién institucional de fa nue- va repdblica, Cf. Juan Suriano, “Una aproximacién a la cuestién social en Argentina”, en: J, Suriano (comp.), La cuestivin sovial en Argentina, 1870-1943, Buenos Aires, La Colmena, 2000. pp. 6-7 7 El texto onginal de Oscar Oslak es de 1982 y ha conocido desde entonces varias reimpresiones La tltima, bajo el titulo Let formacicn det Estado argentino. Orden, progreso y organicacidn nacional, fue editada por Planeta (Buenos Aires, 1997) mbitus de aciuacicn y formas de peneiracisn del Estado”, en: 0. Oszluk, La formac’dt... pp. ‘0-98. Ed, de Belgrano, 1985, 44 PILAR GONZALEZ BERNALDO miento del marco de referencia de la actividad social de un dmbito local privado a un Ambito nacional piblico”.” Si bien el autor reconoce que no hubo en esto una clara Idgica de sustitucién y que el Estado actué con gran pragmatismo aceptando en un primer momento una variedad de dmbitos operatives, la asimilacién que hace entre piblico y estatal plantea un primer tipo de problema. Por un lado, no debemos olvi- dar que en la época colonial la heneficencia tambign era considerada un asunto de “bien ptiblico”, lo que no impidié que estas funciones de gobierno estuvieran en ma nos de las diferentes corporaciones civiles y religiosas que comparten junto con el Estado el gobierno de la sociedad.) Los cambios sugeridos por Oszlak suponen que la Independencia introduce esa transformacién radical en las practicas de gobierno que se confunden con la soberania del propio Estado. El estudio de la organizacién de la beneficencia luego de la supresién de las corperaciones en la provincia de Bue- nos Aires hace sin embargo pensar que el “pragmatismo" adoptado por los poderes provinciales no expresa una retirada estratégica, sino mas bien una particular adap- tacin de las antiguas formas de gobierno a la nueva ideologia politica que presupo- ne la existencia de un Estado-nacién como condicién de gobierno. La RUPTURA DEL MODELO TRADICIONAL: EL IMPACTO DE LAS REFORMAS RIVADAVIANAS Recordemos rdpidamente los antecedentes coloniales de esta particular drea que se refiere al gobierno de la sociedad. Durante la época colonial, la “beneficencia” no es una funcién especializada y comprende tanto la asistencia espiritual y material como Jas educativas y correccionales. En Buenos Aires. estas funciones estaban a cargo de las diferentes corporaciones civiles y religiosas, En el siglo XVIN, vemos surgir nuevas corporaciones que van a especializarse en la administracién de la beneficen- cia publica, como ta Hermandad de la Caridad, creada en 1727 y aprobada por Real Cédula en 1754, que estaba integrada por los mas ilustres vecinos.\! La Hermandad cred y goberné Ja Casa de Nifios Expésitos, el Hospital de Mujeres y el Hospicio de Huérfanas. No solo tenia la responsabilidad de la administracién de estas institucio- thid. p90 12 Sobre el gobierno comparativo, véase para el caso mexicano el trabajo de Annick Lamperit tees ninble, és toxue, et inpériale ciié de Mexico. Habilitactén para dirigir investigaciones, 1999, 1) La panicipacidn en ella era fuente de gran prestigio social. Cf Alherta Meyer Arana, Lacaridad en Buenos Aires, Bucnos Aires, Comision Nacional del Centenario, 1911; Socolow, Los mercudderes el Bue nas Aites virveinal: famitia y conrercta (Cambridge University Press, 1978}, Buenos Aires, Ed de ka Flor, 1991p. US. ba BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (182 1861) 48 nes: sino que supervisaba asimismo las finanzas de sus actividades caritativas, y les aseguraba recursos. Estos provenian inicialmente tanto de la caridad publica via li- masnas, como de las suscripciones de fos miembros de la Hermandad, y postertor- mente también de la administracién de alguno de los bienes de los jesuitas que fueron otorgados a la Hermandad por fa Junta de Temporalidades en 1767. La orden hospi- talaria de los betlemitas. que se instala en el Rio de la Plata a mediados del siglo XVIII (1748), se hizo por su parte cargo del precario Hospital San Martin, hospital militar que se convirtio en 1767 en Hospital General de Hombres y pasé a ocupar el antiguo colegio de la Residencia de los Jesuitas.!? La orden, que administraba este hospital y el antiguo Hospital de Santa Catalina, disponéa también de diferentes fuentes de ingresos para asegurar el mantenimiento de estas obras caritativas: las limosnas, las donaciones y las rentas de su patrimonio urbano y rural. Sus servicios estaban des- tinados a toda la comunidad, pero slo eran gratuitos para los pobres y desvali- dos.!8 A estas dos instituciones se suman fas tradicionales funciones caritativas y asistenciales que las diferentes corporaciones y coltadias ofrecian a sus propios miembros, Este tradicional modelo de administracién de la beneficencia publica sobrevivird a Ja ruptura del vinculo colonial. Cierto es que las reformas borbénicas introduieron al- gunos cambios, resultado de la voluntad de un mayor control administrativo a través de comisiones designadas por el virrey y destinadas a supervisar las finanzas de kas ac- tividades caritativas, Pero es durante el gobierno rivadaviano que este modelo comien- 78.2 ser seriamente cuestivnado. La primera y mids radical medida tomada por el grupo rivadaviano fue la supresién de tos cabildos en el territorio det nuevo espacio sobera- no que constituye la provincia de Buenos Aires, 4 La medida es excepcional en el uni- verso hispancamericano, sobre todo porque no se vio acompaiiada por ka creavign de un municipio moderno destinado a la administracién de los asuntos locales, Ciertas funciones de gobierno que hasta entonces cumplia el Cabildo hacienda, justicia, po- licfa~ pasan en este momento a manos del gobierno del Estado provincial En cuanto a la beneficencia. las medidas tomadas fueron de diferente indole. Las primeras disposiciones datan de marzo de 1822, cuando el Departamento de Hacien- ua del gobierno declara que las casas hospitalarias que administran los betlemitas “no pueden sostenerse sino por el erario publico” y deereta “para hacerlo con la ple- nitud de conacimientos y con la circunspeccién que cs indispensable en toda buena administracidn™ la formacion de una comisicn de visitas de los hospitales que ad- 12 C1 Carlos Atberto Mayo, Lars bette mitas ont Buenos Aires: convenia, evanunilit ¥ socieviad (74%. 622), SeuaTli, Comiston del V Centenane del Descubrimieato de América, 1991 LO CP César Garcia Belsunee ef rh. Buenos Ares, 1800-1820, salud y defita, Buenos Airs. Emesé Distribuidora. 1977 [4 CP. Marcela Termayasio. “La supresidn del Cabildo de Buenos Aices: ;erdniea de una muerte anne cada”, en: Boles de Historea Argentina v Americana "Dr Emilio Ravignani” tereera serie num. 21 Ts senestte de 2000, pp 3-73. i 50 PILAR GONZALEZ BERNALDO minisiran los betlemitas.!5 El 1° de julio de 1822, un decreto de gobierno suprime la Hermandad de ta Caridad a la que “se le habfa confiado una masa de bienes de la propiedad publica”. En ef mismo, Rivadavia declara entonces que “la administra- cidn hospitalaria pertenece a la alta policfa del gobierno. mayormente cuando no existen ya ni los principios, ni las instituciones, ni tas ideas mismas que en otro tiempo hicieron confiar una parte tan trascendente del servicio ptiblico a una her- mandad de regulares”.'5 El decreto coloca momentdneamente el Hospital de Muje- res y el Colegio de Huérfanas bajo las drdenes inmediatas del ministro secretario de Gobierno. Rivadavia nombré una comisién para proyectar el reglamento del Hospi- tal de Mujeres!” y el reglamento de la Casa de Huérfanas.'8 A finales del mismo aio, la Comision de Administracidn se hace cargo de las instituciones benéficas depen- dientes de la Hermandad de la Caridad: Hospital de Mujeres y Colegio de Huérfa- nas. Entonces se promulga la reforma general en el orden eclesidstico por la que se suprimen los fueros eclesidsticos y cl diezmo; asegura asi el gobierno los gastos ne- cesarios al culto.' El mismo decreto suprime las casas de regulares betlemitas y las menores de las demas drdenes cxistentes en la provincia, Por decreto de 1822, el Hospital de Hombres queda bajo la supervisién de un administrador nombrado por el gobierno. La politica adaptada no sélo modifica considerablemente las fuentes de recursos de estas instituciones cuyos fondos el gobierno de la provincia debe ahora garantizar gracias a la expropiacién de los bienes de las corporaciones, sino que supone un cam- bio en la organizacién de este servicio publico que, como declara Rivadavia, perte- nece ahora a la “alta policfa del gobierno”. Pero en vez de asumir el gobierno esa “parte (an trascendente del servicio piiblico” valiéndose de la creacién de una admi- nistracién de la asistencia ptiblica -finalmente es lo que hicieron los franceses des- pués de abandonados los primeros intentos estatistas que postulaba la asistencia a los pobres como una deuda puiblica-. intenta paliar el vacio dejado por las antiguas cor- Poraciones con nuevas formas organizativas que responden, segin Rivadavia, a los nuevos principios de gobierno republicano. Una de las primeras medidas tomadas en este campo fue la creacién de una So- ciedad de Beneficencia. Por el decreto del 2 de enero de 1823, se estipula que la sovie- 1, Decreto del 26/3/1822. en: Registre Oficial, , 1991. p. LL. 16 “Decreto del 1° de julio de 1822”. en: Registra Oficial de la Provincia de Buenos Aires. Buenos Ai- res, Imp. del Mercurio, 1828-1851, p. (23 17 Compuesta por su director Francisco del Sar, el médico prefecto de medicina Juan Antonio Femin- ‘Jez y ef comisario general inspector de obras piblieas Juan Madero 'S Para ste propuso al camarista Manuel Antonio Castro, ai contador jubikado Antonio Dorma y al pro: ‘curador general defensor de menores Marian Zavaleta. Cf, Meyer Arana, Lai caridad en Buenos Aites. pp X4-86, '® Cf. "Reforma general en el Grden eclesidstico”, Buenos Aires. 24/12/1822, Registra Oficial. 