Vous êtes sur la page 1sur 10
GED ON AANA, BUNQUS CLONAMENIO NG RAMAN GUS POMUREGS: bli y Pena ci Potor Marko nfronis en 1949 su mde estudio sobre ta evolucidn de ln eseu coma hon bien eloe respeto existente entre las dos rsa eae 1 influjo de as dos corrienteshistoriogricas analizadas en ext euphe tulo se exticnide durante los afios setenta y ochenta, En el ease de Ia eye cuela dle Bielefeld, se produce la feliz. recuperacidn de 1a siempre Vital historiograffa alemana, que aboga ahora claramente por una historia 0 ial de via intermedia entre el tradicionalismo del historicismo clisien las nuevas formas historiogréficas. Pero durante los alios setenta hay ot frente de renovacién metodolégica y epistemol6gica, més radical y de in flujo més duradero que tx historia de las mentalidades y la eseucli dh Bielefeld: el postmodemnismo, basado en buena medida en el giro tingle tico, concretado en fos movimnientos de la microhistoria y el revival de | ‘nueva narrativa histérica, Si las dos primeras escuelas —escuela de Annales y escuela de Bielefeld— se basaron en una renovada aplicacién de los méiodos de la historia social y cultural, este nuevo frente se basard en ut iro lingifstico y narrativo que es preciso analizar de modo monogriifico, "Ver espciaiment su inuoduccn a Pater Buk The Annales School, 1929-89, Cambridge, 1990. eee V HL POSTMODERNISMO ¥ LA PRIORIDAD DEL LENGUAJE Los afios setenta fueron un perfodo esencial para el desarrollo de la istoviografia, porque allf cuajaron todos los movimientos que se habfan Jncoudo en el nuevo contexto de la “revolucién cultural”'. Los previos sesenta habfan sido afios de optimismo, de esperanza motivada por Ia con- olidacidn de las vietorias sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mun- dal y por Ia implantaci6n de tas ideas liberal-democratieas en Oceidente, jsf como por la experimentacién de un desarrollo econémico y cientifico sin precedentes. Todo ello parecié tambalearse, sin embargo, a finales de Jos sesenta y durante los afios setenta. Las revoluciones estudiantiles de Herkeley y Parfs constituyeron un sintoma inequivoco de que no todo iba lan bien como parecta [sas propuestas implicaban un rechazo de la cultura establecida, Toda tina generacién se revolvia contra una sociedad occidental aburguesids linckida cmodamente en unas consecuciones logradas por 1a generaciit merior, que habfa materializado ta reconstruccién de Europe Pass sie nos, éste es el verdadero momento del nacimiento de} postnieskerhistiy fovel preciso instante en que una nueva generacidn rechazabi 10 (dele de la modernidad, la Hustraci6n y el racionalismo recibidos por su ane cesores [iL DESENCADENAMIENTO DEL POSTMODERNISMO £1 postmodernismo abandona el pensamiento tnico de ta modemidad y el progreso y considera la historia desde un punto de vista poliédrico, ton la intencidn de liberarla de los tradicionales moldes académicos 0 ‘Anar Marvlck, The svties: Cultural Revolution in Britain, France, aly and the United States, 6 19580, 1974, Oxtord, 1998, ‘sired hanson, Fhe Cultural Tur, Selected Writings on the Postmodern, 1988-1908, Lodo, 199K; 919 i 4 JAUME AUREL metodolégicos'. Lo més complejo de este movimiento es, probablemente, la dificuliad de su fijacion metodolégica y epistemolégica. Y, sin embar. £0, su existencia es reconocida por todos los historiadores, e incluso alge hos observadores autorizados, como Lawrence Stone, lo han visto como ‘una verdadera amenaza para la misma subsistencia de la disciplina hist6= Tica’, Fl postmodernism es un conjunto de epistemologtas y metodologiasy tis que una corriente intelectual propiamente dicha. Entre esas tenden. las convergentes cabria destacar el postestructuralismo foucaultiano, el deconstrucetonismo derridano, 1a nueva hermenéutica de Paul Ricoeur y Michel de Certeau y las derivaciones del giro lingiifstico. Todas ellas han influido, indudablemente, en el modo de concebir y de escribir la histo- ria’ ‘Los origenes de la formacién de este conglomerado intelectual hay que buscarlos en ta revolucién cultural de finales de los afios sesenta, en su Yoluntad de utilizar los textos como productos de unas ideologtas en set Viclo del nuevo orden que se pretendfa establecer, Sin embargo, existe una eneulogia del postmodernismo anterior, que remite a la filosofia de Heidegger y Nietzsche, al rcionalismo arquitect6nico de Le Corbusier y Milos van der Robe, a la quiebra de 1a imagen real del cubismo de Picasso ¥ # Ih consolidaci6n de la antropotogia cultural y de la lingtlfstica como Miseiptins emergentes en el ambito de las ciencias sociales Hl convepto de postimodemidad empez6 a difundirse con la publicacién Hel libro de Jean-Francois Lyotard La condition postmoderne, de 1979, Se " Algunas publicaciones recientes sobre el postmodernismo y sus consecuencias en la Nistorlogratia son: Agust{ Colomines y Vicent S. Olmos, eds., Les x2ons del passat, Tenlncteshistoriogrifiques actuals, Caarroja-Barcelona, 1998; Vicor F, Taylor Char los E; Winguisteds., Encyclopedia of Postmodernism, Londres & Nueva York, 2001+ Alan Sokal y Jean Bricmont, Fashionable Nonsense. Postmodem Intellectuals’ Abuse of Science, Nueva York, 1998; Andrew Edgar Peter Sedgwick, cs. Key Concepts ia Cultural Theopy Fons de Nueva York, 2000 y Eugenio Moya, “Alan D, Sokal, Thomas S. Kuhn y laepi emologia potsmodeena”, Revista de Filosofia, XI, 23 (2000), pp. 169-194, {Lawrence Stone, “History and post-modernism", Past and Present, [31 (1991). * Ver algunas de estas manifestaciones en Peter Bary, Beginning Theory An Introduction to Literary and Cultural Theory, Manchester, 1995 y Amalia Quovedo, De Foueuult Derrida, Pamplona, 2001. Sin embargo, algunos de ¢505 autores 0 cortientes son diel, mente encorsslables en una tendencia determinada, lo que constituye esdel amo cardctorpoidrico del postradernismo, Por ejemplo, un alae tan polifaetica cen {de Ricoeur pede adscrbise x muy diversos dbo lahistorogrfa, la fenomenologie |W hermengutca. Si xe trata de a influenci en los Nstrladoros, hay qu adi na tena ‘mbargo, no debe olvidarse que uno i 48 priniorostrbajen ne centre # hitoria Paul Ricovur, Hiatt Vite Putt, 1964), * Para historia genera del postmodernism, Ponty