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UNA LARGA CAMINATA. EL ANALISIS REGIONAL DENTRO DE LA ARQUEOLOGIA TARASCA Helen Perlstein Pollard Michigan State University Elanilisis de datos arqueol6gicos en la escala regional requiete conocimientos sobre el contexto social Y natural de los sitios individuales. Este conocimiento se puede obtener principalmentea través de una Prospeccién regional de coberturatoal, en la cual las evidencias ernogréfica,histrica, ambiental, y frsueolégica prevas se combinan con los métodos apropiados para asegurarnos de que se regstren bs sitios arqueolégicos visibles en el paisae (Blanton 2005; Kowalevski 2008). Aunque se auslie con ‘arias téenicas de deteccién remota (por ejemplo fotografia aérea), la prospeccién de cobertura total ls deci, 100% del drea) en dlkima instancia se logra caminando sobre el terreno; generalmenre esto implica muchas caminatas largas. Lanecesidad de realizar prospecciones regionales y los usos de éstas no se reconocieron sino basta ls fos sesenta del siglo xx. Antes de esta época, el uso decimondnico de modelos evolutives unilinales con insistencia en a recoleccién y la descripcién de documentos prehispénicos y coloniales fue seguido en la primera mitad del siglo Xx por el uso por vex primera de evidencia arquecligice para etablecercronologis culrurales. Para principios de la década de 1960 ds enfoques intelectuales ¢stimularon un cambio en el trabajo de campo mesoamericano, que dejé de enfocarse exclusivamente 2 enlossios. El primero fue el impacto de los refugiados politicos que huyeron del fascismo on Europa © durant los afios treinra, especialmente los de Alemania y Espatia que se establecieron en Ménice ¢ {GiB Unidos, y que tajeron consigo la teria socal de Europa inluidas las ideas de Mary de Weber (Wolf 1994) El segundo enfoque se derivé de la ecologfa cultural de julian Steward. Si bien Ia teria social del primer grupo proponia someter a prueba las ideas sobre la naturalera y el desarrollo delas sociedades, Steward se inceresé en identifica de qué manera las personas usaban sus entornos ambiemrales y en las alternativas ecolégicas que podrian tener como resultado la variacidn cultural, Una manera en la que los arqueslogos podian estudiar estas relaciones ecolégicas fue localizando los jzenamientos humanos en relacién con los recursos naturales. Asis le pidié a Gordon Willey -que furestudiante de Steward~ que usara un enfoque de parrin de asentamiento, con base en prospecctn Aecobertura tora, para su investigacion de diseraciin doctoral en el Valle de Vii, en Peri, De igual manta para finales de la década de 1950, Willey y William Sanders habian demostrado la posibilidad den enfoque de patrén le asentamientos para el trabajo de campo y el anilisis de las sociedades Prchstrcas en Mesoamérica, En 1960 se establecié un plan para somexer a prueba los enfoques Tac por Band Wiss HiBLEN PERLSTEIN POLLARD combinados de la teoria social materialista y el andlisis de patrones de asentamiento: se conjunté asi la prospeccién de la zona urbana de Teotihuacan (a cargo de René Millon) con una prospeccién regional de todo ese valle (dirigida por Sanders). La ubicacién de esta primera prospeccién en parte del valle de México no fue una casualidad, sino que pretendia iniciar el escudio de la més grande “area clave" o “zona nucleae” para la evolucién de la civilizacién mesoamericana (Palerm y Wolf 1957). En las siguientes décadas las prospecciones regionales se llevaron a cabo en otras “éreas clave", y se han convertido en un aspecto importante de la arqueologia mesoamericana. LA PROSPECCION REGIONAL EN MICHOACAN Después de un prometedor inicio a principios del siglo Xx, las investigaciones arqueol6gicas en el coccidente, en especial en Michoacén, languidecieron durante los fios cincuenta y sesenta (Williams 1993). A pesar de que el Lago de Pitzcuaro fue designado como “area clave” en la obra de Palerm y Wolf (1957), y de que hubo importantes investigaciones regionales en etnografia y geografia durante el Proyecto Tarasco de los afios cuarenta (v. gr Brand 1943, 1951; Foster 1948; West 1948), la investigacién