1, 1643. p. 28, BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-161) ST dad estard compuesta por mujeres patricias nombradas por el gobierno; e! reglamen- to aclara que las elecciones sucesivas quedarfan a cargo de las propias integrantes de la sociedad. Seguin el decreto del 18 de febrero del mismo aio, la administracién de la sociedad quedaba a cargo de un consejo formado por wes directoras, que debia nombrar a las inspectoras de escuelas entre las socias.2 La sociedad esté destinada en un primer momento a promover la educacién femenina creando, dirigiendo ¢ ins- peccionando las escuclas de nifias, a fin de asegurar el buen orden y el progreso de estos establecimientos. El mismo decreto prevefa que, posteriormente, el consejo se haria cargo de los cstablecimientos de beneficencia publica considerados de compe- tencia femenina: el Hospital de Mujeres y la Casa de Nifios Expésitos. La voluntad de! gobierno rivadaviano de organizar sobre nuevos principios la ad- ministracién del servicio publico fue completada por e] gobernador Manuel Dorrego en 1828, quien con el acuerdo del 23 de junio crea una Comisién de Bene‘icencia, que estarfa encargada, a su vez, de la fundacién de una Sociedad Filantrépica para la administraci6n de las cérceles y hospitales.2' Esta sociedad, que estarfa compuesta por veinticuatro socios elegidos por sus competencias y celo pablico, debfa ocupar- se de la dircccién ¢ inspeccién del Hospital General de Hombres dejado por los pa- dres betlemitas. Dada la critica situacién politica de entonces, el proyecto no prosper6, y un nuevo decreto, durante el gobierno del general Balcarce, fija la aper- tura de la sociedad para finales del mismo afio.2? Esta sélo tendré dos afios de vida; su actividad cesa en noviembre de 1835. Serd entonces reemplazada por una comi- sién encargada de vigilar las inversiones de los fondos del Hospital de Hombres. El mismo Balcarce crear el Consejo de Beneficencia Publica para la direccién ¢ ins- peceidn de las escuelas publicas de varones, que en varios aspectos debia cumplir los mismos objetivos que la Sociedad de Beneficencia para las instituciones masculinas, pero, a diferencia de tas Damas de Beneficencia, no tuvo vida efectiva.2s Como podemos observar, las iniciativas en este campo no faltaron, pero sus eft tos en los servicios propuestos se vieron aminorados por las dificultades financieras que Ie planteaba al gobierno el mantenimiento de unas instituciones que hasta enton- ces se habfan sostenido con fondos propios. Si en Tos primeros afios de la “feliz ex- periencia” el gobierno pudo responder a estos nuevos compromisos, a medida que la 20 CF. Carlos Correa Luna, Historia de ta Sociedad de Beneficencia, 1821-1952. 2 tomes, Bucnos Ai- res, Sociedad de Beneficencia de la Capital, 1923-1925; Orden y desenvolvimiento de la Saciedad de Be- nefivencia de la Capital, Buenos Aires, Kraft, 1908: Cynthia Jetfres Little, The Society of Reneficence in Buenoy Atres, 1823-1900, tesis doctoral. Temple University. 1980, 2 Ci. Registrm Oftciat de la Provincia de Buenos Aires; Horacio Noboa Zumiirraga, Las saciedades porienas y si accion revolucionaria, 1800-1837, Buenos Aires, 1939, p. 140, Haydée Frist de Longon’ Las soviedautes iterarias y el periodisme 1800-1882, prdkogo de Carlos Ibarguren, Buenos Aires. Asoc cidn Interamerivana de Escritores, 1946, pp. B7-88 22 Cf. “Decreto instalando la sociedad fitantrépica”, Buenos Aires. 26/11/33, (ders. 2, “Decreto estableciendo un Consejo de Beneficencia Pablica", Buenos Aires, 2379/33, iver PILAR GONZALEZ BERNALDO situaci6n financicra se fue deteriorando. los sucesivos gobiernos fueron dis-ninuyen- do los recursos asignados a estas instituciones. invitindolas a recurrir a fuentes de { nanciacidn privada, Asi, las Damas de Benelicencia se veriin obligadas a recurrir a las pensionistas en las escuelas puiblicas,4 A partir de 1835 una serie de recortes pre- supuestarios agravan la ya frégil situacién financiera de estos establecimieatos. Asi, en 1822-1824 los gastos para estublecimientos asistenciales y cducativos representan €1 6.34% de los gastos totales. En 1833 éstos han disminuido a la mitad, y pasan a re- presentar entre 1841 y 1844 sdlo el 0,15% de los egresos. Si posteriormente tienden a aumentar —Ilegan a representar en 1849-1850 el 0.44% del total de los g tamos lejos de las cifras iniciales del perfodo de Rivadavia.2s La situacién se vuelve entonces critica para estas instituciones. algunas de las cuales, como fue el caso de la Casa de Nifivs Expésitos, se vieron obligadus a cerrar sus puertas. Las drasticas medidas tomadas por Rosas, que seriin el blanco de la oposicién li beral, muestran fos limites del modelo trazado por Rivadavia, quien al suprimir las corporaciones que aseguraban este servicio a la comunidad, cargaba sobre el gasto publico cl mantenimiento de estas instituciones, La solucién que propondra Rosas tampoco aporté una respuesta viable, y ello por una razén fundamental: las diferen- tes corporaciones que aseguraban las obligaciones de caridad publica ya no existian, y la negativa del gobierno a asumir este tipo de gastos implicaba lisa y Hlanamente la desaparicisn de este servicio publica OSM. eS- LA ORGANIZACION DE LA BENEFICENCIA POR EL ESTADO LIBERAL, Loy sucesivos gobiernos del Estado secesionista otorgardn una particular atencion al problema de Ia beneficencia, que va a acompafiarse en algunos casos de la no- ciones de “prevencién” y “asistencia publica”. Las denuncias frente a la multipli- cacidn de mendigos en las calles de la ciudad, asi como del estado de deteriora de Jos hospitales y de las escuelas puiblicas, introducen este problema en la agenda po- Hitica de ios nuevos dirigentes portefios. Es importante aclarar que la toma de con- cieneia de la necesidad de una politiva de asistencia no supone una voluntad de reducir las desigualdades sociales, ni menos atin un reconocimiento del derecho a del que el Estado se portaria garante, sino que se inspira en la yolun- tad de gobernar por encima de las pasiones que engendran la ignorancia. la mis Ja asisten Ct. Carlos Newland, Bienus Aires ne es pampa ta educucivn elemental porte, $820+1860. Buc~ nos Aites, Grupo Editor Latinoamericano. 1992 28 CE Tulio Halperin Donghi, Guerra fineincas er ux ertgenes eel Exude argentine (1791-1850 Buenos Aizes, Belgrano, 1982 BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1521-1861) 53 ria y la vagancia: vicios responsables de la disotucién de las costumbres, del atra~ so econémico y. en definitiva, de la fragilidad del proyecto civilizacionista. Entre las medidas destinadas a ordenar fa administraciGn con el objetivo de gober- nar mejor la sociedad, debemos destacar fa creacién de la Municipalidad de Buenos Ai- res en 1854. La primera tentativa corespondié al director provisoriy de la Confederacién Argentina, Justo José de Urquiza, quien con fecha 2 de septiembre de 1852 decreta ta creacién de la Municipalidad de Buenos Aires, Durante la tirania, reza el decreto, “los hospitales que abrigaban todos los dolores y miserias de la ciudad, fue~ ron abandonadas, los huérfanos se arrojaron a las calles sin piedad, las escuelas y 10- dos los establecimicntos de beneficencia perecieron uno en pos de otro, sin que tuviesen siquiera una sefial de pesar...”.2 Para acabar con tal situacién, es recesario crear el régimen municipal “para dejar los negocios particulares a la libre administra- cidn de los que tienen mas intereses en ellos, y mas capacidad de dirigirlos”.2" La rup- ura entre Buenos Aires y la Confederacién dejard este decreto sin efectividad. At gobierno de Buenos Aires cabra promulgar, dos afios después, la Ley de Munizipalida- des del 11 de octubre de 1854. La municipalidad, integrada por los representantes de los habitantes de las once parroquias, estard compuesta por un consejo de gobierno pre- sidido por el ministro de Gobierno del Estado de Buenos Aires, y cinco conisiones ~Seguridad, Higiene, Educacién, Obras Péblicas y Hacienda~ asi se introduce una es- pecializacién en la esfera de la beneficencia.2* Aunque la creacién de la Municipalidad de Buenos Aires instala la beneficencia en el campo del servicio publico, entendido co- mo actividad de interés general controlada por una colectividad publica, no prevé sin embargo la creacién de un organismo piblico que preste ayuda material a los necesita- dos. La ComisiGn de Seguridad tendra a su cargo el régimen de las cérceles. la crea- cidn de penitenciarias y asilos de correcci6n; la de Higiene, el régimen de conservacién de los hospitales; la de Educacién velard por la ilustracién y 1a moral de las personas de ambos sexos y a su cargo quedaran también la Casa de Nifios Expésitos y otr tituciones de beneticencia. asi como la inspeccién de las huérlanas, aprendices y mu- chachos abandonados. La misma ley reconoce como propiedad de la municipalidad fas casas y temporalidades del extinguido Cabildo y le atribuye como rentas las que paga la ciudad. asi como el 10% sobre el producto de la contribucién directa.2® Estos recursos se mostraron répidamente insuficientes; permitieron sélo cubrir los sueldos y gastos fijos. lo que hacia depender todo nuevo proyecto de las atribuciones extraordinarias que el Estado de Buenos Aires se dignase a asignarles. Ahora bien, du- rante todo este periode, y a pesar de los diseursos en pro del gobierno municipal, es- 8 CL. Registre Oficial, Gobierno de Buenos Aires, 1852. 7 biden, 8 CE “Ley de Munivipatidades”, en: Regivire Oficial de la Provincia de Buenos Aires, Buenos Ai res, H/MVI8S4, 29 thidetn 34 PILAR GONZALEZ BERNALDO. te tipo de atribuciones fueron casi inexistentes.