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Aimé
Césaire
Entender el rugido
del tigre
Muestrario de
Biblioteca Digital Poesía 14
2
Entender el
rugido del tigre
Aimé Césaire, Martinica
Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía 14
Primera edición: Septiembre 2008
Santo Domingo, República Dominicana
¿Qué somos?
Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde
por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes
creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Junto a
las colecciones complementarias Libros de Regalo, Ciensalud,
Iniciadores de Negocios y Aprender a aprender, son iniciativas sin
fines de lucro del equipo de profesionales de INTERCOACH para servir,
aportar, añadir valor y propiciar una cultura de diálogo, de tolerancia, de
respeto, de contribución, de servicio, que promueva valores sanos,
constructivos, edificantes a favor de la paz y la preservación de la vida
acorde con los principios cristianos. Los libros digitales son gratuitos,
promueven al autor y su obra, así como el amor por la lectura, y se
envían como contribución a la educación, edificación y superación de las
personas que los solicitan sin costo alguno.
INTERCOACH
Forjando líderes ganadores
Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo
Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164
Contenido
El legado poético de Aimé Césaire 4
Discurso sobre el colonialismo (fragmento) 6
Cuaderno de un retorno al país natal (fragmento) 7
Supervivencia 13
Visitación 14
Framento del Cuaderno 15
Poema para el alba 15
Elegía 16
Cuerpo perdido 17
Conquista del alba 19
Cadáver de un frenesí 20
Paciencia de signos 21
Sol serpiente 22
Mitología 22
Tam-tam de noche 23
No tengáis piedad alguna 23
Perdición 24
Batuque 24
Discurso sobre el
Colonialismo,
1950
(fragmento).
Habría que estudiar primero cómo la
colonización trabaja para descivilizar al
colonizador, a embrutecerlo en el sentido
literal de la palabra, a degradarlo, a
despertar en él instintos reprimidos, a la
concupiscencia, a la violencia, al odio
racial, al relativismo moral, y demostrar
que, cada vez que en Vietnam se corta una cabeza y se revienta un ojo y que
en Francia se acepta, una niñita es violada y que en Francia se acepta, un
Malgache torturado y que en Francia se acepta, hay una acquisición de la
civilización que pesa su peso muerto, una regresión universal que se opera,
una gangrena que se instala, un foco de infección que se extiende y que al
final de todos esos tratados violados, de esas mentiras propagadas, de todas
esas expediciones de castigo toleradas, de todos esos prisioneros atados e
interrogados, de todos esos patriotas torturados, al final de ese odio racial
alentado, de esa jactancia extendida, está el veneno inyectado en las venas
de Europa, y el progreso lento, pero seguro, del ensalvajamiento del
continente.
Partir.
Así como hay hombres-hiena y hombres-pantera, yo
seré un hombre-judío,
un hombre cafre
un hombre-hindú-de-Calcuta
un-hombre-Harlem-sin-derecho-a-voto
El hombre-hambre, el-hombre -insulto, el hombre-tortura
se le podría
prender en cualquier momento, molerlo a golpes-matarlo
por completo
sin tener que rendirle cuentas a nadie.
Un hombre judío
un hombre-progom
un perro de caza
un pordiosero.
Pero, ¿es que puede uno matar el remordimiento, bello
como la cara de sorpresa de una dama inglesa al encontrar
en su sopa un cráneo de hotentote?
Yo reencontraría el secreto de las grandes comunicaciones
y de las grandes combustiones. Diría tempestad, diría río.
Diría ciclón. .Diría hoja. Diría árbol, mejorarían todas las
lluvias, me humedecerían todos los rocíos.
Me revolcaría como sangre frenética sobre la lenta corriente
del ojo de las palabras,
en caballos locos, en niños tiernos, en toques de queda en vestigios
de templo, en piedras preciosas, lo bastante lejos como para
descorazonar a los menores.
Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre
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3
Es mío
un hombre solo preso de blancura
un hombre solo que desafía los gritos de la muerte
blanca
(TOUSSAINT,TOUSSAINT L'OUVERTURE)
un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la muerte
blanca
un hombre solo en la mar infecunda de la arena blanca
es un viejecito que se eleva contra las aguas
del cielo.