ARNON, The Origins of Poss devnity, Lanes, 190H y Vredrie wore oF eB 0 The Cultural Maen Rehenindittidenamnean 1H. POSTMODERNISMO Y LA PRIORIDAD DEL LENGUAJE. ie trataba de un libro por encargo, donde anunciaba el fin de los Peay is grands interpretaciones generales como el socialismo, el cristianis- Bc oulaidep Sad del progreso”. Significativamente, en el mismo 1979, Lawrence Stone publicaba su diagndstico sobre el estado de la historiografia de aquel momento, donde empezaba describiendo lo que él denominaba la caida de los grandes paradigmas, en referencia especialmente al mar xismo, el estructuralismo y la cliometria'. Lyotard afirmaba en su ensayo que en el terreno de la historia, el influjo del postmodemismo se dejaba sentiren el rechazo de las periodizaciones y de las interpretaciones globales, las sustituciones de los grandes relatos de la Historia (History) por los pe- 4quetios relatos (siory) y el recurso a las metéforas. Todo ello degenera en lun relativismo extremo respecto a la objetividad historica: las representa ciones dominaban sobre las realidades’ Como ha sucedido en tantas otras ocasiones, la implantaci6n del Ppostmodernismo en la historiografia también se coneret6 a través de un inteto de superacién y reacci6n respecto a correntes anteriores, empe- ‘zando por la historia socioeconémica, hegeménica en los afios sesenta! La critica postmoderna a la historia social y econdmica s: -esto me parece importante no pasarlo por alto— en el recamibiv formal ¥ tematico que representaba la historia de las mentalidades. Los postmoder= nos proponian un camibio mucho més radical, cuyas aplicaciones trascen- dian el émbito intelectual para Hlegar también al vivencial, en un explicito rechazo de las teorfas de la Tustracién, Michael Murray, partiendo de una postura heideggeriana, proclamé ta bancarrota de la empresa de la Hustra- cidn y de su fe en una reafidad dotada de razén. Georg G. Iggers, en la linea posibilista que le caracteriza, defiende la idea de una Ilustracién més escarmentada, que habria superado el mito y la barbarie pero, al mismo tiempo, habia dado origen nuevos mitos y a una nueva barbarie cient inte perfeccionada: “El suefio de la raz6n crea monstruos”!'. ee 1H eben dl pontmodorin et hina Fras Askari The Origins so eotuntes, Bares. 6 JAUME AUREL Nl problema se planteaba en toda su crudeza cuando stay posturas rate digiles dogeneraban en un escepticismo paratizante © en wn relativismo euiy0 fi er Hin callej6n sin salida, cosa que todavia hoy ocurre con no «sea. BL discurso postmodemo tiende a alejarnos de la confron- Wweidh con Ia realidad y se destiza habitualmente hacia una inhibicién de todo compromiso, ya que los mismos argumentos sobre Ix imposibilidad de conocer el auténtico significado del pasado son vélidos para negar nues+ a capacidad de analizar un presente que, por analogia con esta conclu sidn, tampoco podemos conocer'?, ‘Otsu de las manifestaciones més especificas del postmodernismo histor Fiogrifico es que sus referentes te6ricos no procedfan, habitualmente, de Ju diseiplina hist6rica y eran habitualmente franceses: Lyotard, Baudrillard, Barthes, Dumézil, Foucault, Derrida, Kristeva y Deleuze. Las excepcio- nos ms representativas, tanto por su procedencia norteamericana como por ‘considerarse historiadores de profesin, son las de Dominick LaCapra y Haydlen White, cuyos postulados epistemolégicos también influyeron en ‘estas tendencias, il tendén de Aquiles det postmodemismo historiogratico es, sin duda, IW falta de referentes en la prictica. En este sentido, el postmodernismo jell presente como una actitud te6rica ante Ia obra y el conocimiento his- A0rieos, pero no como una verdadera y propia corriente historiografica que Huy dado sus frutos en forma de monografias 0 de una escuela determi- ula Lit misma borrosidad de sus contenidos y su falta de fijacién geo- quifica han tealzado en parte su mitificacién, Probablemente, la critica mis contundente que se le pueda hacer al postmodernismo historiogratico es ie, después de tres décadas, no ha sido capaz. de dar una obra hist6rica diseftuda siguiendo sus métodos y postulados, quizas con la nica excep- i6n del Historical Imagination de Hayden White™ El mayor activo que el postmodernismo aporta al historiador es que sus principios le sirven para corregir errores de visiGn, aumentar el rigor en el lanilisis, mejorar la contextualizacién de los textos y acrecentar la concien cia de que los condicionamientos personales pueden afectar a la objetivi- dad de su interpretacién, Sin embargo, el historiador que pasa largas ho- ray delante de su mesa o de su ordenador se siente excluido automd- ticamente de una corriente que niega la misma eficacia de su trabajo. Si existe algdn final de la disciplina histérica —tal como lo vaticinaron al- unos agoreros durante los aos ochenta— éste Hegari, como ha declara- Jovep Fontana, La histdria dels homes, Barwon, 200%, pp 12-818 Haydon V. White, Mevahistory. The Hisordeal Maayiiion b Nineteenth: Century ‘urope, Halimore & Lond, 1978 MH POSTMODERNINMO VLA PRIGHIDAT IMA LRNCIUANE "7 0 seat realmente do sutiimente Ziauddin Sardar, hogeménico" Es indudable, con todo, que el postmodernismo ha afectado durante tos Ailtimos treinta aflos, de uno u otro modo, a la ciencia hist6rica. Georg G. Iggers, uno de los mejores conocedores de la evolucién de la historiogratia ‘oceldental de los dos tltimos siglos, subtitul6 una de sus obras de referen- cla como From Scientific Objectivity to the Postmodern Challenge", Pero probablemente nos equivoquemos al considerarlo como una tendencia 0 luna escuela hist6riea porque se trata més bien de una corriente intelectual bastante arreferencial y abstracta, que ha afectado a buena parte de las Ciencias sociales. Este planteamiento te6rico ha influido con mayor 0 menor profundi- dad en las investigaciones concretas, Como siempre, el grueso de los tra- bajos hist6ricos sigue fundamentado, hoy en dia, en unos parémetros tra- dicionales. Pero esa arista cortante de la innovaci6n historiogréfica sigue avanzando y haciéndose cada vez mayor: La discusidn tedrica de los tres Ultimos decenios ha influido profundamente en la préctica historiogritica. Ms