%0 En un primer momento, las necesi- dades imperiosas de la guerra pueden constituir una explicacién. Pero posteriormen- te Ja tendencia contintia, Una raz6n de ello podria residir en que 1a construccién de un aparato administrativo provincial, y nacional luego, estaré en manos de sectores econdmicos cuyo interés Hevaba a asignar los gastos publicos a la expansién territo- rial, la construccién de ferrocarriles y la creacién de un sistema financiero que hicie- se posible el desarrollo de la economia agroexportadora. Pero aunque estas razones econémicas no sean desdefiables, hay que sumar, como veremos luego, la no menos importante resistencia a dar a la beneficencia una forma puramente administrativ: En todo caso, el gobierno optard, al mismo tiempo, por rehabilitar las institucio- nes de beneficencia publica creadas por Rivadavia. Las primeras medidas tomadas en este sentido consistieron en reinstalar la Sociedad de Beneficencia, que no habia sido suprimida por Rosas pero cuya precaria situacién financiera la habia llevado a reducir sus servicios a su minima expresidn, Por decreto dei 16 de marzo de 1852 se restablece la Sociedad de Beneficencia “compuesta por sefioras morales, inieligentes y caritativas, fundada en 1823 y que dejé de existir totalmente en abril de 1838".5! El papel que se les reconocfa a estas sefioras en ese importante campo del servicio publico se funda en las particulares competencias morales para llevar a cabo una ac- cidn caritativa, y en el ampli consenso en torno a la benéfica labor efectuada. Para continuar con su accién las damas podian contar, como lo refiere Alsina en su dis curso el dfa de la reinstalacién de la sociedad, “con el brazo protector del gobierno y el poder animador de las simpatias piblicas que rodean y rodeardn esta institucién venerable”, destinada a incentivar el “publico cultivo de los sentimientos genero- sos”? Lasociedad reasumié asi fa direccién de la educacion femenina y la adminis- traci6n de la Casa de Nifios Expssitos, alas que el gobierno agreg6 la administracion del Hospital de Mujeres, y posteriormente la administraciGn del Hospital de Demen- tes que seri creado por la sociedad en 1855." El decreto estipulaba que para el man- tenimiento de estas instituciones el gobierno asignaria los recursos necesarios: la sociedad quedaba obligada a rendir cucntas sobre la utilizacién de los mismos. 80 CE, Memoria de ia Municipatidad. 1858 3) Reza el deereto que “la sociedad dejo de existir totalmente desde Abrit de 1838, porque la tirani que descaba su desaparicign, y que no osaba attcarla de frente. adopts el indirecto aunque seguro arbitrio, de pretestar economvias y abandonar a ka consunsion y a la muierte la Casa de Espdsitos, el Colegio de Huerfanas, las escuelas de nitias y en fin todos los abjetos en que se ejercia et ardiente cela de las Sefioras sovias". CE Rewistro Oficial de la Provincia de Buenos Aires. © Citado por C. Conea Luna, Historia de la Sociedad de Beneficencia... tomo. pp. 40-1, Sobre el papel moral que entonces va a atribuirse a la mujer en a vida pblica, véase Eduardo Q. Ciafardo, “Las amas de benefiggncia y la participacin social de la mujer en la ciudad de Buenos Aires, 1880-1920" en: Anuaria tEHS, mim. 8, 1990, SM En abril de 1852 la Sociedad de Beneticencia recihe tna nota del gobierno informéndole que habia cordenado a la Comistin Administradora det Hospital que pusiera aquel establecimiento y todo lo a él re lativo a disposictda de la Sociedad. Correa Luna, Historne de la Sociedad de Beneftcencia.... f-49. BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 55 Aunque durante esta época asistimos a una importante expansién de las escuelas publicas de mujeres y de los recursos asignados para las mismas. la situacién finan- ciera no fue sin embargo del todo holgada y la sociedad debié recurrir nuevamente a las alumnas pagas cuyas matrculas tepresentaban el 17% de los ingresos de las es- cuelas.Y El establecimiento que conocid mayores dificultades fue el Hospital de Mu- jores que se encuentra entonces, segiin las propias damas caritativas, en una situacién deptorable.5 La condicién de ta sociedad se vio modificada en 1856, cuando se hizo efectiva ta Ley de Municipalidades que colocé bajo Ia autoridad de la Municipalidad de Bue- nos Aires la administracién de escuelas y hospitales de la ciudad que se encentraban bajo la administracién de 1a Sociedad de Beneficencia. Las damas se negaron enton- ces a perder sus prerrogativas en cuanto al gobierno de la parte femenina de la socie~ dad, lo que las levé ripidamente a enfrentarse con la Municipalidad de Buenos Aites. El conflicto surgié en relacién con las inspectoras de escuelas de mujeres y se prolongé en torno a la administracién del hospital y al proyecto de la sociedad de crear una casa correccional de mujeres y un asilo de mendigos. Este thio proyec- to, que habia obtenido la aprobacién del gobierno, fue frenado por la municipalidad. que Se negé a entregar el edificio para su instalacién. Las damas buscaron entonces el apoyo del gobierno del Estado de Buenos Aires, y éste intervino a su favor.'6 La Camara deSenadores voté una mocién que desligaba a la sociedad de la autoridad municipa, y por la que ésta pasaba a depender directamente del gobierno de Buenos Aires.” Sarmiento, consejero municipal y miembro de la Comisién de Educacién de la misma, no cesaré de denunciar esta inédita anomalfa institucional: “asi pues, la Municipalidad no lo es, sino para una mitad de los objetos de su incumbencia, y el Ejecutivo politico lo serfa para la otra, Si se cuenta con que éste delegue sus funcio- nes en la Sociedad de Beneficencia, tendremos una Municipalidad de varones y otra de mujeres con atribuciones y administracién perfectamente iguales”.3* El conflicto revela las contradieciones de Ia politica del Estado, que consiste en crear un poder municipal al que se le otorga la administracién det servicio publico co- munal y en reconocer ala vez atribuciones en este mismo campo a una asociacién que no se funda ni sobre et principio representativo moderno ni sobre competencias técni- cas especificas. Asi, el mantenimiento de la sociedad como organismo independiente 3 CEC. Newland, Buenas Aives no es pampa.. 3 Para resolver este problema Ia Sociedad gestionard ante ¢l gubierpo el ingreso de 12 Hermanas de Ja caridad provenientes de Malia (Hermanas del Huerto) con el fin de abaratar los costos y asegurar una buena administracién del establecimiento, Las hermanas asumirin luego la administracién de la Casa de Niftos Expésitos y el Hospital de Dementes de la Convaiecencia SM Resolucivin del 21/10/1856, en: Registro Oficial det Gabierno de Buenas Aires 1851-1862, ‘Aires. Imp. Americana, 1851-1862 37 CF Correa Luma, Historia de ta Sociedad de Beneficencia. 38 CLEP Nacional, 167/56, citado por Correa Luna en Historia de la Sociedad! de Beneficences... p. 104. Buenas 86 PILAR GONZALEZ BERNALDO de la municipalidad permite dos tipos de observaciones. Por un lado, como lo sefiala Sarmiento, introduce una distincidn de género en la administracién de los asuntos lo- cales y constituye una suerte de especiro de ginecocracia aristéfana que ponfa en pe- ligro la repiblica representativa.” Por otro, el mantenimiento de esta institucién cuyas funciones se acrecentarén a lo largo del siglo mucstra una particular concepeién de go- bicmno que se inscribe en una tradicién de gobierno corporativo propio de la sociedad colonial, y dentro de la cual la *henelicencia” no tiene una funcidn especializada.#9 Ahora bien, si la caridad sigue siendo para estos hombres una legitima esfera de ac- cin de las damas patricias, Ja educacién y Ia salud han dejado de ser para muchos un problema que es posible resolver con sentimientos generosos exclusivamente. En 1823, cuando se crea la Sociedad de Beneficencia, esta confusi6n puede aceplarse de- bido a las apremiantes necesidades de encontrar figuras que puedan reemplazar a las corporaciones revientemente suprimidas. Pero en 1856 este anacronismo ya no es aceptable para algunos de los liberales que toman fas riendas del Estado de Buenos Aires, y para quienes la inspeccidn de escuelas o la administracidn de hospuales re quieren competencias especificas.1! La voluntad de dar una mayor especializacidn al campo de Ja beneficencia Heva- rd a la creacién de cuerpos consultivos formados por especialistas para las areas de acciGn comprendidas. Asi, en octubre de 1852 se crea el Consejo de Higiene Pibli~ ca, compuesto por “técnicos de la salud” que debfan asesorar al pobierno en cuestiv- nes vinculadas con el control sanitatio y la vigilancia del ejercicio de la medicina? Luego de la creaciGn de la municipalidad, elzonsejo seguird funcionando como ins- tancia consultiva de gobierno provincial, sin dejar de producirse aqui también eier- tos con/lictos de competencias con la Comisidn de Higiene de 1a municipalidad- 2 Sobre la actividad de benefivencia comm espacio de intervencidn piiblica de las mujeres. véese Cymhia Little, “Educacisn, filantropia y Feminisaag: partes integrantes de la femsineisad argentina 1860-1926". en Asuneidin La iio, FE, 1985, 4 La relacidn entre este proveso de diferenciacigin y fa ereacidn de instituciones vinculadas a tas dis- tints facetas de fa ciudadania es un punto central en ef anslisis de Marshall sobre la ciudadania. Desear- tande ta vision demasiado lineal y evotutiva del proceso de constzuccinn de la ciudadania, la observacign sigue teniendo, « ini entender, pertinencia, Cf, T. H. Marshall, “Citizenship and Social Class”. en: Class, Cinzenship and Social Development. Chicago, (964. 41 Byen tora a estos temas que Sarmiento iniciard su cruzada contra tas Damas de Beneficieneia, Las erilicns vendrin posteriormente de les médivos higienistas, C1, i7. "La Sociedad de Beneficencia y fa Mu- icipalidad”, (7/6/56. p. 2, cols. 1-2. 