desde la puerta de Elvira hasta la de Vivarrambla. Ay de mi Alhama! Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada. Las cartas ech en el fuego y al mensajero matara, Ay de mi Alhama! Descabalga de una mula, y en un caballo cabalga; por el Zacatn arriba subido se haba al Alhambra. Ay de mi Alhama! Como en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandaba que se toquen sus trompetas, sus aafiles de plata. Ay de mi Alhama! Y que las cajas de guerra apriesa toquen el arma, porque lo oigan sus moros, los de la vega y Granada. Ay de mi Alhama! Los moros que el son oyeron que al sangriento Marte llama, uno a uno y dos a dos juntado se ha gran batalla. Ay de mi Alhama! All fabl un moro viejo, de esta manera fablara: Para qu nos llamas, rey, para qu es esta llamada? Ay de mi Alhama! Habis de saber, amigos, una nueva desdichada: que cristianos de braveza ya nos han ganado Alhama. Ay de mi Alhama! All fabl un alfaqu de barba crecida y cana: Bien se te emplea, buen rey, buen rey, bien se te empleara. Ay de mi Alhama! Mataste los Bencerrajes, que eran la flor de Granada, cogiste los tornadizos de Crdoba la nombrada. Ay de mi Alhama! Por eso mereces, rey, una pena muy doblada: que te pierdas t y el reino, y aqu se pierda Granada. Ay de mi Alhama! ORIENTAL Jos Zorilla y Moral
Duea de la negra toca,
la del morado monjil, por un beso de tu boca diera a Granada Boabdil. Diera la lanza mejor del Zenete ms bizarro, y con su fresco verdor toda una orilla del Darro. Diera la fiesta de toros, y si fueran en sus manos,
con la zambra de los moros
el valor de los cristianos. Diera alfombras orientales, y armaduras y pebetes, y diera... que tanto vales!, hasta cuarenta jinetes. Porque tus ojos son bellos, porque la luz de la aurora sube al Oriente desde ellos, y el mundo su lumbre dora. Tus labios son un rub, partido por gala en dos... Le arrancaron para ti de la corona de Dios. De tus labios, la sonrisa, la paz de tu lengua mana... leve, area, como brisa de purpurina maana. Oh, qu hermosa nazarena para un harn oriental, suelta la negra melena sobre el cuello de cristal, en lecho de terciopelo, entre una nube de aroma, y envuelta en el blanco velo de las hijas de Mahoma! Ven a Crdoba, cristiana, sultana sers all, y el sultn ser, oh sultana!, un esclavo para ti. Te dar tanta riqueza, tanta gala tunecina, que ha de juzgar tu belleza para pagarle, mezquina. Duea de la negra toca, por un beso de tu boca diera un reino Boabdil; y yo por ello, cristiana, te diera de buena gana mil cielos, si fueran mil.