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Okidad 1 Nuevo manual . de = Ciencia Tomo 1 PARTE IV: POL{TICA COMPARADA 12. Politica comparada: una visién general Penix Mame 1. Introdueci6n: la diseiplina de la politica comparada Siempre, desde que Arist6teles dispuso el examinar las diferencias én las estructuras de los Estados y constituciones Y bused desarrollar una clasificacién de tipos de regimenes, Ia idea de comparar sistemas politicos ha descansado en el, aiicleo de la ciencia politica. Al tiempo, sin embargo, aun {que perenneiente interesada con temas clésicos tales como {lanalisis de los regimenes, el cambio de régimen, y la demo- tracia y sus allernativas, a politica comparada no es una dis- Ciplina que pueda definise estrictamente en términos de un tinico campo de estudio sustantivo. Mis bien es el énfasis sobre la comparacisn en s{ misma, y sobre e6mo y por qué los fenémenos politicos pueden compararse, lo que delimita tun rea espeeifica en el Seno de la ciencia politica, En reali- dad, precisamente porque no existe un tinico campo de estu- ‘dio sustantivo en la politica comparada, se ha cuestionado con frecuencia la relevancia y valor de tratarla como una subdis- "Wee libs IL TV de La Pea de rites. aa ciptina separada (véuse la diseusion en 1991; Keman, 1993). La disciplina de la politica comparada se prosenta hab tualmente constituida por ues elementos relacionados. El pi ‘mero, y més simple elemento, es el estadio de paises extran c 'do.con independencia de cualquier oto, Ast se ‘define usnalmente a la politica comparada a efectos pedago. ios, especialmente en las culturas angloamericanas, don ‘de se oftecen diferentes cursos sobre diferentes palses, y se ‘Publican e incorporan a dichos cursos numerosos libros de texto sobre paises individuales, Por supuesto, en la préctica, ‘por muy stil que este enfoque resulte en terminos pedagogi ‘Cos, con frecuencia implica escasa comparaci6n real, excep- {to implicitamente. Cualquierinvestigacién que pueda incluir- se bajo este encabezamiento se ditige primordialmente a la recopilacidn de informacién sobre el pais o paises indivi- duales afectados, En realidad, uno de los problemas asocia {dos con la. ‘stintividad o no de la politica comparada como ‘ona subdisciplina es que un académico norteamericano que trabaja sobre, pongamos, la politica italiana es catalogado hhabitualmente por sus colegas nacionales como un «compa tativista», mientras que un académico italiano que tabaja sobre la politica italiana es catalogado por sus colegas nacio rales como un «no comparativistas. Lo que, por supuesto, hhace que la definici6n no tenga sentido, “El segundo elemento, mds relevante, es la comparaci6n sis tematica entre paises, con la intencidn de identifica, y even- tualmente explicar, as diferencias o similitudes entre ellos con respecto al fenémeno particular que est siendo analizado. Ms {que situarl interés en la informacién que pueda derivarse acer- ca dé esos paises, aqu el énfasis reside a menudo en la elabo- racidnde teorfa y 1a comprobacicn de teorfa, donde los paises fancionan como casos, Semejante enfoque constituye clara- ‘mente un componente principal de lainvestigaci6n dela cien- cia politica mas en general, ,ciertamente, ha sido la fuente de alguno de los textos de referencia en la disciplina como un todo (por ejemplo Almond y Coleman, 1960, Almond y Verba, 1965; Lipset y Rokkan, 1967; Lijphart, 1977), tba, 1985; Dalton Bl tercer elemento dentro de Ja politica comparada se een tra en el método de investigacién, y se interesa por las reglas de desarrollo y estandares sobre edo debiera levarse a cabo Ia investigacion comparada, incluyendo los niveles de anilisis tn los que opera el andlisis comparativo, y Tos imites y posi bilidades de la compuracién en sf misma Preeisaments porque tl acto de la comparacin resulta en sf mismo tan instintivo, tanto para los cientficos como para las culturas populares, este tercer elemento es asumido en ocasiones por los iavestigado~ es como no problemético y por ello se olvida. ¥ es este olvi fo, en cambio, lo que yace en la raiz de alguno de los proble- ‘mas mis severos en la acurnulacién de investig fado, y en la claboracisn y comprobacién de la teorfa, por ot. Thusualiente, la politica comparada es una disciplina que se define tanto por su sustancia (el estudio de patses extean jeros ode una pluralidad de pafses) como por su método (véa fe Sclumitter, 1993, p. 171)-Al tempo, por supuesto, esto soe: ‘va inmediatamente su distintividad como campo de esta. En términos de su método, por ejemplo, la politica compara da resulta dffeilmentedistintiva en cuanto a variedad de enfo- (que desarrollados también son aplicables dentro de todas las festantes Ciencias sociales, En realidad, algunos de los estu- ddios més importantes del método comparativo (por ejemplo, Preeworski y Teune, 1970; Smelser, 1976; Ragin, 1987) estan tirigidos a las ciencias sociales como un todo antes que a Ia Ciencia politica per se. En trminos de sus preocupaciones sts tantivas, por otro Jado, los campos de la politica comparada patecen dificilmente separables de aquellos de la ciencia poli- fica fout court, en cuanto que cualquier foco de investigacién puede afrontatse comparativamente (usando datos transnacio- hales) ono (asando datos procedentes de un solo pais). Rest ta evidente, por ejemplo, que muchos de los campos de ests io cubiertos en los restantes capftulos de este libro son sujet regular para investigaciones comparativas y no comparati- vas?, Sila politica comparada es distintiva por Io tanto, 10 es "Ase ncresane reser qu no prepara a segunda ein dea oa the due ofthe Dice (Exo dee Psp), e133, tentonces realmente s6lo en términnos de la combinacion de su r lo, para separarlos se necesita disolver la pol ‘ica comparada bien en la eiencia politica como un todo, 0 ma sgeneralmente en las ciencias social ‘Dada Ia imposibilidad de revisax el amplio espacio de los ‘desarrollo en la ciencia politica como un todo, y, al tiempo, lo indeseable de centrarse snicamente sobre los métodos de comparaciGn, una materia que ya ha recibido abundante a ‘ign en la literatura reciente (véase, por ejemplo, Collier, 1991; Keman, 