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LA ECOLOGIA EN LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS por J. DONALD HUGHES fe J a FONDO DE CULTURA ECONOMICA anxtco TX. ACTITUDES DE LOS ROMANOS HACIA LA NATURALEZA. Los Romanos amaban su suelo nativo; estaban con- ceptualmente orientados hacia la tierra. Crefan fi memente que era la madre de todes, y Ia Mamaban mater terra. Sin ser nunca grandes navegantes, los romanos habian encontrado en su historia primitiva que la rica tierra de Italia lenaba todas sus neces dades esenciales, y esto se reflej6 en su actitud haci Ja naturaleza, La tierra podia haber provisto in- cluso a otras naciones, pero esto no interesaba mucho los romanos, Estaban seguros de que el campo de Roma y de Italia era cl mejor: fértil, situado en el centro y bendecido con un clima estable. Mis de lun autor romano proclamé que la conquista del mun+ do alteerénco por Roma fue debida a estas fae La mente romana se craters por_s_sentdo préctico y Tas actitudes romanas romai a_la_naturaleza_ Seance ee que el mundo esti destinado al uso de los humanos y procedian de un modo muy pragmético al. apro- vechamiento cle sus componentes. La caracteristica romana dominante se refleja en su religin y su lite- ratura, en su flosofia y u ciencia, Rara vez busearon 1 conocimiento por si mismo; parecian demandar’ siempreunaaplicacién prictica del esfuerzo intele Soi a oplcacibn prin del fueron tual. Junto a su sentido practico habia un fuerte 136 ACTITUDES DE LOS ROMANOS 137 deseo de orden, demostrado en su manera de ver la naturaleza igual que todo lo demas, Ningtin otro pueblo en los tiempos antiguos impuso una estructura fa su medio natural tan rigurosa y artificial como la “centuriacién” romana, un sistema geométrico de division de Ja tierra en un tablero de cuadrados del mismo tamafio, usado desde el valle del Po al norte hasta ‘TYinez en el sur. Los cuadros atin se pueden ver claramente en fotograffas aéreas. La actitud hacia la naturaleza se reflejé en la reli- gién romana, la cual desde los primeros. tiempos contenfa un rasgo dominante de animismo, el sen- timiento de que los poderes espirituales se manifies- tan en el medio natural. Los primeros romanos fueron agricultores unidos por fuertes vinculos a la naturaleza; y su religién, siendo intensamente con- servadora, preserv6 los elementos agricola y animis- tas aun entre los habitantes de las ciudades de tiempos posteriores. La religién romana siempre tuvo un fuerte sen- tido de localismo, Ciertos lugares apatecian ante los romanos como si la naturaleza los hubiera dotado de poderes sobrenaturales, 0 numina. Alli fueron crigidos los templos y las capillas, debido a que sen- ‘fan que el poder divino era inherente al lugar mismo, ‘como parte de sus funciones naturales, aun antes de que hubiera sido consagrado especialmente pot los hombres a propésitos religiosos. Ovidio hablé de tales lugares en el Fasti: “Bajo el Aventino (colina) ha- bia un bosque oscurecido por la sombra de los ené nos; al verlo, podria uno decir, ‘Hay un espiritu 188 AGTITUDES DE LOS ROMANOS aqui.” No solamente los bosques: los Arboles, las rocas, los manantiales, los lagos y los rfos eran vistos de este modo. El area de actividad volefnica cer- cana a Napoles, con sus cuevas sulfurosas, eseapes de vapor, aguas termales y suelo movedizo, se crefa que era excepcionalmente sobrenatural y alli fueron ubicados famosos orculos. ‘Los objetos naturales que provecaban admiracién Y Tespeto entre los romanos inclufan manantiales como el Fons Bandusiae, motivo de una de las odas de Horacio, y arboles como el arbor felix, bajo el cual la costumbre requeria el cabello cortado del sacerdote de Jiipiter. Los bosques, como se dijo an- tes, eran morada de espititus y, como en Grecia, eran protegidos contra cualquier dafio. A los caba- los, por ejemplo, no se les permitia estar en el bosque de Diana, en Aricia. Pero el sentido practico de los romanos se afirmé aqui, y Catén el Viejo cita una oracién que se pronunciaba sacrificando un puerco antes de derribar Arboles en un bosque sagrado, para suavizar los sentimientos de enojo del dios o de Ja diosa que alli vivia, cualquiera que fuera, Una oracién tal aminorarfa, por supuesto, la proteccién religiosa de un bosque sagrado, De la misma forma, tuna piedra sacra podia ser trasladada al lugar mas apropiado, levando su mimen con ella, La religién romana no dejaba de venerar los lu- gates silvestres, las selvas y montafias; pero era pre- dominantemente agricola, reflejando la observancia + Ovidio, Fasti, ACTITUDES DE LOS ROMANOS 139 primitiva de las familias de agricultores apegadas a Ja tierra que para su supervivencia dependian de los ciclos y cambios de la naturaleza, El calendario romano se bas6, pues, en el afio agricola, y sus com- plicadas series de festivales fueron dictadas por la sucesién de actividades en la granja ancestral, de enero a diciembre, desde la caida del arado en la ‘marca de la frontera en Gompitalia a los festivales de Saturn y Bona Dea, ambas deidades del suelo. Virgilio cantaba a su tierra nativa de Italia con las imégenes de la antigua religién agricola: ;Salve, gran madre de las cosechas! jOh tierra de Saturno, salve! {Madre de los hombres! Los romanos adoraron siempre a los grandes dioses del politefsmo indo-europeo; esto puede sor demos- trado por la lingiiistica de los nombres de los dioses como Jépiter que legaron a Halia con el antiguo idioma latino, Estos dioses estaban asociados al me- dio ambiente y particularmente a los aspectos rela- cionados con la agricultura. A Jépiter, por ejemplo, Jo vefan como el que atrafa las Huvias, Pero a los dioses trasladados a Italia por los antecesores lingtifs- ticos romanos se agregaron muchos otros de origen local. De hecho, Jos dioses y diosas romanos fueron innumerables, y su jerarqufa iba desde Jas grandes deidades como Diana, diosa de los bosques y de las criaturas silvestres, hasta los espiritus locales de los manantiales como Juturna, Los romanos poseian. 2 Virgilio, Las Gedrgicas. 40 ACTITUDES DE LOS ROMANOS dioses de las casas, de la granja y del almacén —los penates— y de los campos —los lares—. ‘Todo lo que podia ser nombrado pareefa tener una deidad propia. Un dios 0 una diosa cuidaba de una cosecha agricola importante: Ceres era In diosa del grano, Liber dios del vino, Robigus protegeria las cosechas de enfermedades, etc, Mis atin, cada actividad ma- yor o menor de la granja tenfa una deidad que podia ser propicia para el éxito, como Vervactor para cuando se araba por primera vez, Repaca- tor para la segunda arada, Imporeitor para el rasteeo, Insitor para la siembra, y asi aumentaban incluyendo a Esterculius para la fertilizacién. Se han conser- vado largas listas de tales deidades. En las orillas se escondian los dioses salvajes de las montafias y los bosques: Silvano, los faunos y otros mis, A la religién romana no le ingnietaba demasiado la definicién cuidadosa de la naturaleza y el papel de los dioses, los problemas de la ética. Le impor- faba el ritual, que estaba hecho con un fin especiti- co: el control del medio a través de la cooperacién de poderes invisibles que regian aquél. Cuando un romano se ditigia a alguno de sus dioses, podia usar la expresién do ut des, “doy para que ti des”. La oracién y el sacrificio eran ofrecides menos para hon- rar a los dioses que para inducirles a otorgar un resultado deseado, y ciertamente no por amor. Una ofrenda podia ser hecha para devolver un favor ya ecibido o porque se habfa hecho una promesa pre- via de dar al dios algo, si concedia lo que se deseaba, Presumiblemente, si el dios no contestaba al pedido, ACTITUDES DE LOS ROMANOS or no obtenfa nada, Los esfuerzos para controlar la naturaleza a través del rito fueron may persistentes entre los romanos; cuando no tentan éxito, la falla podia ser atribuida a las deficiencias de la ceremo- nia, Se crefa que si el oficiante cometia cualquier error, ya fuera en las palabras 0 en Jas acciones, el ritual perdia su efecto y por lo tanto exigia repeti- cin, Las personas cuya presencia podia contaminar tun sacrificio, como los asesinos y la mayor parte de los extranjeros, tenfan que ser excluidos. Los pre- sentes estaban obligados a observar limpicza ceremo- nial y silencio. Los romanos sacrificaban a los dioses_ solamente aquellas cosas que contenian el principio de la vi Yinicamente animales y plantas de la agriculturay sus productos con muy pocas excepciones, Se podia ofrecer pasteles, fruta, vino, queso, leche y otros derivados como también sacrificios sangrientos de puercos, ovejasy bueyes; y a menudo un animal representativo de cada rebafio del granjero. Ademis del sacrificio y la oracién, los romanos practicaban numerosas acciones rituales con la intencién de con- trolar el medio y ahuyentar el mal. Muchos de estos ritos eran, al parecer, magicos, como la circunam- bulacién, que consistia en dibujar wn eireulo sagrado alrededor de los campos para excluir las influencias malignas. ; tra prictica que debe ser mencionada es la a vinacién, la cual descansa en la creencia de que el ‘medio. natural revela al hombre la voluntad de los poderes sobrenaturales, En particular, el. vuelo 0 142 ACTITUDES DE LOS ROMANOS. cl Tlamado de las aves, tas acciones de los animales, especialmente de los silvestres, el relampago y cl trueno eran observados e interpretados por hombres instruidos en estos asuntos. Los é1ganos internos dé Jos animales sacrificados, especialmente el higado, eran examinados para ver si contenfan sefiales © for ‘mas especiales. Para los romanos como para otros pueblos antiguos, el mundo estaba leno de dioses, y los seres humanos eran sabios al cuidar sus propios pasos. El sentimiento de que el medio ambiente na- tural es el resultado de acuerdos divinos y no debe ser alterado indebidamente 0 de modo masivo, fue introducido en la mente del comtin de la poblacién y produjo una actitud conservadora a este respecto, aunque no fue suficientemente fuerte para evitar la ejecucién de obras de ingenieria espectaculares planeadas por los romanos. Ticito dice que una desviacién de las aguas del Tiber fue detenida como expresién de esos sentimientos, pero esto fue una rara excepcién. En Ia religién, tanto como en muchas otras cosas, Jos romanos sentfan Ia influencia profunda y pe- netrante de los griegos. Tnicialmente, sus dioses fueron identificados con los dioses griegos, quienes eran mas 0 menos similares, y los mitos de los dio- ses hielenos fueron atribuidos libremente a sus simic ares romanos. Conforme pasaron los siglos, las ideas romanas y griegas se mezclaron inextricablemente, tanto que lo que dijimos en el capitulo vm con res- pecto a las actitudes de los griegos podria ser cierto hasta cierto grado si lo referimos a las actitudes de ACTITUDES DE LOS ROMANOS 143 Jos romanos en el periodo posterior a Ia extensién del Imperio sobre el mundo griego. ‘Liegaron también a Roma influencias religiosas del Asia Menor, Egipto y Persia. Particularmente astrologia que con sus tcorias implicitas del determi nismo ambiental se volvié excepcionalmente popular en Roma y afecié el pensamiento referido a la ma- nera de actuar de la naturaleza. La astrologia ensefia que la vida humana esté determinada por las posi- cones cambiantes de las estrellas y los planetas. Se considera que varias zonas de Ia tierra estin bajo de diferentes constclaciones del zodfaco liferencias exis- Ja influenci y los planetas, lo cual explica las tentes entre las personas y los animales. Tal sistema de creencias deja poco lugar a la idea de que los seres humanos son capaces de producir cambios en el medio, y asi tiende a hacer intitil el estudio de la interaccién humana con la naturaleza —o cuando menos esa parte de la naturaleza que corresponde ala Tierra, La literatura romana contiene innumerables cele- braciones a Ia belleza de la naturaleza, tanto en st forma silvestre como en In domesticada, De hecho, este es un tema dominante y repetido. Como expres6 Plinio el joven, “No hay nada que te dé a tio a mt tanto placer como las obras de la naturaleza”.