La muerte describe un círculo brillante encima de este hombre
la muerte brilla dulcemente sobre su cabeza
la muerte sopla en la caña madura de sus brazos
la muerte galopa en la prisión como un caballo blanco
la muerte luce en la sombra como los ojos de los gatos
la muerte hipa como el agua bajo las rocas
la muerte es un pájaro herido
la muerte decrece
la muerte vacila
la muerte es un paytura sombrío
la muerte expira en una blanca balsa de silencio.
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Y ahora que estamos de pie, mi país y yo, con los cabellos al viento y mi
pequeña mano ahora en su puño enorme y la fuerza no está en nosotros
sino por encima de nosotros, en una voz que barrena a la noche y a la
audiencia como la penetración de una avispa apocalíptica. Y la voz dice que
Europa durante siglos nos ha cebado de mentiras e hinchado de
pestilencias,
porque no es verdad que la obra del hombre haya terminado
que no tengamos nada que hacer en el mundo
que seamos unos parásitos en el mundo
que basta que nos pongamos al paso del mundo
pero la obra del hombre ha empezado ahora
y falta al hombre conquistar toda prohibición
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inmovilizada en los rincones de su fervor
y ninguna raza tiene el monopolio de la belleza, de la inteligencia,
de la fuerza
y hay sitio para todos en la cita de la conquista y ahora sabemos que el sol
gira alrededor de nuestra tierra iluminando la parcela que ha fijado nuestra
sola voluntad y que toda estrella que cae del cielo a la tierra a nuestra voz
de mando sin límite.
Ahora poseo el sentido de las ordalías; mi país es “la lanza de noche” de mis
antepasados bámbaras que se arruga y su punta huye desesperadamente
hacia el astil si se la rocía con sangre de pollo y dice que es sangre de
hombre lo que necesita su temperamento, grasa, hígado, corazón de
hombre, no sangre de pollo.
No hay que decir: era un buen negro. Los blancos dicen que era un negro,
un verdadero buen negro, el buen negro de su amo.
Yo digo ¡hurra!
Era un muy buen negro,
la miseria le había herido pecho y espalda y habían metido en su pobre
mollera que una fatalidad pesaba sobre él y que no la puede manejar a su
antojo que no tenía poder sobre su propio destino; que un señor avieso
había desde tiempo inmemorial escrito leyes de prohibición en su
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naturaleza pelviana; y ser el buen negro; creer honradamente en su
indignidad, sin la curiosidad perversa de verificar nunca los jeroglíficos
fatídicos.
Era un muy buen negro.
La negrería sentada
inesperadamente de pie
de pie en la cala
de pie en los camarotes
de pie en el puente
de pie en el viento
de pie al sol
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de pie en la sangre
de pie
y
libre
de pie y no como una pobre loca en su libertad y su indigencia marítimas
girando en la deriva perfecta y aquí está:
más inesperadamente de pie
de pie en los cordajes
Supervivencia
Te evoco
bananero patético que agitas mi desnudo corazón
en el día salmodiante
te evoco
viejo hechicero de las montañas sordas por la noche
justamente la noche que precede a la última
y sus redobles de tedio golpeando en la poterna loca de las ciudades
enterradas
pero no es sino el preludio de las selvas en marcha sobre el cuello
sangrante del mundo
es mi odio singular
llevando a la deriva sus témpanos de hielo en el aliento de las
verdaderas llamas
dadme