alld de las concreciones, se han puesto en tela de juicio los presu- puestos en los que se basaba la ciencia hist6rica desde su fundacién como diseiplina cientifica en el siglo x1x mediante el historicismo clésico. ‘wando el postmodernisn LA REAPERTURA DEL DIALOGO DISCIPLINAR: GIRO ANTROPOLOGICO La conciencia de ta plena ruptura que supuso el postmodemismo, la ‘capacidad de reflexionar sobre esa quiebra y su misma denominacién de “postmodernidad’” Hegarfan un decenio més tarde, durante los afios ochenta, pero las bases de esa revolucién intelectual estaban ya asentadas en los ailos setenta, En este nuevo contexto intelectual, que se empez6 a dejar sentir en los afios setenta, una de las aplicaciones fundamentales en las ‘clencias sociales fue ef descubrimiento de la primacfa del lenguaje, de los ‘e6digos y de los simbolos. BI rigido estructuralismo —sartriano en filoso- fia, braudeliano en historia — dejé paso a una desintegracién del saber y a | pérdida de confianza en tos grandes sistemas de pensamiento, Un digndition que, por erin, viene sgnificativamente de un intelectual alejado de Jo controsde procicekdn ooviuniales: Zinn Sitar, Postmodernism and the Orher The ‘New dnperiatiom af Western Calta, Loo, 199R, pp. 85-R6 Vor i *Preseniaehin Hine pr Hori Sinchex Marcos de 1a ediciin esputiola do Goong G. Lagons Lat eee MHIP Hm evita NX. Las lendencias actuates, Barco ‘in 109K ps7 18 JAUMI AUREL n este contexto, es comprensible que los afos setonta fueran, al igual que los veinte, una época de intenso didlogo interdiseiplinar en el Seno de las ciencias sociales. Se tendieron pitentes, sobre todo, entre ta historia, hi antropologia y la lingilistica. Se puso el énfasis en el discurso, mas que en la estructura, Se buse6 superar los esquematismos del estructuralismo y él materialismo hist6rico, Se comenzé a hablar del postéstructuralismo, eon hombres asociados a él como Foucault, Deleuze y Derrida'®, Se reacciond frente a la historia econdmica y social, reivindicando el papel de la cult: Wa, en unos planteamientos claramente influidos por la antropologta, que cen aquellos afios estaba desarrollando su dimensién més préctica a través de Jos trabajos de campo de Edward Evan Evans-Pritchard y Claude Lévie Strauss” Bn Gran Bretafa esto se verificaria por un sensible cambio en los inte: reyes de investigacién, como se pone de manifiesto en el caso de Edward ‘Thompson, cuyos estudios se centraron a partir de entonces en los aspec= {op intelectuales. Pero si en Gran Bretafia se traté de un cambio sobre todo ile temas y de orientacién en la investigacién, pero no tanto de un relevo Jienieravional o de personas, en Francia sucedis todo lo contrario, All este ializarfa en el acceso al poder académico de la tercera gex Annales, los componentes de la nowvelle histoire. Entie i iniluyentes estarfan Emmanuel Le Roy Ladurie, Jacques Le Golf ¥ Fangois Puret; en un siguiente nivel, Robert Mandrou, Jean-Pierre Ver= ‘an, Mate Ferro y Piette Nora; Pierre Chaunu y Philippe Aris habrian sido perjudicados por sus ideas supuestamente reaccionarias!, Junto a estas ‘esirategias politico-institucionales se verificaron también otros cambios de haturaleza metodol6gica: el estructuralisino braudeliano fue sustituido por li historia de las mentalidades al estilo de Emmanuel Le Roy Ladurie Jacques Le Gof. ste cambio de orientacién tuvo algunos referentes intelectuales que provinieron del campo de la filosofia y, més especificamente, de la antro- pologia, Entre esas influencias destacan las de Claude Lévi-Strauss (1908) y Georges Dumézil (1898-1986), que en 1968 habia publicado la primer Para el didlogo entre historia y antropologia es muy sil André Burguitre, “Anthro: /pologie historique”, en André Burguiere, di, Dictionnaire des Sciences Historiques, Pats, 19H pp. 52-60, "Claude Lévi-Strauss, La pensée sauvage, Paris, 1962; Buward B. Evans-Pritchard, ‘Les Nuer Description des modes de vie et des institutions politiques d'un peuple nilowe, Pa tis, eraiquizacidn de este nuevo equipo aparswe en Hervé Couteau-Hogarie, Le phénomene "Nowvelle histoire”, Stranége et tddologiees oven historiens, Pais, 1988, pp. 282-205, PON EMODIILNINMO YA PRIORIDAT FH ERMA 9 parte de sw influyente Mythe et épopée,” y, sobre todo, Michel Foucault (1926-1984), uno de esos intelectuales poligdricos que son tan dificiles de ‘lasificar pero que al mismo tiempo basan buena parte de su eficacia en ‘esa borrosidad diseiplinar. Michel Foucault consiguié aglutinar en torno a su obra’by Jos valores que la revolucisn del 68 habia puesto sobre el tapete: ‘il poder y al saber establecido, la denuncia de los mecanismos ocultos de dominacién y un habil manejo del nuevo lenguaje filos6fico-semistico™ ‘4 misma biograffa de Focault condiciona en buena medida la evolucién dle sus ideas", Sus obras més influyentes son Les mots et les choses. Una suchéologie des sciences humaines (1966), L'archéologie du savoir (1969) Surveiller et punir (1975). La recepcién de Foucault en la historia vino de la mano de algunos teorizadores como Paul Veyne. En su influyente nsayo Cémo se escribe la historia (1978), dedicé un apartado a ta fun- in revolucionaria del antrop6logo francés en Ia disciplina hist6rica. Al tnismo tiempo, Foucault ha recibido duras criticas por su lenguaje abstracto ¥y generalizador, que Te hacia impenctrable a la critica. Pero nadie puede Hyegar su papel intermediario entre la antropologia, la lingtifstica y la his- ton ‘También influyeron los trabajos del te6rico de la literatura Northrop Frye" —cuyo influjo se deja sentir de modo notorio en Hayden White y Paul Ricocur— y del antropélogo cultural con base estructural Clifford Geertz, La cultura es vista ahora como una categoria de la textualidad. ‘Gertz analiza la conducta social como un texto simbélico, mientras que Claude Lévi-Strauss habia analizado los textos como una agci6n.simboli- ox, Esto parece un simple juego de palabras, pero refleja hasta que punto fl texto pasa a ser el referente principal de la nueva antropologia cultura Jeorges Dun hee épopé, Pas, 1985, cp deans, por jenpives asin etc de Richard. Hiton Ine Sot Mitontracon of eal, Vly and Vrteaton ine Scary Communi, Ne vets 936 pp 