1993 b; Bartolini, 1993; Sartori y Mortino, 1991), en ‘su lugar, este capitulo versaré sobre tres temas principales, ccentrindose en particular en el contraste entre la ambicién y cenfogue de la «nueva politica comparada> de finales de los cin ‘cuenta y los sesenta, por una parte, y aquellos propios de la actual generacién de comparativistas, por otra (para una revi- sién valiosa y de més amplio alcance véase Daalder, 1993), El primero de estos tes temas, que se desarrollaen Ia secci6n Il, concierne al alcance de la comparacién, acaso la principal fuente de diferencia entre las «escuelas» primera y lima de Ja politica comparada. Aunque mucho tiende a estar hecho segtin los enfoques contrapuestos adoptados por cada uma de esas dos generaciones de académicas, y el supuesto olvido y posterior «redescubrimiento» de las insituciones y del Esta- ‘do como focos principales de investigacién, esto puede resul- tar engafioso, en cuanto que la patente ausencia de un énfa- sis institucional en Jos eincuenta y los sesenta se debe ms a las ambiciones globales (el alcance de sus investigaciones) de Ja primera generaci6a, y por ello al muy elevado nivel de abs- ‘uaceiGn en el que consiruyeron sus conceptos, mas que a cual- ‘quier degradacién tedrica de las instituciones per se. Conco- mitantemente, el redescubrimiento de las insttuciones en los ‘ochenta y los noventa debe al menos tanto a la reduccién del alcance de la comparaci6n, como a cualquier realineamiento {eéxico en la disciphina, ‘a Finis fm visas de gue mo sh necessaries apts comp {ator de lo que nlf primar edi sina que odo os cpt debe tanvecomprsivs (ai, 1995p. 450 FA segundo tema, que se dsarrollaen Ia secei6n MI, con cicmne a los t6picos reales y preguntas que afrontan las inves tig oltica comparada, y donde puede aprecirse un fin de enfogue bastante acusado, con una mayor atencid dedi ‘Eada ahora alos sproductos» -ourputs— mas que a las «ent as» —inpuis~y a los resultados de la politica y la ejecutoria {Ue los gobiemos mis que a los determinantes de la politica y Jas demandas planteadas ante el gobierno (véase también Rogowski, 1993), Lo cual se relaciona también con el cambio cenel aleance de In comparacin, en cuanto posee bastante mas, ‘entido preguntar sila politica importa -una cuestiOn de pro- dductos y resultados cuando el alcance de la comparacién se restringe a s6lo un pequefio nmero de casos relativamente Smilares. El tercer tema, que seré desarollado en la gecci6n IV, toncieme a algunos de los problemas afrontados de manera Corriente en la investigacién comparada, dedicando particular ftencin, por un lado, al papel de los paises como unidades de analisis,y, por otro, al uso y, en verdad, virtual fetichiza- ti6n de los indicadores. Bl capitulo concluiré con una breve ‘iscusiéa en la seccién V de algunas de las tendencias pre ‘entes y futuras en politica comparada, centndose en part tala en el renovado énfasis sobre el contexto, asf como en el andlisis de caso en profundidad. TL. Aleance scribiendo a principios de los sesenta, en una revision de ‘base ms amplia y mds valiosa de los estados pasado y presen te de la politica comparada, Harry Eckstein (1963, p-22) anot6 {ue la politica comparada entonces podia caracterizarse por «un interés reavivado por las comparaciones a gran escala, una con- ccepcién relativamente amplia de la naturaleza de la politica y Torelevante para la misma, y un énfasis creciente sobre lasolu- ‘iGn de problemas teéricos de rango medio referidos alos deter- ‘ara una vein ater de alguna pare de esta discus, entinda en conersn sobre el mtedo comparuvo, vase Mat, 1995, 451 inte ets era Botipdtantient politico yy requisites para ciertas clases de instituciones politicas». En este ‘aso el punto de referencia de Eckstein aludia a Jas primeras ‘tapas de aquella que hoy frecuentemente se considera fue «la Edad Dorada» de la politica comparada, cuando una serie de programas de investigacin mayores innovadores fueron ini ‘iados por Gabriel Almond y sus colegas desde el Comité det ‘Consejo de Investigacién Americana en Ciencia Social sabre politica comparada (fundado en 1954). ¥ Jo que resulla acaso ins choeante en esta earacterizacin, y también quiz la carac- teristica distintiva més importante en el nuevo enfoque desa rrollado por ef Comité, es precisamente la atencidn que se Comenzaba a prestar a las «comparaciones a gran escala», Rechazando el entonees tradicional y casi exclusivo énfasis en el mando desarzollado, y en la Furopa occidental y los Esta ‘dos Unidos en particular, y rechazando también el uso de un Tenguaje conceptual desarrollado con tales comparaciones limitadas en mente, Almond y sus colegas buscaron desarvo lar una teorfa yuna metodologia que pudieran, aun tiempo y simoltseamente, tanto aparejar como compara sistemas poli ticos de la clase que fuera, primitivos o avanzados, democrat 8 0 no democraticas, occidentales 0 no. Como Almond (1970, p. 16) puso de relieve posteriormente en wna revision ‘subsiguiente del trabajo del Comité y del avance de la polit ‘ca comparada durante este periodo, su estrategia habia sido intentar acercar a los investigadores que trabajaban en paises diferentes a lo largo del planeta, y persuaditios de que eran ‘eparte de una diseiplina comin preocupada por los mismos problemas te6ricos ytenfan a su disposiciGn las mismas meto- ‘ologias de investigaciom» ‘La ampliaciGn de Ins preocupaciones en un sentido geoeré fico o temitorial fue acompaiada, tambien necesariamente, de ‘una ampliacin del sentido de la politica en sf misma, y, en par- ticulas, por un rechazo de To que entonces se percibfa como el tuadicionaly estrechamente definido énfasis sobre el estudio de las inslituciones poliicas formales. En realidad, leyendo el tra bajo de los comparativistas principales de los cineventa y los sesena, unto se ve somprendido constantemente por uns easi pale pable frustracién.con ta aproximacién al estudio de Ia institu iones politicas que habia prevalecido hasta entonces. Dos fac- tores tesultaban especialmente relevantes en este caso. En pri ner lugar, el Enfasis tradicional sobre las instituciones era pereibido Como favorecedor de los aspectos legales y formales {ie la politica