* De~ bemos hacer notar a este respecto que los. romanos estaban siguiendo una tradicién literaria de descrip- cién de la naturaleza que habian heredado de los 4 Plinio el Joven, Epfstolas. 4 ACTITUDES DE LOS ROMANOS riegos de Alejandria, siones podrdn reflejar sentimientos convencionales { que algunas de sus expre- més que sentimientos originales del autor; pero. los romanos tenfan sus propias tradiciones de literatura agricola que se remontaban por lo menos a Cat6n el Viejo. En tan alta es buena literatura en este campo que, al ordenar la des- truccién de Cartago, el Senado hizo, a pedido de Catén, una excepcién con el libro sobre agricultura de Mago, el cartaginés. Este libro fue traducido del fenicio al latin y, aunque tard6 en afectar Ia préctica romana durante sit mejor fase de labranza en los dias de Cincinato, influyé en los escritores romanos ima tenfan los latinos la clisicos que trataron temas de agricultura: Catén, Columela, Varrén y Virgilio. La tradicién literaria no podria por si sola:explicar la riqueza y varie- dad de imagenes de la naturaleza en la literatura romana; la mayor parte de los autores habia contem- plado la naturaleza, y sentia un goce genuino en me- dio de la belleza de su ambiente natural Gon gran frecuencia, los escritores romanos descri- ben escenas que les eran familiares desde la infa “Si hemos vivido algiin tiempo entre montafias bosques, nos gozamos en ellos,”* observ Cicerén. Muchos autores habfan salido de Roma a vivir en Jos pueblos de Ia campifia italiana, lo que ayuda a explicar Ja profundidad de sus sentimientos por Jos paisajes rurales. Un pasaje de Virgilio tipi esta clase de descripcién del paisaje: * Cicerén, Sobre la amistad. i 5 5 2 a 4 ; 5 i - 5 e 3%, £ iS rio, zona que se ha conservado gracias durante més de un mi E 3 5 E Peneo 16, Curso del histérico 1 1 de Tesalia, superior de la Hanura aluvi LOS ROMANOS 145 ACTITUDES DE Por ahora Jos teches de la casa de campo humean a ia distancia y grandes sombras caen en las elevadas En la gran época de la literatura latina, Roma estaba altamente urbanizada, y se hizo comin entre los escritores trazar un contraste entre Ja vida urbana y la del campo, subrayando las ventajas de la tlti- ma y los efectos viciosos de la anterior. Era una conviccién genuina entre los romanes que Ia vida rural era superior moral y fisicamente a la vida ur bana, Horacio escribié que le disgustaba ir a Roma y queria retirarse a un hermoso lugar en el campo, y las descripciones de Juvenal sobre la. ciudad son po- sitivamente horripilantes en su verosimilitud, En las Geérgicas Virgilio describe con evidente goz0 los sen- cillos placeres de Ja agricultura, el cambio de las estaciones y los deberes clel ganadero, No hay alaban- za similar a las amenidades de la capital Las glorias de la naturaleza silvestre también son cantadas por los escritores. “; Ame yo los arroyos y Jos bosques!”,* implora Virgilio. Por todas partes describe los arroyos que caen por cafiones rocosos y se complace en nombrar los picos de las monta~ fas, Aunque éstas son descritas en términos lébregos y de terror por algunos romanos, otros gozaban es- tudidndolas y subjendo a ellas para tener vistas més amplias. Lucrecio habla del alpinismo como una experiencia personal, Séneca pidié a Lucilo que hi- 5 Virgilio, Belogas, © Virgilio, ob. et 146 ACTITUDES DE LOS ROMANOS icra observaciones para él escalando el Etna y esté registrado que el propio emperador Adriano subié al Etna y al Casio para ver Ia salida del sol. La curiosidad y el deseo por el goce estético parecen haber sido los motivos principales de estas hazafias. Més pruebas sobre el goce romano en la naturaleza nos vienen de Ja pintura y del arte de los mosaicos, donde Jos artistas (probablemente siguiendo mode- los griegos que se han perdido) muestran escenas al aire libre de sorprendente naturalismo, Las paredes y los pisos de Pompeya y los palacios de los empe- radores estin cubiertos de motives artisticos natura- les: Arboles, montafias, paisajes marinos, pAjaros, mamiferos y criaturas del mar. Algunas veces los ‘objetos de Ia naturaleza estin tratados en un estilo altamente amanerado o grotesco, pero a menudo in- tentan engafiar la vista haciendo creer que se trata lel objeto mismo, Aqui Ia naturaleza esti concebida como fondo de la vida humana, En filosoffa, los romanos fueron seguidores de Ios gtiegos; influyeron en ellos las escuelas de Platén, icles y Epicuro, pero sobre todo la escuela es- toica fundada por Zenén y desarrollada por Crisipo y ottos. ‘Los estoicos ensefiaban que el mundo natural re- presenta el designio de la razén divina, En efecto, de acuerdo con el pantefsmo cstoico, Dios no sélo disefié el mundo sino que ocupa cada parte de él: es el alma del universo, En un mundo tal, todo tiene un lugar y un propésito, Como dice Cicerén en su explicacién de la filosofia estoica: AGTITUDES DE LOS ROMANOS: 147 ‘A-no ser que alguna fuerza la obstruya, la naturaleza avanza en cierta via propia a su fin de desarrollo to- tal... en el mundo de la naturaleza debe haber como tun todo un proceso hacia lo completo y Ia perfec- cia... No puede haber nada con posibilidades de frustrar la naturaleza como un todo, puesto que ella barca y contiene a todas las formas de ser... Ya que ces de tal carficter que la hace superior a todas las cosas ¢ inmune a Ia frustracién por nadie, sigue una necesi- dads el mundo es un ser inteligente y ademés un ser sabio.” El mundo esté dirigido por su propio principio de rarén y todo tiene un propésito racional, Las plantas existen por el bien de los animales, los animales por el bien de la humanidad y la humanidad para con- templar ¢ imitar la perfeccién del mundo, No todos los filésofos romanos aceptaron este modo de ver la naturaleza, Los epiciireos, representados jor el poeta Lucrecio, sostenfan que el universo no ee eee ingen Gene, una configuracién de Atomos en el vacto, destinada al cambio y a la decadencia, Los animales y las plan- tas, segiin sostenian algunos epictireos, no podian haber sido creados para el uso del hombre, porque mucha gente es necia y no hay suficiente inteligencia en el mundo para hacer valer Ia creacién. Pocos romanos, al parecer, aceptaron el punto de vista epictireo de que el mundo natural esti conducido por la casualidad esencialmente mecanicista y_ sin * Gicerén, Sobre la naturaleza de los dioses, trad. H. Rackman, 148 ACTITUDES DE LOS ROMANOS propésito excepto el de seguir a ciegas su propio camino, Pero muchos coincidieron con la idea de que el mundo esta envejeciendo y decayendo, que el suelo es menos fértil de lo que era anteriormen- te, y que Ia historia es un proceso de declinacién. Aqui la filosofia epictirea parece haber respaldado la doctrina mitica de que el mundo se estaba vol- viendo peor desde la antigua Edad de Oro descrita por Hesiodo entre los griegos y representada en la tradicién romana por el fabuloso reino de Saturno, ‘cuando la fértil tierra daba cosechas por si misma. Tuvieron la oportunidad de observar una porcién de tierra bastante extensa. Al conquistar y gobernar la cuenca del Mediterraneo y ticrras més remotas, tan diferentes como Bretafia y Mesopotamia, obser varon los distintos climas y las razas humanas que vivian en ellos. La conclusién a que legaron_mu- chos_de_sus geblogos_y filésofos Tue que el L msde re configura a la gente que vive en él, én_que_probablemente Te Tue sigerida oe ritos de Hipécrates y otros griegos. Esta doctri- determinismo _geogrific climatico ha iido-ina Targa y tenaz vida en la Nistoria dl ot [ditch nor poten evran en Mivcriaravarotonte inevitablemente ganaban ascendencia sobre “Aristételes hacia una reclamacion similar en fa Jos griegos. EI determinismo ambiental, por supuesto, ACTITUDES DE LOS ROMANOS: 149 no explica todas las diferencias observadas entre los pueblos. Algunos grupos que viven cerca unos @ ttos, en climas virtualmente idénticos, tienen carac- teres y costumbres completamente distintos. Polibio hizo notar que las tribus vecinas, en Arcadia, tenian ‘temperamentos divergentes y atribuy6 la diferencia a los distintos rasgos culturales, Sostenfa que la cos- tumbre y la cultura y no sélo el medio ambiente, determinan el comportamiento de la gente, concepto con el cual algunos escritores romanos estuvieron de acuerdo. A estos factores, otros intentaron afiadir el determinismo astrolégico descrito antes, Contrapuesto a la idea de que el medio determi- na la expresién de la naturaleza humana es el con- cepto de que la humanidad puede cambiar el medio natural. Los fildsofos romanos dieron expresién a esta tiltima creencia tanto como la primera. Al ala- bar la habilidad del hombre, Gicerén describe todas las cosas que aquélla puede hacer para nosotros, cluyendo Ia agricultura, la domesticacién de los ani- males, la construccién, la silvicultura, la navegacién y la hidrologia; y concluye con esta reflexi6n: “Por {iltimo, por medio de nuestras manos nos esforzamos ‘en crear algo como si fuera un nuevo mundo den- tro del mundo de la naturaleza.”* Los latinos, tanto © mis que cualquier otro pueblo de los tiempos antiguos, se esforzaron en crear esta “segunda natu- raleza” de factura humana, y pudieron ver Jos im- presionantes resultados de su propio trabajo por todos 8 Horacio, Odas. 150 ACTITUDES DE LOS ROMANOS lados. La aseveracién de Gicerén es otra muestra del sesgo utilitario y manipulante que tuvieron las actitudes romanas, La filosofia estoica vio la habilidad del hombre para cambiar el medio como resultado de Ja parti- cipacién de la humanidad en la vida ereativa y ra- cional del propio mundo natural, El disefio racional del mundo incluye disposiciones para las actividades humanas; como Séneca lo sefialé, los metales estén escondidos en la tierra, pero la humanidad pose la habilidad para descubrirlos. Desde este punto de vista, el hombre es el encargado de cuidar la tierra y las eriaturas estén también a su cuidado, Los es- fuerzos racionales humanos hacen la tierra més her- mosa, ¢s decir, més Gtil para los propésitos de la humanidad y, desde el punto de vista romano, la uti- idad y Ja belleza eran sinénimos. Los hombres mejoran las plantas y los animales a través de la domesticacién, Del mismo modo, la extensién de la eivilizacién es vista como una manera de llenar las deficiencias que existen en la naturaleza silvestre concebida como un “lugar para las bestias” © un “desperdicio estéril”. Los epictireos no compartian Ja fe estoica en un mundo trazado; velan los esfuer- 20s humanos més como una lucha contra la tendencia a la decadencia del mundo. Pero la actitud resul- tante es més o menos la misma: las bestias salvajes son como amenazas y su éxito en la lucha por la cexistencia, de acuerdo con Lucrecio, resulta de la as- tucia y el valor, o de la domesticacién y proteccién de la humanidad, ACTITUDES DB LOS ROMANOS: 151 Por otro lado, Gicerén pudo sostener que “lot pro- uctos de la naturaleza son mejores que los del arte” y muchos romanos observaron que Jas actividades humanas a menudo producen resultados que no son ni bellos ni iitiles, Plinio ef Viejo se lamentaba de la forma en que Ja gente abusa de su madre, la tierra. La doctrina de que la tierra esti cnvejeciendo y de- cayendo fue atacada por un sabio agricultor, Coli ‘mela, quien dijo que la culpa de Ja infertiidad no recae en una supuesta senectud o en “la furia de los elementos”, sino en una pobre agricultura.