arqueolégica siguié siendo limitada y enfocada alos sitios. Es importance sefialar que el enfoque sobre sitios asociados con el Estado tarasco implicé que se dedicara poco esfuerzo a establecer secuencias culturales locales o regionales. En 1970 empecé mi primer proyecto de campo en Michoacén, con una prospeccién de 100% de la superficie de la capital imperial carasca en Tzintauntzan (figuras 1 y 2; of Pollard 1972, 1977). ‘Aunque el 1NH habfa crabajado de manera esporidica en la principal placaforma ritual desde 1937, no se habia intentado determinar el tamafio o la naturaleza del asentamiento. En vista de mi insistencia en el papel del urbanismo en el desarrollo de los estados, yo pensaba que no se podia llevar a cabo el anilisis del Estado carasco sin entender a la capital. Mi interés especifico en tomar a los tarascos como estudio de caso para el surgimienco del Estado se vio estimulado por la existencia de un gran corpus de informacién etnogratfica y geogréfica recolectada durante el Proyecto Tarasco, asi como por Ja existencia de la Relacin de Michoacin (en su edicién de 1956). Sin embargo, los términos de mi permiso impedfan hacer excavaciones de seguimiento en ‘Trintauntean, por lo que me uni a Shirley Gorenstein en 1972 en su estudio de la fortaleza tarasca de Acémbaro (Gorenstein 1985). Mi papel en aquel proyecto fue dirigir la prospeccién de la totalidad de la superficie del valle del rio Lerma al este y al oeste de la citada fortaleza. Al concluir este pro- yecto, tanto la doctora Gorenstein como yo reconocimos que ni la capital nila frontera de los tarascos podian entenderse sin un andlisis comprehensivo de la regin de sustento de la capital, la cuenca del Lago de Patzcuaro. En 1975 solicitamos fondos a la National Science Foundation (Fundacién Nacional para la Ciencia) para llevar a cabo una prospeccién de 100% de la cuenca; sin embargo, la peticidn fue recha- zada a causa de que el programa de antropologia de la NSF se resistia a ororgar grandes cantidades de dinero a mujeres arqueélogas. Se nos pidid que volviéramos a solicitar apoyo, esta vez para un pro- yecto piloto con un presupuesto mucho més reducido. En 1976 nos otorgaron los fondos para llevar a ‘cabo la prospeccién de una muestra estratificada de 10% de la superficie de la cuenca de Pétzcuaro. A pesar de que el Consejo de Arqueologia del iNAH diera algunos indicios de aprobacién, se nos negé UNA LARGA CAMINATA tl permiso puesto que la cuenca estaba “reservada para un arquedlogo mexicano”, pues era una de las “éreas clave” previamente idencificadas por Palerm y Wolf. En lugar de llevar 2 cabo el trabajo de campo, utilizamos los davos disponibles a partir de evidencia histériea, etnohistérica, exnografica, ambiental y arqueolégica, para desarrollar un modelo sobre la ubicacién y la naturaleza de kee asen tamientos humans en la cuenca en el momento de la conquista espafiola (Figura 3: of Gorenstein Pollard 1983; Pollard 1980, 1993; Pollard y Gorenstein 1980) Este modelo tena muchas falls, pero co fetrospectiva, la inmersién en la evidencia procedente de otras disciplinas fue més valiosa para mi de lo que hubiera sido la prospeccién de una muestra de 1046 finales de los afios setenta, La razon de esto ¢s que en aquellos tiempos habja una absoluea carencia de cualquier secuencia cultural regional; tar Poco existia una sola fecha de radiocarbono para el érea nuclear cultural de lo que se convirtiera en el Estado tarasco. Sin embargo, con base en la investigacién de este proyecto construimos un modeln ars entender el surgimiento del Estado tarasco, basado en la Relacin de Michoacén y la ecologia hist6rica de la cuenca lacustre (Pollard 1982, 1983), La primera prospeccién arqueolégica de superficie en escala regional dentro del érea nuclear no fue llevada a cabo sino hasta los afios ochenta (Figura 4), cuando los arquedlogos del Centro de Estudios Mexicanos-Centroamericanos (CEMCA) de la embajada francesa en México iniciaron el Proyecto Zacapu con Ia direccién de Dominique Michelet (Amnauld eral. 1993; Amauld y Faugere- Kalfon 1998; Darras 19995 Michelet 1992, 1998; Michelet etal 205; Migeon 1998). Durance