ah dadme el ojo inmortal del ámbar
y sombras y tumbas de granito cuadriculado
pues la barrera ideal de los planos húmedos y de las hierbas
acuáticas
escucharán en las zonas verdes
los intérpretes del olvidos anudándose y desanudándose
y las raíces de la montaña
exaltando la estirpe real de los almendros de la esperanza
florecerán por los senderos de la carne
(la penuria de vivir pasando como una tempestad)
mientras que bajo el cartel del cielo
un fuego de oro sonreirá
al canto ardiente de las llamas de mi cuerpo
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Visitación
oh marejada anunciadora sin nombre sin polvo de toda palabra
vinosa
marejada y mi pecho salado en las ensenadas de los antiguos días
y el joven color
tierno en los senos del cielo y de las mujeres eléctricas
de qué diamantes
Elegía
El hibisco no más que un ojo reventado
de donde pende el hilo de una larga mirada, las trompetas de esparavanes
el gran sable negro de los flamboyanes, el crepúsculo llavero siempre
tintineante
las arecas indolentes soles que jamás se pusieron por traspasadas por un
alfiler que las tierras que se saltan la tapa de los sesos
no dudan nunca en incrustarse
hasta el corazón, los fantasmas horrorosos, Orion
la extática mariposa que los pólenes mágicos
crucificaron sobre la puerta de las noches cimbreantes
los bellos tirabuzones negros de las cañafístulas mulatas
altaneras cuyo cuello tiembla levemente bajo la guillotina
Cuerpo perdido
Yo que Krakatoa
yo que todo mejor que monzón
yo que a pecho descubierto
yo que carraspeo como un árgano viejo
yo que balo mejor que una cloaca
yo que fuera de gama
yo que Zambeze frenético o rombo o
caníbal
quisiera ser cada vez más humilde y más manso
siempre más grave sin vestigio ni vértigo
caer hasta perderme
en la viviente sémola de una tierra bien abierta
Fuera una neblina en lugar de atmósfera no
sería nada sucia
cada gota de agua conteniendo un sol
cuyo nombre idéntico para todas las cosas
sería el ENCUENTRO MAS TOTAL
de tal suerte que no se sabría a ciencia cierta
si cruza una estrella o una esperanza acaso
o un pétalo de flamboyán
o una retirada submarina
que las antorchas de las medusas aurelias frecuentan
Imagino que entonces la vida me bañaría por completo
mejor la sentiría palpándome o mordiéndome
tendido sentiría llegarme los olores al fin liberados
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cual manos caritativas
que me atravesarían
para mecer largos cabellos
más largos que ese pasado que no puedo alcanzar.
Cosas apartaros, haced sitio
a mi reposo que alza en oleaje
mi cresta terrible de raíces fondeadoras
buscando dónde asirse
oh cosas, yo sondeo y sondeo
yo, el cargador, soy portarraíces
yo peso, fuerzo y arcaneo
y ombligueo
Ah, quien hacia los arpones me lleva
estoy muy débil
silbo, sí, silbo cosas muy antiguas
de serpientes de cosas cavernosas
Soy oro viento paz aquí
y contra mi hocico inestable y fresco
poso contra mi rostro corroído
tu frío rostro de risa descompuesta.
El viento, ay, lo escucharé aún
negro, negro, negro desde el fondo
del cielo inmemorial
un poco menos fuerte que hoy en día
pero demasiado fuerte sin embargo
y ese loco aullido de perros y caballos
que envía a nuestra persecución siempre cimarrona
mas a mi vez en el aire
me alzaré en un grito tan violento
que voy a salpicar al cielo entero
por mis ramas destrozadas
y por el chorro insolente de mi barril herido y solemne
ordenaré a las islas existir.
