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2, CONVIVENCIA DIFICIL Bena Vince! Las figuras del desorden Heterodoxos, proscritos y marginados Santiago Castillo y Pedro Oliver (coords.) SIGLO geet Saye AY Zoer BORA ES, Hereropoxos Pallarés titulado precisamente «La vide cotidiana entre cristianos vie jos y motiscos en Valencia», del que comparto buena parte de los and lisis. De hecho, me adhiero totalmente al primer parrafo del articulo: «Los hechos hist6ricos y la necesidad cocténea de explicarlos o justli- carlos terminan dejando huella sélida, y dusadeta, en patticulae en re gimenes de carécter miis 0 menos absoluto. Los intereses oficiales, unidos a la conveniencia de ofrecer a un piblico lector aquello que pide o espera en un momento dado, acaban por configurar imagenes, esquemas, visiones... que adquieren rasgos de veracidad, de firmeza dogmética, de argumento evidente susceptible de recurso ficil cuan: do se considera aportuno, Tales formulaciones pesan luega como una losa, © propician la confusién, cuando postetiormente los histotiado: res pretenden aproximarse a la verdad histériea, incluso con cciterio equilibrado, independiente y critico, pero también sujetos a las servi dumbres inevitables de ser hijos de su tiempo»?. Sin embargo, a dile rencia de Eugenio Ciscar, creo que dichas palabras lo mismo se apli can a muchos estustios de la «cortiente nuevay que a los que ban insistido de modo univoco en la diferencia. Conviene recurrie brevemente aqui a unos sencillos recordatorios historiogrificos. Es cierto que los especialistas han utilizado durante mucho tiempo fundamentalmente fuentes oficiales (consejos reales, Iglesia...) ycrsnicas, Estas tiltimas son esencialmente, pot lo que se te fiere los moriscos geanadinos, la Guerra de Granada de Diego Hurta- do de Mendoza y la Historia de la rebelién y castigo de los moriscos del reino de Grarada de Luis del Mérmol Carvajal, crénicas en las que dado el tema —el conflicto mis agudlo del siglo opuso a los viejos y os ‘nuevos cristianos entre 1568 y 1570—, no hay apenas cabida para si: militudes y comparaciones’. La visién de dos bloques irreductibles re " Bogenio Citcor Pallnés, «La vida cotidiana entceerssanos viejo y moriscos en Valencia», en Etnest Belenguer Cobia (ed), Felipe Ty ef Mediterréneo, Maclid, So ciedad Estatal para la Acci6n Cultural Exteri, 1939, vol, Los grupos sociales, pp 359-501 "Ih, 7.598, Dicgo Hurtado de Mendoas, Guerra de Granada bevba pos of rey de Espa don sis rebelder, ed. de Bernardo Blanco-Ciona Feline eames far morgan de aged lez, Masi, Castalia, 1970; Lis dl Marmol Ca Ins morzcos del reo de Granada, Madrid, Biblioteca de Autores Espaoles, Xx, 1946, Historia dela rebelion yentigo de 38 Brnnarn Vincent latada por los adversarios mas tadicales entre los minoritatios (Bled, Aznar Cardona, Guadalajara y Javier) prevalecié ducante mucho tiem po", Desde los aos setenta, Ia utilizacion intensiva de las fuentes ha zeforeado atin mas una tendencia muy anclada en las mentes, debido a su insistencia, 28s licito entonces uo tecordar nada de las investigaciones efec tuads desde las aportaciones de Fernand Braudel a finales de los aiios ‘ochenta?® ¢Estaban tan presos Braudel, Regla, Halperin Donghi, La peyre, Dominguez Ortiz, Cardaillne, eteétera de sw tiempe como para incustir en interpretaciones falsas? Volveré a aborcar mis adelante ese ‘aspecto importante, peto debemos sefialar que, fiera de toda polémica, les debemos en primer lugar que hayan s a luz lv existencia no s6lo de un tinico problema morisco sino de varios, proclucidls por si: tnaciones muy diversas, Jo que suponia una llamada inyplicita a esti dios monogrificos aplicados a espacios limitados desde wn punto de vista geografico. Si mal no recuerdo, el primero cle ellos fue In investigacién de Ra. fael Benitez Sanchez-Blanco sobre el condado de Casares, publicada en 19824 Les debemos también su preocupacidn por la interdiscipli natidad representaca por Julio Caro Baroja, gran historiador a la vex que antroplogo’. Por tiltimo, es excesivo y erréneo considerar que todos estos autores sélo recurrieron a