2 CE “Deereto del 29 de octubre de 18 p30 1 Vease por efemplo ka “Carta del Consejo de Higiene Publica al Sr. Vice-presidente de ly Munivi- pairdad de Buenos Aires” del 26 de agosto de 1865, Archivo de la Municipalidad de Buenos Aires, Le~ gajo 165-S-Salud Publica, Un desarrollo del entrecruzamiento entre gobernantes locales y nuevos (Genicos de fi satuul jatroduce un ciunbio sustantive respecto Ue los estudios existentes; cf. Ricardo Gor: ailes Leanrt, Curar: perstaudit, gobernat Let constracesin tustérice de la profesion médica et Buenos Madrid. cSt. 1999, pp, 73-80, in (eomp.), Lats sunjeres latnounericutas. Perspectivas histéricas, Mu Penna y Madero, Lu adwinissractiin sanitaria... tomo i. BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 57 La BENEFICENCIA. Ni ESTADO, NI CORPORACION: LA ASOCIACION Todas las iniciativas mencionadas nos hablan de ta importancia que adquieren enton- ces los problemas de sanidad y asistencia publica, y, al mismo tiempo, de la reticen- ia de los hombres politicos de esa época para dar a la beneficencia una forma exclusivamente administrativa. Ello converge von un nuevo fmpetu asociativo, que lleva a invocar el espiritu asociative para resolver todos los problemas que las fraca- sadas iniciativas constitucionales no habian logrado remediar-*# El espiritu asociati- vo es igualmente invocado para solventar las miserias humanas ¢ instaurar un nuevo vineulo social que asegure, como Lo habfan hecho las antiguas corporaciones, 1a so- lidaridad entre los individuos y los grupos sociales. De alli el estimulo a las nuevas asociaciones que se organizan con fines asistenciales y caritativos, con et doble ob- jetivo de aumentar la oferta asistencial publica y promover nuevos vinculos sociales enire ricos y pobres. Las elites dirigentes portefias van a manifestar un particular interés por el desa- rrollo de las sociedades de ayuda mutua, que cuentan con la gran ventaja de fomen- tar la virtud liberal por excelencia: la prevencidn. Este tipo de sociedades estaban destinadas a lus trabajadores que, por medio de una cotizacién mensual, podian dis- poner de un sistema de seguros que les permitiese hacer frente a los accidentes im- previsibles de la vida. Pero, por estas mismas caracteristicas, las sociedades de ayuda mutua no podian responder al problema de la indigencia. Por otro lado, este tipo de sociedades va a desarrollarse mayoritariamente entre los extranjeros, que vefan en ellas la posibilidad de disponer de un sistema de previsién social destinado a reducir las incertidumbres que acompafan todo proyecto migratorio.S Su fuerte implanta- cidn en este sector planiea nuevos problemas. En efecto, si bien estas practicas son 4 CY, nuesiro wabujo Cinvlidad y politica, en fos origenes de fa macidn argentinut, Buenos Aises.FCE, 20001 45” La primera asociaeion de ayuda mutua surge en Buenos Aires en los ais treinta det sig.o XIN, pe- ‘0 este tipo de asociaciones s6k conocen un importante desarrollo luego de Ta caida de Rosas, al wetomtar algunas de Lis funciones asistenciales de las corporaciones y cofradias, Lay suciedades no sdle aseguran, via cottzacion, la asistencia a sus miembros, sino que van a asaciarse a la creacién de los primers hespi- tales de las colectividades migratorias en Buenos Aires, Vemnos en este decenio erearse el Hospital Ialia- cf Hospital Espaiiol. el Hospital Britinice y el Alemdn, Estos estabkecimientos s¢ mamtenian cen fondos de sociedades de beneficencia que garantizaban un servicio hospitalisio y asis- tencial a sus mieinbros y que quedabar bajo control del Consejo de Higiene Pablica de la municipalidad, Es importante seflalar que este fendmeno que frecuentemente se intexpreta como una especificidad del aso- iacionismo cinico, y como respuesta de estos grupos migratorios a In ausencia de una politica integracio nista del Estado receptor, se inseribe en realidad dentro de una misma (égica de gobierno de dejar en nanos de las elites sociales Ta administracign de la beneficencia pilblica, no, el Sanatorio trlandé 58 PILAR GONZALEZ BERNALDO laudadas por fomentar los vinculos de solidaridad social, simultaneamente desarro- Ilan un sentimiento de identidad “étnica” 0 de “clase” que se presenta como elemento disolvente del proyecto de construccién de Ja nacién. Ello explica las reticencias de los liberales reformistas de finales del siglo xix en considerar a las socicdades de ayuda mu- twa como respuesta adecuada para la construccién de un sistema de seguro social 6 tras asociaciones van a crearse, en cambio, con objetivos mas estrictamente ca- ritativos. Es ef caso de las Conferencias de San Vicente de Paul, asociacién que mar- ¢a el inicio del movimiento del laicado catolico en la regiOn.4? Esta sociedad, que nacid en Francia cn 1833 bajo la iniciativa de Frédéric Ozanam para “instituir un apostolado laico en el mundo”, fue introducida en Buenos Aires por el francés Fouet, entonces comandante del bergantin Zébre en misién en Buenos Aires.** Pero la bre- ve estadia de Fouet en la regién no hubiese hecho posible su implantacién sin la pre- via promocién que de esta asociacién hace Félix Frias desde las columnas det periddico La Religién.4? En sus articulos sobre las conferencias que datan mayorita- riamente de jos afios 1857 y 1858, Frias loa los méritos de estas sociedades estable- das tanto en Francia como en Espaiia, e incita a sus compatriotas a instalerlas a fin de “hacer mis eficaces los esfuerzos de los que se contraen a aliviar las miserias mo- rales y materiales de las clases desgraciadas”. En estas columnas Frias resume cla- ramente Los objetivos que alimentan la realizacidn de las conferencias: busqueda de mayor eficacia social de una accién que se define en primer lugar como meralizado- ra. La ayuda material cumple para ellos un lugar secundario. La asociacion caritati- va busca sin embargo dar una cierta racionatidad a las obligaciones cristianas de caridad, a wavés de una organizacién que asegure una mayor utilidad social al acto catitativo. Con ello se apunta al mismo tiempo a moralizar a los pobres y a difundir 48 Sobre este punto vase Héctor Recalde, Beneficencia, usistenciatisin estatal y previsidi social, 2 10- ‘mos, Buenos Aires, CEAL, 1991 47 Los estudios sobre el laicado tienen tendencia a datar este movimiento en Tos affos ochenta; olvidan que es durante este periodo que surgen los primeros perisdicos catélicos y en que figuras como Frias ~que habian compartide con otros miembros de la generacién del 47 buena paite del credo liberal van a postu- Jar la necesaria movilizacidn de los catdlicos en defensa de los valores que comienzan ya a vonsiderarse corno amenazades por el credo liberal, Véaie al respecte Tulio Halperin Donghi. “Una naciér para ef de- sierto argentino”, en: Provecto y construccién de una nucida Argentina, 1846-1880, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979. Sobre la movilizacién de los catéticos en los afios echenta, véase el chisica trabajo de Néstor Tomuts Ausa Catélicus v liberates en la generacién del ochenta, Buenos Aires. 1975, Para una his toria de la Helesia argentina véase R. Di Stefano y L. Zanatta. Historia de la Iglesia Argentina. Desde la conguista hasta fines del sigle XX, Buenos Aires. Grijalbo, 2000. 48 Cf “Tahleau statistique des deux conférences de Buenos Aires. Année 1859", en: Archivos de la Société Saint Vincent de Paud Paris), lnstituiions Agregations, Argentine, Sobre kas sociedades de San Vi cente de Paul existe una abundante bibliografia en Francia. Para la Argentina, véase Gelly y Obes, Lay ari- genes de la soviedud de Sux Vicente de Paul en ef Rio de la Plata. Buenos Aires, 1951. 49 Periddice teolégico-social, como él mismo se define. que habia side fundado en 1853 por el padre Federico de Anciros con la colaboracién del dominico fray Olegario Correa y del propio Frias SO La Religion, UST BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 59 una nueva conciencia de las obligaciones sociales y cristianas del patriciado criollo, a fin de restaurar el vinculo entre los distintos sectores sociales. Juan A. Thompson no deja de subrayar este aspecto cuando destaca que Ia asociacién “esta perfectamen- te adaptada a las necesidades del presente siglo, en que la exagerada importancia de los bienes materiales viene creando una profunda divisiGn entre las clases de que se compone la sociedad” 5! Adaplarse a las nuevas necesidades de 1a sociedad implicaba introducir una im- portante novedad en las formas asociativas religiosas. En efecto, nos encontramos con una sociedad que aunque recluta sus miembros en el mismo sector social de ta antigua Hermandad de la Caridad, introduce una nueva modalidad de accién que pri- vilegia el vinculo directo entre el benefactor y cl socorrido. Cada miembro debia to- mar ta responsabilidad de una o dos familias, elegidas a partir del principio de ta redencién posible de su conducta. Las decisiones eran luego evaluadas por la comi- sién que verificaba la pertinencia de la selecci6n. Para ello se operaba una distincién entre “verdadero” y “falso” pobre, a fin de aconsejar y asistir a los primeros para con- vertirlos tanto a los preceptos de la Iglesia como a las leyes de la economfa. La pric- tica de la beneficencia (oma asi forma de educacisn. Si ello nos habla de la proximidad de esta organizacién caritativa con respecto a las propuestas del sector liberal que se expresaban desde el diario La Tribuna 0 des- de las logias masénicas, para los miembros de esta asociacién la moralizacién de los individuos dependfa directamente de una recristianizacién de la sociedad. Los hom- bres politicos eran responsables, segan Felipe Llavallol, presidente del Consejo Par- ticular de Buenos Aires y gobernador en ese momento de la provincia de Buenos Aires, de esa deficiencia de creencias que las conferencias venian a remediar: “esta~ mos persuadidos de que la fundacisn de las Conferencias de San Vicente de Paul ace- lerard esa marcha del pais en la via det bien y contribuird a rebabilitar las creencias religiosas. tan necesarias para la sélida y verdadera prosperidad del toda nacién y so- bre todo de las que estan seguidas por instituciones republicanas, que requieren gran desarrollo en la moralidad y las virtudes cristianas del pueblo”.