a expensas de aquello que podkfa denominarsepolt- {ica «en la précticas y favorecedor de Ia historia «oficial» a ‘expensas de lo que se crefa cada ver. mds era una historia alter hnalivay steal. Ast aealismon, uns que «legalisino iba acon \ertrseen la palabra clave para los nuevos comparativistas, En egundo lugar, se requerfa también una ampliaciGn del sentido de la politica en orden a incorporar un reconocimiento de agen- ‘as menos estructuradas formalmente y procesos que extendian tLambito de lo politico bastante mss aid de ls insttuciones for sales de gobietmo, Esta transformacién se desarolls junto alas ‘nuevas ambiciones globales de la disciplina, can el rechazo del Jegalismo caminando mano con mano con el rechazo a centrat- ‘se principalmente en la politica occidental. Mas atin, este mve- ‘vo enfoque no s6lo permitis un andlsis mis matizado de los Tegimenes no pertenecientes a Occidente, sino que también fninn6 a la nueva generacién de comparativistas a prestaraten- €idn a aspectos menos formalizados de la politica, incluso den: tro del estudio de las propios repimenes del oeste. Ast os esta dligsos de la politica en los paises del oeste de Europa se vieron animados a abandonar sus «desviaciones formales einsttucio- ales» y centrarse en su lugae sobre «la infraestructura politica, fn particular sobre los partidos politicos, los grupos de interés {8 opinion publica» (Almond, 1970, p. 14) ‘Las ambiciones globales, y a necesidad de desarrollar una ‘concepcisn de la politic y el sistema politico definida de mane ra mds amplia, tavieron dos consecuencias importantes, La pri- ‘mera feel inicio de un programa de investigacién en politica ‘comparada extraordinariamente frctifero, cuya completa esca- la, coherencia y ambicién han permanecido desde entonces sin rival’, cuya recopilacidn contina apreciada en una imagen 7 Vea, preemplo, en adicin sun arg sei deportes ooo atlas Almond y Coleman, 1960, Binge eu 1971; Camas 1965; LaP fodo como si fuera ala Edad Dorada de la disci plina. «La politica comparada es thoy] y ha sido desalentado fa para algunos», anot6 Verba (1985, p. 29) en una rovisiGn pesimista, «pero es desalont mk raciones y esperanzas del pasado. Desde aquella Edad Dora da, a menudo se percibe que la disciplina ba ido en retirada, con los académicos quejdndose, al menos en coaversaciones con Verba, de edivision, fragmentacién y atomizacion en el frea[..] ly la falta de} ditecci6n clara, liderazgo, y un conjunto ‘de basamentos te6ricos consensuado y sostenido comiinmen tex» (1985, p. 28). Segundo, consciente de que «el desaffo que afronta la politica comparada fer} elaborar un aparato con- ‘ceptual para contener la escala global vastamente extendida de sus investigaciones empfricas» (Rustow, 11957, 1963, p. 65), ‘emerpié también una nueva aproximacién al estudio de Ia po tica que fue encapsulada en el seno de las ahora ms critica ‘das nociones del «funcionalismo estractural>. Previamente, ‘como ya se ha puesto de relieve, la politica comparada habia sido dominada por el estudio de los sistemas democriticos esta blecidos, claramente definidos y avanzados cconémicamente, todos ellos mas o menos caracterizados por una divisién apa- rentemente nitida entre el Estado y la sociedad civil, y por tuna concepeisn del Estado visto como compuesto de instita- cones especificas (y comparables) ~ejecutivos, parlamentos, Dburocracias,judicatoras, ferzas militares, y demés-, donde ceada una juoga su propio papel especico dentro del sistema, Las comparaciones globales, por el contraro, implicaban no sélo la inclusién de regimenes no demoerdticos, sino también igs realmente subdesarrolladas, dotados de asf llama~ dos sistemas politicos «primitivos», en los cuales no sélo era diffi establecer los limites entre el Estado y la sociedad civil, sino que era casi imposible algunas veces identificar institu- iticas espeeificas con un propésito espectfico. 2 en comparac Jombar, 1963; LaPalobara y Wein, 1966; Pye, 1962» Fyey Vb, 1965, también Ia eis de Daader (1993, p. 20) quien tabla de srogcionasciad cn el sboam de pogien politicos en ns est, Junto con la ambicién globalizadora, por lo tanto, vino el ns instituciones formales det gob te, el abandono del énfasis sobre k hhociGn dé Estado en sf misma, que serfa traducida a referen cias ms abstractas al «sistema politico». Como puso de relic ve Almond! (1990, p. 192) posteriormente, esta nueva termi nologia permitis a los investigadores tomar en consideracién Jas instituciones «extralegales>, «paralegalesm y «sociales» «que eran tan eruciales para la comprensién de ia politica no ‘ccidental, y, como sugitié Finer (1970), se queria enorden 1 acompasar sociedades preestatales/no estatales, asf como papeles y cargos que podrfan no ser percibidos como abierta- mente conectados con el Estado». Mas atin, este nucvo len fuaje podria servir también a los intereses de aquellos est fdiosos que segufan preacupados con la politica occidental, tdado que incluso aqui una nueva ola académica habia comen- zado a «{descubrit] las instituciones politicas en su préctica real desvinda de sus competencias formales», y habia empe ado a «{comiplementar] la aproxitnacin puramente legal con luna observacional o funcional. Ahora el problema no sslo tera qué poderes legales posefan estas agencias, sino qué hacfan realmente, c6mo se relacionaban unas con otras y qué pape- Jes jugaban en la facturay ejecucién de las politicas pablicas» (Almond, Cole y Macriis, "1955, 1963, p.53).De ah el emer- er del funcionalismo estructural, en el que ciertas funciones ‘efinidas de modo bastante absteacto se conceptuaban como nnecesarias en todas las sociedades, y en el que la ejecuci6n y rendimiento de tales funciones podia entonces compararse a través de una variedad de estructuras formales ¢ informales diferentes. Por supuesto, desde ese momento, este entonces nuevo ‘y rompedor enfoque ha sido sujeto de extensa entica y de con- lwarteaceiones, con una nueva ola académica surgida en los ‘ochenta que realzaba Ia necesidad de retornar al estudio de Jas instituciones y de restaurar la primacfa de un andlisis del «Estado». Si el enfogue de Almond y sus colegas puede carac: terizarse com aquel que «identificaba la materia sujeto de la ciencia politica como un tipo de actividad, comportamiento, oven un sentido més amplio,finci¢h [.., no limitedo en modo alguno por variables estructaras hist6ricas e instituciones a teavés de las cuales pueden expresarse las actividades polit case (Easton, 1968, p- 283; véase también Fabbrini, 988), enton. 