*” Un buen. agricultor sabe cémo restituir Ia fertilidad al suelo; pero aquellos que hacen mal uso de la tierra no deben sorprenderse cuando el resultado es una dis- minucién en las cosechas y Ia esterilidad. Las actitu- des romanas podian propiciar el sabio uso de los recursos de la tierra, con la mira puesta en la obten- cidn de resultados permanentes en el futuro, Una actitud hacia el medio natural de gran im= ra ra la ecologia es Ia curiosidad, el deseo” “mo trabaja la naturaleza, Los romanos estaban interesados y eran curiosos respecto de ella, pero fueron més bien observadores priicticos, rara ‘vez verdaderos hombres de ciencia, Plinio ef Viejo y ‘otros hicieron infinidad de compilaciones sobre he- chos poco usuales y ficciones sobre la naturaleza, pero dejaron de verificar sus reportes por medio de la observacién. Gran parte de la ciencia fue heredada de los grie- © Frontino, Aeueductos de Roma. 10 Thcito, Agricola. 152 ACTITUDES DE LOS ROMANOS 808, y en algunos campos, como la medicina, quedé fen manos helenas durante el periodo del poder x0- mano. i coe arquitectura y tecnologia me- cénica, Jos romanos hicieron algunos avances que se basaban en la ecologia, Jos cuales serdn dlecutidos cen los siguientes capitulos, X. EL EFECTO DE LA CIVILIZACION ROMANA Y EL MEDIO NATURAL Los castmios efectuados por los romanos en el medio fueron notables y de vasto alcance, porque Roma excedié a todos los pueblos del Mediterrineo en preparacién técnica y habilidad para organizar; y porque el drea que estuvo bajo su dominacién y su influencia constituyé el mAs grande imperio de la his- toria hasta ese momento, Avatientos y pricticos, con una voluntad activa para explotar en su propio provecho a otros y al mundo que los rodeaba, los romanos dejaron tal huella sobre la tierra que puede ser encontrada no sélo en su nativa Italia, sino par- ticularmente en las tierras nuevas del oeste y del norte, donde sociedades téenicamente menos desarro- ladas cedieron ante sus armas y sus esquemas de negocio, La huella latina también se presenta en un grado sorprendente al este y al sur, donde civili zaciones més antiguas ya habfan alterado y empobre-~ cido en alto grado el medio, Las demandas romanas sobre la naturaleza fueron sentidas més all de las fronteras imperiales, donde el comercio, las campa- fias militares y la introduccién de la tecnologia lle- varon la influencia de Roma. La pérdida de los bosques fue el cambio més extendido y notorio provocado en el medio natural por a actividad romana, La desforestacién se hizo més lenta al norte y al oeste —donde Ia precipitacién 153 154 LA CIVILIZACION ROMANA pluvial era mayor—, que al este de la cuenca del Mediterraneo. Dos generaciones después de Platn se lamentaban de la pérdida del bosque del Atica. ‘Teofrasto todavia puclo reportar que Italia y Sicilia, y el Lacio en particular, estaban lenos de bosques. ‘También relata la encantadora historia de la legada de Jos primeros colonizadores a Cércega, donde en- contraron altos arboles creciendo tan espesamente y tan cerca de las costas que los mistiles de sus barcos eran rotos por grandes ramas que se extendian sobre el agua. Los escritores romanos indican que Italia tenia extensos bosques, algunos de ellos tan espesos y peligrosos que era casi imposible pasar por ellos, como el Ciminiano en Etruria. En tiempos mas an- tiguos, el sentimiento religioso pudo haber inhibido su tala, pero Catén cita una oracién para ser dicha antes de cortar los Arboles aun en un bosque sa- grado, que empezaba con la férmula, “Ya sea que seas dios o diosa, a la cual este bosque est consa- grado...” Los Arboles eran la fuente principal de combustible para los romanos, quienes quemaban lefia o la reducfan a carbén, Mucha madera era usada en la construccién, aunque la evidencia en arquitectura indica que, probablemente debido a la escasez de este recurso y al costo de importarlo, fue reemplazado por ladrillos y piedra en los edificios romanos, La construccién de barcos utilizS grandes cantidades de productos forestales, incluyendo made- a y brea, particularmente durante las guerras contra 3 Plinio ef Viejo, Historia Natural, LA CIVILIZACION ROMANA 155 Cartage, y més tarde, cuando fueron construidas grandes naves, Mayor cantidad de madera se reque- ria para las operaciones militares en tierra, especial- mente para Jos aprestos destinados a los sitios y el transporte en general “Todas estas demandas significaron la desaparicién de las florestas en las reas establecidas y en las costas accesibles. La ubicacién de los bosques en terreno Aspero, lejos de las ciudades y puertos, tendia fa preservarlos por el costo creciente del transporte. Los bosques de tierras bajas eran talados para el cultivo, Lucrecio noté que Ia poblacién forzaba el re~ tiro de los bosques cada vez més alto en las mon- tafias y Ia utilizaci6n de los terrenos bajos para la agricultura* Sin embargo, ni siquiera en las mon- tafias estaban seguros: los pastores los incendiaban para mejorar el pastoreo, Los troncos de las monta~ fias eran enviados a Roma flotando por el rio Tiber y ocasionalmente por rfos similares en otras partes del imperio, Los mejores puertos con astilleros esta- ban localizados en las desembocaduras de los rios que bajaban de las montaiias boscosas, de donde los tron- cos podian bajar flotando, Los méstiles debian ser fabricados de Arboles altos y derechos, que no se podlian encontrar fécilmente sino en las regiones mon- tafiosas. Los pinos fueron importados a Roma del Mar Negro, Tiberio César tenfa troncos de alerce, uno de ellos de 40 metros, traidos de los Alpes réticos. 2 Michel Rostovizeff, Historia social y econdmica del imperio romano, 2 edicién, 2 vols., Oxford University Press, Londres, 1957. 156 LA CIVILIZACION ROMANA Con el fin de obtener madera, los romanos hicie- ron algunos esfuerzos para desarrollar plantaciones de drboles cultivados en los lotes boscosos de las granjas, y algunas veces usaron la irrigacién con este propésito, Pero la mayor proporcién_maderil era importada de varias regiones del Imperio en un significative y extenso comercio maritimo, La _ma- dera pesada provenia sobre todo de las regiones ‘montafiosas con mayor precipitacién situadas al nor- te, mientras que las maderas especiales venfan del este y del sur, tales como el cedro del Libano y los “citricos? del norte de Africa, Debido a que su comercio era muy importante para fines militares, el gobierno lo promovié y lo regulé rentando los bosques del Estado a explota- ores privados. La suspensién de los envios de ma- dera podia ser un arma contra los enemigos poten- ciales 0 verdaderos, y fue usada contra Rodas en Ja primera mitad del siglo m ac. La desforestacién de gran parte de Italia y de las provincias romanas fue desgraciadamente perma- nente. Los suelos de piedra caliza porosa, comunes en Ia regién, no se recuperan bien de la desfo- restacién: después de ser removida la cubierta na- tural, la erosién viene répidamente en las cortas pero torrenciales tormentas del Mediterraneo, y las cabras generalmente comen los pequeiios Arboles que comienzan a crecer. AdemAs habia incendios fre- cuentes y deliberados hechos por los pastores, agri- cultores y_soldados. i Entre los resultados de esta permanente tala es- LA GIVILIZACION ROMANA 157 taban las immdaciones y la erosién fuertemente ace- Jerada, Sin Ia cubierta de drboles, las laderas no podian retener el agua que cafa sobre ellas; torren- tes siibitos descendian a las planicies y a las ciudades ajas. Roma sufrfa de tiempo en tiempo serias inun- daciones en las reas poco clevadas de la ciudad, sobretodo en el Foro y el Circo Maximo, que obli- garon a construir un extenso drenaje subterrineo para desalojar las aguas, La primitiva cloaca mi ma tenia por objeto principal servir como drenaje fa las tormentas més que como alcantarilla, aunque servia para ambos propésitos, y fue seguida por otros drenajes. El enfangamiento de las tierras bajas, los lagos, y la costa mediterrdnea crearon nuevos pan- tanos y alteraron grandemente el litoral empujén- dolo, en algunos casos, muchos kilémetros mar aden tro, Esto perjudicé muchas ciudades puertos. Pesto decliné cuando su puerto se enfangé y Ostia, en la boca del Tiber, fue mantenido solamente por la cons- truccién periddica de nuevos fondeaderos ya que los vviejos quedaban aislados 0 Menos de escombros le- yados por el rfo, Mucho tiempo después, Ravena, el principal puerto romano en la costa del Adriaiti cco, perdié su acceso al mar por un proceso similar. La erosién hizo que provincias completas —notable- mente Siria y el norte de Africa— declinaran su capacidad de mantener sus poblaciones. Los depé- sitos de roca, arena y lodo arrastrades por los arro~ yos mediterrineos tras 1a desforestacién fueron has- ta de diez metros de expesor en muchos lugares. Es- tos materiales fueron trafdos de las alturas, donde 158 LA CIVILIZAGION ROMANA. Jas laderas de las colinas, privadas de su cubierta natural de vegetacién, pierdan también su capa de tierra, Sin bosques que retuvieran el agua y Ia Ile- varan més despacio a las Areas bajas, muchos ma- nantiales y pequefios arroyos se secaron, segiin el tes- timonio de varios escritores de entonces, Durante Jas Iuvias, el agua en algunos de los acueductos se Menaba de Jodo, Los pantanos creados por depési- tos de la erosi6n presentaron otro peligro por la ma- Jaria, que se extendié en Roma en el siglo m as traida posiblemente de Grecia. El campo més bajo cerca de Ia ciudad de Roma presenta un ejemplo notable de inundacién, desarrollo repetido de maris- mas y el problema endémico de la malaria, debido a Ia erosién de Jas tierras altas. Los romanos pe- riédicamente se embarcaban en ambiciosos progra: mas de drenaje de las marismas, destruyendo el hi Ditat de la vida silvestre; pero muchos de los nuevos depésitos aluviales quedaban demasiado bajos para ser drenados eficientemente, y nunca fueron com pletamente aprovechados en todo el periodo del Im- perio romano, El drenaje de las tristemente famosas marismas Pontinas no fue logrado antes del siglo xx porque eb problema bisico de la erosién y del dre- naje era crénico, EI uso de animales salvajes constituia una ruda explotacién y puede servir de evidencia del trata- miento general de la naturaleza, Mientras que los