la pri mera fase (1983-1987) se localizaron sitios y se levaron a cabo excavaciones limitadas para establecer una secuencia cultural y proporcionar muestras para fechamiento por radiocarbono. Una segunda fase, durante los afios noventa, incluyé excavaciones mas intensivas en los sitios-ipo de Loma Alea ¥ Guadalupe, asi como el mapeo adicional de la arquitectura en sitios del “malpais” de Zacapu, Actualmente en una tercera fase del proyecto se estan elaborando mapas de sitios adicionales denero del malpais. Cuando estaba considerando emprender nuevas investigaciones de campo en 1987, los datos del proyecto de Zacapu todavia se estaban analizando, por lo que no se hablan publicado, En vista de que aiin no contdbamos con una secuencia cultural para la cuenca de Pétzcuaro, decid{ enfocar mi trabajo primeramente en establecer esta secuencia; para elo se disefié el proyecto de Urichu, Escogi ¢sta localidad, el “pueblo viejo" de la comunidad de San Francisco Uricho (localizada en la parte suroeste de la cuenca de Pétzcuaro), con base en dos tipos de evidencia y en el modelo para el surgi tmienco del Estado que habia presentado por primera vez en los afios ochenta, En primer lugar, habi visto una parte del sitio en 1976 con artefactos asociados con el Postclasico tardio, que no habia encon- trado en los suelos erosionados de Tzintzuntzan, En segundo lugar, segin la Relacién de Michoacin, Uricho habia sido uno de dos asentamientos en la cuenca del Lago de Patzcuaro con elites de la etnia nativa de los purépecha antes del surgimiento del Estado tarasco, Lasexcavaciones realizadas entre 1990 y 1995 revelaron ocupaciones estratificadas de los petio- dos Clisico, Epictésico, Postclisico y Colonial temprano, lo cual permitié establecer una secuencia Cultural con artefacts y arquitectura asociados a ella, fechads por medios cronomeétricos por espacio de mas de 14 siglos (300-1600 d.C.). Una ver que contamos con esta sectencia, lo que siguid fue la Prospeccién de cobertura total dela parte suroeste de la cuenca (en 1996), asi como tomar mticleos y realizar trincheras para adquirir datos para someter a prueba los modelos de la ecologia hist6rica de la cuenca (Fisher 2005; Fisher er al, 1999; Pollard 2000, 2001). La prospeccién y la excavacidn del sitio 23 HELEN PERLSTEIN PoLLaRD vecino de Erongaricuaro (figuras 5 y 6) en 2001-2006 extendié la secuencia cultural hacia aerés hasta el petiodo Preclisico tardio (Pollard 2003a, 2003b, 2008). Seleccionamos una nueva drea de estudio, yen el verano de 2009, Christopher Fisher y yo empezamos una prospeccién de cobertura total en la zona sureste de la cuenca, de nuevo combinando la prospeccién de sitios con el muestreo debajo de Ja superficie a través de micleos y de trincheras dentro de las antiguas tierras hiimedas. Los resultados del trabajo de campo de 1996 resaltaron lo poco adecuado que puede ser basarse cen los documentos histéricos, incluso para localizar y mapear asentamientos del periodo Postclisico tardio, Una comparacién del mapa publicado por Gorenstein y Pollard (1983) con la prospeccién de 1996 revela una drdstica diferencia. Por ejemplo, resulté que Uricho tenia por lo menos tres veces el tamafio que se habia calculado originalmente. Pero una disparidad atin mds grande pudo ilustrarse por la prospeccién de cobertura total y las excavaciones del sitio de Erongaricuaro, realizadas en 2001 y ampliadas con excavaciones adi- ionales en 2005. El érea de este sitio fue incluida en el proyecto del Gasoducto y otros posteriores (1980-1982). En estos proyectos, dos de los campos dentro de nuestra prospeccién fueron identificados como sitios pequetios independientes (Cardenas Garcia 190; Moguel Cos 1987). En esta prospeccién «an répida y enfocada se pasaron por alto el tamafio y la importancia del asentamiento del Postclésico tardio (con mas de 228 hectéreas), y por falta de una cronologia cultural conocida queds sin identifi- carse la ocupacién de la fase Loma Alta (de 20 hectareas), entre otras ocupaciones tempranas. Desde finales de los afios ochenta se han llevado a cabo otros estudios de cobertura total dentto del étea del reino