96 el nuevo enfoque que comenz6 a afirmarse en los ochenta fra aquel en el cual el contexto se convicts en erucial, y en el {que eran precisamente las «variables estructuras historieas © insttuciones» a las que se vela desempeliando un papel cen teal (Thelen y Steinmo, 1992). En primer lagar, las nstitucio nes, y el Estado en si mismo, legaron a sex percibidos de modo ‘reciente como «actores» relevantes por derecho propio, cn el sentido de que ellos, 6 aquellos que ocupasen los correspon: dlientes cargos, eran vistos dotados con intereses propios auts ‘nomos, y eran también por tanto parte de a politica «real» (por ejemplo, Skocpol, 1985; véase también Mitzhell, 1991). Segun. do, ¥ acaso més crucial, las instituciones eran vistas también pposeedoras de un efecto determinante principal sobre el com: portamento individual, estableciendo los pardmetros dentro de los cuales se efectaban las opciones y a cuyo través tanto se derivaban como se expresaban las preferencias (March y Olsen, 1984; Shepsle y Weingast, 1987), Tercero, las institu ciones,y las variacionesinstitucionales en particular, tenfan un ‘efecto principal sobre los resultados, estando la capacidad de Jos actores para realizar sus fines al menos parcialmente deter tinada por el cantexto institucional en el que operaban (por cjemplo, Scharpf, 1988; Lijphart, 1994). Para una intetpretacién, entonees, parece que somos tes tigos de un proceso casi cfcico en el que las instituciones, y ‘posiblemente incluso el Estado, son prvilegiadas inicialmente ‘como las bases sobre las cuales han de compararse los siste- ‘mas politicos; en el que estas instituciones son relegadas pos- teriormente como resultado de Ia priorizacién de sun reali ‘mo que reconecfa el cardcter procesual de la politica» (Almond, 1990, p. 192); y en el que las instituciones adquie. ren nueva gelevancia como parte de Ia politica real en sf mis. ‘ma, Desde esta interpretaci6n, por lo tanto, vemos una serie de mutaciones paradigmaticas (Evans ef al,, 1985), que vit jin directas al corazén del andlisis politico comparado en sf mismo, Desde otra interpretacién, sin embargo, los contras {es estan mucho mas amortiguades. En una penetrante sign de algunos de los primeros trabajos de los neoestatistas J los nnevos institacionalistas, Almond, por ejemplo, se lamen: taba al womarcat la continuidades reales que existian através de las diferentes eseuelas, argumentando que habia poco en ste asf llamado nuevo enfogue que no estaviera ya presente, finplicita o expleitamente, en buena parte de la primera lite sid y qs ennino cian eencaimentesndistingibles a detiniiones "conductsts Mncionalstasesrctra fev» (Almond, 1990, p. 213) ‘ero, aungue Alimond pueda baber acertado al reclamar aque la eaidad que sutenta la nueva Cerminologia resulta sinus eva defo afitmado lengua coneptal implica Unc ieee ferences ages donde puede encore th clave para el conraste ent las dos aproximaciones. Noes th pablema dest Almond y sus colegasovidaron ln igor. ttl sao des nsicones mdse genera 0 si ‘$kSepoty la mayora de los nuevos nationalists han 0 Senko ahora ese desequiio; Ete es, no principal, un “hate laramente fi. Més bien, y volvendo a In cvestn (ltacpa cs un problema del lesne de Is compaacions plcndas. Miottas que Almond y ss colegas estaba dss ‘Hallando conssientenente tin lengua conceptual capaz de ‘front necesidades para comparaions lal, acoso tad lan concrete estinata el prctca aun caso oa un pao de casos, buena parte dl tao ajustado por Toa comparatvistas mn recientes est adapadoexplictamen {e pa aplicaciones a conjantos de comparaciones ms li tadas (mena bastante poco vsiaos),o incluso, como en leas de Skoepl (1979) Hall (1986), 0 Scharpt (1988). e- asa un nimet muy redcigo de pafes Elresliado es aie thiemras Almond y us colgas se vieron en Ia necesidad de Sperren un nivel muy elevad de abstract (vase Saso- P97), desaollando coneeptos que pudleran tasldarse y ‘Erelevantes pra todos los eatos posible, In escuela decom paratvstas mas reciente se haentendido con un nvel de abs Trneign de medio gra o incluso bajo, on el cual ls especl- ficidades del contexto se eonvertian en determinantes erucia les (vase también mas adelante) No es por tanto un problema de mutaciones en fos paca (Di Palma), asf eomo de Ios resultados de las acciones racionales y la informacién (por ejemplo, Przeworski, 1991), Tal y como lo express Karl (1994, p-163), «la manera-en que-los te6ricos de la politica compa an busca comprendr ta democraci ents pa seven vias de doprolo ha cambio sein aon ve dr nants bsqueda de presteqtsitos para a demorracia ha deja A hacia cl proceso» (vase también Kal, 1991, ms gene talmentc; at como Whitebend, cap. 14, nfo), De manera Sila, a evestiOn de i conslidaciOny In sostenibiidad ‘Sdn com tas eapecticades eas de as insttcones ipl fdas (por ejemplo, Linz y Valenzuela, 1994). Eu este cas, por tan, come es también mas en general el caso em Una Nariodad de campos diferentes de investigacion on plea Compara, ls preguntas pian aory con mayor caridad en tomo qué hae Ia poe, antes queen tomo alo quc hace ‘la poltica como es; con el resultado de que, mis de dos décatasdeopoes de un temprano pero invy sero lama tento en favor precisamente deta giro Sar, 1969, re ti ahora mds probable que las investipaciones comparadas enfaticen una Soctloga pola antes qe simplemente Usa Sociologia do Ia pole. IV. Problemas A. cierto nivel, trabajar en polica comparada reslta a menudo fristante EL académico dedica mucho tiempo y ‘stra para ecopilar datos wanshacionles comparables, pre asegurar que ningn actor elevants ha sido exchido del ant iss, yconstrayendo un modelo general yprefeiblement par Simonioso que pueds explcar el fendmeo en cvesténsiem- pre que cera 0 deje de scuie,pa despues confronts en guna confeeacio semejnt con algin expe nacional que se queja de que las