*? Pero para alcanzar estos fines espirituales los miembros preconizan una mayor rentabilidad del esfuer- zo, Asi, las diferentes iniciativas van a evaluarse no tanto en funcién del grado de piedad que comportan, sino més bien del mayor rédito que de ellas se obtenga."3 A St Cf AGN, Archive BN 683. nim. 10.476, 52. “Carta del presidente del Consejo Superior, Felipe Llavallol, af Sr. Dn Adolfo Baudon, Presidente de la Sociedad Saint Vincent de Paul”, Buenos Aires, 26/9/1859, en: Archives de fa Sactété Sains Vincent de Paul (Paris). Iustituions Agregations, Argentine. Asi el presidente det Consejo General, Adolfo Baudon, desconseja al presidente de las vonferen- cias de Buenos Aires. Felipe Llavallul, ta creacién de un orfelinato, pues por la suma de dinero invertido: se socorrerian povos nifios, y con ello no se lograrfa obtener una seria influencia entre los jévenes. Cf. Cat ta de Baudon a Felipe Llavallol, 19/9/1860, en: Archivos de la Société Saint Vincent de Paul (Paris) Ins- atons Agregations. Argentine 60 PILAR GONZALEZ BERNALDO las visitas a las familias socorridas van a asociarse las visitas al Hospital General de Hombres ya las ci se crean comisiones destinadas a supervisar estas activida- des, y se lleva una minuciosa contabilidad de los resultados obtenidos: niimero de inatrimonios legalizados, nimero de bautismos, comuniones, etc.54 Las conferencias conocicron un desarrollo significativo en los primeros afios de su implantacién, Con dos primeras conferencias en 1859, la ciudad contaré con cuatro en 1862 y logra crear otras en la campaiia y en las ciudades del interior. Sin embargo, el nimero de socios no supera los cien en 1862, cuando ya erar ochenta y dos durante ¢! primer aiio de instalacién, lo que hace suponer que la creacion de las nuevas conterencias se hizo mayoritariamente con los primeros socios.%° Si bien Ja participacién es aun discreta, sobre todo comparada con la masoneria que para el mismo pervodo ha logrado rectutar en el mismo sector social alrededor de nove- cientos miembros, no deja de representar una significativa movilizacin temprana uel sector catélico.5¢ Dicha movilizacisn puede igualmente verse en la presisn politica ejercida por los viventinos para introducir las érdenes retigiosas en la administracién de los estable- cimientos hospitalarios, En este sentido, la correspondencia de Llavallal con ef pre- sidente del Consejo Superior en Paris dejard varios testimonios. Para salvar las dificultades legales que imponfa la previa autorizacidn det Poder Legislative para in- troducir Grdenes religiosas en el Estado de Buenos Aires. se negocié que se las aulo- rizase a titulo individual. Es asi como los vicentinos intermediaron para que la municipalidad firmase un contrate con el superior de los padres lazaristas, en virtud del cual dos misioneros lazaristas y dicz Hijas de la Caridad debfan trastadarse a Bue- nos Aires para ocuparse de obras hospitalarias.‘7 Segtin el relato de los padres laza- ristas, la iniciativa provino del consejero municipal Gabriel Fuentes, cura de San Miguel y por entonces vicepresidente de la municipalidad, quien, via Balearce, sien- do encargado de negocios del Estado de Buenos Aires en Paris, firms el contrat que estipulaba que las Hermanas de fa Caridad debian tomar la direccién del Hospital Ge neral de Hombres que los betlemitas habian dejado tes confiarfa todo lo que se ref riese al buen orden. policia y moralidad del establecimiento, “con todas las garantias a elaciéin de los trabajos de la Sociedad de San Vicente de Paul", en: Archive Suint Vincent de Pant Instiuaions Agvegations, Argentine 55. Bilas asisten. en 1861, a 183 familias, que representan $98 personas, en su alimentacién cori na, vestimenta y también con recursos financieros en caso de necesidad. Cf. “Relacién de los trabajos ob 56 Para el desarrollo de la masoneria en estos momentos véase Pilar Gonzélez Bematdo de Quirds, Ci- vilité et politique, aux ariginey de la nation argentine, Pacis, Ed, de la Sorbonne, 1999. 57 Ch, “Leure de M, Reveillare, supérieur de la maison de Saint-Vincent, & Buenos-Ayres. AM. N. Missionaires & Paris, 4 mai 1874", en: Annales de la Consvegation de la Mission ou Recuei de letrres éde- fiasies éevites par les prétrey de vente congregation et par tes filles de ta Charité, omo XXXIK. >tim, [Pa ris. 1874, Librairie Firmin Didot Peres, linprimmeurs de PInstitut BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-861) Gt de libertad de accidn”.** El conflicto estallé poco tiempo después que las hermanas se hicieran cargo de la administracion del establecimiento. Segtin los padres lazaris- tas, el hospital se cneontraba en un estado lamentable y Jas hermanas exigieron para su buena administracién la redaccién de un nuevo regamento. Ante ciertas reticen- cias municipales, se Heg6 a un primer acuerdo entre una reducida comisién munici- pal y las hermanas que cxigian una entera libertad de accién y la supresi6n del cargo de empleado superior, asi como del de administrador y de farmacéutivo. El proyecto gener un conflicto abierto entre cl administrador y las hermanas, que la prensa de Buenos Aires hizo ptiblico, Las hermanas y los padres lazaristas buscaron entonces el apoyo del obispo Escalada y de Felipe Llavallol,®" A pesar de estos sélidos apo- yos. s¢ manifestaron dentro del gobierno fuertes oposiciones a reconocer la existen- cia legal de la congregacion, lo que explica el rechazo del gobierno del proyecto de ereacién de un orfelinato. Finalmente, las necesidades del propio Estado de disponer de un servicio hospitalario sin cargo fueron lo que incité al gobierno a rever la situa cidn de las hermanas en 1861, cuando éstas prestaron una valiosa ayuda hospitalaria durante la guerra que estallé entre el Estado de Buenos Aires y la Conlederacién. El gobierno del Estado decidié entonces reconocer y ampliar las areas de accién de las hermanas, a quienes no sdlo asigna la administracion del Hospital de Mujeres, sino que las asocia a la educacién de las nifias. Posteriormente se hardin incluso cargo de la administracidn del Asilo de Mendigos. Este inesperado favor del gobierno con que contaron las hermanas les permitié crear, en 1863, su casa central, que se dedicard a la educacidn de las nitias; ese proyecto fue subvencionado por algunas familias por- tefias como los Estrada y los Anchorena.#! La politica favorable al nucvo asoviacionismo del laicado y a la reintegracidn de miembros de las érdenes religiosas en el campo hospitalario no impidié que la diri- gencia portefia apoyara y fomentara otras iniviativas provenientes de asociaciones que no sélo no se inscribfan dentro de fa misma finalidad earitativa, sino que inclu- so podian presentarse como antagénicas. Asi es como el gobierno del Estdo va a apoyar diversos proyectos propulsados por la masoneria, Como la Sociedad San Vi- cente de Paul. la masoneria utiliza su sdlida y extendida estructura organizativa para proponer ciertos servicios publics destinadas a socorrer a pobres y desvalidos. A la celebrada fraternidad entre masones, que hacia cumplir a las logias ciertas funciones, de una sociedad de ayuda mutua, se suma el fuerte designio filantrépico que carac- teriza a esta asociacién filoséfico-esotérica. Su filantropfa se materializé en momen- 58 EL vonirato compromnetia igualmente a Ia municipalidad a prever una casa para las herniaias y una iglesia o capilla publica para los dos padres lasaristas. Cf, “Letice de M. Reveillere, supeérieur de a mai son de Saint-Vincent, a Buenos-Ayres. & M. IN... Misstonaires & Paris, 16 mai 1874", en: Annales de ta Comeregarion de te Missinn. tomo XXXIX, 06m, 1, Paris, 1874, Librairie Firmin Didot Fevres, Imprimeurs de F Institut 59 idem 0 Thidem, 62 PILAR GONZALEZ BERNALDO. tos puntuales: durante la epidemia de fiebre amarilla en 1857-1858, el terremoto en Mendoza en 1861 0, posteriormente, la epidemia de fiebre amarilla en 1871. En es- tas citcunstancias las logias organizan una comisién de Masones para inspeccionar a Jos enfermos y aportarles ayuda material con el fruto de la filantropia mas¢nica. Pe- ro ademas de esas acciones puntuales, la masoneria tomar varias iniciativas en ma- ieria de creacidn de instituciones filantrépicas La primera fue la fundacién de un establecimiento para la educacién de ciegos, sordos y mudos. El proyecto nace, en agosto de 1857, en la logia Regeneracidn, y se- 4 promovido por su venerable Esteban Sefiorans y su orador Alejandro Pesce; este Uhimo, inmigrante italiano y activo masén, jugard un papel importante cn el conflic- to que no tardard en desatarse entre la Iglesia y la masonerfa.s! En octubre del mis- mo aio, un decreto del gobierno de] Estado de Buenos Aires firmado por Alsina y su ministro de gobierno José Barros Pazos ordena “proteger y fomentar establecimien- tos tan Gitiles a Ja sociedad. a fin de contribuir con ellos a sacar de su deplcrable es tado a los desgraciados que se encueniran privados de medios de comunivacién™; el decreto otorgaba una subvencidn de 1.000 pesos mensuales al Instituto, con la con- iGn de que éste dé educaciGn gratuita a todo sordomudo que se le remitiera, ya sea de la ciudad o de cualquier punto de la campafia.