prehispdnico tarasco del siglo XVI, entre ellas las siguientes areas (de este a este): [a zona de Zinapécuaro-Ucareo (Healan 1997, 1998, 2004; Healan y Herndndez 1999), la zona del asentamiento de Tiripetio (Cerda Farias 2002, comunicacién personal 2007), la zona fronteriza de Ostuma-Cutzamala (no aparece en los mapas incluidos aqui; Silverstein 2000), el sitio de Zaragoza (Fernéndez 2004) y, inalmente, a cuenca de Sayula (ef Valdez y Liot 1994). “Tampoco se incluyen en nuestro mapa las prospecciones realizadas en el Bajio, sobre la fron- tera nortefia tarasca en Guanajuato (of Cardenas 1999), las de las presas hidroeléctricas en el rio Balsas durante los afios sesenta, o varios proyectos para carreteras realizados por el Departamento de Salvamento del INAH en Michoacén (¢f Pulido 2003; Pulido et a. 1996). No hay duda de que los trabajos de salvamento son necesatios y valiosos (p. ¢} Esparza 1999; Pulido 2006), pero rara vez son de cobertura total, 0 incluyen regiones de importancia cultural 0 geogréfica. Cuando se ponen en el mapa, incluso comparadas con la zona nuclear de los tarascos, todas Jas hectéreas estudiadas por las prospecciones, incluidos los proyectas de salvamento, solamente abar- can un drea muy pequefia de la regidn tarasca (Figura 7), y ademds estin demasiado cargados hacia las cuencas lacustres. Hasta la fecha no se ha llevado a cabo ningtin proyecto importante en la meseta. ‘Ademés, muchos estudios enfocados en sitios dentro de Michoacn durante los ochenta y los noventa, ni siquiera definieron los limites de los sitios, mucho menos llevaron a cabo una prospeccién regional. Esto ha sido especialmente atroz en los importantes sitios de Tingambato (Pia Chan y Oi 1982), Huandacareo (Macias Goytia 1990) y Tres Cerritos (Macfas Goytia y Vakimes Serret 1988), para los cuales no se han publicado secuencias estratigréficas ni fechas de radiocarbono. No obstante, es importante recordar que tanto la calidad de los datos como la capacidad de los arquedlogos para llevar a cabo estudios de cobercura total dependen en gran medida del tiempo y de los recursos econémicos disponibles (Kowalewski 2008). En Michoacan, la falta de visibilidad UNA LARGA CAMINATA sobre el terreno puede ser un problema en éreas urbanas, boscosas, o de malpais. Adems, la erosién del suelo de tiempos de la colonia o posteriores puede sepultar algunos sitios —en especial los mas anti- sguos- y degradar otros. En la cuenca de Pétzcuaro muchos sitios localizados en la prospeccidn de 1996 estaban bajo el agua durante mi primera investigacién de campo en la década de 1970, y seguramente no hubieran sido localizados (Figura 8). En los asentamientos del malpais -como los de Zacapu y uno actualmente en estudio en la cuenca de Pérecuaro— hay grandes cantidades de restos arquitectSnicos que han dado problemas para ajustar el tiempo, el detalle de los mapas y el grado de cobertura. En los afios ochenta, Dominique Michelet decidié hacer una prospeccién intensiva, levantar un mapa y excavar una muestra del sitio de Milpillas, dentro del malpais (Migeon 1998); posceriormente en los afios noventa decidié reducir el detalle de los mapas para incrementar la cobertura (Michelet 1998, 2008). Durante el verano de 2009, como parte de la prospeccién en curso de la zona sureste de la cuenca de Pétzcuaro, Christopher Fisher us6 tecnologia de GPs (unidades Trimble Recon con software Pathfinder y un receptor GPs Pathfinder Prox) para localizar sitios, asi como para levantar mapas de grandes cantidades de plataformas, cuartos y pirimides en el malpais del extfemo oriental de la zona de estudio, incluso cuando la visibilidad desde el cerreno era limitada. El uso de esta nueva tecnologia tiene el potencial de incrementar de manera importante el detalle y la precisién, a la vez que permite cubrir grandes éreas. EL ANALISIS REGIONAL Durante los tltimos 40 afios, la prospeccién regional de cobertura toral a sido una fuente importante de perspectivas fundamentales para la arqueologia de Mesoamérica prehispnica. De hecho, para apli- carla teorfa social mas influyente en la prehistoria de Mesoamérica se requieren datos de los