couasno son realmente de esa manera por ality que continoscin ofrece una cntraexplcacén mucho tds matizada pero esencialmente idioprafica (lo que Hans Dt refet ome afta Zana). to me de luego, teabajaren poli comparada permite sexsegre: tiene espables en ano Gene cabe a posta de prevacia a tictica Zanfbar pesentand a tora genéie pro fi con el aviso de que, ungue ls conchisiones no son nce Fariamente certs park cialgoer pais en patio, o son no state de manera mis general En ambos casos, sn emba fo, la difcotad real reside esencalmente en lo mist" at fhe el pals tende a conformar la unidad de anlisis y obser SnciGn,clacalénico debe no obstant trabajar en wa slejada del pas, independientemente de si el mmera de casos ex Tinitado oextenso, debe tradacir wna experiencia nacional tna categoria operaiv. ¥ sin querer enttaren una discusion Slee 10 pros 1s cones los diferentes métodos compa Tativos, esto enfenta de modo inmeato 2 aquellos implien fosen Ia politica comparada con dos problemas concrtos. El primero de estos problemas ya fu aid por Rogowski (1983), yha sido subreyadofeewentementeen la discusion con- fempordna dela dscpin yafecta a a media en que e pale Sigwe proporcionando ua tnidad signieativa de andisis. Un Aspect de este problema cs a difeultad de identifiar qué es oeatfico de la police nacional nun enforn crecientemente {nlemacionalizado. A medida que la ples comparada secon. {ta cada ver ns en estltadosy productos, por empl, reslta también cada ver ms peobablerecriraexplicacones deter Ininantes itd a margen del contol de cualquier Estado nacio- ‘al Para aseguarse,cabe constr una ete de investi ‘in de casos simiares en la uc el mismo entoe intemacional Seacomain para oon los casos elevates, y pita omase como algo dado que no expicar ninguna vaniacion transoacionl si Siguiente que pusdallarse (vease, pr emplo, Sch, 1988), pot las oportnidades para esta etaegiaresulan necesera- Ihent limitadasy lmitadores (Mair, 1995). Fn cualquier caso, tla media en qc Is instciones nacionaesy los gob ‘os nacional perden st eapaidad para rodelar ss propios nfomos nacionsls, en esa misma medida los etuis de pol tea comparada afontan problemas potncialmente sever" no dnicament a polis compara: deste peovoeatva suse rencia de Susan Stange (1995, p. 9) de que one debiitamieto del Ea ‘Deo aid denis is mporantesbuena pre de acienia pol tes ccehdntl ets obsoleted no ya completamente caducal 468 ‘Un segundo aspecto de este problema afecta Ja misma valde. del pais como nidad de andliss, incluso independientemente ‘de todo context intemacional relevante; en este caso la dificul- tad reside on el simple hocho de que los patsesen sf mistoscam: bian enel tempo, ¥ por tanto eso se suma al puzzle de las vaia cones transnacionales. Los investigadores necesita también ser ‘conseientes de la variaeiéa en el empo, en la que el pafs A en tin momento X puede diferir tan acusadamente del pafsA en el ‘momento ¥ como lo hace del pais B en e] momento X (Bartoli ni, 1993), En realidad, esta diffcultad se vuelve paricularmente ‘agua cuando su investigacién se centra sobre las estructuras {nstitucionales, puesto que es habitualmente en este nivel don- de pueden ocurriry ocurten los cambios significaivos. En otras palabras, si las instituciones realmente importa, ,c6mo pueden nalizarse aquellos paises en los que estas insttuciones cam- ‘ian? Una posible solucisn para este problema, que aparece cada vyez.con mayor frecuencia, consiste simplemente en Ia disolu- ‘in del pais en subconjuntos concretos de variables, con el reciente estudio de Bastoliiy Mair (1990) y ms especialmen- {eel deLijphart (1994b), ofreciendo les ejemplos de las ganan- cias que pueden obtenerse abandonando la nocién de paises ‘como casos Unicos ¢ indivisibles y la adopein de observacio- nes auiltiples desde cada pais. Fl objeto del reciente estudio de ajphatt son los sistemas electoralesy sus consecuencias poli ticas, y precisamente esos sistemas electorales, antes que los paises como tales, constituyen los casos relevantes en la inves figaci6n, Ast, por ejemplo, aunque Francia es una de las 27 ‘democracias incluidas por Lijphart en su investigacién, Fran- ‘cia como tal no constitye una de las unidades de anisisrele- ‘antes, més bien, las seis Formulas electorales diferentes que Francia ha adoptado desde 1945 constituyen seis de entre el total de los setenta casos que se analizan en el estudio (Lijphar, 1944b), Esto esté lejos de ser una estrategia nueva, y un enfo~ ‘que similar se ha adaptado desde hace tiempo en la investiga ign de coaliciones comparada, por ejemplo. No obstante, cada ‘vez mis resulta uma estrategia comin, y sugiere una disposi ceiGn mucho mayor para experimentar con unidades alternati- 469 les en categotias operativas comparables, un probleaa ia vuelto mis acusado seq los académicos han trata a ‘consimir en sus andlisis medidas de vatiaci6n en cuanto.a ing Uituciones potiticas y estructuras politicas. Las explicacionss sociales y econdmicas siempre han demostratlo restllar tela livamente féciles de operacionalizar, y en este sentido el atrac tivo de la «objetividad» en la socioiogia de la politica (Sar (oti, 1969) siempre ha resultado fécil de apreciaty no menos 4 causa de la aparentefiabilidad de fuentes de datos como el Banco Mundial, la OCDE, la Unién Europea e incluso 1a investigacion de encuestas. Una vez que las instituciones ‘comenzaron a ser medidas y comparadas, sin embargo. a fia bilidad parece flaquear, mientras que a la vex los datos «dros» —en el sentido de datos que significan los misino en cada contexto- demostraban no estar disponibles a menudo, El resultado es una busqueda sin fin de sindieadores» «pro. piiados,¢ incluso en el limite, la aparentefetichizaciGn de tales indicadores. Un stil ejemplo de semejante enfoque fue el «debate Lange-Garret-Jackman. Hicks-Paterson que tuvo kigar en las piginas del Journal of Politics a finales de los ochen ta respecto de 1a relacién entre la fortaleza de la inquictda, ‘medida por variables de partido, y organizativas (por ejem” Plo, sindicatos),y el crecimiento econdmico, y que fue cita do subsecuentemente, en una revision de los progresos recien- tes nel método comparativo (Collier, 1991, p22), como «an ‘ejemplar esfuerzo metodoldgicamente sofisticado de diversos ‘académicos para solventar un problema importante dentro del lesquema de trabajo del andlisis cuantitativo de N reducidas Ciertamente, el debate represent6 una contribucién impor. {ante y muy valiosaa la investigacién en politien compatada, ¥ también estaba efectivamente marcado por una acusada Sofisticacin estadistca y metodol6gica, con mucho del tain fenite los autores girando precisamente en torno 4 las dife Ieenica estadistic. én de caso, y cémo ol problema més fundamental de emo medir y opetacionalizat la fort loza de la izquierda se ignoraba en esencia. En ots palabra mientras se debatfa sobre ta metodologla, se daban por supuestos los indicadores en s{ mismos, ¥ cuando se vuelve fnasta aquel debate, y se busca precisamente emo se deriva ron ¢s0$ indicadores cruciales, se le remite a un arfculo de principios de los ochenta en el que «la izquierda» es «i rida de una manera amplia para incluir comunistas, socia lista, socialdemécratas y partidos laboristas, asf como diver s0s partidos pequefios que estin a la izquierda del centro en el continuum ideol6gico downsoniano», y la fortaleza de I izquierda encl yobiemo viene indicada por la medida en que 0s partidos controlan el gobierno, en cuanto fo indica su control de las earteras del gabinete», asf como «la fuerza de los gobiernos de partidos de izquierds en el parlamento» (Cameron, 1984, p. 159), mientras que los niveles de alla ign a Jos sindicatos y la unidad organizativa de los obretos se basan en datos recogidos en el Furopa Yearbook (Came~ ron, 1984, p. 165), ‘Ahora, mi argumento no es que esto indicadores sean in tiles; nada més lejos ~pueden resultar bastinte slidos, y cier- tamente puede que haya sido lo mejor que podlia encontrar © en el momento del original estudio de Cameron. Lo que debe recalcarse, sin embargo, es que simplemente son indi ccadores, no son, ni puede esperarse que lo sean nunca, la 1ea- liad. ¥; por tanto, si ha de plantearse an largo debate en una revista reputada al respecto de la muy importante cuestién sustantiva de sila fortaleza de Ia izquierda puede asociarse on el crecimiento econdmico, seguramente una de las p ‘meras cuestiones que viene ala mente no debe versar sobre ‘écnicas estadisticas, sino mas bien sobre la precision y fia bilidad de los indicadores en sf mismas. Pues silos indica dores no ofrecen ta mejor indicacién de-lo que se sipone cs lidad subyacente, entonces ninguna cantidad de inge- a estadistica tendré coma resultado 1a acumulacion de conocimiento, ,Resulta algun nocién de la «izquierda del tentro dowsoniana> Ia linea divisoria ms apropiada para defi pit inquierda y derecha, odebiera probarse alguna otta medi fda? ;EL control sobre las earteras es, per se, el mejor indies ‘dor de la influencia gubemamental, 0 n0 debicran tenerse ‘Cuenta precisamente qué carteras se ven implicadas? Puede fl nivel de afliacién en los sindicatos izquierdistas ofrecer ‘una medida mas apropiada de la fortaleza de Ia izquicida que la afliacin los sindicatos per se, y contin siendo el ro- pa Yearbook la mejot fuente de datos potentes, iables y trans- pacionales para esta variable crucial? Al final, desde luego, estos indicadores pueden demostrar haber sido entonces los Inejores a disposicidn de los contribuyentes para este com plejo debate; lo que resulta simplemente sorprendente es que. nadie pensase en comprobarl. TExisten, desde luego, otros aumerosos ejemplos que podtian citarse, en los que indicadores potencialmente fables o arbi- trarios han obtenido un status easi bfblico. Los datos de Cas- tles y Mair (1984) sobre el emplazamiento izquierda-derecha Ue los pastdos en tn buen rulmero de democracias occiden- tales, por ejemplo, son vistos de manera general como bas tante autorizados, y continsan siendo empleados freeuente- mente en estudios que sigan lineas similares al trabajo citado fnteriormente, Son datos probablemente autorizados, pero también es posible que no, y el cuadro que trazan, basado sobre un numero relativamente reducido de opiniones exper- tas en una muestra relampago, acaso no deberia obtener la Sgnificacidn y peso que normalmente recibe, y eiestamente no debiera asumirse automticamente que posean wna validez {gue se extienda mucho antes, y mucho después, de su apl Gacién real. Lo mismo podria decirse también de los diver- Sos indicadores inicialmente desarrollados por Arend Lijphart (1984) como medios para elaborar su influyente distincién ‘entre democracias mayoritarias y de consenso, y que ban sido incorporados subsiguientemente en una Variedad de anélisis tifecentes; aungue estos indicadores en concreto bien pueden an ofrecer uno de los mejores medios para poder distinguir estos Gos tipor de democracia, no son necesaiamente la duiea Gpeidn, y toda aplieacidn de los indicadores de Lijphart cone ciertamente tener en cuenta el perfodo de tiempo cepoeifco (1945-1980) al cual se aplican, en cuanto que un ‘alorvato de tiempo diferente puede conducir a una muy dife ante eategorizacion de los casos (véase, por ejemplo, Mair, 1994), El elésica moderno de Robert Patnarn (1993) sobre, Ja democracia italiana ha Hegado ciertamente my lejos ta to en sus argumenfos como en sus implicaciones, y hia sido ferandemente alabado por su capacidad para ligarpaulas en Er cultra politica contempordnea a sus fundamentos moder hos iniiales; pero incluso en este caso, a pesar de. ampli~ {ad intelectual del estudio, Ia medida clave del rendimiento jnstitucional de la que depende el andlisis se basa en apenas lin redueide niimero de indicadores, algunos de los cuales ‘erivan de observaciones que se tomaron en el curso de un Solo aifo de calendario (Morlino, 1995) ‘hl problema teal aquf, por lo tanto, como lo es a menudo cel case en la investigacisn politica comparada muds en gene {al es asuunir que el andlsis dela relacidn entre las variables Tesulta mas importante que Ia calidad y la fiabilidad de las Variables en sf misinas, un problema que se ha vuelto ms “tgudo segiin se ha ido otorgando mayor prioridad a varios Factores institucionales y politicos, y a sus indicadores ope~ rativos. Supone también un problema severo