71196, ; il Eat hel Poca, P 1985; esd na perspstiva mis pine pica Haters, resus 9 Paul Rabinow Mickel Fowcaul Beyond Stracaraism and Hermeneutics, Hag 982 Phistoite®, Comment on éerit Phistire, Paris, s ar ‘rangois Done, Misaire dic steucturatisme, Paris, pe mostra ge he Any Cad, Neva York, 1969 h er ty an fen tl tyes del sepundo: Cord Ger The Inonrun o Culos NURNN Yok, 197 Guat Mpa he Pan wt Tet ory a Pe raphy aio A Lene, A008 1D Whare ‘aynilic tonta, Lev iNtrawas MAIGA HERE we eyrnbiat le vol. Hh, pp. 296-335, 1ice of Medieval Historio: ivied nockal behavior as ‘Todo elo tuvo una aptioneion dirwets a los estudion Nistérieoy di los aos setenta y ochenta, cuando un grupo de historiadores, Hideradan: Natalie Z. Davis, realizé una serie de estudios sobre tn vida ritual ei sociedades de Ia edad moderna como los carnavalos, lay orem i 5 los cultos populares”, Estos historiadores tomuron Come ferentes metodolégicos las obras de los antropslogos Vietor Turner, M Douglas, Marcel Mauss y Amold Van Gennep, De este modo, los modelos tedricos de la etnografia quedaban defi vamente ineorporados al mundo historiogrifico. A los estudios de I era edad moderna se les unid poco después un buen grupo de mono} dedicadas a la época medieval. En América destacaron los estudios Brown sobre la €poca paleocristiana” y de Patrick Gi de las reliquias en la alta edad media, En el Viejo ms Ton mniciativas importantes las obras impulsadas por Jacqih Goff y Jean Claude Schmitt desde la prestigiosa y poderosa platafor institucional que representa I’eole des Hautes Etudes en Sciences Soe! les, BI influjo de ta antropologta en la historia entre los componentes de I nouvelle histoire francesa se materializ6 en la publicacién de los tte Ye Iiimenes conjuntos Faire de histoire, ditigidos por Jacques Le Goll y Pierre Nora’, Cuatro afios més tarde, Le Goff coordinaba la obra coleeth va La nouvelle histoire, junto a Roger Chartier y Facques Revel: los pos tulados de la Hamada tercera generacién de los Annales quedaban més eli ramente expuestos y se emparentaban més estrechamente con las otras cee cias sociales como ta antropologta y la linglistica™ ' EL INFLUJO DEL LINGUISTIC TURN EN LA HISTORIOGRAF{A __Paralelo a ese enriquecimiento mutuo entre historia y antropologia se- rfa el influjo en la disciplina histrica de algunas nuevas propuestas tedri eas que provenfan del campo de la lingiifstica. La relacion entre las dos disciplinas es reciente, ya que no se trata ni del formalismo de Ia Tingilis- Lynn Hunt, “History, Culture and Text”, texto que introduce el libro L. Hunt ed. Th A troduce el i ‘ New Cultural History, Berkeley, 1989, p. 1-22, donde se recoge este desarte historiograic. * ne i ®Puter RL. Brown, Le cultede saints. Son essor et safonction dans la chrétinté lating, lanl 5 2 Patrick Geary, Furta sacra: Thefts of Relics in the Cen Ps au cfs of Relics in the Cenival Middle Ages, Priveeton, * Jacaues Le Gofty B Nore. Faire de histone ah, 197A, vols Jueques Le Gott y otros, eds, La nowvedte histone, Pats 197M Jiu de prineipion de allo -oqie @t extriiehiratinne superd anipiiamente. 1 do Ha rolacion entre (Malaga & historia, que parece mds evidente y de ‘sonwitla logitinwetdn", Ln ol fonda, durante estos aftos se produce una ‘le Folacion entre Historia, Hingiation y antropotogia cultural, desde et ornento on qué Chaide Lévi-Strauss consiguis un prematuro uso de los Jwoviolos lingistioos on la interpretaciin de los procesos sociales. A partir ie Levi-Stauss, las dorivaciones de Ia fingistica aplicada a la historia se Jultiplican, basadas en ta Kigica estructural de Ludwig Wittgenstein, la sociolingifstica de Victor Turner, el post-estructuralismo de Paul Henry y el nuevo formalism de Richard Montague. L ereencia tradicional de que una investigacién hist6rica racional nos. Jpormite Hegara un conocimiento auténtico del pasado fue severamente re- Sisuala a través de los postulados postmodemistas de algunos historiadores Ayanceses y norteamericanos durante los alos setenta‘*, Buena parte del re- {lunteamiento de todas estas cuestiones fue provocado porel desarrollo y la ‘eonsolidacién de un movimiento filoséfico que ha tenido amplias conexio- ‘ios y repercusiones en el resto de las ciencias sociales: el linguistic turn. Liste punto de inflexién tenfa unos claros precedentes, que se remonta Juan incluso a principios de siglo. Uno de los textos fundadores de esta cotvionte es el Curso de lingitistica general, del linguista suizo Ferdinand de Saussure, publicado péstumamente en 1916%. Alli se afirmaba que el Jonguaje forma un sistema auténomo cerrado en si mismo, el cual posee {una estructura, De las tesis del lingtista de Ginebra naci6 el estructuralismo que, en sus desarrollos ulteriores, Hlegé mucho mis lejos que su Tundador ‘Asi, lleg6 a afirmarse que el lenguaje no es un medio para comunicar sen {ido o unidades de sentido sino a la inversa; el sentido es una funeién del Jenguaje. Bl hombre no se sirve del lenguaje para transinitir sus pensamien tos, sino que lo que el hombre piensa esté condicionado por el lenge istas ideas ya tuvieron influjo en los historiadores de lox primers ‘Annales, como es el caso de la obra de Febvre, publicada en 1942 sobre Fl problema de la incredulidad en la época de Rabelais, Para respontet |i pregunta de si Rabelais fue ateo 0 no, Febvre argumentabi que 0 90 decisivas las ideas explicitas, sino el instrumental lingtifsticn con el que xan Jos hombres de la época de Rabelais. BI historiador franca de © Nancy 8, Struever, “Historiography and Linguisties”, en Georg Gs gers y Haul 1, ed, Faternational Handbook of Historical Studies. Contemporary Researvh and ‘Theory, Weapon, 19795 pp 127150. +E pavedite qu a8 atten citar en este sent es Rola Barthes, "Le discourse histoire" Saeiab lence aration, Information sur tes sciences sociales, V1A9OT) 1 6578 + Vrtinawl dle Nwuaune, Carne de Hnyistre genera, Buenos Ait 1949. (1910), 122 AUN AU 11 1OSTMODERNISMO Y LA MRIORIDAD DHL LINGLAN 123 ‘mostr6 que era posible aproximarse a los razonamiontos de mediante el andlisis de su lenguaje, el cual constituyo su utillaje men La monografia de Febvre demostraba, en ta prictica, que lox met 7 el historicismo