émbitos regional o macro-regional (¢f Beck er al. 2007; Berdan y Smith 2003; Blanton er al. 1996; Drennan y Peterson 2006; Lansing 2003). Aunque sabemos que para entender a las sociedades del pasado es nece- sario hacer andlisis en riiltiples escalas, desde unidades domésticas hasta macto-regiones, el regional nos permite ubicara las comunidades dentro de contextos mayores, as{ como obtener los datos basicos para llevar a cabo los andlisis demograficos, ecol6gicos, econdmicos, sociales y politicos En el centro de México y en Oaxaca, por ejemplo, las prospecciones de cobertura total han permitido el estudio de la evolucién de los sistemas de mercados, la interaccién enere el medio rural y urban, y el desarrollo de linderos sociales y politicos. La limiada cantidad de prospecciones rotales llevadas a cabo en la regién tarasca, combinada con un estudio renovado de documentos coloniales (ealizado sobre todo en El Colegio de Michoacén), han permitido hacer analisis que demuestran el potencial de esta regién para contribuir a la arqueologia mesoamericana (v. gr. Carot 2005; Darras 2008; Espejel 2007; Fisher 2005; Fisher eral. 2003; Hernander y Healan 2008; Hirshman 2008; Pollard 20082, 2003b, 2008, 2009; Pollard y Cahue 1999; Pollard et al. 2001). Como ejemplo de esto podemos mencionar que los datos demogréficos basicos proporcionados por estos proyectos son necesarios para someter a prueba los modelos del desarrollo del Estado, como lo demuestran las prospecciones pat- ciales dela cuenca de Pétzcuaro, Para aprovechar el potencial de la arqueologia tarasca, es imperativo que las presentes y futuras generaciones de arquedlogos que trabajan en Michoacdn vayan més alld de Jaarquitectura de monticulos hasta los sitios completos, y, ms allé de los sitios, a las regiones. En vista del ritmo de la destruccién de sitios, esto tiene que empezar ahora. 25, Figura 2, Mapa que muestra ls zonas cubiertas por la prospeccién arqueolégica del asentamiento tarasco de Teintzuntzan en Fuente: elaborcin propia. 26 Pollard 983). ‘ene elaborcin prop. ened dal Lago de Patzouaro, rein México Figura 4. Mapa del Lago de Pérecuaro mostrando los sitios arqueolégicos registrados las onas de prospeccién, Fuente: aboracion propia, "igura 3. Mapa que muestra los principales asentamientosenlacuenca de Pitzcuaro de alrededor de 1525 (basado en Gorenstein 7 Erongaricuaro WN comeera Lima del to BB campos TS PusdicsActuaies i Lo Figura 5 Forografia aérea que muestra el asentamiento de Erongaricuato, ndicando el érea de prospeccién ylos limites del sitio arqueologico. Fuente: elaborain propia Erongaricuaro Figura 6, Este mapa muestra en decalle las éreas incluidas denteo de la prospeccién de la zone alrededor del pueblo de Erongarisuar. Fuente elaboracién propa. 28 Querdtaro ss ; 4 Vi. . Figura 7. erritorio del imperiotarasco del siglo xv1, mostrando las zonas de prospeccién arqueoldgica de cobercura coral Fuente: eaboracién propia. Fase Urichu Temprano Fase Tariécuri (2.C. 900-1100) (A.C. 1350-1520) Figura, Cambios ens asentamientosrevelados porlaprospeccién,durantelafases Urichu temprano (900+11004.C)y Tariécuri (1350-15204). Fuente: elaboracin prop. 29 HELEN PERLSTEIN POLLARD ‘BipioGRaria ‘ARNAULD, Marie Charlotte, Patricia CaRot y Marie-France FAUVET-BERTHELOT 1993 Argueologia de Las Lomas en la cuenca lacustre de Zacapu, Michoacén, México, Cuadernos de Estudios Michoacanos 5, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, México. ARNAULD, Marie Charlotte y Brigitte FAUGERE-KALFON 1998 “Evolucién de la ocupacién humana en el Centro-Norte de Michoacan (Proyecto Michoacin, ceMca) y la emergencia del Estado Tarasco” en Génesis, culturas y espacias en Michoacén, edi- tado por V. Darras, Centre d’Etudes Mexicaines et Centraméricaines, México. Beck, Robin A., Douglas J. BOLENDER, James BROWN y Timothy EARLE 2007 “Eventful Archaeology: the Place of Space in Structural Transformation”, Current Anthropology 48(0), pp. 833-860. BERDAN, Frances y Michael E. Smtrit (editores) 2003 The Postelasic Mesoamerican World, University of Utah Press, Salt Lake City. 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