Vous êtes sur la page 1sur 51
iii 2036223113 lA | eee. MEMORIA HISTORIA DE ad sion EN ESPANA Alianza Editorial JOSEFINA CUESTA BUSTILLO LA ODISEA DE LA MEMORIA HISTORIA DE LA MEMORIA EN ESPANA SIGLO Xx ALIANZA EDITORIAL, os oot lo eechor.E conte de na ob nc pti por Lay qe eb ent de pin ta, lends dea corepondines indemnizncions po aie y pic, prs iene erode, es dbyerenocomuniaenpblcameneen cdo oe pare, a br litera tics © Gentex, oenacio, inept 0 ecu aria dae cali ipo espero comaricada se. ‘de cage me, in pee aot, © Joxefins Cues Bustillo, 2008 © Alianca Editorial, S.A, Madrid, 2008 (Calle jan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Madd: el 91 393 88 88 waliancaedioriaLet ISBN: 978-84-206.6876.5 paso Lega M. 42.200-2008 Impreo en: FERNANDEZ CIUDAD, SL, Pringd in Spin | QUIERE RECIRIR INFORMACION PERIODICA SOBRE LAS NOVEDADES DE ALIANZA EDITORIAL, ENVIE UN CORREO ELECTRONICO & LA DIRECCION: alianzaeditorial@anayaces INTRODUCCION INDICE PRIMERA PARTE MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: ;FALSAS AMISTADES? LA MEMORIA ;VESTIBULO © SANTUARIO DE LA HISTORIA: Entre recuerdo y ovido : Nacimienco de un auevo campo historiogrdfico a memoria La necsariadferencacién entre memoria e historia Fenomenologa de la memoria Epistemologia del conocimientohistérico Relaciones entre memoria e historia Memoria, historia yiempo Por una historia socal dela memoria MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA Los conceptos ‘Memoria individual ‘Memoria social Memoria colectva ‘Trabajos de la memoria n 25 25 7 7 %6 9 57 60 6 6 63 6 67 . MEMORIA Y FUENTE ORAL: EL TESTIMONIO, Pluralidad y diversidad de memorias . Géneros y tipologia de memorias ... «Recoger la palabra, eclamar la memoria Individuo, memoria y sociedad .. Una critica estética, externa, del tetimonio ‘Naturaleza institucional del testimonio un ‘Testimonio y espacio piblico Componentes esenciales del restimonio Relaciones entre memoria oral y memoria escrica: concurrencias Del falso testigo al usurpador SEGUNDA PARTE MEMORIAS BAJO UNA DICTADURA LA MEMORIA DE LA II REPUBLICA ESPANOLA Y SU DES- ‘TRUCCION EN LA DICTADURA FRANQUISTA (1931-1975) La memoria de la Il Repablica, en el periodo republicano .. La destruccién de la memoria de la I Replica en el periodo dicta- orial El secucsro del pasado de a memoria republicana: la reacién de un depésito de memoria La memoria manipulada: dodo y kgrimase Las memoria del exilio republicano, la Repiblica como referente LAMEMORIA DE LA GUERRA CIVIL EN LA DICTADURA. LA CONSTRUCCION DE LA MEMORIA FRANQUISTA (1936-1975). Introduccién La dictadura fanquises: dela Guerea Civil ‘Estado naciente y necesidad de una memoria histérica Los dominios de la memoria: el tiempo Los dominios de la memoria: el espacio Los simbolos del Estado o el mecanismo del cambio: «Continuidad secular Tiempo y espacio: conmemoracionesy celebrations La memotia politics, un instrumento de formaci6n .... imentar el propio poder sobre el recuerdo ;. LA GLORIA Y LA MEMORIA», LA CONSTRUCCION DEL HE- ROE EN LA MEMORIA DICTATORIAL (1936-1975) Homenaje alos vivos: Francisco Franco .. Funerales por los muertos . “EI cielo de papel». La Enciclopedia Universal ilustrada: Fypasa mn 2 13 1B 116 17 122 125 127 11 134 139 139 144 157 173 179 185 185 185 188 192 208 216 223 230 233, 233 241 249 10. La otra memoria, los sno-lugares del recuerdos Imprones del etiempo del ejzcivor ‘TERCERA PARTE MEMORIAS PARA LA DEMOCRACIA, «LA LARGA AGONIA» DEL DICTADOR. NOVIEMBRE 197: ENCRUCIJADA DE RECUERDOS EN PERSPECTIVA EXTE- RIOR Inezoduccién . La prenss internacional avizora ante el lecho mortuorio del Caudillo Afloré dl recuerdo de a II Repablica? Una herencia bajo el signo de fa usurpacién «Como sila Guetta Civil no hubieraterminador «Fl sable... Franco: de su interminable agonta, a cultoo al menos- precio del Dicrador .. ye eetos. El sucesor . DDescubie quién administraria la herencia. Las ebarones dl regimens LAMENORIA DE LA II REPUBLICA ESPANOLA EN LA TRAN- SICION Y LA DEMOCRACIA Memoria republicana en el petiodo democritico, E114 de abril en la democracia Memoria de la II Repiblica en los afos noventa Reaprop acién del voto de las mujeres Siglo x: La memoria republicana y las manifestaciones contra la sgucrra de Irak El presee. 75 Aniversario republicano ‘Reivindicacidn de la memoria republicana? MEMORIA DE LA GUERRA CIVIL EN LA DEMOCRACIA ES- PANOLA Introducciéa Los recuerdos se desapan en la Transicidn. Obséculs ala memoria Cincuenta afios: 1986, olvido y recuerdo frente a frente Pero su memoria no ha encontrado ain la paz» La memoria enfriaday, 1998. Memoria tenaz y foslia slmpedirel olvido y la desmemoriar, 2002-2006, El Palamento acti. La hella y la aga de la Guerra Civil. DESPUES DE LA DICTADURA: MEMORIA DEL DICTADOR QUE MURIO EN LA CAMA (1975-2007) La memoria inmediata: «El dia de las alabanzase Desde el exttanjero: «Franco: el fins 255 257 261 261 262 266 268 275 279 284 289 289 293, 296 298 299 301 305 305 307 319 322, 326 331 336 341 341 343 EPILOGO INACABADO .... Introducci Memes de I Repl pata Memoria de la Guerra Civil Construccidu y destruccion dela memoria dictatorial El dilema zrecuerdo u obvi Cuando la memoria entra en el cauce dela Ley FUENTES Y BIBLIOGRAFIA INDICE ANALITICO INDICE ONOMASTICO Y GEOGRAFICO «Lejana tumba de Francov. La memoria se desdibuja ‘Sin flores para Francos: «Tiempo nuevos ... #Pranco: Diez aos después». 1985, el mito y sus quiebras ... Francisco Franco cumple cien aos, la pelicula Rae cincuenta>, 1992. Bl afio 2000: 25 afios de democracia . De la memoria ala historia, . En el estudio de la memoria familiar se «plantea pues la cuestién de la ne- gociacién de las memorias, en toda su crudeza» y el problema del trabajo de Ja memoria y los de la pluralidad y jerarquizacién entre elas. Respecto a la jenanquizacién por sexes, andlisis derallados conducen ala hipé- ‘esis veificable de que en la pareja, wen los casos en que tuna memoria prevalece sobre otra, se trata, con mds frecuencia, de la de la mujer que la del hombres. Actiia, ademas, la jerarquiaacién por condicién social. En situaciones en que hay una diferenciacién social entre los esposos, el que proviene de la fa- milia mejor situada (..), narra sus recuerdos de forma prioritaria. Se consta- ‘2, ala vez, que el otro compaficro se siti, entonces, casi siempre en discon- tinuidad con su pasado. La elite no puede verse ficilmente confrontada con familias menos prestigiosas 0, por decirlo con palabras de Halbwachs (1925), 18 M. Cuba, La mémoie de Frangic mobs die carla H, Veter 191, 149.255. La xjgialidad deca contpondencfamenina es que ofee el paca de ona meee {is ex vis de conociucn,caboridone,y una memoria de rupo informal: Pera comple Ic Aporncines de Crab, remitinos leapt Is alatone ene memoria oly memos cr, © Coenen-Huthes, La plas dela memoir collective op. cit, p. 67 98 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: :FALSAS AMISTADES? gue realiza snso social tiende a renegar de su propio pasado oer Sos A ote balance ha egado I ada autora asindore en sus propios andlisis y en teabajos precedentes. «A través de la historia ie tuna familia a lo largo de tres generaciones, Bertaux y Bercaux-Wiame (19) ‘erifican la sis dela preminencia dea familia mejor stuaday. Ene los t+ resanos-comerciantes que describen, es el consorte menos favorecido social- mente —un hombre en un caso y una mujer en otro— el que debe aceprar dejseancxionar yjugi el papel de «compare. Obseran, sin embargo, aq cuando los capiaes de pata