elisico no eran suficientes para “aprel nic caecme sine eso cho mis conereto, algo mucho mas libre e inexpresable de subjtivi cmeidn historicidad del texto Wtextwalidad de la historia, tos ee io pio lingitien haetan pivotarinegutvocamente el resultado hacia ef seundo término, La siguiente euestién planteada parece obvia: ghasta qué Jn(o existe referencialidad en ese texto? mn sot fstico ha dado como consecuencia una acusada tendencia ul welativismo, que planea actualmente sobre el entero campo de la cee {rata actual, como han puesto de manifiesto Hayden White y Dominicl Capra, quien aboga por recuperar la capacidad retérica de la nes {in clisica™. Un proceso, por cierto, completamente inverso al que produ- jo el nacimiento de la historia cientifica en el ambito historiogritico ale- nin de siglo xr, euando precsamente fue a fase narratives Ju que se pretendia superar. Ahora se afirma que la steele i subsiste simplemente a través de unos signos linguifsticos, forja su objeto través de las reglas del universo linglifstico que conoce el historiador y iilora a la superficie a través de un relato”. s i Sc erecnctosciesdo adenine plina hist6rica, se extendi6 también al entero dmbito de las ciencias ce Jos, Para algunos historiadores ¢ intelectuales en general, el Bes |i objetividad historica —transmitido de generacién en eee |i historiogratia clisiea— habia sido el pilar de una concepei6n del oe Bestest intial area ‘er el fundamento de las estructuras de poder, idea que aparece expl a Sa eae ote isa eins sional toons ‘Con anterioridad, en los de Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger. Bue fu parte de la historiografia feminista se ha basado, por ejemplo, en esta ‘lea, para iniciar la deconstruccién ee ae 2 “eile de ae jonmacion de las palabras y conceptos heredados— de un mando que se i ca ae is el dominio masculino desde sus origenes" Be de: nuestra que en el debate generado a rafz de las consecuencias d # lingistico se dirime algo més que un juego de palabras, ya que se dota de snuterialidad a la ret6ricay se atibuye un contenido a la forma, Si son las palabras las que realmente cuentan en Ia narrgoiGnyhistFieay el modo de organizar esos signos pasa a ocupar un lugar privilestado en una 6p No conclufa todavia, sin embargo, que las ideas o el lenguaje determi ban una evolucién histérica, pero sf que la hacian comprensible, La obra de Saussure y de Febvre se habia adelantado a los postul estructuralistas, que afirmaban que el hombre se mueve en un mateo estructuras —en este caso, de estructuras lingiifsticas— que no son d minadas por él, sino que lo determinan a é1, Mas tarde, este planteami influy6 indirecta pero notablemente en la disciplina historica, a través la semistica o de ta forma més nitida del postestructuralismo que es deconstruccionismo. El debate en Francia se ha actualizado con Jacq Derrida, cuyos referentes intelectuales se remontan hasta Roland Barthes La contextualizacién deja emtonces de tener importancia, porque se Guicbran los nexos de referencialidad entre el texto y el contexto, Inclusa se Mega a separar, en los planteamientos abstractos —abstractstas, $1 40 Ime permite esta expresiGn— de Michel Foucault, el texto de su ereadof Pore se niega la intencionalidad humana como elemento creador de sen. Nido, Si en Saussure todavia existia ta relacién entre el signo, la palabra (1 significante— y la cosa ata que ese signo hasta referencia —el sige nifleado- esa unidad se pierde con Derrida, por lo que el lenguaje deja oligo un sistema referencial stico —tinguistie tun— es una expresién acuiiada por 1 en 1964 y hecha eélebre por la coleccién de ensayos talitados por Richard Rorty en 1967. Aunque se trataba de un movimien. \Wextrictamente filos6fico, pronto influy6 notablemente en la disciplina hiss {orion Hn su aplicacién mas estricta, la historia pasaba a ser una red line listen arrojada hacia atris™. Las palabras de Hans-Georg Gadamer en AW olisieo Verdad y Método habian sido profe fea de ta Wi enerita 8, al proponer la naturas como La recopilacién de la obra del espiritu humano, N lenguajes del pasado, cuyo texto hemos de entender”, ra, History and Criticism, Wbaca, 1985. as radicales en John E. Toews, % Dominick LaCap Vert erten a ests post ty Lio Te Amon of Meaning an ie ret torical Revie, 92 (198), pp 879: Gscereuestnal nanifieniaen ol iafluyente ensayo de Henri-trénée Marrou, BY co- ‘noctnentohiibrtco, Narcan 1068 * = stulerea" on Peter Haske, Kemmenaieememiienesia Madrid. 100, 00. 6048. ellectual History after bility of Experie Wlchnd Roxy, ut hie, 1967 * Gorge Stoner Ruraterrioriak Pu Awekland, 1975, pp. 91 *"Hune-Cloory Gautam Drath anal Method, Nueva York, UN: The Linguistic Turn, Recent Bssays in Philoxophical Method, Como se por wera om Literature aul the Langage Revolution, {on de ta obra historiea, Por ente nyotiv, en 10x debates les se habla cada vex con mayor freuen del discus eo forma de comunicacién y como forma de organizacion del tabajo His co. Esto deriva en Ia progresiva interconexidn de lus elenclis socio € denominador comtin serfa la articulacién de un discurso adeeudd necesidades. Sin embargo, no es'menos cierto que ef mismo eoneeple discurso tiene muchas acepeiones diferentes, como se pone de mani cn las diferentes reflexiones de Paul Ricoeur y Michel Foucault, , G80, el discurso narrativo, recelado hasta los alos setenit {a historiograffa por su aparente incompatibilidad con el rigor del Leng) je cientifico; ha pasado a ser considerado el entramado fundamental de Mi obra hist6rica. Reaparece asf, mas vivo que nunca, el peligro de! formal ‘mo para el historiador actual, mas preocupado por el discurso que por It metodologia, por el resultado formal que por el procedimiento materisly por la retérica que por el contenido, por la estética que por la ética: 6) definitiva, el dominio de la forma sobre el contenido y la pérdida de 10 roferentes objetivos que salvaguardan el rigor cientifico. 