que, pese a la Incjora evidente en la sofisticacidn estadistica y metodol6s ‘cade la investigacin politica comparada en los iltimos aos, J pese ast evidente ambiciGn intelectual, los datos reales que Ye Emplean contintian bastante crudos (véase también Sch- it, 1995). ¥ puesto que es precisamente esta ausencia de Gatos comparables s6lidos lo que esta promoviendo Ia feti- Chizacign vittual de cualesquiera indieadores disponibles, {ndependientemente de su fiabilidad potenciah, debe perma mnecer como prioridad para Ia investigacion politica compe fada seguir el consejo dejado por Stein Rokkan en ocasiones ‘iferentes: continuar estimmulando el acopio de datos sis tematicamente comparables que puedan realmente «precisat an ‘meros» (citado por Flora, 1986, pp. v-vi) sobre vata rangnacionales, V. Conclusién: tendencias actuses y futuras Todos los estudios en politica comparada cong menos un atibute: una prencupacisn com los patses, 0 unida ddes macrosociales, como unidades de andlisis 0, al mene, ‘como unidades de observaci6n (Ragin, 1987; Keman, 19934) ‘Al ticmpo, los andlisis comparativos buscarén tambicn con fi ‘cuencia llegar a proposiciones generalizables, las cuales, en su {forma més extrema, buscarian explicat los fenémenos cuando ‘ocurran y euando no. HI resultado inevitable es la tensign entre lun énfasis en los factors especificos de eala pais, por una par te, y las relaciones universales, por la otra, Pero micateas la centonces nueva polftica comparada de los cincuentay los sesen- (a fendia a sitar el énfasis en las relaciones universales,y por tanto las comparaciones globales, la tendencia en el seao de la investigzacién comparada a lo largo de la década de los ochien {a ha sido alejarse de la teoria general, resaltando la releyan- cia del contexto, En parte, esta endencia refleja Ia renovada influencia de la investigacién histrica en las ciencias sociales, y especialmen {eel emerper de una esociologia hist6riea» (Skocpol y Somers, 1980; Abrams, 1982) que wata de comprender los fenGmenos ‘en el contexto mis amplio u eholistico> dentro del eval acon tecen (véase también Thelen y Steinmo, 1992; y la secci6n It supra). Por otra parte, se contemplan teorfas més generales para involucrar la desagregacién artificial de casos en conjuntos de partes que puedan entonces ser comparadas transnacionalmen- 'e, en las cuales se olvida la configuracidn original del «todo agregado (véase Ragin, 1987, pp. ix-x). Comprender el cuadro al completo como un todo y en profundiad se contempla por Jo tanto como preferible, frente a una explicacion mas general de fragmentos de ese cuadro, Bn parte, sin embargo, esta vuel- taal contexto es también el resulta de la extennacign y la fas tracién, Cuando el universo de la politica comparada se expan am «ig a finales de los eincuenta y en los sesenta, y evando més ¥y ms datox sobre mis y mAs patses Negaron a estar a disposi e los eomparativistas, se desarrollé una inevitable ten i a comparar tantos casos come Tuera posible, y a inves in Lendi6 a divigirse hacia la elaboraci6a de modelo ddeductivos gue padieran testarse con una N tan grande como fuera posible, Las explicaciones se desarsollaron ast por medio pansién de las series de datos, bien por bien de une rmodio de ua fcimnisato dels vavables tplicaeras, bien través de espociicacioncs muds Caras de aquello que precisa thenie necestabaexplicarse, Buena parte del avance dela toxla decoaliciones entre Tos sesentay tos ochent, por ejemplo, pe 1 centemplaie dz ofa mnners, con un tito sie as exten de pases que se incluyen como caios, con mils vasa bls qe se ineorporan alos modes, como ls polticas, la ideo periencia gubernamental asi suesivament;ycon a mds procsag dele que ca rela conforua tn coalesn epanadoroe(véanse las revisionesea Browne y Frat tin, 1986; Badge y Laver, 1992), En una vena semejante, tmicho del abajo que buscaba cvaluar el impact dela ep tax sobre los resultados de las pollcas pleas (por ecm plo, Castes, 1982) se desavroll por lava de omar ant e303 Como fuera posible y ensanchat as la capacidad explicalia a través dl refinamentoconslane de las medidas y detinicones dela spolitica» ncluyendo la ideologia de pari, las pol as de partido, las estructura insttucionales, las estrataras de representacién de intereses, y asf sucesivamente), por un Jado, las medidas y definiciones de exsultados» (ives de gas, estilo de las pllicas, sectors diferentes de poss, y s{sucesivamente), por otto, En amos campos de estudio, por To ano, el objetvecontiuaba sendo expla el fendmenorele- ‘ante de a manera més general en que fuera posible, mientras fe buscaba mejorar la capacidad de expicar por medio de una todificcion constante de los insirumentos de medicion. ‘Sin embargo, més recientemente esta estatgia parece haber cambiado, pues In capacidad para aumentar la eantidad de vatianza expicada sha, mds o menos, agotado en sf miss, pace que mayores reinamients de los dversos melas poco a5 preden ofrecer en téminos de beneficios explicativos. Los tog ficos de coaliciones, por ejemplo, Wenden ahora a poner inucho ‘mis énfasis sobre los modelos inductivos (por ejemplo, Peidham, 1986), y estin mucho tds preoclipados con la comprensidn dei ‘contexto nacional mss amplio dentro del cual se juegs cal jue- ‘g0de coalici6n, mientras quo aquellos que estén tratando de exp ‘car os resaltados de las politicas publicas abora tienden a rec rir macho mis alos estudios bolisticos, en detalle, y sensbles al caso, Francis Castles, por ejemplo, que ba sid pionerode be 1a parte del mejor trabajo comparativo referido aesta ttima érea, hhaido recientemente de desarrollar ammplios modelos deductivos, ‘donde el contexto jugaba escaso o ningtin papel (Castles, 1982), ‘a estudios espectficos mAs culturales (Castles y Merrill, 1989; ‘Castles, 1993), en los que se otorga un importante papel a «tra- dicioneS» distintas, pero largamente incuanificables (las nacio- nes de habla inglesa o las naciones escandinavas), asf como a studios mas especificos de cada pais, en los que el contexto nacional parece clave (Castles, 1989). El resultado ba sido ale- jase rpidamente de los modelos ms generalizados, y un énta sis renovado sobre Ia comprensi6n ms en