fuentes oficiales (ademas, equé entendemos por ese adjetivo?). Ya en 1957, Tulio Halperin Donghi ppublicé wna obra que saca provecho de un amplio abanico de docu: inentos examinados en Valencia, Barcelona, Simancas, Madrid. Y conviene recordar que habia pensado explotar las minutas notariales Escibe: «la revisidn de la muy vasta coleeeién de Protocoles de nota tips (no catalogada) permitié comprobar que no se hallaban en ella los * Jaime Blea, Creede los inoros de Espa, Valencia, 1618 (nueva edici, Va Jencis, Universidad de Valencia, 2001); Pedso Aznat Carli Expats jfcnda de Jasmareiensexpailes,Zaxagora, 1612; Marcos Guadslaiara y Javier, Memoneble expe sib justsian desticer de los morse de Espa, Pamplona, 63 » Fernand Broudel, «Conflis et vefus de civilisation: espayenls et morisques st xwrscle», Annales 88; 4, Paris, 1947, pp. 397-410, * Rafael Benitez Sinchez- Blanco, Mortis y eristianns on o amid de Casares, Cérdoba, Diputacién Provinciat de Cédobs, 1982 » Julia Caro Baroja, Los nustins el rem de Cina, Mash, 1957, 39 Herenonoxos: libtos de los notacios ante los cuales los moriscos registraban sus pac- tos (cuyos nombres nos han sido conservatlos en los registros de dew: das entre cristianos viejos y nuevos); tampoco se los encuentra en la rica coleccién de protocolos del Colegio de Corpus Christi cuyo eats Jogo pucle consultan»’. En una €poca mas cercana, aunque ya un tanto alejada en el tiempo, en 1982, Nicolas Cabrillana dedicé a los motis cos de Ja actual provineta de Almerfa una obra basada dnicamente en documentos notatiales; tenemos también Ia obra de Aranda Doncel sobre los moriscos de Cérdoba, publicada en 1984 y que debe mucho también a esa documentacién®. Es indtil decir, por tanto, que no com: parto el anilisis de Amalia Garefa Pedraza, para quien la instautacién del trinomio reivindicacién de la historia local interdisciplinaridad- utilizacin de fuentes «alternativas», el nico capaz de acabar con el |stercotipo vigente, sélo dataria de los afios noventa Si queremos ptogresar en la via de una mejor comprensin dle las telaciones entre cxistianos viejos y moriscos seri necesatio, fuera del indispensable enfoqué multidisciplinat, demostrar siempre sentido comiin y prudencia. Debo reconocer mi preocupacién cuando leo que los investigadores interesados por el tema morisco se han dejado se ducir pot los documentos mas asequibles, es decir, las famosas fuentes oficiales. La formula de Francisco Marquez Villanueva hizo furor. Dejé muchas huellas en recientes trabajos. Pienso, por ejemplo, en va- tins contribuciones de Gregorio Cols, historiador de los moriscos atagoneses, quien escribié: «Finalmente, una parte de a histotiografia ha sido victima de un craso error. Ha otorgado a los papeles “estata les” e inquisitosiales una ctedibilidad que nunca debié conceder», 0 * Tullo Halperin Donghi, Un conflict nacional, Morse y eitinos wg en Va Leneia, Valencia, Insivocén Alfonso el Magansnim, 1980, p13. Este trabajo se publi: cS inicialmente en los Cuadernos de Historta (Buenas Aites} en 1995 y 1997 " Nicolis Cabrilans, Almeria movies, Granacia, Universidad de Granada, 1982; Juan Arando Doncel, Lar moriscor en teres de Cérdobe, Madd, Confederacién Es paola ce Calas de Ahorro, 1984 "Amalia Gaceia Pedra, Actitudes ante fa muerte en le Grana morisens que quisieron salvarse, 2 vos., Gespada, Unive-sidad de Granada, 2002, val. 1.99. "" Praneisco Marquee Villanuews, Bf problema mise (desde otras aderas). Ma {hid Ediciones Libertari-Prodhufi, 1991, pp. 6 168. del siglo 07. Los oo Beran Vincent también: «Me limitaré a plantear si se puede calificar de cientifica la actitud que se ha adoptado frente a las fuentes que han servido para defender la condicion iskimica de los nuevos bautizados», Evidente- mente, son términos un tanto excesivos que el mismo Gregorio Cols lamenta haber dicho, ya que afiade inmediatamente: «Mi propésito no es negar tal condicién»#. La férmula de Francisco Marquez es injusta porque deja entender que una nutrida legidn de historiadores carece de todo sentido critico; es peligrosa porque intenta convencer de que cxisten