eran més equiparabes, en la generac de los abuelos, cada uno habia podido mantener una cierta auronom{a de sus recuerdes. En sintsis los ezuios sobre la memoria familar y su jetarguin én social han permitido afirmar que «la negociacién conyugal del pasado dle los exposos puede estar influ por las diferencias eventuales de su origen so- cial respectivo, por la relacién de sexo y por su modo de Funcionamiento»'*, ologtas de la memoria familiar. Las variables analizadas, y otras, pueden in- Fie pte ae © sistemas de funcionamiento, que permiten. ‘sbovar cicras tipologias. No cabe, aqu, ms que enunciarlas y delincar al- inos de sus trazos mds caracteristicos. La combinacién de estas oe Tables en cada género de memoria familar ha permitido a Coenen-Husher cstablecer, al menos, ocho tipologias predominances y delimitar sus actu respecto al pasado: memorias intimistas afectivas, memorias intimistas ritua- memorias estates, memorss socoecondmics, memoria comuni- tarias, memorias societarias, memorias histéricas y memorias anémicas. historiogrfia norceamericana, mis que de una disecci6ao casifieacin, se ha ‘ocupado del estudio de casos y de la realizacién de monografias sobre la me- moria de determinadas familias. 1. En las memorias intimistas afectioas prima el sentido de la continuidad yy en ella ocupan un importante lugar los recuerdos familiares”. 2. Las memorias insimistas ritualistas expetimentan una mayor distancia respecto al pasado familias, conceden poco valor a la nocién de conti- ipuidad y escasa atenci6n a los objetos de familia y ala propia historia familiar. cio 9.328, Gombe pled miele. op. OSE tier Le fled mmc p70 oer er Zable de mma lee oc pp. 26227. we Cem ithe ae emcee oe. 27-29 MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA 99) 3. Las memorias estatutarias privilegian la continuidad con los otigenes, subrayando la pertenencia a una elite social, ealizando asi una fun- cid de distincién, Pero no se desligan de una légica del individualis- ‘mo, que se erige frente a determinados tabiies o represiones heredadas. Mucstran un interés por la historia del grupo familiar y por los diver- 08 soportes de la memoria —forografias, genealogias, casas solatiegas, castillos, lugar de origen, cuanto tiene hondas raices en el tiempo—, ppero es menor cuando el ascenso social es reciente. Su interés pot la historia y por su transmisién es directamente proporcional a la anti- giledad de ésta™. 4, Las memorias socioeconémicas subrayan la ruptura entre el pasado y el hhoy. Su niicleo es el eaqul y ahora». Ponen el acento en la mejora de las condiciones de la existencia actual y en la felicidad que se amasa para las nuevas generaciones. Podrlamos decir que su caracteristica funds ‘mental es borrar el pasado, 5. Las memorias comunitarias acenvian la continuidad intergeneracional. Contemplan el pasado como un mito. Los lugares de la memoria son los principales vectores de la identidad familiar, pera ejercen escasa funcién simbdlica. Estin cargados de un sentido ritual y casi sacra- ‘mental, se experimenta un sentimiento de deferencia hacia ellos, espe- cialmente hacia la casa familiar. Se cimenta en una exigencia de perpe- ‘uaci6n, bajo signos de la tradicién, de la continuidad, de la transmi- sién, 6. Las memorias socitarias se caractetizan por cierto sentido de continui- dad respecto a la familia, pero por un menor respeto por los valores que encarna o impone, Manifiesta cierto interés, moderado, por la his- toria de sus antepasados y por el lugar de origen, aunque se distancia del interés por los lugares de la memoria. Mas notable auin ¢s su aleja~ ‘miento de los valotes que imponta: ritualismo, conformismo, rigidee, intransigencia, sectarismo. En todo caso, slo mucstra por ellos un in- terésritualisea, 7. Memorias bistbricas. El pasado no ha desaparecido totalmente de ellas, incluso queda, en muchos casos, en forma de herida, y siguen, al parecer siempre mirando hacia el pasado, un ejemplo puede ser el de los migrantes. Cuando la rupeura es menor, se intensifica el deseo de continuidad y cuando la herida desaparece, cl objetivo principal esl olvido, "J. Coenen-Huther, Laplace del mamoive collective ap it pp. 230-234, (i 100 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: ZFALSAS AMISTADES? ‘memorias anémicas e aprecia la ruptura con el pasado y la au- 8 oo ta de identieacién con un grupo familiar instal cn a dre, ‘Gdn, Aunque sin renegar de sus orfgenes, no se sienten en continuida Con ellos. Muestran escaso interés por la historia y por los objetos ma- terials, careen de espiita de conmemoraiéa. En algunos casos se produce una cierta nostalgia, que se manifesta en clr tendencia Evolucionar de la tradicidn al folclore. Se sienten atraidas por los as pectos anecdéticos de la cultura mds que por las bases de esta misma calrura, aunque hubieran preferido la tradicién. ‘Memoria popular iExiste una memoria popula? :Podemos hablar de ella? Ante ext cust Grube se contest: una memoria pars el pueblo puede sex del pusbo, no Se trata, mds bien «de una memoria propuesta a amplias ope mee ad Y aceptada por ells, El interés que ha despertado queda de manifesto no Sélo en los extudios de sociedades del pasado, también ene impacto en la Socedad ac condensado en museos popula, en revs specazadas (de Artes y Tradiciones populares), en la edicign de smemorias del pac. Sloot oomlaecogia de fuentes ora dea gene coveted a en- vorn hisras®™, En este contexto, Crublier emprende cl andisis de es concep até el esto del pci Le Pas are, une nowsel me moire «populairen. Este trabajo se inscribe en un conjunto ce 7 Uitoxcsyobras de difsin cull popular come gars dela memo Dues la memoria popula ha sido dsccionada desde dsintosdnglosy Sempre a raves de fens de depts concets que permian sy aborda je: la prens popular y sus suplements (M. Celie) ols biblioreaspo- pulares (D. Milo o R. Chartier). Pascal Ory. Bublios: yaun = Pionero en Engrs momar digi por B Nine Tampon podem ior ie R. Chartier en este cam 7 ee eng edna proceso de aculturacin pero, se pregunta, qué diferencias tiene con otros SM Graben, La mde des Pans os cit 19. 2a, en Les Cahier de FORUM HIS- rouser en P. Nov, Ler iw de a moire, op i MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA. JO ‘rganos culturales? y sque aporta a la Bibliothdgue Bleu? Destaca, entre sus elementos especificos, a informacién visual, la propaganda y su papel en la constitucién de una memoria popular. Considera al periédico como una es- ucla paralela, una escuela complementaria para adultos y adolescentes. Se trata de un érgano muy vinculado a su propio presente, que menosprecia la historia, a diferencia de otros folletos de divulgacién. En la memoria popular parece tener primacta el tiempo corto —un tiempo periodistico—, lo que permite analizar sus diferencias con la memoria culta. Desde esta perspectiva, tienen importancia usos tales como recuerdo, desmemorizacién y la articula- cién del complejo de los tiempos. El Suplemento de Le Pesit Parisien se caracteriza, en efecto, por una pers- pectiva tan corta en la ficcién como en la informacién, La memorizacién vi- sual potencia la informacién. Con el Suplemento se inicia, en efecto, una nue- va era, la de las imagenes a domicilio. «Parecia apoyatse y nutrirse de una me- ‘moria subconsciente que explotaba, mientras la alimentaba con los ecos de actualidad més o menos sensacionales»**. También la publicidad ejerce su influencia en esta acci6n deshistorizante del periédico. A diferencia de las ‘memorias historiadoras de los notables, que conceden gran importancia al acontecimiento, por su feracidad en consecuencias, la prensa de gran titada, de fines del siglo xxx y principios del siglo xx, se ocupa del «fait divers» y, en todo caso, del acontecimiento histérico reducido al «fait divers». Como en |a Biblioohéque Bleu, hay héroes de todas las clases™, ‘Ante una empresa de este calibre, Crubelier se pregunta si el periddico po- pula se ha hecho cémplice de una empresa de desmemorizacién. Pues st memoria, abreviada, reducida y resumida —memoria corta, la denomina al- sin auror—, no sobrepasa el recuerdo vivo de los lectores a principios del si- glo Xx, o una memoria oral, la propia de una generacién, Sin hacerse eco de luna tradicién folelérica, expresa y se sitia en un tiempo diferente al de los «libros azules», de los que le separan estas dos caracteristicas: el del Suplemen- 10 es un tiempo petiodistico, que potencia una memoria afectiva y carcce de ‘memoria historiadora, propia de los notables. Mientras el tiempo de la Bi- blioteca Azul es un tiempo mixto, marco de una memoria popular. Este no es el tiempo de las nucvas elites surgidas en el siglo x1x, medido por el reloj y la ‘cronologia, sino un tiempo concreto, vivido més que pensado —que fue el > M. Crubelies, Le mémive ds Frangaisop i, pp. 159-162, 168 y 186 2 M. Grube Le memire des Panis op 2, pp. 172173. % Al andi de los héroes y 2 su paraelismo en ambas publcaciones dedica Crubeliee las i 167-180, ver ambi en a obra madeline cpio VI, dada la meron de ue, 102 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: :FALSAS AMISTADES? de todo el mundo, elites y pueblo en la Edad Media—. Aunque en el medievo ‘seria mejor atin hablar de un «complejo de tiempos: cl tiempo césmico del niverso, el tiempo biol6gico del cuerpo, el tiempo litirgico de la Iglesia y el tiempo mégico de las supersticiones; todos estos tiempos socalizados, inser- tos en el tejido de la vida cotidiana. Este complejo entramado temporal lo centiende Crubelier como el tiempo rural ctistianizado, propio de una memo- ria popular”. ; En este complejo de tiempos, ocupan en efecto un lugar importante: a) Los fenémenos naturales: la altura del sol en cl horizonte o las fases de Ja luna; }) El ciclo de la vida vegetal y animal, expresado fundamentalmente en los trabajos de las estaciones. Los Almanagues son la mejor expresién de este tiempo; textos, imagenes, prosa, versos, refranes, oraciones, profecfas, noticias conforman la memoria de esa vida cotidiana. ) La trama de las existencias individuales ¢s muy vis ible: de ellas se ae can los grandes acontecimientos, nacimiento, matrimonio, muerte. Se pone, st de relieve un gran parentesco entre la vida de cada persona y ‘el mundo natural, todo ello sometido al tiempo césmico, gobernado por los signos del Zodiaco y por las estrellas. El cielo es un inmenso Sistema de signos y la astronom(a tiene una gran importancia—al me- nos para un ptbiico culco—, aunque hay una lectura popular tam- bign. i li hora- d) La religién ocupa un lugar notable en el tiempo socializado, el ) To coin eed tal por la capone aig el lena rio/santoral y el trabajo siguen la cadencia de una sucesi6n de fiestas religiosas. — «) De esa forma lo relgiso se vincula a lo bioldgico mediante los San- tos curanderos y sus socortos, que prestan siempre su auxilio a los que saben merecerlos con un ritualismo impecable. ce f) Esinmensa la parte de supersticin; su tiempo no es neuro, pertene al orden de lo cuantitativo y no de lo cualitativo. Todas ellas son for- mas de vinculacién a un pasado sagrado que explicitan una necesidad de permanencia y un deseo de pacificacién'™. Hemos concedido un amplio espacio a este género de memoria, pues la ‘memoria popular es un articulo de moda hoy, con un mercado fucrte del que 3M, Celi La moire de Francis op. cit pp. 63-4 6 ME, Crbelin, La moire der Frans op. ct pp. 6469. MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA 103 son exponentes los museos populares, las revistas especializadas o la edicin de memorias. «Un nuevo articulo cultural de gran consumo cuyo efecto es ampliar la 2ona de produccién y consumo de la historia-mercancta», como sefiala Forum-histoire™. Pues la memoria popular «ha tocado simulténea- ‘mente desde hace algunos aos, al mundo culto de los historiadores profesio- nales, a la actividad comercial de los edixores 0 agentes de publicidad, al dis- curso ideoldgico del poder y a las luchas més avanzadasy. En efecto, la me- ‘maria popular no duerme en la historia. No ha desaparecido. Los factores de a emergencia de la memoria popular en al ltimo cuarto del siglo XX son, en- ‘te otros, el impacto de mayo del 68, con su programa de «dar la palabra al pueblo»; la crisis de un pasado que aboca a un presente no satisfacrorio, lo que supone la busqueda de una nueva relacidn con el pasado; la criss y el descrédito de los discursos tedricos (estructuralismo, althusserismo, leninis- mo) y de los grandes paradigmas actuales; el afin de los historiadores profe- sionales de dar una impresién de modernidad en las técnicas la existencia de tun nuevo producto cultural en el mercado. Tampoco esté ausente de esta ‘emergencia cl protagonismo creciente de la agente coztiente», difundido también por el cine y la relevisidn. No obstante, todo ello hace penses: jes tuna moda? o guna necesidad y una recuperacién fndamentales? Este aspec- to no libra a la memoria popular de un fuerte riesgo de «condicionamiento idcolégico, en funcién de estereotipos oficiales sobre el pasado», Lo dicho hasta ahora basta sélo para definir «una» memoria popular. Habria que cnunciar las memorias populares, en plural. eMemorias obreras? Es dificil hablat, no obstante, de una memoria popular pues, caracterizada por la diversidad y pluralidad, es también encrucijada de memorias de gru- pos, cuya descripcidn se harfa interminable. Algunos casos han sido aborda- dos con mayor dedicacién y, sien lo que antecede se delinean algunos trazos de la memoria popular rural, son numerosos los estudios sobre la memoria obrera. Apoyada frecuentemente en las mismas fuentes y soportes que la an- terior, la memoria obtera ha sido abordada con mayor atencién. El propio 2% La Misi popu, gdp culture ou ange des aes, op ci, 3 “La Meroe populte, eg cul u ance de lune psp. 1. Tabi a i ‘ede sguen esa md Seapunan al sce de os anoplogo,mgaetfon en sae. oe via mld por eons de rior ol de ces anes Noo Enh de (a endenca nls E118 ya arunivenidades mite cine hori 104 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: ZfALSAS AMISTADES? is anarcosindicalista, [M, Croubeier se ha adentrado en el analisis de un grupo in icntras Luisa Passerini rompla moldes en un estudio modélico, traducido a ives lenguas al emprender la storia d los obras de Bde Ta, sdiante el recurso a fuentes orales. Se ha caracterizado a la memoria obrera porque en ela, junto al gozne del presente, el tabsjoy los trabajadores eto en el centro de la historia y son pilares esenciales de ésta. Un método similar, ‘con una bien programada utilizacién de las fuentes orales, puede propiciar el ‘estudio de grupos sociales marginados o hasta hace poco sin palabra (muje- res, analfabetos —en la Iinea de los trabajos de M. Vilanova o de la revista MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA 105 legiado los recuerdos de la Comuna de Paris, periodo abordado con una ma yor profusién que entre los notables o las memorias burguesas. Si éstos son algunos de los miicleos de una memoria divergente ;cudles son sus temas identificaderes? y ;cudl es su seleccidn de los recuerdos? Segin Crubelier, Los fundamentostesrcos de la concepcién de la historia o los principios téricos de organizacion de esta memoria obrera son: las réenieas son mas importantes que las ciencias, los inventores son superiores alos sabios, los inventores han sido, fe- ‘cuentemence, simples obreros logia, Historia, Fuente oral—, inmigrantes 0 gentes de color, estudios een ‘en los Estados Unidos. Si bien es verdad que habremos de ha- blaren plural rambign aqu, pues en el eno del poblacién absjadoracon- vviven diversos grupos, y con nitidas diferencias sociales, ideolégicas, politicas y sindicaes. En el capitulo 11, dedicado a la memoria de la Transicién espa~ ola puede distinguirse entre las memorias socialista, comunista, anarquista, republicana y otras. El crabajo y los trabajadores se sitdian, asi, en el centro de la historia y son pi- lares esenciales de ésta. Su propia consciencia y la organizacién sindical «debe estar en el corazén de la memorias?”