antepasados habian vivido de Ia eaza y mucha gen- te de los distritos distantes aun lo seguia haciendo, para los romanos en general era un motivo de depor- LA GIVILIZACION ROMANA 159 te © de negocio. Los mosaicos ilustran tales activi- dades mostrando perros de presa_y haleones —Ia cetrerfa con halcones y Aguilas fue introducida a Roma desde Persia. La cava era un deporte privado en Roma, aunque ciertes privilegios, como as ca- cotfas de leones, estuvieron en un tiempo reserva~ das_al_ emperador. Los grandes propietarios romanos tenian general- mente cotos de caza reservados para ellos y sus in- vitados y también construfan recintos para criar aves de caza, Mataban y comian muchas més clases de pAjaros que las que se acostumbra hoy. No solamen- te cazaban las clases altas; también lo hacfan oca- sionalmente los campesinos matando ee juefios para su alimentacién, y a los depredadores 08 to alknansaien_pxoans tebation, Elie te bolo maternal de la fundacién de la ciudad, fue exterminado en las Areas mis habitadas. Roma requeria animales silvestres y productos de Jas provincias del Imperio y dle lugares mis remo- tos. El marfil de Africa y de Ia India era usado en obras de arte incluyendo enormes estatuas de oro, e incrustado en muebles de toda clase. Tablillas de marfil para escribir, escritorios, cucharas y otros ob- jetos fueron populares entre los romanos, Las pieles de animales salvajes eran usadas para confeccionar ropa y accesorios, y las plumas de avestruz y de otras aves servian de adorno en los uniformes mili- ares y en otras ropas, Pero la industria de especticulos, que inclufa la exhibicién y muerte de innumerables fieras, fue més 160 LA GLVILIZACION ROMANA. ruinosa y destructiva que cualquier otra caracteris- tica de la cultura romana, Los espectaculos presen- tados en los anfiteatros para diversién de la. gente inclafan animales que podian hacer suertes y tomar parte en desfiles y funciones para complacer los gus- {os romanos, que desembocaban incontroladamente en el sexo y Ia violencia. Algunos de los. animales més raros eran exhibidos meramente como curios: dades, pero mas a menudo eran mutilados y muer- tos, Las venationes 0 cacerfas, en las cuales hombres armados, y algunas veces la caballerfa pretoriana cazaban, constitufan la parte principal de los espec- taculos, y eran un motivo usual en mosaicos y pin- turas. Se ponfa en escena Iuchas entre animales aci- cateados y enloquecidos —por ejemplo entre un rinoceronte y un toro. Gente sin armas o pobre- mente armadas, generalmente criminales condenados —incluyendo a aquellos culpables del. “‘rimen” de pertenecer a una religién ilegal como el cristia- mo— eta expuesta a las fieras hambrientas: leo- nes, Ieopardos y osos, Se construy6 debajo del anfi- teatto jaulas especiales, provistas de elevadores y rampas para evar las bestias a la arena sin peligro para los espectadores. Los romanos de todos los ni- vveles sociales, desde el emperador hasta la gente del pueblo, asistian a los juegos y gozaban un espec- taculo que slo puede ser calificado de sidico; y los ‘seritores, con raras excepeiones, describian Ios jue- gos con aprobacién, La variedad y el vasto mimero de animales sal- vajes muertos debe constituir una gran preocupacién LA CIVILIZACION ROMANA 161 en este libro, Solamente Tos animales mis grandes eran usados en Ta arena, ya que tenfan que ser vi bles a miles de personas a la vez. Pero toda clase de grandes mamiferos, reptiles y aves eran impor tados del imperio, Europa, Africa y Asia y de tan, Iejos como la India y Tailandia. Los elefantes fue~ ron vistos por primera ver en Roma en el aiio 275 a.c., cuando Pirro de Bpiro los trajo a Ttalia en su campaiia militar, Noventa afios mis tarde, se podia ver avestruees, leopardos y leones, y en el filtimo siglo de la Repiblica, hipopétamos, cocodrilos y ri- nocerontes que hicieron su entrada desde. Egipto. Gésar mandé un lince de la Galia; Augusto exhibié tigres de la India y NerOn oso polares cazando fo- cas. El niimero de animales muertos, que Ilegaba al centenar en un solo dia, es fenomenal. Augusto hizo matar 3500 animales en 26 venationes. En la dedicacién del Coliseo bajo ‘Tito, fueron muertos 9.000 en 100 dias, y Ia conquista de Trajano so- bre Dacia fue celebrada con la matanza de 11000 fieras. Puesto que habfa muchos anfiteatros por todo el Imperio romano, la enorme demanda de animales salvajes era abastecida por un extenso y organizado negocio de cacerfa, captura y transporte. Muchos encontraron empleo en esta empresa, que estaba le- jos de ser ficil, ya que las bestias tenfan que ser guardadas en buenas condiciones en pozos, redes 0 jaulas desde el momento de Ja captura hasta la en= ‘trega, como en el caso de Ia ciudad ce Roma, a la casa de fieras 0 vivarium fuera de la puerta Pre- 162 LA CIVILIZACION ROMANA nestina, Para la mayoria era un negocio privado sobre el cual el gobierno cobraba un impuesto de importacién del 2%%3 y muchos de los animales iban a parques privados. Los oficiales romanos es- taban fuertemente comprometidos en este comer- cio, y a veces usaban a los soldados para la captura de las bestias. De entre éstos, los. especificamente capturados para el emperador obtenian el alimen- to y Ia satisfaccién de sus necesidades, por confis- cacién de los pueblos por donde iban pasando —lo cual, considerando el ntimero y tamaiio de los ani- males, no era una carga pequefia para algunas las ubicadas en los caminos més transitados. Sélo al emperador Ie era permitido ser propictario de elefantes, y tenia un oficial especial, el procurator ad ¢lephantos, para cuidar de la manada imperial en Ardea; pero en tiempos de la Reptiblica no fal- taba algin ciudadano privado que impresionaba a sus amigos montando un elefante cuando salia a ce- nar. Los emperadores guardaban a menudo anima- Jes impresionantes de varias clases en sus palacios, y los ciudadanos ricos domesticaban algunas veces leo- nes y otras fieras como mascotas, Més a menudo tenfan gatos domésticos —terror de los ratones y de las aves canoras del jardin— que se extendieron des- de Egipto a través de Europa occidental, Dicho todo esto, es de sorprender que los romanos no siguieran cl ejemplo de los griegos helénicos de establecer z00- ogicos. Ciertamente hicieron pocos estudios cienti- ficos sobre los animales, aunque Galeno y otros médicos aprovecharon para estudiar Ia anatomia in- LA CIVILIZACION ROMANA 163 terna puesta a su vista por la mutilacién en Ja arena, El resultado de la captura fue Ja extincién de grandes mam{feros, reptiles y pdjaros de las Areas mAs accesibles a les cazadores profesionales y a los tramperos. Los propios romanos presumfan de esto, sefialando que estaban removiendo peligros para el hombre y Ia agricultura; pero también agotaron las zonas de caceria del norte de Africa, donde el ele- fante, el rinoceronte y la cebra se extinguieron, El hipopstamo fue diezmado en el Bajo Nilo tal como os Ieones en Tesalia, Asia Menor y partes de Siria. Los tigtes desaparecieron de Hireania en el norte de Irdn, la fuente mas cercana a Roma. Por su- puesto que estas criaturas fueron también cazadas por otra gente y por otras razones; pero la demanda romana de animales contribuyé efectivamente a ra: jear o a extinguir las grandes bestias salvajes en toda Ja cuenca del Mediterrineo. “El pescado era parte importante de a dieta. Los bareos pesqueros usaban redes, y se construyeron t0- res para descubrir los bancos de atiin y de otros ppeces capturados localmente, 0 salados e importa- dos de lugares tan remotos como Egipto, el mar Negro y la costa atlintica de Espafia. Los propic- tarios de tierras construyeron estanques de agua dul- ce y salada para criar peces, Iampreas y_ostiones 6. Ia venta, Los que tenfan Ia suerte de adquirir una propiedad en la costa extendian sus cercas y trampas para peces en pleno mar, Parte del ingreso del gobierno romano prove- nfa de la renta de los derechos de pesca a costas, destinados a su propia mes 164 LA CIVILIZAGION ROMANA lagos y rfos. Los alcances del agotamiento sufrido por las pesquerias son dificiles de determinar, pero hhubo de recurrinse a la importacién desde distan- cias Iejanas y a la propagacién artificial. Otros pro- uctos del mar fueron las esponjas y el miirice que proporcionaba un tinte caro. La minerfa era en Roma una forma extensiva de explotacién del medio ambiente natural. Habiendo aprendido la mineria y el trabajo de los metales de los expertos etruscos, Ios romanos conquistaron Etru- ria y comenzaron a trabajar las minas, a funcir me- tales y a manufacturar, con étos, diversos articulos. Algunos yacimientos de Etruria producian miles de toneladas de mineral de oro cada afio, Conforme crecié el Imperio romano, las minas fueron estable- cidas en todas partes, pero particularmente en Espafia, Galia, Bretafia, Macedonia, Dacia y las pro- del Danubio; y se desarrollé un activo co- mercio de importacién y exportacién de metales con tierras tan distantes como la. India, Los italianos to- maron posesién de las antiguas minas del oriente del Mediterrinco, Algunas ya habfan sido agotadas, pero en las famosas minas de Laurio, pudieron me- jorar la técnica de fundicién para volver a extracr plata y plomo de los montones de escoria, Este es tun buen ejemplo de reciclaje; los métodes moder- nos, han hecho posible, a su ver, una segunda ex- traceién de la escoria romana, Los romanos usaron mineria de lavado ¢ hidréu- lica cuando les era posible y minerfa a cielo abierto de preferencia a la subterrénea, Sus ténicas eran \ LA GIVILIZACION ROMANA 165 inadecuadas para trabajar minerales de baja ley. Asi, pricticamente no dejaron en la superficie yaci- mientos con mineral de buena ley que no hubieran sido explotados. I trabajo en las minas se volvid més duro y exigié una habilidad técnica mucho ma- yor; el mineral de facil obtencién se agoté, de ma- nner que os mineros se vieron forzados a excavar en profundidad. T\incles reforzados con soportes de madera o piedra se extendian por kilémetros y al- canzaban profundidades de ciento setenta metros. Los problemas del drenaje, el abastecimiento de aire y el costo hicieron inaccesibles mayores profundi- dades, Las herramientas de los mineros cambiaron poco a través de los siglos. Se usaba pico de metal fami- liar y pala, martillo y cufia, La roca era removida caldedndola y luego echiindole agua para enfriarla ripidamente, 0 golpedndola con martinetes. Las ve~ as de mineral eran excavadas por debajo y se pro- vocaba su caida removiendo los sostenes, Las ruc: das de agua y la bomba de tornillo de Arquimedes Jo mismo que simples cubetas de mano eran usadas para extraer el agua de las minas; pero en. muchos lugares se embalsaba los arroyos en direccién a las minas para echar el mineral al exterior. ‘Las condiciones de trabajo en los yacimientos ro- manos, como sucedié casi siempre en las minas an- tiguas, eran atroces. Los téenicos capacitados, libres © reducidos a esclavitud, dirigian a miles de escla- vos y criminales condenados, incluyendo hombres, mujeres y nifios, Los tiineles angostos y a menudo 165 LA CIVILIZACION ROMANA empinados, rara vez eran lo suficientemente altos para permitir otra postura que la de andar a gatas. ‘argando pesados sacos de mineral, los trabajado- res eran a menudo