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MENENDEZ PELAYO Y JAIME BALMES En la proxunidad del centenario del nacimiento del insigne poligrafe Menéndex Pelayo, reproducimos el presente articulo escrity con motivo del Centenario deta muerte de Baimes. Meoresiee Pelayo, el ilustre montanés que tan estrechas relaciones mantuvo durante toda su vida con Cataluha y con sus hombres, no pudo dejar de estar en contacto con el miicleo intelectual que tan ele~ vada categoria dié a Vich en la segunda mitad del siglo pasado. Reliquias de estas relaciones son, por ejemplo, fas cartas procedentes de vicenses ilustres que se guar- dan en fa biblioteca del maestro, en Santander, y que algin dia habrd gue publicar. Figuran entre estos correspansales Mosén Jaime Collell (1), amigo de juven tud, siempre empeftado en traerlo a la ciudad de {a plana. Masferrer, Torras y Bages y no hay que decir Verdaguer, por quien Menéndez Pelayo no sélo sentia una gran ‘admiracién, sino que fué el principal vocero de su gloria fuera de Catalufia. Los hom- bres de Viel contestaron a estas pruebas ce simpatia, con un gran respeto y carifio de log que se encuentran hucllas en la prense local de la época (2). Pero a pesar de estas amistades y simpattas, el hijo de Vich, el que con més frecuencia elogié D. Marcelino y con cuyo pensamiento mAs identificado se sintis, como es patente, para el que esté familiarizado con sus escritos, fué Jeime Balmes. No obstante ser la historia critica literaria la especialidad de Menénd.z Pelayo, ef nombre de Baltes aparece con gran frecuencia en sus libros y siempre encomidsti- camente. No es exagerado afirmar que el peso de la autoridad de D. Marcelino y ta difusisn de sus escritos ha hecho mucho por la gloria de Bales, en un pais tan olvi- ° dadizo como el nuestro de sus hombres. En las notas que siguen he iutentado resu- mir las alusiones a Balmes que se encuentran en la vida yen las obras del gran poligrafo santanderino. ‘Muy temprano debid ser el encuentro de éste con el fildsofo, pues creo recor- dar que en la incipiente biblioteca que Menéndez Pelayo habia formado alos 14 anos, figuraba ya un ejemplar de «BI Criterio» regalo de un familiar admirado por fa af ci6n que ef muchacho sentia por ias letras, Luego en ta Universidad de Barcelona, entre maestros como Mild y Fontanals y Rubié y Ors y con el recuerdo de Javier Liorens, el nombre de Balmes debié oirio con frecuencia y siempre con respeto. En cambio no puede ya decirse lo mismo cuando trasiadado a Madrid estudiando con (2) Coltell recibi6 de manos de Menéndez Pelayo 1a flor saturat en los Juegos Florales del 1888, en los que éste actud ue mantenedor, pero su amistad era mas antigua, de los aflos en que Menéndez estudio fen Barcelona o desu visita posterior. La correspondencia de Collell, guardada en Santander, comprende 23 cartas. 2) Véase, por ejemplo, «La Veu de Mtontsersats. Viel, 1830, ni: 16 y 20. AUSA/Ne xi 50 MIGUEL sigan Salmerén y los krausistas, pero por estas fechas aquel gran devorador de libros debia ya conocerse de corrido todas sus obras filoséficas. Sino me engafo, su primera referencia en un escrito publicado, se encuentra cn las cartas que durante su viaje a Portugal, @ los veinte aftos, enviaba @ un peris- dico de su ciudad natal: Lu Tertutia (1), En estas impresiones de viaje hace notar que las obras de Balmes estan traducidas al portugués y son muy apreciadas. A par- tir de entonces el nombre de Balmes vucive con frecuencia ala piuma de D Marc lino, por ejemplo, cuando en 1883 escribe las ediciones espaftolas @ la historia de la cultura, original de un alemdn (2), reduce fa filosoffa espaftola en el siglo XIX, a dos nombres: Donoso y Balmes, de quien hace un breve y elogioso resumen. Las refe- rencias podrian muitiplicarse. Si la postura filosofica de Balmes era la que més simpatica podia serle, hasta coincidir con 1 suya: catdlica y tradicional, sin ser cerradamente escoldstica, con unas gotas de vivismo y sentido comén y al mismo tiempo muy al tanto de lo que se pensabs en Europa. atin encontré Menéndez Pelayo otros motivos que aumentaron su admiracion. En efecto. A raiz de su entrada rutilente en Ia vida pitblica espaftola con sus famosas oposiciones se le ofrecis 1a posibilidad de actuar en