?, De acuerdo con estos presupuestos, la memoria de estos militantes ha te- tenido una serie de hechos, que se perpettian en la seleccidn de los recuerdos. En primer lugar la acciSn obrera, sus combates, sus revueltas y huelgas; entre las que no se excluyen lis realizadas en el extranjero, como la de Barcelona en 1909. Los recuerdos se anudan y organizan en torno a algunos hitos de esta accién: las huelgas, los congresos obreros, el antimilitarismo y el socialismo. La memoria obrera se tif, asi, de un cierto paralelismo con y contra la his- toria oficial y, si éta se centra en guerras e instituciones, aquella selecciona combates ¢ instituciones alrernativos. No ceja, ademas, en explicitar los fines delos combates obreros. En efecto, la memoria traza un programa para el fu- turo, que abarca desde peticiones concretas, como la reduccién de jornada 0 fas pensiones de jubilacién (1912), a una perspectiva més global: una exis- tencia mds libre y més humana. Los recuerdos se detienen, ademés, en identificar y designar al enemigo, que en unos casos es la organizacién patronal y, en otros, la organizacién del trabajo, especialmente al taylorismo, pues expulsa a los obretos. Frente a es- tos enemigos vuelve a dibujarse el programa: la accién militante y la organi- zacién sindical represertan el lado positivo de la labor propagandistica, Este se refuerza con informacién sobre los congresos, tanto los realizados en Fran- cia como en el extranjero, sobre los efectivos sindicales —que siempre consi- deran escasos""— y sobre la accién de éstos, que puede conducit incluso ala «Una membre obrera» y la historia, Tomaremos una memoria obrera como Sensi Te de un grupo anareosindicalista a principios de siglo en Francia. Una memoria explorada 2 través desu drgana de prensay Le vie ouritre (1909, Una caractertstica de esta memoria colectiva obrera consiste en el rechazo de la memoria de los otros, aunque caso podria hablarse menos de un rechazo decidido dela memoria popular, que San bien orguosads dani, no sin exiconcs, Racha que aparece ms lato y firme respecto a otras dos memoras coetineas,diferenes y emparentadas, la memoria clerical y conservadoray la memoria antclerical y republicana, sunda caracterstica es el cc las que expresan su mayor desconfianza. Una seg ‘Spirit exkco hacia modelos humanos habitualmente propuestos, aunque no olvida a los mejores luchadores por su causa: Pelloutier, Proudhon, Re- clus, Bakunin, Keller, Herzen y otros héroes del trabajo. Ocupan lugar privi- TAR cate pi en elgg ee aM sear segs ga casa dean neon Ea ‘hora ev evidemtemente de tod la case brea ila del sconpuenge Op cp 204 Soest iat ap tee ete me Ba alee ete ee et Se or Sooner Seca fe ee ha ag a Ceubelien, Le mémaire de rons op it, pp. 218.219. * La difcitad de llegar efecsvos en Francia explic la atencia ansios la social democracia le- ‘mana ca enefetives yen eaboracdn ieoligc, ya la uaicién de los india. M Ceubele, La mémoive de Frangt p. cit, p. 229. 106 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: :FALSAS AMISTADES? insurreccién. Pero ponen buen cuidado en evitar que se confunda sindicalis- mo con insusreecién. : Para una educacién alternativa propugnan ee Ga obre- —segt Jo diferente al republicano— ros y maestros y otra escuela —segiin tun mode ‘que se inscribe en la tradicién de la Laternacional, formulada en el Congreso de Lausana en 1867. Y Crubelier concluye: [Asi se constituye una memoria obrera. Apasionadamente atenta al presente, # un presente escogido y denso de sentido, que no abre una larga perspectiva sobre el pasado, Compensa esta brevedad temporal ampliindose al conjunto de naciones lndustriales. No sabriamos negar su coherencia. Sdlo nos queda ver en detalle lo ‘que registra en su memoria". i iilidad yucda apuntado aqui un ejemplo de memoria que compensa su deb Sayan Vertical hacia el pasado— con su ampliacin y densidad espa cial —horizontal—, hacia el presente y hacia otros grupos similares. Memoria judia, Raices biblicas Entre la memoria religiosa y de un pueblo se alza, en la segunda mitad del siglo 10% la memoria judia, En lla, una serie de caraceristicas especificas han venido a ‘sumarse a un traumitico acontccimiento fundador. El Holocausto ha actuado de catlizador dl eer desde le primers moments yh gencrado proyectos, izaciones, conmemoraciones y suscitadores del recuerdo sin parangén con ring otto grupo social en ete medi siglo. Paradigmaica en cl culivo yl re cuperacién del recuerdo, la historiografia de la memoria judi usta, con abun- ™, necesidad de fijar el relato y de dar continuidad i la memoria impules a la eae oe dela tradicién yengendsd una: verdadera Tiveracura his- tbrica, Aunque no debis de ser obra de historiadores, dio lugar a unas cone Cepciones histéxicas findamentales vinculadas ala tradiciOn judia. Si bien ‘limenta de la creencia de que la historia es una teofania —«por primera vez Ia historia de un pueblo se inscribia en las Sagradas Escricuras», recuerda i i ida profun- tor de Zakhor—,|a tradicién judia se caracteriza por la dimensiéa p: amente humana de los relatos histéricos. Una segunda caracteristica cle concrecién desu objetivo y desu contenido: el relat se nusre de realidades hisercas qu alpican con ua profundo respetolacroneloglay que dara t= gar, después de su fijacién canénica, a un conjunto que se conten a “4 y homoggéneo. ‘Yerushalmi recuerda una tercera caracteristica, fur ae 7 para nuestro propésico, la disociacién y la ruprura.entre la pucmar de = do, el sentido de la historia y la escritura de ésta. Si bien en la Biblia los 29 YH, erushalmi, Zao opt 2 om ia = oi 20 = cae a her ech a sm Sdn es “aprofesioness de Deuterenomio 6, {y, con BUEVOS: See eee ‘Semen een aaciectieenattoanstnre rmasers, de Josué 24, 1-13 y Neemias9, Tos scontcimientos del Sina no significa que eta profes peste MEMORIA COLECTIVA E sISTORIA. 