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Morimos
con miradas creciendo en amores extáticos en salas carcomidas
sin palabras que se opongan en los bolsillos, como una isla
que se hunde en la explosión brumosa de sus pólipos
—la noche,
Morimos
entre sustancias vivientes hinchadas anecdóticamente
de premeditaciones
arborizadas que sólo regocijan, que sólo se insinúan en el corazón mismo
de nuestros gritos, que únicamente reverdecen con voces de niño,
que solamente
trepan a lo largo de los párpados en el peldaño
agujereado miriápodos sagrados lágrimas silenciosas,
(salvo del triángulo orquial que sangra violento como el silencio de las
tierras bajas)
brotar
en una gloria de trompetas libres con cáscara escarlata
corazón no mantecoso, sustrayendo a la ancha voz de los precipicios
incendiarios y embriagadores tumultos de cabalgata
Cadáver de un frenesí
el recuerdo de un camino que sube mucho a la sombra de los bambúes di
guarapo que vuelve a inventarse siempre y el olor de los ciruelos de España
se dejaron olvidadas
las enaguas del mar
los tiempos de la infancia
el parasol de los coccolobis
Dolor tú perderás
él hábito que se grita:
que he soñado con el rostro torcido
boca amarga he soñado con todos los vicios de mi
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sangre
y los fantasmas rondaron cada uno de mis gestos
en el escote de la suerte
no importa es debilidad
Paciencia de signos
Sublimes excoriaciones de una carne fraterna y hasta las fogatas rebeldes
de mil aldeas azotadas
arenas
fuego
mástil profético de las carenas
fuego
vivero de murenas fuego
fuego faroles de situación de una isla en pesadumbre
fuegos huellas de hoscos rebaños que se
deletrean en los barros
pedazos de carne cruda
gargajos suspendidos
esponja rezumante de hiél
vals de fuego de los céspedes llenos de cucuruchos que caen del impulso
frustrado de grandes ta-bebuyas
fuegos de los tizones perdidos en un desierto de llantos y cisternas huesos
fuegos desecados más nunca tan desecados que no palpite un gusano
pregonando su carne nueva
Sol serpiente
Sol serpiente ojo fascinador ojo mío
el mar piojera de islas crujiendo en los dedos de las rosas
lanza-llamas y mi cuerpo intacto de fulminado
el agua eleva las osamentas de luz perdidas en el corredor sin pompa
torbellinos de hielo aureolan el corazón humeante de los cuervos
nuestros corazones
es la voz de los rayos domesticados que giran sobre sus goznes de lagartija
traslado de anolis al paisaje de vidrios rotos
son las flores vampiros que suben a relevar las orquídeas
elixir del fuego central
juego justo fuego mango nocturno cubierto de abejas
mi deseo un azar de tigres sorprendidos en los azufres
pero el despertar estañoso se dora con los yacimientos infantiles
y mi cuerpo de guijarro que come pescado que come
palomas y sueños
el azúcar de la palabra Brasil en el fondo de la ciénaga
Mitología
con amplios golpes de espada de sisal de tus fieros brazos
con grandes fieros golpes de tus brazos libres de amasar el amor
conforme a tu capricho batéké
de tus brazos de encubrimiento y de don que golpean clarividente-
mente los espacios ciegos bañados con pájaros
profiero en el hueco leñoso de la oleada infantil de tus senos el
surtidor del gran mapú
nacido de tu sexo donde pende el frágil fruto de la libertad
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Tam-tam de noche
manada de okapis dado al llanto el río de los dedos carnudos
hurga en el cabello de las piedras mil lunas espejos giratorios
mil mordiscos de diamantes mil lenguas sin oración
fiebre almocárabes de arco oculto al remolque de manos de piedra
cosquilleando la sombra de los sueños sumergidos en los simulacros
del mar
Batuque
(fragmento)
(...)
batuque
cuando el mundo quede desnudo y tostado
como la matriz calcinada por los grandes soles
del amor
batuque
cuando el mundo sea sin búsqueda
un corazón maravilloso en que se estampe el de-
corado
de las miradas hechas pedazos
por vez primera
cuando las querencias lleguen a atrapar a las estrellas
cuando el amor y la muerte sean
una misma serpiente coral enroscada a un brazo
sin ajorca
sin hollín
sin densa
batuque del río en crecida de lágrimas de cocodrilos
y látigos a la deriva
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batuque del árbol de serpientes de los bailarines
de la pradera
rosas de Pensilvania miran a los ojos la nariz las
orejas
a las ventanas de la cabeza serrada
del ajusticiado
batuque de mujer de brazos de mar y cabellos
de manantial submarino
la rigidez cadavérica transforma los cuerpos
en lágrimas de acero
todos los fantasmas frondosos forman un mar de
yucas azules
y armadías
todos los fantasmas neuróticos se han
desbocado
batuque
cuando el mundo sea, de abstracción, seducida,
de brotes de sal gema
los jardines del mar
por primera y última vez
un mástil de carabela olvidada arda almendro del
naufragio
un cocotero un baobab una hoja de papel
un rechazo en casación
cuando el mundo sea una mina a cielo abierto
batuque
cuando el mundo sea una pasarela
mi deseo
tu deseo
conjugados en un salto en el vacío respirado
al alero de nuestros ojos afluyan
todo el polvo de los soles poblados de paracaídas
de incendios voluntarios de oriflamas de trigo rojo
batuque de los ojos podridos
batuque de los ojos de melaza
batuque del mar doliente abrumado de islas
el Congo en un salto de sol levante pendiente de
un hilo
pozal de ciudades sangrantes
manojo de toronjil en la noche violada
batuque
cuando el mundo sea una torre de silencio
en que seamos la presa y el buitre
todas las lluvias de loros
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todas las dimisiones de chinchillas
batuque de trompas partidas de párpados de aceite
de chorlitos reales virulentos
batuque de lluvia que se extingue finamente hendida
de orejas enrojecidas
purulencia y vigilancia
Habiendo violado hasta la trasparencia el sexo
estrecho del crepúsculo
el gran negro de la mañana
hasta el fondo del mar de piedra reventada
atenta a los frutos del hambre de las ciudades
trabadas
batuque
¡Oh! Sobre el íntimo vacío
--chorreante chorreado—
hasta la rabia del lugar
¡las prescripciones de un sangre severa!