golpeados cuando se detenian a descansar, Los derrumbes eran frecuentes y el aire impuro, Vitrubio habla de las muertes bajo tierra debidas a gases nocivos y recomienda el uso de una limpara encendida para probar Ja naturaleza del aire, dificilmente un buen método si los gases son explosives, Es comprensible que los mineros se amo- tinaran en varias ocasiones; Ia decision del Senado romano en el siglo m a.c. qe prohibié la mineria cen la Italia peninsular fue probablemente motivada por el deseo de erradicar estos peligrosos brotes mis que a una toma de conciencia de la necesidad de conservar este recurso, Las condiciones en las mi- nas fueron sélo ligeramente aliviadas por las refor~ ‘mas sociales de los emperadores més licidos del siglo d.c., cuando se proporcioné, entre otras me- joras, bafios a los mineros, La mineria tuvo gran importancia para el Esta~ do romano, especialmente Ia referente al abasteci- miento de metales destinados a la acufiacién de mo- nedas. Las minas estaban_generalmente controladas_ por el estado pero ‘compaiiias privadas que proporcionaban la mano de obra y pagaban altas rentas culdadosamente regu- ladas, La Repiblica romana mantenfa el monopolio sobre las salinas y hasta cierto punto controlaba toda la mineria, tomando en cuenta consideraciones politicas internas y externas. Mis tarde el emperador LA CIVILIZACION ROMANA 167 mantuvo ciertos yacimientos, especialmente aquellos ‘que producian oro y plata, como si fueran de su pro- piedad, administrados por un oficial, el procurator patrimonii Muchas minas romanas se agotaron y fueron ce~ rradas, Esto perjudicé a la economia y al sistema monetario, ya que éste dependia de la acuftacién de oro y plata, La demanda de metales monetarios se volvi6 critica bajo el imperio de los Antoninos, que conquistaron Dacia para explotar sus minas. Las de estafio de Espafia, se agotaron a mediados del siglo m dic, y Jos romanos tuvieron que des atrollar las reservas de Britania que se encontraban més lejos. La minerfa italiana tuvo muchos efectos ambien- tales, Provocé una importante erosién, removiendo la tierra de las laderas y obstruyendo los arroyos. Se extrajeron sustancias venenosas como plomo, mer~ curio y arsénico. Los arroyos que habfan sido des- viados a las minas 0 que estaban contaminados por el desagtie de éstas, debieron Hevar sustancias vene- nosas rfo abajo y con frecuencia hasta los campos, donde eran usadas para la inrigacién. El mercurio beneficiado por un proceso que producfa vapor de mercurio, era usado para refinar oro y como adhe- sivo para laminar este metal precioso. El arsénico fue utilizado en pigmentos y medicinas; sus propie~ dades venenosis fueron conocidas. El doctor S. Colum Gilfillan ® ha sefialado serios 4 Gicerén, Sobre la naturaleza de for dioses, trad. H. Rackham. 168 LA CIVILIZAGION ROMANA y extensos problemas por envenenamiento con plo- mo, atribuyéndolos fundamentalmente al/ uso de tutensilios de plomo en la cocina y a sus efectos in- sidiosamente acumulativos y de larga duracién, como la causa no siempre reconocida de estas enferme- dades, aunque por supuesto algunios romanos recono~ cieron sus propiedades venenosas. Lucrecio y Vitrubio describieron los dafios sufridos por los mineros del plomo y el segundo previno contra el uso de tubos de este metal en los acueductos Podemos tomar como ejemplo a los trabajadores det plomo, quienes tienen un semblante afectado por la palidez, debido a que al fundirse el plomo recibe Ja corriente de aire, y sus emanaciones ocupan los miembros del cuerpo y los queman, robindoles las virtudes de la sangre. Por lo tanto, parece que el agua no debe ser traida en tuberfas de plomo si quere- ‘mos conservarla purat Las tuberias de plomo contaminan el agua si ésta es dcida, Giertas bacterias que a menudo se encuen- tran en los sistemas de agua proporcionan la acidez necesaria y disuelven el plomo. Los romanos pro- ducian mis plomo que cualquier otro de los pue~ blos antiguos anteriores a ellos y, a través del proceso de fundicién, agregaron cantidades apreciables de este metal a la atmésfera terrestre, Estrab6n comen- 16 que los homnos donde se fundfa el plomo tenfan chimeneas “de manera que el gas del mineral pu- 4 Vitrovio, On Architeture, trad. de Frank Oranger, 1. LA GLVILIZACION ROMANA 169 iera ser levado al aire, porque es pesado y mor tal”. Esto confirma os problemas de Ia severa con: taminacién local del aire en lugares cercanos a los hornos de las refinerias en a época del Imperio. El trabajo en las canteras para producir material destinado a los vastos proyectos de construccién del Imperio romano —incluyendo las famosas carrete~ ras, murallas y fortificaciones militares asi como edi ficios péblicos y privados tan grandes como el Co- liseo y los templos de Baalbek— fue Hevado a eabo de igual modo que la mineria y tuyo consecuencias similares, La mayoria de las canteras eran exeava~ iones abiertas en el campo montafior, con todas las desventajas de Ia denudacién atribuibles a la minerfa, Los romanos buscaban no solamente mér- moles blancos como los preferidos por los griegos, sino también mérmoles brillantemente coloreados y con vetas, granitos y pérfidos. Usaron, ademés, gran- des cantidades de arcilla para ladrillos, azulejos de cerémica y alfareria, La piedra caliza, Ia arena y cel yeso eran imprescindibles para la mezcla y el con- creto, dos avances romanos en la industria de la construccién. Estos materiales eran Ievados a todo el Imperio y a menudo usados lejos de su lugar de tigen. Se ha encontrado restos de naufragios ro- manos que contenfan columnas, esculturas y_ gran- des estructuras arquitectnicas en el Mediterrineo. La agricultura fue la actividad econémica roma- na mis importante y més extendida, y —junto a la 5 Strabén, Geography 3, ¢. 146. 170 LA CIVILIZAGION ROMANA. silvicultura— la que tuvo mayor influencia sobre el medio. A pesar del considerable desarrollo urbano del Imperio, Roma se conservé como una sociedad bésicamente agricola que dependia del suelo y sus productos. La mayorla de la gente estaba ocupada en la agricultura, el sector mas importante para las inversiones financieras, La fortuna de la agricultura romana, afectaba por lo tanto, a todas las otras ac- tividades y constituia un excelente indicador del grado en que los romanos mantenian o dejaban de mantener una relacién sana con el medio natural. La agricultura estaba dividida en dos importan- tes clases de actividades: 1a ganaderfa y el trabajo agricola propiamente dicho —esto es, el trabajo del ganadero distinto del trabajo del agricultor con co- sechas sembradas, huertos y animales que podfan ser criados localmente, La cria de ovejas, cabras, y, en alto grado, el ganado vacuno, requerian de la tras- humancia, el traslado anual a praderas més hiime- das de Jas montafias durante el seco y largo verano mediterrdneo. En elevaciones més bajas, las prade- ras habrfan necesitado irrigacién, pero el agua es- casa se necesitaba generalmente para otros propé= sitos. El sobrepastoreo era una practica constante en Roma, igual que en todo el Mediterrdneo. El re- bafio, generalmente mezclado de ovejas y cabras, podfa remover eficazmente la vegetacién de las Ia- deras de las montafias; las ovejas comian el pasto y las hierbas incluyendo Ias rafces, y las cabras ra- moneaban severamente los arbustos y los Arboles. La, erosién resultante podia ser desastrosa, sobre todo LA CIVILIZACION ROMANA im cuando se combinaba con Ia desforestacién © con los incendios, ambos provocados por los pastores, para ‘mantener abiertas las colinas al pastoreo. El estiér- col de los animales no podia, generalmente, ser uti- lizado por las granjas durante los seis meses del verano cuando los rebafios estaban en Jas montafias. Algunas veces se permitia a las ovejas pastar entre Jos olives, pero las cabras dafiaban tanto los olivos como las vides y habia leyes que limitaban los In- gares donde podian pastar, Lox puercos eran leva~ dos a los bosques de encinos, hayas y castafios, don- de comian las bellotas y cualquier otra cosa que pudieran encontrar, o s¢ criaban dentro de las gran- jas. Ellos provefan la came més ‘pica de las mesas romanas, cuyos comensales generalmente comian con més variacién que los griegos. Los caballos se po- dian criar mis facilmente en Ttalia que en Grecia, pero siguieron siendo un lujo. La clase media rica era llamada “ecuestre”. Se adiestraba a los caballos para la guerra y para correr en el cinco romano. Mu- chos de ellos tenian que ser alimentados una parte del alo, asi que se dedicaba cierta extensién de tie- rma para cultivar pasturas. La alfalfa fue Hevada a Grecia desde Persia en el siglo v a.c. La disemina- cién de nuevas plantas, cultivadas y silvestres, ¢s una alteracién importante de los distintos ecosis- temas. es ‘La agricultura romana primitiva era muy similar ala ya descrita de Grecia. Las granjas eran peque~ fias, y Ia tierra era sada intensivamente, adecuéin- dola a los propésites més apropiados. Pero confor 172 LA CIVILIZACION ROMANA me Roma extendié su territorio, las propiedades de Jos ticos aumentaron considerablemente de tamafio y se convirtieron en ranchos dedicados a Ia gana- deria, Menor extensién se destind para el grano, importado entonces de provincias fuera de alia y grandes reas de tierra que hubieran sido iitiles para a agricultura fueron dedicadas al pastore. Todo este proceso fue ayudado por las Guerras Piinicas, en las cuales Roma gané los territories de ultramar de Cartago pero al mismo tiempo perdié cientos de pequefios agricultores. Las campafias de Anibal en la segunda Guerra Péinica, devastaron y despobla- ron la Italia rural. Roma, vietoriosa en la guerra, permitié que los ciudadanos mis ricos tuvieran el control legal o legal de la mayoria de las tierras abandonadas. Algunas de éstas fueron transforma- das en plantaciones trabajadas por cuadrillas de pri- sioneros, pero la mayor parte se dividié en ranchos ganaderos, manejados también econémicamente por unos cuantos esclavos diestros, Los esclavos prove- nian en gran cantidad de los numerosos cautivos de guerra, Para el siguiente siglo, la poblacién romana se repuso; pero no habia tierra disponible para esta gente porque ya se habjan apropiado de ella los ricos. La reforma agraria, eneaberada por los her- manos Graco, intent6 distribuir algunos de estos te- rrenos ptiblicos prioritarios entre los ciudadanos comunes. La redistribucién habria restablecido en sus tierras a un grupo responsable de pequefios agri- cultores, sujetos a un servicio militar periédico y habria destinado incidentalmente esa tierra de pas- LA GIVILIZAGION ROMANA 173 tizales en tierra de agricultura intensiva, Los propie- tarios frustraron en gran parte las reformas y los, hermanos Graco fueron asesinados; pero en el si- glo 1 ac. se consiguié el mismo efecto en algunas regiones, por concesiones de tierra a los militares ve~ teranos. Importaciones masivas de grano de Sicilia y del norte de Africa a Roma, subsidiado por la Re~ publica y vendido a menor costo a la gente del pue- blo, fueron hechas por los Graco, y en este punto st reforma tuvo éxito, minando la economia de la pro- duceién de grano en Italia y estimulando otros usos de la tierra, Cerca de las cudades se desarrollaron huertos-mercado