109 clementos coexisten y mantienen relaciones reciprocas y delicadas, en el ju- dafsmo posbiblico el sentido de la memoria y la escritura dela historia no si- guen caminos paralelos. La memoria colectiva seré transmitida més activa mente por los ritos que por la crénica. Pero no es nuestro propésito detener- rnos en los origenes de la memoria judla, de la que existe abundante bibliograffa,Pretendemos solamente recordar sus races para plantear algunos de los problemas fundamentales. En nuestra época, acontecimientos trauma- ticos para la humanidad han vuelto a poner de relieve la emergencia de una memoria judfa, concentrada en torno al Holocausto y a la creacidn del Esta~ do de Israel”. eMemorias politicas? Puede hablarse de la memoria de un partido politico? El andisis de la memo- ria comunista en Francia ha originado un estudio modélico para analizar gru- pos politicos. M. C. Lavabre aplica la teoria de la memoria colectiva de Halb- wachs al estudio de la memoria del partido comunista francés. Se sitda en la encrucijada entre stecuerdo y memoria, entre evocaciones individuales del pasado c instrumentalizaciones colectivas de la historian, y desentrafia la arti- cculacién de los itineratios personales con la historia colectiva, sin confundir recuerdos individuales con memoria hist6rica; sigue por ello una via de doble Fick el de a historia que sucedié y el de la historia contada. Completa su tra- bajo con un andlisis de las wreglas de la narracién» —segiin el concepto pro- puesto por P. Ricoeur—o la emergencia de la memoria, cl andlisis de su ac- cidn y de la utilizacién politica del pasado. La autora reconoce la utilidad, para este tipo de estudios, de los mismos instrumentos conceptuales que para cualquier otra memoria politica y resalta la pertinencia de la diseccién de un caso, en éste se compmueba «una organizacién relativamente mis eficaz de a memoria colectiva y del olvide». No abstanre la cuestidn no deja de ser em- barazosa cuando se aplica 2 un grupo que junto al «deber de memoria» susci- ‘a tambien la reactivacién del pasado. Pues el investigador debe interrogarse, paralelamente, sobre las recomposiciones que efecuian las distintas genera- ciones, cuya accién, convicciones y compromisos militantes varian Por ello la investigaciéin se encuentra ante una necesidad doble: una, ana- liza las prcticas oficiales y las fuentes escritas de la memoria (la memoria co- lectiva ¢ histérica del grupo) y la otra, fundada en las evocaciones individua- ® J Cuesta Bustillo, La memoria del horor, después dela IT Guerra Mundial, en Ayer, mim. 32, 1998, pp. 81-104. La biblografa es inmenss 110 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: ;FALSAS AMISTADES? les del pasado y las fuentes orales (Ia memoria viva). Marie Claire Lavabre en su estudio sobre la memoria comunista, ademds de cruzar ambas fuentes, ha procedido a un triple trabajo con los testigos: a) nun primer momento ha realizado una serie de entrevistas no direc- tivas, para suscitar los recuerdos individuales —de la memoria comu- nista— con un balance descorazonador. El resultado ha sido la apari- cién del cuadro preestructurado, en torno a la institucién —el part do—, que no deja emerger perpectivas personales, sélo la memoria oficial del geu &) Un segundo momento la recogida de las historias de vida prope materiales mds ricos, permite emerger una cierta memoria difusa, esté ono de acuerdo con la memoria oficial ©) Enun tercer momento procedié al cruce de las fuentes orales con las iconogréficas, mediante la presentacién de una veintena de forogra- fas a los testigos; una especie de «dlbum de familiay que acta como recordatorio. « Tiradores o suscitadores de la memoria» los denomina en otto lugar Gérard Name —o «aide-memoire» 0 recordatorio, ‘como se conoce en antropologia—. Este procedimiento permite ha- blar de temas olvidados, que no habian sido abordados espontinea- ‘mente 6 que habian sido sometidos al silencio, Esta vercera serie de entrevists funciona como un test proyectivo y, aunque puede hacer aflorar la nostalgia por un pasado lejano, permite diferenciar y anali- tar dos conceptos: el peso del pasado y la eleccidn del pasado (poids et chois, en francés) La memoria por doguier Tanto en los estudios americans —norte y sur— como en los europeos, abundan los trabajos sobre la memoria de ambito espacial, anclados en un es- pacio geogrifico local o regional —al nacional nos referiremos enseguida—. Desde los estudios altamente cualificados hasta las publicaciones de carter popular han convertido la memoria local en un miicleo de interés, estimulado especialmente por asociaciones —son numerosas en Francia y en Estados Unidos por ejemplo— o por publicaciones més préximas a la construccién dela memoria que a su abordaje como objeto cientifico, que ponen de relie- ve la relacién directa entre memoria e rade clin Las mismas, carac- teristicas pueden tener algunas asociaciones, publicaciones y conmemoracio- nes, Mestnadas ala Re ‘0 definicién de una identidad regional o nacio- MEMORIA COLECTIVA E HISTORIA. III nal, fenémeno especialmente relevante en Espafia como ponen de relieve pu- blicaciones recientes. La historiografla norteamericana ha puesto el acento en la memoria de las ‘mujeres y de la poblacién de color, e incluso se ha remontado a recoger y de- sentrafiar los tiltimos vestigios de la memoria de la esclavitud. La atencién so- bre América Central y Sur se ha detenido, sin embargo, sobre poblaciones in- digenas o sobre pueblos aborigenes, abundando las monografias de cardcter local 0 de ambito geogrifico reducido. Mientras en otras laviudes, la memoria nacional impone su impronta sobre las demés, la monumental obra de B. Nora. —repetidamente mencionada— es la mejor prueba de ello, Los actuales tra- bajos de los historiadores de la Europa Cental y del Este (K. Barwosek, A. Brossat, S. Combe y La Nouvelle Alternative) e incluso la accién de los pol- ticos, manifiesta una actividad febril en este terreno. La reciente reunifica- cién alemana ha confrontado también a los alemanes con sus sefias de iden- tidad, provocando su reacomodacién respecto al pasado reciente o respecto al flujo y la continuidad 0 discontinuidad, que consticuyen un rico material para los estudiosos de la historia de la mem La definicién de la propia memoria, los evectores orientados» en una y ‘otra direccién y la intensidad del acento, respecto a unos mbitos espaciales 4 otros, manifiescan los problemas latentes de cada sociedad y revelan los pa- rdmettos sobre los que puede definirse una identidad. Un estudio comparati- vo de la definicién de las distintas memorias nacionales podria descubrirnos cotta forma de acceso al conocimiento de la propia autoconciencia nacional, La expansién de las fuentes oraes y la emergencia de nuevos sujetos en el horizonte de los historiadores explican la presencia de estos nuevos protago- nistas también en la historia de la memoria. Categorias cémo género 0 edad han logrado carta de naturaleza. La memoria de género, y especialmente fe- ‘menina, abunda en los Estados Unidos, con pujante presencia en Europa. Y ‘empieza a abrirse camino la exploracién de la historia de la memoria infantil, de los inmigrantes, de los grupos marginados, dificultada especialmente por Ia carencia de fuentes. or qué esta voluntad de conservar el pasado en la memoria, de arraigar el pre- Sente (conciencia, accin, strategia politica) y de anclarlo en una tradicidn? No cabe duda que su significacién y modalidad difiere en funcién del sujet y de su Com ls de M. Suez Corin o las ponencis presentada al Congreso dela Asocaciin de lise ‘oria Contemporines, sabre Memoria idensdade (Recusso eeceénia}, VIL Congreso da Asoc ‘in de Historia Contemporinea, Santiago de Compostela Ourense, 21-24 de sepicmbre de 2004; ‘jo la coordinacibn de Justo Beramendi, Saciago de Compostela. Servio de Publics e Inter ‘ambio Cientfico [Universidade de Sandago de Composela, 2005) 112 MEMORIA E HISTORIA, RELACIONES: ;FALSAS AMISTADES? Staci, La hisoria fi inser habits cn ua contin a ‘cuerda, celebra fiestas y conmemoraciones, pero