Vous êtes sur la page 1sur 1

LA TORTUGA Y EL GUILA

Una tortuga, cansada de arrastrar siempre su concha por la tierra, suplic al guila la
levantase por los aires lo ms alto que pudiera. As lo hizo la reina de las aves,
remontando a la tortuga por encima de las nubes.
Al verse a tal altura, la tortuga exclam: - Qu envidia me tendrn ahora los animales
que por el suelo se mueven, al verme encumbrada entre las nubes! Al or esto el
guila fue incapaz de soportar tanta vanidad y solt a la ilusa que, al caer sobre
peascos, se deshizo en mil pedazos.

EL HOMBRE Y LA CULEBRA
Un hombre, pasando por un monte, encontr una culebra que ciertos pastores haban
atado al tronco de un rbol, y, compadecindose de ella, la solt y calent. Recobrada
su fuerza y libertad, la culebra se volvi contra el hombre y se enrosc fuertemente en
su cuello.
El hombre, sorprendido, le dijo: - Qu haces? Por qu me pagas tan mal? Y ella
respondi: - No hago sino obedecer las leyes de mi instinto. Entretanto pas una
raposa, a la que los litigantes eligieron por juez de la contienda. - Mal podra juzgar exclam la zorra -, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir
los hechos. Entonces el hombre at a la serpiente, y la zorra, despus de comprobar
lo sucedido, pronunci su fallo. - Ahora t - dirigindose al hombre, le dijo -: no te
dejes llevar por corazonadas, y t - aadi, dirigindose a la serpiente -, si puedes
escapar, vete.

LA ZORRA Y LAS UVAS


Haba una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, haba tenido muy
mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontr tena un perro guardin
muy atento y un amo rpido en acudir con la escopeta.
Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontr unas parras silvestres de
las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra haba
unas piedras, como protegindolas.Al fin va a cambiar mi suerte, pens
relamindose, parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero
se senta muy dbil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y
no llegaba. As que se dijo: Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero,
no estn maduras.
Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parndose en dos patas
hubiese alcanzado los racimos, esta vez le falt algo de astucia a doa zorra, parece
ser que el hambre no la deja pensar.

Vous aimerez peut-être aussi