batuque
cuando el mundo sea un vivero en el que pesque
mis ojos con el anzuelo de l os tuyos
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batuque
cuando el mundo sea el látex de prolongado cauce
de las carnes de sueño debido
batuque
batuque de oleajes y singultos
batuque de búfalos burlados
batuque de los retos de avisperos carminados
en el pillaje del fuego y del cielo humeantes
batuque de las manos
batuque de los pechos
batuque de los siete pecados decapitados
batuque del sexo de beso de pájaro en la huida
del pescado
batuque de princesa negra en diadema de sol que
se derrite
batuque de la princesa atizando mil guardianes
desconocidos
mil jardines olvidados bajo la arena y el arco iris
batuque de la princesa de muslos del Congo
de Borneo
de Casamancia.
(...)
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Aimé Césaire
Aimé Fernand David Césaire (Basse-Pointe,
Martinica, 26 de junio de 1913 — Fort-de-France,
ibídem, 17 de abril de 2008) fue un poeta y político
francés. Fue el ideólogo del concepto de la negritud y
su obra ha estado marcada por la defensa de sus raíces
africanas.
Biografía
El concepto de negritud
Era esta una reivindicación que databa de finales del siglo XIX y que se
había consolidado en 1935, en el tricentenario de la unión de la Martinica a
Francia que llevó a cabo Belain d'Esnambuc. La postura de Césaire no fue
bien entendida entre los muchos movimientos de izquierda martiniqueses,
que se eran más favorables a la independencia, e iba a contracorriente de
los movimientos de liberación de Indochina, India o el Maghreb. La medida
tenía como objetivo, según Césaire, luchar contra la preponderancia béké
en la política martiniquesa, contra el clientelismo, la corrupción y el
conservadurismo estructural que llevaban aparejados. Según Césaire fue
para conseguir un saneamiento, una modernización, y para permitir el
desarrollo económico y social de Martinica por lo que adoptó dicha
decisión.
Obras
Poesía
Teatro
Ensayos
Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros 8. Haikus / Matsuo Basho
poemas / Roberto Sosa 9. La última tarde en esta tierra y otros
2. El verbo nos ampare y otros poemas poemas / Mahmud Darwish
/ Hugo Lindo 10. Elegía sin nombre y otros poemas /
3. Canto de guerra de las cosas y otros Emilio Ballagas
poemas / Joaquín Pasos 11. Carta del exiliado y otros poemas /
4. Habitante del milagro y otros Ezra Pound
poemas / Eduardo Carranza 12. Unidos por las manos y otros poemas /
5. Propiedad del recuerdo y otros Carlos Drummond de Andrade
poemas / Franklin Mieses Burgos 13. Oda a nadie y otros poemas / Hans
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Magnus Enzersberger
Juarroz 14. Entender el rugido del tigre / Aimé
7. Para vivir mañana y otros poemas / Césaire
Washington Delgado.