también silencia, oculta, usurpa 1yarrebata os esalvajsr, ls colonizades, las minoriasétnicas y nacionales se han visto privadas de su historia. Sin embargo también luchan por recuperatla y por reapropidrsla y recurren a su memoria colectiva a su herencia a su cultura. Sila violencia eté en la historia, tampoco puede hacernos olvidar la violencia dé a his- totia. Pues en la memoria coleetiva como en la memoria individual, la relacién sea de conservacién 0 de ocultacién— es siempre una rla- 2 SAVAB,M.RAER, shvant Propo, Lhisire, Tes 1 Soucs et rizon de Visonic Pas Bela, 1990, 8A Duron Peeme ct metinds una ise del prog cals tives en Annales, Etonic Secdes, Calta, vol XVI, enerofebrero de 1981, pp. 3-11 la ca de 5. nota 1. El exo esa comunicacién presenta al XI Congreso Ineracional de Ciencias Hi ‘rica de Exzocolmo (1960). Cit por G. Names, Mémoire Scie op. it. Ese libro es Fundamen- fal para el anal de concepts y pars la comprensin dels sportaciones de M. Malbwachs, como hemos ecordado mas riba CAPITULO 3 MEMORIA Y FUENTE ORAL: EL TESTIMONIO Es preciso desconfiar de la Unica cosa de la que disponemos para ci ir nuestra historia y para escribir la historia: del cestimonio™™ «Recoger la palabra, reclamar la memoria» Cautelas ante la fuente oral, necesaria ettica La memoria humana ex un inserumento maravlloso pero engafovo: es una vei~ ‘dad comin, conocida no solamente de los psicdlogos sino de cualquiera que ha ‘bservado con atencisn el comportamiento de ls que lerodean osu propio com- poreamiento™, Desde los padres de la historiografia, como Herodoto y Tucidides, existe y se nucte la critica metodolégica de esta wdisociacién tipica entre la experiencia vivida y la reerepeccié, que no es munca resurrecién sino reconstruccién con- ceptualr**, Es sobradamente conocido que la rehabilitacién, en nuestros dias, de las fuentes orales y del testimonio como fuente histérica ha ido Moco, Pour tri di singsiome stele Pace, Nathan, 1981, p18. E Les, Les Newfie ks Races cit por G. Kann, Let dor le oie. op. ct, 303. La staduccdn espaol P Lvi Los hander lr saoeder, Madd, Muchnik Edivorce, 1989. ® B Ricoeur Le rimoignager, en Le méoare, Unto, Fol, p. cit, pp. 201-208. Hemos ade- Lancado eta sintesis en oto crabaj, al que nos remtimes, J. Cuesta Bustillo, «Apronimacign ala lsciones ence memoria historia. Los componente: dl teimenio, sti Paul Ricoeur, en An. leg, sri ues ores, pi pp. 1-32. 394 MEMORIAS PARA LA DEMOCRACIA gar demasiado tarde para muchos, dada la enorme duracién de la dictadu- 12, Algunos grupos, como los nifios evacuados a Rusia, no habian recibido todos los beneficios econémicos que cabria esperar y, en algunos casos, st retorno a Espafia se ha producido en medio de una notable estrechez eco- ‘némica®, No obstante estas limitaciones, una revisién de la legislacién permite comprobar su abundancia, su progresiva extensién a distintos co- lectivos y su limitacién, pues generé a la par una permanente peticién de ampliacién por parte de la sociedad espafola, especialmente de los repre- sentantes en el Parlamento. La coronacién del Rey, una semana después de la muerte de Franco, fue acompafada de un primer indulto, con lo que se pretendié vincular el con- impucsto por Franco a los vencidos, ‘no ha cejado a lo largo de toda la democracia. Los acontecimientos de los tlt ‘mos afios ponen de relieve que la Guerra Civil sigue siendo un fenémeno vivo, presente en el imaginario colectivo de muchos espafioles, especialmente de aquellos que no tuvieron ocasidn de cerar las heridas,o de recuperar el cuerpo te los familiares—o los depésitos del recuerdo —-determinadas pertenen- Lo miss conremporinoy qu viendo coetineaments,prtenecen av sias generaciones, experimentan la experiencia de una no contemporaneidad de los contemporincos*™, = La generacién de los hijos nacidos en el interior de Espafia no opté necesa- ‘lamente por la herencia ideolégica de los padres. La segunda generacién ha- 7B Ricoeu, La moive, Us, Loubl op. cit. p, 162, ver adem p72 "1 Rous, egnamede Vi oe, 47148 cada por ce, La mi, Ei ‘twine, Loubli. op. cit, p. 583. ge eee: - % PRicoeu Le mds, itor, Publ op. i. 398 440 \AODISEA DE LA MEMORIA fa tenido ocasién de clegir, en la clandestinidad, sus «autoridades enunciati- vas». Desde las revueltas de 1956 y especialmente, desde los afios sesenta ve- nfa frecuenténdolas; en algunos casos habfan iniciado proyectos conjuntos y tun proceso inclusivo que cristalizarfa en una abierta convivencia en la demo- a wora histori de la dictadura estéjalonada de rentativas y pasos que demandaban con vor creciente y en las mds altas instancias, la amnistia y la reconciliacién. Un espacio comtin, una nueva cultura politica se estaba ins- raurando de la mano de algunos supervivientes y entre los testigos y Ia gene- racién de los que no hicieron la guerra, que pedia a gritos el fin de la Guerra Civil y, con él, una amnistia mutua y una reconciliacibn; o al menos, un re- encuentro, como ha definido Rigoberta Menchis, para el caso guatemalteco. Para ello habjan debido enfriar los sentimientos y apagar los recuerdos beli- gerantes de un conficto siempre atizado por los vencedores en el poder. La generacién de los hijos habia blandido ya el discurso de la reconeiliacién, an- tes de la reconciliacién, como arma contra la dictadura, Pues esta segunda generacién habia protagonizado también, bajo cl fran- quismo, la emergencia de una memoria antifranquista, que se expresaba y se difundia preferentemente en el cine y en la literatura, como ocurre en mu- chos regimenes autoritarios. Aunque heredard, en parte, cierto distancia- miento de la memoria republicana impuesto por la dictadura. El desdibu- jamiento, el olvido republicano y la tergiversacién, decretados por el fran- quismo, alcanzaba a todos los resquicios de la sociedad y se perpetuaré a lo largo del tiempo. En ellas no siempre se identifica antifascismo con republi- canismo, afitma A. Elorza. El dilema grecuerdo u olvido? Transicién y democracia, encrucijada de generaciones La Transicién fue percibida como un intenso presente, prefiado de novedad, caracterizado por su aceleracién, que agudizaba la percepcién del tiempo vi- vido, del tiempo transcurrido —de modo tal— qi conus 4 adware lejanta del pasado reciente, la dictadura. La memoria, al comps de la histo- z tees una cea ousiclon también, que va de la continuidad a la dis- tanciay all diferencia, la continuidad va siendo desplazada a paso ligero pot el cambio. Se explica, as, el cambio inmediato, de la memoria franquista im- puesta, a la répida instalacién en la memoria colectiva de un nuevo imagina- rio del poder y de la politica: la democracia, la convivencia, et consenso. Se percibird enseguida el sentido de aceleracién de la historia, que R. Koselleck EPILOGO INACABADO 441 interpreta como un efecto de disociacién entre la espera y la experiencia, con lun mayor nimero de fendmenos percibidos como cambios significatives y que se producen en el mismo lapso de tiempo. La intensidad del presente, el concentrar las energias en la Transicién y el empefio —y miedo— de evitar confrontaciones pasadas y luchas fratricidas explican el modelo espafil del consenso politico en el que el silencio del pasado dictatorial es fundamental Unsilencio, que sin renunciar al olvido, ha evitado someter a juicio y ala jus. ticia al régimen dictatorial y que, en virtud del mutismo autoimpuesto, ha clegido el camino de la amnista sobre el del juicio-justicia. Las paginas precedentes pueden contribuir a rechazar