*? El institute abrird sus puertas en noviembre de 1858 bajo la direccidn del masén Mariano Billinghurst y se mantendré gracias a los fondos recaudados por la Logia Regeneracién y a la subvencién del go- bierno. El diario catslico El Orden no manifiesta entonces una piblica opos.cidn ala creacién de esta institucién. El conflicto entre las autoridades eclesidsticas y cier- tos sectores caldlicos va a desatarse unos meses mds tarde, en torno a una segunda realizacién filantrépica de las logias, la ereacidn de un Asilo para mendigos. La iniciativa masGnica se proponfa dar una solucién al problema de los numero- sos mendigos que habia en la ciudad de Bucnos Aires, problema muchas veces de- nunciado como signo de degeneracién social y que se habfa intentado resolver desde Ta época del virrey Vértiz. prohibiendo la mendicidad pablica (politica que reitera Ri- vadavia en 1823. con resultados tan poco efectives como los de Vértiz). El problema 1 AGLA, Logia Regeneracién, tenida del 19/8/1857. Esta logia optard por una politica abiertamente combativa contra las Conferencias de San Vicente de Paul. movilizande durante las elecciones municipa- les de 1861 a los masones contra Ios candidatos vicentinos. CF. Civilidad ¥ palitica.... Sobre el vonflicto ‘entre fa Iglesia y la masoneria que se desata en Buenos Aires con la publicacidn de ta carta pastoral det ‘obispo Esealada en 1857. pero que habfa tenido sus prolegémenos en Montevideo en 1855 con el pibli- co enfrentamiento entre el delegado apostslico y Salvador Ton, Ministro Secretario de Estado y Vener: ble de la logia Les Anus de la Patrie, véase ouestro trabajo “Masoneria y nacién: la construccién masénica de una memoria histérica nacional”, en: Histaria. mim. 25, Pontificia Universidad Catolica de Chile, 1990. pp. 81-101 °2 CE. Regist Oficwal det Estade de Buenos Aires, acuerdo del 24/10/1857 (acuerdo que hard publi- co el diario La Reforma Pacifica del 28/10/1857), 81 EL Onden, 25/1858, BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 63 de la mendicidad como mal que incita a la vagancia y a las malas costumbres reapa- recerd en la opinidn puiblica con el regreso de Los liberales al gobierno de la provin- cia, Desde Jas columnas de La Tribuna, los hermanos Varela van a sensibilizar a la opinién piiblica sobre un problema que requiere, segtin su parecer, la creacién de un asito que permita distinguir al verdadero mendigo de los vagabundos y viciosos, “es- forzandose las autoridades por proporcionar a los primeros un pedazo de techo que los cubra" para dejar a los segundos en manos de la policfa.s* Ante el fracaso del proyecto de la Sociedad de Beneficencia de crear un Asilo pa- ra mendigos, Varela, que ha ingresado entretanto a la masonerfa, va a movilizar a los hermanos de la logia Regeneracidn y a las autoridades del Gran Oriente Argentino para Hlevar a cabo su proyecto. Segtin Varela, la Comisién de Masones coastituida con ese fin, e integrada por Senorans, Alves Pinto, Billinghurst, Pinedo, Zinny, Ca- brera y Varela, fue acogida con entusiasmo por la municipalidad.s* El consejo muni- cipal trata el asunto en la sesion ordinaria del 6 de julio de 1857 en que se leyé el proyecto que oftecia ef convento de los recoletos para el establecimiento del Asilo. El mismo estipulaba que la Comisién de Masones quedaria nombrada para dirigir la obra, fundar el establecimiento y administrarlo, en sociedad con Ja Comision Muni- cipal de Educacién. La resistencia de ciertos consejeros municipales no tards sin em- bargo en manifestarse en tomo a dos puntos. El primero, a propésitc de las prerrogativas de la municipalidad sobre las instituciones benéficas, junto con el te- mor de ver surgir una institucién que escape nuevamente a su control, posicién que tomard el médico Mauricio Gonzdlez Catan, miembro de la Comisién de Higiene.%* El segundo punto de conflicto residfa en las reticencias de un sector de los munici- pales a otorgar un espacio de accién benéfica a la masoneria, sobre todo en momen- tos en que estalla ptiblicamente el conflicto con Jas autoridades eciesidsticas. La municipalidad se encontraba, pues. en una situacién delicada, dado que uno de los tres miembros de la Comisién de Educacién de quien dependia el asilo, era ef cura parroco de San Miguel, Gabriel Fuentes. En los debates municipales, el vicepresi- dente de la municipalidad, Rebollo, se opuso al proyecto aludiendo que suponia re- conocer “una asociacién desconocida legalmente por la municipalidad y que obraba en el misterio”.* A pesar de estas reticencias el proyecto fue aprobado gracias, cntre © La Tribuna, (2/5/1855, p. 2, vols. 34 65 ~Asito de Mendigos”. en: Lar Tribune, 4/1858, p. 2, col. 2. 96 Este mecuerda que se trataba dé un antigua proyecto de 14 municipalidad -en realidad, de un pro- ecto de la Sociedad de Beneficencia de crear junto al Hospital de Dementes un hospicio para mendigos, proyecto que Sarmiento habia frenado~ y que “el pensamiento primitivo de la municipalidad debsa Hevar- se a efecto, pero tomando ella la parte activa que le comespondia”, Finalmente se decidié formular el de~ cereto presentando ta creacién del asile como un proyecto municipal al que se asociaba una contisign filantespica. C0 Actay de fa Municipalidad..., 26° sesi6n ordinaria, 6/7/1857. Ch Actas de fa Municipatidad..., 29° sesign ordinaria, ¥8/1858. 63 PILAR GONZALEZ BERNALDO. otras cosas. al apoyo de varios masones consejeros municipales. El masén Francisco Bilbao, desde las columnas del diario catélico £! Orden, celebra un acontecimiento que muestra que se ha despertado en Buenos Aires el espiritu de asociacién: “al la- do de los poderes publicos, en armonfa con la noble municipalidad, vive y se desa- rrolla el culto moral y préctico de la religién universal del evangelio en hechos, de la fraternidad organizada”.** Et acto de inauguracién al que asisticron, junto a los repre sentantes de las logias, las autoridades del gobierno de Buenos Aires desaté la ira de las autoridades eclesidsticas y de los eatélieos que van a condenar, desde las colum- nas de La Religidn. el apoyo del gobierno a la masonerfa; impugnaron la utilidad pii- blica de dicha iniciativa y denunciaron la falsa caridad de los masones, pues “desde que se propaga la idea de que la caridad es independiente del catolicismo en un pais catslico, se desvirtia la caridad y se ofende la religién, No hay otra moral que la de Ja Iglesia, ni otro Dios que ef que nos ensefian a adorar en fos altares”.% Simultdinea- mente Félix Frias, desde las columnas del mismo periddico, va a incitar ala pobla- cidn de Buenos Aires a implantar las Conferencias de San Vicente de Paul.” El contlicto entre la Comisién de Masones y el consejo estallard poco tiempo des- pués en torno a la rendicién de cuentas a la municipalidad. La Comisin de Masones estima que no estaba obligada a rendir cuentas de Tos fondos propios. Ante la negi tiva de la municipalidad a conceder esta autonomfa a la administraciGn del asilo, 1a comisisn renuncié haciendo entrega del establecimiento. Una vez cl asilo en manos de la municipalidad, los problemas no tardaren en pre- sentirse. Bl principal residfa en encontrar fuentes de financiamiento que no hiciesen caer Jos gastos sobre los ya escasos recursos de la municipalidad. A pesar de que el cdificio era propiedad municipal ~antiguo convento de fos recoletos-, te que la libra- ba de un pago —los de alguiler eran entonces muy elevados en Buenos Aires queda- ba el problema del pago del administrador y de] mantenimiento de los asilados. Para ello la Comision Municipal que quedé a cargo del asilo nombré comisiones de vec nos encargados de fa reeaudacién de fondos entre las principales familias de la ciu- dad.7! Los resultados fucron desalentadores y la municipalidad pudo ver "con pesar que las simpatias invocadas para sostenerlo [al asilo] empiezan a ser menos explici- tas en su manifestacién publica, como lo comprucba el resultado de la suscripein correspondiente al mes de junio, En efecto, muchas de las personas piadosas que prestaron su oftenda al asilo la han retirado, ni se advierte esa propensidn calurosa a /® CE “Asilo de Mendigos”. ea. or 1 Orden, 910181858, 1 curidad de Toy masones”. en: La Refigicin. 3U/10/1858, Sobre la oposic Mantropia, véase Rivarde Gonzalez, “Caridad y filantropia en la ciudad de Buenus Aires” nts ef al. Seectores piapulares v vide urbana, Buenos Aires, CLACSO, 1984, pp. 251-258. 70 Es por ello que aunque los prinicros acticulos de Frias sobre la Sociedad de San Vicente de Paul da ten de 1854, la iniciativa tomard una dimensida politica: combat e] avance de la masoneria en el campo de Ja caridad TEP Onden. W9LIABSK. p. 2. co. § entre caridad y en: Diego Ar- BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 65 favorecer una institucién saludada en su origen con el voto y la esperanza de los co- razones sensibles”,7? El diario La Tribuna rebate tal acusacién, haciendo responsable del fracaso de la empresa a la administracién municipal, Para el periddico, la desa- feccién de la poblacién con respecto al proyecto municipal es el resultado de la es- casa utilidad de la empresa, pues los mendigos seguian en la via publica y la municipalidad no habfa siquicra logrado hacer respetar la ordenanza de 1858 que prohibfa fa mendicidad en las calles.78 Ante la critica situacién financiera, se redujo el personal del asilo, se suprimieron las gratificaciones otorgadas a los asilados por sus servicios y se disminuyé el suel- do del administrador a la mitad.’* Antonio Pillado, administrador del asilo, luego de protestar ante tales medidas, renuncia a su cargo el 13 de agosto de 1859; sefialé que “en conferencia con varios sacerdotes”, éstos “le habian manifestado su deseo de ha- cerse cargo de la administraciéa de aquel establecimiento sin exigir ninguna retribu- ci6n y sujeténdose en todo a las prescripciones de a municipalidad” y reconté que “la mayoria de la comisién encargada del asilo estaba conforme con esta idea porque conoefa la necesidad de moralizar aquel establecimiento y que nada més a propésito que la accidn religiosa del sacerdote en aquel hogar de beneficencia”.7 La propues- ta fue aceptada, pero no por ello se resolvié completamente el problema, pues era ne- cesario disponer de un minimo de ingresos para hacer frente a los gastos diarios de mantenimiento. Ante tal situacién y la negativa de la legislatura provincial a otorgar fondos ex- traordinarios para el sostén del asilo,76 la municipalidad opta por cambiar de estrate~ gia: constituye una comisién eneargada de la administracién del asilo y de la recaudacién de fondos para el mantenimiento del mismo, en donde volvemos a ver aparecer a los masones y con ellos, a ciertos miembros de las Conferencias de San Vicente de Paul.?? Se puede pensar que la presién ejercida por los municipales ma- sones para reintroducir a los suyos en [a administracién del Asilo no fue ajera a es- {a decisiGn. Pero si cl Consejo Municipal cede finalmente, es porque encuentra en esta alternativa una solucién viable al problema de financiamiento de fa instituci6n, pues la poblacién parecia responder favorablemente a fas demandas formulads a tra- vés de esos actores filantrépico-caritativos que podian contribuir con sus amplias re- 72 Nota de la inunicipalidad publicada en La Tribuna, 8/1859. 73 La Tribuna, 680859, 15/9159, 28/12/1859. 74 Pasando vt sueldo de 3,000 pesos a 1.500. CF Actas de la Municipatidad, 312. sesién ordinaria del ‘Conseyo Municipal. (3/8/1859, 75 Actas de fu Munivipatidad. 