PARIS, CAPITAL DEL SIGLO XIX
sLas aguas son azules y las plantas rosa; es
dulce miar la tarde;
se va de paseo. Las grandes damas van de paseo,
tras ellas se pasean pequerias dma
Nguyen-Trong-Hiep, Paris capiale de la France, Recueil de
ers. (Par, capital de Francia, Coleccién de versed, Hanoi,
1897, Poesia XXV.
1 Fourter 0 los pasajes
«De e808 palacos ls columns me
Medion o aficionado por
Con los cbjeos que exhiban ss pcos
(Que a india es eal dela ates »
leoux de Pars [Nuevos cvodios de Pov
os, 1828, p. 27
Nouveaux
a mayorta de los pasajes de Paris surgen en el decenio y medio poste-
rior a 1822. La primera condicion de su florecimiento es la coyuntura favora
ble del comercio textil. Empiezan a verse los olmacenes de novedades, los pri
‘eros estoblecimientos que almacenan una gran cantidad de mercancias, Son
los predecesores de los grandes almacenes. Era el tiempo en el que Balzac
escribia: «fl gion poema del escoporaie conta sus estofas de colores desde lo
Madeleine hasta la puetta Saint Denise. Los pasajes son comercio de mercancias
de lujo. En su decoracion, el arte entra al servicio del comerciante, Los coe.
tineos no se cansan de admirarlos. Por més tiempo atin son un centro de
atracci6n para los extranjeros. Una Guia ilustrada de Paris afiema: Estos pasa
jes, una nueva invencién del lujo industrial, son galerias cubiertas de cristal y
revestidas de mérmol que atraviesan edificios enteros, cuyos propietatios se38
Libro de los Pasajes, Resimenes
han unido para tales especulaciones. A ambos lados de estas galerias, que
reciben la luz desde arriba, se alinean las tiendas més elegantes, de modo que
semejante pasaje cs una ciudad, e incluso un mundo en pequeio» Los pas
jes son el escenario de la primera duminacién de gas.
1a segunda condicion para el nacimiento de los pasajes es el comienzo
de la construccioa en hicrro. Fl Imperio vio en esta técnica una contribucion
@ la renovacién del arte edificatorio en el sentido clisico griego. El tedrico
de la arquitectura Boetticher expresa la conviccién general cuando afirma
que -en cuanto a las formas artisticas del nuevo sistema, el principio hele
nico de las formas: tiene que entrar en vigor. El Imperio es el estilo del terro-
rismo revolucionario, para el que el Estado es un fin en si mismo. Napoledn
conoci6 tan poco la naturaleza funcional del Estado como instrumento de
dominio por parte de ta clase burguesa, como los arquitectos de su tiempo
la naturaleza funcional del hierro, con el que el principio constnuctivo ejerce
su dominio en la arquitectura. Estos arquitectos levantan vigas como colum-
‘has pompeyanas, fébricas como bloques de viviendas, del mismo modo que
mas adelante las primeras estaciones ferroviarias se basan en chalets. -La
construcei6n adopta el papel del subconsciente» No menos comienza a
imponerse el concepto de ingeniero, que procede de las guerras revolucio-
s, iniciéndose las disputas entre el constructor y el decorador, entre la
Politécnica y la Escuela de Bellas Astes.