la idea de una tran- sicién amnésica y a reforzar la de una transicién memoriosa,silenciosa en al- gunos campos —memoria muda—, como el politico o el dela justicia —am- nistia no es amnesia—, pero alimentada por el recuerdo colectivo —social y politico— de los traumas pasados, y por los recuerdos personales de un ayer reprimido, excluido o transterrado, o por el de victimas desaparecidas. Flores en las cunetas de carreteras o de caminos, o la propia literatura y la filmogra- fla constituian un grito permanente de esa memoria. Graves problemas afloraban con fuerza en las preocupaciones de la socie- dad de la Transicién, avida de anudar vinculos horizontales y verticales: la amnistfa y las reparaciones a las victimas de la guerra y del régimen triunfa- dor en ella. La concepcién de las relaciones entre pasado y presente ha estado presidida por la conciencia del fin de una época y el comienzo de tiempos ‘nuevos; en este contexto sc insertan las amnistfs. El programa de una am- nistia para los condenados por el régimen dictatorial encontré cilido eco en la opinién publica democritica espafiola y europea y figuré pronto en los programas de la oposicién al franquismo. El silencio, reforzado por el miedo impuesto por Ia dictadura, que atena2é en cl interior a las generaciones de la posguerra, faclité la empresa. Un cambio fundamental se habia producido desde los afios sesenta en el recambio generacional, que preludiaba la demo- cracia, la no exclusién violenta de los «otros». La amnistia era un «vector orientado», de la sociedad espaftola, condicién de inclusién de las diferencias ideol6gicas; el retorno del exilio anulaba, en parte, la exclusién ideolégica y geogréfica del ségimen anterior. Los discursos y las préccicas habfan cambia- do. Una historia inclusiva de unos y otros se abria camino y se transmitia alas ‘nuevas generaciones. Podria afirmarse que no han faltado los conflictos de la ‘memoria, aunque se han ido sedimentando. Algunos se han bordeado limi- tando los recuerdos. No del todo. Olvido y recuerdo frente a frente. Responden, en lineas ge- nerales a dos actitudes politicas; una, silenciada durante mas de cuarenta afios, que reclamaba la palabra y la memoria, y otra deseosa de pasar la pagi- 442 1A ODISEA DE LA MEMORIA. nna de responsables, culpables y verdugos, molestos en fa despensa. El fin de los recuerdos vivos, de los testigos oculares, fue dejando paso a su reintegra- ién en la historia. Pero la memoria no ha encontrado la paz. Pues la represiOn inicial del recuerdo de los guerrilleros y de ottos grupos silenciados ha originado que éste slo se haya divulgado o publicado con més fuerza a in de siglo, fruto de escritos de hijos o nietos. Acaso esto explique la tarda presencia piblica de importantes grupos de victimas de la Guerra Ci- vilyy de la dictadura. Acaso se pone de manifiesto una realidad ya conocida en ‘ros paises: Bajo una unanimidad de fachada —condensada en algunos imperatives como «Nunca més»— conflicos viulentos oponen a los circus de la. memoria (..). ‘Tras las desviaciones del ‘palmarés de sufrimiento, se desvela un conflictolatente ‘mucho més profundo, que compromete todas nuestrs concepciones de la identi dad socal y dela dignidad humana: [a lucha de ls individuos y de los grupos por cf Reconocimiento™. Su exclusibn, vista a la luz de la permanencia inalterada de s{mbolos y depé- sitos de la memoria franquista —calles, estatuas, edificios, simbolos—, indu- cen a algunos a pensar en una democracia «incompleta, fundada sobre para- digmas discriminatorios», y no integradora de algunos colectivos en el con- junto de la historia espafiola. Generaciones j6venes se han alzado contra esta injusticia, en el momento en que los portadores de la memoria viva tienden a desaparecer absolutamente, con la muerte de los protagonistas. En ocasiones, Ja produccién historiogréfica también se acompafia de una recuperacién me- ‘morial, con homenajes, celebraciones y actos reivindicatives. Se produce una explicacién disidente o alternativa de la historia; en muchos casos no ¢s més que tna forma de incorporar temas silenciados a la historiografia, cuando los archivos lo permiten o las fuentes orales han logrado abrirse un campo de es- ‘cucha. En todo caso, se trata de un necesario cardcter inclusivo de la histo- riografla, para que ésta no repita los silencios o las injusticias de la memoria y de determinadas historias oficiales. Este mds de medio siglo de silencio, y la exclusi6n prolongada de la me- ‘mora y de la historia espafiola de importantes grupos de patriotas, ha origi- 2% JoM. Chaumont, La concurrence devices. Géreide, identi reconnaisance, Pcs, La Décou- vere & Syros, 2002 (1 edicidn 1997), contraportad, Sobre ls victmas ver tambin as ners tes aportaconescantenidas en B. Garmot (dt), Les wines, de ublites de Uhre, Actes dx Co- logue de Dijon 7 & 8 octobre 1999, Rennes, Presses Universities de Rennes, 2000; Rv Hilbeg, Exieaear, victimes ténaint, Pars, Gallimard, 1992: . Ternoa, LTnocence der vcimer, As ile des erode, Pais, Des de Brouwer, 2001 EPILOGO INACABADO 443. nado una critica, mas 0 menos manifiesta, a importantes colectivos gestores dela memoria o de la historia, en la segunda mitad del siglo X espafiol. Cri. tica a los paradigmas politicos desde la Transicién a la democracia, por la utilizai del solvidor y su silencio oficial respecto alas wiccimas de la dictadura: a la histo- riografla, ala que se pregunta si ha trabajado lo sufcientey si la cantidad de pa blicaciones son o no refigjo del grado de conocimiento de una sociedad sobre sa propio pasado; y alos medios de comunicacién, con su responsabilidad (y capaci- dad) para la difusion del conocimiento y de les investigaciones histéricas. La acu- sacién, por tanto, de no haber recogido suficientemente, en la democraci, el pa- sado traumdtico espafol y las reivindicaciones de los vencidos es interpretada como un refljo consciente de un supuesto «pacto de olvido» de ls cites politicas urante la transcion?™ El problema de silencio o del olvido aflora permanentemente. Paradojas de a memoria que se pliega a circunstancias politicas, olvidando realidades que un dia fueron palmarias y, lo que es mis grave, paralizando sus consecuencias y congelando derechos, Acaso los politicos espafiules confunden con dema- siada frecuencia el hecho de hacer politica de la memoria con hacer politica con el pasado. No es igual y hay que denunciar Ia prosticucién que ésca dilti- ‘ma supone. Cuando la memoria entra en el cauce de la Ley La querella atin no ha concluido. Desde Europa a América Latina, desde la Repiblica Sudafticana a Ruanda, Corea o Vietnam late cl peso del recuerdo de los traumas y de sus victimas, desde la II Guerra Mundial. Largo tiempo y ancho mundo que han permitido elaborar una amplia y profunda reflexién, desde la necesidad y el deber de memoria —también el derecho al olvido oa conocer la verdad—, a la institucionalizacién de la memoria, a los derechos de las victimas y la actitud hacia los victimarios amnesia, amnistia, perd6n, juicio, justicia. Declaraciones internacionales de la ONU han acogido estas experiencias. Espafia no ha escapado a esta problemética. La sombra de la Guerra Civil, la represién, el silencio y el miedo impuestos por la dictaduta, la Transicién del consenso, sin amnesia pero con amnistia, contribuyen a explicar que al- 9° J. Rodrigo, Los mitos dem ap. it 444° LA ODISEA DELA MEMORIA ‘gunas paginas de aquel pasado no se hayan cerrado atin. Sobre todo para ciu- dadanos que