1 Sin embargo, el giro lingUifstico ha tenido también consecuencias my cenriquecedoras para la historiogeafia. Quizas la mas importante sea el pore feccionamiento de las téenicas del relato y 1a narracién hist6rica, que il supuesto un aumento considerable de ta divulgaci6n de algunas de ei obras. En efecto, parecen evidentes los beneficios que comporta esta {en dencia, porque probablemente sin esta nueva preocupacisn por ki formid de la narraci6n, no hubieran sido creados relatos tan sugerentes como Domingo de Bouvines de Georges Duby®, el Martin Guerre de Natalie % Davis" 0 el Menocchio de Carlo Ginzburg, Al mismo tiempo, el retomio al relato ha facilitado también Ia recuperacién de algunos viejos temas de investigacién, dotindoles de una metodologia y de una Forma renovachly como es el caso de la nueva historia politica, la historia de la religiosidad o Ia historia social del lenguaje. ‘Todos estos nuevos movimientos y experimentos historiogréficos $6 ‘basan en Ta creencia, mas © menos explicita, de que el lenguaje es algo anterior al mundo expresado por él y lo hace inteligible, construyéndolo de acuerdo con sus propias reglas de significado. La debilidad de este planteamiento radica en el peligro de un excesivo formalismo y en Ii at bitrariedad de su método, porque el mismo lenguaje esté condicionado pot “© Georges Duby, Le Dimanche de Bowvines, 27 juillet 1214, Pais, 1973, © Natalie Z. Davis, Le retour de Martin Guerre, Parts, 1982, Carlo Ginzburg, Lformaggio i vermi,Itcosmo di un mugnaie del ‘S00, “© Gabrielle M. Spiegel, The Past as Text, Theory and Pract graphy, Baltimore 8 Londres, 1997, p. 5 W976 fof Medieval Histor Jan convenclonen soelalen™, Llewanute Ianta el entrenin ef argMinenns, St qvter construcoidn Hingation no seria cttw coNK que una nuova articulae ‘ion dol dincuend y por tanta, no priode Hrascender aw propia realidd retG- iow y Novara!” ‘Los signox lingilistigos son eonstrueciones arbitrarias y convenciona- Jo quo nox permiten la construccidn de un discurso, Por tanto, es diffei twvoontrar en ellos et grado de objetividad intrinseca que precisa toda na- ruc idn histdvieu, La conyencionalidad de los significantes condena a los siynifioados a st arbitrariedad, aunque Paul Ricoeur opta por una via in- Jermdia al hablar de una awonoméa seméntica del texto que alejarta toda ‘esperanza co conectarel texto con su contexto pero que no negaria de modo aljoluto su referencialidad”. ido este contexto epistemoldgico serd Mevado hasta las dltimas con- soowonicias por et deconstruccionismo de Jacques Derrida. Si se parte de {wo ol lenguaje es un sistema arbitrario de codificacin, serd preciso ‘Jescodificar 0 deconstruir esos e6digos para conocer su funcionamiento Ji{ deconstruccionismo se centra exclusivamente en el artilugio literario (el lwato) frente al contenido referencial (el contexto). Derrida apuesta deci- didamente por una preeminencia absoluta del texto, ms alld del cual no Jy salida”, La historia pasa a ser un efecto de la presencia ereada por la Jwxtualidad, pero no tiene una presencia en s{ misma. Se niega, por tanto, Al woxto hist6rico, Ia posibilidad de representar la reatidad, EI documento stérico, a través del cual accedemos a Ja realidad, queda asf asimilado al toxto literario, a quien se le niega a su vez la eapacidad de acceder al pie ‘A la vista de todo este panorama intelectual, {qué He queda entoriedss Al historiador como cualificado testigo entre el pasado y el prowente’? (fis lun testigo cualificado del pasado o simplemente un murrador de hiss ile ficcién basadas en una minima referencialidad y aparienela elentifiew iI? El estudio de los textos literarios e histricos parece experi ‘n tv actualidad, una importante transformacién, Lo que 86 plana et «Sobre este tema, es di et ensayo de Catherine Belsey, Criveat Practice, LaNia voK0, *Y Sbve i bfuenoia del andlisiy del discurso entre tox histor ‘Historians and Discourne Analysis History Workshop, 27 (1989). 10 Tat Klvouut, Inerpnetation Theory, Discourse and dhe Surplus of Meaning Worth, 1976, 9.25, jacqui Dov, (/ Cennmnaiiotogy, Mattia, 1976. 126 JAUME AUREL ag walidad.no es la clasica cuestiOn del modo de acceder al pasado, sino los capaces de acceder a él. Se cuesti Patna cet conciniono el pasado a travee de unos ees nel dos. En este contexto, parece claro que los. paradigmas que han dominado Ja historiografia durante el siglo xix y buena parte del siglo xx —positi= vismo, historicismo, marxismo, estructuralismo— empiezan a perdet st eficacia a partir de los afios setenta, por 10 que se puede hablar de esos afios como de verdadera revolucién historiogratfica, La ereencia humanistica de que un acercamiento racional al pasado a través de una investigacién objetiva permite recobrar los auténticos signie ficados de ese pasado esta siendo severamente revisada por las tendencias postmocernas™. Uno de los postulados mais esgrimidos por estas nuevas Corrientes es que el historiador esta condicionado por los signos lingtifticos del documento que analiza y,al mismo tiempo, por los signos lingifsticos que é1 mismo utiliza. Ademés, este lenguaje no solo tiene una existencia Personal sino también una dimensi6n social. De abt el gran interés que cobra no s6lo como un elemento esencial de estudio para filélogos y litte ‘guistas, sino también para los historiadores. El giro lingiifstico se ha aplicado a todas las ‘iencias sociales, pero es evidente que la historia ha récibido también un influjo enorme, por ejem- plo en el campo de la historia intelectual". El lenguaje adquiere una capite cidad no simplemente imitativa de la realidad sino también creativa®, La sintaxis deviene esencial para la narracién historica. Lo que le interesa al historiador es dar una apariencia de realidad con su prosa. Una ver abane donados los esquematismos cuantitativos de los grandes paradigmas historiogréficos, los Kimites entre los relatos hiistéricos y los relatos de fice i6n se hacen cada vez mas borrosos, porque los dos utilizan el mismo instrumento™. Todo este panorama intelectual tiene como consecuencia la Gable M, Spel, The Pastas Text. Theory and Pr graphy, Baltimore & Londres, 1997, p. 3. pb "Many “Should inlet History Tike © 8 Linguste Tun? Reflections on Hennes Deaf Doni Lacapra y ten Kap cle European Intellectual History: Reappraisals and New Perspectives, Whaca, N.Y., 1982, pp 86-110; Hayden V. White, "Method and ldcolopy in elec Histone Thee ot Hoy Adan ip. 