detalle dé Ios casos particulres ols paises, donde, a menudo inductivamente, datos ‘mas cualitativos y contextualizados pueden ser evaluados, y don- de pueden tenerse en cuenta las ciccunstancias institucionales cespecifcas o las culturas politics particulares. Asistimos a un ‘nuevo énfasis sobre estudiosespectficos mas culturales (por een pio, las naciones de habla inglesa),y estudios especficos nacio- nales (por ejemplo, el Reino Unido en solitario),¢ incluso estu- dios espectico intitucionales (por ejemplo, el Reino Unido bajo el gobierno Thatcher) De ab mbjen el reciente y cada vez mas exlendid atractivo de las aproximaciones muy desagregadas que surgen dentro del «nuevo institucionalismo» (por ejemplo, Tse- belis, 1990 Ostrom, 1991), ‘Al mismo tiempo, sin embargo, resultaria un gran error leer estas recientes transformaciones como una simple vuel- tal Viejo énfasis en el estudio de paises individuales, que recedié los esfuerz0s del Comité de 1954 sobre politica com: parada, en cuanto abt permanece uno ée las mayores con- lrastes entre el primer enfoque de pafs en solitario y el pre- 476 4B sente redesculrimiento del contexto, un contraste que ahora hha comenzado a jugar un papel crucial en el desarroo de Ia CGeneia politica comparada como un todo. Mientens que el pr mer foco sobre los estudios de pais en Solitario se desatroll6 ‘cn in momento en que Ia propia ciencia politica se hallaba en tin estadio muy temprano de desarrollo, y en un momento c fos centros de excelencia disciplinaria se concentra apenas un pullado de departamentos en un reducido ppanueio de paises, ct interés aetal por el contexto ha emer ‘gido tas una expansién masiva de la diseiplina en términos {anto de internacionalizacién como de profesionalizacién (Daalder, 1993), Anteriormente, por ejemplo, compilaciones de estudios nacionales, como aquellos representados por el ‘Volumen pionero de «oposiciones» de Dahl (1966), eran bas> {ante excepeionales, en cuanto s6lo raramente los académi- cos con conocimiento experto sobre pafses @ casos podian fencontrarse y juntarse pata discutir In aplicacién de bipéte~ Sis similares a sus paises o casos. Hoy en dia, sin embargo, testa clase de combinacién de recursos se ha convertido en tin lugar bastante comin, y constituye la estrategia nuclear dentro de muchos proyectos de investigacién transnacional {aungue usualmente regionalmente espectfica) en una varie dad de disciplinas diferentes. Este es particularmente el caso ten el seno de la politica comparada, donde el desarrollo de Inétodos de adiestramiento y paradigmas comunes, junto con Tn expansion de redes internacionales de académicos forma- lizadas (como el Consotcio Buropeo para la Investigacién Politica, ECPR) han asegurado que los académicos de la cien cia politica, al menos en las diferentes regiones, hayan comen- zado ahora a hablar lo que es esencialmente el mismo len- ‘guaje disciplinario. Como resultado, ahora es relativamente fei, siel dinero lo petmite, reunir a expertos nacionales y ‘asi aeumular su conocimiento dentro de una comprensién Ccomparativa amplia que al mismo tiempo es sensible a los tmatices de los diferentes contextos (véase, por ejemplo, Prid- ham, 1986; Budge et al, 1987; Castles, 1989; Katz y Mir, 1994; Laver y Shepsle, 1994). ¥ precisamente a causa de {gue esos experios locales fueran puestos en contacto, y des- ppués agregados, como fue el caso, se esté probando posible por medio de la combinaei6n de aproximaciones en detalley nds yeneralizadas, construir anlisis comparativos plausibles convincentes y aun suficientemente matizados. En otras pala bras, como resultado de las redes internacionales y Ia Cola boracidn transnacional que ba facilitado Ia profesionalizacign, de Ia ciencia politica como un todo, el andlisis de estudio de caso estf siendo adaptado ahora a teorfas y modelos genera lizables, ofreciendo asi un sélido potencial para ol vinculo entre estas dos aproximaciones tradicionalmente diferencia das. Fsta es, pues, la etapa actual en que se halla Ia invest ¢gaci6n politica comparada: la aproximacién de grupos de ests dios mas sensibles al contexto y al caso que, a través del cesfuerzo en equipo, puedan avanzar genuinamente Ia com- prensién comparada y puedan contribuir genuinamente al vance de la politica comparada'®. Una forma de comparacién que resulta mucho mas limitada en cnanto a su aleance que quella contemplada por el Comité: aunque, quiza paradji ‘cameiite y por retomara Eckstein (1963, p. 22), supone taum- ® Aunque, ala vez, esta esuaepa tain aaron ss pligrs, Mis cspeiicameat, el efecio combina del lnteroacionalizaion pole: ‘Sinalizacin ameoaza ahora con eer ona pofesiin ads bands, cba ie exstan Ls comparavistan genvines por lado x ule i ‘any eisefan les proyectos wansnactnales, sn Tos esponsabies dein Tnterpetcin acuta: y ls experts del pa, por ote eto es, agve™ Hos qe, una you vez, como pareipantes en estos proyectos, trprean su propio plo caso laure ls eequers de taj ete por os iieiadores del proyecto, Esta dintGn no peta tr dara pd y ‘gues eayo taba consstaen errr al pa X arn el pojecto Ape an dasallar ras tae ss propio proyectos yrs ti ropes pos de expercs. Aunque en la prttica macho depen del vestigacin lus ietiasttiras de astament dent deloe dere ote ae Ts en euyas profesiones de cienci plies nacional se don grin étsis {ole la neceidad de nvestigacin tausnacionl y aquellos gu ison {de fondos par esa ivestigaion,tnderin a rodict cadre de pro Yectos; menas que aquellos en que feo este mis orenadohacls lo aclona endrdn product expert cnet pal Noes por tanto Sida {go In policacomparado, clo a poites compared curpes et ab "a dominada de manera desproporcannda por los tealémien nora ‘anos, epeiittos pancipalen dela eientaicn Uasaacional des Ame ‘ean Nations Selene Foundation, 478 rr ‘yién un modo de comparacién que parece ajustarse mejor para saesolver problemas teGrieos de medio rangoo, incluso pes eli ‘aque, como se sugisié anteriormente, tales problemas. ‘probablemente a las consecuencias de la politica antes minantess, jque, como dijo Hekstein, a sus ade Bibliogratia ‘Annas, B, Historica Sociology, Mhaca, Corel! 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