no han visto reparados todos sus derechos, 0 aquellos que, ‘como a Antigona, les queda alguien por enterras, por rescatar de la desapari- cin. Lo mismo que para la memoria judia en la segunda posguerra mundial, ees una necesidad y un deber (...) éalvar del olvido a los que habfan muerto, individualizatlos, sacarles del anonimato masivo de los campos. La historia deja en evidencia que la reparacién ha sido limitada, reducida a cuerpos o colectivos determinados, paulatina, evolutiva —seirfan amplian- do progresivamente—, incompleta, casi cen migajass, En sintesis y despucs del tiempo trancurrido, no han sido suficientes, ni en su cardcter —funda- ‘mentalmente econdmicas— ni en su extensién a la poblacién afectada, a pe- sar del importante niimero de personas alas que han alcanzado, como mues- tra el balance cuantitativo presentado por el Informe de la Comisién Inter- ministerial en 2006°*. La actual «batalla de memorias», escenificada en el Parlamento en 2007, ‘en Jas asociaciones, en las librerias, en la calle, mds escasamente en la acade~ mia, y sobre todo ante la nueva Ley es un exponente. Los debates en torno a la mal denominada sley de memoria histérica»™® revelan que el pasado no ha muerto, que sigue vivo, y en muchos casos sangrante, y que la generacién de los nietos no renuncia al esclarecimiento de la verdad, a una memoria, nega- dda, y 8 una justicia, impedida. El azaroso periplo del proyecto de ley ilustra bien los escollos que acechan a las memorias colectivas en Espafia. En primer lugar, la inexactitud de los conceptos: se habla erréneamente de una «ley de la memoria histérice», siendo més bien una «Ley por la que se reconocen amplian los derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecucién o violencia durante la Guerra civil y la dictadura», como su titu- lo indica. ‘Acaso arroje alguna luz el concepto propuesto por M. C. Lavabre: 5% Medio milli contabiliza la Comisisn lncerministerialconstuida en 2004, Informe genera dele Comisnincrinceral para el edi de asian de a vesimas del uera civil el agus. ‘me, 28 de jlo de 2006. 9 En algunas ocasones ela desdobls, con este nombre popular ye propio de la ly, apareiendo ‘como dos leyes distin El presidente anuncié una beter de eyes que pretende sacar adelante en el final delegisarura, ence ls qe incluyé la polémnica Ley de Memoria Hires. A se dspone a ‘cami porl vis de uegencia en el Parlament as Leyes de (ce varie) y del Reconocimienta de Derechos en foe de as viximas de la Guerra Cv y del Franguiemor, (La Razon.s, 27 julio 2007 [Consultado el 3 de agonto de 20071) “* Un anlss mis detenid dela problemdtcaen torno al debate dela ly, en J. Cuesta, «Lat de- ‘bates sobre la memoria: en wrno aun Proyecto de ley, en J. Cesta (coon), Memoria hitria de Eipaa. Sig 1 Maid, Fandacién Largo Caballero, 2007, pp. 390-410. EPILOGO INACABADO 445, Llamaremos memoria histSrica a los usos del pasado y de la historia tal y como ‘grupos sociales, partidos, iglesias, naciones o Estados se la apropian. Apropiacio- nes dominantes © dominadas, apropiaciones plurales y selectivas en todo caso, mareadas por el sello del anacronismo, de la semejanca entre el pasado y el pre~ sente, mientras que la historia propiamente dicho tendera ens principio a la uni- dad, al menos ala crtica de las memorias histéticas y al establecimiento de dife- rencias entre el pasado y el presente?®, Por ello mal podria encarnarse en una ley. La sociedad, al digerir una me- moria histérica 0 varias, las convierte en memorias colectivas —si constitu- yen la apropiacién de un grupo—, o memorias politcas, 0 nacionales si en- cuentran el apoyo del Estado y éste las proclama como oficiales. La Espafia de la dictadura franquista y de otras épocas hist6ricas ofrece miiltiples ejemplos de ello. ¥ prosigue M. C. Lavabre: «Por lo tanto, historia y me- ‘moria histérica no se oponen como la «verdad» al error, como el mito y la leyenda al conocimientoy. En el fondo, cada época negocia y adminisera su pasado y recupera de él aquello que considera de interés para su propio presente. En definitiva, &ste «sta siempre activo en la negociacién, reapropiacién o administracién del pa- sado. En esta perspectiva habria que analizar el complicado proceso de las querellas de la memoria en Espafia, en pleno siglo xx. Asociaciones de derechos humanos, asociaciones para la memoria, algu- nos juristas, un amplio grupo de intelecruales —y una mayoria dela opinién consultada, segtin algunas encuestas—han defendido la necesidad de esta ley ¥ de la lucha contra el olvido, en aras de una reparacién y de una memoria piiblica inclusiva. Sin duda, el gobierno tiene la comperencia de imponer 0 defender una memoria como publica, es una de las atribuiciones del poder, aunque en una democracia no puede hacerlo sin la necesaria n in.con cos grupos u otros colecivos portadores de otras memoris. Estee el pro- ‘ces0 al que estamos asistiendo en los tiltimos aos. El debate no es nuevo. Ni el de la memoria ni el de las reparaciones, como queda expuesto alo largo de todo el libro, Las reivindicaciones de asociaciones para la memoria —a més de cuaren- ta dice haber escuchado la Comisién interministerial—, han sido asumidas Por partidos nacionalistas y de izquierda —a pesar de la aficmacién de algiin Politico de que no estaba formulada por partidos nacionales, en un notable 8 M,C. Larabee, «Socilogie de la mémoize ex évenements raumaiques, en J Arésteguly Go- ces ek). Momo Harrap de geri (19361989) Mad, Nar os, 2006, m 446 LA ODISEA DE LA MEMORIA desconocimicnty o uinusvaloracién del papel de Izquierda Unida en este proceso—. Demanda que ponfa de nuevo sobre el tapete una realidad de la democracia espaftola, heredada de la férmula de la ‘Transicin: el recuerdo doliente de algunos espafioles, a ausencia o desaparicién de arros desde hacia mis de setenta afios, la necesidad de recuperacién del cuerpo, para unos, de recuperacién del honor y del marchamo democrético para otros, la repara- cidn de largos decenios de olvidos, de miedos, de condenas, de prisiones o de ausencias. El consenso acordado para la Transicién limé recuerdos mas con- flictivos,limité reparaciones debidas. La recuperacién de la memoria, lo mis- mo que las reparaciones a las victimas ha adquirido la forma de un proceso, timido, incompleto, y més dedicado a la memoria y a algunas reparaciones materiales que a la justicia 0 la conquista de la verdad. De ahi las peticiones de algunos colectivos. Las comisiones de la verdad de los paises que también han salido de dictaduras, como las del Cono Sur latinoamericano, han pues- to de relieve cémo la reparacién no se limita ala dimensién econémica de la ‘compensacién por el dafio —véase a este respecto la doctrina de la comisién chilena, una de las més completas a este respecto, 0 las defendidas por las aso- ciaciones de derechos humanos—; una compensacién que por otro lado es siempre incompleta, pues nunca se puede devolver al padre o al hermano que fue eliminado, o los afios transcurridos en la cdrcel, en los campos de exter- ini, 0 en trabajos forzados o de «topo». Es evidente que la reivindicacién de la memoria o de la reparacién, por unos, que fueron victimas o familiares de ellas, o compafieros de militancia politica, puede parecer excesiva para otros que no tienen trauma o laguna en el recuerdo 0 en la presencia. El problema se presenta cuando adquiere dimensiones politicas, publicas, que en cl fondo significa, permftasenos este maniquefsmo, una confronta-

Vous aimerez peut-être aussi