280-310 y John, Toews, “Inelec tual :InllectualHisry ar the Linguistic Tm The Awonomy of Meaning andthe Ineduelbiliy of Lexpeicaces Americ Msoreal Review, 92 (1987), pp, 879-907. é Remo aspect 8 Nany F, Partner, “Making Up Last Time: Writ Lost Time: Writing om the of History”, Speculum A Journal of Medieval Suulies, 61 (1986), pp. 90117, un. imple pero sugerentey Hono de imigones VeeHhatesy conceptuales de pran intends 0, wait onto: ivan, The Language of History eal the History af Language, Oxford, [EL POSTMODERNISMO Y LA PRIORIDAD DEL LENGUATE 121 introdueci6n de nuevas formas de hacer historia. Lo que es quizés mas significativo es la tendencia a usar el estilo narrativo, que sustituye asf al lenguaje seriado y esquemtico de annalistas, marxistas y cliémetras. Pero estos cambios han aumentado la sensacién de angustia de la disciplina histérica a nivel teérico, anegada en un mar de dudas donde el relativismo amenaza su misma existencia. Uno de los principales sistematizadores del viraje culturalista y lingiis- tico que experiment6 la historiograffa durante los afios setenta es, sin duda, 1 historiador norteamericano Hayden White, que elabor6 sus principales teorfas durante su estancia como profesor en la Johns Hopkins University durante os aiios setenta, Su obra Metahistoria, La imaginacién histérica en la Buropa det siglo x1 ha sido una de tas mds influyentes de los uti- Ios treinta afios y da una muestra de la fuerza que ha adquirido la misma subdisciplina de la historiografia dentro del panorama general de la diset- plina histérica’ Las palabras seleccionadas por el autor como pértico (“sélo se puede tudiar Io que antes se ha sofiado”) son bastante ilustrativas del cardcter inaprehensible pero al mismo tiempo sugerente del libro, que combina con cficacia la teoria de la historia con la teorfa literaria, en su afinado comen- lurio de las obras histricas de las figuras més representativas del siglo xtx: Hegel, Marx, Nietzsche y Croce como referentes tedricos y Michelet, Ran- ke, Tocqueville y Burckhardt como referentes propiamente historiograficos. White considera la obra de los historiadores como algo cerrado en sf mis- ino, una articulaciGn mental que parte de unos condicionamientos a priori con tintes kantianos y qué funciona como una creacién histérica en si ma, La escritura de ta historia no se diferencia de la poesfa, del relato. No existe ningiin criterio hist6rico-cientifico de la verdad, por lo que tampo- co existe ninguna diferencia sustancial entre la ciencia hist6rica, el relato hist6rico y la filosofia de la historia, Si bien el trabajo filol6gico sobre las fuentes puede establecer los hechos, toda concatenacién de ellos para ob- loner una vision global y coherente es determinada por apreciaciones es- luticus y morales, no cientificas. Bn este planteamiento, 1a obra hist6rica (64 considerada como una estructura verbal en forma de discurso en prosa hurrativa que, al margen de los datos que pueda contener, posee un com- ponente estructural profundo, de naturaleza poética y lingtifstica, que sir- ‘ve como paradigms preeriticamente aceptado para la interpretacisn, White Haydon V. White, Mewahistory, The Hisorieal fmagination in Nineteenth-Century ‘Lurope, Walionore & Londres, 1979 (iad, saps Hayden V. White, Meiahistoria, La imag 128 JAUME AURHLE fexpone en a introduccién de su trabajo que pretenide analizar la estructie a profunda de la imaginacién hist6rica de la Europa del siglo xtX, inten Lando aportar un nuevo punto de vista sobre el debate acerca de la funei6n y naturaleza det conocimiento histérico, White percibe una infraestructura metahistérica que subyace a today Jas construceiones tedricas de los fil6sofos e historiadores que analiza. Bs ‘metahistoria es la que explica que los intelectuales analizados no se base ‘en concepts tedricos para conseguir que su narracién hist6riea adquiet cl aspecto de una explicacién racional, Por el contrario, la narraciGn Wis Grica depende de un nivel més profundo, casi inconsciente e inracional, por el que el historiador realiza un acto especfficamente postico. En tueto mental es donde el historiador prefigura el campo histérico y 10 con tituye como un dominio sobre el que aplica las teorfas especificas que utilizar, posteriormente, para explicar “lo que realmente sucedio”, sega la eélebre maxima rankiana, « E! relativismo que subyace en esta formula es demoledor. White de hnuneia la interpretacién hist6rica como un procedimiento que nada tiene que ver con los métodos cientificos, sino que procede excluyendo deter Ininados hechos de su relato como irrelevantes para st. propSsito narrativ © incluso incluyendo especulaciones que no se encuentran en los hecho vertaderos. La poética histérica, adquirida aprioristicamente y de un mod nis 0 menos reflexivo, es la que condiciona el resultado de la investiga cidn histérica. i Hayden White ha ido completando su pensamiento a través de algunas ras de notable profundidad tedrica y epistemoldgica. Entre ellas deste su The Content of the Form, de 1990, una tecopitacién de articulos que ‘confirma su concepeién de la historia basada en la prioridad del discury la narracién y la articulaci6n lingiifstica por encima del carécter supuestiy mente cientifico de la historia. La obra no es propiamente hist6rica, pore que transita entre los pardmetros de la filosofia, la lingiistica, Ia semidtl- a y Ia propia historia. Sin embargo, el influjo historiogréfico de li Metahistoria de White ha sido tan grande que la revista con mayor prestl: tio actualmente en el campo de la teorfa de la historia decidié dedicarle en 1998 un nimero monogrifico®. Mis all de tas posturas excesivamente acantonadas de White, el Hise loriador norteamericano expone uno de los principales problemas con que jentran sus colegas a la hora de elaborar su obra: el problem de Ii » Hayden V. White, The Content af the Korm: Narrative Discourse and Historical Representation, Baltimore, 1989, % History and Theory, 87 199) NL PONTMODERNISMO Y LA PRIOKIBAR FH, LENOUAI 129. seleceién de la informacién, La misma memoria humana es selectiva,fil- lando todas las informaciones que le egan. No obstante, el historiador hhorteamericano Heva sus