que cultivaban productos perece- deros para el consumo local. Bajo la Paz Romana de César Augusto y de los primeros emperadores que lo sucedieron, florecié la agricultura en la vasta esfera de actividad del agrandado imperio. Las tie- rras de bosques fueron abiertas, a menudo con el estimulo del gobierno imperial. Obras de. irrigacién y drenaje fueron hechas en toda Talia y en las pro- vincias. Italia no necesitaba ser autosuficiente en agricultura, porque podia abastecerse con importa- ciones de sus distintas provincias. El trigo era pro- porcionado por Egipto, cuyas inundaciones, que 1 vez fallaban, Jo convertian en el granero del Medi- terrineo. Extensos bosques de olivos entraron en pro» duccién en la floreciente provincia del norte de Africa. Galia y Germania, por primera vez en la bi toria, se volvievon grandes Areas productoras de vino. Bl aspecto de la agricultura en los inicios del Imperio parece haber estado bien balanceado. Ha- 174 LA CIVILIZAGION ROMANA bfa lugar tanto para las grandes propiedades lama- das latifundios, para granjas y plantaciones especia- lizadas, como para las granjas-mercado mAs pequefias y cercanas a las ciudades. Los desastres que des- ‘truyeron Ta capacidad de la agricultura para man- tener la poblacién del Tmperio serdin discutidos en el capitulo referente a la cafda de Roma La agricultura romana desarrollé una considerable variedad en su larga historia, dentro de los limites del medio mediterrineo. Pequefias granjas domi naron durante Ia primera época de la Repéiblica; plantaciones especializadas de grano, olivos, Arboles frutales o vifiedos aparecieron, igual que las gran- jas suburbanas que producian fruta, verduras, le- che, huevos, pollos y flores para Jos mercados de las ciudades cercanas, y hubo una tendencia de los ricos a Ia incorporacién de las granjas a sus latifundios. La mayoria de los estudiosos agricolas romanos aconsejaban una cuidadosa ubieacién de las grane jas, poniendo cuidado en la variedad de suelos y la orientacién, Debido al peligro y a Ia escasez del agua, la mayorfa de los granjeros no vivian en sus granjas sino en pueblos construidos en elevaciones rocosas para ahorrar Ia tierra arable, evitar los pan- tanos, escapar de las inundaciones y tener defensas. Los grandes propietarios de tierras generalmente vian en Ia ciudad, Pero existicron granjas_aisladas y villas, sobre todo durante los Iargos periodos de paz proporcionados por el Tmperio romano en ma- yor florecimiento, EI tamafio de las granjas en los primeros tiempos LA CIVILIZACION ROMANA 175 era pequefio, ya que habia mucha densidad de po- blacién, Aproximadamente dos hectixeas (7. jugeras romanas: un jugerum era aproximadamente (0.025 hectireas) eran consideradas como adecuadas para ‘una propiedad plebeya en el afio 269 ac. Las pro- piedades coloniales en varias regiones de Italia con~ quistadas por Roma eran algo mis grandes, y Ja reforma agraria de los Gracos en el siglo m a.c. con- cedia aproximadamente ocho hectéreas a cada ciu- dadano agricultor. Las asignaciones de tierra roma~ nas no fueron hechas en forma fortuita sino por una cuadriculacién cuidadosamente estudiada y mar- cada por las carreteras, que dividia la tierra en cua~ dros de cincuenta hectéreas (200 jugeras). Comenza- da en el siglo mt a.c., esta “centuriacién” se extendié eventualmente a miles de kilémetros cuadrados de tierra tan dispares como el valle del xfo Po y el norte de Africa. Tan rigido sistema, precursor de Tos evantamientos topogrificos de las tierras pétblicas americanas y de la ley sobre terrenos, no podia ser adaptado fécilmente a las condiciones locales y re vela una actitnd hacia la explotacién del medio am- biente natural, Hoy, Ia “centuriacién” romana puede detectar ficilmente en fotografias aéreas de muchas regiones de Ttalia, EI calendario agricola romano no era muy dife- rente de los de pueblos mediterréneos. Los granos (trigo, cebada, mijo y otros) eran plantados en el otofio, crecfan lentamente durante el invierno, ma~ duraban y eran cosechados a fines de la primavera 6 prineipios del verano, Uvas, hhigos y accitunas ma 176 LA CIVILIZACION ROMANA duraban a fines del verano 0 principios del otofio; Jas cosechias de verano de frutas y verduras, y las pasturas necesitaban ser irrigadas, debido a la rese- quedad de esa estacién ‘Aunque sea dificil imaginar Ja cocina italiana sin tomate, hay que hacer notar que la variedad de la fruta y la verdura en Roma era pequefia. El tomate, desconocido en la antigua Roma, fue introducido mucho mis tarde desde América del Sur. Las ver duras conocidas por los tomanos inclufan ejotes, chicharos, lentejas, nabos, ribanos, zanahorias, coles y Iechugas. En sus huertos se cultivaba manzanas, peras, almendras y avellanas. Bsta lista fue aumen- tada por el comereio con Oriente. Los albaricoques los duraznos vinieron de las fronteras de Persia, y a Litculo se le atribuye el haber trafdo la cereza de Gerasus en el mar Negro, Otras introducciones del Tmperio romano incluyen Jas nueces, moras, pista- chos y algunas clases de melones. Las plantas lleva- das de otros lados causaron un efecto importante en el ecosistema porque reemplazaban las especies na- tivas y muchas plantas cultivadas se pueden volver silvestres, Las hhierbas malas también fueron invo- luntatiamente introdueidas, en fecha no determi- nada, Nuevas razas de animales fueron buscadas y Ile- vadas por los romanos. Habfa ganado en sus gran- jas, especialmente bueyes para arar, ‘Todos los ani- males mencionados en la seccién sobre pastoreo po- dian en ocasiones ser criados en las granjas, especial- mente los puercos. Aves de corral de varias clases 17. Rebafio de cabras figurado en un mosaico de Ia villa de Adriano, siglo u dic. El apacentamiento destruc tivo de estot animales fue uno de los factores més pode- rosos en la deterioracién del ambiente del mundo antiguo, pues caus6 inmenso dafio a los bosques regionales y pro- ddujo erosién del suelo. Las eabras que aqui se ven pacien- do, parece que lo hacen en un bosquecillo sagrado, hecho gue se deduce por los pocos tboles y por la estatua de una diosa. Museo Vaticano, Roma, 18, Pintura mural egipcia que muestra un jardin con Arboles plantados, y una piscina omamental con gansos, ppatos, peces, lotos y papiros. Revela el cuidado con que los egipcios ricos creaban ambientes arti placer. Fotografia cortesta del Museo 19, Cosecha de las aceitunas, que aparece en un vaso ‘griego del siglo v1 a.c. Muestra a los trabajadores en una ide las actividades econémicas més importantes de los Tito- rales del Mediterréneo, Fotografia cortesia del Museo Britdnico. Muestra una venatio, es decir, la caza escenificada en una arena piblica. Serpentius ha herido, con lanza, a un ciervo. Véase, al fondo, 1a aproximacién de un toro. Instituto Arqueolégico Alemén, Roma. LA CIVILIZAGION ROMANA 477 fueron criadas ya entonces, Los italianos también practicaron el arte de la apicaltura, con lo cual pro- porcionaban a sus mesas endulzadores y ello tam- bién debe haber tenido una buena influencia sobre el medio ambiente al provocar Ja polinizacién de muchas plantas Gicerdn sefialé alguna ves que “el granjero con serva una cuenta abierta con Ja tierra”,? la cual re- forma una tasa de interés alta o baja. Los romanos se daban cuenta de la declinacién de Ia fertilidad del suelo y de algunas medidas que podian tomarse para restaurarla, Una tradicién literaria ejemplifi- cada por Lucrecio, Virgilio, Ovidio y Séneca repetia cl tema de que la tierra, fértil un dia, se estaba vol- viendo infértil a través de un proceso natural de envejecimiento, un avance inresistible hacia Ia seni- lidad. Fn Ta faz de esta idea, tan fuertemente arrai- gada cn la poesia y en Ia prosa, algunos estudiosos agrarios mantenian con astucia que el decaimiento que se podia observar en la fertilidad del suelo no cra debido a la senectud de Ja naturaleza, sino al abuso de Ia naturaleza por parte de la humanidad. EI mal uso de Ia tierra por pricticas agricolas de- fectuosas, decian autores como Golumela y Plinio, causa el fracaso de las cosechas y la erosién ulterior. A pesar de esto, muchos de los suclos de Italia son durables y se podrin reeuperar adoptando. medidas adecuadas. ‘La erosién, un problema constante en las colinas © Gicerén, Cato the Elder on Old Age, 15, 178 LA CIVILIZAGION ROMANA del Mediterrineo, toda vez que la cubierta natural habfa sido removida, se controlé en parie por me- dio de terrazas construidas en las Inderas con pa- redes de piedra, y volviendo la tierra hacia arriba una vez que Gta habia sido deslavada. El agricultor romano conocfa varios métodos de retencién y restauracién de Ja fertilidad del suelo, incluyendo el descanso de un campo en afios alter- nados, y arando repetidamente. Conocia una forma de rotacién de las cosechas, usando leguminosas para restaurar el suelo al afio posterior de una cosecha de grano, y también un sistema de tres campos en el cual grano, leguminosas y descanso se seguian uno al otro en afios sucesivos. Pero el uso de la ro- tacién estaba restringido al terreno con uso altamen- te especializado, el cual virtualmente dictaba que una determinada siembra debia ser hecha afio tras fio en la tierra més conveniente, Por supuesto que el intercultivo era practicado ampliamente; el trigo se sembraba esparciéndolo entre los olives, Se po- dia ver la terna mediterrénea en un campo: viflas sostenidas por Arboles de olivo y el grano creciendo entre las hileras. Fertilizaban Ia tierra con abonos humanos y ani- males incluyendo Ia sangre de estos ‘iltimos cuando eran muertos o sacrificados. El desecho de las mesas se Tlevaba a Jos campos y se volteaban siembras ver- des con el arado para enriquecer el suelo. Se quema- ba la superficie del suelo —un método destructive— 6 se extendia ceniza sobre los campos. Los ferti LA CIVILIZAGION ROMANA. 