Con el hierro aparece por primera vez en la historia de la arquitectura un
material de construccién artificial. Se ve sometido a tn desarrollo cuyo sitmo
se acclera en el curso del siglo. Recibe el impulso definitive cuando resulta
evidente que Ia locomotora, probada a finales de los aftos veinte, s6lo es ttl
sobre railes de hierto. El rail viene a ser el primer componente montable de
hierro, et precursor de la viga. Se evita el hierro en los edificios de vivien-
das, y se lo utiliza en los pasajes, en los pabellones de las exposiciones, en
las estaciones de tren ~construcciones que sirven a fines transitorios~. Al
‘misnio tiempo, se amplia el campo de aplicacion del cristal. Sin embargo, los
Presupuestos sociales para su creciente empleo como material de construc-
cin se dan solo cien arios més tarde. En la Arquitectura de cristal (1914) de
Scheerbart aparece atin en el contexto de la utopia
‘Coda peca sea la siguenie
Michael, «Avene! Aver [Porveni Porn)
A la forma del nuevo modo de produccién, que al principio atin esté
Lo nuevo es una cualidad independiente del valor de uso de la mercancia,
Es el origen de un brillo imposible de eliminar en las imagenes producidas
por el inconsciente colectivo. Es la quintaesencia de la falsa concienci
‘cuyo agente incansable es la moda, Este brillo de lo nuevo se refleja, como
un espejo en otro, en el brillo de lo siempre otra ver igual. El producto de
esta reflexin es la fantasmagorfa de la -historia cultural en la que la bur-
guesia degusta su falsa conciencia. El arte, que comienza a dudar de su
tarea y deja de ser «nseporable de lo ulidad» (Baudelaire), tiene que hacer de
lo nuevo su mas alto valor. El arbiter novarum rerum pasa a set para él el
esnob. Bs para el arte lo que el dandi para la moda, Del mismo modo que
en el siglo xvi la alegoria pasa a ser el canon de las imiigenes dialécti-
cas, asi en el siglo x1 lo es la Novedad. Junto a los almacenes de noveda
des aparecen los periévdlicos. La prensa organiza el mercado de los valores
cespirituales, que al principio cotizan al alza. Los inconformistas se rebelan
ante el hecho de entregar el arte al mercado. Se agrupan en torno al estan-
dante de el ate por el ate. De este lema surge la idea de la obra de arte total,
que intenta impermeabilizar al arte frente al desarrollo de la técnica, La
solemnidad con la que se conduce corre pareja con las diversiones que
acompafian a la apoteosis de la mercancia. Ambas son abstracciones de la
cexistencia social del hombre. Baudelaire sucumbe a la fascinacién de Wag:
Vi Haussmann 0 las harricadas
“Soy devote de lo Bolo, da Ben, dels grandes cosos,
De la bel newraleze que isp o gan on,
Yo embed 0 encanta mito
‘mo la primavera en: majors y rosos»
ession bon devonu veux [Con
a7
Pari, capital del siglo xx.
£1 universo floral de las decoraciones,
El encanto del paisa, de la arquitectra,
En fin, el de todo efecto escénico descanst
Solamente en la ley de la perspectiva purax
Franz Bohle, Theater-Katecbismus [Catecismo tea
‘ral, Minich, p. 74
El ideal urbanistico de Haussmann fueron las perspectivas abiertas a tra-
vés de langas calles rectas, Corresponde a la tendencia, una y otra vez obser-
vable en el siglo xx, de ennoblecer las necesidades técnicas mediante una
planificacion anistica. Los centros del dominio mundano y espiritual de lt
burguesia encontrarian sv apoteosis en el marco de las grandes vias puibli-
cas, que se cubrian con una gran Iona antes de estar terminadas, para luego
descubrirlas como si se tratara de un monumento, La actividad de Hauss-
‘mann se encuadra en el imperialismo napoleénico. Este favorece el capita
lismo financiero, Paris vive el florecimiento de la especulacién. El juego de
la Bolsa hace retroceder los juegos de azar procedentes de la sociedad feu-
dal, Las fantasmagorias del espacio, alas que se entrega el fléneur, se corres-
ponden con las fantasmagorias del tiempo, de las que depende el jugador.
Fl juego transforma el tiempo en una droga. Lafargue explica el juego como
tn simi a pequena escala de los misterios de lasituacion bursétil. Las expro
piaciones de Haussmann avivan la especulacion més fraudulenta, La juris-
pridencia del tribunal de casaci6n, inspirada por la oposicién burguesa y
orleanista cleva el riesgo financiero de la haussmannizacién.