fuentes buenas y malas; es engafiosa porque lleva a establecer tuna jerarquia de los tipos de documentos. Esa clasiticaciéa conduce a {que muchos trabajos recientes acaben considerando el registro nota rial como la panacea. En él estaria la vida auténtica, la verdadera rela- cién entte cristianos viejos y nuevos. Se creia que la pereza de Ja gran imayorfa, desalentada por la amplitud de la tarea, habia sido la dinica responsable del rettaso de Ia revolucién historiografica, En realidad, pienso que la etapa actual no es una ruptura con los enfoques anterio res siempre y cuando, evidentemente, asumamos de modo seteno la herencia, toda la herencia, y sigamos interrogando thdas las fuentes, sin cexcluir ninguna, Sies verdad que, como subraya Gregorio C Santo Tribunal ni el Consejo de Estado ni sus corifeos tienen el mono- polio de la verdad, ni agotan la realidad, se impone un comentatio idéntico acerca de cualquier otra fuente, sefiorial, municipal o no: tarial?, No existen fuentes malas, sino prejuicios y lecturas poco ri: gurosas, Detengémonos un momento en las fuentes notatiales que han sido ptesentadas como el elemento central de la revolucién metodolégica. Su examen confirmaria la opinién de Francisco Marquez Villanueva segiin la cual los ctistianos viejos y los moriscos vivirian en buena at Gregorio Colés Latorte, «Los morisces aragoneses una defini mis ali dela teligin y la politican, Shang al:Andalus, 12, 1995, pp, 148 y 130. ' Gregorio Calés, op it, p. 161. En un tabajo mis reciente, mite el siguiente deseo: «La nueva histor morsca debetia investiga (..] siel pueblo, con sus eacio fs y comportamientos, define linea seculates convergentes mientras el poder esti ttazando ¢ imponiendo la cvergencia, el dstanciamiente lt anulacién, en defn del otro». «Los moriscos ategoneses: estes de Ia cuesti6n y auewns perspectivasn, VII Sinposio Internacional de Mudejavimo, Teruel, lsttuto le Estudios Turolenses, 1999, p. 260, ot Hereronosos ‘monta hasta que la ambic‘én y la ceguera de una «archiminoria» de in. dividuos ¥ acabara con ella Al contratio de lo que solemos creer, los protocalos notaziales no son uns fuente perfecta ni objetiva. Fascinan porque, en unos diez fo: lios, se reiinen actas de venta (y también de compra) de casas, tierras. animales, esclavos, actas de préstamos, de dotes, testamentos, inventa: rios de bienes, escrituras de perd6i contratos de aprendizaje, etcéte ra, Ya que cada notatio posefa en principio una clientela perfectamen te delimitada desde un punto de vista geogralico, se nos brinds ast la vida entera de uno o dos pueblos, vida urbana o rural, teniendo en cuenta que hasta las personas con escasos medios tenfan derecho a esas actas, al menos en Expaiia. Sin embargo, esos documentos tienen caractetisticas que deber‘an mantener alerta al historindor. Aquellos aque son la expresi6n sistemética de la concordia dan de Ia sociedad tuna imagen pacifica, aptica y consecuentemente sesgada, El acta ne tarial no es mas que un momento may particular de un proceso que se le escapa por completo il lector. ¢Qué sabemos de una transaccién cuyo resultado fue la venca de un butso o de un caballo? Quizé fuera ripida o larga, tranquila 6 agitada, lo ignoramos. ¥ también descono cemos las condiciones y consecuenciss psicolégicas y materiales que inyplicé para las contratentes. Cuales fueron la naturaleza, In dura ci6n, el contenido de las negaciaciones anteriores a Ja transaccién? Estuvieron igualmente satislechas las dos partes 0 suscité el acuerdo amarguta y rencor en una de ellas? Qué eventuales debilidades (dif. caltades financieras, diligencias judiciales, etcétera) detect6 0 evalud el comprador en el otro contratante? ¢Qué defecto oculto del animal descubrié demasiado tarde el comprador? ¢¥, finalmente, por qué re curtieron los contratantes al notario cuando muchas operaciones del mismo tipo se tesolufan émistosamente sin ningtin testigo? Dicho de otro modo, aunque las fuentes notariales traduzcan correctamente fa incensidad de las relaciones entre cristianos viejos y moriscos, poco elocuentes, en cambio, xesultan en cuanto a a calidad