31+ sesién ordinaria, 18/1859, 78 Memorias de la Muvicipatidad, 859. 7 La comisin estd compuesta por Juan N. Ferndindez, José Roque Pérez, Exequiel Ramos Mejias, Luis Frias. Mariano Billinghurst, Juan Anchorena y Bernardo de lrigoyen. Roque Pérez, Billirghurst e Irigoyen son prominentes masones, y Ramos Mejia y Frias, miembros de as Conferencias de San Viewa- te de Paul 66 PILAR GONZALEZ BERNALDO- des asociativas, més atin que a las suscripciones organizadas por la municipalidad. Probablemente porque esas asociaciones difunden un nuevo discurso sobre la utili- dad social de la beneticencia, mas idéneo para apiadar a los ricos habitantes de Bue- nos Aires que las iniciativas tomadas desde la administracién: LOS NUEVOS ACTORES CARITATIVOS. ‘Todas estas iniciativas nos hablan de la importancia que el gobierno otorga en es- tos momentos al problema de la beneficencia, asi como de su reticencia a dar a la beneficencia una forma exclusivamente administrativa. Ello se explica, a mi enten- der, por la confluencia de dos factores. Por un lado, la especificidad del problema de fa “beneficencia” y la funcién social y politica que Ia Igica liberal reconoce a estos sentimientos generosos. Recordemos que el liberalismo solamente sanciona en el derecho positive el deber de todo individuo de no perjudicar al préjimo con sus acciones y de no usurpar los derechos ajenos; en el derecho positivo no existe una sancién legal dei deber de abnegaci6n, de fraternidad y de solidaridad. La idea de un derecho de asistencia es refractaria a la l6gica juridica liberal.’ Ello no su pone un desinterés por et problema especifico al que la beneficencia busca dar so- luci6n, pero lo inscribe dentro de las obligaciones morales, a las que una sancién Juridica quitarfa todo sentido social,7? lo que ubica et problema de la asistencia en una esfera que. aun siendo politica y social, define un modo de gobierno de los hombres que ao puede tomar una forma de administracién burocratica, pues ello destruirfa la funcién social del deber moral de beneficencia. El segundo factor se vincula con las caracteristicas de la sociedad rioplatense poscolonial. Una sociedad que, como ya lo sefialé Tulio Halperin Donghi, se encuentra mucho menos trans- formada que sus instituciones. Asi, la instauracién de un Estado republicano repre- sentativo como forma politica que reconoce como tinico sujeto de derecho al individuo se da en el marco de una sociedad atin esiructurada en torno a un con- junto de vinculos y de valores tradicionales que alimentan aquellos micropoderes sociales que la revolucién no habia climinado, o que habfa incluso potenciado, co- mo en el caso de las damas patricias, y que se hacian indispensables para garanti- zar las condiciones de gobernabilidad del propio Estado. El Estado de Buenos 78 Bduardo Zimmermann tiene razén en sevialar ta ruptura que introduce en este punto el discurso re~ formista liberal de finales del siglo xix. Cf. E. Zimmermann, Los fiberales reformistas en la Argentina 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana/Universidad de San Andrés, 1995. Sobre esta cuestién véase igualmente J. Suriano (comp.), La cuestidn social. 7 Yéase para este problema Francois Ewald, Histoire de (Etat Providence, Paris, Grasset, 1986. BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 67 Aires se ve de este modo en la necesidad de reconocer la funcidn social y politica que estos actores reclaman. El estudio de la organizacion de la beneficencia piiblica pone de reaice la impor- tancia que van a tomar los nuevos actores caritativos, que ven en esta actividad no s6lo una condicidn indispensable para la paz social, sino igualmente una fuente de prestigio social y de poder politico. De ia multiplicidad de actores que entonces in- tervienen en este campo, y que nos revelan una variedad de vineulos, valores y re- presentaciones sociales, podemos destacar un primer elemento comin, que no es en si sorprendente: todos comparten una similar extraccidn social. Constatacion légica si pensamos que la picdad y la conmiseracién suponen esa desigualdad de condicio- nes que sustenta ese acto de conmiseracién de los que se encuentran en situacién eco- némica, pero también moral, de socorrer a los necesitados.8? Cuando analizamos més detenidamente el perfil de aquellos que intervienen en el campo de la beneficencia, encontramos junto con las damas de la caridad, que provic- nen de la mas alta extraccion social de las elites portefias, a los miembros de las grandes familias que, como los Ramos Mexia o los Anchorena, ya habfan ocupado durante 1a colonia un lugar prominente en las instituciones caritativas, y que ahora se hallan preferentemente entre los directives de las Conferencias de San Vicente de Paul. Si en estos dos casos el gesto de Ja caridad no ha perdido toda su dimensién religiosa, toma aqui una nueva dimensién social que ya no se inscribe en la economia de la sal- vacidn; se trata, como hemgs visto, de acercar fisica y moralmente las elites a los sec- tores populares, reivindicando la funcién de proteccidn social como una obligaci6n moral pero también como una prerrogativa social y politica del patriciado. Junto a estos actores encontramos a las nuevas elites sociales y politicas, a las que el movimiento revolucionario y la nueva direccién de la economia regional ha- bian permitido ocupar un lugar de preeminencia, y que serdn igualmente activos pro- motores de las iniciativas particulares en el campo de la beneficencia. La ausencia de informacisn sobre ¢l conjunto de los miembros de las Conferencias de San Vi- cente de Paul (sélo disponemos de los nombres de los directivos) nos impide saber si esta asociacién ejercis entre ellos un atractivo particular,8t aunque los archivos de Ja masonerfa muestran que es esta Ultima asociacién la que recluta sus miembros pre- ferentemente en este sector.“ Si bien la accidn filantrpica emprendida por la maso- neria nos habla de una relativa laicizaciGn de la prictica de beneficencia, que explica cl conflicto que opondra publicamente a masones y autoridades eclesidsticas a partir de 1857, la accién de estos tltimos se inscribe en la misma Idgica social. 89 Aunque posteriormente las mnismas asociaciones benéficas intentaran reclutar entre los sectores inedios para llevar a cabo su obra caritativa. Cf. E, Ciafardo. “Las Damas de Beneficencia, 8) En efecto, los archivos de las conferencias que se encuentran en Paris s6lo indican los nombres de las autoridades de las distintas conferencias y miembros de los distintos consejos. ® Los datos fueron extraidos de Gonzilez Bernaldo de Quirds. Civilité et politique.. 68 PILAR GONZALEZ BERNALDO. Una mencién particular merece la aparicin de los “técnicos” de la salud publica. Aunque no sean necesariamente de una extraccin social diferente, reivindican sus prerrogativas en este dmbito destacando sus competencias téenicas en 1a materia. Al gunos de ellos van a colaborar con las asociaciones caritativas. Es por ejemplo el ca- so de los médicos que prestan servicios gratuitos a las Conferencias de San Vicente de Paul. El interés manifiesto por el bienestar moral y fisico de tos pobres se acompaiia de una voluntad de fundar su accién en otra esfera que aquella de la liberalidad de los icos hacia los pobres. En otros términos, nos encontramos con dos estrategias com- plementarias que Iuego van a presentarse como rivales: por un lado, las eliles que en nombre de la caridad o de la filantropfa se proponen ocupar la funcién de intermedia- rios entre el Estado y la sociedad, y por otro, los técnicos que reivindican un espacio especifico en Ja administracién de ese problema.# Estos técnicos anuncian de alguna manera una funcién burocratica moderna de la administracién piblica. Es necesario, sin embargo. no ceder a la tentacién de una mirada retrospectiva que buscaria los ori- genes de problemas que sdlo se van a plantear posteriormente y en otra coyuntura. Lo que podemos destacar en esie momento es més bien el fendmeno contrarig, que con- siste en la conflucncia de intereses de actores que pueden encontrarse institucional- mente o ideoldgicamente confrontados. El caso mas patente es, sin lugar a dudas, el de catlicos y masones. En efecto, a pesar del conflicto public que estallé can la crea- cidn del Asilo de Mendigos, y que la carta pastoral del obispo Escalada publicada en 1857 que condené a todas las suciedades secretas no hizo més que atizar, vamos a encontrarnos con que en 1859 las altas autoridades del Gran Oriente Argentino y al- gunos de los promotores de las sociedades vicentinas van a colaborar con la comision creada por la municipalidad para reunir fondos para el Asilo de Mendigos. La primera razén que podria explicar esta aparente paradoja es una relaliva con- fluencia de vatores. No me reficro aqui tinicamente a los objetivos sociales de la ac- cidn, sino a la conviecién compartida de que la solucién para el problema de Ia beneficencia se encontraba en una necesaria moralizacién de la sociedad. En este sentido, tanto unos como otros se inscriben en Ta légica liberal cuyo principio de au- lorregulacion de la sociedad supone que Ia sociedad asuma sus responsabilidades: los pobres a través de la prevencién, los ricos a través de la piedad, la conmisera- cién, la compasidn hacia los necesitados. Claro estd que diferencias considerables ‘oponen a catdlicos y masones en cuanto a la finalidad de esta moralizacién. Pero en ese entonces estas diferencias no son percibidas como totalmente incompatibles. No sélo Sarmiento, que cra un masén de conviccién, favorecié la implantacién de la en- sefianza de religién en las escuelas y obtuvo el apoyo de los catélicos durante el con- 83 Veuse, para el caso de los médicos, el novedoso trabajo de Ricardo Gonzalez, Leandri, Cura... M En febrero de 1857. el obispo Mariano José de Escalada publica en ta prensa porteiia una carta pas- oral a todas los fieles de la didcesis. en la que recuerda las bulas fr Entinenti de Clemente X11 (1738) y Prividas de Benedicto XTV (1751) que condenan tas sociedades sectetas. BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-1861) 69 flicto que lo enfient6 a Ja municipalidad, sino que las mismas logias van a financiar este tipo de cducacidn. Asi. en 1858 la Logia Unién del Plata rcunié 3.000 pesos en- Ire sus miembros para la adjudicacién de premios a las escuclas, destinados a aque- Hos que se distinguiesen en moral, doctrina cristiana, lectura, escritura y aritmética.