179 vantes minerales como la cal y la greda eran conoci- dos y usados. ‘Los romanos aumentaron su rendimiento agricola a través de la seleccién cuidadosa de semillas, un arte en el que se distingnieron, Con tantos métodos je produccién, es sorprendente que la agricultura eventualmente fracasara para mantener la poblacién romana. Pero la posesién de técnicas no quiere decir que son o pueden ser siempre usadas. ‘Las obras italianas de irrigacién y drenaje fueron muy extensas y merecidamente famosas, En la cons- truccién de presas, canales, timeles y acueductos fuc~ ron precedidos por Jos etruscos y los cartagineses; pero los romanos inventaron la desviacién y el control del agua aun grado més avanzado. El agua de los deshielos de las montafias, de numerosos manantia~ les y arroyos, fue conducida a los campos. Entre los numerosos acueductos construidos, aquellos que tenian el agua més clara eran usados para beber, y los que Hevaban agua menos clara 0 turbia se destinaban a la irrigacién, Cisternas subterrfneas y depésitos fue~ ron construides para almacenar agua. Para levarla ‘a los campos, poseian bombas, ruedas de agua, y el familiar shadoff, 0 cubeta con un brazo contraba- Tanceado, Desecaban lagos y pantanos a través de tineles y canales para abrir ms tierras al cultivo al pastoreo, con lo que destrufan al mismo tiempo estas extensiones de agua dulce y los terrenos hiime- os ricos en vida silvestre y peces. La itrigacién trae consigo cl peligro de las acumulaciones salinas_y alealinas en suelos pobremente drenados, sobre todo 180 LA CIVILIZACION ROMANA cen climas cflidos y tierras como aquellas del Medi- terréneo, Los romanos no parecen haber estado muy conscientes de este problema y de su causa, aunque notaron casos de esterilidad extrema debida a los depésitos minerales en el suelo, como en el norte de Arica. EI gobierno tuvo en la regulacién y el fomento de la agricultura una de sus principales tareas. Es cierto que casi todas las obras importantes para el control del agua y su distribucién fueron hechas por el Estado; estrictas leyes protegian y gobernaban su uso, El robo del agua y la contaminacién de los acue- ductos eran castigados severamente. Mas afin, el gobierno romano ofrecia eximir de impuestos a quic- nes cultivaran tierra abandonada o indtil y sus funcionarios provinciales fomentaron al maximo el desarrollo agricola, especialmente porque esto acre~ centaba las contribuciones. La politica gubernamen- tal no prevenia, por supuesto, los desastres, y puede incluso haber causado algunos. Un abastecimien- to bastante regular de grano para las muchedum- bres de la ciudad se obtenfa de varias partes del Imperio a precios que fluctuaban fuertemente. Las graves sequias que ocurrian a intervalos iregulares trayendo hambre y escascz de alimentos eran siempre tun peligro latente. Se tomaron medidas para prevenir la erosién de Ja tierra destinada a la agricultura; pero la erosién continué de todos modos, Estudios recientes han demostrado que en el centro de Italia, Jas tasas de erosién de las tierras ocupadas por el hombre en los LA GIVILIZACION ROMANA 181 jempos imperiales, era diez veces mayor que el pro- medio de la tierra no trabajada. Los autores antiguos notaron que los arroyos que venfan de tierras culti- vadas llevaban mucho més cieno que los arroyos que venian de cuencas sin trabajar. La pérdida de buen suelo a través de la erosién debe haber tenido graves consecuencias al causar la declinacién de la pro- ductividad agricola italiana, Las ciudades romanas ilustran claramente Ia or- ganizacién del medio, Como los romanos tenian la oportunidad de construir pueblos y ciudades en luga- res relativamente abiertos, revelaban su. concepcién del orden imponiendo sobre la tierra una cuadricu- lacién rigida y rectilinea de calles. Las ciudades fundadas durante el Imperio desde el norte de Africa hasta Jas provineias ubicadas més al norte reflejan un mismo plan: eran bésicamente cuadradas © casi cuadradas en su forma, rodeadas por fortificaciones abiertas generalmente en cuatro entradas, una en cada uno de los cuatro lados. Dos caminos princi- pales, el decumanus y el cardo, conectaban las puer- tas de lados opuestos y se cruzaban en el interior en Angulo recto. Las otras calles corrian paralelas al decumanus 0 al cardo y dividian la ciudad en blo- ‘ques rectangulares, Los edificios piblicos se lo- calizaban en lugares dictados por su importancia, ‘generalmente préximos o alrededor de la plaza donde se cruzaban Jas dos calles principales, Esta concep- cién de las urbes provino de las ideas griegas sobre planeacién de ciudades y de una fuerte influencia del patrén de los campos militares romanos y las 192 LA CIVILIZAGION ROMANA fortalezas, De hecho, algunas de estas ciudades em- pezaron como campos militares fortificados. Vitrubio, el gran arquitecto romano, enseiié que las poblaciones debian ser construidas sobre lugares secos y samos y hechas de tal manera que evitaran y controlaran los vientos. Su ciudad ideal habria sido octagonal mas que rectangular, pero habria retei do todlos los otros elementos encontrados en las cit- dades romanas existentes, Es més, la ciudad de Vitrubio, que nunca fue construida, habria impuesto tuna rigida concepeién racional sobre el lugar esco- ido. Una mirada a Roma, hogar de los ordenados y ‘organizados romanos, revela una falta casi absoluta de la pulera planeacién visible en sus colonias y una violacién a los principios de Vitrubio, Redes de calles torcidas corian entre las siete colinas y por encima de ellas y se extendian mis alld del paso irregular de sucesivas murallas, No habfa sido originalmente pla- neada, y los esfuerzos de los cénsules y los empera- dores para poner orden en ese caos urbano s6lo tuo un éxito parcial. Roma fue construida junto al rio Tiber entre mon- tafias, bosques y pantanos, en una “regién pestilen- te”, segiin lo. admitieron Cicerén y otros romanos.? Vin Roma habla con toda razén varios altares a la diosa Fiebre, Se emprendieron varios proyectos para el drenaje y la sanidad; pero la insalubridad relativa de la ciudad siguié siendo un problema. + Cicerén, Replica, 26, LA GIVILIZAGION ROMANA 183 El crecimiento fisico de Roma a través de la hi toria, en principio como un grupo de pueblos agrico- las, después como ciudad-estado y mis tarde como capital del vasto Imperio fue asombroso. No existen cifras confiables sobre la poblacién total de la Roma antigua; pero la evidencia arqueolégica muestra una gran extensién del érea cubierta por la ciudad, Bajo ‘Trajano, Adriano y Antonino Pio en el siglo m d.c., Ja poblacién puede haber legado a 1200000 perso- nas. Escritores romanos comentaron el desarrollo suburbano de la ciudad con las villas de los ricos que ocupaban las colinas cercanas. Como dice Horacio, lujosos edificios dejan pocos acres para el arado”.* Roma era una ciudad muy hacinada; las angostas calles impedian el trifico, poniendo de tal forma en peligro a los infortunados peatones que una orden municipal dictada por Julio César probibié todo trdnsito sobre ruedas entre el alba y dos horas antes de la puesta del sol, con excepcién del servicio pa- blico de tréfico especial. No cabe duda que habia ‘un tréfico muy denso més 0 menos entre las 16 y las 18 horas, especialmente porque las calles no tenfan iluminacién en la noche. Los esfuerzos modernos para cerrar al tréfico las partes centrales de Roma tienen un precedente antiguo. Esta ley cayé en des- uso durante el siglo m d.c. Juvenal y otros escritores comentaron duramente el nivel de Ja contaminacién auditiva generada por el tréfico, las actividades in- dustriales, la construccién y la demolicién, los gritos 8 Horacio, Odas, 2.15. 1-2. 14 LA CIVILIZAGION ROMANA de conductores y vendedores, y hasta de los nifids de las escuelas recitando sus leceiones al unison en alta voz, Las casas de los ticos, como en Pompeya, eran lugares. agradables orientados hacia adentro y ais lados de las calles, con estanques y jardines en sus patios y posiblemente con plomeria interior que utili« zaba el agua de un acueducto. Pero la mayorin de Jos romanos vivian en insulas, grandes edificios de apartamentos que a menudo eran demasiado altos para sus cimientos y sostenes. César Augusto puso un limite de aproximadamente veintiteés metros a la altura méxima de los edificios privados, pero aun asf los derrumbes eran un peligro, No habia agua cortiente interior; los inquilinos tenfan que usar Ja fuente pablica de la calle, y también letrinas ptbli- cas 0 bacines, Estos iltimos eran vaciadlos a veces por las ventanas de los pisos superiores. No habia vidrios 0 mallas que guardaran de los insectos fue~ ra de los apartamentos; polvo, suciedad y escombros tendian a acumularse en los interiores por falta de plomerfa, Como no habfa chimeneas, se usaban bra- seros de carbén para calentarse y cocinar, y limpa- ras de aceite para tener Iuz; el humo se suponfa que debia salir por Ia ventana, Los incendios eran comu- nes y no se podia extinguirlos o contenerlos facile mente una vez que empezaban en la amontonada ciudad, El famoso incendio de Nerén fue s6lo uno de una serie que acabé con secciones enteras de Roma, Bajo Augusto, se formé una brigada de cerca de siete mil libertos para ocuparse de estos distur- LA CIVILIZAGION ROMANA 105 bios; pero la medida tomada fue s6lo parcialmente efectiva. La contaminacién del aire era familiar a los ro- manos, quienes comentaban que el Sol estaba tan oscurecido por el humo y el polvo que Ja gente que egresaba del campo perdia su bronceado después de unos dias. Los incontables fogones para cocinar y calentarse y las Mimparas humeantes; los hornos de alfarerosy panaderos; las calderas ¢ hipocaustos de los grandes y numerosos baiios, todo ello agregaba hhuino al polvo levantado por las innusnerables act vidades humanas. Un viaje al campo, ofrecia un bienvenido alivio. El anhelo por el campo, Jos placeres simples, no corruptos por la ciudad, Ia belleza natural de los érbo- les, las flores y las fuentes, todo ello esté vehemen- temente expresado por escritores como Horacio. Este anhelo lev6 a los romanos a crear una impresionan- te serie de jardines privados y ptiblicos para mejorar la calidad de la vida dentro de la ciudad. Grandes villas y casas de Roma tenian jardines en sus peristi Ios interiores, a menudo con estanques y fuentes. Los pobres tenfan que contentarse con jardineras en las vventanas 0 pequefios jardines en sus techos. Los par~ ques piiblicos rodeados de columnatas se extendieron eventualmente por el Campo de Marte y otras sec~ ciones de la ciudad, Los jardines romanos eran su- mamente formales: habfa en ellos macizos de flores y prados geométricos, estanques poligonales, fuentes simétricas y cascadas, Arboles y arbustos podados en formas fantisticas por el arte topiario: tun importante 186 LA GIVILIZAGION ROMANA. y afortunado ejemplo de cémo conformar Ja natura- eza a los patrones preconcebidos de la mente hu- mana. E} abastecimiento de agua fue tomado original mente de los manantiales dentro de Ja ciudad, de ‘pozos y hasta del mismo Tiber, el rfo de Roma, Pero estas dos Gltimas fuentes se contaminaron notable: mente y tenian muy mal sabor, aparte de que la cantidad ya era inadecuada pata el afio 312 ac, cuando Apio Claudio concluyé el primer acueducto. Los acueductos romanos quedan como una de Jas maravillas. sobrevivientes del mundo antiguo aun cuando ya no funcionaran; y eran ciertamente mo- tivo de orgullo para un romano como Frontino, quien se jactaba: “Semejante cantidad de indispensa~ bles estructuras Hevando tanta agua, haga el favor de comparar con las vanas pirdmides o las initiles, aunque famosas, obras de los griegos.”® Al recoger agua de los manantiales, lagos y arroyos por mu- cchos kilémetros en toda Ia regién del Ls genieros de los acueductes causaron un importante efecto sobre el medio ambiente, Se calcula que ‘cuando funcionaban todos los acueductos de Roma Hevaban a Ja ciudad tal cantidad de agua que la corriente por lo menos era un tercio més grande que la del rio Tiber cuando legaba a la ciudad. La pureza del agua en estas condiciones era man- tenida por canales cubiertos y por el uso de depé~ sitos y cuencas de sedimentacién. Habfa estrictas » Frontino, Aqueducts of Rome, 1.16. LA CIVILIZAGION ROMANA. 