Haussmann intenta afianzar su dictadura poniendo Paris bajo un régi-
men de excepcién. Un discurso parlamentario de 1864 expresa su odio
hacia la poblacion desarraigada de la gran ciudad. Esta crece continua
mente a causa de sus empresas. El alza de los alquileres arroja al prok
riado 2 los subutbios. Los borrios de Paris pierden asi su fisonomia propia
Surge el cintutn rojo. Haussmann se dio a si mismo el nombre de sarista
ddemoledon. Se sentia llamado a hacer su trabajo, y lo subraya en sus memo-
ras, Entretanto, vuelve extrafia a los parisinos su ciudad, Ya no se sienten
censsu casa, Comienzan a ser conscientes del caracter inhumano de la gran
ciudad. La monumental obra de Maxime Du Camp, Por surge gracias a
festa conciencia. Las Joremiados de un havssmannizado le dan ta forma de un
lamento biblico.
El verdadero objetivo de los trabajos de Haussmann era proteger la ciudad
de una querra civil. Queria acabar para siempre con la posibiliad de levantar
batricadas en Paris, Con tal intencién, Luis Felipe ya habia introccido los ado-
quines de madera, Sin embargo, las barricadas tuvieron su papel en la revo-
luci6n de febrero, Engels se ocupa de la téetica de la lucha de barricadas,
Haussmann quiere evitarias de dos maneras, La anchura de las calles ha de48
Libro de los Pasajs. Restimenes
hacer imposible su construccién, ¥ otras nuevas han de conectar del modo
is expedito los cuarteles con los bartios de los trabajadores, Las coetineos
pautizan la empresa con el nombre de «| embellecimiento estatégico»
LOnjo que veon, desbaralond la onimat
(Oh repibco, ev perversos
Tu gio foz de Mediso
En medio de ojos reldmpogos
CConcién de oberos hacia 1850. (Adal
Siok, Zine! Monae in Pars [Dos meses en
Poi), I, Olderbutg, 185, p. 199)
La barricada surge de nuevo con la Comuna, Es mejor y més s6lida que
nunca. Se extiende por los grandes bulevares, alcanzando a menudo la
altura de un primer piso, ¥ tras ella se cavan trincheras. Igual que el Mant-
[flesto comunista acaba con la Epoca de los conspiradores profesionales, Ia
‘Comuna acaba con la fantasmagoria que domina los primeros tiempos del
proletariado, Con ella se esfurma la apariencia de que la tarea de Ia revo-
[ucion proletaria consiste en completar, codo con codo con Ia burguesia,
te trabajo de 1789. Esta ilusion domina el periodo entre 1831 y 1871, desde
Sllevantamiento de Lyon hasta la Comuna. La burguesia jams participé de
tse equivoco. Su lucha contra los derechos sociales del protetariado habia
fempezado ya en la gran Revoluci6n, y coincide con el movimiento filan-
tropico que la disimula, que con Napole6n II experimenta su desarrollo
ms significativo. Bajo él surge la principal obra de esta corriente: los obre
vos eutopecs, de Le Play. Junto a la tapadera filantr6pica, la burguesia
Emprende abiertamente en todo momento la lucha de clases. Ya en 1831
In admite en el Journal des Débats, «Todo fabricante vive en su fébrica
como los duefos de las plantaciones entre sus esclavos Sila desgracia de
[os viejos levantamientos obreros fue que no haba una teoria de la revo-
tucién para mostrarles el camino, ésa es también, por otra parte, la condi-
cidn de la pronta energia y del entusiasmo con que emprenden la creacion
de una nueva sociedad. Este entusiasmo, que alcanza su climax en lt
Comuna, gana de vez en cuando para el proletariado a los mejores miem
ros de fa burguesia, pero acaba por arrojarlo a los pies de los peores de
tllos. Rimbaud y Courbet se declaran partidarios de la Comuna. Bl incen
Gio de Paris es el digno fin de la labor destructora de Haussmans.
com astucia. Con la conmocion de la economia de mercado empezamos
soe mpeer los monumentos de la burguesta como ruinas, antes incluso de
que se hayan derrumbado,