* El mismo Sarn a Marcos Sastre, notorio catélico que militaba por la ensefianza religiosa.* Si las ra- zones de esta colaboracién pueden explicarse, como 1o hace Newland, por la volun- tad compartida de masones y catdlicos de centralizar la inspeccién de la educacién publica, lo que los asociaba en un comin enfrentamiento a la Sociedad de Beneti- cencia, el compromiso ha sido posible porque ambos apuestan por la difusidn del es- piritu religioso como medio de asegurar las obligaciones morales que garantizasen el orden social.*7 Por otro lado, es preciso diferenciar la educacién de la asistencia, dos dreas de la antigua benefivencia, que los actores de entonces distinguen claramente. Si exis- te un relative consenso —que no comparten las Damas de Beneficencia- con respec- lo a la necesidad dv hacer de Ja educacién un drea de estricta competencia de la administraciGn publica, los mismos actores que como Sarmiento luchan por un for- talecimiento de las instituciones publicas en este campo pueden reivindicar un men de la asistencia publica fundado sobre la accién social de los particulares y de las asociaciones caritativas. ;Cémo interpretar si no el apoyo de os municipales a las iniciativas provenientes de la masonerfa, o aquel que recibiran los vicentinos pa- ra desarrollar las acciones particulares o introducir a las 6rdenes religiosas en la ad- ministracién de las instiluciones de beneficencia? Mi hipdtesis es que la explicaci6n no debe buscarse exclusivamente en una suerte de adhesién ideoldgica, que bene!i- ciarfa en algunos casos a los masones y en otros a los catdlicos, sino también en el lugar que las elites. incluso aquellas que se encuentran cumplicndo funciones polf- lieas 0 administrativas. reivindican en esta particular drea de gobierno. El “pragma- lismo” adoptado no es Gnicamente una respuesta a las dificullades para hacer frente a este tipo de gastos oa la precariedad del aparato administrativo del Estado, reve- la también Ia existencia de practicas de gobierno que no s¢ reclaman de la sobera- nia del Estado. nto va a designar como su subordinado en la direccién de escuelas BS acta. Logi acta de la tenida del 2/2/1858 #6 CE Newland, Buenas Aires no es punipa. 47 Por ello no creo que podantos distinguir desde este punto de vista a los sectores catolicos reaccia- harios de los liberales y republicans. como Jo deja suponer Tulio Halperin Donghi. Si los catélicos van a insistir sobre la euridad como vinculo comunitario, calolicus y liberales masones van a promover y parti- cipar activamente en el desarrollo de sociedades benéficas y caritativas. Ambos se inelinran por I utiliza cion de organisines ausiliares surgides de la propia sociedad como mediadores entre el Estado y la sociedad, Cl Tulio Halperin Donght, “Una nacisn para el desierto argentina”, en: Proyecto y coustrie= ion de une nui ids argentine, 1846-1880, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979. 70 PILAR GONZALEZ BERNALDO A MODO DE CONCLUSION El caso aqui analizado sugiere que para esas elites que toman en sus manos la cons- truccién del Estado como garante de las libertades civicas y promotor de las nuevas relaciones sociales la relacién entre la potencia publica del Estado y la scciedad de individuos incluye a estos actores “caritativos”, a los que sc les conffa una rama del servicio ptiblico. que no es entendide como servicio que debe ef Estado a ios indivi- duos sino come deber moral y funcién social y politica de los particulares, La bene- ficencia publica seria asi una forma de regulacién de los conflictos sociales, en la que Jos notables cumplen funciones de gobierno para garantizar la paz social, El doble rechazo liberal del principio de la organizacién corporativa de la socie- dad y de la obligacién social del Estado en materia de asistencia y beneficencia ex- plica cl lugar singular que van a ocupar los actores caritativos en la nueva sociedad de individuos. como nuevos cuerpos intermedios.88 No se trata de una especificidad local cn el tratamiento de este problema. sino que es mas bien el producto, como lo sefiala Pierre Rosanvallon, de la contradiccién a fa que se enfrenta el liberalismo al querer al mismo tiempo afirmar el principio individualista y rechazar Ia idea de una intervencidn del Estado en el drea de la asistencia ptiblica.*? De todo ello podemos concluir que a tesis de Oszlak sobre la “expropiacién so- cial” de los particulares por el Estado no responde al fenémeno aqui anslizado. Si bien en un primer momento durante el gobierno de Rivadavia y luego, a partir de 1852, existe un consenso en toro a Ja necesaria intervenciGn publica en esta drea asi como una conviccién de que se trata de un problema social y politico que preci- sa una accién gubernamental- se mantiene una fuerte resistencia a convertir a la be- neficencia en un asunto de Estado. La beneficencia se encuentra mayoritariamente en manos de los particulares, que asumen de esta manera ciertas funciones de gobierno. La creacién de la municipalidad en 1854 se presenta como una tentativa de supervi- sién administrativa de las diferentes iniciativas de caridad, pero no logré imponerse eneste campo, incluso después de Ja creacin de la Direccién de la Asistencia Publi cade la Ciudad de Buenos Aires en 1883. El Estado provincial -o mejor dicho, aque- Hos que operan en su nombre-, lejos de enajenar a las instituciones civiles y a los particulares las cuestiones de interés comuin y de bien publico, asocié esta singular 88 Si es cierto que w disidencias existen, sobre todo en torne a la necesidad de que el Estado asuma ceiertas eargas pablicas, ¢ sobre el papel que deberian jugar en ello las instituciones piiblicas, en ningsin va so se trata entonces de reconover un “derecho” de Jos trabajadores o una “obligacién social” del Estado. 89 Ci, Pierre Rosanvatlon, La crise de PEtat providence, Parts, Seuil, 1981. BENEFICENCIA Y GOBIERNO EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES (1821-186.) 71 concepcién de gobierno al de la potencia publica del Estado; sin embargo, no pudo resolver las contradicciones que existian entre estas dos concepciones de gobierno. El aleance de estas conclusiones no se reduce a introducir una rectificacién a la tesis sobre el proceso histérico de formacién del Estado en la Argentina, sino que apunta a cuestionar algunas interpretaciones que ceden, a mi entender, unte las cate- gorias de entendimiento impuestas por el propio Estado.%! No obstante, debemos re- conocer que el trabajo de Oszlak tuvo el gran mérito de restituir al Estado su dimensién histérica y que los excesos en este sentido provienen mas de las ap.icacio- hes que se han hecho de su tesis que de su propio trabajo. Subsiste sin embargo en su interpretacién una cierta vision lineal del proceso que tiende a silenciar el proble- ma de la redefinicién de las funciones de gobierno y que también forma parte del complejo y nada lineal proceso de transferencia de Ja soberania de la monarquia al Estado nacional. Mas alld de los temas especificos que sefiala nuestro trabajo, su objetivo es abrir un debate que permita buscar nuevas pistas para pensar cl Estado como un compro- miso inestable entre los imperativos politico-ideolégicos y el conjunto de pricticas sociales y econémivas ~en nuestro caso particular, de beneficencia- que modelan las tepresentaciones que la sociedad se hace del gobierno y frente a las cuales el Estado debe redefinirse constantemente.s SY” Sobre la relucion Estado y gohiemo, y fa variedad de figuras de gobierno desde la Edad Media, véase Michel Senellart, Les arts de guvernes, Du réginte médiéval au concept de gouvernement, Paris, Seuil, 1995. 9 Sobre el peso de estas categorias en nuestro entendimicnte sobre cl Estado, véase Pierre Bourdieu, “Esprits d°Etat" en: Actes de lt recherche en sciences sociales, 96-97. marzo de 1993. °2 Por ejempic, en ta reciente y util compilacién reatizada por José Luis Moreno sobre inst tuciones Uc beneficencia notamos esta tendencia a convertir la bencficencia en asunto de Estado, haciéndols ex- tensiva incluso a la €poca colonial, Cf, José Luis Moreno (comp ). “Introducci6a”, en: La politica secial, 9 Aspecto que ya ha sido sefialado en Francia por Pierre Rosanvallon. Cf, L’Brat en France, de 1789 a nos jomrs. Parts, Seuil, 1990. 72 PILAR GONZALEZ BERNALDO RESUMEN A través Ue un estudio de la organizaciGn de la benefivencia publica en Buenos Aires. este tra- bajo busca interragar el proceso de construccién del Estado en la Argentina, Disctte en parti- cular la tesis de Oszlak sobre la “exprupiaci6n social” efectuada por el Estado en materia de heneficencia, y muestra la necesidad de repensar la urliculacién de estas formas de gobierno con la soberania del Estado, Destaca en especial la funcién que han jugado los “actores cari- lativos” que Hleva a repensar el proceso de transferencia de la soborania de la monarquia al Es- tado nacional. Thiough a study of the organization of the social beneticence in Buenos Aires, the purpose of this work is to question the construction process of the State in Argentina. It particularly dis- cusses Oszlak’s thesis on the "social expropriation” conducted by the State in the matter of so- cial welfare, showing the necessity lo rethink the articulation of these forms of government with the sovereignty of the State. IC emphasizes specially the role played by the “charity ae~ tors" that induces rethinking the process of wansference from the sovereignty of the monarchy to the national State. Palabras clave: benefiencia, asistencia social, caridad, Estado, gobicrao.

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