postulados a extremos desconocidos hasta enton- ‘G05, Pocos atios después, Natalie Z. Davis, en su cuidada narracién sobre Mw aparentemente inverosimil historia de Martin Guerre, transitard con estreza en el resbaladizo émbito fronterizo de la historia y la ficci6n, pero nunca dudard explicitamente de que, al mismo tiempo, el tratamiento ri- juuroso de las fuentes permite al historiador acceder a la realidad del pasado. Desde Leopold von Ranke a Georges Duby, ta facultad imaginativa habia sido considerada un complemento ideal en la narracién histérica, al ‘constituirse como un elemento esencial en la tarea de la aproximacién al pasado. Pero siempre era considerada como un complemento porque nun- ‘0 era utilizada sin relacién a otra fuente de conocimiento. En el caso de Natalie Z. Davis, por el contrario, la funcién de la imaginacién era tan ‘considerable que se convertia en la fuente esencial en la narraciGn histori- ‘eh euundo faltaba la documentacién. La historiadora norteamericana nun- ‘6 habia Hegado hasta el extremo de considerar que realidad e imagina- ‘j0n eran dos caminos completamente divergentes, porque se encontraban © trataban de encontrarse— al final del callej6n, En Hayden White, el ‘euientro entre realidad e imaginacién, entre historia y ficcin se volatiliza definitivamente, La imaginacién ocupa completamente el Ambito tanto de i especulacisn hist6rica como de la especulacién historiogrifica —por- {qe, no hay que olvidarlo, cl estudio de White es un estudio de historiogra- fin, no propiamente hist6rico, aunque ciertamente puede considerarse tam- bch un excelente exponente de historia intelectual. is filiaciones intelectuales del planteamiento relativista de White son Hastante claras. En ef fondo, to que hace el historiador norteamericano es ‘nalerializar lo que, desde Kant, se haba formalizado: que no existe ningdn iterio material de la verdad, Pero si para Kant o Weber no existia ningin eriterio material de la verdad, sf hubo para ellos un criterio formal, que se hallaba arraigado en ta légica de ta investigacién y daba legitimidad y ‘odibilidad, por tanto, a la labor desarrollada por las ciencias sociales, vclnidla la historia, Esta Il6gica, aunque fuera simplemente formal, gozaba tle validez universal y constitufa el fundamento de la legitimacién de la ‘iencia social objetiva. Por este motivo era tan importante la metodologt in embargo, ahora, incluso este criterio formal de la verdad, que ya ha- }yiu sido cuestionado por varios tedricos de la ciencia, se ponfa también en Hoslina en algunos ambientes acacémicos historiogriticos”. Goong G.Nppers, Lt eieneia Mstirica en ef siglo XX, Las tendenclas actuaes, Barc: Ho 1908, p97, 130 JAUME ACE Me atreveria a afirmar que el radical planteamiento relativista de White tenia que Hegar tarde 0 temprano, Kant habia establecido el principio dt separacién entre lo objetivo y lo subjetivo, pero habla conseguido sali el sentido de la ciencia moderna a través de un eriterio puramente forms desarrollado sobre todo en la teorfa de las formas a priori del entendimiey to. Ahora se llevaba hasta las tltimas consecuencias ese razonamiento, considerar un sinsentido seguir manteniendo una formalidad filosétiea gi negaba de por sf la accesibilidad al conocimiento objetivo. “Todo ello leva consigo la confirmacién de la prioridad det lengua que es la Ginica referencialidad que le queda al cientifico experimental, cientifico social y, en definitiva, al historiador. La ciencia deviene un im de comportamiento institucionalizado, un modo de tratar la realidad en u comunidad de individuos animados por sentimientos, objetivos y opinit nes andlogas y, sobre todo, un lenguaje convencional cominmente ac tado, Su nticleo reside en la comunicacién y, por tanto, en un lenguaje que incluso se pone en duda su referencialidad. VI. EL GIRO NARRATIVO 11 desarrollo de las relaciones de la historia con la antropologfa y 1a Aingiistica y la consolidacién de! narrativismo, el relativismo y el postmo- tlovnismo, constituyen el peculiar ambiente intelectual de los altos setenta; jjoro gc6mo influye realmente este contexto en la historiogratia?, gqué ‘ouinbios se dejan sentir en la historiografta de los afios setemta, gqué nuc- is vias historiogeéficas se crean, en concomitancia con las corrientes de Inenor ruptura con la tradici6n como de la historia de las mentalidades y | escuela de Bielefeld?, zc6mo se concreta esta ruptura intelectual? “Todo empez6 a mediados de los aiios setenta, con un conjunto de na~ snuciones histéricas realizadas, a modo de experimento y en flagrante con- {judiccidn con la tradicién recibida, por historiadores con un consolidado {ivitigio académico. Bjemplo paradigmatico es el libro de Natalie Z. Davis, Wl reqreso de Martin Guerre (1982). Dejando de lado la circunstancia, nada tlospreciable, de que esa narracién habfa nacido como guién para una pe- Wicula comercial, el lector inicia la lectura atraido por un tema de eviden- os repercusiones hist6rico-historiogedficas, y Io termina con la sensaciGn de haber Iefdo una buena noyela. Hoy, los nombres de Natalie Z. Davis, Aimon Schama y Carlo Ginzburg estin asociados al movimiento de la nueva historia narrativa, que se ha situado en la vanguardia historiogréfica ac- {ual y ha reaccionado contundentemente contra el lenguaje esquemitico y ‘iuntitativista de los paradigmas anteriores. Historiadores y novelistas ‘wilizan cada vez més técnicas nartativas parejas. Los nuevos narrativistas tuvieron que oponerse a una inercia historio- Jinifica que duraba, por lo menos, desde la época de entreguerras, cuando Joy historiadores de los aiios treinta y cuarenta empezaron a sentir el in- flujo teal del materialismo hist6rico —Karl Marx— y la metodologia de sociales —Max Weber. Se ha olvidado demasiado a menudo jue siempre ha habido un continuo intercambio entre filosofia e historia, Ji que desde luego se increment a partir de la época de entreguerras. Hoy, ove la perspectiva histérica adlecuada, aparecen mis nitidas las conse- ‘cuonclas generadas por esta interconexién, No estariamos hablando ahora do an retorno « 1a historia narratiyi durante tos abos setenta sino se hue

Vous aimerez peut-être aussi