En semejantes condiciones, el historindor puede interpretar a su antojo una serie de protocolos notariales. En la actualidad, al igual que en el pasado, es hijo de su época. No deja de ser significative que dh, p28 @ Benwanp Vince Nicolis Cabrillana, Juan Aranda Doncel, Serafin de Tapia y Santiago La Parra (con sus dos recientes obras importantes sobre los mariscos de Avila y sobre del ducaco de Gandia respectivamente) hayan hecho hincapié en las diferencias entre conmunidades y que, recientemente, Eugenio Ciscar Pallarés (aunque con muchos matices), Gregorio Co lis, Javier Castilla y sabre todo Amalia Gareia Pedraza hayan visto suchas convergencias". Desde ese punto de vista el trabajo de Euge nio Ciscar es apasionante porque e! lector dispone de todos los ele mentos para juzgar su interpretacién, Sus reflexiones preliminaces, empezando por el subtitulo, «Cristianos y moriscos. De la diversidad antética a una semejanza matizada, son ademés fruto de un enfogue comedido. Pese a todo, existe un comentario que no comparto y que me parece dictado por In moda actual. Eugenio Cisear esctibe que «dos protocolos notariales, los cabreves de propiedad de la tierra son eresadas” que las fuentes en principio mas esponténeas y menos “in oficiales, aunque no por ello inmunes a la desviacién y necesitadas "* Estoy convencido de que, detris de de una critica pormenorizada» esos documentos, existen intereses tan vivos como en el caso de las fuentes oficiales», y que la espontaneidad no es sino wna ilusi6n, Eugenio Ciscar analiza el ejemplo sumamente interesante de la ‘Valldigna, abadia cisterciense perteneciente al sear feudal, en cuyo entomo viven entre 2.500 y 3.000 habitantes, de los que un 80 por ciento son moriscos. En primer lugar, sefiala las similitudes entre am bas comunidades, empezando por un nivel econémico homogéneo, Las casas son casi todas idénticas y los elementos diferenciaclores de- penden Gnicamente de la riqueza de sus ocupantes mot nos viejos. Examina a continuacién los aspectos de la vida material, social y cultural. Dado que existen muchos puntos de convergencia, concluye lo eiguiente: «En el fondo, lo que verifica la documentacién es perfectamente razonable y légica: en ausencia de {uertes intereses as a cristia. contrapuestos, de segregacionismas racistas 0 de radicalizaciones ve 50 el Mas 1 Santingo La ara, Los Bona fos monscus, Valen. Instituto ‘inimo, 1992; Juan Aranda Daneel, op, cits Javier Castillo Fern Berrios Aguilera ted. Histone del rine de Granade, Granade socio, en Ma Universidad y Legade Andals, 2000, tomo cap. © Bugenia Cis op. ei, p. 570 Hererovexos volucionarias, las gentes que viven préxirnas, aun en el mantenimiento de su propia identidad u origen, tienden a comunicarse, a intercam- biat mescancfas, conocimientos, a hacerse entender mediante la pala bra, a copiar mutuamente habitos y costumbres, a luchar conjunta mente en la defensa de sus derechos o para resolver sus problemas comunes...,a ser cada dia menos diferentes, en sums» ”. ‘Alleer estas lineas, me pregunto si acaso no se podria oftecer al lec: tor una versién radicalmente distinta, ya que la patte de la retética es esencial en este caso. Eviclentemente, los campesinos ctistianos viejos y ‘moriscos que viven en las tiecras del seffor tienen unas condiciones de vida may parecidas yen particular, se ven sometidos alo que he llamado tirania del medio, Los modos culturales y el material utilizado, comunes a todos, clemuestran que es necesario adaptarse a ese medio si uno quie re evitat la quiebra, el hambse o la emigeacién, Pero equé ocutte aparte deeso? De paso, Eugenio Ciscar se fia en la existencia de diferencias en el modo de sentarse, vestirse, en la decoracién de la casa, en la presencia ola ausencia de joyas, en la posesién de ciertas armas o de ciertos anitna les (cabras en el caso de los moriscos, cerdos en el de los eristianos vie- jos). Sefiala ademas que las bodas mistas fueron muy escasas hasta la ex: pulsién en 1609, los moriscos entierran a sus muertos en diteccién a La Meca, etcetera,

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