politica. D, Marcelino, leno de generosos propdsitos y creyendo el momento propicio para una regenera- cidn espafiola que fuese a la vez muy antigua y muy moderna, algo parecido @ lo que habia visto propugnar en Cataluta a sus maestros universitarios, abrazé 1a oportu- nidad y sin ligarse en forma estrecha al partido conservador permitié que se le pre- sentase diputudo —y salié elegido— por Palma de Mallorca. Con tal motivo visits ta isla y alli trabé amistad con todas las figuras de relie- ve de su selecto mundo intelectual y entre ellos con Cuadrado, ef gran aliado de las luchas politicas de Balmes, a través de éste conocié una faceta de su fildsofa a la que hasta entonces no frabfa prestado atencién y con la que se sintié también plena- mente identificado. Mudados los tiempos y las circunstancias. sus objetivos politicos continuaban siendo acertados y él los compartia. Casi no hace falta decir que Menéndez Pelayo se desengaié pronto de 1a poli- tica y que a medida que se iba sintiendo mas solo y aislado, sus esperanzas sobre una préxima regeneracién espafiola se iban elejando, pero no creo equivocarme si digo que a medida que aumentaba su desengaho aumentaba también su simpatia por Ja postura generosa e incomprendida de Baimes y de Cuadrado, Y fué precisamente hablando de Cuadrado que atos después tuvo ocasién de referirse con mayor inten- cién a Balmes, Decia asi en la introduccin a los «ensayos» de Cuadrado refirién- dose al panorama cultural espaftol de la segunda mitad del siglo XIX: «Una sola exceptién pero tan grande y gloriosa que ella sola basta para pro- bar la perenne vitulidad del pensamiento espaol aun en los perfodos menos favo- rables a su propio y'armdnico desarrollo nos afrece Balmes, cuya clevada significa- cidn filoséfica apenas entrevista por sus contempordneos y aun por muchos de los que se dicen admiradores suyos ha de crecer con el transcurso de los tiempos y con el mayor estudio de aquella obra capital entre las suyas aunque no sea la més (1) Letras y ttteratos portugueses. «La Testulias, Santander, 1876, 0.C. £2) Nuestro Siglo de Oro, de Otto von Leixaer, Barcelona, 1883, 0. C., Estudios y discursos Vil, pag. 288. MENENDEZ PELAVO V JAIME RALMES 51 lefda, en que deposits las mas viva: mental)» (1) Si siguen leyéndose estas paginas se advertirdn los motivos por los que Me- néndez Pelayo admirabe la filosofia de Balmes. Era un filésofo original, no cerrado en ninguna escuela, en quien florecian las caracteristicas de su raza espaiiola y cata- lana con signos que enlazaden con una gran tradicién. Y conocia el pensamiento europeo mejor qite nadie en sus dias en Espana. Ojala, se lamentuba Menéndez Pelayo en otra ocasion, Balmes hubiese vivido unos alos mds y la introduccién a fondo de la filosofia alemana se hubiese hecho por é y no por germanizados como Sanz det Rio, Politicamente les ideas de Balmes coinciden con las de, Cuadrado y con las det mismo Menéndez Pelayo, Explotar las posibilidades de una unién nacional y tradi- cional. «El pensanlento de Balmes y de Viluma parece haber nacido al calor det movimiento nacional del 1813 que derribé al regente Espartero, vidse en aquella crisis alos moderatos sin perjuicio de aliarse con los progresistas, buscar también el apoyo de los carlistas reunios y halagar los sentimientos religiosos tradicionales, del pais con promeses y csperenzas de proxima reparacién, pero tales esperanzas se vieron pronto desvanzcidas». «S6lo aquella fraccién moderada a que aludimos comprendid en 1818 la verdadera situacién de las cosas_y los deberes de un partido conservador y de orden en tales momentos y no dud6 en invocar el conéurso de los carlistas para la grande obra de la pacificacién moral». La solucién propuesta por Balmes y Cuadrado era, como es bien sabi fo, el matrimonio de la Reina con el conde Montemolin, pero fracasé entre 1a incomprensin de todos . Hoy que al correr de los ahos nos trae la conmemoracién centenaria del ilustre poligrafo, me tia parecido simpatico traer a la memoria el afecto y la admiracién que sintié este hombre ilustre por su sabiduria y por su gran coraz6n y como Balnes mas rico en generosos deseos que afortunado en verlos realizados. Maavet Sicuan.

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