187 leyes contra la contaminacién y el robo del agua de varias clases, La advertencia de Vitrubio contra el uso de tuberias de plomo fue desatendida; pero a contaminacién deliberada levantaba la ira pie blica, como la vez, que Nerén se bafié ostentosamente fa la entrada del Aqua Marcia, Algunos acueductos se usaban con otros propésitos por el hecho de Hevar agua no apta para beber. Los romanos conocian cl gusto y la temperatura del agua y tenfan defini- das sus preferencias. El agua de los acueductos era distribuida a las fuentes piblicas; a algunas indus- trias como Ja de textiles y teflidos; para otros usos piblicos incluyendo las naumachiae, o peleas de mar, entretenimiento piblico en el cual barcas tripuladas por hombres armados Iuchaban entre ellas; a algu- nas viviendas privadas y a los bafios. Estos «iltimos “habia multitud de ellos proporcionaban diaria diversién a los romanos, y usaban cantidades pro- digiosas de agua, S6lo el depésito de Ios bafios de Garacalla contenia casi novecientos mil metros etbi- cos de agua. ‘Mientras que los manantiales suministraban agua naturalmente caliente a los residentes de la bahia de Napoles y otros lugares, en Roma las calderas eleva- ban el agua a la temperatura deseada y calentaba fos pisos huecos y las paredes de muchos grandes cuartos en los bajios. El humo de estas calderas y cdmaras de calentamiento 0 hipocaustos, era Ileva- do al techo, desde donde salia a través de chimeneas. El excedente de agua de los acueductos era usado para remover las aguas negras de la ciudad a través 188 LA CIVILIZAGION ROMANA de grandes y extensos sistemas de drenaje, y también servia de desagiie durante las tormentas. Durante el Imperio, habia grandes letrinas piblicas en Roma, lujosamente decoradas con mirmol y mosaicos, apa- rentemente diseiiadas tanto para Ia conversacién como para su propésito principal. (El emperador Vespasiano fue criticado cuando cobré impuestos s0- bre estas instalaciones piiblicas —quiziis los primeros excusados con precio en In historia.) Los albafiales conectaban con las Ietrinas y con algunas de las ca~ sas privadas més grandes, pero casi nunca con los insulae 0 casas de apartamentos. Los excrementos humanos eran a menudo vendidos como fertilizan- tes a granjeros y jardineros. La cloaca méxima, el més grande albafial en Roma, era solamente uno de los muchos que haba, De aproximadamente cinco metros de alto y cua- tro de ancho en algunos lugares, podia ser conservado trabajando en su interior, Bajo condiciones ordi- narias, gran parte del desperdicio era sacado a través de los drenajes al rio ‘Tiber, el cual Io evaba a Ostia y al Mediterrineo, No habia, por supuesto, ningén tratamiento para las aguas de albafial. Du- ante las inundaciones, el Tiber retornaba a menudo 1 través de las cafierias ¢ inundaba las partes bajas de Ia ciudad, Se sabe que el drenaje del piso del Panteén parecia con frecuencia una fuente; con el peligro imaginable para la salud. Los drenajes, con sus grandes aberturas sin proteccién, eran tam- bién refugio de ratas y otros transmisores de enfer- medades. LA GIVILIZACION ROMANA 189 Bajo la Repiiblica, los muertos eran generalmente enterrados en el suelo. Esto no estaba permitido dentro de los limites sagrados de In ciudad pero con el paso de los tiempos estos limites no inclufan ‘el dea habitada, Los cuerpos de los pobres eran simplemente echados a pozos sepulerales abiertos. En el tiempo de César Augusto, se hicieron esfuerzos para acabar con estas costumbres. Ta eremacién se volvié comin, y uno de los amigos de Augusto —Me- cenas— cubrié la peor area de los pozos sepulcrales y planté encima un jardin, Dads estas condiciones de salud pablica, no debe sorprendemos que Roma sufriera de tiempo en tiem- po epidemias de enfermedades contagiosas. Bs ver= dad que Roma tenia la mejor sanidad publica de cualquier ciudad antigua; pero aun en los dias de ma~ yor prosperidad y comodidad material bajo Marco ‘Aurelio, una grave plaga se extendié por Ia ciudad y por todo el mundo romano. No existian hospitales en Roma en el sentido moderno de la palabra, y se cuidaba a los enfermos en sus domicilios, con un mé- dico. que atendia si ta familia podia pagarlo. Los templos de Fsculapio, dios de Ia curacién, oftecian alguna ayuda psicosomdtica, y después del siglo 1 dic., se abrieron algunas casas de salud para los en- fermos indigentes. La poblacién de Roma crecié durante algunos periodos de su historia, pero parece ser que Ia ma- yor fuente de crecimiento vino de la migracién del campo y las provincias a la ciudad. Hay pruebas de que esa migracién era la regla: la falta de st- 190 LA CIVILIZACION ROMANA. nidad adecuada y de facilidades de salud piblica, combinada con el infanticidio prevalente y otros problemas, evidencian que Roma, a pesar de sus imponentes edificios piblicos y su riqueza material, no proporcionaba un ambiente en el cual Ia huma- nidad pudiera florecer sin una fuente eonstante de reemplazo numérico del exterior. Mis alld de las murallas de Roma, se extendian Jas carreteras romanas en todas direcciones. Fueron ellas una de las formas més significativas con la cual Jos romanos dejaron su huella sobre los paisajes de Europa, Asia y Africa, La construccién de las carre- teras fue notable, Construidas sobre cimientos tan fuertes como para sostener una muralla, estaban cui- dadosamente pavimentadas con piedra, y seguian trayectos Giles, a menudo a campo traviesa, cru: zando pantanos sobre terraplenes, y rios sobre mag- nificos puentes, muchos de los cuales atin hoy existen. Las carreteras no se extendian levemente sobre el ‘campo: estaban cuidadosamente disefiadas en el r0- demo sentido de seguir el contorno, limitando la pendiente ¥ evitando la etosién innecesaria, aunque sf eran localizadas cle manera que tuvieran un buen drenaje. El ingeniero romano era capaz de respon- der brillantemente a los retos que ofrecian los des- filaderos angostos y rocosos y los dificiles pasos entre Jas montafias, pero en wun campo menos accidentado, simplemente hacia caminos tan derechos como con- venia, En esto y en otras muchas cosas, Ia actitud hacia cl mundo natural parece ser de conquistay control de la naturaleza y de confianza en el poder LA CIVILIZACION ROMANA 191 del hombre. Pero el impacto de los caminos fue mucho més alld de su impresionante construccién fisica. En un sentido, representan los tenticulos oc- topoides de Ia ciudad extendiéndose para encontrar Ja subsistencia en el mundo que la rodeaba, Accle- raron y aseguraron la expansién de la dominacién co, el romana ¢ hicieron mis facil, répido y econés transporte terrestre y algo mis competitive en relax cién con el maritimo. Propiciaron el desarrollo de Ja agricultura, la minerfa y Ia industria mis all del centro metropolitano, al proporcionar acceso a las regiones mnis distantes; por ellas més bosques pudie~ ron ser explotados, se transporté plantas y animales y se extendié el hébitat de éstos a través de su in froduccién deliberada o accidental. Las carreteras aumentaron la movilidad humana y redujeron la inaccesibilidad de areas mis distantes, factores que ampliaron la influencia de los romanos —y de aque- los que los sucedieron usando los mismos caminos— sobre el medio natural Las fuetzas militares tanto como el pueblo remano jugaron un papel importante en el control del me iio en las vastas provincias que agregaron al imperio. Después del siglo 1 ac., el ejército permanecia tan activo en la paz como en la guerra, Cada legion tenia su cuerpo de ingenieros y de trabajadores adies- trados en la construceién y muchas de las principales obras fueron construidas con el trabajo de los mi- litares, Los campamentos eran casi siempre fortifi- cados con fosos, terraplenes, empalizadas e incluso murallas, Los fuertes se volvieron el néicleo de las 192 LA CIVILIZACION ROMANA ciudades y de los pueblos, particularmente en el nor te y en el ceste, Una inmensa organizacién abastecia al ejército y Ja armada usando grandes almacenes en las principales ciudades, puertos y fortificaciones, y reeuas por los caminos y veredas. La ley romana prohibia estrctamente la venta de las provisiones Gestinadas para el ejército, Se enviaba a la infantert grano, vino, vinagre y sal en cantidades especificar das, y a menudo se agregaba carne y queso. Hay Jeo de algunos jnseripciones que testimonian el empl soldados para cuidar el ganado destinado al ejército Diariamente se necesitaba pastura y forraje para Ja ganaderfa, la caballerfa y Jas recuas que acom pafiaban a la legi6n romana. La ley militar atribuia fa los animales de carga mayor importancia que a Jas armas, porque se necesitaban todo el tiempo y no solamente en Ja batalla, Sus demandas agotaban las tierras de pastores de las dreas donde las unidades militares eran estacionadas. Ademés, 10s, cazado- res oficiales eran mandados por los comandantes de Ta legién a rastrear los bosques adyacentes a fin de encontrar jabalies y venados con Jos cuales aumentar fa dieta del ejército, ste estaba también encargado de capturar los animales salvajes para la arena. Velando por el cuidadoso abastecimiento del ejér- cito, la ley militar buscaba evitar que los soldados robaran los suministros dentro del territorio romano. Durante la conquista de tierras enemigas, se envia- ba forrajeadores a encontrar provisiones donde quiera que pudieran, La columna de Trajano muestra en tun relieve a unos soldados romanos cortando grano LA GIVILIZACION ROMANA 193 en Dacia, En tiempos de aguda necesidad militar, los comandantes requisaban los abastecimientos de los pueblos vecinos, como lo hizo César en Galia. El control y Ia disciplina a veces se rompfan, como pasd en el perfodo de levantamientos militares esporddi- cos en el siglo mr d.c. cuando ejércitos de candiatos rivales, en lucha por el trono imperial, marchaban de un lado a otro a través del Imperio, saqueando las tierras de cultivo y tomando tedo Io que querfan. Estos tiempos de inquietud, recurrentes y de larga duracién, repercutieron en la economia agricola, particularmente debido al reclutamiento y a la ma~ tanza de la poblacién agricola, La destruccién de la vida humana y la devastacién del medio ambiente natural fueron de la mano en Ja guerra romana. EJ historiador Técito cita a un co- mandante britinico diciendo de los romanos: “Hacen un desierto y le Maman paz.” Los generales in- tentaron privar a sus opositores de todos los medios de subsistencia y, por lo tanto, de resistencia, Aun- que a menudo eran generoses con aquellos que con- quistaban, también eran capaces de arrasar cindades hasta sus cimientos, como lo hicieron con Corinto. Después de destruir Cartago, los romanos ordenaron que los campos fueran rociados con sal para que nada volvicra a crecer en ellos; cien afios més tarde, Ta sal se habia lavado del suclo cuando Julio César orden6 que una nueva ciudad fuera construida en el mismo sitio. Sin embargo, las operaciones mili- 1 Técito, Agricola, 30.5. 194 LA CIVILIZACION ROMANA tares no siempre destruyeron el suelo. Después de Ja batalla de Masalia, en la cual Mario derrot6 a los teutones, Plutarco escribié: Se dice que la gente de Masalia cercé sus vifiedos ccon Jos huesos de los caidas, y que el suelo, después de que los euerpos se descompusieron en él y Tas Hue vias del invierno hubieron caido sobre él, se volvié tan rico y tanto se Ien6 de materia puttificada en sus profundidades, que produjo una gran cosecha durante ‘afios, y confirmé el dicho de Arquiloco de que “los ‘campos se robustecieron por tal procedimiento”."" 41 Plutareo, Life of Gains Marius (traduecién de Ber- nardotte Perrin), 21.3.

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