Libros de Regalo
1. Llevar a Gladys de Vuelta a Casa 21. Luis Pie y Los Vengadores / Juan Bosch
y otros cuentos / Aquiles Julián 22. Ahora que vuelvo, Ton / René del Risco
2. Letras sin Dueños / Aquiles Julián 23. La casa de Matriona / Alexander Solzenitsin
3. Música, maestro / Aquiles Julián 24. Josefina, atiende a los señores y otros textos /
4. Una Carta a García / Elbert Hubbard Guillermo Cabrera Infante
5. 30 Historias de Nasrudín Hodja / 25. El bloqueo y otros cuentos / Murilo Rubiao
Aquiles Julián 26. Rashomon y otros cuentos /
6. Historias para Crecer por Dentro / Ryunosuke Akutagawa
Aquiles Julián 27. El traje del prisionero y otros cuentos /
7. Acres de Diamantes / Russell Conwell Naguib Mahfuz
8. 3 Historias con un país de fondo / 28. Cuentos árabes / Aquiles Julián
Armando Almánzar R. 29. Semejante a la noche y otros textos /
9. Pequeños prodigios / Aquiles Julián Alejo Carpentier
10. El Go-getter / Peter Kyne 30. La tercera orilla del río y otros cuentos /
11. Mujer que llamo Laura / Aquiles Julián Joao Guimaraes Rosa
12. Historias para cambiar tu vida / 31. Leyendas aymarás / Aquiles Julián
Aquiles Julián 32. La muerte y la muerte de Quincas
13. El ingenio del Mulá Nasrudín / Berro Dágua /Jorge Amado
Aquiles Julián 33. Un brazo / Yasunari Kawabata
15. Algo muy grave va a suceder en este pueblo / 34. Cuentos africanos 2 / Aquiles Julián
Gabriel García Márquez 35. Dos cuentos / Yukio Mishima
16. Cuatro cuentos / Juan Bosch 36. Mejor que arder y otros cuentos /
17. Historias que iluminan el alma / Clarice Lispector
Aquiles Julián 37. La raya del olvido y otros cuentos /
18. Los temperamentos / Conrado Hock Carlos Fuentes
19. Una rosa para Emily / William Faulkner 38. En el fondo del caño hay un negrito
20. El abogado y otros cuentos / y otros cuentos / José Luis González
Arkadi Averchenko
33
39. La muerte de los Aranco y otros cuentos / 45. Cuentos hindúes / Aquiles Julián
José María Arguedas 46. El libro de los panegíricos / Rubem Fonseca
40. El hombre de hielo y otros cuentos / 47. Juana la Campa te vengará y otros cuentos /
Haruki Murakami Carlos Eduardo Zavaleta
41. Dos cuentos / Pedro Juan Soto 48. Venezuela cuenta 1 / Varios autores
42. Aquellos días en Odessa y otros cuentos / 49. La habitación roja / Edogawa Rampo
Heinrich Böll 50. Jóvenes cuentistas de América Latina 1 /
43. 12 cartas de amor y un amorcito y Varios Autores
otros cuentos / Juan Aburto 51. Caballo en el salitral y otros cuentos /
44. Rebelión en la granja / George Orwell Antonio Di Benedetto
CIENSALUD
1. Inteligencia de Salud y Bienestar: 7 pasos Cristina Gutiérrez
2. Cómo prevenir la osteoporosis Cristina Gutiérrez
Iniciadores de Negocios
1. La esencia del coaching Varios autores
2. El Circuito Activo de Ventas, CVA Aquiles Julián
3. El origen del mal servicio al cliente Aquiles Julián
4. El activo más desperdiciado en las empresas Aquiles Julián
5. El software del cerebro: Introducción a la PNL Varios autores
6. Cómo tener siempre tiempo Aquiles Julián
7. El hombre más rico de Babilonia George S. Clason
8. Cómo hacer proyectos y propuestas bien pensados Liana Arias
9. El diálogo socrático. Su aplicación en el proceso Humberto del Pozo
de venta. López
10. Principios y leyes del éxito Varios autores
34
Colección
Muestrario de
Poesía
2008